LIBANO

Lí­bano (heb. Lebânôn, [montaña, monte] “blanca/o”, llamada así­ porque está parcialmente cubierta de nieve la mayor parte del año; ugar. y fen. Lebanôn; ac. Labnana; hit. Lablana). 1. Cadena occidental de un cordón montañoso doble. Los montes Lí­bano corren paralelos a la costa del Mediterráneo por unos 240 km, desde el rí­o Litani (o Leontes) cerca de Tiro, en el sur, hasta el Nahr el-Kebîr cerca de Lataquia, en el norte. Los 2 cordones paralelos están separados por una valle elevado llamado “llanura del Lí­bano” en la Biblia (Jos 11:17; 12:7); en los tiempos clásicos, Celesiria (“Siria hueca”), y en los modernos, Beq~’, Por ese valle corren los 2 principales rí­os de Siria: el Orontes, hacia el norte, y el Litani hacia el sur. 316. Un valle entre los montes Lí­bano. La Biblia parece aplicar el término Lí­bano a ambos cordones montañosos cuando habla de los “heveos que habitaban en el monte Lí­bano”; sin embargo los describe como viviendo en un territorio que es el cordón oriental o el valle intermedio (“desde el monte Baalhermón hasta llegar a Hamat”; Jdg 3:3; cf 1Ch 5:23). Por otro lado, otros pasajes del AT dan el nombre de Hermón* (también Sirión, Senir) al sector sur del cordón oriental, y aplican Amana a los montes adyacentes (Deu 3:8, 9; Son 4:8). Los autores griegos llamaban Lí­bano al cordón occidental, y Antilí­bano al 713 oriental, nombres que todaví­a se les aplican. Mapa XIV, A-4/5. Las montañas del cordón occidental son más pintorescas que las otras, y las alturas de sus cumbres oscilan entre 2.500 y 3.000 m s.n.m., con pasos de 1.500 m s.n.m. o más entre ellas. Las laderas occidentales del Lí­bano son fértiles, y en tiempos antiguos estaban cubiertas por cedros y abetos o cipreses de fama mundial. Además, habí­a pinos y robles, como también almendros, moreras, higueras, olivos, nogales, damascos (albaricoqueros), perales, granados y pistachos o alfóncigos. Los cedros eran exportados a Egipto ya en el 3er milenio a.C., y más tarde también a Mesopotamia, Palestina y otros paí­ses. Después de la conquista árabe se dio tan poco cuidado a estos bosques que los cedros prácticamente han desaparecido del Lí­bano, y extensas regiones han perdido su capa de suelo fértil. Las montañas son calcáreas y de arenisca, y tienen muchos manantiales que dan fertilidad a sus laderas. La mayor altura del cordón oriental, el Antilí­bano, está en su extremo sur, donde el monte Hermón eleva su cumbre hasta los 2.814 m s.n.m. Los montes Antilí­bano, que reciben menos lluvia que los del cordón occidental, son más desolados y menos pintorescos. Las laderas orientales descienden hasta la meseta siria, que es una estepa en su parte occidental y un desierto en la oriental. La Biblia menciona con frecuencia al Lí­bano, en primer lugar como lí­mite noroeste de la tierra prometida (Deu 1:7; 11:24; Jos 1:4; 11:17; 12:7; 13:5), y en segundo lugar como paí­s productor de madera de cedro. Salomón obtuvo del Lí­bano las vigas para el templo y su palacio por medio de Tiro (1Ki 5:6-10; 2Ch 2:8-16), y Zorobabel hizo lo mismo al reconstruir el templo después del exilio (Ezr 3:7). Los poetas y los profetas mencionan el Lí­bano por la nieve (Jer 18:14), por sus animales silvestres ( como leopardos y leones; 2Ki 14:9; Son 4:8), y por sus imponentes cedros y otros árboles ( 2Ki 19:23; Isa 60:13; Zec 11:1, 2 ) con que los fenicios armaban sus embarcaciones y labraban sus mástiles (Eze 27:5: fig 120). 317. Inscripción griega de Teodosio, que habí­a construido la sinagoga en Jerusalén para los judí­os de la dispersión. 2. Torre (heb. migdal ha-Lebânôn) mencionada en Son 7:4 No se sabe si en realidad existió una con ese nombre en los montes Lí­bano o en alguna otra parte. Puesto que se la menciona sólo en un contexto poético, posiblemente era un edificio imaginario, cuyo nombre sugerí­a belleza, elevación y prominencia, y que le sirvió al poeta para comparar la nariz de su amada.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

blanco. Cordillera con alturas de hasta 3.000 m situada a lo largo de la costa de Siria. Su nombre se debe a que en algunos lugares está cubierta de nieve durante varios meses del año, Jer 18, 14. En ella se destaca el monte Hermón, a 2.760 metros de altura.

El L. forma dos cadenas de montañas y en la depresión entre ellas se encuentra la llanura del L., Jos 11, 17; 12, 7. El L. es famoso por sus cedros. La tala para la construcción de palacios, templos y barcos se inició en gran escala bajo el reinado de Salomón, 1 R 5, 6-10, tanto así­ que una parte del palacio del rey Salomón se llama la casa del bosque del L..

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(heb., levanon, blanco). Las cuestas sureñas del Lí­bano descienden hacia los cerros de Galilea mientras que el cañón de Letaní­a demarca una frontera natural al noroeste de Israel (Deu 11:24; 2Ki 19:23). En el sentido estricto de la palabra, Lí­bano queda fuera de Palestina y, aunque incluido en la promesa de Dios, nunca fue ocupado (Jos 13:5; sin embargo comparar su posesión escatológica en Eze 47:15-16). Sus peñascos aislados, en todo caso, permití­an la edificación de torres para los centinelas (Cantar de los Son 7:4) y puntos de refugio (Jer 22:20, Jer 22:23) y llegaron a simbolizar el puesto exaltado del trono de Judá (Jer 22:6; Eze 17:3).

La costa del Lí­bano fue habitada primeramente por los fenicios (Jos 13:5-6), habilidosos en el uso de sus cedros en construcciones civiles y marí­timas (Eze 27:4-5), mientras que la población más escasa del interior era hevea (Jos 11:3; Jdg 3:3). El nombre Lí­bano aparece en antiguos escritos ugaritos, heteos, egipcios y babilónicos. La primera mención bí­blica es en los libros de Moisés, 1406 a. de J.C. (Deu 1:7). Hay una cita en la fábula de Jotam contra Siquem, c. 1130 (Jdg 9:15; comparar la referencia al peligro de fuego), como también en la fábula de Joás contra Amasí­as unos 300 años más tarde (2Ki 14:9; 2Ch 25:18). El rey Salomón hizo un contrato con Hiram de Tiro para utilizar los cedros del Lí­bano en el templo de Jerusalén, 966-959 (1Ki 5:6-18; comparar Ezr 3:7 que tiene que ver con el segundo templo también) con 10.000 obreros por mes tallando vigas y haciéndolas flotar en grandes balsas a lo largo de la costa del Mediterráneo. Salomón también construyó edificios de gobierno y palacios en su capital incluyendo una sala y arsenal llamado la Casa del Bosque del Lí­bano debido a sus filas de pilares de cedro y paneles (1Ki 7:2-7; 1Ki 10:17, 1Ki 10:21; Isa 22:8). Los proyectos de edificación libanenses del rey (comparar 1Ki 10:27) lo llevaron a construir proyectos en partes del mismo Lí­bano, las cuales cayeron bajo su dominio (1Ki 9:19; Cantar de los Son 4:8). Otros avances de imperios paganos de la antigüedad siguieron la conquista y explotación despiadada de los recursos del Lí­bano (Isa 33:9). Los egipcios, los asirios y los griegos dejaron inscripciones sucesivamente en la desembocadura del rí­o del Perro (Nahr el-Kelb); y Ezequiel compara la destrucción del rey de Asiria al derribamiento de los cedros del Lí­bano (Eze 31:3, Eze 31:15-16; comparar Zec 11:1).

Habacuc lamenta la violencia cometida por Babilonia al cortar estos gigantes del bosque (Hab 2:17; comparar Isa 14:8).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(blanco).

Lí­mite norte de Palestina, con una gran cordillera, y el Monte Hermón lindando con Palestina.

(Deu 1:7). Región sumamente boscosa, conocida especialmente por sus famosos cedros: (Jue 9:15, 1Re 5:6).

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

(Blanco). Paí­s del Oriente Medio que deriva su nombre de una cordillera que corre paralela a la costa del Mediterráneo, siendo su mayor altura el monte †¢Hermón, con unos 2.800 km. Sus ciudades principales eran Tiro y Sidón, en la parte sur de esa costa, y en tiempos modernos Trí­poli, más al norte. Los habitantes del L. eran cananeos, pero desde tiempos de los griegos se les conoce como los fenicios. Generalmente se cree que la designación L. nació a causa de las nieves que coronan sus picos, pues la palabra viene del hebreo lavan, que quiere decir †œblanco† (Jer 18:14). Era famoso por la abundancia de cedros y otras plantas coní­feras, tal como lo alaba Isaí­as: †œLa gloria del L. vendrá a ti, cipreses, pinos y bojes juntamente, para decorar el lugar de mi santuario† (Isa 60:13). Tal era la belleza y majestad de los cedros del L. que son utilizados como modelo de tales cosas en varios lugares en la Escritura (Jue 9:15; 1Re 4:33; Sal 92:12). Paí­ses que no tení­an esa abundancia de madera, como Egipto, codiciaban su posesión, lo cual les permití­a abastecerse para barcos, muebles y otros propósitos. Dios prometió a Israel †œdesde el desierto y el L. hasta el gran rí­o éufrates† (Jos 1:4). Los israelitas no conquistaron el L., pero hicieron alianza con sus habitantes. David la hizo, e Hiram le envió embajadores, junto con materiales y expertos en construcción que fabricaron la casa del rey israelita (2Sa 5:11). Como †œHiram siempre habí­a amado a David† (1Re 5:1), la alianza continuó con Salomón, quien solicitó ayuda para la construcción del †¢templo. Hiram envió madera de cedro y madera de ciprés por ví­a marí­tima. Lo mismo pasó para la construcción del segundo templo, cuando el L. estaba bajo el dominio persa y se trajo †œmadera de cedro desde el L. por mar a Jope† (Esd 3:7).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, MONT

sit, a1, 463, 29

vet, = “blanco”. Cadena de montes nevados (Jer. 18:14), de la que parten en todas direcciones sierras menos elevadas (Os. 14:5). Sus valles debí­an su gran fertilidad a sus numerosos cursos de agua. La zona baja estaba cubierta de viñedos (Os. 14:6, 7), pero los montes mismos eran famosos por sus bosques de gigantescos cedros. Abundaban también los cipreses y los enebros (1 R. 56:10; 2 R. 19:23; Is. 40:16; 60:13; Zac. 11:1). Leones y leopardos infestaban estos bosques (2 R. 14:9; Cnt. 4:8). Los árboles abatidos proveí­an maderos para la construcción de palacios y edificios religiosos. Salomón los hací­a transportar por mar, en balsas, para el Templo de Jerusalén (2 Cr. 2:8-9, 16). Los fenicios también los suministraron para la reconstrucción del Templo después del retorno de judí­os del exilio babilónico (Ez. 27:5; Esd. 3:7). El rey de Asirla tomó de esta madera para sus máquinas de guerra (Is. 14:8; 37:24; Ez. 31:16), y los egipcios se sirvieron también en abundancia de esta madera. Así­ es como aquellos magní­ficos bosques de cedro se convirtieron en algunos bosquecillos. Notable por su grandeza y por la hermosura de sus paisajes, el Lí­bano suministró frecuentemente imágenes notables a los escritores sagrados (Sal. .72:16; 104:16-18; Cnt. 4:15; Is. 2:13; 35:2; 60:13; Os. 14:5). Con frecuencia simboliza aquello que es fuerte y magní­fico (Is. 10:34; 29:17; Jer. 22:6, 23; Hab. 2:17). El Lí­bano constituí­a el limite noroccidental de la Tierra Prometida (Dt. 1:7; 11:24; Jos. 1:4; 11:17; 12:7; 13:5). Es de formación calcárea, y se compone de dos cadenas paralelas que se extienden de norte a sur, separadas por el valle del Litani y del Orontes. En la época del imperio griego, el nombre Lí­bano sólo designaba la cadena más occidental; la cadena oriental recibí­a el de Antilí­bano. Esta distinción subsiste en la actualidad. El valle intermedio recibe el nombre actual de Bekaa. Cerca se hallan las importantes ruinas de Baalbek. El Lí­bano empieza a unos 24 Km. al sureste de Sidón, y se prolonga hasta 20 Km. al norte-noroeste de Homs-Trí­poli, con una longitud total de algo más de 160 Km. El pico más elevado del Lí­bano es Jebel Makmal (3.048 m.), en su extremo norte; la cumbre más elevada del Antilí­bano es el Hermón, al sur (2.759 m.). Sobre el Lí­bano, al sur, se levanta el gran cono truncado del Jebel Sannin (2.608 m.).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

([Montaña] Blanca).
Nombre de la cordillera más occidental de las dos que forman el sistema montañoso del Lí­bano. Su nombre quizás se derive del color de sus cimas y de sus peñascos de piedra caliza, o de sus cúspides cubiertas de nieve durante la mayor parte del año. (Jer 18:14.) La cordillera del Lí­bano, que se extiende a lo largo del mar Mediterráneo por unos 160 Km. de NNE. a SSO., corre paralela a la del Antilí­bano unos 100 Km. Las separa un valle largo y fértil (Celesiria o la Bekaa) que tiene entre 10 y 16 Km. de ancho. (Jos 11:17; 12:7.) Por este valle, fluye hacia el N. el rí­o Orontes, mientras que el Litani (cuyo curso más bajo se llama Nahr el-Kasimiye) fluye hacia el S. y bordea el extremo meridional de la cordillera del Lí­bano. Más allá del extremo septentrional de la cadena montañosa del Lí­bano, pasa otro rí­o, el Nahr el-Kebir (Eleutherus).
Con pocas excepciones, las estribaciones de la cordillera del Lí­bano se elevan prácticamente desde el mismo mar Mediterráneo, y solo dejan una estrecha llanura costera. Las cumbres de esta cordillera oscilan entre los 1.800 m. y los 2.100 m. de altura, y solo dos de ellas sobrepasan los 3.000 m. Las laderas del Lí­bano, tanto las de la vertiente oriental como las de la occidental, son escarpadas.
Sus laderas orientales son bastante áridas y prácticamente no tienen ninguna corriente de agua importante; sin embargo, las laderas occidentales están bien regadas, pues las surcan arroyos y desfiladeros. (Compárese con Can 4:15.) La parte más baja de las laderas occidentales forma terrazas escalonadas donde crecen viñas, grano, árboles frutales, moreras, nogales y olivos. (Compárese con Os 14:5-7.) En el rico suelo de la capa de piedra arenisca hay pinos, y en las zonas más altas se encuentran algunas pequeñas arboledas de majestuosos cedros, que antiguamente cubrí­an la cordillera y cuya madera se usó para diversos propósitos. (1Re 6:9; Can 3:9; Eze 27:5; véase CEDRO.) Los fresnos, los cipreses y los enebros también son originarios de la cordillera del Lí­bano. (1Re 5:6-8; 2Re 19:23; Isa 60:13.) Entre los animales que habitan esta región están el chacal, la gacela, la hiena, el lobo y el oso. En tiempos antiguos habí­a muchos más bosques y una mayor abundancia de animales salvajes, entre los que se contaban el león y el leopardo. (Can 4:8; Isa 40:16.) Es posible que la expresión †œfragancia del Lí­bano† tenga su origen en la fragancia de esos grandes bosques. (Can 4:11.)
Los israelitas no conquistaron la región del Lí­bano durante el tiempo de Josué, pero llegó a ser el lí­mite NO. de la tierra. (Dt 1:7; 3:25; 11:24; Jos 1:4; 9:1.) Los habitantes paganos de esta región fueron una prueba para la fidelidad de Israel a Jehová. (Jue 3:3, 4.) Siglos más tarde, el rey Salomón gobernó sobre una parte del Lí­bano, donde efectuó algunas obras de construcción. (1Re 9:17-19; 2Cr 8:5, 6.) Posiblemente una de estas obras fue †œla torre del Lí­bano, que mira hacia Damasco†. (Can 7:4; no obstante, hay quien cree que esta expresión se refiere a uno de los picos del Lí­bano.) En ese tiempo, Hiram, el rey de Tiro, dominaba otra sección del Lí­bano, desde donde suministró a Salomón maderas de cedro y de enebro. (1Re 5:7-14.)

Uso ilustrativo. Muchas de las referencias bí­blicas al Lí­bano tienen que ver con su productividad (Sl 72:16; Isa 35:2) y sus exuberantes bosques, en particular sus majestuosos cedros. (Sl 29:5.) A menudo se habla del Lí­bano en sentido figurado. Se dice que se ha quedado avergonzado, compadeciéndose de la tierra de Judá, que las fuerzas asirias habí­an †˜despojado†™. (Isa 33:1, 9.) Sin embargo, el ejército asirio tení­a que experimentar calamidad, serí­a talado como si fueran árboles del Lí­bano. (Isa 10:24-26, 33, 34.) Para indicar los efectos desastrosos que resultarí­an del juicio de Jehová, se dice que †œla flor misma del Lí­bano se ha marchitado†. (Na 1:4.) No obstante, en una profecí­a de restauración, se dice que los bosques del Lí­bano se convierten en huertos fructí­feros, lo que ilustra un cambio completo de la situación. (Isa 29:17, 18.)
Por medio de Jeremí­as, Jehová dijo †œrespecto a la casa del rey de Judᆝ: †œTú eres para mí­ como Galaad, la cabeza del Lí­bano†. (Jer 22:6.) Parece ser que †œla casa† designa el complejo del palacio (Jer 22:1, 5), que al estar emplazado en un alto, tení­a una posición ensalzada y magní­fica, como el Lí­bano. Además, en la construcción de varios de aquellos edificios reales se habí­a usado mucha madera de cedro. (1Re 7:2-12.) El rey Jehoiaquim, que oyó las palabras registradas en Jeremí­as 22:6, habí­a hecho revestir de cedro su lujoso palacio. (Jer 22:13-15.) Por todo ello, el recinto del palacio era como un bosque magní­fico de edificios hechos de madera de cedro, y apropiadamente se le podí­a comparar al Lí­bano y a la región de Galaad, que estaba densamente poblada de árboles. Jehová advirtió a Judá que si el rey Jehoiaquim, sus siervos y el pueblo no hací­an justicia, la †˜casa llegarí­a a ser un mero lugar devastado†™ (Jer 22:1-5) y los que moraran en el figurativo Lí­bano (Jerusalén), anidados en los simbólicos cedros, tendrí­an que pasar calamidades. (Jer 22:23; véase también Eze 17:2, 3.)
De manera similar, el deseo del rey asirio Senaquerib de †œ[ascender] a la altura de regiones montañosas, las partes más remotas del Lí­bano† y †œ[cortar] sus cedros encumbrados†, parece aludir a sus intenciones con respecto a Jerusalén. (Isa 37:21-24.) Las palabras proféticas: †œLa violencia hecha al Lí­bano† (Hab 2:17), pueden referirse a la calamidad reservada a Jerusalén o, si se entiende literalmente, a la disminución de los bosques del Lí­bano debido a los estragos de la guerra. (Compárese con Isa 14:5-8.)
La profecí­a de Zacarí­as (10:10) habló del tiempo en que Jehová llevarí­a a su pueblo de regreso a la tierra de Galaad y al Lí­bano. En este caso, el Lí­bano puede referirse al territorio que quedaba al O. del Jordán, tal como Galaad era la tierra que quedaba al E. de dicho rí­o.

Fuente: Diccionario de la Biblia

Cadena de montañas en Siria. El término se aplica tamb. en forma más libre a las regiones linderas (Jos. 13.5), y también a la república actual.

I. Nombre

El heb. leḇānôn se deriva de la raíz lbn, ‘blanco’. La cadena montañosa recibió este nombre por dos factores: la caliza blanca en la elevada cresta del Líbano, y especialmente la nieve brillante que corona sus picos durante seis meses del año; cf. Jer. 18.14. En documentos antiguos la palabra Líbano aparece por lo menos desde el ss. XVIII a.C.; véase la parte histórica, inf. Los asirios lo llamaban Lab˒an, luego Labnanu; los hititas, Niblani; los egipcios, rmnn o rbn; y los cananeos mismos, p. ej. en Ugarit, Lbnn, como en hebreo.

II. Topografía

El extremo meridional de la cadena del Líbano es continuación directa de las montañas del N de Galilea, y está separado de estas solamente por la profunda garganta (orientada de E a O) de la parte baja del río Litani, que desemboca en el mar pocos km al N de Tiro. La cadena del Líbano, de casi 160 km de longitud, sigue la dirección general SO a NE de la costa fenicia, desde detrás de Sidón hacia el N hacia el valle E-O del río de Nahr el-Kebir (el Eleutero de la antigüedad), que divide al Líbano de la próxima cadena montañosa N-S que se extiende aun más al N (mtes. Nuseiri o Ansariya).

Esta cadena está señalada por una serie de picos. De S a N los principales son Yébel Rihan, Tomat y Yébel Niha (de más de 1.630 hasta cerca de 1.909 m) por detrás de Sidón; Yébel Baruk, Yébel Kuneiyiseh y Yébel Sunnin (aprox. 2.200, 2.100 y 2.600 m de altura, respectivamente) por detrás de Beirut; Qurnet es-Sauda, el más elevado, de aprox. 3.000 m al ESE de Trípoli; al N está Qurnet Aruba, de unos 2.230 m de altura. Estas elevadas montañas y la franja costera gozan de buenas lluvias, pero en la zona de “sombra de lluvia”, Damasco y la mitad septentrional de la llanura de la Biqá se recibe menos de 25 cm. anuales y hay que depender del agua de los arroyos.

Los flancos occidentales de esta cadena llegan al Mediterráneo, dejando solamente una angosta llanura costera para las ciudades cananeas/fenicias, y a veces llegan directamente al mar y es necesario construir las carreteras rodeando estos promontorios. Típico es el promontorio del nahr el-Kelb, un poco al N de Beirut. Los flancos orientales del Líbano descienden a la Biqá. Esta planicie, o ancho valle, alcanza su altitud máxima en las proximidades de Baalbek, y es la “llanura (“valle”, biq’aṯ, °nbe) del Líbano” de Jos. 11.17. Desciende hacia el N con el Orontes, y hacia el S con el Litani y los cursos de agua que forman el Jordán. Es la clásica *Celesiria (“Siria hueca”), y al E está limitada por la correspondiente cadena del Antilíbano. Esta última cadena también corre del SO al NE, y está cortada en dos por la meseta de la que el río Barada desciende hacia el E, para regar el increíblemente rico oasis de Damasco. El pico más elevado es el mte. Hermón (de más de 2.800 m) en la mitad meridional de esta cadena. La estructura de toda la región está claramente expresada en el diagrama de D. Baly, Geography of the Bible, 1957, pp. 11, fig(s). 3. Para las rutas que unen la Biqá, el Antilíbano, y Damasco, véase ibid pp. 110–111.

Los sidonios (e. d. los fenicios) llamaron Sirión al mte. Hermón en el Antilíbano, y los amorreos Senir (Dt. 3.9). Ambos nombres figuran independientemente en la antigüedad. Senir fue mencionado como Saniru por Salmanasar III de Asiria en el 841 a.C. (ANET, pp. 280b; DOTT, pp. 48). Además de una mención hitita de Sirión como Sariyana alrededor de 1320 a.C. (ANET, pp. 205a), el uso del nombre Sirión en lugar de Hermón por los cananeos/fenicios está conformado por los textos ugaríticos de los ss. XIV/XIII a.C. que indican que de Sirión y Líbano se sacaba madera para el templo de Baal (ANET, pp. 134a, § vi). Frecuentemente se piensa que Hermón es el “monte alto el de Basán” del Sal. 68.15; pero Baly (op.. cit., pp. 194, 220, 222) sugiere que podría tratarse también de los impresionantes picos del Yébel Druze (* Basán; * Hermón; * Senir; * Siríon).

Los escritores bíblicos a veces definen la tierra prometida en términos generales como si se extendiese “desde el desierto hasta el Líbano, desde el río Eufrates hasta el mar occidental” (Dt. 11.24; Jos. 2.4), e. d. dentro de estos límites S-N y E-O. Para las ciudades costeras fenicias, la cadena montañosa del Líbano formaba una barrera natural contra los invasores procedentes de tierra adentro. El rey asirio Samsi-adad I llegó a Labán en el ss. XVIII a.C. (ANET, pp. 274b), y el emperador hitita Suppiluliuma la hizo su frontera SO en el ss. XIV a.C. (mte. Niblani, ANET, pp. 318b), sin molestar a las ciudades costeras en absoluto.

III. Recursos

El Líbano era famoso por sobre todo por los densos bosques que lo caracterizaron. Las abundantes lluvias de noviembre y marzo, y los montes de caliza dieron lugar al nacimiento de muchos arroyos y manantiales que fluían hacia el E y el O (Cnt. 4.15; Jer. 18.14). Las tierras costeras, la Biqá, y las laderas inferiores de los montes permiten el cultivo de huertas, olivares, viñedos, plantaciones frutales (moras, higos, manzanas, damascos, nueces) y pequeños trigales (Rawlinson, Phoenicia, pp. 17). Más arriba todavía se encuentran los bosques de mirtos y coníferas, que culminan en los bosques de los robustos cedros, de los cuales lamentablemente sólo sobrevivieron uno o dos bosques aislados (a causa de la excesiva tala), el principal de los cuales se encuentra en Besharreh, al SE de Tripoli (ilustración en L. H. Grollenberg, Shorter Atlas of the Bible, 1959., pp. 13 [en cast. Atlas de la Biblia, 1959]). El carácter fértil y ubérrimo de la región del Líbano está reflejado en pasajes tales como Sal. 72.16; Cnt. 4.11; Os. 14.5–7, como así también en primitivas inscripciones (Tutmosis III, 5ª y 7ª campañas, ss. XV a.C., ANET, pp. 239a, b). También rondaban por allí animales salvajes (p. ej. 2 R. 14.9; Cnt. 4.8).

Los inmensos cedros fueron adecuados símbolos de majestad y fortaleza en las imágenes bíblicas; cf. Jue. 9.15; 1 R. 4.33; 2 R. 14.9) = 2 Cr. 25.18) ; Sal. 92.12; 104.16; Cnt. 5.15; Is. 35.2; 60.13. También fueron símbolo de orgullo terrenal sujeto a la ira divina; cf. Sal. 29.5–6; Is. 2.13; 10.34; Jer. 22.6; Ez. 31.3–14; Zac. 11.1–2. Estos bosques constituían lugar de refugio (Jer. 22.28). Pero por sobre todo, los cedros y las coníferas del Líbano (abetos, cipreses, etc.) proveyeron la mejor madera de construcción en el Oriente antiguo, y la buscaban los gobernantes de Egipto, Mesopotamia, y Siropalestina por igual. Las más celebradas entregas de madera fueron las que envió Hiram I de Tiro a Salomón para el templo de Jeruralén (1 R. 5.6, 9, 14 (= 2 Cr. 2.8, 16); 7.2; 10.17, 21 (= 2 Cr. 9.20). Para el precio en comestibles que pagó Salomón por esta madera, etc., véase * Alimentos (la provisión de alimentos para el palacio de Salomón). Los abetos del Líbano y el Antilíbano (Sirión) permitieron la construcción de barcos para Tiro (Ez. 27.5), de barcazas sagradas para Egipto (ANET, pp. 25b, 27a; ca. 1090 a.C.), y de muebles (Cnt. 3.9). También se sacó del Líbano la madera para el segundo templo de Jerusalén (Esd. 3.7).

IV. Historia

La historia del Líbano es esencialmente la de las ciudades fenicias en su litoral, y la de la explotación de su magnífica madera. Desde el S hasta el N, las ciudades cananeas/fenicias de Tiro, Ahlab, Sarepta, Sidón, Beirut, Biblos (Gebal, la moderna Jebad) y Simira (al N de Trípoli) tenían toda la riqueza del Líbano a su disposición, además de su comercio marítimo. Para las respectivas historias detalladas (excepto Beirut y Simira) véanse los artículos correspondientes; veánse tamb. * Canaán y * Fenicia.

El comercio de maderas del Líbano data desde los tiempos más remotos. El faraón Snofru de la 4ª dinastía mandó cargar 40 barcos con cedros ya en 2600 a.C. aprox. (ANET, pp. 227a), como lo hicieron varios de sus sucesores en los siglos posteriores. Biblos, en particular, se convirtió virtualmente en dependencia egipcia, y sus príncipes se asimilaron tan completamente a la cultura egipcia que hasta llegaron a escribir sus nombres semíticos en jeroglíficos (cf. ANET, pp. 229a). A cambio de madera recibían hermosas alhajas de oro de los faraones de la 12ª dinastía (ca. 1900–1800 a.C.).

Cuando los faraones del reino nuevo conquistaron Siria exigieron un tributo anual regular de “genuinos cedros del Líbano” (ANET, pp. 240b: Tutmosis III, ca. 1460 a.C.), y un relieve de Setos I (ca. 1300 a.C.) muestra a los príncipes sirios en persona cortando madera del Líbano para el faraón (ANEP, pp. 110, fig(s). 331, o Grollenberg, Shorter Atlas of the Bible, pp. 14 [cast. Atlas de la Biblia, 1959]; cf. ANET, pp. 254, § c, final). En épocas posteriores (20ª dinastía) los faraones tuvieron que pagar a buen precio la madera de esa clase (cf. Salomón), como Wenamún, enviado de Ramsés XI descubrió en detrimento suyo (ANET, pp. 27a).

De Canaán mismo, en el 2º milenio a.C., las épicas ugaríticas sobre Baal, Anat y Acat aluden al “Líbano y sus árboles; Sirión, sus cedros escogidos” que proveían madera para la casa (e. d. el templo) de Baal (ANET, pp. 134a, § vi; C. H. Gordon, Ugaritic literature, 1949, pp. 34), y material para un arco (ANET, pp. 151b, § vi; Gordon, op. cit., pp. 90).

También los asirios recibieron tributo en madera del Líbano para la construcción de templos—así Tiglat-pileser I, ca. 1100 a.C. (ANET, pp. 275a) y Esar-hadón alrededor de 675 a.C. (ANET, pp. 219b—pero, además, se surtieron a menudo de los bosques de Amano más al N (ANET, pp. 276b, 278a); cf. aquí, 2 R. 19.23; Is. 37.24. Nabucodonosor siguió su ejemplo (ANET, pp. 307; DOTT, pp. 87). Habacuc (2.17) menciona el despojo babilónico del Líbano, también profetizado por Isaías (14.8).

Bibliografía. R. Sánchez, “Líbano”, °EBDM, t(t). IV, cols. 1002–1005; C. F. Pfeiffer, “Ugarit”, °DBA, pp. 691–696; S. Moscati, Las antiguas civilizaciones semíticas, 1960, pp. 91ss.

Además de las obras ya citadas en el artículo en relación con puntos particulares, véase tamb. P. K. Hitti, Lebanon in History, 1957, y su History of Syria with Lebanon and Palestine, 1951, y J. P. Brown, The Lebanon and Phoenicia, 1, 1969 (sobre fuentes antiguas).

K.A.K., A.K.C.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Columnas romanas en BalbeekEl Líbano (Labn nu, en asirio; Lebanôn en hebreo; posiblemente Ramunu en egipcio; Libanos en griego), hoy día Jebel Libnân, o “Montaña Blanca” (raíz semítica laban), llamado así por la nieve que cubre las cumbres más altas durante casi el año entero, o por la piedra caliza cuya blancura resplandece en la distancia.
La hermosa geografía del LíbanoEl centro de la gran cordillera de Asiria Central, que se extiende desde el N.N.E. al S.S.O. casi paralelamente al mar por alrededor de 95 millas, de 33°20′ a 34°40′, se separa en el sur por el Qâsimiye desde las colinas rurales de Galilea; en el norte por Nahr el-Keb r de Jebel el-Ansarieh. Consiste de dos cadenas montañosas paralelas de la misma formación: la occidental, o propiamente el Líbano, llamado Jebel el-gharbi; la oriental, conocida como Jebel el-sharqi (el Antilíbano de los griegos). La masa principal fue dividida hacia el final de la formación Terciaria (Plioceno), formando la parte norte de la fisura del Jordán, la cual se extiende hacia el sur al Mar Rojo. Geológicamente hay cuatro estratos, los cuales son fácilmente distinguibles en los barrancos profundamente hendidos. Fortaleza en SidónEl primer estrato, que consiste de una capa de roca caliza (de Araya) de alrededor de 980 pies de grosor, escasamente contiene fósiles (cidaris glandaria, corales y esponjas) y pertenece al Cenomaniano, el más antiguo del Jurásico superior. Iglesia de San Juan, BiblosSobre este yace un compuesto ricamente fosilizado (cefalópodos) de arenisca, que varía de 650 a 1630 pies de grosor, y marga arcillosa, dividido por capas de un depósito calcáreo (Trigonia o arenisca de Nubia). Masas basálticas de lava aparecen en la arenisca. Turba, mineral de hierro y rastros de cobre también están presentes, así como resina fosilizada en los esquistos de carbón. La tercer capa de piedra caliza del Líbano (de alrededor de 3580 pies de grosor) se caracteriza en la base por los abundantes bancos de ostras o por piedra caliza de hipurita (Cenomaniano-Turon). Una peculiaridad es la pizarra de Hakel, que contiene peces fósiles, encontrados también en la piedra caliza margosa de Sâhil Alma. En el Antilíbano (el Beqâ’a), y en las orillas externas del Líbano, un cuarto estrato de Senoniano (de no más de 300 pies de grosor) aparece en un pedernal de creta y piedra caliza.
Anfiteatro en la necrópolis de BiblosLas cumbres más altas de estas montañas estan en la cadena occidental. Se levantan en el Arz Libnân a una altura de más de 9,800 pies, como Dahr el-Qodib; Jebel Makmal; Dahr el-Dubab (Qarn Sauda), alrededor de 10,000 pies. No se tienen medidas exactas. Hacia el sur la elevación no es tan grande: Jebel-el-Muneitira, 9,130; Jebel Sannin, 8,500 pies. En el Antilíbano el Tala’ at Mûsa tiene 8,710 pies de altura; Hermon, 9,300. Se pueden observar en las cimas depósitos debidos a las formaciones glaciares, pero nadie aún ha llegado a la cota de nieve. Entre el Líbano y el Antilíbano se extiende la meseta de Beqâ’a, de 5 a 9 millas de anchura, alrededor de 70 millas de longitud, sin elevación, considerada por varios el verdadero Coelig; lesiria. La llanura del Líbano (D.V. Líbano) mencionada en Josué 11, 17 y 12, 7 probablemente es Merj ‘Aiyun. Gradas deñ hipódromo de TiroLas partes del sur y centro son muy fértiles hoy en día. Cerca de Baalbek está la cuenca (de alrededor de 3,800 pies) entre el sur y el norte, entre el Nahr el-‘Asi (Orontes) y el Nahr el-Lîtâni (no el Leontes), la cual, como Nahr el-Qâsimiye, se vacía al mar un poco al norte de Tiro. La ladera occidental del Líbano tiene muchos manantiales y ríos que atraviesan la piedra caliza después de un curso parcialmente subterráneo, por ejemplo el Nahr el-Kelb. Del sur al norte venimos en sucesión hacia el Nahr el-Zaherâni; Nahr el-‘Awali; Nahr Dâmûr (Tamyras); Nahr Beirut (Magoras); Nahr el-Kelb (Lykus), en cuya embocadura se encuentran inscripciones en egipcio, asirio, griego y latín; Nahr Ibrâhîm (Adonis), en cuya fuente estaba Afga (Apheka), el célebre templo de Venus con su obsceno y sangriento culto, destruido por Constantino; finalmente el Nahr el-Joz y Nahr Qadîsha. La ladera oriental y el Antilíbano son menos favorecidos. En el norte y el este del Antilíbano hay gran escacez de agua. Hacia el sur hay unos pocos afluentes del Lîtâni, sobre todo el célebre Baradâ, el río de Damasco (con ‘Ain Fîje), el Abana de las Sagradas Escrituras (2 Reyes 5, 12). El Papa recibe a la delegación libanesa que fue a Roma para l ainauguración de la estatua de San Marón Hermon alimenta las tres fuentes del Jordán.

La proximidad con el mar causa humedad y calor proporcionado en el lado occidental. Las montañas son frecuentadas como lugares de veraneo por su clima agradable. En el Beqâ’a el invierno tiende a ser agudo. Durante los duros inviernos la nieve desciende hasta las cordilleras más estrechas del Líbano. A lo largo de la costa las heladas son inusuales. En octubre la temporada de lluvia se inaugura con chubascos repentinos y violentos. Desde diciembre hasta febrero hay, en promedio, doce días de lluvia. En mayo la lluvia es poco frecuente. Los efectos de las tormentas, que frecuentemente son de violencia tropical y acompañadas de truenos y relámpagos, son vistos en la excesiva erosión de los valles.

Los puentes naturales son también el resultado de la erosión, por ejemplo los de Âqûra y Jisr el-Hajar (con una amplitud de alrededor de 130 pies, más de 65 sobre el Neba’ el-Leben). En la región occidental, donde el agua es copiosa, la flora es abundante y de gran variedad. En tiempos prehistóricos toda la cadena montañosa, hasta la costa, estaba cubierta de bosques. Según el Antiguo Testamento y la literatura profana, el Líbano era conocido por su abundancia de madera. El cedro, pino, arce, tilo y roble hicieron lucrativa la posesión las montañas. Salomón e Hiram, egipcio y asirio, sacaron provecho de estos recursos. Hoy en día, por el saqueo absurdo y el progreso del cultivo, el Líbano ha sido en gran parte despojado de su antiguo esplendor. Se encuentra cedro en algunos pocos lugares, aunque todas las condiciones climáticas condiciones para su próspero crecimiento están presentes.

Grandes extensiones se utilizan actualmente para el cultivo de plantas; olivos, higueras y moreras constituyen el riqueza de hoy. Granada, durazno y chabacano (en Damasco y alrededores), almendra, nuez, membrillo y otras variedades de frutas florecen. La uva madura a una altitud de casi 5,000 pies. El cultivo de la vid se ha desarrollado ventajosamente. El grano florece a una altitud de 6,200 pies, pero es poco cultivado. Un número de arbustos de aroma dulce merecen mención: mirto, adelfa, salvia, lavanda, etc., a cuyas fragrancias el Antiguo Testamento atribuye parte de la fama del Líbano. En el oeste, en general, se encuentra la flora del Mediterráneo, y, en las alturas, la flora alpina. En la ladera oriental, en Beqâ’a del norte y en el Antilíbano, con su clima seco y severo, la flora es la de las estepas.

La fauna prehistórica era muy diferente de la de hoy en día; ciervos, bisontes, caballos salvajes, jabalíes, linces, leones, osos y cabras salvajes habitaban los bosques. Tan remotamente como los tiempos asirios y babilonios el Líbano fue célebre como un territorio acotado de cacería. Hoy día el número de ciervos disminuye en gran medida. Son raros los osos, lobos y panteras. Hienas, chacales y jabalíes son más comunes. La aves no están bien representadas. Las cantantes son inusuales. Palomas silvestres, lagópodos alpinos, águilas y halcones se encuentran con mayor frecuencia. Los reptiles son bastante numerosos. Serpientes, usualmente venenosas, abundan, y lagartos también (camaleones, lagartijas).

Se encuentran rastros de ocupación humana que datan de tiempos prehistóricos. No sólo de la boca de la Qâsimiye a Trípoli, sino también en las montañas y en un Beq a han sido descubiertos restos genuinos del neolítico y paleolítico. Huesos humanos rotos sugieren canibalismo de los aborígenes. En tiempos históricos los amorreos aparecieron, mientras que en el período de los reyes israelitas los fenicios ejercieron dominio sobre el Líbano, y Salomón levantó edificios ahí (1 Reyes 5, 6 ss.; 9,19 ). Más tarde los itureanos ocuparon el Líbano, y en la era cristiana los maronitas . Las sangrientas persecuciones de 1860 provocaron una ligera mejoría de las condiciones en parte del país, especialmente por la interferencia de Francia . La provincia independiente del Líbano tiene un gobernador cristiano nombrado por el sultán y aprobado por las potencias.
Beteddîn, cerca de Deir-el-Qamar, es la sede del gobierno.

Los habitantes en 1900 eran alrededor de 400,000; la mayor parte son católicos maronitas; aproximadamente el 8 por ciento griegos uniatos; el 13 por ciento ortodoxos griegos; el 12 por ciento drusos; un 4 por ciento chiitas metawiles; 3 por ciento sunnitas. El espíritu del viaje se ha apoderado de la maronitas, quienes buscan ganancias en Egipto, los Estados Unidos o en Latinoamérica, regresando posteriormente a sus montañas. Eclesiásticamente los maronitas están sujetos a un patriarca que vive en el monasterio de Qannobin. Numerosos conventos, algunos de ellos opulentos, se encuentran dispersos por las colinas. Mantienen las escuelas y han establecido imprentas. La educación superior se da principalmente por sacerdotes europeos, pero los nativos también participan activamente. Las misiones protestantes americanas desde hace mucho tiempo han entrado en competencia. Para la educación de las niñas, hermanas nativas instructoras (mariametas) son empleadas conjuntamente con europeos.

En tiempos de paz la administración cristiana ha obtenido buenos resultados. La seguridad y el orden se han establecido, y mucho se ha hecho en favor del comercio. La carretera de Beirut a Damasco (de unas 70 millas) fue construida en 1862, y otros caminos posteriormente, como el que sigue la costa, el de Beirut a Jezzîn, de Jezzîn a Saida, etc. En 1895 el primer ferrocarril se abrió desde Beirut a Damasco (90 millas), el cual en el Líbano alcanza una altitud de 4,850 pies, y en el Antilíbano 4,570 pies. El ramal ferroviario que va de Rayâq a Haleb fue inaugurado en 1906. Más planes están puestos en consideración, principalmente para una mejor conección con Beqâ’a.

Traducido por Juan Carlos Salinas.

Fuente: Enciclopedia Católica