LAZARO

el mendigo Luk 16:20-25.


Lázaro (gr. Lá5aros, “ayuda de Dios”; de una abreviatura judí­a tardí­a o una forma popular del heb. ‘El’â5âr, “Dios ha ayudado”). 1. Nombre de uno de los personajes en la parábola de Cristo del rico y el mendigo (Luk 16:19-31), el único caso en que Jesús usó un nombre propio en sus parábolas. Se presenta a Lázaro como un pobre enfermo y lisiado que cada dí­a era traí­do hasta la puerta del hombre adinerado con la esperanza de encontrar suficientes migajas de comida de la mesa del poderoso para sostener su miserable existencia. Mientras estaba allí­, los perros medio salvajes lamí­an sus llagas, pero el rico lo ignoraba completamente. Con el tiempo Lázaro murió, y más tarde también el rico. La parábola presenta entonces sus respectivas condiciones como radicalmente invertidas. El rico ve a Lázaro reclinado feliz en el seno* de Abrahán, mientras él era atormentado en el infierno.* Cuando apeló a Abrahán para que enviara a Lázaro para aliviar su agoní­a, Abrahán le recordó que él no habí­a ayudado al mendigo cuando tuvo la oportunidad. El rico entonces pidió que Lázaro fuera enviado para advertir a sus hermanos que todaví­a viví­an, de que obraran bien para escapar del tormento que él sufrí­a. Abrahán le replicó que tení­an los escritos de Moisés y de los profetas para guiar sus vidas, pero que no les harí­an caso, como tampoco si alguno se levantara de los muertos para decirles que obedecieran las instrucciones de aquéllos. (La tradición cuenta que el rico se llamaba Epulón, basado en el endeble argumento de que en esta parábola la Vulgata traduce la palabra griega para “banquetear” con una latina de la que deriva el nombre Epulón.) 2. Habitante de la aldea de Betania.* Era hermano de Marí­a* y de Marta,* Y amado amigo de Jesús (Joh 11:1-3). Aparece en la Biblia en relación con uno de los mayores milagros del Señor. De acuerdo con el relato, Lázaro cayó enfermo, lo que le fue informado a Jesús, que tal vez estaba trabajando en Perea, a unos 32 km de Betania. En lugar de apresurarse a socorrer al enfermo, como sin duda esperaban las hermanas, se demoró un par de dí­as, durante el cual Lázaro murió (Joh 11:6, 7). Jesús lo permitió “para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella” (v 4). Porque por lo que siguió pudo demostrar en forma innegable a sus amigos y enemigos que era el Señor de la vida (vs 25, 26). Cristo y sus discí­pulos finalmente llegaron a Betania, pero no antes que Lázaro ya estuviera enterrado 4 dí­as (v 17). Acompañado por Marí­a y Marta y muchos curiosos, fue a la tumba. A su orden, después de una advertencia de Marta, la piedra que cubrí­a la entrada fue quitada (vs 39-41). Luego Jesús, después de agradecer al Padre por escucharlo, llamó en voz alta a su amigo muerto para que saliera (vs 41- 43). Ante el llamado, Lázaro despertó y salió de la tumba envuelto en el sudario (v 44). Este gran milagro condujo a muchos a creer en Jesús 703 como Mesí­as, pero confirmó a sus enemigos en la convicción de que debí­an quitarlo de en medio (vs 45-53). Lázaro también fue sentenciado a muerte por los enemigos de Jesús, porque era una demostración viviente del poder de Cristo (12:10, 11). Lázaro más tarde estuvo presente en una cena dada en honor de Jesús, en la cual su hermana Marí­a ungió los pies del Maestro con un ungüento precioso y caro (Joh 12:1-3). La resurrección de Lázaro fue un factor que contribuyó en la entusiasta aclamación otorgada a Jesús por el pueblo de Jerusalén en su entrada triunfal (Joh 12:12-17). 310. Entrada de la tradicional tumba de Lázaro, en Betania. Lazo. Traducción del: 1. Heb. môqesh, “lazo”, “carnada [para aves]” (Psa 140:5; 141:9; Amo 3:5). 2. Heb. paj, “trampa para aves” o “lazo” (Job 18:9; Isa 8:14; etc.). Los monumentos antiguos muestran varios tipos de trampas o lazos para cazar aves. 3. Gr. paguí­s, “lazo”, “trampa”, “sorpresa” (Luk 21:35; Rom 11:9; 2 Tit 2:26; Mat 22:15). 4. Gr. brójos (1Co 7:35).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

griego, el humilde. 1. L. de Betania, hermano de Marta y Marí­a, que enfermó y sus hermanas avisaron a Jesús. Este les dijo que su enfermedad no era de muerte y que con ella glorificarí­a a Dios. Pero Jesús permaneció dos dí­as más en ese lugar y luego volvió a Judá. Entre tanto, L. de B. habí­a muerto y cuando Jesús regresó llevaba cuatro dí­as en el sepulcro. Al ver llorar a las dos hermanas, le resucitó de entre los muertos. 2. L. el pobre. Lucas, en la parábola del rico malo y L. el p., éste último está echado al lado del portal de un rico esperando poder saciar su hambre con los desperdicios de su mesa. Este hombre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y el rico, cuando murió fue arrojado a los infiernos y condenado a sufrir terribles tormentos, Lc 16, 19-31.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(lat. por gr. del heb., Eleazar).
1. Lázaro, el hermano de Marta y Marí­a, el cual viví­a en Betania. Durante una ausencia de Jesús Lázaro se enfermó y murió; después de una demora Jesús volvió y lo resucitó (Joh 11:1—Joh 12:19). Los siguientes detalles realzan la importancia de este milagro:
( 1 ) La cantidad de dí­as (cuatro) entre la muerte y la resurrección, Joh 11:39;
( 2 ) la cantidad de testigos presentes, Joh 11:45; Joh 12:17-18;
( 3 ) la salud evidente de Lázaro después del acontecimiento, Joh 12:1-2, Joh 12:9; y
( 4 ) la trascendencia del hecho para los judí­os, Joh 11:53; Joh 12:10-11.
2. Lázaro, un mendigo que murió y fue al seno de Abraham (Luk 16:19-31). Las verdades que el pasaje ilustra incluyen:
( 1 ) El destino eterno se determina en el momento de la muerte;
( 2 ) no hay un purgatorio esperando al justo; y
( 3 ) el ser humano tiene suficientes advertencias ahora.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(Dios ayudó).

– Lázaro y el rico Epulón, Luc 16:20-25.

– A quien Jesús resucitó, Jn.11 a 12:19.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

(Abrev. de Eleazar: Dios ha ayudado). Nombre de personas del NT.

1. Hermano de Marta y Marí­a, de Betania. El Señor Jesús acostumbraba hospedarse en su casa. Habiendo enfermado L., le avisaron al Señor: †œHe aquí­ el que amas está enfermo† (Jua 11:3). Pero Cristo aclaró que la enfermedad no era para muerte, sino †œpara gloria de Dios† (v. 4) y no acudió enseguida. Cuando decidió ir a Betania, dijo a sus discí­pulos que L. dormí­a y que él iba †œa despertarle†. Luego aclaró que habí­a muerto. Marta y Marí­a, cuando se encontraron con el Señor Jesús, le dijeron que si él hubiera venido antes su hermano no hubiera muerto. Pero el Señor preguntó por el lugar donde le habí­an puesto hací­a cuatro dí­as, fue allí­ y llamó a L., quien salió de la tumba †œatadas las manos y los pies con vendas y el rostro envuelto en un sudario† (Jua 11:1-44). Este milagro fue causa de que muchos creyeran en el Señor Jesús y motivó los celos de †œlos principales sacerdotes y los fariseos†, que reunieron al Sanedrí­n para decidir qué harí­an. Fue entonces que Caifás, sumo sacerdote ese año, †œprofetizó que Jesús habí­a de morir por la nación†. †œAsí­ que, desde aquel dí­a acordaron matarle† (Jua 11:1-53). Ese propósito se intensificó dí­as después, cuando le hicieron al Señor Jesús una cena en Betania, oí­do lo cual †œgran multitud† vino para verle y, también, para ver a L. Entonces, †œlos principales sacerdotes acordaron dar muerte también a L.† (Jua 12:1-11).

. Personaje de un relato que el Señor Jesús hizo y utilizó como parábola, que es conocida como †œla parábola del rico y Lázaro†. Se sabe que el relato alude a hechos reales porque las parábolas nunca narran acontecimientos que no pudieran haber pasado y, además, porque este es el único caso en que el Señor se preocupa de ofrecer el nombre de uno de los personajes. En un evangelio apócrifo se dice que el rico se llamaba Epulón.

L. era un mendigo que acostumbraba echarse a la puerta de un hombre rico. éste hací­a †œcada dí­a banquete con esplendidez†. Cuando ambos murieron fueron a lugares distintos. En el Hades, el rico, en medio de tormentos, vio de lejos a L. en el seno de Abraham y pidió que éste enviara a L. a casa de sus hermanos para que les advirtiera, †œa fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento†. Pero Abraham contestó que debí­an oí­r a Moisés y a sus profetas, porque si no †œtampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos† (Luc 16:19-31).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG HOMB HONT

ver, SEOL

vet, (del heb. “‘El’azar”: “Dios ha socorrido”). Habitante de Betania, hermano de Marta y de Marí­a. Muy amado por sus hermanas y por Jesús, Lázaro tuvo el gran honor de ser resucitado. Sus hermanas habí­an pasado aviso a Jesús, que estaba a la sazón allende del Jordán, que el hermano de ellas estaba gravemente enfermo; el Maestro no actuó de manera inmediata. Dos dí­as más tarde, Lázaro morí­a, y Jesús se poní­a en camino hacia Betania, donde Marta fue a su encuentro. Declarándose a sí­ mismo la resurrección y la vida, el Señor apeló a la fe de Marta. Acompañado de las dos hermanas y de sus amigos, se dirigió a la gruta que serví­a de sepulcro, según la costumbre de los judí­os. Jesús ordenó que quitaran la piedra que cerraba la entrada y dirigió una acción de gracias a Dios, para mostrar a los asistentes que su Padre lo habí­a enviado a llevar a cabo aquel milagro. Después clamó en alta voz: “¡Lázaro, ven fuera!” Y el que habí­a estado muerto salió (Jn. 14:1-44). La grandeza de este milagro fue aún mayor para los judí­os, pues según su concepción el alma de los difuntos quedaba cerca del cuerpo hasta el tercer dí­a. Lázaro fue resucitado en el cuarto dí­a de su muerte, lo que harí­a que incluso los más cerriles de entre los espectadores quedaran conscientes de la realidad y del origen del poder de Jesucristo. Este milagro desencadenó el entusiasmo hasta la misma Jerusalén, pero sirvió también para que los miembros del sanedrí­n se decidieran de una manera irrevocable por Su muerte, a quien el pueblo querí­a proclamar rey. El sanedrí­n no deseaba este reino espiritual, y además temí­a una sublevación contra los romanos, a quienes debí­an las principales autoridades judí­as los puestos que ostentaban. Los jefes de la nación estimaron preferible suprimir a Jesús, culpable o no, para salvar la nación (Jn. 11:45-53; 12:9-19). Lázaro asistió en Betania a la cena que Simón el leproso dio en honor de Jesús, seis dí­as antes de la Pascua (Jn. 12:1, 2). Los judí­os, fuera de sí­ al ver que aquel hecho habí­a servido para aumentar la popularidad de Jesús, urdieron asimismo la muerte de Lázaro; indudablemente escapó al atentado, y murió de muerte natural. Sin embargo, se ignora su vida posterior.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[915]
Forma griega del bí­blico Eleazar. Figura evangélica, citada sólo en el cuarto Evangelio (Jn. 11. 1-14), a quien Jesús resucitó después de cuatro dí­as de muerto y sepultado. No existen más datos sobre este hombre, cabeza de la familia en la que Jesús se aposentaba, aunque existen indicios de ser especialmente afecto al Señor según el mensaje enviado: “El que amas esta enfermo”.

Fue el milagro que aprovecharon los adversarios para decidir la muerte del Maestro. Era habitante de Betania. Las hermanas Marta y Marí­a, eran “trabajadoras”, no tení­an servidumbre para “las faenas de la casa”. Jesús iba con frecuencia a su casa al ir a Jerusalén.

Una tradición cristiana antigua, sin ningún fundamento histórico, considera que llegó luego al sur de Francia y se dedicó a predicar en la región de Marsella. Allí­ fue Obispo y pastor de los muchos cristianos que habí­an surgido en la región. Murió “definitivamente” en la persecución de Domiciano, a fines del siglo I.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

DJN
 
1.° Nombre del pobre en la parábola del rico y del pobre (Lc 16,19-31).

2.° Oriundo de Betania, hermano de Marta y Marí­a, amigo de Jesús, es la única persona cuyo nombre conocemos de la que se afirma que era amado por el Señor (Jn 11,3). Enfermó gravemente y Jesús retrasó intencionadamente su visita hasta que “se durmió” (Jn 11,11). El sueño es un eufemismo al que se recurre para designar la muerte. Lo encontramos también a propósito de la hija de Jairo (Mc 5,35. 39).

El nombre de Lázaro (= azar), significa “Dios ha ayudado”. El amplí­simo relato que nos ofrece el evangelio de Juan (11,1-46) es una escenificación impresionante que sitúa en el centro del cuadro dos mentalidades contrapuestas: la judí­a, representada por la reacción de Marta ante las palabras de Jesús que le prometí­an la resurrección de su hermano: Sé resucitará la resurrección, en / último dí­a (v. 24). Frente a dicha mentalidad judí­a, que esperaba la resurrección al final de los tiempos, Juan pone de relieve, en abierta contraposición a dicha concepción, el pensamiento de Jesús: Jesús afirmó: Yo soy la ón y la vida. El que cree mí­, aunque muera, vivirá. Y todo el que vive y cree mí­, no morirá para siempre (v. 25). Dicho de otro modo, el último dí­a es hoy; el último dí­a tiene lugar en el momento del último encuentro con el Señor; la fe o la aceptación de Jesús convierte el momento de la muerte en la vida resucitada.

El evangelista pone de relieve el sentido de su historia y concepción de la resurrección. El relato de la resurrección corporal de Lázaro es una imagen de la resurrección espiritual de los hombres que acogen la llamada de Jesús en la fe.

En cuanto la historicidad del relato, puede ser cuestionada e incluso negada, no desde la posibilidad o no posibilidad del poder de Dios o de Jesús en relación con los milagros, sino desde la narración misma en cuanto tal. Llama la atención que el milagro sea presentado por Juan como la ocasión que desencadenó en los judí­os la decisión de eliminar a Jesús. En los evangelios sinópticos dicha decisión está provocada por las pretensiones de Jesús sobre el templo. Llama la atención que un acontecimiento tan importante sea absolutamente desconocido en el resto del N. T. Llama la atención que Lázaro sea presentado como un habitante de Betania, como un amigo de Jesús (11,1; 12,1) sin relación con Marta y Marí­a, aunque, posteriormente, la narración los convierta en hermanos. La tradición sinóptica no los presenta nunca como tales. En ella son conocidas Marta y Marí­a únicamente por Lucas, que sitúa su lugar de residencia en “una” aldea de Samarí­a (Lc 10,38-42), y no tienen relación alguna con Lázaro. Llama sorprendentemente la atención que Juan no mencione para nada la reacción de Jesús, ni la de Marta y Marí­a ante la resurrección de Lázaro. Todo el mundo queda paralizado, cuando antes de la misma se describen detallada y casi anecdóticamente los sentimientos psicológicos de cada uno: de los judí­os presentes, de las hermanas de Lázaro y del mismo Jesús (Jn 11,33. 35. 38). Lázaro sale del sepulcro con toda la mortaja, vendas y ataduras. Llama la atención que sea Jesús el que tenga que intervenir de nuevo para liberar a Lázaro de su inmovilización mortal (v. 44). ¿Se justifica esta nueva intervención de Jesús diciendo que Lázaro habí­a sido reanimado y no resucitado?
A veces los milagros se hallan provocados por una parábola. Tenemos un caso tí­pico en Marcos (11,12-14. 20-25). La higuera “seca” es una elaboración o escenificación del evangelista sobre la base de la maldición de la higuera, y más en particular, sobre la parábola que Lucas nos cuenta teniendo como referencia “la higuera estéril” (Lc 13,6-9). En nuestro caso ha podido haber influido la parábola que nos cuenta Lucas sobre el hombre rico y el pobre Lázaro (Lc 16,19-31). El haber sido llevado al seno de Abrahán daba pie para hablar de su vida después de muerto. Para ello debí­a resucitar. A su vez, la resurrección de Lázaro se convertirí­a en una parábola en acción. Pretenderí­a iluminar la afirmación más importante de todo el relato: soy la resurrección y la vida.

que más llama nuestra atención es que la validez del signo y de su contenido no se ven cuestionados por la historicidad del mismo. El análisis de la narración demuestra que los motivos determinantes de la misma no son los históricos. El relato pretende ser predicación, anuncio del evangelio. El último de los signos narrados, no simplemente aludidos, debí­a ser un cuadro de excepcional belleza y atracción. El evangelista ha logrado su objetivo. Nos ha ofrecido un audiovisual tan cautivador que difí­cilmente puede encontrarse otro mejor sobre el tema. Todo el mundo debe quedar embelesado en la contemplación del centro del cuadro: soy la ón y la vida. Es la gran noticia, el mensaje más sublime que el artista ha querido dejar plasmado en su cuadro.

Las demás pinceladas, múltiples y magistralmente utilizadas, tienen la finalidad de llevar a la comprensión del centro del cuadro a todo aquel que se detenga ante él para contemplar su belleza. Quedarse en la materialidad del hecho significarí­a el empobrecimiento radical del mismo; no haber llegado a descubrir la belleza del cuadro; desconocer que el hecho milagroso tiene toda la razón de ser en su categorí­a de “signo”…

E Ramos

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

(-> pecado, exclusión). Dos personajes del evangelio llevan ese nombre. (1) Uno es Lázaro, el pobre, de la parábola de Lc 16,19-31, que no tiene más mérito que el de ser pobre, un mendigo con llagas a la puerta de un rico que no es capaz de advertir su presencia. La parábola nos sitúa ante el tema clásico de la inversión* escatológica: Lázaro muere y le reciben en el seno de Abrahán, que es lugar de promesa cumplida (cielo); al rico, en cambio, le entierran y sufre el tormento de la condena. Aquí­, en este mundo, podí­an haberse encontrado con facilidad, siempre que el rico se hubiera fijado en el pobre al salir de su casa. Tras la muerte, en cambio, ya no pueden encontrarse, pues la suerte final les separa, colocándole a uno en la gloria, al otro en los tormentos. La parábola no quiere centrarse en el tema del más allá, sino del más acá, invitando a los ricos a que vean a Lázaro a la puerta de su casa. Este Lázaro de la parábola ha dado nombre a muchas instituciones cristianas de asistencia o incluso de separación temporal de los enfermos: los lazaretos. (2) Otro es Lázaro, hermano de Marta y Marí­a, a quien Jesús resucita, en un relato lleno de simbolismo (Jn 11,1-44). Posiblemente, el texto tiene un fondo histórico; pero, en su forma actual, este Lázaro es un signo de Jesús resucitado. Más que de la suerte de un posible muerto, que estuvo tres dí­as enterrado, habla de Jesús, resucitado al “tercer dí­a” (tiempo de plenitud), y habla de todos los creyentes que encuentran la resurrección en Cristo, como el mismo Jesús dice a Marta: “Yo soy la resurrección y la vida” (Jn 11,25).

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

(probablemente, la forma gr. del nombre hebreo Eleazar, que significa: †œDios Ha Ayudado†).

1. Hermano de Marta y Marí­a. Su resurrección fue uno de los milagros más sobresalientes que Jesucristo realizó. (Jn 11:1, 2.) Jesús sentí­a un amor profundo por esta familia que viví­a en Betania, †œcomo a tres kilómetros† de Jerusalén, en el camino a Jericó. (Jn 11:5, 18, nota.) Es probable que se hospedara en su casa con bastante frecuencia. (Lu 10:38-42.)
Las dos hermanas le enviaron recado a Jesús, que para entonces estaba al otro lado del rí­o Jordán, de que su hermano Lázaro estaba muy enfermo. Sin duda abrigaban la esperanza de que Jesús le curarí­a. (Jn 11:3, 21, 32.) Sin embargo, en lugar de ir a Betania inmediatamente —o curar a Lázaro por medios indirectos, como en el caso del criado de un oficial del ejército (Mt 8:5-13)— Jesús permaneció dos dí­as más en el lugar donde estaba. Cuando llegó a las inmediaciones de Betania, lo recibió Marta y, más tarde, Marí­a. Para ese tiempo, Lázaro llevaba muerto cuatro dí­as. (Jn 11:6, 17, 20, 30-32.)
Jesús aprovechó la ocasión cuando habló con Marta para mencionar la resurrección. (Jn 11:23-27.) Pronto iba a dar más significado a sus palabras. Cuando llegó a la tumba o cueva donde Lázaro habí­a sido enterrado, ordenó que quitaran la piedra que sellaba la entrada. Luego, en oración a su Padre celestial, reveló uno de los propósitos del milagro que iba a realizar: †œQue [los presentes] crean que tú me has enviado†. (Jn 11:38-42.) Después llamó al difunto Lázaro, y este salió fuera de la tumba, ante el asombro y el gozo de los allí­ presentes. (Jn 11:43, 44.)
Este milagro hizo que muchos pusieran fe en Jesús, pero también que los fariseos y los principales sacerdotes tramaran su muerte. La cólera de estos últimos se encendió aún más cuando una gran muchedumbre de judí­os fueron a ver, no solo a Jesús, sino también al resucitado Lázaro. A causa de él, muchos judí­os poní­an fe en Jesús; por lo tanto, los principales sacerdotes entraron en consejo para matar también a Lázaro. (Jn 11:45-53; 12:1-11.) Sin embargo, la Biblia no dice que estos enemigos religiosos materializaran sus malvados planes contra Lázaro.
Algunos crí­ticos de la Biblia han atacado el relato de Juan sobre la resurrección de Lázaro. Dicen que este acontecimiento no se menciona en ninguno de los demás evangelios. Sin embargo, hay que señalar que ni siquiera los escritores de los evangelios sinópticos registraron todos ellos cada una de las obras de Jesús. Por ejemplo: solo Lucas narra la resurrección del hijo de la viuda de Naí­n. (Lu 7:11-15.) Juan no acostumbraba a repetir lo que otros ya habí­an narrado, y la resurrección de Lázaro es un ejemplo notable.
Este milagro de la resurrección de Lázaro como parte del ministerio de Jesús sirvió tanto para ilustrar el poder del Hijo de Dios como para aumentar la fe en él y en la resurrección. (Jn 11:4, 41, 42.) Este hecho debió ocurrir a principios del año 33 E.C. Las Escrituras no dan información alguna acerca de las circunstancias, el lugar o la fecha en que murió Lázaro tras su resurrección. (Véase RESURRECCIí“N [Resurrecciones anteriores al rescate].)
No hay declaración bí­blica ni ninguna otra razón para vincular al Lázaro histórico con el mendigo de la ilustración de Jesús concerniente al hombre rico y Lázaro.

2. Nombre que se da al mendigo de la ilustración de Jesús conocida generalmente como la parábola del hombre rico y Lázaro. (Lu 16:19-31.) El nombre †œEpulón†, que se atribuye popularmente al rico, carece de fundamento bí­blico. Su origen está, según algunos, en epulari (banquetear), palabra que emplea el texto latino de la Vulgata en vez de †œgozar† (NM); por otra parte, el nombre judí­o Lázaro era común en tiempos antiguos, como lo confirman algunas inscripciones de osarios.
En la parábola, el mendigo Lázaro, lleno de úlceras, se colocó a la puerta del hombre rico, pues deseaba alimentarse de lo que cayera de su suntuosa mesa. Posteriormente, Lázaro murió y los ángeles lo llevaron a la posición del seno de Abrahán (un lugar comparable al que ocupaba una persona en tiempos antiguos cuando se reclinaba delante de otra en el mismo lecho durante una comida). Abrahán tuvo una conversación con el hombre rico, quien también habí­a muerto, habí­a sido sepultado y se hallaba en el Hades, existiendo en tormentos. Una †œgran sima† que no se podí­a cruzar separaba al hombre rico de Abrahán y de Lázaro. La solicitud del hombre rico de que Abrahán enviase a Lázaro a sus cinco hermanos para †œque [se les diese] un testimonio cabal†, con la esperanza de librarles de la misma experiencia, fue rechazada sobre la base de que tení­an †œa Moisés y a los Profetas†, y si no estaban dispuestos a escucharles a ellos, †˜tampoco serí­an persuadidos si se levantase alguien de entre los muertos†™. (Véase ILUSTRACIONES.)

¿Se inspiró Jesús en creencias rabí­nicas respecto a los muertos en su ilustración del hombre rico y Lázaro?
En algunas ocasiones, profesores y estudiantes de religión comparada han apuntado que Jesucristo basó esta ilustración en la antigua enseñanza y concepto rabí­nicos sobre el más allá. Josefo nos suministra la siguiente información acerca del punto de vista común que en aquel entonces tení­an los fariseos a este respecto: †œCreen […] que al alma le pertenece un poder inmortal, de tal modo que, más allá de esta tierra, tendrá premios o castigos, según que se haya consagrado a la virtud o al vicio; en cuanto a los que practiquen lo último, eternamente estarán encerrados en una cárcel; pero los primeros gozarán de la facultad de volver a esta vida†. (Antigüedades Judí­as, libro XVIII, cap. I, sec. 3.) Sin embargo, Jesús rechazó rotundamente las enseñanzas falsas, entre ellas las farisaicas. (Mt 23.) De modo que habrí­a sido totalmente inconsecuente que hubiera concebido la ilustración del hombre rico y Lázaro según las directrices del concepto rabí­nico falso sobre el más allá. Por lo tanto, se puede concluir que Jesús tení­a presente el cumplimiento de la ilustración, y elaboró los detalles y la acción de acuerdo con los hechos que iban a cumplirse, no según ninguna enseñanza extrabí­blica.
El contexto y los términos del relato muestran con claridad que es una parábola y no un hecho histórico real. No se ensalza la pobreza ni se condenan las riquezas; más bien, se destacan claramente la fe, la conducta, las recompensas finales y un cambio en el estado o condición espiritual de los representados por Lázaro y por el hombre rico. El hecho de que los hermanos del hombre rico rechazaran a Moisés y a los profetas también muestra que la ilustración tení­a un significado y propósito más trascendentes que el de contrastar la pobreza y la posesión de riquezas.

Fuente: Diccionario de la Biblia

Lázaro (Griego, Lazaros, una contracción de Eleazaros —vea 2 Mac. 6,18— que significa en hebreo “Dios ha ayudado”), el nombre de dos personas en el Nuevo Testamento; un personaje de una de las parábolas de Cristo, y el hermano de Marta y María en Betania.

Lázaro el de la parábola

La historia

Cristo presenta la dramática historia del hombre rico y el pordiosero (sólo en Lc. 16,19-31) en dos escenas impactantes:

  • Su condición aquí: El hombre rico vestía de púrpura y fibra (B.D. lino fino), y se pasaba todo el día en alegres juergas. El mendigo había sido dejado indefenso ante la puerta del rico, y yacía allí todo cubierto de llagas; anhelaba las migajas que caían de la mesa del rico, pero no le daban nada, y los perros le lamían las llagas.
  • Su condición después: El primer banquete ya terminó; el banquete celestial comienza. Lázaro toma parte del banquete en un lugar de honor (cf. Jn. 13,23). Él se reclina sobre el seno de Abraham. El hombre rico es ahora el proscrito. Anhela una gota de agua. A Lázaro no se le permite dejar el banquete celestial y ayudar al proscrito.

El significado

Los exégetas católicos aceptan comúnmente la historia como una parábola. Es también legendario que las llagas de Lázaro eran lepra. El propósito de la parábola es enseñarnos sobre el mal resultado del descuido imprudente de las oportunidades. Lázaro fue recompensado, no porque fuese pobre, sino por su virtuosa aceptación de la pobreza; el hombre rico fue castigado, no porque fuera rico, sino por su vicioso descuido de las oportunidades que le daban las riqueza.

Lázaro el del milagro

Este personaje era hermano de Marta y María de Betania; los tres eran amigos amados de Jesús (Jn. 11,5). A pedido de las dos hermanas Jesús resucitó a Lázaro de la muerte (Jn. 11,41-44). Poco después, el sábado antes del Domingo de Ramos Lázaro tomó parte en el banquete que Simón el Leproso le dio a Jesús en Betania (Mt. 26,6-16; Mc. 14,3-11; Jn. 12,1-11). Muchos de los judíos creyeron en Jesús debido a Lázaro, a quien los sumos sacerdotes buscaban para darle muerte. Los Evangelios no nos dicen nada más sobre Lázaro (vea también San Lázaro de Betania).

Fuente: Drum, Walter. “Lazarus.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 9. New York: Robert Appleton Company, 1910.
http://www.newadvent.org/cathen/09096a.htm.

Traducido por Luz María Hernández Medina. rc

Fuente: Enciclopedia Católica