BABEL

Gen 11:1-9.


Babel (heb. B>bel). De acuerdo con Gen 11:9, el nombre significa “confusión [mezcla]” (basado en el verbo b>lal, “confundir [mezclar]”). Sin embargo, los babilonios explicaban que la denominación de su ciudad, B>bilu o B>bil>ni, querí­a decir “puerta de dios [los dioses]”. Otros sugerí­an que debí­a su origen a una derivación del verbo bab. b>balu, “esparcir [dispersar]”; pero los ciudadanos no habrí­an estado muy orgullosos de ello, y de allí­ su composición en babu, “puerta”, más ilu, “dios”. I. Ciudad. Nació con los primeros habitantes de Mesopotamia, a comienzos del reino de Nimrod y como probable asiento de su poder (Gen 10:10). Con respecto a su ubicación e identificación, las opiniones están divididas: algunos eruditos creen que Babel y Babilonia son 2 ciudades diferentes; otros opinan que ambas son una y la misma ciudad; y otros sostienen que la de Babilonia se construyó sobre los restos de la ciudad de Babel (este Diccionario apoya las 2 últimas posturas). Salvo Gen 10:10 y 11:9, a la ciudad de Babel siempre se la llama Babilonia.* II. Torre. Aunque la frase “torre de Babel” no se encuentra en el AT, generalmente se denomina así­ a la estructura que comenzaron a levantar los primeros habitantes de Sinar,* trabajo interrumpido por la intervención divina que produjo una confusión de lenguas (Gen 11:1-8). Los edificadores usaron ladrillos (porque su paí­s estaba totalmente desprovisto de piedras) y asfalto. Los restos arqueológicos revelan que el asfalto se usó como mezcla en muchos edificios babilónicos (fig 93). Se lo obtení­a de pozos al aire libre en Hit, a unos 190 km al norte de Babilonia (Mapa III, C-5), por lo que la torre estarí­a ubicada en la antigua ciudad de Babilonia o sobre alguna planicie cercana a dicha ciudad. De la torre mencionada en la Biblia no queda nada, pero la idea de erigir estructuras de esa naturaleza fue popular en la Mesopotamia primitiva. Prácticamente, cada ciudad importante tení­a por lo menos una; se llamaron zigurats. Generalmente se construí­an en plataforrnas escalonadas cada vez más pequeñas, en cuya parte superior habí­a un altar dedicado al principal de los dioses de la ciudad o del paí­s. Las ruinas de algunos de estos zigurats todaví­a están en pie: las mejores conservadas son la de Ur, en el sur del Iraq, y la de Choga Zambil, cerca de Susán en Irán. Pero los restos de los zigurats de Nimrfd, Qal’at Sherqat, ‘Aqarquf, Birs Nimrfd y Warka todaví­a son impresionantes. Mapa XXI, B/C-5/6. Sin embargo, la estructura más alta y más grande, de todas sus familares en la historia mesopotámica, fue la torre-templo de Babilonia (mencionada en registros históricos desde comienzos del 2º milenio a.C.; para muchos serí­a la primitiva torre de Babel u otra construida sobre los fundamentos de ésta). Pero desapareció por completo; los excavadores sólo encontraron los fundamentos y unos pocos escalones. Con todo, una antigua tableta cuneiforme describe esa torre, y Herodoto la 131 menciona; por ello es posible obtener una idea bastante exacta de sus caracterí­sticas. Sabemos que su base cuadrada tení­a unos 90 m de lado, que se levantaba a más de 90 m de altura, que constaba de 7 plataformas escalonadas y que sobre la última habí­a un altar dedicado al dios Marduk. La torre de Babel fue reparada cada tanto; la última vez por Nabucodonosor, quien dijo haber recibido la orden de su dios Marduk de que la reconstruyera de modo que su cúspide pudiera rivalizar con el cielo. A esta torre templo, que se encontraba en el recinto del templo de Marduk, se llamó Etemenanki, “la piedra fundamental [casa del fundamento] del cielo y de la tierra”. Si bien fue destruida por Jerjes, Alejandro Magno hizo planes para reedificarla (mandó sacar la mayor parte de los escombros como preparación para su reconstrucción); pero lo sorprendió la muerte cuando se realizaba el trabajo. Como no quedó prácticamente nada del antiguo templo por sobre el nivel del suelo, los hombres de generaciones posteriores pusieron en duda su existencia. Con el paso del tiempo surgió una tradición que relacionaba la arruinada pero impresionante torre de Borsippa, ahora Birs Nimrûd, con la torre de Babel. Sin embargo, las excavaciones demostraron la falsedad de ese supuesto. Cuando la asiriologí­a estaba en su infancia, se interpretó el texto de una tableta cuneiforme muy fragmentaria (en poder del Museo Británico) como una referencia a la historia de la torre de Babel. Una lectura más cuidadosa mostró que esa idea era errónea. Bib.: RLA 1: 333; L. W. King, The Seven Tablets of Creation [Las siete tabletas de la creación] (Londres, 1902), t 1, pp 219, 220. 60. Vista aérea del sitio donde estuvo la torre-templo de la ciudad de Babilonia. Restos del centro de la torre antigua sobresalen del foso lleno de agua. Este es el probable emplazamiento de la torre de Babel.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

hebreo Babhel, Babilonia, balal, confundir, babilonio babili, puerta de Dios. 1. Ciudad fundada por Nemrod, a orillas del rí­o Eufrate, en la llanura de Senaar, Gn 10, 8-10. 2. En el Antiguo Testamento se dice que los descendientes de Noé, que hablaban una misma lengua, se desplazaron desde oriente y se establecieron en el valle de Senaar, donde fabricaron ladrillos y pretendieron hacer una torre cuya cúspide llegara hasta el cielo. Yahvéh, entonces, los castigó por este pecado colectivo de orgullo, confundiendo su lenguaje, de modo que no se entendieron unos a otros, y los desperdigó por toda la tierra, Gn 11,1-9.

Este es un relato yahvista para explicar el origen de los distintos pueblos y lenguas, muy de acuerdo con la costumbre de construir torres altas en la Mesopotamia antigua. Zigurat se denomina este tipo de construcción, que consistí­a en una plataforma sobre la cual se elevaban varios pisos, como una torre piramidal decreciente, hasta coronar con un santuario, al que se podí­a subir por rampas exteriores.El más famoso de éstos, la Torre de Babel, zigurat conocido como Etemananki, esto es, Casa de la plataforma fundamento del Cielo y la Tierra, que comenzó a levantarse en el tercer milenio a. C., se cayó y fue reconstruido por el rey Nabopolasar y su hijo Nabucodonosor II. El santuario con que culminaba esta torre estaba dedicado a Marduc, el dios principal del panteón babilonio. Este puede ser el fundamento del relato del Génesis sobre la torre de Babel, cuya tradición bien puede provenir de los patriarcas, que se desplazaron desde su patria Harán, ya que la fama de la torre y de la prosperidad de Babilonia eran bien conocidas en la época, antes de que la ciudad fuera arrasada por los hititas, ca. 1595 a. C.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(Puerta de Dios). Nombre de una ciudad y una torre en el AT.

1. Una de las ciudades sobre las cuales reinó †¢Nimrod, †œquien llegó a ser el primer poderoso en la tierra† (Gen 10:8). Los babilonios o caldeos son mencionados en los primeros libros del AT en las referencias a la tierra de †¢Sinar, donde Nimrod fundó su reino, y se edificaron †¢B., Erec, Acad y Calne (Gen 10:8-10). Fue allí­ donde se edificó la famosa torre (Gen 11:19). †¢Amrafel, rey de Sinar, que peleó contra Sodoma y Gomorra, fue identificado por mucho tiempo por los eruditos con †¢Hammurabi, pero esa teorí­a ya se ha abandonado.

. Torre construida después del Diluvio por las generaciones que vinieron de los hijos de Noé que †œsalieron de oriente† y †œhallaron una llanura en la tierra de Sinar†, cerca de Babilonia. Dios decidió confundir sus lenguas y esparcirlos †œsobre la faz de toda la tierra†. Se hizo un juego de palabras con el nombre de B. por su parecido con otra que significa †œconfundir† (Gen 11:19). ¿Cuáles motivos tuvo Dios para actuar como lo hizo en el caso de B.? Algunos dicen que la torre de B. tení­a la pretensión de †œllegar al cielo†, lo cual era una demostración de la soberbia humana. Pero a esto contestan otros que en el original hebreo no figura la palabra †œllegar† y que la expresión lo que quiere decir es †œun edificio muy alto†, al igual que se dice hoy †œrascacielos†. Otros señalan que el problema consistió en una desobediencia a la orden que Dios habí­a dado de †œllenar la tierra† y que los hombres prefirieron concentrarse en B.

Lo que sabemos es que B. marca el paso hacia la urbanización de los hombres: †œEdifiquémonos una ciudad† (Gen 11:4). Lo cual está vinculado a ciertos descubrimientos tecnológicos: el ladrillo cocido a fuego y †œel asfalto en lugar de mezcla† (Gen 11:3). En la tradición rabí­nica la opinión más generalizada es que la torre de B. tení­a propósitos idolátricos y de rebeldí­a contra Dios, relacionándola con la persona de †¢Nimrod, cuyo nombre se deriva de un término que significa †œrebelión†, porque se caracterizó por esa actitud frente a Dios. Como cazador fue el primer ser humano que comió carne e hizo guerra contra otras gentes. Fue el constructor de la torre de B. y exigió ser adorado como Dios. Algunos eruditos consideran que la torre de B. fue un zigurat ( †¢Babilonia), una construcción piramidal que los caldeos hací­an para sus templos y que usaban también como observatorios de los astros.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, CONS CIUD

vet, = “puerta de Dios”. Este término aparece dos veces, y sólo en el libro de Génesis. En la primera mención (Gn. 10:10) es el nombre del primer lugar mencionado como el comienzo del reino de Nimrod; en la segunda mención (Gn. 11:9) se da el nombre de “Babel” a la torre y a la ciudad, debido a que el lenguaje de los hombres quedó allí­ confundido, y no se entendí­an entre ellos. Aquí­ se toma “Babel” como contracción de “balbel”, de “balal”, confundir (Keil y Delitzsch, “Commentary on the Old Testament”, vol. 1, p. 176). No hay base para afirmar que la torre debí­a “llegar” al cielo (Gn. 11:4), puesto que el verbo “llegar” no se halla en el original, sino que ha sido suplido para dar sentido a la traducción. Era una torre “para” o “hacia” el cielo. Posiblemente el sentido fuera el de una torre de observación y culto a los cielos, como un “zigurat”, que fuera el centro religioso unificador de aquella ciudad en construcción, en una empresa humana unida de desafí­o contra Dios y de rebelión contra El. Este intento mereció el juicio de Dios con la confusión consiguiente de las lenguas y su forzosa dispersión en grupos diversos y divididos, en lugar de la gran confederación unitaria contra Dios planeada por Nimrod. Bibliografí­a: Adam, Benjamí­n: “The Origin of Heathendom”, Bethany Fellowship (Minneapolis, 1963); también publicada en castellano bajo el tí­tulo de “Astrologí­a, una antigua conspiración” (Betania, 1978); Custance, A. C.: “The Confusión of Tongues” (Doorway Papers, 8, Ottawa, 1961); Leupold, H. C.: “Exposition of Genesis” (Baker Book House, Grand Rapids, 1942, 1981); Morris, H. M.: “The Genesis Record” (CLP, San Diego, 1976).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Torre y ciudad
(-> prostituta, bestia, idolatrí­a, Marduk). Babel, Babilonia constituye uno de los sí­mbolos más persistentes de la Biblia, de manera que ha podido venir a convertirse en paradigma de la civili zación occidental, heredera no sólo de la Biblia, sino de aquello que la Biblia ha condenado, es decir, de los grandes imperios que se divinizan a sí­ mismo. La falsa religión se identifica, conforme a este sí­mbolo, con la construcción de los imperios que quieren dominar sobre el conjunto de la humanidad.

(1) Torre. El imperio imposible. El relato de la construcción fallida de la Torre y Ciudad de Babel (Gn 11,1-9) ofrece la cuarta versión general del pecado* de los hombres (tras el pecado de Adán-Eva, el asesinato de Abel y la perversión del diluvio). “El mundo entero hablaba la misma lengua, con las mismas palabras. Y al emigrar del oriente, los hombres encontraron una llanura en la tierra de Senaar y se establecieron allí­. Entonces se dijeron unos a otros: Venid… edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue al cielo, para hacernos famosos y para no dispersarnos sobre la faz de toda la tierra. Yahvé descendió para ver la ciudad y la torre que edificaban los hombres. Entonces dijo Yahvé: He aquí­ que este pueblo está unido, y todos hablan el mismo idioma. Esto es lo que han comenzado a hacer, y ahora nada les impedirá conseguir lo que se proponen. Vamos, pues, descendamos y confundamos allí­ su lenguaje, para que uno no entienda lo que dice el otro. Así­ los dispersó Yahvé de allí­ sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por tanto, el nombre de dicha ciudad fue Babel, porque Yahvé allí­ confundió (babal) el lenguaje de toda la tierra, y desde allí­ los dispersó sobre la faz de toda la tierra” (Gn 11,1-9). Babel es la ciudadimperio que ha intentado dominar sobre el mundo entero, apareciendo así­ como signo de un sistema de poder que quiere imponer su propia seguridad “divina” sobre la tierra. Sus constructores quieren elevar una ciudad en la que quepan todos, para que no tengan ya que dispersarse sobre el mundo; buscan un estado total que se funda y expresa en principios de imposición. Lógicamente, dentro de esa ciudad (aspecto más polí­tico) edifican también una torre (zigurat o templo, de carácter más religioso) donde habita el mismo Dios, sacralizando y avalando de esa forma la potencia del imperio. El hombre, que habí­a empezado por hacerse dueño del bien/mal (Gn 3), inten ta construir ahora, con sus propios poderes, un imperio total, culminando así­ el camino de la cultura de Caí­n, creador de la primera ciudad (Gn 4,17). Significativamente, los constructores parecen todos varones, creadores de una civilización de muerte. Es como si las mujeres no existieran: su función de madres o portadoras de una vida que se expande por amor y/o generación (cf. Gn 3,20; 4,1-2), ha desaparecido o no se tiene en cuenta; sólo importa la cultura violenta de varones. Estos constructores-varones de la torre quieren su propia seguridad, en la lí­nea de la “justicia de las obras”, es decir, de su ley de poder. Pero ése es un intento vano: no logran acabar la ciudad ni la torre y de esa forma se confunden y destruyen a sí­ mismos. El riesgo de estos constructores de la torre universal está en su propio éxito: mientras van avanzando en la tarea de la construcción pueden tener motivos para seguir, pues les quedan todaví­a nuevas metas. Pero en el momento en que parece que han logrado culminar su obra, cuando su edificio viene a elevarse ya perfecto frente al cielo, empieza a resquebrajarse por dentro. Los “constructores del Todo” no se entienden, pues no dejan lugar en sus vidas para Dios (es decir, para el Infinito de la gracia). Cada uno se siente y toma Todo de manera que ya no dialoga con los otros y así­ se enfrenta con ellos, hasta destruirse todos. Mirada hacia atrás, la historia de los primeros fabricantes de la Ciudad-Torre puede resultar beneficiosa: aquellos hombres, confundidos por su mismo deseo de tocar el Absoluto (de hacerse absolutos), tuvieron que dejar la construcción (el Todo) para sobrevivir y desarrollarse por caminos distintos, en una historia que la Biblia ha contado a partir de Gn 12 con la llamada de Abrahán y su peregrinación creyente.

(2) Babilonia, ciudad y sí­mbolo. Históricamente, Babilonia ha sido el imperio que ha conquistado el reino de Judá y destruido Jerusalén, llevando cautivos a muchos de sus habitantes, como relatan los libros históricos, en especial 2 Re 17-25. Los grandes profetas de Israel han elevado sus cantos contra Babilonia, presentándola como enemiga de Dios, sí­mbolo de los poderes perversos (cf. Is 13-14). Ella aparece como sí­mbolo de la ciudad enemiga de Dios, condenada a la destrucción: “¡Cómo caí­ste del cielo, Lucero, hijo de la mañana! Derribado fuiste a tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decí­as en tu corazón: Subiré al cielo. En lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono y en el monte del testimonio me sentaré, en los extremos del Norte; sobre las alturas de las nubes subiré y seré semejante al Altí­simo. Pero tú has sido derribado hasta el Sheol, a lo profundo de la fosa” (Is 14,12-15). El odio contra Babilonia se aprecia en el Sal 137, donde la capital del imperio viene a convertirse en signo de todos los poderes que seguirán oprimiendo al pueblo de Dios. Así­ 1 Pe 5,13, cuando habla de Babilonia, parece referirse a Roma. Para el Ap, Babilonia es una ciudad concreta (Roma) y es sí­mbolo fuerte de todo poder prostituido. El anuncio (Ap 14,8; 16,19) y descripción del pecado de Babel y su caí­da (Ap 17,1-19,8) constituyen un momento central de la trama del Ap. El recuerdo de este sí­mbolo perdura a lo largo de la historia cristiana, aplicándose a las instituciones sociales destructoras e incluso a las iglesias, miradas desde la perspectiva de sus enemigos. Así­, para algunos protestantes, la Babel del Ap significa la Roma de los papas. Por el contrario, para muchos católicos, Babel se identifica con el sistema capitalista de la modernidad.

Cf. F. J. HINKELAMMERT, Cidtnra de la esperanza y sociedad sin exclusión, DEI, San José de Costa Rica 1995; Crí­tica de la razón utópica, Desclée de Brouwer, Bilbao 2002; J. Mo SUNG, Teologí­a y economí­a, Nueva Utopí­a, Madrid 1996; Deseo, mercado y religión, Sal Terrae, Santander 1999; A. GONZíLEZ, Teologí­a de la praxis evangélica, Sal Terrae, Santander 1999.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

(Confusión).
Una de las primeras ciudades construidas después del Diluvio. Fue en ella donde Dios †˜confundió el lenguaje de toda la tierra†™. (Gé 11:9.) El nombre se deriva del verbo ba·lál, que significa †œconfundir†. Sin embargo, sus habitantes, considerando que era la sede del gobierno de Dios, afirmaban que el nombre estaba compuesto de Bab (Puerta) e ilu (Dios) y que por lo tanto significaba †œPuerta de Dios†.
Nemrod, el †œpoderoso cazador en oposición a Jehovᆝ, comenzó su reinado en Babel, ubicada †œen la tierra de Sinar†, la llanura aluvial formada por el cieno de los desbordamientos de los rí­os Eufrates y Tigris. (Gé 10:9, 10.) Al no haber piedras disponibles para la construcción, los edificadores hicieron uso de los extensos depósitos de barro. Dijeron: †œHagamos ladrillos y cozámoslos con un procedimiento de quema†. Como tampoco tení­an cal, usaron betún como argamasa. (Gé 11:3.)
En desafí­o a Dios, Babel se centró en el proyecto de construcción de una torre religiosa †œcon su cúspide en los cielos†. Esta torre no se construyó para la adoración y alabanza de Jehová, sino que estaba dedicada a la religión falsa de origen humano, y el propósito de los edificadores era hacerse un †œnombre célebre† con ella. (Gé 11:4.)
El tiempo aproximado de su construcción se puede deducir de la siguiente información: Péleg vivió desde 2269 hasta 2030 a. E.C. Su nombre significa: †œDivisión†, pues †œen sus dí­as se dividió la tierra† (es decir, †œla población de la tierra†); †œde allí­ los habí­a esparcido Jehová sobre toda la superficie de la tierra†. (Gé 10:25; 11:9.) Un texto de Sharkalisharri, rey de Agadé (Akkad) en el tiempo de los patriarcas, menciona que restauró una torre-templo en Babilonia, con lo que da a entender que tal edificio existí­a antes de su reinado.

Fuente: Diccionario de la Biblia

(heb. Bāḇel, ‘puerta de dios’; tamb. * Babilonia, Ciudad de). El nombre de una de las principales ciudades fundadas por Nimrod en la tierra de Sinar (Sumer), la antigua tierra de Babilonia. Se menciona junto con Erec y Acad (Gn. 10.10), y según la tradición babilónica fue fundada por el dios Marduk y destruida por Sargón ca. 2350 a.C. cuando llevó tierra de allí para fundar su nueva capital Agade (* Acad). En Gn. 11.1–11 aparece la historia de la construcción de la ciudad y su elevada torre, donde se explica el nombre Babel por etimología popular basada en una raíz heb. similar bālal,como ‘confusión’ o ‘mezcla’. Babel, en consecuencia, llegó a ser sinónimo de la confusión provocada por las diferencias idiomáticas que fue parte del castigo divino por el orgullo humano con que la construyeron.

Todavía no hay pruebas arqueológicas que confirmen la existencia de una ciudad en Babilonia antes de la 1ª dinastía (ca. 1800 a.C.), pero la tradición babilónica y un texto de Sarkalisarri, rey de Agade, ca. 2250 a,C., mencionan la restauración de la torre-templo (zigurat) en Babilonia, lo que sugiere la existencia previa de una ciudad sagrada en el lugar. La acción de Sargón parecería confirmarlo. El uso de arcilla quemada para la fabricación de ladrillos y asfalto (°vrv1 “betún”) para mezcla (Gn. 11.3) está corroborado desde tiempos antiguos. El asfalto probablemente se traía flotando por el Éufrates desde Hit.

La expresión “torre de Babel”, que no se encuentra en el AT, se emplea comúnmente para describir la torre (miḡdōl) que se había proyectado construir como punto de referencia muy elevado relacionado con la ciudad y sus adoradores. Generalmente se supone que la torre quedó incompleta, al igual que la ciudad (v. 8), y que era una torre-templo escalonada, o un zigurat de varios pisos que se concibió primeramente en Babilonia a principios del 3º milenio a.C., a partir del témenos bajo o plataforma en que se apoyaban los santuarios erigidos cerca de los templos principales de la ciudad (como en Erec y Uqair). Después de Sarkalisarri, la más antigua referencia al zigurat de Babilonia se relaciona con su restauración por Esar-hadón en 681–665 a.C. En sumerio se llamaba “Etemenanki”, “el edificio de la plataforma fundacional del cielo y la tierra”, cuya “parte superior llega hasta el cielo” y se relaciona con el templo de Marduk Esagila, “el edificio cuya parte superior es(tá en) el cielo”. Es muy probable que un edificio sacro de esta naturaleza siguiera un plan anterior. La torre fue muy dañada durante la guerra de 652–648 a.C., pero fue restaurada nuevamente por Nabucodonosor II (605–562 a.C.). Este edificio, parte del cual recuperó Koldewey en 1899, fue el que describió Herodoto en su visita ca. 460 a.C., y el que se describe en la tablilla cuneiforme fechada 229 a.C. (Louvre, AO 6555). Esto permite obtener un cuadro aproximado de la torre posterior. La base medía 90 x 90 m y tenía 33 m de altura. Por encima de ella se construyeron cinco plataformas, cada una de 6–18 m de altura, pero de superficie decreciente. El todo estaba coronado por un templo, al que se creía que el dios descendía para relacionarse con la humanidad. El acceso se efectuaba por medio de rampas o escaleras. Un plano babilónico posterior de un zigurat de siete plataformas muestra que su forma arquitectónica contemplaba una altura igual a su anchura en la base, con un templo cúbico en la parte superior. Entre otros, se han encontrado zigurat en * Ur, * Erec, * Ninive y en otras partes de * Asiria y Babilonia.

Jerjes demolió un zigurat en Babilonia en el 472 a.C., y aunque Alejandro hizo quitar los escombros para su restauración, su muerte interrumpió las obras. Posteriormente los habitantes del lugar se llevaron los ladrillos, y actualmente el lugar donde se encontraba Etemenanki es un hoyo (Es-Sahn) de una profundidad igual a la altura de la construcción original.

Viajeros de todas las épocas han tratado de localizar las ruinas de la torre de Babel. Algunos estiman que se trata del lugar anteriormente descrito, y otros que son los restos vitrificados de un zigurat que todavía puede verse en Borsippa (mod. Birs Nimrud), 11 km al SSO de la ciudad de Babilonia, que probablemente data de épocas neobabilónicas. Otros, en cambio, ubican a la torre bíblica en Dur-Kurigalzu (Aqar Quf), al O de Bagdad, ciudad construida, sin embargo, ca. 1400 a.C. Lo único que puede decirse con certeza es que la narración de Gn. 11 parece, a todas luces, un relato histórico digno de confianza acerca de construcciones que ya no pueden ubicarse.

Algunos entendidos relacionan la visión de Jacob de una escalera y una “puerta del cielo” (Gn. 28.11–18) con un zigurat del tipo que se levantó en algún momento en Babel.

Según Gn. 11.9, la intervención de Yahvéh cuando se construía Babel originó la confusión de lenguas, y la consiguiente dispersión de la humanidad, posiblemente en los días de Peleg (Gn. 10.25). (* Naciones, Tabla de las; Gn. 10)

Babel, al igual que la ciudad de *Babilonia en el curso de toda su historia, se convirtió en símbolo del orgullo del hombre y su inevitable caída. También se relacionó Babel, teológicamente, con la confusión y la pérdida del compañerismo entre los hombres y las naciones cuando se separaron de Dios. Sus efectos serán revertidos en el reino definitivo de Dios, pero no puede afirmarse con certeza que las *lenguas o la glosolalia de Hch. 2.4 (cf. la interpretación de Jl. en los vv. 16–21), que estaban limitadas a los judíos y sus prosélitos, y en general a los pueblos que hablaban el arameo y el griego, no eran sino “idiomas extranjeros” conocidos (JTS s.n. 17, 1966, pp. 299–307).

Bibliografía. A. Parrot, The Tower of Babel, 1955; D. J. Wiseman, AS 22, 1972, pp. 141ss.

D.J.W.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Ilustración de la Biblia Historiale Mangeur Petrus de SMM, 10 B 23 folio 19r Koninklijke Bibliotheek, La Haya, Países Bajos 1372Babel aparece en la Vulgata sólo en Génesis 11,9; la forma Babilonia se encuentra en Baruc 1,1.4; 2,22; 6,1-3; 1 Mac. 6,4; 2 Mac. 8,20, etc. La palabra se deriva del babilónico bab-ilu, que significa “puerta de Dios”. Génesis 11,9 sugiere un significado distinto basado en la derivación del nombre de la palabra hebrea batál, confundir. La ciudad de Babilonia tenía varios nombres entre sus habitantes, por ejemplo, Ka-dingir, Babi-dingir, Tintir, Shu-un-na, etc. Los profetas la llaman “hija de los caldeos” (Isaías 47,1), y Sesak o Sesac (Jer. 25,26; 51,41), una palabra variamente explicada por los comentaristas.
Fue construida en el sitio de la moderna villa de Hille. Según Herodoto, una pared doble o quizás triple, de 50 codos de ancho y 200 codos de altura, rodeaba el pueblo y formaba un cuadrado de 120 estadios. El cuadrado de la pared interior medía 90 estadios de largo y 360 estadios de circunferencia. La Biblia y las inscripciones cuneiformes le asignan una gran antigüedad a la ciudad, y los datos bíblicos (Gén. 11,1-9) acerca del material de las paredes son confirmados por el testimonio de las ruinas. «”Ea, vamos a fabricar ladrillos y a cocerlos al fuego. Así el ladrillo les servía de piedra y el betún de argamasa.»
La antigua ciudad poseía templos maravillosos, palacios espléndidos y curiosos jardines. Entre los templos, dos merecen atención especial, E-sagila, el templo de Bel Merodach, en la costa oriental del Éufrates, y E-zida, el templo de Nebo, al oeste del río. Las ruinas de estos santuarios son probablemente idénticas a aquellas de Babil y Birs Nimrud, aunque las opiniones difieren acerca de Babil. Los edificios eran de forma piramidal y se levantaban en varias, normalmente siete, secciones en forma de escalón. La torre de pisos de Birs Nimrud cuenta con siete de estas plataformas cuadrangulares pintadas en siete colores, negro, blanco, amarillo, azul, escarlata, plata, y oro, y en el mismo orden sagrado hacia los dioses estelares, Adar (Saturno), Ishtar (Venus), Merodach (Júpiter), Nebo (Mercurio), Nergal (Marte), Pecado (la Luna), Shamash (el Sol). Se ha aprendido en las excavaciones en Nippur que la torre piramidal o ziggurrat no constituían el todo del Templo babilónico. Este último tenía un patio interior y uno exterior, ambos casi cuadrados y casi de las mismas dimensiones; la torre ocupaba cerca de un tercio del área del patio interior, y cerca de ella se levantaba el templo propiamente dicho, donde se ofrecían los sacrificios.
Podemos inferir por los descubrimientos hechos en Nippur y en Sippara que se encontrará que una biblioteca y una escuela habían estado relacionadas con los templos babilónicos. A la luz de estos descubrimientos la historia de la Torre de Babel (Gén 11,4) asume una nueva importancia, ya sea que identifiquemos sus restos con las ruinas de Birs Nimrud, con las del templo Bel en Nippur, o por último con las de Babil. Sin duda alguna, no eran sus templos menos que sus palacios reales y sus jardines colgantes que hicieron de la ciudad de Babilonia “gloriosa entre los reinos, el famoso orgullo de los caldeos” (Is. 13,19). Nos encontramos con la ciudad en los primeros albores de la historia, y florece, a pesar de sus reveses temporales, hasta ser destruida finalmente por Seleuco Nicator. Incluso entonces los judíos continuaron habitando algunos de los montículos de Babilonia hasta cerca de 1,000 d.C., después de lo cual el país fue entregado a las tribus errantes de árabes, de acuerdo con las palabras del profeta: “Allí tendrán aprisco bestias del desierto y se llenarán sus casas de mochuelos. Allí morarán los avestruces y los sátiros brincarán allí. Se responderán las hienas en sus alcázares y los chacales en sus palacios de recreo. Su hora está por llegar y sus días no tendrán prórroga.” (Is. 13,21-22). (Vea Torre de Babel, Babilonia).

Bibliografia: RAWLINSON, The Five Great Monarchies of the Ancient Eastern World (Londres, 1879); KING, The Letters and Inscriptions of Hammurabi, King of Babylon (Londres, 1898); DELATTRE, Les Chaldéens jusqu’ à la formation de l’empire de Nabuchodonosor (Lovaina, 1877); NIKEL, Genesis und Keilschriftforschung (Friburgo, 1903); ZIMERN, ed., SCHRADER, Die Keilinschriften und das Alte Testament (Berlín, 1903); KAULEN, Assyrien und Babylonien nach den neuesten Entdeckungen (Friburgo, 1899); HILPRECHT, Exploration in Bible Lands during the Nineteenth Century (Filadelfia, 1903); PETERS, Nippur or Explorations and Adventures on the Euphrates (Nueva York, 1897); BEZOLD, Ninive und Bablyon (2da ed. Bielefeld, 1903); cf. también HAGEN, Lex. Bibl. (París, 1905); PANNIER y LEVESQUE en VIG., Dict. de la Bible.

Fuente: Maas, Anthony. “Babel.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907.
http://www.newadvent.org/cathen/02177b.htm

Traducido por Armando Llaza Corrales. L H M.

Selección de imágenes: José Gálvez Krüger

Fuente: Enciclopedia Católica