(-> historia, reino de Dios). El tema aparece de un modo especial en dos textos del Nuevo Testamento: «Se ha cumplido el tiempo…» (Mc 1,14-15); «al llegar la plenitud de los tiempos…» (Gal 4,4). Esta es quizá la afirmación básica del cristianismo: ha llegado la plenitud de los tiempos, termina el transcurso normal de la historia, encerrada en la Ley, envuelta en contradicciones de esclavitud social y pecado religioso; se despliega el tiempo de la libertad en el que se cumplen las promesas, conforme al designio salvador de Dios que expresa su verdad y cumple así su obra. La historia humana queda de esa forma incluida y fundada en el misterio de la acción creadora y plenificadora de Dios, que concede a los hombres su Reino (Me), a través del envío de su Hijo (Gal). La llegada del Reino, el envío del Hijo de Dios, hace que acabe la situación previa de sometimiento servil de los hombres, de tal forma que ellos pueden vivir en libertad y filiación. Así se contraponen las dos economías, los tiempos de la acción de Dios: (1) Hubo un tiempo (estadio) de Ley en que el hombre aparecía como siervo de Dios, sometido a sus mandatos y dispuesto a ser esclavizado por las leyes, estructuras o personas del mundo. Es el tiempo del judaismo, que concibe al hombre como ser atrapado por el duro yugo de las obras, obligado a cumplir unos mandatos que Dios mismo le impone desde fuera. Es el tiempo en que unos hombres pueden y de alguna forma deben ser esclavizados por los otros para existir (sobrevivir) sobre una tierra fundada en la violencia. (2) Ha llegado el tiempo del Reino y de la filiación, de manera que Dios se revela como principio de Reino, como Vida que se expresa en el mundo por su Hijo.
PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007
Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra