SADUCEOS

Saduceos (gr. saddoukáios, “partidarios de la justicia”; transliteración del heb. tsadûqîm, que podrí­a provenir del verbo tsâdaq [“ser justo”] o de Tsâdôq [Sadoc], el nombre de un sumo sacerdote de la época de David [2Sa 8:17; 15:24], de quien pretendí­an ser descendientes todos los sumos sacerdotes que vinieron después). Partido judí­o polí­tico-religioso, minoritario, de los tiempos del NT, que representaba el ala rica, liberal, aristocrática y secularizada del judaí­smo. Casi nada se sabe de sus orí­genes ni de la primera etapa de su historia. En la época de los Macabeos, Alejandro Janeo (103-73/75 a.C.), hijo de Juan Hircano I, 1029 favoreció a los saduceos hasta el punto de crucificar a una considerable cantidad de fariseos.* Pero hacia el fin de su vida se malquistó con ellos, y en su lecho de muerte le aconsejó a su esposa que favoreciera a los fariseos, lo que ella efectivamente hizo. Después de su deceso, los saduceos se pusieron de parte de su hijo Aristóbulo II el menor y más capaz de sus 2 hijos, y apoyaron sus pretensiones en contra de su hermano Juan Hircano II. Más tarde se aliaron con el partido de los herodianos y colaboraron con los romanos. Manifestaron mucho interés por los asuntos seculares de la nación, aceptaron con gusto diversos cargos públicos y ejercieron una influencia que excedí­a por mucho a la que correspondí­a a su número. Durante la dominación romana y el gobierno de los Herodes, la conducción de las actividades polí­ticas de los judí­os estaba mayormente en sus manos. A diferencia de los fariseos y los esenios, quienes dejaron una cantidad de escritos con información referente a sus creencias, los saduceos no legaron obras de tal naturaleza. Por eso, nuestra información acerca de sus opiniones y sus doctrinas es más bien escasa, y debernos basar nuestro conocimiento de ellas mayormente en Josefo y el NT. Como partido religioso, se enorgullecí­an de su estricta interpretación de “la Ley”, es decir, de los 5 libros de Moisés, que eran los únicos que ellos aceptaban como inspirados, al punto que rechazaban toda doctrina que no tuviera un apoyo explí­cito en ellos. Sin duda, éste es el Fundamento de la acusación de Jesús de que erraban “ignorando las Escrituras y el poder de Dios” (Mat 22:29). Al negar la resurrección, la vida futura y la idea de un castigo venidero (Mat 22:23; Act 23:8), le daban destacada importancia a los intereses seculares y materiales de la vida. Creí­an que Dios le prestaba muy poca atención a los seres humanos y manifestaba escaso interés en sus asuntos, y sostení­an a la vez que el hombre era el árbitro de su propio destino. Negaban la existencia de ángeles y de espí­ritus (Act 23:8). Tanto los saduceos como los fariseos fueron objeto de las punzantes denuncias de Juan el Bautista (Mat 3:7). Se unieron a los fariseos para pedirle a Cristo una señal del cielo (16:1-4), y Jesús previno a sus discí­pulos acerca de ambos (vs 6-12). Después de la ascensión, se unieron a los sacerdotes para perseguir a Pedro y a Juan (Act 4:1-3). Habí­a fariseos y saduceos presentes en el juicio de Pablo ante el Sanedrí­n, y el apóstol, al darse cuenta de esa circunstancia, puso a discutir a los unos con los otros (23:6-10). Un sumo sacerdote saduceo presidió el Sanedrí­n responsable de la muerte de Santiago, hermano de nuestro Señor, y de otros cristianos. Cuando el templo fue destruido en el 70 d.C., con la desaparición del estado judí­o, los saduceos dejaron de existir como partido. Bib.: FJ-AJ xiii.10.6; xviii.1.4; FJ-GJ. ii.8.14; FJ-AJ xiii.5.9; FJ-GJ ii.8.14; FJ-AJ xx.9.1.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

agrupación judí­a aristocrática, de origen sacerdotal, cuyo nombre proviene del sacerdote Sadoq, de los tiempos de los reyes David y Salomón. El partido de los s. surgió en la época asmonea, siglo II a. C., y su influencia se extendió hasta la destrucción de Jerusalén por Tito, en el año 70 de nuestra era. Eran opuestos a los fariseos, y contra ellos no admití­an tradición alguna fuera de la Ley o Torá escrita. Su preocupación era ante todo polí­tica, la mayor parte de los sumos sacerdotes eran del partido saduceo. Contrarios a los fariseos, igualmente, negaban la resurrección del cuerpo, de los ángeles y de los espí­ritus, pues atenidos a lo escrito en el Pentateuco, decí­an no encontrar en él ninguna doctrina sobre la resurrección de la carne, Mt 22, 23; Mc 12 18-26; Lc 20, 27-38; Hch 4, 1-2; Hch 23, 8.

Juan Bautista los llamó al igual que a los fariseos, †œraza de ví­boras†, Mt 3, 7. A pesar de ser contrarios a los fariseos, en muchos casos se unieron a ellos en contra de Jesús. El Señor previno a sus discí­pulos sobre la doctrina de los s.: †œAbrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y s.†, Mt 16, 6; Mc 8, 15.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Fue uno de los partidos religiosos que existió entre los judí­os en los dí­as de Cristo y de la iglesia primitiva, aunque ejerció comparativamente poca influencia entre el pueblo. Ellos resistieron a la verdad del evangelio. La raí­z de la palabra significa ser justo. Probablemente, el nombre se deriva de alguien llamado Sadoc.

Los saduceos eran el partido polí­tico de los sacerdotes judí­os aristócratas desde el tiempo de los macabeos hasta la caí­da final del Estado judí­o. Ellos llegaron a ser los lí­deres del movimiento helenizante que comenzó con Alejandro el Grande. Por causa de su simpatí­a hacia la polí­tica de Antí­oco Epí­fanes, ellos no tomaron parte en la lucha macabea, que fue apoyada por los fariseos. Los saduceos bajo los romanos se convirtieron en el partido favorable al gobierno. En vista de que ellos estaban satisfechos con el presente, no pensaban con mucha ilusión acerca de una era mesiánica futura.

Los saduceos tení­an un número de creencias distintivas, contrastándolos fuertemente con las de los fariseos:
1. Se atení­an únicamente a la ley escrita y rechazaron las tradiciones de los fariseos. En otras palabras, los saduceos creí­an que la Palabra de Dios solamente era el centro de la autoridad religiosa.

Los fariseos, por el contrario, creí­an que tan obligatoria como era la ley misma lo eran la supuesta tradición oral de las enseñanzas de Moisés y las reglas de la ley hechas por los escribas a través de los años.
2. Una segunda creencia distintiva de los saduceos era su negación de la resurrección del cuerpo, la inmortalidad personal y la retribución en la vida futura (Mat 22:23; Mar 12:18; Luk 20:27; Act 23:8; comparar Act 4:1-2).
3. Los saduceos negaron la existencia de los ángeles y de los espí­ritus (Act 23:8). Un número de factores pudo haber sido responsable de esto: su indiferencia general hacia la religión, su disposición racionalista y las extravagancias exageradas de la angelologí­a y demonologí­a de los fariseos.
4.
Los saduceos se diferenciaban tanto de los fariseos como de los esenios acerca del asunto de la predestinación y del libre albedrí­o de la voluntad humana. Ellos desechaban todas las ideas de interposición divina en el gobierno del mundo.

Los saduceos son mencionados por nombre en el NT solamente una docena de veces (Mat 3:7; Mat 16:1, Mat 16:6, Mat 16:11-12; Mat 22:23, Mat 22:34; Mar 12:18; Luk 20:27; Act 4:1; Act 5:17; Act 23:6-8); mas se tiene que recordar que cuando se hace mención de los sumos sacerdotes, prácticamente se refiere a las mismas personas.

Después del dí­a de Pentecostés, los saduceos estuvieron muy activos en contra de la naciente iglesia. Arrestaron a Pedro y a Juan y los pusieron en prisión. Un poco después, arrestaron a todos los apóstoles y planificaron matarlos (Act 5:17, Act 5:33). No existe registro alguno de un saduceo que haya sido admitido en la iglesia cristiana. De acuerdo con Josefo (Antig. 20.9.1), ellos fueron los responsables de la muerte de Santiago, el hermano del Señor. Con la destrucción de Jerusalén en el 70 d. de J.C., el partido saduceo desapareció.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(Término que significa gente de Sadoc.)
Movimiento dentro del judaí­smo. Los saduceos, organizados alrededor de un siglo antes del nacimiento de Cristo, representaban el ala conservadora del judaí­smo de la época, a pesar de que rechazaban la resurrección de los muertos, doctrina considerada después como fundamental por la ortodoxia cristiana. Defendí­an el sacerdocio de la lí­nea de Sadoc, quien habí­a logrado controlar el sacerdocio, originalmente en manos del más antiguo linaje de Aarón. No aceptaban más que la Torá, y sus creencias se limitaban, pues, a las del Pentateuco.
Un gran sector saduceo se sometió a los imperios establecidos y se les atribuye a muchos de ellos una tendencia helenizante.

Fuente: Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas

Véase SECTAS JUDIAS.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

Grupo religioso de judí­os, relativamente pequeno, pero importante, porque muchos de ellos eran “Sumos Sacerdotes”. Creí­an exclusivamente en la ley, y rechazaban todo tipo de tradición oral; niegan la resurrección, la inmortalidad del alma y el mundo espiritua: (Mar 12:18, Luc 20:27, Hec 23:8).

Fueron denunciados por Juan Bautista y por Cristo: (Mat 3:7, Mat 16:6, Mat 16:11-12). Ellos se opusieron a Cristo y a su Iglesia: (Mat 21:12, Mar 11:15, Luc 19:47, Hec 5:17, Hec 5:33). Apoyaron a los Macabeos en su lucha para liberar materialmente a Israel.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

Fue una secta que apareció en Israel alrededor del 200 a.C. A ella pertenecí­an los elementos más influyentes de la sociedad, especialmente sacerdotes, comerciantes y aristócratas. Dominaban la vida en el †¢templo, que era su esfera particular de actividad. Muchos eran miembros del †¢Sanedrí­n. El nombre, en hebreo zedukim, se deriva de †¢Sadoc, sumo sacerdote en tiempos de David (2Sa 8:17), cuya familia, según Ezequiel, fue escogida como digna de encargarse de los asuntos del templo (Eze 40:46).

Los s. representaban la parte más conservadora del linaje sacerdotal. Se oponí­an a los fariseos, con los cuales disputaron hasta la destrucción del templo en el año 70 d.C. Su mayor diferencia estaba relacionada con la actitud frente a la ley (el Pentateuco) y las tradiciones orales. Los s. sólo aceptaban lo que estaba escrito en el Pentateuco (la Torá), mientras que los fariseos tomaban en consideración los otros escritos y la tradición oral. Fue así­ como los s. negaban creencias de los fariseos acerca del mundo sobrenatural. Decí­an †œque no hay resurrección† (Mat 22:23; Mar 12:18), †œni ángel, ni espí­ritu, pero los fariseos afirman estas cosas† (Hch 23:8). Según ellos, el Pentateuco no presenta bases donde fundamentar esas doctrinas. El Señor Jesús refutó sus enseñanzas mostrándoles cómo en la Torá Dios se presenta como †œDios de Abraham, de Isaac y de Jacob† (Exo 3:6), y que †œDios no es Dios de muertos, sino de vivos† (Mat 22:31-32). Rechazaban el concepto de destino introducido por la cultura griega y negaban que Dios interfiriera en los asuntos de los hombres, siendo éstos los que causan su bien o su mal.
el Bautista llamó a los fariseos y s. †œgeneración de ví­boras† (Mat 3:7), diciéndoles que debí­an arrepentirse. El Señor Jesús denunció sus doctrinas, †œla levadura de los fariseos y los s.† (Mat 16:6). Ambas sectas le proponí­an preguntas, tratando de †œtomarle en alguna palabra† (Mat 15:1). Como la primera iglesia tení­a sus actividades en el templo, los s. se distinguieron en su afán persecutorio contra ella (Hch 4:1; Hch 5:17). Pablo se aprovechó de las diferencias entre s. y fariseos para provocar una división entre ellos cuando le acusaban ante el Sanedrí­n. Para ello se declaró, como en efecto era, creyente en la resurrección (Hch 23:1-7). Como las actividades y creencias de los s. estaban centradas en el templo, cuando éste fue destruido la secta desapareció.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, RELI ANGE

