ISAAC

Gen 21:1-35:29


Isaac (heb. Yitsjâq, “él rí­e” o “risa”; gr. Isaák). Hijo de Abrahán, de acuerdo con la promesa (Gen 21:1-3; Gá. 4:28). El nombre Isaac refleja el gozo de los padres cuando nació (Gen 21:6, 7). Tanto Abrahán como Sara se rieron mientras se hací­an preguntas y mostraban cierta incredulidad ante la promesa de que Sara tendrí­a un hijo (17:17-19; 18:9-15); pero rieron con gozo cuando se cumplió (21:3, 6). Desde la entrada de Abrahán en Palestina, 25 años antes del nacimiento de Isaac, Dios le habí­a prometido en varias ocasiones un hijo y heredero (12:2, 4; 13:15, 16; 15:4, 5, 13, 18; 17:2-7; 18:10); hasta le especificó el nombre y el tiempo en que nacerí­a (17:16-21). Sin hijos a edad avanzada, y sin comprender completamente el propósito divino, Abrahán habí­a propuesto una vez adoptar a Eliezer, su siervo, como hijo y heredero, pero Dios le dijo que un hijo propio lo habrí­a de heredar (15:1- 6). Poco después de esto Abrahán tomó a Agar, la criada de Sara, quien le dio un hijo, Ismael, cuando ya habí­a estado en Canaán por 11 años (16:1-5, 15, 16). Cuando, 13 años más tarde, Dios le anunció el inminente nacimiento de Isaac (17:1-8, 15-17), Abrahán intercedió en favor de Ismael a quien amaba entrañablemente y a quien habí­a considerado como su hijo y heredero (vs 18, 19). Un año más tarde nació lsaac, siendo Abrahán de 100 años y Sara de 90 (17:17; cf v 1; 21:5). Isaac fue circuncidado al 8o dí­a (21:4) en reconocimiento de la promesa del pacto (17:2-17). Por causa de las fricciones y los celos, Hagar e Ismael fueron expulsados del grupo familiar cuando Isaac fue destetado (21:9-14). Siendo ya Isaac un joven, Dios sometió a Abrahán a la prueba suprema de su fe al ordenarle ofrecer a su hijo como holocausto (22:1-14). Abrahán obedeció por fe creyendo que Dios podrí­a resucitar a Isaac de los muertos (Heb 11:17-19), pero a último momento su mano fue detenida por una voz del cielo. Esta prueba demostró su completa sumisión a Dios y su dependencia de él. Tres años después de la muerte de Sara (Gen 23:1; cf 17:17), cuando Isaac tení­a 40 años de edad (24:1-20; 25:20), Abrahán hizo arreglos para conseguir una esposa para él de entre sus parientes en la región de Harán. El anciano patriarca temí­a que el casamiento con las cananeas idólatras pervirtiera la fe de Isaac y destruyese el propósito divino (cp 24). Rebeca cumplió el deseo paterno. Isaac, que siguió viviendo en las tierras del sur donde habí­a nacido (24:62; cf 20:1), habrí­a tenido una disposición contemplativo y retraí­da, y habrí­a sido afectuoso e indulgente (24:63, 67; 25:28; 27:1-5, 30 40). Con la venida de una sequí­a y el hambre consiguiente, 583 mudó su campamento unos 80 km hacia el norte, hacia Gerar, en la fértil llanura al sur de Gaza (26:1, 6). Allí­ Dios se le apareció y renovó el pacto que habí­a hecho con Abrahán (vs 2-5). Mientras estuvo en Gerar se indispuso con Abimelec, un jefe filisteo, por haber pretendido que Rebeca era su hermana y no su esposa (vs 6-16). Próspero y jefe de una gran familia, Isaac tení­a numerosos rebaños de ovejas y ganado (26:13-16; cf 28:6). Como resultado de la competencia por la cantidad limitada de agua disponible en la región, Isaac cavó 2 pozos sólo para entregarlos sin discusión cuando su derecho a ellos fue desafiado (26:23, 26-33; cf 28:10), y allí­ Dios le renovó otra vez la promesa del pacto (26:24, 25). Veinte años después de casarse, Rebeca dio a luz los mellizos Esaú y Jacob (Gen 25:25, 26; cf v 20). Dios reveló que Jacob serí­a el más importante (v 23), pero lsaac favorecí­a a Esaú (v 28) y, en su ancianidad, se preparó para otorgarle la primogenitura (27:1-5). Aprovechándose de su avanzada edad y sus sentidos limitados, Rebeca hizo planes con Jacob de engañar a su padre para asegurarle la primogenitura (vs 6-29). La estratagema tuvo éxito, pero Jacob, para evitar la venganza de Esaú, tuvo que huir a Harán, donde peregrinó por unos 20 años (27:46-28:5). Isaac murió a la edad avanzada de 180 años, y sus 2 hijos, Esaú y Jacob, lo enterraron en Mamre, cerca de Hebrón, en la sepultura familiar (35:27-29; 49:30, 31).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

él se rí­e, forma abreviada de yis- jaq-El, Dios ha sonreí­do, se ha mostrado propicio. Segundo hijo de Abraham con su mujer Sara. I. es el segundo patriarca, padre Esaú y Jacob. Cuando Yahvéh se le apareció a Abraham, siendo éste de noventa y nueve años, le dijo que harí­a alianza con él, le hizo la promesa de darle la tierra de Canaán y que lo harí­a fecundo, padre de muchedumbres, y por eso le cambió el nombre de Abram por el de Abraham. Le anunció que Sara, su mujer, le darí­a un hijo, al que debí­a llamar I., por lo que el patriarca se rio, pues Sara contaba con noventa años de edad. Abraham habí­a tenido un hijo, Ismael, con la esclava egipcia de Sara, Agar, por donde Yahvéh también le anunció una gran descendencia, que fueron las tribus nómadas del norte de Arabia; sin embargo, le dijo que la Alianza la establecerí­a con el hijo que le nacerí­a, Isaac, Gn 17. En la teofaní­a de Mambré, Sara también rí­e cuando Yahvéh le dice que será madre a una edad tan avanzada, y el Señor le dice: ¿Hay algo difí­cil para Yahvéh?, Gn 18. Las risas de Abraham y de Sara son alusiones al nombre I., tal como se explicó al comienzo su significado. Sara dio a luz a I., en el tiempo dicho por Dios, en Guerar o Berseba, y la madre dijo, aludiendo otra vez al nombre de su hijo: †œDios me ha dado de qué reí­r; todo el que lo oiga reirá conmigo†. Abraham, entonces, circuncidó a su hijo a los ocho dí­as de nacido, tal como se lo mandó Yahvéh, como señal de la Alianza para toda su descendencia, Gn 21, 1-7. Posteriormente, Dios probó la fidelidad de Abraham, le pidió que fuera al paí­s de Moria y le ofreciera en holocausto a su hijo I. Abraham preparó todo lo necesario para el sacrificio, aparejó un asno y partió hacia el lugar señalado con I. y dos mozos. Al tercer dí­a de camino, el patriarca divisó el sitio, dejó a los mozos, cargó la leña sobre su hijo y Abraham llevó el fuego y el cuchillo.

Isaac preguntó a su padre por la ví­ctima para el sacrificio puesto que lo demás estaba dispuesto. Abraham contestó: †œDios proveerá el cordero para el sacrificio†. Abraham levantó el altar, dispuso la leña, ató a su hijo y lo puso sobre el ara. Cuando se disponí­a a sacrificar a I., el íngel de Yahvéh lo detuvo y le dijo: ahora ya ´se que eres temeroso de Dios, ya que no me has negado tu hijo, tu único†. El patriarca alzó los ojos y vio un carnero enredado entre las zarzas, lo tomó y ofreció el holocausto, y llamó aquel lugar †œYahvéh provee†. Tras esta muestra de fe inquebrantable, Yahvéh le renovó las promesas, Gn 22, 1-19. Los Padres ven en este episodio prefigurada la pasión de Cristo.

Siendo Abraham muy viejo llamó a su criado más antiguo, su mayordomo, tal vez Eliezer, le tomó juramento y lo envió solo, sin I., a la patria del patriarca, a Aram Naharáyim, en la alta Mesopotamia, a casa de los parientes de Abraham en Jarán. a buscar mujer para I., para que no fuera de las hijas de los cananeos, en medio de los cuales viví­a. El mayordomo encontró a Rebeca, hija de Betuel, el arameo de Paddán Aram, Gn 25, 20, y la llevó como mujer para I., quien, a la edad de cuarenta años, la tomó como su mujer, Gn 24. Rebeca era mujer estéril, por lo que a los veinte años de vivir con I., éste pidió a Yahvéh que le concediera un hijo. Rebeca concibió dos hijos que se entrechocaban en su seno, por lo que consultó a Yahvéh, quien le dijo: †œDos pueblos hay en tu vientre, dos naciones que, al salir de tus entrañas, se dividirán. La una oprimirá a la otra; el mayor servirá al pequeño†. Rebeca dio a luz, el primero en salir fue Esaú, el segundo Jacob. El primogénito es el padre de los edomitas, y de Jacob descienden los israelitas; estos dos pueblos hermanos mantuvieron permanentes conflictos. Esaú fue cazador y el preferido de su padre, mientras Jacob, hombre casero, lo era de su madre Rebeca. Gn 25, 19-27.

I. a raí­z del hambre que se presentó en su paí­s, se fue a vivir a Guerar, donde Abimélek, rey de los filisteos. Allí­ se le apareció Yahvéh y le dijo que no fuera a Egipto, que se quedara en Guerar y le renovó las promesas hechas a su padre Abraham. En esta tierra I. prosperó, de donde se fue a Berseba, donde de nuevo Yahvéh le renovó las promesas.

Siendo ya de edad avanzada y habiendo perdido la visión I. llamó a su primogénito Esaú y le pidió que cazara algo para él y le preparara un guiso, a fin de bendecirlo antes de morir. Habiendo oí­do Rebeca la conversación, preparó un guiso, le puso las mejores galas de Esaú a Jacob y le cubrió las partes lampiñas con piel de cabrito, pues el hijo mayor era muy velludo, y así­ Jacob engaño a I., se le adelantó a su hermano y obtuvo la bendición de su padre Gn 27, 1-45; en este episodio se ve la libre elección de Dios, que prefiere e Jacob, a quien renueva las promesas y de quien descenderá el pueblo de Israel. I. prohibió a Jacob que se casara con mujer cananea y lo envió a Paddán Aram, donde sus parientes, a casa de Betuel, padre de Rebeca, para que buscara mujer entre la hijas de Labán, hermano de Rebeca, Gn 28, 1-2. I. murió de ciento ochenta años de edad, en Mambré o Quiryat Arbá, la misma Hebrón, Gn 35, 27-29, y fue enterrado en la cueva de Makpelá, que habí­a comprado Abraham a los hijos de Het, Gn 49, 30.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(heb., yitshak, gr. Isaak, uno se rí­e). El único hijo de Abraham por intermedio de Sara, y el segundo de los tres patriarcas heb. Nació en la región del sur, probablemente en Beerseba (Gen 21:14, Gen 21:31), cuando Abraham tení­a 100 años de edad y Sara 90 (Gen 17:17; Gen 21:5). Recibió el nombre de Isaac porque tan-to Abraham como Sara se habí­an reí­do incrédulamente ante la idea de tener un hijo a una edad tan avanzada (Gen 17:17-19; Gen 18:9-15; Gen 21:6). Su nacimiento debe considerarse como un milagro. La promesa se cumplió 25 años después de que Dios prometiera un hijo a Abraham y a Sara. Por eso, y justamente, a Isaac se le conoce como el hijo de la pro-mesa. Fue circuncidado cuando apenas tení­a ocho dí­as de nacido (Gen 21:4). Temiendo futuros celos y rivalidad entre los dos mu-chachos, cuando observó que Ismael se burlaba de Isaac, Sara trató de persuadir a Abraham que despidiera a Agar y a Ismael. Abraham no querí­a hacer esto porque amaba al muchacho, pero lo hizo sólo cuando recibió una instrucción explí­cita de Dios, quien le dijo que su simiente serí­a reconocida a través de Isaac, pero que también harí­a una nación de Ismael (Gen 21:9-13).

Dios le ordenó a Abraham que sacrificara a Isaac en una montaña en la tierra de Moriah (Génesis 22). La sumisión y obediencia de Isaac para con su padre, sin cuestionar nada, sobresalen extraordinariamente tanto como la fe de su padre. Atado sobre el altar y a punto de morir, se salvó cuando un ángel del Señor se interpuso y lo sustituyó con un carnero, el cual fue ofrecido en su lugar.

Sara murió en Hebrón cuando Isaac tení­a 36 años de edad (Gen 23:1).

A la edad de 40 años Isaac se casó con Rebeca, una familiar suya de la Mesopotamia (cap. 24); pero no tení­an hijos hasta que, en respuesta a su oración, tuvieron gemelos: Esaú y Jacob. Es-tos hijos les nacieron cuando Isaac tení­a 60 años de edad (Gen 25:20, Gen 25:26). Durante un tiempo de hambre, Dios le previno que no fuera a Egipto, como él lo estaba pensando hacer, sino que permaneciera en la Tierra Pro-metida; y Dios le prometió estar con él.

Isaac se fue a la ciudad filistea de Gerar, y ahí­, temiendo por su vida, hizo pasar a su es-posa como hermana suya, tal como Abraham lo habí­a hecho con Sara.

Abimelec con mucha razón lo reprendió por su mentira (Gen 26:10); pero después, a causa de algunos problemas sobre unos pozos, los dos hombres formalmente establecieron un pacto (Gen 26:26-31).

El último evento prominente en la vida de Isaac es la bendición sobre sus hijos (Génesis 27). El deseaba otorgarle su última bendición a su hijo mayor, pero por intermedio de la astucia y el engaño de Rebeca, Jacob, el hijo menor, suplantó a su hermano y de esta manera se le concedió la bendición del primogénito. A Isaac se le menciona sólo una vez más, 20 años más tarde, cuando Jacob regresó de su estadí­a en la Mesopotamia, después de haberse casado con las hijas de Labán. Isaac murió a la edad de 180 años, y sus dos hijos (Esaú y Jacob) lo sepultaron (Gen 35:27-29).

El Nt hace referencia al sacrificio que Abraham iba a realizar con Isaac (Heb 11:17-18; Jam 2:21). Isaac está puesto en con-traste con Ismael como el hijo de la pro-mesa (Rom 9:7, Rom 9:10; Gal 4:28; Heb 11:18). Isaac, aun cuando está muerto en términos humanos, todaví­a vive para Dios (Luk 20:37) y en el futuro estará presente en el reino celestial (Mat 8:11).

De los tres patriarcas, Isaac es el menos conspicuo, el que menos viajó, el que tuvo menos aventuras extraordinarias, pero él vivió más que los otros. El estuvo libre de pasiones violentas; callado, gentil, obediente; un hombre pensativo y sufriente más que de acción. Su nombre siempre está en igual grado de honor que el de Abraham y Jacob.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(risa).

Único hijo de Abraham con Sara, Ge,17:19.

– Casi fue sacrificado por su padre, Ge.22.

– Se casó con una esposa estéril, como su padre, con Rebeca, de la que tuvo 2 hijos por la gracia de Dios: Esaú y Jacob.

En el Nuevo Testamento.

– Es el hijo de la promesa, Gal 4:28.

– Un héroe de la fe, Heb 11:20.

– Nuestro padre, Rom 11:10.

– Figura de Cristo, Gal 3:16, Heb 11:19
– Fue esperado largo tiempo.

– Nace por un milagro, Ge.18, Lc.l.

– Motivo de gran alegrí­a, Ge.21, Lc.2
– Hijo único del padre, Gen 22:2, Jn.316.

– Carga lena para el sacrificio, Jesús cargó su cruz, Ge.22, Jua 19:17.

– Se dispone a ser ví­ctima, Gen 22:78, Fi12Cr 2:8.

– Dios pondrá el cordero, Gen 22:8, Jesus es el Cordero, Jua 1:29.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

(Risa). Hijo de Abraham y Sara. Tanto Abraham como Sara se rieron cuando oyeron la promesa de que tendrí­an un hijo en su vejez, lo cual motivó el nombre del niño (Gen 17:17-19; Gen 18:12). Isaac representa el cumplimiento de la promesa de Dios. Nació cuando su padre tení­a cien años y su madre noventa y uno (Gen 21:5). Ante los problemas que podrí­an levantarse con la existencia de un hermano mayor, †¢Ismael, Sara pidió que éste fuera alejado, lo cual Dios permitió, dando promesas también para Ismael (Gen 21:8-13). Tras reiterarle varias veces que en I. le serí­a levantada descendencia, Dios probó a Abraham pidiéndole que lo ofreciera en holocausto. Cuando éste mostró su obediencia y fe absoluta, un ángel le mostró un carnero que fue sacrificado en lugar de I. (Gn. 22). Siendo Abraham †œya viejo y bien avanzado en años†, ordenó a un siervo que fuera a su tierra de origen en Mesopotamia a buscar esposa para I., lo cual éste logró al traer a Rebeca, a quien I. †œtrajo … a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó† (Gen 24:67), cuando tení­a cuarenta años (Gen 25:20). †œAbraham dio todo cuanto tení­a a I.† (Gen 25:5) †œDios bendijo a I.† (Gen 25:11).

I. tení­a sesenta años cuando nacieron Esaú y Jacob (Gen 25:26). Dios se apareció a I. y le dijo que no descendiera a Egipto, sino que morara como extranjero en la tierra de Canaán (Gen 26:1-15). Cuando habitaba en †¢Gerar, I. dijo que Rebeca era su hermana, pero †¢Abimelec le sorprendió acariciando a Rebeca, por lo cual le amonestó (Gen 26:7-11). I. comenzó actividades agrí­colas allí­ (Gen 26:12), lo cual señala que su vida fue seminómada. La búsqueda de agua y apertura de pozos fue una de las actividades que le distinguieron, reacondicionando los pozos que habí­a abierto su padre, los cuales los filisteos habí­an llenado de tierra (Gen 26:15-22, Gen 26:32). Dios se le apareció de nuevo en †¢Beerseba, y le bendijo (Gen 26:23-25). Abimelec, vino desde Gerar e hizo pacto con él (Gen 26:26-31).
por su madre, Jacob engañó a I., cuando éste era ya muy anciano, y se quedó con la bendición que correspondí­a al primogénito (Gen 27:1-30), pero I. bendijo también a Esaú (Gen 27:32-40) y luego envió a Jacob a †¢Padan-aram, con órdenes de casarse allí­ (Gen 28:1-2). I. pasó sus últimos dí­as en Hebrón, donde murió (Gen 35:27-29). Dios se describió a sí­ mismo como †œel Dios de I.† (Gen 28:13). El Señor Jesús, ante la fe del centurión, dijo que †œvendrán muchos del oriente y del occidente y se sentarán con Abraham e I. y Jacob en el reino de los cielos† (Mat 8:11).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG TIPO HOMB HOAT

ver, NUZU

vet, = “risa”. El hijo de Abraham y Sara nacido probablemente en Beerseba (Gn. 21:14, 31) cuando su padre tení­a 100 años y su madre algo más de 90 (Gn. 17:17; 21:5). Cuando Dios dio la promesa de que Sara tendrí­a un hijo, Abraham, incapaz de creerlo, se puso a reí­r (Gn. 17:17- 19). Más tarde, al oí­r la misma promesa dada por un extraño que se habí­a detenido en sus reales, Sara se rió también de incredulidad (Gn. 18:9-15). Después del nacimiento del niño, reconoció gozosa que Dios le habí­a dado motivos para reí­r, tanto a ella como a sus amigas, pero con risa de alegrí­a (Gn. 21:6). Como recuerdo de estos acontecimientos, Abraham lo llamó Isaac, “él rí­e” (Gn. 21:3). Fue circuncidado al octavo dí­a (Gn. 21:4). Isaac, el hijo de la promesa y heredero legí­timo, gozaba de mayores privilegios que Ismael, hijo de Abraham y de la esclava (Gn. 17:19-21; 21:12; 25:5, 6). Dios sometió a Abraham a prueba respecto a Isaac, ordenándole que lo ofreciera en holocausto (Gn. 22:6). Según Josefo, Isaac tení­a entonces 25 años. Isaac no se resistió, por respeto a su padre y a Dios. El ángel del Señor intervino, impidiendo el sacrificio en el momento en que iba a ser llevado a cabo, y Abraham halló allí­ un carnero, que ofreció en lugar del joven. Son varias las lecciones que se desprenden de este hecho. En primer lugar, Dios no consintió la consumación de un sacrificio humano. Los cananeos y otras naciones idolátricas los llevaban a cabo, pero Dios manifiesta su horror ante tales prácticas, y las condena severamente (cfr. Lv. 18:21; 20:2; Dt. 12:31). Pero hay también otras dos lecciones que se pueden ver en este pasaje. En primer lugar, la prueba de la fe de Abraham. Dios habí­a prometido a Abraham una numerosa posteridad que le vendrí­a por Isaac; por otra parte, su hijo debí­a ser ofrecido en holocausto. La sencilla conclusión de Abraham fue que su hijo resucitarí­a (cfr. He. 11:17-19). Pero, lo más importante, es que Isaac es un tipo de la Cruz. El hijo único, amado, tanto tiempo prometido y esperado, es ofrecido en Moria (cerca del Calvario, Gn. 22:2; 2 Cr. 3:1). El, consciente libremente de su muerte, lleva la madera del suplicio, se dirige hacia el suplicio con su padre, que extiende la mano él mismo para darle muerte (Is. 53:4, 6, 10). Isaac, salvado por la ofrenda cruenta de un sustituto (el carnero), es devuelto a Abraham por una resurrección “en sentido figurado” (He. 11:19). Jesucristo cumplió totalmente este tipo, muriendo verdaderamente como nuestro sustituto, sufriendo el castigo de Dios, siendo restituido al Padre mediante una verdadera resurrección. Isaac habitaba en el Neguev (Gn. 24:62), y era amante de la soledad. Sufrió hondamente la muerte de su madre (Gn. 24:63, 67). Se casó a los 40 años, pero no fue hasta los 60 que tuvo hijos de su mujer Rebeca (Gn. 25:20, 26). El relato de la expedición del mayordomo de Abraham, comisionado por éste para que consiguiera una esposa para Isaac (Gn. 24), es una de las más bellas páginas de las Escrituras. Constituye un tipo del Padre enviando al Espí­ritu Santo a buscar Esposa (la Iglesia) para el Hijo (cfr. L. S. Chafer: Teologí­a Sistemática, “Eclesiologí­a”, tomo II, PP. 143-146). Además, arroja mucha luz sobre las costumbres de aquellos tiempos, y está lleno de colorido y vivacidad. La debilidad de Isaac hacia Esaú, sabiendo que Jacob habí­a sido elegido por Dios para heredar la bendición (Gn. 25:21-26), le acarreó una gran tristeza: verse privado durante muchos años de la presencia de su hijo Jacob, y conocer el odio tomado por Esaú hacia su hermano. Por orden de Dios, Isaac no descendió a Egipto en una época de hambre (Gn. 26:1). Tuvo conflictos con los filisteos, que moraban en Gerar (Gn. 26:6-30) en su búsqueda de pozos para sus ganados. Después del retorno de Jacob, ya reconciliado con Esaú, pudo ver a su hijo y su descendencia, cuando habitaba en Arba (Hebrón). Allí­ murió a los 180 años de edad, siendo sepultado por sus hijos (Gn. 35:27-29). El NT alude a Isaac, el hijo de la promesa (Gá. 4:22, 23), declarando que él manifestó su fe durante su vida de nómada, morando en su tienda, y bendiciendo a Jacob y a Esaú “respecto a cosas venideras” (He. 11:9, 20). Las cartas de Nuzu, descubiertas en un lugar cercano a la moderna Kirkuk entre 1925 y 1941, no solamente ilustran la vida y las costumbres de los patriarcas, sino que dan ejemplos semejantes al nacimiento de Ismael (Gn. 16:1-6). El código matrimonial de Nuzu estipulaba que una mujer estéril debí­a dar a su marido una esclava como concubina. Si esta esclava tení­a un hijo, éste no podí­a ser despedido. Esto explica la mala disposición de Abraham a despedir a Ismael cuando Sara se lo pidió. Esta demanda era contraria a la costumbre; y Abraham no cedió más que ante la intervención de Dios, con su promesa formal igualmente dada a Ismael (Gn. 21:9-13). (Véase NUZU.)

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[011]

Hijo de Abraham, según la promesa y a pesar de la desconfianza de la anciana Sara (en hebreo Isaac, “hará reí­r”). Que se mostró incrédula y hasta irónica. Al haber nacido después de Ismael, hijo de la esclava entregada para una maternidad sustitutoria, los mahometanos le consideran primer descendiente o primogénito del Patriarca, mientras que los judí­os reivindican que fue Isaac el único hijo de la promesa. (Gen. 17, 19 y 21).

Su itinerario bí­blico se identifica, como el de su padre, como el de un peregrino que hace de puente al nacimiento de Esaú y Jacob y el que anuncia ya anciano la bendición a Jacob a costa de los derechos de su hermano. Comenzó con el carácter simbólico del sacrificio no consumado (Gen. 22) de Abraham; y culminó con la muerte silenciosa “en la ciudad Arbá o sea Hebrón” (Gen 35.28).

El Nuevo Testamento insiste en su carácter de figura de Cristo, ofrecido en sacrificio en el mismo lugar de Isaac (Gal. 3.16; 4.21-31; Heb. 11.17-19). Estos temas fueron comentados por los primeros escritores cristianos e Isaac fue apreciado en el arte cristiano primitivo y en las tradiciones literarias.

(Ver Patriarcas 5)
Sacrificio de Isaac de Caravaggio. Modelo de tenebrismo

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(Risa).
El único hijo de Abrahán y de su esposa Sara. Por lo tanto, un eslabón fundamental en la lí­nea de descendencia que conducí­a a Cristo. (1Cr 1:28, 34; Mt 1:1, 2; Lu 3:34.) Isaac fue destetado aproximadamente a los cinco años, y estuvo a punto de ser ofrecido en sacrificio quizás cuando tení­a veinticinco; se casó a los cuarenta años, llegó a ser padre de hijos gemelos a los sesenta y murió cuando contaba ciento ochenta años. (Gé 21:2-8; 22:2; 25:20, 26; 35:28.)
El nacimiento de Isaac ocurrió en circunstancias excepcionales. Tanto su padre como su madre eran muy ancianos, y hací­a mucho tiempo que le habí­a cesado la menstruación a su madre. (Gé 18:11.) Por lo tanto, cuando Dios le dijo a Abrahán que Sara darí­a a luz un hijo, él se rió ante esa perspectiva, y dijo: †œ¿A un hombre de cien años de edad le nacerá un hijo, y Sara, sí­, una mujer de noventa años de edad, dará a luz?†. (Gé 17:17.) Cuando Sara supo lo que iba a ocurrir, también se rió. (Véase RISA.) Al año siguiente, †œal tiempo señalado†, nació el niño, demostrando que ninguna cosa es †œdemasiado extraordinaria para Jehovᆝ. (Gé 18:9-15.) Sara exclamó: †œDios me ha preparado risa†, y añadió: †œTodo el que oiga de ello se reirá de mí­†. Por consiguiente, en atención a lo que Jehová habí­a dicho, se llamó al muchacho Isaac, que significa †œRisa†. (Gé 21:1-7; 17:19.)
Siendo de la casa de Abrahán y heredero de las promesas, Isaac fue circuncidado al octavo dí­a, como era preceptivo. (Gé 17:9-14, 19; 21:4; Hch 7:8; Gál 4:28.)

¿Qué edad tení­a Isaac cuando fue destetado?
El dí­a que Isaac fue destetado, Abrahán preparó una gran fiesta, y parece ser que en esa ocasión Sara se dio cuenta de que Ismael †œse burlaba† de su medio hermano más joven, Isaac. (Gé 21:8, 9.) Algunas traducciones (CB; ENN, 1988; LT) dicen que Ismael solo estaba †œjugando† con Isaac, es decir, en el sentido de un juego de niños. Sin embargo, la palabra hebrea tsa·jáq también puede tener una connotación ofensiva. Por ello, en otros textos donde aparece esta misma palabra (Gé 19:14; 39:14, 17) esas versiones la traducen †œbromear†, †œreí­rse de†, †œburlarse† y †œabusar†.
En algunos targumes, así­ como en la Peshitta siriaca, la referencia al comportamiento de Ismael que aparece en Génesis 21:9 tiene el sentido de †œmofa†. El Commentary de Cook señala respecto a tsa·jáq: †œEn este pasaje probablemente signifique †˜risa burlesca†™, como por lo general se ha venido creyendo. Así­ como Abrahán rió de alegrí­a y Sara de incredulidad, la risa de Ismael dio a entender burla, probablemente alentada por un espí­ritu perseguidor y tiránico†. El apóstol inspirado Pablo clarifica el asunto mostrando que el trato de Ismael a Isaac fue aflicción, persecución, no un juego de niños. (Gál 4:29.) En vista de la insistencia de Sara, registrada en el siguiente versí­culo (Gé 21:10) —†œEl hijo de esta esclava no va a ser heredero con mi hijo, con Isaac†—, ciertos comentaristas opinan que Ismael (catorce años mayor que Isaac) quizás disputaba y escarnecí­a a Isaac con respecto al derecho de heredero.
Jehová le habí­a dicho a Abrahán que, como residentes forasteros, su descendencia serí­a afligida por cuatrocientos años, aflicción que finalizó con la liberación de Israel de Egipto en el año 1513 a. E.C. (Gé 15:13; Hch 7:6.) Cuatrocientos años atrás llevarí­an a 1913 a. E.C., cuando debió empezar esa aflicción. Por consiguiente, esto también apunta a 1913 como el año en que se destetó a Isaac, puesto que el relato sitúa en el mismo tiempo los dos acontecimientos, el destete y el maltrato de Ismael. Esto significa que Isaac tení­a unos cinco años cuando se le destetó, pues habí­a nacido en el año 1918 a. E.C. Dicho sea de paso, su nacimiento marcó el principio de los cuatrocientos cincuenta años mencionados en Hechos 13:17-20, perí­odo que finalizó en 1467 a. E.C., cuando concluyó la campaña de Josué en Canaán y la tierra se distribuyó entre las diversas tribus.
Actualmente, cuando tantas mujeres en el mundo occidental rehúsan amamantar a sus hijos o solo los amamantan entre seis y nueve meses, un perí­odo de cinco años puede parecer inconcebiblemente largo. Pero el Dr. D. B. Jelliffe informa que en muchas partes del mundo no se desteta a los niños hasta que tienen un año y medio o dos años, y en Arabia es costumbre que una madre amamante a sus hijos entre trece y treinta y dos meses. Hablando desde un punto de vista médico, la lactancia puede continuar hasta por algunos meses después del siguiente embarazo. (Infant Nutrition in the Subtropics and Tropics, Ginebra, 1968, pág. 38.)
En la Europa medieval, la edad promedio para el destete era los dos años, y en el tiempo de los macabeos (siglos I y II a. E.C.) las mujeres amamantaban a sus hijos durante tres años. (2 Macabeos 7:27.) Hace cuatro mil años, cuando las personas viví­an una vida sin prisas y no existí­a la presión del dí­a moderno ni la necesidad de intentar hacer mucho durante una vida reducida, es fácil entender por qué Sara pudo haber amamantado a Isaac durante cinco años. Además, era su único hijo después de muchos años de esterilidad.

Dispuesto a ser sacrificado. Después que se destetó a Isaac, no se dice nada más acerca de su niñez. La próxima vez que llegamos a saber de él es cuando Dios le dijo a su padre Abrahán: †œToma, por favor, a tu hijo, a tu hijo único a quien amas tanto, a Isaac, y haz un viaje a la tierra de Moria, y allí­ ofrécelo como ofrenda quemada†. (Gé 22:1, 2.) Después de un viaje de tres dí­as, llegaron al lugar escogido por Dios. Isaac transportó la leña; su padre, el fuego y el cuchillo de degüello. †œ¿Pero dónde está la oveja para la ofrenda quemada?†, preguntó Isaac. †œDios se proveerá la oveja†, fue la respuesta. (Gé 22:3-8, 14.)
Cuando llegaron al lugar, levantaron un altar y colocaron la leña. Luego Isaac fue atado de pies y manos y puesto sobre la leña. Abrahán alzó el cuchillo, pero el ángel de Jehová le detuvo la mano. Abrahán no se habí­a equivocado al poner su fe en Jehová: Dios le proveyó un carnero, que encontraron prendido en un matorral de la montaña y que podí­a ofrecer como ofrenda quemada en lugar de Isaac. (Gé 22:9-14.) Así­ pues, Abrahán estimó †œque Dios podí­a levantarlo hasta de entre los muertos†, y, †œa manera de ilustración†, recibió a Isaac de entre los muertos. (Heb 11:17-19.)
Este episodio dramático no solo demostró la fe y obediencia de Abrahán, sino también la de su hijo Isaac. Según la tradición judí­a que Josefo registró, Isaac tení­a veinticinco años de edad para ese tiempo. Sea como fuere, tení­a suficiente edad y fuerza como para transportar una cantidad considerable de leña subiendo una montaña. De modo que si hubiese decidido rebelarse contra los mandatos de Jehová, podí­a haber resistido a su padre, que ya contaba ciento veinticinco años de edad, cuando llegó el momento de que le atara. (Antigüedades Judí­as, libro I, cap. XIII, sec. 2.) Pero Isaac fue sumiso y permitió que se le ofreciese como sacrificio en armoní­a con la voluntad de Dios. Debido a esta demostración de fe de Abrahán, Jehová repitió y amplió el pacto que habí­a hecho con él, pacto que después de su muerte revalidó con su hijo Isaac. (Gé 22:15-18; 26:1-5; Ro 9:7; Snt 2:21.)
Más importante aún, allí­ se representó un gran cuadro profético de cómo Cristo Jesús, el Isaac Mayor, a su debido tiempo ofrecerí­a voluntariamente su vida humana como Cordero de Dios para la salvación de la humanidad. (Jn 1:29, 36; 3:16.)

Matrimonio y familia. Después de la muerte de la madre de Isaac, su padre llegó a la conclusión de que era el momento de que su hijo se casara. Sin embargo, Abrahán estaba resuelto a que no fuese con una cananea pagana. Por lo tanto, de acuerdo con las costumbres de la sociedad patriarcal, envió a su fiel sirviente a los parientes que viví­an en Mesopotamia con el fin de escoger una mujer de origen semita que también adorase a Jehová, el Dios de Abrahán. (Gé 24:1-9.)
La misión no pudo menos que tener éxito, puesto que desde el mismo principio la selección se colocó en las manos de Jehová. La escogida por Jehová resultó ser Rebeca, la prima de Isaac, quien dejó voluntariamente a su familia y demás parientes para regresar con la caravana a la tierra del Négueb, donde viví­a Isaac. El relato cuenta del primer encuentro de Isaac y Rebeca, y pasa a decir: †œDespués Isaac la introdujo en la tienda de Sara su madre. Así­ tomó a Rebeca, y ella llegó a ser su esposa; y él se enamoró de ella, e Isaac halló consuelo después de la pérdida de su madre†. (Gé 24:10-67.) Isaac tení­a cuarenta años, así­ que el matrimonio se celebró en 1878 a. E.C. (Gé 25:20.)
La historia de Isaac nos revela que Rebeca fue estéril durante veinte años. Esto le proporcionó a Isaac la oportunidad de demostrar, al igual que su padre, la fe que tení­a en la promesa de Jehová de bendecir a todas las familias de la Tierra por medio de una descendencia que todaví­a no habí­a nacido, fe que demostró rogando continuamente a Jehová que le diera un hijo. (Gé 25:19-21.) Como sucedió en su propio caso, de nuevo se vio que la descendencia prometida no vendrí­a por medio del curso natural de los acontecimientos, sino solo mediante la intervención de Jehová con su poder. (Jos 24:3, 4.) Finalmente, en el año 1858 a. E.C., cuando Isaac tení­a sesenta años, recibió la doble bendición de tener gemelos: Esaú y Jacob. (Gé 25:22-26.)
Debido a que hubo un hambre, Isaac trasladó a su familia a Guerar, en territorio filisteo, ya que Dios le habí­a dicho que no bajase a Egipto. En esta ocasión Jehová confirmó su propósito de cumplir la promesa abrahámica por medio de Isaac, al decirle también: †œCiertamente multiplicaré tu descendencia como las estrellas de los cielos y verdaderamente daré a tu descendencia todas estas tierras; y por medio de tu descendencia ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra†. (Gé 26:1-6; Sl 105:8, 9.)
En este territorio filisteo, no demasiado amigable, Isaac, al igual que su padre Abrahán, se valió de la estrategia al decir que su esposa era su hermana. Después de un tiempo, la bendición de Jehová sobre Isaac llegó a ser fuente de envidia para los filisteos, por lo que se le hizo necesario trasladarse primero al valle torrencial de Guerar, y luego a Beer-seba, en el lí­mite de la árida región del Négueb. Mientras estaba allí­, los filisteos, anteriormente hostiles, fueron buscando †œun juramento de obligación† o un tratado de paz con Isaac, puesto que, como reconocieron, †œtú ahora eres el bendito de Jehovᆝ. Los hombres de Isaac hallaron agua en ese lugar, e Isaac lo llamó Sibá. †œPor eso el nombre de la ciudad es Beer-seba [que significa †œPozo del Juramento†, o: †œPozo de Siete†], hasta el dí­a de hoy.† (Gé 26:7-33; véase BEER-SEBA.)
Isaac siempre le habí­a tenido cariño a su hijo Esaú debido a que le gustaba vivir al aire libre, era un hombre de campo y amante de la caza, y eso para Isaac †œsignificaba caza en su boca†. (Gé 25:28.) Por lo tanto, cuando ya le fallaba la vista y se daba cuenta de que no le quedaba mucho tiempo de vida, se preparó para dar a Esaú la bendición reservada al primogénito. (Gé 27:1-4.) No se sabe si ignoraba que Esaú habí­a vendido su primogenitura a su hermano Jacob y si no recordaba el decreto que Dios habí­a dado al nacer los dos muchachos: †œEl mayor servirá al menor†. (Gé 25:23, 29-34.) En cualquier caso, Jehová sí­ lo recordaba, y Rebeca también, por lo que ella rápidamente dispuso las cosas para que Jacob recibiese la bendición. Cuando Isaac se enteró de la treta que se habí­a llevado a cabo, rehusó cambiar lo que sin duda era la voluntad de Jehová en este asunto. También profetizó que Esaú y sus descendientes residirí­an lejos de los campos fértiles, vivirí­an por la espada y finalmente romperí­an de sobre sus cuellos el yugo de servidumbre a Jacob. (Gé 27:5-40; Ro 9:10-13; véase ESAÚ.)
Después Isaac envió a Jacob a Padán-aram para asegurarse de que no se casase con una cananea, como habí­a hecho su hermano Esaú lo que habí­a causado mucha vejación a sus padres. Cuando Jacob regresó muchos años más tarde, Isaac residí­a en Quiryat-arbá, es decir, Hebrón, en la región montañosa. En 1738 a. E.C., el año antes de que su nieto José fuese nombrado primer ministro de Egipto, murió Isaac a la edad de ciento ochenta años, †œviejo y satisfecho de dí­as†. Se le enterró en la misma cueva de Macpelá donde habí­an sido enterrados sus padres y su esposa, y donde más tarde se enterró a su hijo Jacob. (Gé 26:34, 35; 27:46; 28:1-5; 35:27-29; 49:29-32.)

El significado de otras referencias a Isaac. Por toda la Biblia se menciona a Isaac docenas de veces en la expresión †˜Abrahán, Isaac y Jacob†™. A veces la frase indica que Jehová era el Dios que estos patriarcas adoraban y serví­an. (Ex 3:6, 16; 4:5; Mt 22:32; Hch 3:13.) En otras ocasiones se hace referencia al pacto que Jehová celebró con ellos. (Ex 2:24; Dt 29:13; 2Re 13:23.) Jesús también usó esta expresión de una forma ilustrativa. (Mt 8:11.) En una ocasión se menciona a Isaac, el antepasado patriarcal, junto con sus descendientes, la nación de Israel, en un paralelismo hebraico. (Am 7:9, 16.)
Isaac, en tanto descendencia de Abrahán, prefiguraba a Cristo, por medio de quien vendrí­an las bendiciones eternas. Tal como está escrito: †œAhora bien, las promesas se hablaron a Abrahán y a su descendencia. No dice: †˜Y a descendencias†™, como si se tratara de muchos, sino como tratándose de uno solo: †˜Y a tu descendencia†™, que es Cristo†. Y por extensión, Isaac fue también una prefiguración de aquellos que †œpertenecen a Cristo†, que †œrealmente son descendencia de Abrahán, herederos respecto a una promesa†. (Gál 3:16, 29.) Además, Isaac e Ismael, junto con sus respectivas madres, †œquedan como un drama simbólico†. Mientras que el Israel natural †œnació a la manera de la carne†, como Ismael, los que componen el Israel espiritual †œ[son] hijos pertenecientes a la promesa, así­ como Isaac lo fue†. (Gál 4:21-31.)
A Isaac también se le menciona entre la †œtan grande nube de testigos que nos cerca†, puesto que también estaba entre aquellos que †œ[esperaban] la ciudad que tiene fundamentos verdaderos, cuyo edificador y hacedor es Dios†. (Heb 12:1; 11:9, 10, 13-16, 20.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

De entre los varios hijos de Abraham, la atención se centra en Isaac como el prototipo de los herederos de la promesa hecha a Abraham. «En la persona de Isaac habrá posteridad para ti (Abraham), que pasará como tal» (paráfrasis de Gn. 21:12 en KD). Las circunstancias distintivas de su nacimiento indican la sola base para gozar de la promesa hecha a Abraham. A diferencia de Ismael, cuyo nacimiento era por el curso normal de la naturaleza, Isaac nació como cumplimiento de una promesa específica de Dios (Gn. 17:16), y como resultado de la obra sobrenatural de Dios (Gn. 21:5–7). Todos los redimidos son también «hijos de la promesa» quienes al igual que Isaac son «nacidos del Espíritu» (Ro. 9:6–9; Gá. 4:28, 29), porque su posición no descansa sobre alguna base nacional, sino que en la obra gratuita de Dios que los hace herederos según la promesa hecha a Abraham.

BIBLIOGRAFÍA

HDAC, «Isaac»; P. Jewett, WTJ 17, 1–20.

Daniel P. Fuller.

KD Keil and Delitzsch, Commentary on the OT

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WTJ Westminster Theological Journal

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (330). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología

(heb. yiṣḥāq, ‘ríe’ o ‘risa’). Abraham rió cuando recibió el anuncio del nacimiento de Isaac (Gn. 17.17), y posteriormente también Sara rió ante la idea de que tendría un hijo cuando era de edad tan avanzada (Gn. 18.12–15). Al nacer Isaac, cuando Abraham tenía 100 años de edad, Sara declaró que Dios la había hecho reír (Gn. 21.6). Ismael rió el día que Isaac fue destetado (Gn 21.9). Es difícil descubrir un sujeto exacto para el verbo, y posiblemente lo mejor es tomar la forma impersonalmente. Algunos eruditos traducen “Dios ríe”, pero hay poca base para esta interpretación.

Los dos grandes hechos de la vida de Isaac giran alrededor de su nacimiento y su casamiento, y la razón de esto es que él era la simiente por la cual había de continuar la línea de la promesa. Abraham había sido objeto de una dura prueba con respecto a la promesa de simiente, y luego, a una edad avanzada, cuando ya estaba prácticamente muerto, vino la simiente. Así vemos que Dios cumple sus propósitos en el cumplimiento de las promesas hechas a Abraham (Gn. 12.1–3), aun cuando el hombre piense que es imposible que se cumplan.

En la fiesta en la que se celebraba el destete de Isaac, el resentimiento de Sara se hizo evidente al ver a Ismael “jugando” con su hijo Isaac. En consecuencia, Agar e Ismael tuvieron que abandonar la casa (Gn. 21). Entonces Dios probó a Abraham, ordenándole que sacrificara a su hijo Isaac. Abraham obedeció, y el Señor intervino e hizo aparecer un carnero para el sacrificio. Luego se renueva la promesa de que Abraham tendría una numerosa descendencia (Gn. 22).

El segundo hecho significativo en la vida de Isaac es su casamiento. Ya fue un milagro que hubiera nacido, poco tiempo después de lo cual podría haberse pensado que iba a morir. ¿Cómo, entonces, podía ser él la simiente prometida? Vivió, sin embargo, y la atención se centra sobre su casamiento, porque a través de él debe continuar la línea de la promesa. Abraham se preocupa de que así sea, y envía a su siervo de más edad a tomar esposa para Isaac en Harán, su país de origen. Rebeca, hija de Betuel, sobrino de Abraham, se evidencia como la novia buscada, y voluntariamente abandona el hogar para acompañar al sirviente. Isaac la recibe y la lleva a la tienda de su madre. Isaac y Rebeca se casan, y nace el amor en respuesta a la cortesía y la consideración de Isaac (Gn. 24).

Rebeca fue estéril durante 20 años, y nuevamente podría haberse creído que no se iba a producir la simiente prometida simplemente por los medios naturales de paternidad, sino por intermedio del poder creador sobrenatural de Dios. La esterilidad de Rebeca hace que Isaac ruegue al Señor, quien anuncia a Rebeca que dos niños luchan en su seno (Gn. 25.22–26). Estos dos niños, que representan dos naciones, siguen caminos mutuamente hostiles. Isaac mismo permanece peregrino en la tierra y, en lugar de ir a Egipto en tiempo de escasez, se queda en Gerar. En un momento crítico, al igual que Abraham, trata de proteger a su esposa haciéndola pasar por su hermana. Después de reñir con los pastores de Gerar se traslada a Beerseba, y finalmente llega a un acuerdo con Abímelec. Surge antagonismo mutuo entre Isaac y Rebeca a causa de las acciones de Jacob. Isaac, engañado, pronuncia la bendición paterna sobre Jacob y un devoto deseo profético sobre Esaú. Isaac muere a la edad de 180 años y es sepultado por sus hijos, Esaú y Jacob.

En el NT se menciona su nacimiento como hijo de la promesa en Ro. 4.6–21; 9.7–9. En Gá. 4.22–31 se alegoriza sobre la separación entre él e Ismael. En He. 11.17–19 y Stg. 2.21–23 se recuerda cuando su padre lo iba a sacrificar (para su influencia posterior, como en Ro. 8.32a, cf. H. J. Schoeps, Paul, 1961, pp. 141ss). En Ro. 9.10–13 se habla de él como padre de Esaú y Jacob; y, como evidencia de su fe, He. 11.20 menciona a bendición que pronunció para ambos hijos.

Bibliografía. F. B. Gerritzen, “Isaac”, °EBDM, t(t). IV, cols. 216–219; J. Rawlinson, Isaac y Jacob, s/f; J. Bright, La historia de Israel, 1966, pp. 77–79, 100ss; G. von Rad, El libro de Génesis, 1977; R. de Vaux, Historia antigua de Israel, 1975, t(t). I, pp. 176–178.

E.J.Y.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Hijo de Abraham y Sara. Los incidentes de su vida aparecen en Génesis 15 – 35, en una narrativa cuyas partes han sido rastreadas por muchos estudiosos a tres documentos distintos (J, E, P) utilizados en la composición del Libro de Génesis (vea Abraham).

Según Génesis 17,17; 18,12; 21,6, su nombre significa “él ríe”. Fue circuncidado al octavo día después de su nacimiento, fue destetado a su debido tiempo, y se proclamó el único ancestro legal del pueblo escogido (21,1-12). Vivió sus primeros años en Berseba, de donde lo tomó su padre y lo llevó al Monte Moria para ofrecerlo en sacrificio, y de donde regresó después que su vida fue milagrosamente salvada (21,33; 22,19). Su madre murió cuando tenía treinta y seis años de edad (cf. Génesis 17,17; 23,1). Unos pocos años más tarde, se casó con Rebeca, la hija de Betuel, a quien uno de los sirvientes de su padre había traído de Mesopotamia, de acuerdo con indicaciones de Abraham (24). La unión tuvo lugar en “el país del sur”, donde Isaac vivía y donde continuó viviendo luego de que junto con Ismael sepultaron el cuerpo de Abraham en una cueva de Makpelá (24,62.67; 25,7-11). Muchos años pasaron antes de que el deseo de Isaac, de tener niños fuera escuchado por Dios.

Pasaron muchos antes de que Dios realmente oyera las súplicas anhelantes de Isaac para tener hijos. De los gemelos que ella dio a luz; Isaac amaba a Esaú, mientras que Jacob era el favorito de Rebeca (25,21-28). La sequía y el hambre hicieron que Isaac tomara el camino de Egipto, pero por orden de Yahveh, se detuvo en su camino hacia allá y vivió en Guerar, donde se registra de él un incidente similar a la negación de Sara por Abraham (26,1-11). Luego se nos dice cómo, debido a la envidia por la prosperidad de Isaac como labrador y como pastor, los filisteos con los que vivía comenzaron a efectuar persecuciones de poca monta, las cuales el patriarca soportó pacientemente, pero debido a las cuales al final se retiró a Berseba. Finalmente él salió para Berseba. Allí fue favorecido con una nueva visión por parte de Yahveh, y estableció una alianza solemne con Abimélek, rey de Guerar (26,12-33). Durante los últimos años de la carrera de Isaac, ocurrió el muy conocido incidente mediante el cual le confirió a Jacob la bendición divina que tenía destinada para Esaú (v. 27), seguido por la preocupación de Isaac de proteger a Jacob del resentimiento de su hermano y de asegurarle una esposa del linaje de su parentela en Mesopotamia (28,1-5). Luego del retorno de Jacob, Isaac murió a la edad de ciento ochenta años y fue enterrado por sus hijos en la cueva de Makpelá (35, 27-29; 49,31).

Tal y como es delineado en el Génesis, la figura de Isaac es mucho menos impactante que la de Abraham, su padre. Aún así, por su forma de su vida, siempre tranquilo, apacible, gentil, inocente, fiel a la guía de Dios, fue el digno heredero y transmisor de las gloriosas promesas hechas a Abraham. Fue fundamentalmente un hombre de paz, el tipo adecuado al Príncipe de Paz, cuyo gran sacrificio en el Monte Calvario fue previsto en la obediencia de Isaac hasta la muerte en el Monte Moria.

El Nuevo Testamento contiene pocas, pero significativas referencias a Isaac (cf. Mt. 8,11; Lc. 12,28; 20,37; Rom. 9,7; Gál. 4,28; Heb. 11,17 ss.; Stgo. 2,21).

Las leyendas y variados detalles respecto a Isaac que se hallan en el Talmud y en los escritos rabínicos no tienen ningún valor histórico.

Fuente: Gigot, Francis. “Isaac.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910.
http://www.newadvent.org/cathen/08175a.htm

Traducido por Giovanni E. Reyes, L H M.

Fuente: Enciclopedia Católica