CALVICIE

La calvicie natural casi no se menciona en la Biblia. Se creí­a que era resultado de trabajo arduo (Eze 29:18) o de enfermedad (Isa 3:17, Isa 3:24). La calvicie producida por rasurarse la cabeza era una señal de luto por los muertos (Lev 21:5; Isa 15:2, Isa 22:12; Mic 1:16).

Rasurarse la cabeza como un sacrificio a un dios era la costumbre de los paganos en la tierra y estaba prohibida para Israel (Lev 21:5; Deu 14:1). La costumbre entre las naciones vecinas de rasurarse toda la cabeza excepto una pequeña porción en el centro estaba también prohibida (Lev 19:27; Lev 21:5). Cuando un nazareo completaba su voto, el cabello rasurado se ofrecí­a como un sacrificio al Señor (Num 6:18; comparar Act 18:18; Act 21:24).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Así­ como la abundancia de pelo era signo de belleza entre los israelitas, su ausencia o disminución era mal vista. En un lenguaje de juicio, se nos dice que †œel Señor raerá la cabeza de las hijas de Sion† (Isa 3:17). Unos niños irrespetuosos, para burlarse de †¢Eliseo resaltaban a gritos su c. diciéndole: †œÂ¡Calvo, sube!† (2Re 2:23). Parece ser que el profeta era todaví­a joven cuando esto aconteció. La tonsura, o recorte de pelo en la parte superior de la cabeza era algo prohibido (Lev 19:27). Raerse la cabeza era una señal de duelo (Jer 16:6; Miq 1:16), pero no estaba permitido a los sacerdotes (Lev 10:6).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

Falta total o parcial de cabello. Suele aparecer en ciertas zonas de la cabeza, mientras que en el resto el pelo crece con normalidad. Esta caí­da parcial del cabello da cuenta de aproximadamente el noventa por ciento de los casos. La Biblia habla de la †œcalvicie† (heb., qor·jáh), †œla calva de la coronilla† (heb., qa·rá·jath) y la †œcalvicie de la frente† (heb., guib·bé·aj y gab·bá·jath). (Le 13:41-44; 21:5.) Aunque todaví­a se desconocen las causas exactas de la calvicie, se cree que el factor principal es la herencia. Otros factores pueden ser: infección, desequilibrio hormonal, envejecimiento, trastornos nerviosos, incluso algunos tratamientos médicos y la sí­filis.
La calvicie es un defecto que afecta el atractivo personal, por lo que los pueblos antiguos la asociaban con vergüenza, duelo y angustia. (Isa 3:24; 15:2; Jer 47:5; Eze 27:31; Am 8:10; Miq 1:16.) Sin embargo, bajo la ley de Moisés no se la consideraba inmunda. (Le 13:40.) Tampoco se la consideraba un defecto que impidiera servir en el sacerdocio. En la visión del profeta Ezequiel se dijo que los sacerdotes no debí­an afeitarse el cabello ni llevarlo suelto, sino recortado. (Eze 44:20.)
Eliseo, el profeta de Jehová, era calvo. Mientras subí­a por el camino de Jericó a Betel, después de suceder al profeta Elí­as, unos muchachitos se mofaron de él diciendo: †œÂ¡Sube, calvo! ¡Sube, calvo!†. Al parecer, no se mofaron de Eliseo porque fuera calvo, sino por verlo con la conocida prenda de vestir oficial de Elí­as. No querí­an en ese lugar a ningún sucesor de Elí­as. Debí­a seguir subiendo hacia Betel o ascender a los cielos en una tempestad de viento, como el anterior usuario de aquella prenda de vestir oficial. (2Re 2:11.) En respuesta al desafí­o de que fue objeto su posición de profeta sucesor de Elí­as, y para enseñar a esos jóvenes y a sus padres a respetar al profeta de Jehová, Eliseo invocó el mal sobre aquellos burlones en el nombre del Dios de Elí­as. Era una prueba de su ministerio profético. Jehová manifestó que aprobaba a Eliseo haciendo que dos osas salieran de los bosques cercanos y despedazaran a 42 de ellos. (2Re 2:23, 24.)
Algunos pueblos acostumbraban a †˜imponerse calvicie†™ afeitándose la cabeza en ocasiones de dolor debido a la muerte de un familiar o por razones religiosas, práctica que los israelitas tení­an prohibida. (Dt 14:1.) A los sacerdotes se les dio el mandato especí­fico de que no se rapasen ni afeitasen la extremidad de la barba en señal de duelo por los muertos (Le 21:5), y a los israelitas en general se les mandó que no se cortaran los mechones de sus lados ni la extremidad de su barba. (Le 19:27; Jer 9:26; véase BARBA.)
Los egipcios solí­an afeitarse la cabeza y consideraban que la barba era una señal de duelo o dejadez. Por esta razón se afeitó José cuando le sacaron de la prisión para llevarle ante la presencia de Faraón. (Gé 41:14.) Sin embargo, los egipcios se cubrí­an la calvicie con pelucas, y muchos de los que se afeitaban la cabeza y la barba también llevaban pelucas y se poní­an barbas postizas. En el Papiro de Ebers, un tratado médico egipcio del II milenio a. E.C., hay once recetas para evitar la calvicie.
Según la Ley, si alguien tení­a lepra en la cabeza, debí­a afeitársela al principio de su perí­odo de cuarentena, en el dí­a de purificación, y de nuevo al séptimo dí­a de su purificación. (Le 13:33; 14:8, 9.) Si un nazareo se contaminaba, debí­a afeitarse la cabeza †œen el dí­a de verificar su purificación†. (Nú 6:9.) En el caso de que un soldado israelita quisiera tomar por esposa a una mujer cautiva, esta tení­a que afeitarse la cabeza. (Dt 21:12.)
Las tropas de Nabucodonosor se vieron afectadas por una calvicie temporal durante el agotador y difí­cil sitio de la ciudad continental de Tiro. Jehová le dijo a Ezequiel que †œtoda cabeza fue una que quedó calva, y todo hombro fue uno que quedó pelado por frotación†, cuando las fuerzas militares de Nabucodonosor rindieron †œun gran servicio† al ejecutar juicio contra Tiro. Las cabezas quedaron calvas debido a la rozadura de los yelmos, y los hombros llegaron a estar pelados por los materiales de construcción de las torres y fortificaciones. (Eze 26:7-12; 29:17, 18.)
En los dí­as de los apóstoles, habí­a lugares, como la ciudad inmoral de Corinto, donde se castigaba a las mujeres adúlteras o fornicadoras rapándoles la cabeza. A las muchachas esclavas se les hací­a llevar el pelo corto. Parece ser que Pablo recurrió a esta costumbre para ilustrar que si una mujer oraba o profetizaba con la cabeza descubierta en la congregación cristiana, aunque tuviera el cabello como prenda para la cabeza, mostraba falta de respeto al principio divino de la jefatura y †˜avergonzaba su cabeza†™ como si llegase al extremo de rapársela. (1Co 11:3-10.)

Fuente: Diccionario de la Biblia