ver, QUMRíN, SEOL

vet, (lat. “Sadducaei”; gr. “Saddoukaioi”). Partido judí­o opuesto a los fariseos (Ant. 113:10, 6). Los saduceos eran relativamente poco numerosos, pero eran personas de elevada instrucción y en su mayor parte ricas, influyentes y poseedoras de altas funciones públicas (Ant. 18:1, 4). A juzgar por la etimologí­a, este nombre deriva del nombre propio Sadoc, frecuentemente escrito Saddouk en gr. Según los rabinos, el partido provení­a de un hombre llamado Sadoc, que vivió alrededor del año 300 a.C., y que hubiera sido su fundador. Sin embargo, como es evidente que los miembros de la más elevada aristocracia sacerdotal formaban parte de este partido, se piensa generalmente que su origen se remonta a otro Sadoc (2 S. 8:17), sumo sacerdote en la época de David. El sumo sacerdocio fue ostentado por los descendientes de Sadoc hasta la turbulenta época de los Macabeos (véase QUMRíN [MANUSCRITOS DE], VI, Bosquejo histórico del qumranismo). Sus descendientes y partisanos se llamaron sadoquitas. Parece que se dividieron en dos ramas, la radical, que desembocarí­a en el qumranismo (véase ref. anterior), y la acomodaticia, de la que surgieron los saduceos. En contra de los fariseos, que daban una gran importancia a la tradición de los antiguos, y a los qumranitas, que se aislaron y tuvieron un desarrollo propio, más exacerbado que los fariseos, los saduceos se limitaban a los escritos de la Torah, de la Ley de Moisés. Para ellos, sólo la Ley escrita era determinante (Ant. 13:10, 6), pero pretendí­an el derecho a interpretarla a su manera (Ant. 18:1, 4). Se mantení­an aferrados a la letra de las Escrituras, incluso con el resultado de un gran rigor en el ejercicio de la justicia (Ant. 20:9, 1). Opuestos a los fariseos, los saduceos negaban: (A) la resurrección y la retribución en el más allá, afirmando que el alma muere juntamente con el cuerpo (Mt. 22:23-33; Hch. 23:8; Ant. 18:1, 4; Guerras 2:8,14). (B) La existencia de los ángeles y de los demonios (Hch. 23:8). (C) La predestinación, a la que oponí­an el libre albedrí­o. Enseñaban que sufrimos las consecuencias directas de nuestros actos, buenos o malos, y que aparte de esto Dios no se ocupa de nuestra conducta (Ant. 13:5, 9; Guerras 2:8,14). Su negación de la inmortalidad y de la resurrección se basaba, según ellos, en el hecho de que la Ley de Moisés no contiene textos explí­citos acerca de estas doctrinas. Los saduceos no tení­an en cuenta la creencia de los patriarcas en el más allá ni en la morada de los muertos (véase SEOL). Sin embargo, esta creencia contení­a el germen de las posteriores revelaciones bí­blicas acerca de la resurrección del cuerpo y del juicio venidero. En efecto, es indiscutible que los patriarcas creí­an en la supervivencia del alma. Al negar la existencia de ángeles y demonios los saduceos reaccionaban contra la compleja angeleologí­a del judaí­smo de su época, lleno de fantasiosas concepciones; sin embargo, oscilaban al otro extremo, negando a su vez la clara enseñanza de la Ley (Ex. 3:2; 14:19). Al principio, esta secta probablemente enseñaba que Dios confiere los castigos y las recompensas en la tierra, según el comportamiento de los hombres. Pero si es cierto que pretendí­an, como lo afirma Josefo, que Dios se desinteresa de nuestra conducta, se enfrentaban abiertamente con la Ley de Moisés, que ellos decí­an querer seguir (Gn. 3:17; 4:7; 6:5-7). Es indudable que empezaron negando lo que no estuviera expresamente revelado en la letra de la Escritura. Después, influenciados por las concepciones helení­sticas, acabaron por asumir la filosofí­a de Aristóteles, descartando toda doctrina que no pudiera ser demostrada racionalmente. Origen y desarrollo del partido de los saduceos. Sobre este punto, se sigue la reconstrucción de Schürer: La casa sacerdotal de Sadoc estaba a la cabeza del judaí­smo en los siglos IV y III a.C., bajo la dominación persa y griega. Esta aristocracia sacerdotal se apoyó más en los manejos polí­ticos que en sus funciones religiosas, posiblemente cediendo a las condiciones históricas. En la época de Esdras y de Nehemí­as, la familia del sumo sacerdote se inclinaba hacia el mundo pagano. En la época de Antí­oco Epifanes (175-163 a.C.), numerosos sacerdotes se arrojaron en brazos del helenismo (2 Mac. 4:14-16); los sumos sacerdotes Jasón, Menelao y Alcimo se mostraron partidarios de la cultura griega. Bajo los Macabeos, el pueblo se declaró resueltamente partidario de la religión de Israel y en contra de los usos y costumbres del paganismo. Cuando los Macabeos accedieron al sumo sacerdocio, los partidarios de la casa de Sadoc se dividieron en dos bandos. Los puristas se encerraron en sí­ mismos (véase QUMRíN [MANUSCRITOS DE], VI, Bosquejo histórico del qumranismo), mientras que los seguidores de las tendencias helenizantes de los sadoquitas tardí­os se daban a la polí­tica y descuidaban más y más las costumbres y las tradiciones de los antiguos, a fin de cultivar la cultura griega. Juan Hircano, Aristóbulo y Alejandro Janneo (135-78 a.C.) favorecieron a los saduceos. Bajo el dominio de los romanos y de Herodes, la polí­tica dependí­a en gran parte de los saduceos; los sumos sacerdotes de este periodo pertenecí­an a este partido (Hch. 5:17; Ant. 20:9, 1). Tanto saduceos como fariseos acudieron a Juan el Bautista en el desierto. El profeta los llamó “generación de ví­boras” (Mt. 3:7). Se unieron para demandar una señal del cielo a Jesús (Mt. 16:1-4). El Señor puso en guardia a Sus discí­pulos contra uno y otro partido (Mt. 16:6-12). Los saduceos intentaron ponerlo en una posición apurada con una pregunta insidiosa acerca de la resurrección, pero El refutó sus argumentos, y no supieron qué responderle (Mt. 22:23-33). Se unieron a los sacerdotes y al jefe de la guardia del Templo para perseguir a Pedro y a Juan (Hch. 4:1-22). El apóstol Pablo compareció ante el sanedrí­n, constituido por saduceos y fariseos, y usó las diferencias entre ellos acerca de la resurrección para salvar su vida (Hch. 23:6-10). Bibliografí­a: Edersheim, A.: “Sketches of Jewish, Social Life in the Days of Christ” (Wm. Eerdmans, Grand Rapids, reimpr. 1984); Edersheim, A.: “The Life and Times of Jesus the Messiah” (Wm. Eerdmans, reimpr. 1981); Schürer, E.: “History of the Jewish People” (1886-1890); Whiston, W.: “The Complete Works of Flavius Josephus” (Kregel Pub., Grand Rapids, reimpr. 1978).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[016]
Grupo social y polí­tico influyente en Judea desde el siglo II a. de Cristo, cuyo predominio en el culto se mantuvo hasta la destrucción el Templo en el 69.

Se autoproclamaban vinculados al sacerdote Sadoq, del tiempo de Salomón y agrupaban a la mayor parte de los sacerdotes del Templo en tiempos de Jesús.

Dominaban en el Sanedrí­n y, desde que el dirigente macabeo Jonatán asumió el sumo sacerdocio y se lo quitó a la familia tradicional, fueron objeto de vaivenes polí­ticos, pasando por perí­odo de hegemoní­a y tiempos de persecución. Fueron los que propiamente condenaron a Jesús, apoyándose en la acusación de los fariseos sobre todo. Pero ellos fueron los que tení­an la hegemoní­a en el tribunal, porque mantení­an buenas relaciones con los romanos, cosa que no aceptaban los fariseos.

Eran racionalistas, negaban la resurrección y la existencia del alma. Manipulaban los tributos del Templo, lo que les hacia enemigos de Herodes. Se les cita en los cuatro Evangelios 8 veces y 7 en los Hechos. Ellos, por medio de José Caifás y Anás, fueron los que condenaron a Jesús (Jn. 11. 47; Mt. 22.22 y Lc. 20. 20-26) y lo entregaron a los romanos al estar privados del derecho a crucificar a los reos. Después persiguieron a los primeros discí­pulos (Hech. 4. 1-4 y 5.17) Con la destrucción del Templo prácticamente desaparecieron del pueblo judí­o y de la Historia.

(Ver Evangélicos. Grupos 2)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Uno de los grandes partidos del judaí­smo. El origen del nombre es incierto. Se le vincula a Sadoc, el ascendiente del sacerdocio sadoquita (2 Sam 8,17). El saduceí­smo estaba integrado preferentemente por las grandes familias sacerdotales y por las clases más nobles del paí­s. Eran conservadores a ultranza, tanto en el orden polí­tico como en el religioso y dogmático; tení­an un espí­ritu materialista; no admití­an la inmortalidad personal, ni la resurrección de los muertos (Mt 22,23-33; Act 23,6-10), ni la existencia de los ángeles y los demonios (Act 23,8); para ellos la única fuente de autoridad era la Ley escrita; rechazaban por completo la tradición oral. Esta posición les llevaba a enfrentarse continuamente con los escribas y los fariseos. Se acercan a Jesús siempre con malas intenciones (Mt 3,7; 16, 1-12). ->grupos religiosos.

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

(-> fariseos, judaismo, sacerdotes). Formaban, en tiempos de Jesús, un partido sacerdotal, vinculado a los cí­rculos de poder del templo. Ciertos sacerdotes pobres parecí­an estar más vinculados a los fariseos y esenios (y después a los celotas). Por el contrario, los más tradicionales e influyentes constituí­an el grupo saduceo, cuyo nombre podrí­a ve nir de Sadok (cf. 2 Sm 8,17; 1 Re 1,8; 1 Cr 6,8; Ez 40,46), antepasado tradicional de la rama “legí­tima” (para algunos) de los sumos sacerdotes (hijos de Aarón), o de Sedek, que significa “justicia”. Ellos serí­an los justos. Teológicamente se apoyaban en la Ley y tradición antigua, rechazando las novedades espirituales más significativas de los fariseos de su tiempo y del judaismo posterior: fe en los ángeles y resurrección, esperanza apocalí­ptica… (Mc 12,18; Hch 23,6-8). Para ellos, el judaismo era ante todo una institución de culto, vinculada al templo de Jerusalén. Los saduceos parecen haber sido responsables directos de la condena de Jesús y de la persecución de sus discí­pulos en Jerusalén, a diferencia de los fariseos, que, como ha destacado Lucas en el juicio de Pablo (cf. Hch 22-23), no se habrí­an opuesto en principio al Evangelio. Da la impresión de que su influjo fue menor en Galilea y en la diáspora; por eso, la presencia de los saduceos no es muy significativa en la tradición de los evangelios sinópticos y en las cartas de Pablo, donde los cristianos aparecen más relacionados con los fariseos, a quienes se oponen. Han sido combatidos (y sustituidos) por los mismos insurgentes en la guerra del 67-70 d.C. y su influjo desaparece con el rabinato. Su relación con el cristianismo posterior ha sido pequeña, aunque han venido a convertirse en modelo simbólico para un tipo de jerarquí­a que, desde finales del siglo II d.C., asume el orden jerárquico de los levitas, sacerdotes y sumos sacerdotes (diáconos, presbí­teros, obispos), en una evolución que resulta sociológicamente normal, aunque pueda discutirse desde una perspectiva de fidelidad al Evangelio.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

Prominente secta religiosa del judaí­smo relacionada con el sacerdocio. (Hch 5:17.) No creí­an ni en la resurrección ni en los ángeles. (Hch 23:8.)
No se sabe exactamente cuándo apareció la secta religiosa de los saduceos. La primera mención histórica de ellos por nombre aparece en los escritos de Josefo, donde se indica que en la última mitad del siglo II a. E.C. estaban enfrentados a los fariseos. (Antigüedades Judí­as, libro XIII, cap. X, sec. 6.) Josefo también da información acerca de las enseñanzas de esta secta. Sin embargo, hay ciertas dudas de que los datos que presenta se atengan a los hechos. A diferencia de los fariseos —dice Josefo—, los saduceos negaban el destino, afirmando que la persona, mediante sus propias acciones, era la única responsable de lo que le aconteciese. (Antigüedades Judí­as, libro XIII, cap. V, sec. 9.) Rechazaban las muchas tradiciones orales que observaban los fariseos, así­ como la creencia farisaica de la inmortalidad del alma y los castigos o recompensas futuros después de la muerte. Los saduceos eran más bien ásperos en sus tratos entre sí­, y se decí­a que eran dados a la polémica. Según Josefo, sus enseñanzas atraí­an a †œlos ricos†. (Antigüedades Judí­as, libro XIII, cap. X, sec. 6; libro XVIII, cap. I, sec. 4; La Guerra de los Judí­os, libro II, cap. VIII, sec. 14.)
Como indicó Juan el Bautista, los saduceos tení­an que producir frutos propios de arrepentimiento. Eso se debí­a a que no habí­an guardado la ley de Dios, como tampoco habí­an hecho los fariseos. (Mt 3:7, 8.) El propio Cristo Jesús comparó su enseñanza corruptora a la levadura. (Mt 16:6, 11, 12.)
Hechos 23:8 dice con referencia a sus creencias religiosas: †œLos saduceos dicen que no hay ni resurrección, ni ángel, ni espí­ritu, pero los fariseos los declaran todos públicamente†. Un grupo de saduceos trató de entrampar a Cristo Jesús en la cuestión de la resurrección y el matrimonio de levirato. Pero él los hizo callar, apoyándose en los escritos de Moisés, que los saduceos afirmaban aceptar, y así­ refutó su punto de vista de que no habí­a resurrección. (Mt 22:23-34; Mr 12:18-27; Lu 20:27-40.) Más tarde, cuando el apóstol Pablo estuvo ante el Sanedrí­n, logró dividir al alto tribunal judí­o enfrentando a fariseos con saduceos, un enfrentamiento propiciado por las diferencias religiosas que existí­an entre ellos. (Hch 23:6-10.)
Aunque los fariseos y los saduceos estaban divididos en sentido religioso, se unieron para tentar a Jesús pidiéndole una señal (Mt 16:1) y en su oposición general a él. La Biblia parece indicar que los saduceos desempeñaron un papel importante en procurar la muerte de Jesús. Algunos saduceos eran miembros del Sanedrí­n, el tribunal que conspiró contra Jesús y más tarde lo condenó a muerte. El saduceo y sumo sacerdote Caifás era parte de ese tribunal y probablemente también otros sacerdotes prominentes. (Mt 26:59-66; Jn 11:47-53; Hch 5:17, 21.) Por lo tanto, cuando las Escrituras Griegas Cristianas hablan de ciertas acciones emprendidas por los principales sacerdotes, seguramente habí­a saduceos implicados. (Mt 21:45, 46; 26:3, 4, 62-64; 28:11, 12; Jn 7:32.) Parece ser que llevaron la delantera en el intento de detener el crecimiento del cristianismo después de la muerte y resurrección de Jesús. (Hch 4:1-23; 5:17-42; 9:14.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

El término saddoukaioi se limita a los Evangelios y a Hechos. Algunos creen que significa descendientes de Zadoc, sacerdote de Salomón (2 S. 8:17) y, por tanto, el sacerdocio legitimo (Ez. 48:11). El título «hijos de Zadoc» se aplica a los sacerdotes de la secta del Mar Muerto en el Manual de ellos y a todos sus miembros en el Documento de Damasco. Otros derivan el término del griego sundikos, un nombre dado a un miembro del concilio supremo, asociado por el partido con ṣaddîq, «justo». A menudo se asocia a los saduceos con el partido que apoyó a Antíoco Epífanes en su política helenizadora.

Josefo los menciona junto con los fariseos y esenios bajo Jonatán, 146 a.C. Siendo supremos bajo Hircano y Janeo, persiguieron a los fariseos en 88 a.C., pero cuando los últimos se recobraron bajo Alejandra, 76 a.C., se asociaron con ellos en el gobierno. Herodes nombró a Boeto el saduceo para que fuese sumo sacerdote en 26 a.C. En el tiempo de Jesús, los saduceos eran un pequeño grupo de familias aristócratas pudientes, controlaban el templo a través del Sagán o Capitán (Hch. 4:1) y eran mayoría en el Sanedrín. Colaboraron con los romanos, y se mantuvieron separados de la gente común y los sacerdotes más pobres (muchos de los cuales eran fariseos). Organizaron la persecución de la iglesia (Hch. 4–5) pero fueron restringidos por los fariseos.

Consideraban la ley (la Escritura escrita) como obligatoria, pero rechazaron la tradición de los escribas y creyeron que los profetas eran menos autoritativos. No les gustaba la innovación; así que rechazaron: (a) el concepto persa de jerarquías de espíritus buenos y malos (Hch. 23:8); (b) la resurrección del cuerpo (cf. Lc. 20:27–33, donde argumentan que la ley del levirato en el matrimonio prueba que no puede ser verdad, sin embargo se les mostró por la ley que Dios da por sentado la continuada existencia de los patriarcas y que los resucitados son como ángeles), aunque puede que Josefo exagera cuando dice que niegan aun la inmortalidad del alma (Antigüedades 18.1.4); (e) recompensas y castigos en el hades. Afirmaron la libertad humana contra el fatalismo esenio. Poco les interesó las esperanzas mesiánicas, despreciando las pasiones nacionalistas y el entusiasmo religioso. Prefiriendo el exceso que el ayuno farisaico, argumentaron que a Dios no le interesaban las obras buenas o malas de los hombres. Algunas de sus familias se pelearon unas con otras (cf. la frase del Bautista gennēmata echidnōn, Mt. 3:7). Algunos sugieren que Eclesiástico fue compuesto por un saduceo ca. 200 a.C. D. Sommer cree que los saduceos más espirituales dejaron el partido para unirse a la secta de Qumrán.

BIBLIOGRAFÍA

Para Josefo y la Mishna, véase Schuerer, The Jewish People in the Time of Jesus Christ, Div. II, Vol. II, pp. 29–43; HDB; T.W. Manson, «Sadducee and Pharisee», BJRL, 22 (1938), pp. 144ss.; M.S. Enslin, Christian Beginnings, pp. 111–118; A. Dupont-Sommer, Jewish Sect of Qumran, pp. 68–74.

Denis H. Tongue

HDB Hastings’ Dictionary of the Bible

BJRL Bulletin of the John Rylands Library

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (551). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología

Todas nuestras fuentes son hostiles e inadecuadas para ofrecer un cuadro acertado de los saduceos. Ellas son (1) Josefo, GJ 2.119, 164–166; Ant. 13.171–173, 293–298; 18.11, 16–17; 20.199; Vit. 10–11; (2) la Misná, ˓erubin 6.2, Hagigah 2.4, Makkoth 1.6, Parah 3.3, 7, Niddah 4.2, Yadaim 4.6–8; (3) el NT, Mt. 3.7; 16.1–12; 22.23–34; Mr. 12.18–27; Lc. 20.27–38; Hch. 4.1–2; 5.17; 23.6–8.

Tanto el nombre como los orígenes de este partido son motivo de discusión. El nombre se ha derivado de Sadoc, ya sea el contemporáneo de Salomón a cuyos descendientes se consideraba de pura estirpe sacerdotal (cf. Ez. 44.15s; 48.11) o un fundador hipotético o jefe del partido en los primeros tiempos (la afirmación en Aboth del rabí Natán 5 de que Antígono de Soco tuvo dos discípulos, Sadoc y Boeto, que cayeron en la herejía, probablemente tenga poca base histórica). Pero la familia asmonea sumo sacerdotal gobernante no era sadoquita (1 Mac. 2.1; 14.29), y es difícil explicar la doble “d” en las formas heb. y gr. del nombre si efectivamente deriva de Sadoc. T. W. Manson piensa que su origen está en el gr. syndikoi, ‘inspectores fiscales’ (la doble “d” aparecería así por asimilación de la “n”). La relación con el término ṣaddı̂q, ‘justo’, puede haber sido un caso de asonancia posterior.

Hay cuatro teorías sobre el origen de los sadureos. M. H. Segal, sobre la base de lo propuesto por Wellhausen, piensa que se trataba principalmente de un partido político derivado en última instancia de los helenistas de Judea. G. H. Box, siguiendo a Geiger, pensaba que se trataba de un partido religioso, y que algunos de los escribas mencionados en los evangelios eran escribas saduceos. L. Finkelstein creía que originalmente constituían un cuerpo aristocrático rural, a diferencia de los fariseos, que eran urbanos. T. W. Manson creía que habían sido funcionarios de estado originalmente (cf. sup.).

Los modales de los saduceos eran bastante groseros, eran descorteses con sus iguales como si estos fuesen extranjeros, y consideraban una virtud disputar con sus maestros. No tenían seguidores entre las masas populares, sino solamente entre los de buena posición económica. Eran más severos en sus juicios que otros judíos. Muchos de los sacerdotes, aunque no todos, eran saduceos; pero casi todos los saduceos parecen haber sido sacerdotes, especialmente de las familias sacerdotales más poderosas. Bajo los primeros asmoneos algunos saduceos desempeñaron cargos en la gerousia (cuerpo de “ancianos”, “senado”, o sanedrín). Juan Hircano, ofendido por el pedido de Eleazar, miembro de una diputación farisea, de que renunciara a su sacerdocio, transfirió su lealtad de los fariseos a los saduceos. Los saduceos disfrutaron del favor de los gobernantes asmoneos hasta el reinado de Salomé Alejandra (76–67 a.C.), que prefirió a los fariseos. Bajo los Herodes y los romanos los saduceos predominaron en el sanedrín. Este partido desapareció con la destrucción del templo en 70 d.C. Josefo dice que, aun estando en el poder, el temor al pueblo llevó a los saduceos a ponerse de acuerdo con los fariseos.

La marca religiosa de los saduceos fue su conservadurismo. Negaban la validez permanente de toda ley que no formara parte de los escritos del Pentateuco. Rechazaban las doctrinas tardías del alma y su existencia en el más allá, la resurrección, las recompensas y retribuciones, los ángeles y los demonios. Creían que no existía el destino, que el hombre podía elegir libremente entre el bien y el mal, y que la prosperidad y la adversidad eran resultado de las propias acciones del hombre.

Bibliografía. F. López Melús, “Saduceos”, °EBDM, t(t). VI, cols. 345–350; J. Leipoldt, W. Grunhnann, El mundo del Nuevo Testamento, 1973, t(t). I, pp. 281–283; E. Schürer, Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús, 1985, t(t). II, pp. 497–539; J. Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús, 1975.

HJP², 2, pp. 404–414; M. H. Segal, Expositor 8ª serie, 13, 1917, pp. 81ss; G. H. Box, Expositor 15, 1918, pp. 19ss, 401ss, y 16, 1918, pp. 55ss; L. Finkelstein, HTR 22, 1929, pp. 185ss; T. W. Manson, BJRL 22, 1938, pp. 144ss; J. Z. Lauterbach, en Studies in Jewish Literature in honour of Prof. K. Köhler, 1913, pp. 180–190; J. W. Lightley, Jewish Sects and Parties in the Time of Jesus, 1923, pp. 5–178. Véase también L. Finkelstein, The Pharisees, 1938; J. Le Moyne, Les Sadducéens, 1972; J. Lightstone, “Sadducees versus Pharisees: the Tannaitic Sources” en J. Neusner (eds.), Christianity, Judaism and other Greco-Roman Cults, 3, 1975, pp. 206–217.

A.G.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Secta politico-religiosa de los judíos durante período posterior al Exilio tardío y del Nuevo Testamento. La derivación antigua del nombre a partir de tsaddiqim, es decir, los justos; con supuesta referencia a la adherencia de los saduceos a la letra de la Ley en oposición a la atención de los fariseos a las sobreañadidas “tradiciones de los ancianos”, la cual está ahora generalmente desacreditada principalmente por razones filológicas y el término se asocia con el nombre propio “Sadoc”, al ser saduceo equivalente a sadokite. Se convirtieron en el partido sacerdotal dominante durante las épocas griega y romana de la historia judía, y el nombre, ya sea otorgado en serio o en ironía, se originó, sin duda, en sus pretensiones de ser los descendientes de Sadoc, el sumo sacerdote prominente en los tiempos de David y Salomón (1 Rey. 1,8.26.32; 2,35; 1 Crón. 29,22; cf. Ez. 40,46; 43,19, etc.).

Como partido político prominente parecen por primera vez en el reinado de Juan Hircano (135-105 a.C.). Abrazaron las tendencias helenizantes de los príncipes asmoneos en las que se oponían fuertemente por los fariseos, o separatistas, un partido que evolucionó a partir de los anteriores [[asideos], y que aborrecía todas las formas de la cultura griega como perjudicial para los intereses religiosos de la nación judía nación. Bajo Aristóbulo I y Alejandro Janeo, los sucesores inmediatos de Juan Hircano, el poder de los saduceos era supremo, y aunque la facción opuesta de los fariseos fue favorecida durante la regencia de Alexandra Salomé (78-69 a.C.), los saduceos recuperaron su ascenso bajo Aristóbulo II (69-63 a.C.), a quien apoyaban en sus conflictos con Hircano II, Antípatro y los romanos. Cuando Pompeyo conquistó a Jerusalén (63 a.C.), ejecutó a muchos de sus líderes, como lo hizo también el idumeo Herodes cuando accedió al poder (37 a.C.). Sin embargo, los saduceos conservaron sus funciones sacerdotales tradicionales y también una preponderancia variable en el sanedrín, pero incluso en este sentido su influencia disminuyó mucho a través de la política de Herodes y luego de los procuradores romanos de Judea, que designaban y removían a los sumos sacerdotes a su antojo arbitrariamente y sobre todo por razones políticas.

Durante este período y hasta la destrucción de Jerusalén, los saduceos eran naturalmente impopulares entre las masas debido a su marcada tendencia a estar en estrecha colaboración con el poder dominante, mientras que los exclusivos y patrióticos fariseos se convirtieron cada vez más en los líderes del pueblo. Entre las diferencias religiosas entre las dos partes se pueden mencionar que los saduceos negaban la resurrección, la inmortalidad del alma, y la existencia de los ángeles (Mt. 22,23; Mc. 12,18; Hch. 23,8). Rechazaban asimismo las tradiciones orales que los fariseos mantenían y enfatizaban como un complemento divinamente ordenado a la Ley escrita. Mientras que la tenacidad y exclusividad y otras características de los fariseos han quedado indeleblemente impresas indeleblemente en todas las generaciones posteriores del judaísmo; la influencia de los indiferentes y materialistas saduceos se desvaneció por completo tan pronto como los judíos dejaron de ser una nación.

Fuente: Driscoll, James F. “Sadducees.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 13. New York: Robert Appleton Company, 1912. 3 Feb. 2012
http://www.newadvent.org/cathen/13323a.htm

Traducido por Luz María Hernández Medina

Fuente: Enciclopedia Católica