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El concepto de disciplina en ascética estaba en otros tiempos, y algo en la actualidad, al instrumento de voluntario sufrimiento que consistía en castigar partes del cuerpo (espalda, brazos, piernas) con un látigo o flagelo.
Se llamaba disciplinantes a los que practicaban este gesto de sufrimiento por un motivo sobrenatural, no por ningún alcance de masoquismo, de moda o de exhibición, ya se hiciera en público (en las procesiones o en los santuarios y monasterios), ya se hiciera en secreto ante Dios como gesto evangélico de sacrificio silencioso.
El castigo físico al propio cuerpo de esta manera apenas si puede ser entendido, aceptado y alabado en los tiempos modernos. Pero no cabe duda de que, en cuanto acto de voluntad enérgica y en cuanto sacrificio elegido libremente dentro de las normas de la prudente mortificación corporal, representaba un valor digno de alabanza y, en lo posible, de imitación.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa