PERSEVERAR, PERSEVERANCIA

(hypomenein, hypomoné)

Correspondiendo al verbo clásico hypomenein, “quedarse en su sitio, permanecer en él”, de donde “soportar, aguantar”, el nombre hypomoné se convierte entre los moralistas en “la fuerza de resistencia”, más aún que en resignación o en paciencia.

En Pablo es frecuente este término: designa la actitud de firmeza y de fidelidad del cristiano en medio de la prueba, sostenido por la esperanza del fin y de la recompensa escatológica: A los que perseverando en la práctica del bien, buscan gloria, honor e inmortalidad, les dará vida eterna (Rom 2,7). El contexto de la “perseverancia” está muy tipificado: es, por una parte, el de la prueba y los sufrimientos, y por otra, el de la esperanza (1 Tes 1,3; Rom 8,25; 12,12; 15,4-5; 2 Cor 1,6-7; 6,4). Supone una vida en conformidad con Cristo y en la espera de su venida que, a través de la prueba y del sufrimiento, se transforma en esperanza y en consuelo (2 Cor 1,6-7).

Por eso la perseverancia garantiza la autenticidad de la fe, lo que Pablo llama “el valor probado” y, por este motivo, es el signo distintivo del apóstol (2 Cor 12,12): sabemos que la tribulación produce perseverancia, la perseverancia produce virtud sólida, y la virtud sólida produce esperanza: una esperanza que no engaña porque, al darnos el Espí­ritu Santo, Dios ha derramado su amor en nuestros corazones (Rom 5,4-5).

Caracterí­stica última de la agapé, del amor, que lo soporta todo (1 Cor 13,7), la perseverancia establece ya en esta vida el gozo escatológico. Sólo ella es la que permitirá resistir la doble prueba de la persecución y del retraso de la parusí­a; por eso, los sucesores de Pablo verán en ella la cualidad más alta de una vida digna del Señor (Col 1,11; 1 Tim 6,11; 2 Tim 3,10; Tit 2,2). Ligada a la paciencia, la perseverancia, instalada en el mundo, ocupa a menudo en él el lugar de la esperanza.

R. D.

AA. VV., Vocabulario de las epí­stolas paulinas, Verbo Divino, Navarra, 1996

Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas