EVANGELISTA

Act 21:8 entrando en casa de Felipe el e, que
Eph 4:11 otros, e; a otros, pastores y maestros
2Ti 4:5 haz obra de e, cumple tu ministerio


Evangelista (gr. euanguelistes). Literalmente, “anunciador de buenas noticias” (Act 21:8; Eph 4:11; 2 Tit 4:5). El don de la evangelización fue uno de los varios dones que Cristo dio a diversos miembros de su iglesia después de su ascensión (Eph 4:8,11). Este don, junto con los otros, fue concedido para que la iglesia pudiera cumplir cada fase de su tarea y ser perfeccionada en Cristo (vs 11-16). Felipe, el diácono, fue llamado evangelista (Act 21:8; cf 6:5). Pablo animó al joven Timoteo a hacer la obra de un evangelista (2 Tit 4:5). 424

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

(gr., euangelistes, el que anuncia buenas nuevas). Usado en un sentido general para cualquiera que proclama el evangelio de Jesucristo. A veces designa una clase particular de ministerio (Eph 4:11). El evangelista fundaba la iglesia; el pastor-maestro la edificaba en la fe. El evangelista iba de un lugar a otro predicando las buenas nuevas. Los apóstoles (Act 8:25; Act 14:7; 1Co 1:17) hací­an el trabajo de evangelista, así­ también como los obispos (2Ti 4:2-5). Felipe, uno de los siete diáconos (Act 6:5), también fue llamado el evangelista (Act 21:8).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Persona que se dedica a predicar el evangelio. A quien se le aplicó el término por primera vez fue a Felipe (Hch 21:8), que fue escogido para †œservir a las mesas† de los hermanos, pero desarrolló un ministerio de predicación, tanto frente a multitudes, como en Samaria (Hch 8:5-12) y de persona a persona, como en el caso del eunuco etí­ope (Hch 8:26-40). El e. es mencionado como un don que Dios da a la iglesia †œpara la edificación del cuerpo de Cristo†, al igual que los apóstoles, los profetas, los pastores y los maestros (Efe 4:11-12). Algunos están llamados a hacer esa obra, como fue el caso de †¢Timoteo, a quien Pablo anima (2Ti 4:5). La aplicación del término e. a los escritores de los cuatro evangelios no tiene origen bí­blico, sino que fue un desarrollo posterior.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

[912][442]

Es el creyente que libremente se dedica a anunciar el Evangelio a los hombres. Estrictamente será el que se entrega a un primer anuncio.

Pero en sentido más amplio, el nombre debe atribuirse a cuantos, de una manera inicial o en situación de más entrega o compromiso, se dedican a extender y consolidar el Evangelio.

El nombre se atribuye también a quien se inicia en el sacerdocio y recibe una de las ordenes menores, sacramentales, cuyo alcance ministerial se relaciona con el anuncio del Evangelio en la celebración eucarí­stica y ocasionalmente con su proclamación fuera de la comunidad.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

DicEc
 
El término “evangelista” (del griego euaggelion = “buena noticia”) ha sido el término aplicado tradicionalmente a los escritores de los cuatro evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Hacia finales del siglo II los evangelistas fueron asociados a los cuatro querubines de Ez 1,4-14 y las cuatro criaturas vivientes de Ap 4,6-8. En la iconografí­a el tetramorfo se encuentra desde el siglo V: un león, un buey, un águila y un hombre representando respectivamente a Marcos, Lucas, Juan y Mateo.

El término euaggelistés aparece tres veces en el Nuevo Testamento referido al portador de un oficio o carisma: Felipe (He 21,8; uno de los “siete”, 6,5?); Timoteo (2Tim 4,5), y alguien probablemente comprometido en la predicación del evangelio a los todaví­a no cristianos (Ef 4,11).

Christopher O´Donell – Salvador Pié-Ninot, Diccionario de Eclesiologí­a, San Pablo, Madrid 1987

Fuente: Diccionario de Eclesiología

DJN
 
Llamamos “evangelistas” a los autores de los evangelios. Nos referimos, por tanto, a los cuatro clásicos: Marcos, Mateo, Lucas y Juan. Cuando hablamos de los evangelistas pensamos en ellos. Y, en particular, los distinguimos citando al evangelista Marcos o al evangelio según san Marcos, y lo mismo hacemos con los otros. Además, les concedemos una importancia y un rasgo extraordinarios. Esta denominación habitual necesita hoy una revisión, teniendo en cuenta las consideraciones que hacemos a continuación:

* Resulta sorprendente el hecho de que el nombre como tal, “evangelista”, aparece en los evangelios, que son nuestro esencial punto de referencia. Si ampliamos nuestra consideración al resto del N. T. la situación mejora, aunque no mucho. Sólo en tres ocasiones aparece el término “evangelista”.

* La carta a los Efesios habla de los evangelistas a continuación de los apóstoles y profetas (Ef 4, 11). Dirigiéndose a Timoteo, se pone en boca de Pablo que “haga obra de evangelista” (2Tim 4, 5), es decir, que cumpla su ministerio manteniendo la fidelidad al evangelio, como exige Dios de sus colaboradores (‘oikonomoús, no evangelistas). Sólo en el libro de los Hechos es aplicado a Felipe (Hch 21, 8), sin duda por haber sido fundador de comunidades cristianas mediante su predicación, roturando campos nuevos como en Samarí­a y en la zona costera del Mediterráneo (Hch 8). ¡Con cuánta mayor razón podí­a haber sido llamado evangelista Pablo! Si no es llamado así­, probablemente obedezca a que él mismo preferí­a el tí­tulo de apóstol, al que ve subordinado el de evangelista.

* Ya en el mundo griego la palabra es rara. Entre ellos designaba al anunciador de oráculos. En el N. T. el evangelista no es anunciador de oráculos, sino anunciador de la Buena Noticia del Evangelio. Originariamente la palabra “evangelista” designaba más una actividad que un ministerio. Más aún, parece ser que la palabra era aplicada indistintamente a los apóstoles y a los evangelistas. No habí­a diferencia entre ellos. Todo apóstol era también evangelista. Sin embargo, no todos los evangelistas eran apóstoles. El “apóstol” tení­a que haber sido llamado por el Resucitado.

En los tres casos en que el término es utilizado en el N. T., el evangelista es nombrado después de los apóstoles. Ello es debido a la peculiaridad de “la llamada”. Los evangelistas son continuadores de la labor de los apóstoles. Además de misioneros son dirigentes de la comunidad. Así­ lo da a entender la segunda carta a Timoteo (2Tim 4, 2).

En cuanto al concepto, que se impuso muy pronto en la Iglesia, de considerar a los evangelistas como autores de los evangelios, la revisión a la que debe ser sometido, como apuntamos más arriba, obedece a que ninguno de los evangelios ha salido de una única pluma ni de una única vez. En los cuatro se detectan fácilmente vestigios de composición -distintas fases por las que pasaron antes de llegar al estado adulto en que hoy los poseemos- y un crecimiento progresivo que pone de manifiesto la maduración creciente de la fe cristiana y su confrontación con el entorno cultural en el que viví­an las comunidades cristianas. Los evangelistas son portavoces de la fe de dichas comunidades y, como tales, revisores y adaptadores de la misma frente a las nuevas circunstancias, favorables o adversas, que iban surgiendo. Los evangelios crecieron constantemente hasta el momento de su fijación definitiva por escrito. > evangelio; sinóptica c.; evangelizar.

F. Ramos

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

La palabra viene directamente del latín evangelista que deriva a su vez del griego euangelistēs, significando un portador del evangelio, es decir, uno que anuncia las buenas nuevas. Es la misma raíz de euangelion, que significa «evangelio» y euangelidsomai, que significa «proclamar las buenas nuevas». Aparece tres veces en el NT: (1) para referirse a Felipe el evangelista (Hch. 21:8), (2) evangelistas como dones a la iglesia (Ef. 4:11), (3) Timoteo, el pastor que fue llamado a hacer la obra de un evangelista (2 Ti. 4:5). Por lo tanto, en la iglesia primitiva, un evangelista era uno que llevaba las primeras nuevas del mensaje evangélico, pavimentando el camino para una obra más sistemática a cargo de los dirigentes instalados de una iglesia. Los evangelistas de hoy son viajeros itinerantes que van de lugar en lugar predicando con el punto de vista de ganar conversiones a la fe cristiana. No debe pasarse por alto sin embargo, la combinación existente entre el fervor evangelista y la fidelidad pastoral en la obra de la iglesia. Véase también Ministro.

En la iglesia antigua, los escritores de los cuatro evangelios también fueron llamados evangelistas. Puesto que esta costumbre comienza a surgir a fines del siglo segundo, poco después que los evangelios comenzaron a ser llamados por su nombre, es probable que el término evangelista, siendo de la misma raíz griega que evangelio, se pensara que era lo más apropiado como designación para los hombres que los compusieron.

  1. Carlton Booth

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (243). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología

La palabra que se traduce “evangelista” en el NT es un sustantivo tomado del verbo euangelizomai, ‘anunciar noticias’, y generalmente se traduce como “predicar el evangelio”. (El término neotestamentario se hace eco del heb. meḇaśśēr, meḇaśśereṯ, en Is. 40.9; 52.7.) El verbo es muy común en el NT, y se aplica a Dios (Gá. 3.8), a nuestro Señor (Lc. 20.1), a los miembros ordinarios de la iglesia (Hch. 8.4), como también a los apóstoles en sus viajes misioneros. El sustantivo “evangelista” aparece tres veces solamente en el NT. Pablo exhorta a Timoteo a hacer la obra de evangelista (2 Ti. 4.5); es decir, a hacer conocer los hechos del evangelio. Timoteo había acompañado al apóstol en sus viajes misioneros. Pero resulta claro (por los mandatos que le dio en las dos cartas que le dirigió) que su tarea, cuando el apóstol escribía, era mayormente local y pastoral. El que se le indique que debe hacer la obra de evangelista demuestra que el que era evangelista podía también ser pastor y maestro.

En Hch. 21.8 se describe a Felipe como “el evangelista”. Felipe había sido elegido como uno de los “siete” en Hch. 6, y después de la persecución de Esteban ocupó un lugar prominente en la predicación del evangelio en zonas no evangelizadas (p. ej. Hch. 8.5, 12, 35, 40). Si bien era evangelista, no fue incluido entre los apóstoles (Hch. 8.14). Se hace una distinción semejante entre Timoteo y los apóstoles en 2 Co. 1.1 y Col. 1.1. Se verá, entonces, que si bien los apóstoles eran evangelistas, no todos los evangelistas eran a apóstoles. Esta distinción se confirma en Ef. 4.11, donde la función de “evangelista” se menciona después de la de “apóstol” y “profeta”, y antes de la de “pastor” y “maestro”. De este pasaje resulta claro que el don de evangelista era un don distintivo dentro de la iglesia cristiana; y si bien todos los cristianos indudablemente cumplían esta sagrada tarea, en tanto que se les presentaba la oportunidad, había algunos que fueron preeminentemente llamados y capacitados por el Espíritu Santo para dicha tarea.

Más tarde en la historia de la iglesia el término “evangelista” se usó para hacer referencia al escritor de cada uno de los cuatro evangelios.

Bibliografía. U. Becker, “Evangelio”, °DTNT, 1985, t(t). II, pp. 147–153; F. C. Booth, “Evangelista”, °DT, 1985, pp. 221–222.

L. Coenen, NIDNTT 2, pp. 107–115.

D.B.K.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico