PERICOPA

griego trozo. Pasaje o fragmento bí­blico que se lee en el servicio litúrgico que sirve de punto de partida de una homilí­a. Esta práctica es de origen judí­o. Jesús, en la sinagoga de Nazaret, leyó un p. del profeta Isaí­as, Lc 4, 16-19. Perizitas, pueblo establecido en Palestina en la época preisraelita, Gn 13, 7; Ex 3, 8; Jos 3, 10, tal vez de origen hitita.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

tip, COST CERE

vet, Parte de la Biblia que se lee en determinadas ocasiones en el culto. Así­ ya en los servicios religiosos de los judí­os, en los que, en Palestina, se acostumbraba a leer todo el Pentateuco a lo largo de tres años. Sólo las grandes festividades tení­an sus propias perí­copas. En la liturgia cristiana se siguió una costumbre parecida. Sin embargo, aquí­ la lectura continuada fue prácticamente abolida por haberse confeccionado una selección de perí­copas en la Iglesia Católica Romana según las fiestas y sus tiempos o según las “estaciones” de las iglesias. Las perí­copas fueron escogidas en parte sobre interpretaciones ya superadas de textos bí­blicos, y frecuentemente no tomaban en consideración el sentido unitario del pasaje del que se entresacaba la perí­copa. Así­ nací­a en los oyentes la impresión de que las perí­copas eran “unidades bí­blicas” autónomas, con sentido pleno en sí­ mismas, con el resultado de que nunca se llegaba a conocer la intención del libro como tal. La Reforma de Lutero enseñó al pueblo a leer la Biblia por sí­ mismo, y a leer los libros enteros, para así­ poder entender lo que dicen, y no solamente escuchar ciertas porciones de labios de los predicadores.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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Texto bí­blico, de sentido y contenido unitario, que se leí­a y lee en las asambleas litúrgicas y se presta a un comentario (homilí­a) con unidad de planteamiento y de reflexión.

La costumbre de leer la Biblia en las sinagogas israelitas después de la Cautividad, antes de la explicación del Rabino de turno, hizo que se organizara la lectura en perí­copas o unidades. Algunos documentos se conservaron de esta forma. Así­, el Pentateuco (La Torah) estaba organizado en 154 perí­copas (en hebreo “sedarim”). Con el resto de los Profetas (Nebi’im) se llegaba a 446 perí­copas. Pero la organización de esa “lectio continua” variaba según la comunidad de la diáspora (dispersión), de modo que se conocen diversas planificaciones locales (Babilonia, Alejandrí­a).

Los judí­os siguieron con la costumbre escribir el texto bí­blico en esas unidades litúrgicas que facilitaban la lectura en la sinagoga. Luego asumieron en muchos lugares divisiones similares a los capí­tulos (siglo XII) y versí­culos (siglo XIV) que usaron los cristianos.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa