SATANAS

v. Beelzebú, Diablo
Job 1:6; Job 2:1 los hijos de Dios .. vino también S
Job 2:7 S . hirió a Job con una sarna maligna
Psa 109:6 pon sobre él .. y S esté a su diestra
Zec 3:1 y S estaba a su mano derecha para
Mat 4:10; Luk 4:8 vete, S, porque escrito está: Al
Mat 12:26; Mar 3:23 si S echa fuera a S, contra
Mat 16:23; Mar 8:33 ¡quítate de delante de mí, S!
Mar 1:13 estuvo allí .. días, y era tentado por S
Mar 4:15 viene S, y quita la palabra que se sembró
Luk 10:18 yo veía a S caer del cielo como un rayo
Luk 11:18 si .. S está dividida contra sí mismo
Luk 13:16 esta hija .. que S había atado 18 años
Luk 22:3 entró S en Judas .. era uno .. de los doce
Luk 22:31 S os ha pedido para zarandearos como
Act 5:4 por qué llenó S tu corazón para que
Act 26:18 a la luz, y de la potestad de S a Dios
Rom 16:20 el Dios de paz aplastará .. a S bajo
1Co 5:5 sea entregado a S para destrucción
1Co 7:5 juntaros en uno, para que no os tiente S
2Co 2:11 que S no gane ventaja alguna sobre
2Co 11:14 mismo S se disfraza como ángel de luz
2Co 12:7 un mensajero de S que me abofetee, para
1Th 2:18 quisimos ir a .. pero S nos estorbó
2Th 2:9 inicuo cuyo advenimiento es por .. de S
1Ti 1:20 a quienes entregué a S para que
1Ti 5:15 algunos se han apartado en pos de S
Rev 2:9 dicen .. y no lo son, sino sinagoga de S
Rev 2:13 donde moras, donde está el trono de S
Rev 2:24 no han conocido .. las profundidades de S
Rev 3:9 yo entrego de la sinagoga de S a los que
Rev 12:9 la serpiente .. que se llama diablo y S
Rev 20:2 prendió al .. S, y lo ató por mil años
Rev 20:7 los mil años se cumplan, S será suelto


Satanás (heb. íâtân [del verbo sâtan “albergar animosidad contra alguien”], “adversario”; gr. Satán y Satanás [transliteraciones del heb.]; los traductores de la LXX casi siempre le dieron a íâtân el significado de diábolos, “diablo”, “acusador” y “calumniador”). Gran enemigo de Dios y del hombre (Rev 12:7-12), también llamado diablo* (Mat 4:10, 11; Rev 12:9), Beelzebú* (Mat 12:24), Belial* (2Co 6:15), tentador (Mat 4:3), enemigo (13:25, 39), adversario (1Pe 5:8) y engañador (cf Rev 12:9). La 1ª acción registrada de Satanás en la tierra consistió en convencer a Eva, bajo el gran disfraz de una serpiente, de que desconfiara de la bondad de Dios, que dudara de su palabra y que rechazara su autoridad, a fin de lograr la caí­da de Adán (Gen 3:1-6; cf 1 Tit 2:14). De ese modo consiguió que la especie humana se pusiera de su parte en su gran conflicto contra el gobierno divino. Desde entonces se ha ocupado en entrampar, engañar, desviar y seducir a los seres humanos (Rom 8:7; 2Co 11:3; 2 Tit 2:26; Rev 12:9; etc.). Después de inducirles a pecar (cf Joh 13:2), los acusa ante Dios como indignos de su misericordia (Zec 3:1-4; Rev 13:10). En su papel de engañador desfigura la imagen de Dios ante los hombres y, a continuación, la de los hombres ante Dios con el propósito de producir la eterna separación del Creador y sus criaturas, y 1060 acto seguido acusa al Señor ante el Universo entero como culpable de esta situación. Cuando no puede quebrantar la lealtad del hombre hacia Dios, acusa al Señor de injusto y trata de destruir a los seres humanos (Job 1:6-12, 21, 22; 2:1-9). Jesucristo enfrentó a Satanás en el desierto y obtuvo el triunfo sobre él (Mat 4:10, 11), y lo señaló como el responsable de todos los males de la humanidad (Lc, 13:16; Joh 8:44). Jesús dijo que vio “a Satanás caer del cielo como un rayo” (Luk 10:18; cf Rev 12:7-12). Los dirigentes judí­os lo acusaron de echar fuera los demonios gracias al poder satánico, pero nuestro Señor puso en evidencia la falacia de esos razonamientos (Mat 12:24-29). En una ocasión, cuando Simón Pedro trató de apartar de su misión al Salvador, el Señor, al percibir la influencia de Satanás sobre Pedro, se dirigió a éste como si fuera el enemigo (16:21-23). En otra oportunidad le advirtió a Pedro de que Satanás lo querí­a dominar (Luk 22:31). El diablo indujo a Judas a vender al Maestro por 30 piezas de plata (Joh 13:26, 27). Pablo advirtió a sus conversos para que no permitieran que Satanás lograra la menor ventaja sobre ellos (2Co 2:11, cf 1Co 7:5). También anunció que el gran Anticristo, el inicuo que estaba por venir, harí­a la obra de Satanás (2Th 2:3, 4, 9), y afirmó que el adversario de Dios y del hombre es capaz de transformarse en ángel de luz (2Co 11:14). Satanás hizo todo lo que pudo para oponerse al ministerio del apóstol (1Th 2:18), y Dios le permitió hasta cierto punto que lo sometiera a aflicción (2Co 12:7). Sátiro. Véase Animales mitológicos (Sátiro).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

(heb., satan; gr., Satan o Satanas, un adversario). Es el principal de los espí­ritus caí­dos, el gran adversario de Dios y del hombre. Sin el artí­culo, la palabra hebreo se usa en un sentido general para denotar a alguien que es un oponente, un adversario: p. ej., el ángel que estorbó a Balaam (Num 22:22), David como un posible oponente en batalla (1Sa 29:4) y un adversario polí­tico (1Ki 11:14). Con el artí­culo definido como prefijado, es un nombre propio (Job 1—2; Zec 3:1-2), designando a Satanás como una personalidad. En el Psa 109:6, el artí­culo está ausente y la referencia pudiese ser de un adversario humano (comparar RVA, un acusador), pero generalmente se reconoce que en 1Ch 21:1 la palabra es un nombre propio sin el artí­culo.

En el NT, el término Satanás, trasliterado del heb., siempre designa al Satanás personal (pero comparar Mat 16:23; Mar 8:33). El es llamado muchas veces el diablo (gr., diabolos), que significa el calumniador (Mat 4:1; Luk 4:2; Joh 8:44; Eph 6:11; Rev 12:12). Otros tí­tulos o denominaciones descriptivas aplicadas a él son Abadón o Apolión (Rev 9:11); acusador de nuestros hermanos (Rev 12:10); enemigo, gr. antidikos (1Pe 5:8); Beelzebul (Mat 12:24); Belial (2Co 6:15); el que engaña a todo el mundo (Rev 12:9); el maligno (Mat 13:19, Mat 13:38; 1Jo 2:13; 1Jo 5:19); el padre de mentira (Joh 8:44); el dios de esta edad (2Co 4:4); homicida (Joh 8:44); la serpiente antigua (Rev 12:9); el prí­ncipe de este mundo (Joh 12:31; Joh 14:30); el prí­ncipe de la potestad del aire (Eph 2:2); el tentador (Mat 4:5; 1Th 3:5).

En el libro de Job, es mostrado como mezclándose con los hijos de Dios (ángeles) en su comparecencia delante de Dios, aunque por su naturaleza no uno de ellos. Jud 1:9 lo muestra como un enemigo formidable del arcángel Miguel. Aunque claramente muy poderoso y sagaz, él no es un rival independiente de Dios, sino que está definitivamente subordinado, capaz de ir solamente hasta donde Dios permita (Job 1:12; Job 2:6; Luk 22:31).

Cristo da una descripción fundamental de su naturaleza moral al llamarle el maligno (Mat 13:19, Mat 13:38; comparar Joh 8:44).

El origen de Satanás no es afirmado explí­citamente en la Escritura, mas la declaración de que él no se aferra a la verdad (Joh 8:44) implica que él es un ser caí­do, aunque 1Ti 3:6 indica que cayó bajo la condenación de Dios por causa de un orgullo ambicioso. Aunque muchos teólogos rehúsan aplicar las trascendentales profecí­as en Isa 14:12-14 y Eze 28:12-15 a Satanás, sosteniendo que estos pasajes tienen que ver estrictamente con los reyes de Babilonia y Tiro, los eruditos conservadores generalmente sostienen que ellos contienen una clara revelación del origen de Satanás (comparar Dan 10:13; Joh 12:31; Eph 6:12). Estos pasajes presentan el esplendor de la caí­da previa así­ como también su apostasí­a a través del orgullo y de la exaltación de sí­ mismo en contra de Dios. Una pasión ardiente de Satanás es el de ser adorado (Isa 14:14; Mat 4:9; 1Co 10:20; Rev 13:4, Rev 13:15). En su caí­da, Satanás arrastró a un vasto número de criaturas menos celestiales con él (Rev 12:4).

Satanás es el gobernante de un reino poderoso que se opone al reino de Dios (Mat 12:26; Luk 11:18). El ejerce autoridad en dos esferas diferentes. Es la cabeza de una organización vasta, compacta de seres espirituales, sus ángeles (Mat 25:41; Eph 2:2; Eph 6:12). Act 10:38 presenta claramente que el despliegue de actividades demoní­acas durante el ministerio de Jesús fue por inspiración satánica. Satanás no es omnipresente, sino que a través de sus subordinados él hace de su influencia algo prácticamente mundial. El también ejerce dominio sobre el mundo de la humanidad perdida (Joh 12:31; Joh 14:30; Joh 16:11), el sistema del mundo maligno que él ha organizado sobre sus propios principios (2Co 4:3-4; Col 1:13; 1Jo 2:15-17; 1Jo 5:19).

Animado por un odio implacable hacia Dios y toda bondad, Satanás está ocupado en una lucha mundial y prolongada en contra de Dios, siempre buscando derrotar los planes divinos de gracia hacia la humanidad y seducir a las personas para el mal y para la ruina. Su método primordial es el del engaño acerca de sí­ mismo, su propósito, sus actividades y su derrota venidera (Rev 12:9). Satanás fue el seductor de Adán y Eva (Gen 3:1-7; 2Co 11:3); le insinuó a Dios que Job le serví­a solamente por lo que obtení­a de ello (Job 1:9). Estuvo en contra de Israel (1Ch 21:1) y del sumo sacerdote de Dios (Zec 3:1-2). Bajo limitaciones impuestas divinamente, él puede ser instrumental en causar aflicción fí­sica o pérdida financiera (Job 1:11-22; Job 2:4-7; Luk 13:16; 2Co 12:7). El arrebata la palabra de Dios sembrada en los corazones de los no salvos (Mat 13:19), siembra sus creyentes falsos entre los hijos del reino (Mat 13:25, Mat 13:38-39), enceguece las mentes de la gente hacia el evangelio (2Co 4:3-4), y les induce a aceptar su mentira (2Th 2:9-10). Muchas veces, se transforma a sí­ mismo en ángel de luz, presentando a sus falsos apóstoles como mensajeros de la verdad (2Co 11:13-15). El pugna en conflicto feroz con los santos (Eph 6:11-18), siempre está alerta para tratar de destruirles (1Pe 5:8) e impide la obra de los siervos de Dios (1Th 2:18). Se dice de ciertos miembros de la iglesia quienes fueron expulsados que habí­an sido entregados a Satanás pero con el propósito de producir su corrección, no su destrucción (1Co 5:5; 1Ti 1:20).

Aunque Satanás fue juzgado en la cruz (Joh 13:31-33), todaví­a se le permite llevar a cabo el conflicto, muchas veces con sorprendente éxito. Sin embargo, su perdición revelada es segura. Ahora él tiene un campo de actividades en las esferas celestiales (Eph 6:12); será lanzado abajo a la tierra y causará gran aflicción por causa de su ira, la que ejercerá a través del dragón (2Th 2:9; Rev 12:7-12; Rev 13:2-8). Con el regreso de Cristo a la tierra, él será encarcelado en el pozo del abismo por 1.000 años. Cuando sea excarcelado por un tiempo, intentará de nuevo engañar a las naciones, mas será lanzado al fuego eterno preparado para él y sus ángeles (Mat 25:41), para sufrir la perdición eterna con los que él engañó (Rev 20:1-3, Rev 20:7-10).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Ver “Diablo”.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

íngel de gran belleza y poder que se rebeló contra Dios y lucha con sus ayudantes, los demonios, en contra de los propósitos divinos en la creación y la redención. La mayorí­a de los estudiosos interpretan buena parte del capí­tulo 28 de Ezequiel como referente a S. él es el †œquerubí­n cubridor† (VRV 1609) y †œquerubí­n protector†, de quien se dice: †œEn Edén, en el huerto de Dios, estuviste…† (Eze 28:12-19). También se habla de él en Isa 14:12-15 (†œÂ¡Cómo caí­ste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decí­as en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono…†).

No se trata de un simple sí­mbolo del mal, pues es una realidad viviente, una persona con gran inteligencia y astucia (†œ… como la serpiente con su astucia engañó a Eva…† [2Co 11:3]); con deseos y planes (†œ…subiré … levantaré…†). La mentira es parte de su naturaleza, porque †œcuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso y padre de mentira† [Jua 8:44]). Se especializa en el engaño y la falsedad, para lo cual †œse disfraza como ángel de luz† (2Co 11:14).
í­ como atacó a Job (Job 1:6-12), vive acusando a los creyentes †œdelante de nuestro Dios dí­a y noche† (Apo 12:10).
la Biblia se alude a él con una serie de nombres:

†¢Beelzebú. Nombre que los judí­os derivaron de †¢Baal-zebub (†œseñor de las moscas†), una deidad que se adoraba en la ciudad filistea de †¢Ecrón, cuyo culto estaba relacionado con la sanidad de enfermedades. Los fariseos, viendo las sanidades que hací­a el Señor Jesús, decí­an: †œEste no echa fuera los demonios sino por B., prí­ncipe de los demonios† (Mat 12:24; Luc 11:15).

Belial. El impí­o y perverso por antonomasia (2Co 6:15).

Diablo (calumniador, acusador). En el NT se utiliza el término diábolos para señalar a S. (Luc 4:2, Luc 4:13). Este último nombre es el usado en el AT, donde significa †œenemigo, adversario†. En Apo 12:9 se unen los dos nombres al decir: †œla serpiente antigua, que se llama diablo y S. el cual engaña al mundo entero†. Sin embargo, también se usa la palabra en el NT para indicar a hombres calumniadores (diábolos [1Ti 3:11; 2Ti 3:3; Tit 2:3]).

Dios de este siglo. Una referencia a su gobierno sobre las estructuras humanas negadoras de Dios (2Co 4:4).

El maligno. Es el que, siendo malo, vive intensamente para hacer mal a los seres humanos (Jua 17:15; 1Jn 5:18).

El tentador. Por su empeño en hacer caer a los creyentes en el pecado y el error (1Te 3:5).

Gran dragón. Es la gran fiera que quiere devorar la obra de Dios (Apo 12:4, Apo 12:9).

Lucifer (brillante, de mucha luz). Así­ se le llama en Isa 14:12.

Querubí­n protector. Una alusión a su lugar privilegiado en la creación, cosa que, de por sí­, llama a respeto (Eze 28:14, Eze 28:16).

Prí­ncipe de este mundo. En el sentido del cosmos compuesto por los ángeles y hombres que se oponen a Dios (Jua 12:31; Jua 16:11).

Prí­ncipe de la potestad del aire. Tí­tulo que pone énfasis en su dominio sobre los seres angelicales malignos (Efe 2:2).

Prí­ncipe de los demonios. Como jefe de éstos (Mat 12:24; Luc 11:15).

Serpiente Antigua. Es una alusión a su participación en la †¢caí­da de Adán y Eva (Gn. 3). Este uso aparece en Apo 12:9.
enemigo de Dios y de su obra, S. sembró en el corazón de los seres humanos la duda sobre el carácter de Dios (†œNo moriréis; sino que sabe Dios que el dí­a que comáis … serán abiertos vuestros ojos … sabiendo el bien y el mal† [Gen 3:4-5]). Utiliza diversos métodos para sus maléficos planes. Unas veces niega la verdad de Dios, pero en otras ocasiones utiliza †œfalsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo† (2Co 11:13). Desafortunadamente, algunos apostatan de la fe, escuchando a estos mensajeros de S., que son verdaderos †œespí­ritus engañadores† que traen †œdoctrinas de demonios† (1Ti 4:1-3).

él es el que †œquita† del corazón de los oyentes †œla palabra, para que no crean y se salven† (Luc 8:12). Esto lo hace cegando †œel entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios† (2Co 4:4). Pero †œel Hijo de Dios† apareció †œpara deshacer las obras del diablo† (1Jn 3:8). Resistió todas sus tentaciones (Mat 4:1-11), lo enfrentó y lo venció. †œDespojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz† (Col 2:15). Por eso los creyentes pueden también vencerle †œpor medio de la sangre del Cordero† (Apo 12:11; 1Jn 2:13).
del libro de Apocalipsis muestra a S. en su empeño en contra de Dios, su dedicación al engaño de las naciones y su final destrucción. Finalmente, S. será †œlanzado en el lago de fuego y azufre†, junto con sus ángeles, donde †œserán atormentados dí­a y noche por los siglos de los siglos† (Apo 20:10). †¢íngeles. †¢Baal-zebú. †¢Belial. †¢Demonios. †¢Principados y potestades.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

[298]
Término hebreo (satán) que significa adversario y que tradicionalmente se le atribuye al Demonio o Diablo, en cuanto enemigo de Dios y de los hombres.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(v. demonio, satanismo)

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización

Del verbo hebreo satan (en griego diábolos), quiere decir adversario, acusador. Para la revelación judeocristiana, Satanás es el espí­ritu malo que induce al hombre al mal y que ejerce cierto dominio sobre el mundo hasta el dí­a del juicio final.

El Antiguo Testamento habla raras veces de Satanás. Inicialmente no aparece como adversario de Dios, sino como voluntad hostil al hombre (Job 1 3), que está bajo el dominio de Dios (Zac 3,1-5). En Gn 3,1 aparece la serpiente como el más astuto de los animales que induce al hombre al pecadc) (3,1 -5): el libro de la Sabidurí­a señala que la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo (Sab 2,23-24).

En el Nuevo Testamento Cristo es el que destruye el poder de Satanás. La frase: ” He visto a Satanás cayendo como un rayo del cielo” (Lc l0,18) indica la acción salví­fica de Jesús como una lucha contra el poder de las “tinieblas'” (Hch 28,18). Sin embargo, el “prí­ncipe de este mundo”, que ya ha sido juzgado (Jn 16,11), no tiene ningún poder sobre Cristo (Jn 14,30). Los cristianos tienen que vestirse de la armadura de Cristo para estar firmes contra los ataques de Satanás (Ef6,11-13). Su obra de seducción proseguirá hasta el fin de los tiempos, cuando será arrojado al estanque de fuego (Ap 20,10).

Los Padres y los teólogos medievales elaboraron teorí­as sobre el origen de Satanás y de los demás espí­ritus malos, sobre su caí­da, sobre el lugar donde reside, sobre su autoridad y su influencia en los hombres.

El Magisterio ha definido que Satanás fue creado por Dios como ángel bueno (concilio de Praga, 561: DS457) y que, junto con los demás demonios, se hizo malo por su culpa (concilio 1V de Letrán, 1215: DS 800). El Vaticano II habla de Satanás con mucha sobriedad, refiriéndose al hombre (GS 13; 37) y a la obra salví­fica de Cristo (LG 5), continuada por la Iglesia (GS 9).

Algunos teólogos contemporáneos se preguntan si la figura de Satanás nc) pertenecerá a un contexto semí­tico actualmente insuficiente; se interesan más bien por el poder colectivo del mal y tienden a reducir la posesión diabólica a casos de enfermedades nerviosas o mentales. Pablo VI y Juan Pablo II han reafirmado la fe católica en la existencia de Satanás y de espí­ritus malos, que inducen al hombre a la realización del mal.

E. C Ravó

Bibl.: A, Marranzini, íngeles y demonios, en DTI, 1, 413-430; D, Zaehringer Los demonios, en MS, 11, 736-768; F Schierse – Michl, Satán, en CFT 1V, 207-224; H. Haag, El diablo: su existencia como problema, Herder Barcelona 1978; AA, VV , número monográfico de Concilium 103 (1975).

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

(Resistidor).
En muchos lugares de las Escrituras Hebreas aparece la palabra sa·tán sin el artí­culo definido, la primera de ellas con referencia al ángel que se puso en pie en el camino para resistir a Balaam cuando este salió con el objetivo de maldecir a los israelitas. (Nú 22:22, 32.) En algunas ocasiones, dicho término se refiere a personas que resisten a otras. (1Sa 29:4; 2Sa 19:21, 22; 1Re 5:4; 11:14, 23, 25.) Pero para referirse a Satanás el Diablo, el adversario principal de Dios, se utiliza la palabra con el artí­culo definido ha. (Job 1:6, nota; 2:1-7; Zac 3:1, 2.) En las Escrituras Griegas la palabra sa·ta·nás aplica a Satanás el Diablo casi todas las veces que se emplea, y por lo general va acompañada del artí­culo definido ho.

Su origen. Las Escrituras indican que la criatura conocida como Satanás no siempre tuvo ese nombre, sino que se le dio debido a que tomó un proceder de oposición y resistencia a Dios. No se revela el nombre que tení­a antes. Dios es el único Creador, y †˜su actividad es perfecta†™ y sin ninguna injusticia. (Dt 32:4.) Por lo tanto, cuando fue creado, era una criatura de Dios perfecta y justa. Es una persona celestial, pues compareció en el cielo en la presencia de Dios. (Job 1, 2; Rev 12:9.) Jesucristo dijo de él: †œEse era homicida cuando principió, y no permaneció firme en la verdad, porque la verdad no está en él†. (Jn 8:44; 1Jn 3:8.) Con estas palabras mostró que Satanás estuvo una vez en la verdad, pero la abandonó. Su acción abierta de rebelión al apartar a Adán y Eva de Dios constituyó un homicidio, pues acarreó la muerte de Adán y Eva, lo que, a su vez, trajo el pecado y la muerte a su prole. (Ro 5:12.) Las cualidades y acciones que se le atribuyen por todas las Escrituras solo se podrí­an atribuir a una persona, nunca a una cualidad abstracta del mal. Está claro que los judí­os, así­ como Jesús y sus discí­pulos, sabí­an que Satanás era una persona.
Desde un comienzo justo y perfecto, esta persona celestial se desvió hacia el pecado y la degradación. Santiago explica el proceso que lo llevó al pecado cuando dice: †œCada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo. Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado; a su vez, el pecado, cuando se ha realizado, produce la muerte†. (Snt 1:14, 15.) El proceder emprendido por Satanás en algunos respectos parece paralelo al del rey de Tiro descrito en Ezequiel 28:11-19. (Véase PERFECCIí“N [El primer pecador y el rey de Tiro].)
El relato bí­blico deja claro que Satanás habló por medio de una serpiente, y sedujo a Eva para que desobedeciera el mandato de Dios. A su vez, Eva indujo a Adán a tomar el mismo derrotero rebelde. (Gé 3:1-7; 2Co 11:3.) En consecuencia, la Biblia da a Satanás el tí­tulo de †œSerpiente†, tí­tulo que, por el uso que Satanás hizo de la serpiente, adquirió el significado de †œengañador†; él también se convirtió en †œel Tentador† (Mt 4:3) y un mentiroso, †œel padre de la mentira†. (Jn 8:44; Rev 12:9.)

Hace surgir la cuestión de la soberaní­a. Cuando Satanás abordó a Eva (mediante las palabras de la serpiente), en realidad desafió la legitimidad y justicia de la soberaní­a de Jehová. Dio a entender que Dios estaba reteniendo algo de la mujer sin ningún derecho, y además le acusó de mentiroso por decir que ella morirí­a si comí­a del fruto prohibido. También le hizo creer a Eva que serí­a libre e independiente de Dios, igual a El. Por este medio, esta malvada criatura celestial se elevó a sí­ misma por encima de Dios a los ojos de Eva y pasó a ser su dios, aunque, al parecer, en ese momento ella no conocí­a la identidad del que la engañaba. Su acción colocó al hombre y a la mujer bajo su acaudillamiento y control, y lo convirtió a él en un dios rival opuesto a Jehová. (Gé 3:1-7.)
Al descorrer el velo y ofrecer una vislumbre de cuestiones celestiales, la Biblia revela que Satanás compareció después ante Jehová en el cielo como un dios rival, desafiándole en su propio rostro, y diciendo que podí­a apartar de El a su siervo Job y, por extensión, a cualquier siervo suyo. En realidad, acusó a Dios de concederle injustamente a Job todas las cosas, además de total protección, de manera que él no podí­a probar a Job y demostrar que realmente habí­a maldad en su corazón. Dio a entender que Job serví­a a Dios principalmente por motivos egoí­stas. Dejó claro que tení­a esta opinión al decir: †œPiel en el interés de piel, y todo lo que el hombre tiene lo dará en el interés de su alma. Para variar, sí­rvete alargar la mano, y toca hasta su hueso y su carne, y ve si no te maldice en tu misma cara†. (Job 1:6-12; 2:1-7; véase SOBERANíA.)
En este caso particular, Jehová permitió que Satanás plagase a Job de calamidades: no impidió que Satanás causara una incursión de merodeadores sabeos, así­ como la aniquilación de sus rebaños y pastores mediante lo que el mensajero llamó †œel mismí­simo fuego de Dios† desde los cielos, sobre el que no se especifica si eran rayos u otro tipo de fuego. Satanás también causó una incursión de tres bandas de caldeos y una tempestad de viento. Con estos medios destruyó todas las propiedades de Job y mató a todos sus hijos. Finalmente, le infligió una enfermedad repugnante a Job mismo. (Job 1:13-19; 2:7, 8.)
Todo esto pone de manifiesto la fuerza y el poder de la criatura celestial llamada Satanás, así­ como su actitud cruel y asesina.
Sin embargo, es importante notar que Satanás reconoció su impotencia frente al mandato expreso de Dios, pues no desafió el poder y la autoridad de Dios cuando se le prohibió quitarle la vida a Job. (Job 2:6.)

Su continua oposición a Dios. Al desafiar a Dios y acusar a sus siervos de que no mostrarí­an integridad, Satanás se hizo acreedor de su tí­tulo †œDiablo†, que significa †œCalumniador†. Se merecí­a ese tí­tulo por haber calumniado a Jehová Dios en el Jardí­n de Edén.

Se le unen otros demonios inicuos. Antes del diluvio del dí­a de Noé, otros ángeles de Dios dejaron su propio lugar de habitación en los cielos y el puesto que allí­ tení­an asignado, materializaron cuerpos humanos, vinieron a morar en la Tierra, tomaron esposas para sí­ y produjeron una prole a la que se llamó nefilim. (Gé 6:1-4; 1Pe 3:19, 20; 2Pe 2:4; Jud 6; véanse HIJO[S] DE DIOS; NEFILIM.) Al dejar de servir a Dios, estos ángeles quedaron bajo el control de Satanás. Por consiguiente, a este se le llama †œel gobernante de los demonios†. En una ocasión, cuando Jesús expulsó los demonios de un hombre, los fariseos le acusaron de hacerlo gracias al poder de †œBeelzebub, el gobernante de los demonios†. La respuesta de Jesús: †œSi Satanás expulsa a Satanás, ha llegado a estar dividido contra sí­ mismo†, muestra que ellos se referí­an a Satanás. (Mt 12:22-27.)
El apóstol Pablo relaciona a Satanás con las †œfuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales†, y las llama †œlos gobernantes mundiales de esta oscuridad†. (Ef 6:11, 12.) Por tratarse de una fuerza invisible cuyo dominio abarca las inmediaciones de la Tierra, se llama a Satanás el †œgobernante de la autoridad del aire†. (Ef 2:2.) En Revelación se le muestra como el que está †œextraviando a toda la tierra habitada†. (Rev 12:9.) El apóstol Juan dijo que †œel mundo entero yace en el poder del inicuo†. (1Jn 5:19.) Por lo tanto, él es †œel gobernante de este mundo†. (Jn 12:31.) Por esta razón, Santiago escribió que †œla amistad con el mundo es enemistad con Dios†. (Snt 4:4.)

Su lucha por destruir a la †œdescendencia†. Satanás se esforzó desde el mismo principio por impedir que viniese la prometida †œdescendencia† de Abrahán. (Gé 12:7.) Por lo visto, intentó que Sara se contaminase para que no fuese digna de dar a luz a la descendencia; pero Dios la protegió. (Gé 20:1-18.) Hizo todo lo posible por destruir a aquellos a quienes Dios escogió como descendencia de Abrahán, la nación de Israel. Con ese fin, los indujo a pecar e hizo que otras naciones atacaran a Israel, como muestra la historia bí­blica. Un punto culminante de los intentos ambiciosos de Satanás en su lucha contra Dios, que él consideró un éxito, llegó cuando el rey de la tercera potencia mundial de la historia bí­blica, Babilonia, tomó Jerusalén; derrocó a Sedequí­as, rey del linaje de David; destruyó el templo de Jehová, y desoló Jerusalén y Judá. (Eze 21:25-27.)
Como la dinastí­a babilonia encabezada por Nabucodonosor obraba como instrumento de Satanás, mantuvo a Israel en el exilio por sesenta y ocho años, justo hasta el momento de su caí­da. De hecho, Babilonia no tení­a la intención de dejar en libertad a sus cautivos, una actitud que reflejaba la arrogancia y los designios ambiciosos de Satanás, que actuaba como dios rival opuesto al Dios Soberano Universal, Jehová. Los reyes babilonios adoraban al í­dolo-dios Marduk, a la diosa Istar y a un nutrido panteón de deidades, por lo que eran en realidad demonólatras, y como parte del mundo alejado de Dios, estaban bajo el control de Satanás. (Sl 96:5; 1Co 10:20; Ef 2:12; Col 1:21.)
Satanás habí­a logrado imbuir al rey de Babilonia de la ambición de dominar al mundo, incluso †œel trono de Jehovᆝ (1Cr 29:23) y †œlas estrellas de Dios†, la dinastí­a daví­dica que ocupaba el trono sobre el monte Moria (por extensión, Sión). Este †œrey†, es decir, la dinastí­a babilonia, se habí­a envanecido en su corazón y era a sus ojos y a los ojos de sus admiradores †œel resplandeciente†, un †œhijo del alba†. (Hay traducciones que conservan el término †œLucifer†, que emplea la Vulgata latina. Sin embargo, ese término solo traduce la voz hebrea heh·lél, †œresplandeciente†; no se trata de un nombre ni de un tí­tulo, solo se emplea para aludir a la actitud arrogante que asumió la dinastí­a babilonia encabezada por Nabucodonosor.) (Isa 14:4-21.) Como Babilonia era un instrumento de Satanás, era de esperar que su †œrey† reflejara la misma ambición desmedida que él tení­a. Una vez más, Jehová salió al rescate de su pueblo y lo repatrió, a la espera de que llegase la descendencia o simiente prometida. (Esd 1:1-6.)

Sus esfuerzos por hacer tropezar a Jesús. Como Satanás sabí­a que Jesús era el Hijo de Dios y aquel de quien se habí­a profetizado que lo magullarí­a en la cabeza (Gé 3:15), hizo todo lo que pudo por destruirle. No obstante, cuando el ángel Gabriel anunció a Marí­a la concepción de Jesús, le dijo: †œEspí­ritu santo vendrá sobre ti, y poder del Altí­simo te cubrirá con su sombra. Por eso, también, lo que nace será llamado santo, Hijo de Dios†. (Lu 1:35.) Jehová protegió a su Hijo, de modo que los esfuerzos por destruir a Jesús cuando aún era un niño no tuvieron éxito. (Mt 2:1-15.) Dios continuó protegiéndole durante su juventud. Después de su bautismo, Satanás se le acercó en el desierto, donde le sometió a tres tentaciones diferentes y difí­ciles, en las que Jesús probó cabalmente su devoción a Jehová. En una de las tres, Satanás le mostró todos los reinos del mundo, de los que afirmó ser el dueño. Aunque Jesús no contradijo esta afirmación, se negó a considerar siquiera por un instante la idea de conseguir antes el Reino mediante esta oferta, ni tampoco se planteó hacer algo solo para satisfacer su ego. Su respuesta inmediata a Satanás fue: †œÂ¡Vete, Satanás! Porque está escrito: †˜Es a Jehová tu Dios a quien tienes que adorar, y es solo a él a quien tienes que rendir servicio sagrado†™†. Ante esto, †œel Diablo […] se retiró de él hasta otro tiempo conveniente†. (Mt 4:1-11; Lu 4:13.) Este incidente ilustra la verdad de las palabras que Santiago escribió después: †œOpónganse al Diablo, y él huirá de ustedes†. (Snt 4:7.)
Jesús se mantuvo alerta al peligro de las maquinaciones de Satanás y al hecho de que este deseaba hacerle abrigar ideas contrarias a la voluntad de Jehová a fin de destruirle. Esto se demostró cuando Pedro, con buenas intenciones, lo sometió a una tentación. Jesús habí­a hablado del sufrimiento y la muerte que tení­a que experimentar. †œCon eso, Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: †˜Sé bondadoso contigo mismo, Señor; tú absolutamente no tendrás este destino†™. Pero él, dándole la espalda, dijo a Pedro: †˜Â¡Ponte detrás de mí­, Satanás! Me eres un tropiezo, porque no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres†™†. (Mt 16:21-23.)
Jesús estuvo en peligro durante todo su ministerio. Satanás utilizó agentes humanos para oponerse a él e intentar hacerle tropezar o bien matarlo. En una ocasión las personas estuvieron a punto de hacerle rey. Pero él no quiso dar consideración alguna a una proposición como esa; solo aceptarí­a un nombramiento de esa naturaleza en el momento y de la manera indicados por Dios. (Jn 6:15.) En otra ocasión intentaron matarlo los habitantes de su propio pueblo natal (Lu 4:22-30); sufrió el acoso constante de aquellos a quienes Satanás usó para intentar atraparlo. (Mt 22:15.) Pero todos los esfuerzos de Satanás por hacer que Jesús pecase en el más leve pensamiento o acción fracasaron. Se demostró cabalmente que Satanás era un mentiroso y que habí­a fracasado en desafiar la soberaní­a de Dios y la integridad de sus siervos. Como Jesús dijo poco antes de su muerte, †œahora se somete a juicio a este mundo; ahora el gobernante de este mundo será echado fuera†, en completo descrédito. (Jn 12:31.) Satanás ejercí­a control sobre toda la humanidad por medio del pecado. Pero después de celebrar la última Pascua con sus discí­pulos, sabiendo que Satanás pronto le causarí­a la muerte, Jesús pudo decir: †œEl gobernante del mundo viene. Y él no tiene dominio sobre mí­†. (Jn 14:30.)
Unas pocas horas después, Satanás consiguió darle muerte, apoderándose primero de uno de sus apóstoles y valiéndose luego de los lí­deres judí­os y de la potencia mundial romana para ejecutar a Jesús de manera dolorosa e ignominiosa. (Lu 22:3; Jn 13:26, 27; caps. 18, 19.) Satanás actuó como el †œque tiene el medio para causar la muerte, es decir, [el] Diablo†. (Heb 2:14; Lu 22:53.) Pero con esto Satanás no favoreció su causa; solo cumplió, sin quererlo, la profecí­a que requerí­a que Jesús muriese como un sacrificio. La muerte de Jesús en inocencia proveyó el precio de rescate para la humanidad, y por medio de su muerte (y su posterior resurrección por Dios) Jesús entonces podí­a ayudar a la humanidad pecaminosa a escapar del control de Satanás, pues, como está escrito, Jesús se hizo sangre y carne †œpara que por su muerte redujera a nada al que tiene el medio para causar la muerte, es decir, al Diablo; y emancipara a todos los que por temor de la muerte estaban sujetos a esclavitud durante toda su vida†. (Heb 2:14, 15.)

Continúa luchando contra los cristianos. Después de la muerte y resurrección de Jesús, Satanás continuó librando una batalla sin cuartel contra los seguidores de Cristo. El libro de Hechos y las cartas de las Escrituras Griegas Cristianas suministran numerosas pruebas de esto. Pablo dijo que se le habí­a dado †œuna espina en la carne, un ángel de Satanás, que siguiera [abofeteándole]†. (2Co 12:7.) Como habí­a hecho con Eva, Satanás disfrazó su verdadera naturaleza y propósitos †œtransformándose en ángel de luz†, y sus agentes también siguieron †œtransformándose en ministros de justicia†. (2Co 11:14, 15.) Ministros de esa clase fueron los falsos apóstoles que lucharon contra Pablo (2Co 11:13), y aquellos de Efeso †˜que dijeron ser judí­os y sin embargo eran una sinagoga de Satanás†™. (Rev 2:9.) Satanás nunca cesó de acusar †œdí­a y noche† a los cristianos, y, como en el caso de Job, desafiar su integridad. (Rev 12:10; Lu 22:31.) No obstante, los cristianos tienen †œun ayudante para con el Padre, a Jesucristo, uno que es justo†, que comparece ante la persona de Dios en favor suyo. (1Jn 2:1.)

Se le arrojará en el abismo y finalmente se le destruirá. Cuando Satanás hizo que Eva y después Adán se rebelaran contra Dios, El le dijo a la serpiente (en realidad a Satanás, pues un simple animal no podí­a entender las cuestiones en juego): †œPolvo es lo que comerás todos los dí­as de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella. El te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón†. (Gé 3:14, 15.) Dios reveló que como se arrojaba a Satanás de la organización santa de Dios, no tendrí­a ninguna esperanza alentadora, sino que, por decirlo así­, †˜comerí­a polvo†™ hasta que muriese. La †œdescendencia† finalmente le magullarí­a en la cabeza, lo que significarí­a una herida mortal. Cuando Cristo estuvo en la Tierra, los demonios le identificaron como Aquel que tení­a que arrojarlos al †œabismo†, al parecer, una condición de restricción que en un relato paralelo se relaciona con †˜tormento†™. (Mt 8:29; Lu 8:30, 31; véase TORMENTO.)
En el libro de Revelación se habla de los últimos dí­as de Satanás, así­ como de su fin. En él se dice que cuando Cristo toma el poder del Reino, Satanás es arrojado del cielo a la Tierra sin poder acceder más a los cielos, como hací­a en los dí­as de Job y durante siglos después. (Rev 12:7-12.) A partir de esta derrota, a Satanás solo le queda †œun corto espacio de tiempo†, durante el cual guerrea contra †œlos restantes de la descendencia de ella, los cuales observan los mandamientos de Dios y tienen la obra de dar testimonio de Jesús†. En consonancia con sus esfuerzos por devorar a los que quedan de la descendencia de la mujer, se le llama el †œdragón†, un engullidor o aplastador. (Rev 12:16, 17; compárese con Jer 51:34, donde Jeremí­as habla de Jerusalén y Judá, y dice: †œNabucodorosor el rey de Babilonia […] me ha tragado como lo harí­a una culebra grande† [o: †œun dragón†, nota].) En el relato anterior de su lucha contra la mujer y sus esfuerzos por devorar a su hijo varón, se le representa como †œun dragón grande de color de fuego†. (Rev 12:3.)
El capí­tulo 20 de Revelación relata la acción de atar y abismar a Satanás por mil años a manos de un gran ángel —Jesucristo— que tiene la llave del abismo y es la †œdescendencia† que ha de magullar a Satanás en la cabeza. (Compárese con Rev 1:18; véase ABISMO.)
El esfuerzo final de Satanás culmina en una derrota permanente. La profecí­a dice que será desatado por †œun poco de tiempo† tan pronto como termine el Reino milenario de Cristo, y que conducirá a las personas rebeldes a otro ataque contra la soberaní­a de Dios; pero se le arroja, junto con sus demonios, al lago de fuego y azufre, es decir, la destrucción eterna. (Rev 20:1-3, 7-10; compárese con Mt 25:41; véase LAGO DE FUEGO.)

¿Qué significa †˜entregar a una persona a Satanás para la destrucción de la carne†™?
Cuando el apóstol Pablo dio instrucciones a la congregación de Corinto en cuanto a la acción que se debí­a tomar con un miembro de la congregación que cometí­a la maldad de mantener relaciones incestuosas con la esposa de su padre, escribió: †œEntreguen a tal hombre a Satanás para la destrucción de la carne†. (1Co 5:5.) Este era un mandato de expulsar al hombre de la congregación y cortar todo compañerismo con él. (1Co 5:13.) El que se le entregara a Satanás significaba que estarí­a fuera de la congregación, en el mundo del que Satanás es dios y gobernante. Este hombre era como un †œpoco de levadura† en †œtoda la masa†, es decir, †œla carne† o elemento carnal dentro de la congregación; al expulsar a este hombre incestuoso, la congregación, que es de inclinación espiritual, destruirí­a †œla carne† que habí­a en ella. (1Co 5:6, 7.) De manera similar, Pablo entregó a Himeneo y Alejandro a Satanás, porque habí­an rechazado la fe y una buena conciencia y habí­an experimentado el naufragio de su fe. (1Ti 1:20.)
Parece que más tarde el hombre que habí­a cometido el incesto en Corinto se arrepintió y se limpió de su maldad, lo que movió al apóstol Pablo a recomendar que le recibieran de nuevo en la congregación. Una razón por la que los exhortó a perdonar fue: †œPara que no seamos alcanzados por Satanás, porque no estamos en ignorancia de sus designios†. (2Co 2:11.) En la primera ocasión Satanás habí­a conseguido perjudicar a la congregación, y el apóstol la reprendió por su indulgencia, porque estaba †˜hinchada†™ al permitir que el hombre inicuo continuase con su práctica sin tener en cuenta el oprobio que causaba. (1Co 5:2.) Pero, por otro lado, si entonces los corintios se iban al otro extremo y se negaban a perdonar al arrepentido, Satanás los alcanzarí­a por la otra dirección, es decir, podrí­a aprovecharse de su dureza y de que no estaban dispuestos a perdonar. La Palabra de Dios ilumina a los cristianos para que se den cuenta de la existencia de Satanás, de su poder, de sus designios y propósitos y de su manera de obrar, de manera que puedan luchar contra este enemigo espiritual con las armas espirituales que Dios provee. (Ef 6:13-17.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

satan (ºf;c; , 7854), “adversario; Satanás”. Este vocablo aparece 24 veces en el Antiguo Testamento. La mayorí­a de ellas se refiere a la lucha cósmica en el mundo invisible entre Dios y las fuerzas de las tinieblas. En Psa 38:20, David clama que sirve de blanco de los ataques de sus “adversarios”. Posiblemente sufria por sus errores; y dentro de su voluntad permisiva, Dios usa a los enemigos de David para disciplinar a su siervo. Otro salmo expresa la angustia de un hombre santo y su profunda fe en el Señor. El autor ora por los “adversarios” de su alma: “Sean avergonzados y desfallezcan los adversarios de mi alma. Sean cubiertos de vergüenza y de confusión los que buscan mi mal” (Psa 71:13 rva). El texto habla de la realidad de los poderes de las tinieblas que se oponen a una persona que quiere vivir para Dios. Los salmos imprecatorios claman por juicio contra los enemigos, reflejando la batalla en el mundo invisible entre las tinieblas y la luz. Aunque los enemigos de David pasaron a ser sus “adversarios”, siguió orando por ellos (Psa 109:4). Puesto que sus enemigos le pagaron mal por bien y odio por amor, el rey ora: “Levanta contra él a un impí­o, y un acusador [satan] esté a su mano derecha” (Psa 109:6 rva). Cuando hablaron mal en contra de su alma, David reclama la retribución del Señor para sus “adversarios” (Psa 109:20) y, finalmente, debido a que los acusadores de David tramaban tanto mal en su contra, pide que sus acusadores sean vestidos de ignominia y confusión (Psa 109:29). En todos estos pasajes, Dios actúa indirectamente al permitir que se levanten “adversarios” de su pueblo. En otro caso, David mostró misericordia con los miembros de la casa de Saúl que le maldijeron y desearon mala suerte cuando huyó de Absalón (2Sa 16:5 ). David impidió que los jefes de su ejército matasen a los de la familia de Saúl que se arrepintieron de sus delitos. El rey no quiso que sus jefes se convirtieran en sus “adversarios” en un dí­a de victoria y regocijo (2Sa 19:22). Dios también puede ser “adversario”. Cuando Balam fue a maldecir a los hijos de Israel, Dios le advirtió que no lo hiciera. Cuando el profeta se empeñó en hacerlo, Dios lo disciplinó: “Pero el furor de Dios se encendió cuando él iba, y el ángel de Jehová se presentó en el camino como un adversario suyo” (Num 22:22 rva). Dios se colocó como un “adversario” porque ninguna maldición podrí­a deshacer los pactos y acuerdos ya hechos con Israel. Dios entabló una controversia en contra de Salomón. Cuando este añadió cada vez más mujeres paganas a su harén, Dios se sintió sumamente molesto (Deu 17:17). Sin embargo, cuando el rey construyó santuarios paganos para sus mujeres, Dios levantó “adversarios” contra él (1Ki 11:14). Esta oposición directa fue la causante de la insurrección de los edomitas y sirios contra Israel. Otro caso de intervención especial fue cuando “Satanás [lit. “un adversario”] se levantó contra Israel e incitó a David a que hiciese un censo de Israel” (1Ch 21:1 rva). (Puesto que en hebreo no se encuentra en este caso un artí­culo definido, se trata literalmente de “un adversario”.) En un pasaje paralelo, fue Dios el que motivó a David a censar a Israel y Judá (2Sa 24:1). Como en los casos en que Dios levanta un “adversario” en contra de Salomón, aquí­ también Dios actúa directamente para probar a David con el fin de enseñarle una lección importante. Dios pone a prueba a creyentes para que puedan tomar decisiones justas y no depender de sus propias fuerzas. En el libro de Job, la palabra Satan siempre va precedida del artí­culo definido (Job 1:6-12; 2.1–7), por lo que el término aquí­ enfatiza el papel de Satanás como “el adversario”. Dios permitió que Satanás probara la fe de Job y el adversario impuso muchos males y dolores sobre el patriarca. Satanás no era todopoderoso puesto que admitió su incapacidad de sobreponerse a la protección de Dios para con Job (Job 1.10). Penetró la “cerca” solamente con la autorización divina y únicamente en instancias especí­ficas que demostrarí­an la justicia de Dios. Job fue el campo de batalla entre las fuerzas de las tinieblas y de la luz. Aprendió que a Satanás podí­a derrotar si tomaba buenas decisiones y que Dios se glorifica en cada circunstancia. Zacarí­as narra una visión en que “Josué, el sumo sacerdote †¦ estaba delante del ángel de Jehová y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle [lit. “en calidad de adversario”] (Zec 3:1 rva). El Señor reprende al “adversario” (Zec 3:2). Una vez más, Satanás entra en conflicto con los propósitos de Dios y de sus ángeles, sin embargo el “adversario” no es todopoderoso y está sujeto a la reprensión de Dios mismo. Un uso más genérico de satan (“adversario”) se encuentra en 1Ki 5:4 (rva): “Pero ahora, Jehová mi Dios me ha dado reposo por todas partes; no existe adversario ni calamidad”. En otro caso, David se pasó al lado de los filisteos; al intentar pelear con ellos en contra de Israel, algunos de los lí­deres de los filisteos dudaron de la sinceridad de David, creyendo que serí­a un “adversario” en cualquier batalla entre los dos ejércitos (1Sa 29:4). En la Septuaginta, el término es diabolos.

Fuente: Diccionario Vine Antiguo Testamento

satanas (Satana`”, 4567), forma griega derivada del arameo (Heb., Satan), adversario. Se utiliza: (a) de un ángel de Jehová en Num 22:22 (primer empleo de la palabra en el AT); (b) de hombres (p.ej., 1Sa 29:4; Psa 38:20; 71.13; cuatro veces en el Psa_109); (c) de Satanás, el diablo, unas diecisiete o dieciocho veces en el AT; en Zec 3:1, donde el nombre recibe su interpretación: “para acusarle” (RV: “para serle adversario”). En el NT esta palabra se utiliza siempre de Satanás, el adversario: (a) de Dios y Cristo (p.ej., Mat 4:10; 12.26; Mc 1.13; 3.23,26; 4.15; Luk 4:8, TR; 11.18; 22.3; Joh 13:27); (b) de su pueblo (p.ej., Luk 22:31; Act 5:3; Rom 16:20; 1Co 5:5; 7.5; 2Co 2:11; 11.14; 12.7; 1Th 2:18; 1Ti 1:20; 5.15; Rev 2:9,13, dos veces, 24; 3.9); (c) de la humanidad (Luk 13:16; Act 26:18; 2Th 2:9; Rev 12:9; 20.7). Su suerte, sellada en la cruz, se predice en sus etapas en Luk 10:18; Rev 20:2,10. Los creyentes reciben la certeza de la victoria sobre El (Rom 16:20). El nombre fue dado por el Señor a Pedro, como hombre satánico, en ocasión en que este intentó disuadirle de ir a la muerte (Mat 16:23; Mc 8.33).¶ Satanás no es simplemente la personificación de malas influencias en el corazón, porque tentó a Cristo, en cuyo corazón jamás podrí­a haber surgido ningún mal pensamiento (Joh 14:30; 2Co 5:21; Heb 4:15); además, su personalidad es afirmada tanto en el AT como en el NT, y ello especialmente en este último, en tanto que si el lenguaje del AT hubiera tenido la intención de ser figurado, el NT lo hubiera evidenciado. Véase DIABLO.

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

Satanás (hebreo, ʾsaṭān, «un adversario») es una criatura angélica de alto rango que, antes de la creación de la raza humana, se rebeló contra el Creador y llegó a ser el principal antagonista de Dios y del hombre. En larga medida, los teólogos se han rehusado a aplicar las profecías de Is. 14:12–14 y Ez. 28:12–15 a Satanás, argumentando que ellas sólo se dirigen al rey de Babilonia, en primer lugar, y al rey de Tiro, en segundo lugar. Otros contienden que esta interpretación no tiene base por dos razones. Primero, falla en el hecho de que no se percata de que estas profecías transcienden por mucho a cualquier gobernante humano; y, en segundo lugar, ignora la íntima conexión que Satanás tiene en las Escrituras con el gobierno del sistema mundial satánico (Dn. 10:13; Ef. 6:12), del cual tanto Babilonia como Tiro son parte. En su extensión total, estos pasajes describen la pasada carrera de Satanás como «Lucifer» y «Querubín ungido» en su esplendor antes de la caída. También describen su apostasía al arrastrar consigo una gran multitud de criaturas celestiales de menor rango (Ap. 12:4).

Estos ángeles caídos (demonios) encalan en dos clases: (1) los que están libres y (2) los encarcelados. Los primeros vagan por los cielos con su príncipe líder Satanás (Mt. 12:24). Sus emisarios son tantos que hacen que el poder de Satanás sea casi ubicuo. Los ángeles (demonios) que están en cadenas son evidentemente culpables de una iniquidad más grosera, y están encarcelados en el Tártaro (2 P. 2:4; Jud. 1:6). Muchos teólogos conectan a estos demonios en prisión con ángeles caídos que cohabitaron con mujeres mortales (Gn. 6:1–4).

Satanás fue el causante de la caída de la raza humana (Gn. 3). Su juicio fue predicho en el Edén (Gn. 3:15), lo que fue llevado a cabo en la cruz (Jn. 12:31–33). Como creado, venía después de Dios en poder (Ez. 28:11–16). Sin embargo, es tan sólo una criatura, limitado, y su poder es por permisión de la omnipotencia y omnisciencia divinas.

La doctrina bíblica de Satanás no es una copia del dualismo persa tal como algunos eruditos alegan insanamente. Aun cuando Satanás, después del juicio de la cruz (Col. 2:15), continúa reinando como usurpador (2 Co. 4:4), y trabaja en tentar y acusar a los hombres (Ap. 12:10), será arrojado tanto de los cielos (Ap. 12:7–12) como de la tierra (Ap. 5:1–19:16), y será confinado al abismo por mil años (Ap. 20:1–3).

Cuando sea soltado del abismo al final de los mil años, hará el último intento de llevar su ejército contra Dios (Ap. 20:8–9). Esto producirá su derrota final cuando sea arrojado al lago de fuego (Ap. 20:10), que ha sido preparado para él y sus inicuos cómplices angélicos (Mt. 25:41). Éste será el único lugar donde los ángeles malos y los hombres inconversos serán tenidos en aislamiento o cuarentena, de tal forma que el resto del universo sin pecado no sea corrompido en el estado eterno.

La presente actividad de Satanás es extensa y destructiva. Dios permite su maligna actividad por sólo este tiempo. Los demonios tienen que hacer lo que Satanás dice. Los no salvos están largamente controlados por Satanás, y él gobierna sobre ellos por medio del sistema pecaminoso del mundo, del cual él es la cabeza y del cual los irregenerados son parte (Is. 14:17; 2 Co. 4:3–4; Ef. 2:2; Col. 1:13).

Hasta donde los salvados concierne, Satanás entra en conflicto con ellos (Ef. 6:11–18), los tienta y busca corromperlos y destruir su testimonio, y aun su vida física (1 Co. 5:5; 1 Jn. 5:16). La furia satánica y demoníaca fue arrojada en contra del Cristo encarnado. El poder de una humanidad sin pecado llamaba a una tentación especial de nuestro Señor (Mt. 4:1–11). El intenso brillo de su luz que manifestó en su vida terrenal, el que era «la luz del mundo» (Jn. 8:12) puso a descubierto las tinieblas de los poderes del mal. Ésta es la explicación de la explosión sin precedente del demonismo que se describe en los evangelios. Fue a causa de que Dios ungió a Jesús de Nazaret con «el Espíritu Santo y poder» que él «fue haciendo bien y sanando a todos los que eran oprimidos por el mal» (Hch. 10:38).

BIBLIOGRAFÍA

L.S Chafer, Systematic Theology, II, pp. 33–98; todos los libros regulares de teología y diccionarios; Jules Michelet, Satanism and Witchcraft.

Merrill F. Unger

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (562). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología

Nombre del príncipe del mal, heb. śāṭān, gr. Satanas, que significa básicamente “adversario” (se traduce así el vocablo en, p. ej., Nm. 22.22). En los dos primeros capítulos de Job leemos que “Satanás” se presentó ante Dios entre “los hijos de Dios”. Se afirma a veces que en tales pasajes no se considera a Satanás como un ser particularmente malo, sino simplemente como uno más entre las huestes celestiales. Desde luego que no tenemos aun la doctrina plenamente elaborada pero, por lo pronto, las actividades de “Satanás” son negativas para Job. Las referencias veterotestamentarias a Satanás son pocas, pero se lo ve constantemente dedicado a actividades contrarias al bien del hombre. Impulsa a David a contar al pueblo (1 Cr. 21.1). Se ubica a la diestra de Josué, el sumo sacerdote, “para acusarle”, atrayendo así la reprensión del Señor (Zac. 3.1s). El salmista piensa que es una calamidad tener a Satanás ubicado a la mano derecha (Sal. 109.6, pero cf. °vm “un adversario”, °sba “un acusador”). Juan nos dice que “el diablo peca desde el principio” (1 Jn. 3.8), y las referencias veterotestamentarias apoyan este concepto.

La mayor parte de la información que tenemos, sin embargo, proviene del NT, donde el ser supremamente malo se conoce como Satanás o “el diablo” (ho diabolos) indistintamente, empleándose también ocasionalmente Beelzebú (o variantes como Beelzeboul, Bezeboul) (Mt. 10.25; 12.24, 27). Otras expresiones, tales como “príncipe de este mundo” (Jn. 14.30) o “príncipe de la potestad del aire” (Ef. 2.2), también aparecen. Siempre se lo pinta como hostil para con Dios, y obrando en contra de los planes de Dios. Mateo y Lucas nos dicen que cuando comenzó su ministerio Jesús fue sometido a una severa prueba cuando Satanás lo tentó a llevar a cabo su misión con espíritu inadecuado (Mt. 4; Lc. 4; véase tamb. Mr. 1.13). Cuando se completó el período de prueba el diablo lo dejó “por un tiempo, lo cual indica que la lucha volvió a entablarse posteriormente. Esto resulta claro igualmente por la afirmación de que “fue tentado en todo según nuestra semejanza” (He. 4.15). Este conflicto no es incidental. El propósito expreso de la venida de Jesús al mundo fue el de “deshacer las obras del diablo” (1 Jn. 3.8; cf. He. 2.14). En todas partes el NT ve un gran conflicto entre las fuerzas de Dios y el bien, por una parte, y las del mal, al mando de Satanás, por otra. Este no es el concepto de uno u otro de los escritores aisladamente, sino compartido por todos.

No cabe duda de la seriedad del conflicto. Pedro recalca la ferocidad de la oposición cuando dice que el diablo “como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 P. 5.8). Pablo piensa más bien en la astucia empleada por el maligno. “Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Co. 11.14), de modo que no debe sorprender que sus esbirros aparezcan atractivamente ataviados. A los efesios se les exhorta a vestir “toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Ef. 6.11), y hay referencias al “lazo del diablo” (1 Ti. 3.7; 2 Ti. 2.26). El efecto de tales pasajes es el de destacar que los cristianos (y hasta los arcángeles, Jud. 9) enfrentan un conflicto que se lleva a cabo no sólo implacable sino astutamente. No tienen la posibilidad de eludir el conflicto. Tampoco pueden suponer que el mal aparecerá siempre como algo obviamente malo. Se hace necesario contar con juicio discriminatorio, como también valentía. Pero la oposición decidida siempre tendrá éxito. Pedro nos exhorta a resistir al diablo “firmes en la fe” (1 P. 5.9), y Santiago dice: “Resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Stg. 4.7). Pablo exhorta a no dar “lugar [e. d. oportunidad] al diablo” (Ef. 4.27), y lo que sugiere la idea de vestir toda la armadura de Dios es que de este modo el creyente podrá resistir todo lo que quiera hacerle al maligno (Ef. 6.11, 13). Pablo pone su confianza en la fidelidad de Dios. “Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podeis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Co. 10.13). Tiene plena conciencia de los recursos con que cuenta Satanás, y de que está siempre procurando obtener “ventaja sobre nosotros”. Pero agrega que “no ignorarnos sus maquinaciones” (o, como lo vierte F. J. Rae, “conozco sus mañas”) (2 Co. 2.11).

Satanás se opone constantemente al evangelio, como podemos ver a lo largo del ministerio del Señor. Obraba a través de los seguidores de Cristo, como cuando Pedro rechazó el concepto de la cruz y tuvo que oír la reprensión, “¡quítate de delante de mí, Satanás!” (Mt. 16.23). Satanás tenía planes adicionales con respecto a Pedro, pero el Señor oró por él (Lc. 22.31s). Obraba también por medio de los enemigos de Jesús, por cuanto Jesús pudo decir de los que se le oponían, “vosotros sois de vuestro padre el diablo” (Jn. 8.44). Todo esto llega a su punto culminante en la pasión. La acción de Judas se atribuye a la actividad del maligno. Satanás “entró … en Judas” (Lc. 22.3; Jn. 13.27). “El diablo … había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase” (Jn. 13.2). Con la cruz a la vista Jesús pudo decir, “viene el príncipe de este mundo” (Jn. 14.30).

Satanás sigue tentando a los hombres (1 Co. 7.5). Leemos que obró en el caso de un creyente profesante, Ananías (“¿por qué llenó Satanás tu corazón … ?”, Hch. 5.8), y en el de un enemigo declarado del camino cristiano, Elimas (“hijo del diablo”, Hch. 13.10). El principio general aparece en 1 Jn. 3.8: “El que practica el pecado es del diablo.” El hombre puede entregarse hasta tal punto a Satanás que en efecto le llega a pertenecer. Se vuelve “hijo” suyo (1 Jn. 3.10). Así, leemos acerca de la “sinagoga de Satanás” (Ap. 2.9; 3.9), y acerca de hombres que moran “donde está el trono de Satanás” (Ap. 2.13). Satanás entorpece la obra de los misioneros (1 Ts. 2.18). Se lleva la buena semilla sembrada en el corazón de los hombres (Mr. 4.15). Siembra los “hijos del malo” en el campo, que es el mundo (Mt. 13.38s). Su actividad puede producir efectos físicos (Lc. 13.16). Se lo pinta invariablemente como habilidoso y activo.

Pero el NT ofrece seguridad en cuanto a sus limitaciones y su derrota. Su poder es derivado (Lc. 4.6). Sólo puede ejercer su actividad dentro de los límites que Dios le ha fijado (Job 1.12; 2.6; 1 Co. 10.13; Ap. 20.2, 7). Incluso puede ser usado para impulsar la causa del bien (1 Co. 5.5; cf. 2 Co. 12.. Jesús vio una victoria preliminar en la misión de los Sesenta (Lc. 10.18). Nuestro Señor consideraba que el “fuego eterno” fue “preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt. 25.41), y Juan ve el cumplimiento de esto (Ap. 20.10). Ya hemos visto que el conflicto con Satanás llega a su culminación con la pasión. Allí Jesús se refiere a él como el que será “echado fuera” (Jn. 12.31), y “juzgado (Jn. 16.11). Se alude explícitamente a la victoria en He. 2.14; 1 Jn. 3.8. La tarea de los predicadores consiste en convertir a los hombres de la potestad de Satanás a Dios” (Hch. 26.18). Pablo puede decir confiadamente que “el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies (Ro. 16.20).

El testimonio del NT, por lo tanto, es claro. Satanás constituye una realidad maligna, siempre hostil a Dios y al pueblo de Dios. Pero ya ha sido derrotado en la vida, la muerte, y la resurrección de Cristo, y dicha derrota se hará obvia y completa al final de la era. (* Anticristo; * Espíritus malos)

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L.M.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico