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Cualidad o virtud de hablar, decir, sugerir o escuchar lo que conviene y cuando conviene. Es cualidad sinónima de prudencia, delicadeza, oportunidad, habilidad mental, claridad, inteligencia práctica.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
Discreción es renunciar a ciertas actitudes que consisten en deplorar y censurar los males actuales: esas actitudes por las que el cristiano podría sentirse tentado, unas actitudes, por así decirlo, de chantaje. Esas actitudes que nos hacen decir: «No, si ya te lo decía yo, que si hacías eso, te iba a pasar lo otro…». Hay que renunciar a todo esto, que nace de la desconfianza y del desaliento. Lo que hay que hacer frente al mal es volver a buscar el camino del bien. La Sagrada Escritura nos invita a «vencer el mal a fuerza de bien» y san Pablo luchó durante toda su vida por proclamar que no son la justicia externa o la fuerza de la condena las que hacen mejor al hombre, sino el amor de Dios derramado en su corazón. El amor de Dios es el Espíritu, el dinamismo del entusiasmo, de la alegría que transforma al hombre y lo hace capaz de vencer el mal. La pedagogía cristiana nos enseña ciertamente a ser cautos contra el mal, lo desenmascara, lo denuncia, pero en la certeza de que Cristo resucitado está presente en el mundo, que su Espíritu triunfa venciendo el mal: por eso nos invita a acercarnos al que hace el mal para ayudarle a cambiar, para decirle que su destino es otro, que él está hecho para grandes cosas y que puede encontrar la fuerza para hacerlas. «Un estilo de discreción» es la crítica cordial, acompañada por una sosegada participación en la actual búsqueda, en ia inmensa explosión del deseo del hombre que, en el fondo, aunque él no lo sepa, es deseo de Dios. Por tanto, es un estilo acogedor que busca espacios de amistad, de comunicación, de comprensión, que se libera de pre juicios, que estimula el acercamiento a los casos dolorosos, a los casos difíciles. El obispo y la Iglesia tienen que superar esa actitud de quedarse esperando a que la gente venga: tienen que ir ellos en busca de los necesitados, para ofrecerles la esperanza. Así, el estilo de la discreción es el estilo de la originalidad, en el sentido de que es una interpretación rigurosamente cristológica —imposible de reducir a ningún canon humano— de los procesos antropológicos que animan el mundo.
Carlo María Martini, Diccionario Espiritual, PPC, Madrid, 1997
Fuente: Diccionario Espiritual