EDICIONES

[552]

Impresiones literarias en forma de libros y prensa diversa, que se preparan (imprimen) y se difunden (publican) para ofrecer materiales escritos propicios para la tarea pastoral y para la promoción de la cultura cristiana.

El “apostolado de la prensa” ha sido mirado con predilección por la Iglesia como medio de hacer un servicio de animación y de información de las verdades religiosas.

Casi se puede decir que los impresos y la promoción de centros, organismos y grupos (Editoriales) dedicados a la edición de libros y escritos cristianos han sido tan antiguos como la Escritura Santa. La palabra escrita permanece más que la oral y aquí­ radica su importancia.

Con todo es conveniente recordar que lo que gana en permanencia lo pierde en calidez y cercaní­a personal. Los libros permanecen, pero son frí­os, distantes y anónimos. Por eso el mensaje religioso se difundió siempre preferentemente por la predicación. Pero halló el soporte de permanencia en la Escritura sagrada.

La cultura occidental se registró desde el tercer milenio anterior a Cristo en documentos escritos, que se fueron difundiendo y mejorando a medida que las formas de escritura se hací­an más ágiles y la capacidad lectora aumentaba en las poblaciones. El primer impulso gigantesco se produce cuando se extiende el alfabeto fonético y los ideogramas babilónicos y egipcios se sustituyen por los fonogramas fenicios.

La escritura manuscrita se mantuvo durante siglos. Los escritos se difundieron manuscritos por medio de un intercambio y comercio de papiros, pergaminos, códices, tan interesantes en la Edad Antigua y en la Edad Media.

Luego se comenzó la carrera de los “impresos”. Hasta cierto punto, no deja de ser providencial que el primer libro impreso que salió de las prensas del “inventor” de la imprenta Juan Gutenberg (aunque en China se imprimí­an figuras con planchas ya tres o cuatro siglos antes) fue una Biblia grabada mediante planchas primitivas de madera y era fechada el 15 de Agosto de 1455.

La imprenta fue el segundo gran impulso a la difusión escrita, que llenó de oleadas de productos escritos el mundo. La facilidad para el acceso a los documentos escritos obligó a todos los hombres a saltar del analfabetismo masivo a la capacidad lectora universal. Los centros comerciales (afán de lucro) o sociales (interés difusor de la cultura) se multiplicaron hasta nuestro dí­as. Y las ediciones ya no se detuvieron hasta llegar a un tiempo en que el consumo de celulosa, materia prima del papel, llegó a los umbrales de lo tolerable, que es el caso ecológico de los comienzo del siglo XXI.

Los tiempos actuales conocen la tercera gran revolución editorial, la aurora de la prensa virtual, tanto en “prensa” (que ya no es prensa) periódica como en prensa estable. Multitud de centros, servicios y páginas se difunden por los medios informáticos e internéticos aparecidos en los últimos decenios. Ellos revolucionarán la cultura en las décadas venideras y harán surgir nuevas formas de edición en donde un nuevo desafí­o se presenta al mundo de la cultura: los mecanismos o cauces de para lograr la selección, es decir el ahorro de tiempo y energí­as en la eliminación de la prensa basura y en la rapidez y economí­a en el hallazgo de la prensa útil para cada buscador de información o de formación.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa