CONDENA, CONDENACION

El verbo se usa en un típico sentido forense en Dt. 25:1, donde los jueces «absolverán al justo y condenarán al culpable». A partir de aquí se establece un uso regular de la condenación de un hombre por otro. El uso más importante del verbo, sin embargo, y el uso regular del sustantivo, es para la condenación por parte de Dios. La enseñanza de la Biblia sobre este tema se resume en dos pasajes en Juan. La condenación de los hombres se basa «en que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas» (Jn. 3:19). El otro pasaje dice: «El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida» (Jn. 5:24). Aquí nos encontramos con una condenación seria y real. Los hombres que escogen el camino ancho, que aman más las tinieblas que la luz, quedan bajo la seria condenación de Dios con todo lo que esto implica. Pero la obra de Cristo es liberar a los hombres de la condenación. «Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús» (Ro. 8:1).

Leon Morris

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (115). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología