EPISTOLAS. CATEQUESIS DE LAS

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Se suelen denominar catequesis con frecuencia a las exhortaciones sistemáticas y un tanto organizadas que aparecen en algunas Epí­stolas. Es dudoso que los autores las concibieran como tales, sino como comunicaciones afectuosas destinadas para destinatarios inmediatos. Pero pueden ser interpretadas como enseñanzas claras, concretas y proyectas hacia la vida cristiana de quienes recibí­an tales misivas .A todas las edades se deben conocer las Epí­stolas. Pero su contenido no es asequible a niños pequeños.

1. Santiago. Epí­stola de

Es una carta, de las siente “católicas” del Nuevos Testamento, aceptada como inspirada ya desde el siglo III, aunque no con uniformidad.

Es más bien un sermón, una catequesis, que una carta. Llena de colorido y de hermosas formas griegas, ya se dudó de su origen apostólico en los dos primeros siglos.

Los protestantes en el XVI volverán a rechazarla como canónica debido a la importancia que atribuye a las acciones buenas y no sólo a la fe. “Epí­stola de paja” la llamaba Lutero, tomando como pretexto las vacilaciones en los primeros estadios cristianos para aceptar esta Carta dentro de los libros inspirados.

1.1. Datos de Santiago
Atribuida a Santiago de Alfeo, unos de los Apóstoles, no hay unanimidad en su reconocimiento. Santiago fue el Apóstol que, según la tradición, se quedó mucho tiempo en Jerusalén y fue apedreado en año 62. Aunque hoy se tiende a separar la figura de este animador y primer “Obispo” (Hch. 12.17.. Hch. 21.17-18), que era hermano o pariente del Señor, y el otro Apóstol del que habla la lista de los doce (Mt. 10. 2-9. Lc. 6.12. Mc. 3.17).

Al margen de quién sea el autor, la Iglesia ha recogido la doctrina de la Epí­stola con interés. La ve como inspiradora de una catequesis de las buenas obras, que son las que garantizan la autenticidad de fe verdadera. Por eso es un documento catequí­stico por excelencia.

1.2. Rasgos

Es carta eminentemente práctica y de carácter ético y meclesial. Algunos aspectos llaman la atención.

– Se multiplican las instrucciones y exhortaciones morales, de intensa carga sapiencial, al estilo del Eclesiástico y de la literatura sapiencial apócrifa judí­a.

– Los creyentes deben buscar y preferir la “paciencia” y “la sabidurí­a” a las palabras huecas de muchos (1. 22-25)

– Se exige unidad y fraternidad entre todos los hermanos, pobre pobres y ricos (2. 1-3).

– La fe en sí­ misma no es suficiente para salvarse. Se precisa cumplir la voluntad del Señor. La fe sin obras está muerta (2.14-26).

– Se pide la paz y el rechazo de las “amargas envidias de corrupción (4. 1-12).

1.3. Algunos modelos
Catequesis hermosas de Santiago son: – La fe y las obras. St. 1.16 a 2-26 – El hablar y la sabidurí­a St. 3. 1-17 – Origen del mal St. 4.1 a 5.12
2. Judas. Epí­stola de
La carta que la tradición atribuye a Judas Tadeo es otra de las cartas católicas, que se apoya en la autoridad de algún apóstol para proclamar la doctrina de Jesús, el Salvador del mundo. Es breve, pero sabrosa en doctrina.

2.1. Rasgos
El contenido responde más a una catequesis alentadora para los lectores que a una carta dirigida a alguien real. Poco o nada sabemos de fijo del autor. Tal vez sea el Apóstol. Lo cierto es que se proclama “siervo de Jesucristo, hermano de Santiago” (Jd. 17) y seguidor de Jesús (Mt. 13. 55; Mc. 6.3).

El mensaje de la Epí­stola es muy sencillo y preciso: – Exhorta a “combatir por la fe” (3) contra ciertos “hombres sarcásticos que vivirán según sus propias pasiones impí­as” (18).

– Hay que protegerse contra el error mediante la fe y la fidelidad (19).

– Los infieles serán juzgadas por Dios y “expulsados a la oscuridad de las tinieblas para siempre” (versí­culo 13).

2.2. Catequesis de Judas.

La brevedad no permite muchos datos en esta Carta. Buenas referencias pueden ser estas tres claras y concretas:

– Recuerdos del pasado. 1. 2-4

– Los falsos doctores 1. 5-16

– Valor de la comunidad 1. 17-22

3. Juan. Epí­stolas de

Las tres cartas “católicas” atribuidas a Juan en el Nuevo Testamento constituyen unidad de sentimientos y de doctrina. Se centran en la llamada al amor, en conformidad con la doctrina del Apóstol amado de Jesús y con su mensaje sobre la fraternidad.

3.1. El autor.

La tradición eclesiástica las atribuye a San Juan Evangelista, Apóstol de Jesús. Pero hay gran discrepancia en cuanto a esta paternidad, inclinándose muchos por un autor que quiso imitar el estilo y proclamar el mensaje del amor que tanto defendió el Apóstol Juan.

Muchos suelen distinguir entre el fiel Apóstol y Juan el Presbí­tero, autor y pastor de finales del siglo I, autor de las Cartas y tal vez del Evangelio (2 Jn. 1. 1 y 3 Jn. 1. 1). El problema es si existen suficientes argumentos para ello.

3. 2. Datos de cada carta
Al margen de quién sea el autor, lo importante es que fueron admitidas como inspiradas ya en los primeros momentos y constituyen una excelente catequesis sobre el amor fraterno y sobre la fe.

3.2.1. La primera epí­stola
Tiene forma de homilí­a más que de epí­stola tradicional. Es más una catequesis que un escrito epistolar, a pesar del saludo inicial y de la despedida final.

– Previene contra “falsos profetas” (1 Jn. 4. 1) que contradicen al Jesucristo real (1 Jn. 4. 2).

– Avisa contra los anticristos” (1 Jn. 2. 18), probablemente expresión que alude a las primeras formas de gnosticismo en el siglo I.

– Aprueba la expulsión de esos anticristos del grupo cristiano (1 Jn. 2. 19).

– Declara su temor al “espí­ritu del error” (1 Jn. 4. 6) al que inducen al mal.

– Insiste en que “Dios es Amor”, que “nos amó y envió a su Hijo. (1 Jn. 4. 8-12).

3.2.2. La segunda epí­stola
Es muy breve (tiene 13 versí­culos), está dirigida a “la Señora elegida y a sus hijos” (2 Jn. 1.1) y sólo habla del amor y del mal. (2 Jn. 1.4-9)

3.2.3. La tercera epí­stola

Es también breve, está dirigida a un individuo de nombre Gayo (3 Jn. 1,1). El motivo es la conducta de otro fiel, Diótrefes (3 Jn. 1.9) que no reconoce su autoridad (3 Jn. 1.10).

Le insta a seguir defendiendo “la obra de la Verdad” (3 Jn. 1.8) que es salvación.

3.3. Los modelos

Catequesis de las Epí­stolas de Juan pueden ser: – Condición de la luz. 1 Jn. 1.8 a 3.18.

– Hijos de Dios 1. Jn. 3. 1 a 4. 8.

– Caridad y paz. 1. Jn. 4. 1 a 5. 13.

Comentario de Sto. Tomás a la Epí­stolas. Incunable de 1600
4. Pedro. Epí­stolas de

Dos libros del Nuevo Testamento, clasificados entre las siete epí­stolas denominadas católicas (o universales), son atribuidos a Pedro. O tal vez alguien las escribió en los primeros momentos por alguien que trata de ayudar bajo la autoridad del mismo Pedro.

Van dirigidas a los cristianos en general, o al menos no se conocen los destinatarios particulares.

4.1. Datos y rasgos

Recogen una serie de principios sobre la lucha por la fe y el amor a Cristo Jesús, que sintonizan perfectamente con la figura de Pedro, aunque nada hay que acredite su autorí­a, y aunque tampoco se encuentra en ellas nada que dificulte su reconocimiento como del Apóstol.

Con todo, la coherencia de la elaboración y los conceptos ya bien trabados y desarrollados hacen pensar en una teologí­a más tardí­a que la coincidente con la vida de los Apóstoles y se siente la tentación a fechar estos documentos hacia el final del siglo.

4.2. Caracterí­sticas
Existe un conjunto común de rasgos en ambas cartas.

4.2.1. Primera Epí­stola

Va dirigida “a los que viven como extranjeros en la Dispersión: en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia” (1 Ptr. 1. 1). Se presenta el autor como “Pedro, apóstol de Jesucristo” (1 Ptr. 1. 1), “testigo de los sufrimientos de Cristo” (1 Ptr. 5. 1) y como escrito junto a “Silvano, hermano fiel” (1 Ptr. 5. 12).

El tono literario es excelente en un griego demasiado bien hecho para un pescador de Galilea. Alude a epí­stolas de San Pablo. Cita con precisión la tradición griega de los Setenta. Son razones que sugieren una mano diferente a la de Pedro el Apóstol.

Sí­ parece dirigida desde Roma. Bien pudo ser escrita por Silvano, compañero de san Pablo, o por otro en momentos en que Pedro estaba en Roma (64 o 65). Pero más seguro es que la redacción es posterior.

Hace referencia a la persecución que sufren los hermanos (4. 12-19 y 5.9), que pueden aludir a la de Nerón de estos años, pero también podrí­a referirse a la más cruenta y extensa decretada por Domiciano (81 a 96 d. C)

Está claramente dirigida a recientes convertidos para alentar en la fe y para fortalecer a los débiles, sobre todo pensando en la Resurrección de Jesús, “esperanza viva” (1 Ptr. 1. 3)

Se insta a los siervos a demostrar obediencia, imitando el ejemplo de Jesús (1 Ptr. 2. 18-25). Se exhorta a las desposadas con no cristianos a ser “sumisas a los maridos para que sean ganados no por las palabras sino por la conducta de sus mujeres” (1 Ptr. 3. 1).

Se presenta como modelo la muerte de “Cristo, que nos salva de los pecados” (1 Ptr. 3,18). Se advierte a quienes desobedezcan, a quienes hagan el mal, a quienes no amen al prójimo, que “el fin de todas las cosas está cercano” (1 Ptr. 4,7) y que “ha llegado el tiempo de comenzar el juicio por la casa de Dios” (1 Ptr. 4. 17).

4.2.2. La Segunda

Va dirigida a “los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo les ha cabido en suerte una fe tan preciosa como la nuestra” (2 Petr. 1. 1).

Afirma ser obra de “Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo” (2 Ptr. 1. 1), testigo de la Transfiguración de Cristo (2 Ptr. 1. 18), “hermano” de San Pablo” (2 Ptr. 3. 15) y autor de la carta anterior (2 Ptr. 3. 1).

Incorpora, casi copiando el texto, la Epí­stola de San Judas y demuestra que conoce algunas epí­stolas de San Pablo (2 Ptr. 3. 15-16) y de sus falsos intérpretes gnósticos.

Con seguridad no es materialmente de Pedro, sino que quiere clarificar ante los destinatarios la doctrina del Apóstol y apoyarse en su autoridad para persuadir en la fe y en la verdad.

Tiene tres partes diferentes:
– En la primera se recuerda a los lectores las promesas que Dios les hizo a través de Cristo. (Cap. 2)
– En la segunda se condena a los falsos predicadores. Recoge aquí­ textos paralelos, acaso literales, de Judas. (Cap. 3)
– En la tercera refuta a los que hablan “en son de burla” (2 Ptr. 3. 3) y se confirma la llegada del “dí­a de Dios” (2 Ptr. 3. 12).

En las tres partes, la fe es el centro de atención y se cuida de persuadir a sus destinatarios que trabajes para no peder el camino pues, “no se retrasa el Señor en el cumplimiento de la promesa no queriendo que algunos perezcan, sino que todos lleguen a la conversión” (2 Ptr. 3. 9).

4.3. Riqueza catequí­stica
Las Catequesis de Pedro, o atribuidas a él, que aparecen en los Hechos de los Apóstoles coinciden en lo sustancial con las reflejadas en las Epí­stolas, aunque los estilos son notablemente diferentes.

4.3.1. En los Hechos.

Se nota un estilo más directo y oratorio. Se quiere presentar el mensaje de Jesús. Es evidente la mano de Lucas.

Algunas hermosas son: – Discurso sobre Jesús. Hech 2- 14-36 – Sobre el Resucitado. Hech. 3.11-26 – Defensa y Sanedrí­n. Hech. 4. 8-22 – Anuncio a Cornelio. Hech. 10. 44-48
4.3.2. En las Epí­stolas.

Se ofrece el estilo de la consideración más reflexiva, más elaborada, más propiamente teológica, menos oratoria, como es natural.

Se pueden analizar estos modelos, en el contexto del pensamiento petrino: – Fidelidad y valor: 1 Ptr 1. 6 a 2. 9 – Vida cristiana: 1 Ptr. 2. 11 a 3. 6 – Nuevos profetas: 2 Ptr. 1. 12 a 3. 10

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa