DIOS AMOR

La bondad y el amor de Dios

La bondad y el amor de Dios son datos conocidos y vividos, de algún modo, en todas las religiones. En el Antiguo Testamento, el amor de Dios se compara al de un padre (Os 11,1), al de una madre (Is 49,14-15; 66,13) o al de un esposo (Is 62,4-5). Es un “amor eterno”, es decir, fiel, perdurable e inquebrantable (Is 54,8; Jer 31,3).

Dios nos ama “con grande (excesivo) amor” (Ef 2,4), puesto que nos ha hecho partí­cipes de la filiación divina de Cristo, de su misma vida y de todo su misterio de muerte y resurrección “nos vivificó juntamente con Cristo… y con él nos resucitó” (Ef 2,5-6). Nos ha hecho “sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo” (Ef 1,5), “hijos en el Hijo” (GS 22). Dándonos a su Hijo por amor, “nos ha dado todo en él” (Rom 8,32). Su presencia de inmensidad ya puede ser presencia de inhabitación por amor y comunicación de su misma vida (cfr. Jn 14,23).

Dios es Amor

La afirmación de San Juan, “Dios es Amor” (1Jn 4,8.16), indica que el mismo ser de Dios es el Amor. Esa es la novedad de la revelación cristiana. Si “hemos conocido el amor” (1Jn 3,16) es porque “tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16). “En esto consiste el amor no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados” (1Jn 4,10).

Jesucristo nos ha revelado al mismo Dios reconocido por toda la humanidad; pero nos lo ha revelado y comunicado como “Dios Amor”. Y esta revelación del amor se ha de anunciar a toda la humanidad, porque Cristo, el Hijo enviado por Dios Amor, “ha muerto por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino por los del mundo entero” (1Jn 2,2).

La misión de anunciar a Dios Amor

Dios, en la “plenitud de los tiempos” (Gal 4,4) ha revelado el secreto de su vida í­ntima, invitándonos a participar en ella. En Dios todo es amor, puesto que cada una de las personas divinas (Padre, Hijo y Espí­ritu Santo) es relación de donación plena. Por esto Dios es la máxima unidad vital. En ese amor divino tiene origen la misión del Hijo, para hacerse hombre (encarnación) y para redimir a toda la humanidad (redención) bajo la acción del Espí­ritu de Amor. Es la misión que Cristo ha confiado a su Iglesia.

Referencias Caridad, contemplación, Dios, Dios Padre, filiación divina participada, gracia, inhabitación trinitaria, Juan evangelista, misterio, Trinidad.

Lectura de documentos DV 2, 21; CEC 218-221.

Bibliografí­a V.M. CAPDEVILA I MONTANER, Liberación y divinización del hombre, La teologí­a de la gracia en el evangelio y en las cartas de san Juan (Salamanca, Secretariado Trinitario, 1981); A. FEUILLET, Le mystère de l’amour divin dans la théologie johanninque (Paris, Gabalda, 1972); D. MOLLAT, Introducción espiritual a San Juan (Salamanca, Sí­gueme, 1965); Idem, Etudes johanniques (Paris, Seuil, 1979); S. VERGES, Dios es amor. El amor de Dios revelado en Cristo según Juan (Salamanca, Secretariado Trinitario, 1982). Ver bibliografí­a sobre la Trinidad y la gracia.

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización