INTERPRETACION (BIBLICA)

Los libros de la Biblia son libros antiguos reflejando un medio ambiente social y cultural diferente del nuestro. En este respecto necesitan ser explicados al lector moderno al igual que otros libros antiguos.

  1. Principios generales. Cada documento bíblico y cada parte de un documento bíblico debe estudiarse en su contexto—tanto su contexto literario inmediato como la situación más extensa en la cual aparece. Esto requiere un entendimiento de:

(a) La estructura y los modismos de los idiomas bíblicos.

(b) El tipo de literatura representada. ¿Es prosa o poesía, historia o alegoría, es literal o símbolo? Algunos géneros literarios de la Biblia tienen rasgos peculiares (p. ej., el apocalíptico) que requieren reglas especiales de interpretación.

(c) El trasfondo histórico. Para entender los escritos bíblicos necesitamos tener una idea de la historia como la que tuvieron los escritores de esos escritos. El trasfondo histórico del relato bíblico es toda la dimensión de la civilización del Cercano Oriente desde el temprano cuarto milenio a.C. hasta ca. el año 100 d.C. Los cambios dentro de estos períodos eran a veces tan arrasadores que no entenderemos el relato bíblico si lo relacionamos con el período equivocado. Si entendemos esto, estaremos salvaguardados de, p. ej., juzgar acciones de la última parte de la era del bronce por los principios éticos del NT. Otra vez, el libro de Jeremías podría conceder algún provecho devocional aun cuando uno ignore los movimientos revolucionarios que se llevaron a cabo durante el ministerio de Jeremías; pero nadie podrá exponer el libro sin evaluar dichos movimientos y la relación que tenían con el mensaje del profeta.

(d) Las condiciones geográficas. La influencia que ejerce el terreno y el clima en la manera de pensar y en los patrones de conducta de la gente es de suma importancia. Los conflictos religiosos del tiempo del AT no podrán entenderse aparte de algún entendimiento de la geografía de Palestina. El culto a Baal era una consecuencia del hecho de que Palestina dependía para su fertilidad de la lluvia regular (cf. Dt. 11:10ss.; Os. 2:8; Jer. 14:22). Para los cananeos, Baal era el dios de la lluvia que fertilizaba la tierra, y el culto a Baal era un rito mágico designado a hacer caer la lluvia y hacer que el grano crezca. Realmente, mucho del lenguaje de la Biblia, sea literal como metafórico, tiene tanta referencia directa a las condiciones geográficas, que para entender su lenguaje es indispensable una apreciación de estas condiciones (cf. James M. Houston, «The Geographical Background in OT Exegesis», JTVI 86, 1954, pp. 62ss.).

(e) El ambiente en el que se vivía. ¿Qué clase de gente era la que encontramos en la Biblia? Es una difícil empresa tratar de ponerse bajo la piel de ellos y poder ver la vida a través de sus ojos, pero esto es necesario si es que vamos a llegar a entender sus acciones y palabras, sus amores y sus odios, sus motivos y aspiraciones. En esto el libro de Ludwig Koehler, Hebrew Man (London, 1956) puede ser muy iluminador; cf. también Eric W. Heaton, Everyday Life in Old Testament Times (London, 1956); C. Bouquet, Everyday Life in the NT Times (London, 1953).

  1. Principios especiales. La interpretación bíblica requiere no sólo de la interpretación de los documentos por separado sino su interpretación como parte de la Biblia; envuelve además la interpretación de la Biblia como tal, y esto implica una evaluación de la Biblia. La Biblia, el libro sagrado de la iglesia cristiana, es un registro de la autorevelación de Dios a los hombres y la respuesta de los hombres a esa revelación; contiene «todas las cosas necesarias para la salvación» y nos suple con una confiable «regla de fe y conducta». De manera que, esperamos encontrar tal unanimidad en la Biblia que cada parte puede ser interpretada a la luz del total.

Esta era la posición que la interpretación judía tradicional del AT aceptaba, en la que los Profetas y los Escritos eran considerados largamente como comentarios de la Torah. Junto al significado de la superficie del texto (pәšāṭâʾ) estaba la aplicación más extensa (dәrāšâʾ) que a veces era más bien absurda.

El NT considera los «oráculos» del AT como una unidad, que enseña el camino de salvación y que le entrega al creyente todo lo que necesita para el servicio de Dios (2 Ti. 3:15ss.). La base de esta unidad está en que los hombres que «hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo», todos dieron testimonio de Cristo. La interpretación cristiana más antigua de la Biblia relaciona el AT con el NT como promesa y cumplimiento. La promesa se encuentra en las historias que conducen hasta Cristo como también en las profecías que predicen su venida; el cumplimiento se encuentra en Cristo. El escritor de Hebreos contrasta «las muchas veces y las muchas maneras» en las que Dios habló en otro tiempo a los padres por los profetas con su revelación perfecta y final en Cristo (Heb. 1:1ss.). Pablo traza el origen de la forma como Dios ha tratado con los hombres a través de las etapas sucesivas asociadas con Adán, Abraham, Moisés y Cristo: Este concepto de la revelación divina como histórica y progresiva es fundamental; retrocede hasta la penetración creativa de Cristo mismo, en la que se combinan «un profundo entendimiento de la enseñanza esencial de las escrituras hebreas y un juicio seguro de su propia situación contemporánea (T.W. Manson, «The Old Testament in the Teaching of Jesus», BJRL 34, 1951–2, 332).

La interpretación bíblica en la era posapostólica estuvo influenciada por una teoría griega de la inspiración que tiene como su resultado la exégesis alegórica. Si un poeta como Homero era inspirado, entonces lo que él podía decir acerca de los dioses podría ser aceptable a los paganos intelectuales de esos días sólo si se trataba como una presentación alegórica velada de las verdades percibidas de otra forma por el razonamiento filosófico. Esta actitud influyó la interpretación del AT del judío Filón de Alejandría, y subsecuentemente la interpretación bíblica de los cristianos alejandrinos Clemente y Orígenes. Según ellos muchas de las cosas de la Biblia que, si se entendían literalmente, parecían intelectualmente increíbles o moralmente censurables podían hacerse inteligibles y aceptables con sólo alegorizarlas. Por alegorizar se pretendía llegar a la intención del Espíritu que había controlado a los escritores. Pero esta forma de abordar la Escritura realmente violaba la intención original de las Escrituras y casi arrasaba con el carácter histórico de la revelación bíblica. En oposición a la escuela de Alejandría (véase) estaba la de Antioquía (véase), la cual, aunque no rechazó del todo la alegorización, puso mucha más atención al sentido histórico del texto.

La distinción entre el sentido literal y el sentido «más elevado» de la Escritura dio como resultado la doctrina medieval del sentido cuádruple—(a) un sentido literal, que se refiere a las cosas hechas y dichas en el relato bíblico, (b) el sentido alegórico, que deduce doctrinas de la narración, (c) el sentido moral, que extrae leciones para la vida y la conducta, (d) el sentido analógico, que derivaba significados celestiales de hechos terrenales. Agua podía significar, entonces, (a) agua literal, (b) bautismo, (c) pureza moral (d) vida eterna en la Jerusalén celestial.

No obstante, se realizó un buen trabajo en la interpretación literal del texto al principio de la Edad Media, notable en la escuela de San Víctor en Francia en el siglo doce.

El efecto general de la Reforma sobre la interpretación bíblica fue enfatizar la primacía del sentido literal, tal como lo determina la exégesis gramático-histórica.

Pero la exégesis gramático-histórica no es suficiente para la interpretación de los documentos bíblicos en relación a su lugar en el canon. La exégesis teológica también es necesaria aun cuando no pueda superar los logros gramático-históricos. Otra vez, el lugar de la Biblia en la vida de la iglesia le ha añadido una riqueza de significado fresco y práctico que el intérprete no puede ignorar (cf., p. ej., Rowland Prothero, The Psalms in Human Life, London, 1903). Pero si esta aplicación experimental de cualquier parte de la Escritura va a tener validez general, deberá entonces llevar una relación significativa al verdadero sentido.

Una forma de alegorización es la interpretación tipológica, la que envuelve la reconstrucción de correspondencias entre el AT y el NT de tal manera que se encuentre el significado esencial de un pasaje del AT en su contraparte del NT. Los escritores del NT acuden, en su mayor parte, a la tipología (véase) para ilustrar puntos ya establecidos por medios más directos (cf. como Pablo considera a Adán como «tipo» de Cristo en Ro. 5:12ss.). La más útil y permisible interpretación tipológica es aquella que viendo la Biblia como el relato de los actos salvadores de Dios, discierne en dicho relato un continuo ritmo. Por ejemplo, la liberación de Israel de Egipto se considera como prefigurando la obra redentiva de Cristo, y la conducta del pueblo redimido en tiempos pasados constituye una lección solemne para el pueblo redimido de tiempos posteriores (cf. 1 Co. 5:7; 10:1ss.). Pero cuando uno considera los extremos hasta donde los intérpretes cristianos han llevado su alegorización, uno se admira de la moderación de los escritores del NT.

El uso que nuestro Señor hizo del AT puede servirnos como nuestra norma y modelo en la interpretación bíblica; y los cristianos pueden también recordar que una parte de la presente labor del Espíritu es abrirles las Escrituras así como Cristo lo hizo con sus discípulos en el camino a Emaús.

Véase también Exégesis

BIBLIOGRAFÍA

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Frederick Fyvie Bruce

JTVI Journal of the Transactions of the Victoria Institute

BJRL Bulletin of the John Rylands Library

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (326). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología