FIEBRE

Deu 28:22 te herirá de tisis, de f, de inflamación
Deu 32:24 devorados de f ardiente y de peste amarga
Mat 8:14; Mar 1:30; Luk 4:38 la suegra de Pedro en cama, con f
Joh 4:52 le dijeron: Ayer a las siete le dejó la f
Act 28:8 que el padre de Publio .. enfermo de f


Fiebre (heb. qaddajath, “fiebre”, “calentura”). Una de las maldiciones que habrí­an de caer sobre Israel si rechazaban el plan de Dios para sus vidas (Lev 26:16, “calentura” en RVR; Deu 28:22). En el NT “fiebre” es traducción (de los vocablos griegos que tienen como raí­z la palabra “fuego”. Varios de los milagros de sanidad de Cristo tuvieron que ver con la curación de fiebres (Mat 8:15; Mar 1:31; Luk 4:38; Joh 4:52; Act 28:8). Galeno y los médicos griegos clasificaban las fiebres como “mayores” y “menores”, lo que tal vez explica la mención de Lucas de una “gran fiebre” (Luk 4:38). 450 LAS FIESTAS Y LAS ESTACIONES DE LOS HEBREOS 451

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

Ver enfermedad.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

ver ENFERMEDADES

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

tip, MDIC

vet, Enfermedad, o género de enfermedades, caracterizada por la disminución de las secreciones, la elevación de la temperatura, de la sed, aumento del ritmo del pulso y otros sí­ntomas Este cuadro clí­nico recibe en hebreo el nombre de “kaddahath” “ardiente” (Lv. 26:16). Hay versiones que traducen este término como fiebre intermitente. En Dt. 28:22 el término fiebre va acompañado de los términos “inflamación” y “ardor” indicando todo ello sí­ntomas febriles. En griego fiebre se dice “puretos”, de “pur”, que significa fuego (Mt. 8:15; Lc. 4:38, Jn. 4:52; Hch. 28:8). Galeno y los médicos de la antigüedad distinguí­an entre las grandes y las pequeñas calenturas. Lucas hace esta distinción, la cual debe ser tenida en cuenta, por cuanto era médico.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Aumento patológico de la temperatura del cuerpo. Suele ser sí­ntoma de una infección bacteriana. Si bien una fiebre alta puede ocasionar pérdida de peso, lí­quido corporal y sales, e ir acompañada de dolor de cabeza y otras molestias, por lo general es parte del sistema defensivo del cuerpo contra los ataques infecciosos. No obstante, hay enfermedades cuya caracterí­stica principal es una fiebre alta, como la escarlatina, la fiebre amarilla y el dengue.
El paludismo es una de las enfermedades febriles más comunes en el Oriente Medio. Otra enfermedad febril es la disenterí­a, mencionada especí­ficamente en la Biblia. (Hch 28:8.) Se caracteriza por inflamación aguda del colon y ataques repetidos de diarrea, con evacuación de sangre y moco en las heces. En Leví­tico 26:16, la palabra hebrea qad·dá·jath se traduce †œfiebre ardiente†, mientras que en Mateo 8:14, el término griego py·rés·so significa †œtener fiebre† o, literalmente, †œarder de fiebre†.
Las estipulaciones de la Ley se dieron fundamentalmente para el provecho espiritual de Israel y para que se mantuviera separada de las naciones paganas; no obstante, un examen de sus regulaciones dietéticas y sanitarias pone de manifiesto que tuvo un efecto secundario provechoso al prevenir las causas y la propagación de muchas enfermedades, entre las que estaban algunas enfermedades febriles, por lo general infecciosas.
1) En la alimentación hebrea no era muy frecuente la carne, pero cuando una familia querí­a sacrificar un animal para comerlo, lo llevaba al santuario (a menos que —después de la entrada en la Tierra Prometida— viviese demasiado lejos). (Le 17:3-5; Dt 12:20-27.) Solo comí­an la carne después que el sacerdote ofrecí­a una parte ante el altar y recibí­a una porción. Algunos sacrificios de comunión se comí­an en el mismo dí­a. De otros no se podí­a disponer después del segundo dí­a; en ese caso, la carne sobrante tení­a que ser quemada. Tomando en cuenta el clima cálido de Palestina y la ausencia de medios de refrigeración, la observancia de estas estipulaciones protegí­a a los israelitas de enfermedades febriles que podí­an originarse de las toxinas que se producen a causa de la multiplicación de microorganismos en carnes no conservadas en frí­o. Entre dichas enfermedades se encuentran la salmonelosis (Salmonellas) y las ocasionadas por el Staphylococcus aureus. 2) Se cree que un factor que posiblemente contribuyó a la incidencia de enfermedades en cuya sintomatologí­a se hallaba presente la fiebre fue la ingestión de carne de animales prohibidos en la Ley, como el cerdo, la liebre, animales carroñeros, roedores, ciertos animales acuáticos y algunos peces. (Le 11:1-31.) 3) Las normas sanitarias sirvieron, además, para proteger los útiles de cocina y los depósitos de agua potable, que de otro modo hubiesen sido focos infecciosos de tifus y otras enfermedades febriles. (Le 11:32-38.) 4) Cualquier persona que tocase el cuerpo muerto de un animal o comiese de su carne tení­a que limpiarse ceremonialmente, con lo que se procuraba impedir la diseminación de organismos infecciosos. (Le 11:39, 40.) 5) Las leyes que estipulaban que toda persona debí­a enterrar sus heces y cubrir la sangre derramada con el polvo del suelo protegí­an a la nación de enfermedades febriles, como la hepatitis. (Le 17:13; Dt 23:12, 13.) 6) Las leyes morales contribuí­an a eliminar prácticamente las enfermedades venéreas, que afectan a diversos órganos del cuerpo y suelen comportar estados febriles. (Le 19:20, 22, 23.) 7) La estipulación de cuarentenas evitaba la diseminación de enfermedades infecciosas. (Le 13; Nú 19:11, 12, 16; 31:19.)
Jehová advirtió al pueblo de Israel que si transgredí­an sus mandamientos languidecerí­an de hambre —otra causa de enfermedades febriles— y padecerí­an tuberculosis, fiebre ardiente, inflamación y calor febril, así­ como diviesos, erupciones en la piel (enfermedades que también acusan fiebre) y ceguera. (Le 26:14-16; Dt 28:22, 27.) Todas estas enfermedades plagaron a Israel como consecuencia de su pertinaz rebeldí­a y violación de la ley divina. (Eze 4:16, 17; 33:10.)
Cuando Jesucristo estuvo en la Tierra, curó a muchas personas afligidas por fiebres. Uno de estos casos fue el de la suegra del apóstol Simón Pedro. (Mt 8:14, 15; Mr 1:29-31.) Como Lucas era médico, indica en esta ocasión el grado de la fiebre, clasificándola de †œfiebre alta†. (Lu 4:38.) En otra ocasión, Jesús sanó al hijo de un servidor del rey Herodes Agripa mientras se hallaba en Caná, aunque el muchacho —que tení­a fiebre— estaba en Capernaum, a unos 40 Km. de Caná. Como resultado de este milagro, el servidor y toda su casa se hicieron creyentes. (Jn 4:46-54.)
El apóstol Pablo también se valió del poder de hacer curaciones que Dios le habí­a dado —uno de los dones milagrosos que Jesucristo otorgó a determinados miembros de la congregación cristiana primitiva (1Co 12:7-9, 11, 30)—, para sanar al padre de un destacado terrateniente de la isla de Malta, cuyo nombre era Publio, que estaba con fiebre y disenterí­a. Enterados de este milagro, los malteses comenzaron a acudir a Pablo, quien curó a un buen número de ellos de sus dolencias. (Hch 28:7-9.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

A. NOMBRE puretos (puretov”, 4446), calor febril (de pur, fuego), de ahí­, fiebre. Se usa en Mat 8:15; Mc 1.31; Joh 4:52; Act 28:8; en Luk 4:38, con megas, gran; una fiebre elevada (v. 39). Lucas, como médico, usa la distinción médica por la cual los antiguos clasificaban las fiebres en mayores y menores.¶ En la LXX, Deu 28:22:¶ B. Verbo puresso (purevssw, 4445) significa estar con fiebre (relacionado con A), (Mat 8:14; Mc 1.30).¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento