DIEZ MANDAMIENTOS, LOS

El AT es claramente una religión de ley, con credo, culto y conducta prescritos minuciosamente por Dios. La Tora es reverenciada porque incorpora la voluntad y la sabidurí­a del Creador.

Expresando la propia naturaleza de Dios, demanda de la criatura solamente lo que la santidad del Creador requiere para el compañerismo con él. El clí­max de la Tora es el Decálogo, el código de las diez palabras recibidas por Moisés en el monte Sinaí­. El Decálogo es único entre los varios códigos que se encuentran en el AT. Originalmente hablado por Dios en un contexto calculado para producir un temor reverente inolvidable (Exo 19:9-25), más tarde fue inscrito por su dedo sobre dos tablas de piedra (Exo 31:18) y más adelante en un segundo par de piedras (Deu 10:1-4). Se colocó en el arca del pacto (Exo 25:21) y así­ fue guardado como reliquia en el centro mismo de la adoración de Israel. Fue repetido por Moisés (Deu 5:6-21) y todos sus preceptos, con excepción de la guarda del sábado, se repiten en el NT.

Las †œdiez palabras†, no numeradas por Dios o por Moisés, han sido numeradas en diferentes formas desde entonces. La más común entre las comunidades de habla hispana contempla el primer mandamiento como prohibición de adorar a deidades falsas, el segundo prohibiendo el uso de í­dolos y el décimo incluyendo todas las prohibiciones de codicia.

Hay incertidumbre en cuanto a la forma en que las †œdiez palabras† fueron divididas entre las dos tablas. La Iglesia Católica Romana coloca tres mandamientos en la primera tabla y siete en la segunda. La Iglesia Reformada se adhiere a una clasificación de cuatro y seis. Sin embargo, Josefo da el arreglo tradicional de cinco y cinco.

¿Tiene algún significado el hecho que las †œdiez palabras† están inscritas en dos tablas en lugar de una? Tradicionalmente se pensó que las †œdos tablas† se refieren a dos secciones: nuestro deber a Dios y nuestro deber al hombre. El conocimiento reciente de formas antiguas de pacto ha mostrado que las estipulaciones del pacto, es decir, las leyes impuestas por el señor-del-pacto, se escribí­an por duplicado. El señor-del-pacto retení­a una copia y depositaba la otra en el santuario del dios de la gente sobre quien estaba imponiendo su pacto. En el caso del Decálogo, Jehovah es Señor-del-Pacto y también Dios de Israel. Por lo tanto, él toma ambas copias bajo su cuidado: todo el cuidado, la continuidad y el sostén de la relación del pacto descansa con él.

Este código no era un yugo de esclavitud (Gal 5:1), sino una provisión sabia que Dios bondadosamente hizo para su pueblo para permitir a los israelitas entrar a una vida de gozoso compañerismo con su Redentor. Usado legí­timamente (1Ti 1:8), este código, que guiaba la vida más que darla, era una fuente de bendición (Psa 19:8-9; Psa 119:54). Excepto por la forma en que el NT profundiza y amplí­a sus principios, el Decálogo representa el más alto nivel de moralidad.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano