SILO

Jos 18:1 toda la congregación .. se reunió en S
Psa 78:60 dejó, por tanto, el tabernáculo de S


Silo (heb. Shîlôh, Shîlô, Shilô y Shilôh, “tranquilo [tranquilidad, reposo]”, “cómodo”). Ciudad ubicada a unos 16 km al norte de Betel y a unos 5 km al sudeste de Lebona, al este de la principal carretera que va de Jerusalén a Siquem. Su nombre moderno es Seilûn. Las excavaciones practicadas han puesto de manifiesto que esta ciudad ya existí­a algún tiempo antes de la invasión hebrea. No se sabe como cayó en manos de los israelitas, quienes la poseyeron desde los tiempos de Josué hasta que los filisteos la destruyeron 300 años más tarde. En Silo se levantó el tabernáculo (Jos 18:1), se distribuyó la tierra (vs 8-10) y, mientras los israelitas acampaban, Josué murió (24:1, 29). En Jdg 21:19-24 se nos dice que cada año se celebraba en Silo una “fiesta solemne de Jehová”, con jovencitas que danzaban. Hacia fines del perí­odo de los jueces Elí­ oficiaba como sumo sacerdote en Silo, y bajo su tutela el profeta Samuel llegó a la edad adulta (1Sa_1-3). En ese tiempo los filisteos se apoderaron del arca en la batalla de Afec (4:1-11), y probablemente destruyeron Silo, conclusión a la que se puede llegar gracias al hecho de que el arca no fue llevada a ese lugar -cuando los filisteos se la devolvieron a los israelitas (6:21-7:2)- sino a Quiriat-jearim. Las excavaciones practicadas demuestran que su destrucción tuvo que haber ocurrido c 1100 a.C., fecha que concuerda con la cronologí­a bí­blica, según la cual el arca habrí­a sido tomada medio siglo antes de la coronación de Saúl. La ciudad permaneció en ruinas por muchos siglos, y parece que Jeremí­as no la conoció en otra condición (Jer 7:12, 14; 26:6, 9). Pero al parecer tení­a algunos habitantes, puesto que allí­ viví­a el profeta Abí­as en la época de Jeroboam I (1Ki 14:2, 4), y también ciertos hombres que fueron asesinados en Mizpa mientras iban a Jerusalén para llevar ofrendas al templo que estaba en ruinas en tiempos de Jeremí­as (Jer 41:5). Silo volvió a ser una ciudad habitada en el perí­odo helení­stico, y continuó siéndolo hasta la época de Bizancio. Una expedición danesa bajo la dirección de H. Kjaer y A. Schmidt excavaron partes de la antigua 1096 ciudad entre los años 1926 y 1932. Mapa VI, D-3. Bib.: H. Kjaer, PEFQS 59 (1927):202-213; 63 (1931):71-88; JPOS 10 (1930):87-174; W. F. Albright, AJA 39 (1935):143, 144. 464. Ruinas antiguas en Silo.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

ciudad en las montañas de Efraí­m, a unos quince kilómetros al norte de Betel, al oriente de la calzada que sube de Betel a Siquem y al sur de Leboná, Jc 21, 19. Después de la conquista de la tierra de Canaán, habiéndose ya repartido parte de la tierra, aquí­ en S. se reunieron los israelitas, se estableció la Tienda del Encuentro se repartió el territorio a las siete tribus restantes, a las de Benjamí­n, Simeón, Zabulón, Isacar, Aser, Neftalí­ y Dan, Jos 18; 19; aquí­ se sortearon las ciudades leví­ticas, Jos 21. S. se convirtió, entonces, en uno de los más importantes de los israelitas, Jos 21, 2; 22, 9 y 12. En tiempos de los jueces, el Arca estaba aquí­ instalada, 1 S 1, 3. Cuando nació el profeta Samuel, el sacerdocio en el santuario de S. era ejercido por Elí­, con sus dos hijos Jofní­ y Pinjás, 1 S 1, 3. En este santuario fue dejado Samuel por sus padres, bajo el cuidado y dirección del sacerdote Elí­, consagrado a Yahvéh, 1 S 1, 27-28; 2, 11.

Cuando los israelitas peleaban con los filisteos en la batalla de Afeq, aquéllos fueron por el Arca a S., pero fueron derrotados y el Arca capturada por los filisteos y llevada a Asdod. En esta batalla perecieron los hijos del sacerdote Elí­, y éste murió tras recibir estas noticias, 1 S 4, 1-18. En esta guerra, el santuario de S. fue destruido, tragedia nacional que sólo se volverá a mencionar en Sal 78 (77), 60; Jr 7-12/14; 26, 6.

El profeta Ají­as de la época de Jeroboam, primer rey de Israel, era natural de S., 1 R 11, 29; 1 Cro 10, 15.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Lo interesante para el lector de la Biblia no es el lugar de Siló — hebreo: Silo; hoy Selun —, sino el recinto sagrado de ese asentamiento antiguo. Selun queda a 18 km al sur de Nablús y a 30 km al norte de Jerusalén.
Se menciona el santuario de Siló con el arca de la alianza en tiempos de Elí­, cuando Samuel serví­a allí­ como un joven nazireo (1Sam 1-3). Los israelitas sacaron de allí­ el arca para que les acompañase en la guerra contra los filisteos; pero en dicha guerra el santuario fue destruido y el arca ya no regresó más allí­ (1Sa 4:1-11). Los daneses han excavado en Siló y han podido establecer su destrucción hacia el 1050 a.C., lo que corresponde a la época de la mentada guerra filistea.
La ciudad de Siló se asentaba sobre una colina, mientras que el santuario estaba a 500 m al sur de la ciudad, junto a una fuente, y según parece en una viña. Pero el santuario no era una tienda de la alianza, sino un templo. Por lo demás, las tradiciones no concuerdan al respecto. Narraciones posteriores también gustan de trasladar el arca de la alianza a Siló.
Según el libro de Josué (18ss), en Siló se hizo el último reparto de la tierra y se fijaron las ciudades de asilo y las leví­ticas; todo ello junto a la tienda de la alianza. Esa localización prueba poco acerca de la tienda de la alianza, pero sí­ certifica que Siló se contaba entre las primeras conquistas o logros de Israel en Canaán.
El recinto sagrado de Siló pudo perfectamente haber sido ya anteriormente un lugar sagrado de los cananeos. Los israelitas (¿de los alrededores?) peregrinaban una vez al año hasta Siló, según cuenta 1Sa 1:3 al narrar las peregrinaciones de los padres de Samuel. Probablemente esa fiesta de peregrinación coincidí­a con la festividad de Pascua, que tal vez en Siló acogió la tradición de peregrinaje de la fiesta cananea de la cosecha.
Hay dudas sobre si ha de considerarse a Siló como el santuario central. En ningún caso fue una especie de antecedente de Jerusalén, sino a lo más un santuario destacado por tener, o mientras tuvo, el arca con la Ley.

Fuente: Diccionario de Geografía de la Biblia

En la cima de una colina a 5 kms. al oriente de la carretera principal, ca. 19 kms. Al sur de *Siquem, está la villa árabe de Seilum, que ocupa el sitio del antiguo Silo (véase Jue. 21:19). En este lugar aislado, los israelitas se reunieron después de la división de Canaán entre las tribus y establecieron el tabernáculo que servirí­a como su santuario nacional (Jos. 18:1). El tabernáculo, o †œtienda de reunión†, habí­a sido un santuario portátil durante los años de peregrinaje, pero en Silo llegó a ser una estructura más permanente (Jue. 18:31), a la cual los peregrinos vení­an para sus fiestas anuales (1 S. 1:3). Aunque la naturaleza de esta †œcasa de Dios† en Silo no se conoce, se lee de †œun pilar del templo de Jehovᆝ (1 S. 1:9), al lado del cual Elí­ el sacerdote se sentaba.
La Escritura no menciona la destrucción de Silo; pero la sugiere claramente. El arca sagrada fue llevada por Israel a la batalla de Afec, y cayó en las manos de los filisteos (1 S. 4). Cuando ellos decidieron devolverla a Israel, no regresó a Silo, sino que fue colocada en la casa de un hombre llamado Abinadab en Quiriat-jearim, al oeste de Jerusalén. Es probable que Silo fuera destruida durante las guerras filisteas, esto puede ser un hecho que parece haber sido bien conocido en los tiempos de Jeremí­as, ya que el profeta se dirige a los jerosolimitanos de su generación conuna advertencia en relación con el templo: †œ†¦ pondré esta casa como a Silo †¦† (Jer. 26:6; véase 7:12; 26:9).
En septiembre de 1922, H. Kjaer y Aage Schmidt excavaron un número de fosos de prueba a través de los escombros en Seilum y encontraron cerámica de los perí­odos arábigo, grecorromano y del israelita primitive (1200–1050 a. de J.C. ). Schmidt periódicamente renovó la excavación de Silo hasta su muerte en 1952. Aunque no se informaron mayors descubrimientos, la evidencia de la cerámica se ajusta perfectamente a lo que se podrí­a esperar del registro bí­blico. No hay evidencia de que hubiera en ninguna época una colonia cananea en Silo. Parece haber sido seleccionada a propósito por su ubicación central para el arca, y la ciudad entonces creció alrededor del santuario, construido para albergar el arca. Después que el arca fue tomada por los filisteos, el sacredocio parece haberse radicado en Nob (1 S. 22:11); en los alrededores de Jerusalén. La cerámica no indica colonia en Silo desde ca. 1050 a. de J.C. , hasta ca. 300 a. de J.C. , aunque la posibilidad de una ciudad sin importancia en el sitio no puede ser desechada. El profeta que anunció a Jeroboam que él serí­a rey de las 10 tribus es llamado †œAhí­as el silonita† (1 R. 11:29), un nombre que sugiere que habí­a alguna comunidad en Silo aún en el tiempo de Salomón. Posteriormente, sin embargo, la ciudad existió sólo en la memoria de los profetas y salmistas de Israel (véase Sal. 78:60).
BIBLIOGRAFIA: A. T. Richardson, †œThe Site of Shiloh†, PEQ , LIX, 1927, págs. 85–88. H. Kjaer, †œThe Danish Excavation of Shiloh, Preliminary Report†, PEQ , LIX, 1927, págs. 202–213. †œThe Excavation of Shiloh, 1929†, JPOS . X, 1930, págs. 87–174. †œShiloh. A Summary Report of the Second Danish Expedition, 1929†, PEQ , LXIII, 1931, págs. 71–88. W. F. Albright, †œThe Danish Excavations at Seilun – A Correction†, PEQ , LIX, 1927, págs. 157–158.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

Lugar en el territorio de Efraí­n que sirvió de centro de culto. Quedaba †œal norte de Bet-el, y al lado oriental del camino que sube de Bet-el a Siquem y al sur de Lebona† (Jue 21:19). Se le identifica con Tel Seilún, a unos 48 km al N de Jerusalén. Allí­ se puso el †¢tabernáculo †œdespués que la tierra les fue sometida† a los hijos de Israel (Jos 18:1) y Josué †œles echó suertes† para determinar la distribución de la tierra a las tribus (Jos 18:9-10; Jos 19:51).

En una celebración anual en S. las doncellas salí­an a bailar, cosa que fue aprovechada por los benjamitas para raptar esposas después de la guerra civil. Como los demás israelitas habí­an jurado no darles sus hijas por esposas, tuvieron que raptarlas (Jue 21:12-23). Ana, la madre de Samuel, vení­a con su esposo †¢Elcana a adorar en S. (1Sa 1:3). Allí­ los hijos de †¢Elí­ practicaban su maldad en el †¢tabernáculo (1Sa 2:14). Dios †œvolvió a aparecer en S.†, manifestando la condición profética de Samuel (1Sa 3:21). Cuando el arca fue tomada por los filisteos, no volvió a S. sino que fue llevada a casa de †¢Abinadab (1Sa 7:1). S. fue destruida en ese tiempo, pero siempre fue recordada como lugar sagrado. Allí­ viví­an descendientes del sacerdote †¢Elí­ (1Sa 14:3) y también el profeta †¢Ahí­as (1Re 14:2). Jeremí­as recuerda la destrucción de S. para anunciar que lo mismo pasarí­a a Jerusalén (Jer 7:12-14; Jer 26:6; Jer 26:9).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, CIUD

sit, a2, 307, 276

vet, Ciudad al norte de Bet-el, al sur de Lebona, al este de la ruta principal, comunicando Bet-el con Siquem (Jue. 21:19), hallándose en Efraí­n. Se identifica con Seilûn, a unos 16 Km. al nor-noreste de Bet-el. Bajo el mando de Josué, los israelitas erigieron el Tabernáculo en Silo (Jos. 18:1) y procedieron a echar suertes sobre las partes de Canaán que aún no habí­an sido asignadas (Jos. 18:8-10; 19:51; 22:9). Las tribus del oeste del Jordán se reunieron en Silo para convocar a sus hermanos establecidos al este del rí­o para que explicaran la erección de su altar (Jos. 22:12). En la época de los Jueces, los israelitas celebraban una fiesta anual en Silo en honor de Jehová (Jue. 21:19; 1 S. 1:3). En una de estas ocasiones, los benjamitas se apoderaron de jóvenes muchachas de Silo (Jue. 21:16-23). En la época de Elí­, y durante la infancia de Samuel, el tabernáculo y el arca se seguí­an hallando en esta localidad (Jue. 18:31; 1 S. 1:9, 24; 2:14, 22; 3:3, 21; 4:3, 4; 14:3). La toma del arca por parte de los filisteos significa que Dios habí­a abandonado a Silo (Sal. 78:60; Jer. 7:12, 14; 26:6, 9), dándose una suspensión del pacto concertado en Sinaí­, simbolizado en el arca y el ritual. Cuando los filisteos devolvieron el arca, no fue devuelta a Silo (1 S. 6:21; 7:1, 2; 2 S. 6:2, 11, 17). Samuel echó las bases de la reforma que llevarí­a a que los israelitas vieran restituidos sus privilegios del pacto. Ahí­as, el profeta de Silo, habí­a predicho la realeza futura de Jeroboam. La esposa de este soberano, cuyo hijo estaba gravemente enfermo, fue a Silo a preguntar al profeta si su hijo sanarí­a (1 R. 14:2, 4). La ciudad seguí­a estando habitada en tiempos de Jeremí­as (Jer. 41:5) y siguió existiendo durante los imperios griego, romano y bizantino.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Rapto de mujeres

(-> mujeres, guerra, vino). La viña es signo de la tierra, expresión de la vida y tarea del pueblo. Diversos pasajes del Antiguo Testamento aluden a una fiesta especial de la vendimia. Así­ se dice que los siquemitas “salieron al campo a vendimiar sus viñas, pisaron las uvas, celebraron fiesta y entraron al templo de su Dios” (Je 9,27). Estos celebrantes del vino pertenecen a un tiempo en que Israel no habí­a surgido plenamente todaví­a: adoran al dios Berit (de la Alianza) de Siquem, no son aún yahvistas, de manera que podemos decir que la fiesta de las uvas tiene su origen en el paganismo. Pero una antigua tradición, recreada dramáticamente en Je 19-21, recuerda también las fiestas yahvistas del vino, asociándolas al baile de las muchachas y a las bodas.

(1) Silo. Fiesta del vino. Estamos en Silo, no en Siquem. El santuario parece rodeado de viñas, que son signo de felicidad y bodas. Cerca del templo, en el dí­a de la fiesta, se elevan y bailan las muchachas maduras para el amor, signo del vino de la vida (y viceversa: las viñas son también expresión de las muchachas). Pues bien, una triste y durí­sima historia, que el texto acaba de contar, recuerda que los benjaminitas (representantes de una famosa tribu de Israel) carecen de mujeres: los jefes de las otras tribus han jurado no darles sus hijas por esposas y por eso (a pesar de que los benjaminitas han hecho una guerra para raptar a las mujeres* de Jabes Galaad) perecerán como tribu, morirán sin descendencia (cf. Je 21,1-14). Para impedir que eso suceda, invirtiendo así­ una historia de muerte que ha empezado con la violación atroz de la mujer de un levita caminante (Je 19-20), los sabios y prudentes de Israel proponen una estratagema: ofrecerán mujeres buenas (danzantes de la fiesta de las viñas) para los violentos benjaminitas: “¿Qué podemos hacer para proporcionar mujeres a los que quedan, pues las mujeres de Benjamí­n han sido exterminadas? ¿Cómo conservar un resto a Benjamí­n para que no sea borrada una tribu de Israel? Porque nosotros no podemos darles nuestras hijas en matrimonio… Y dieron esta orden a los benjaminitas: Id a poner una emboscada entre las viñas. Estaréis alerta, y cuando las mu chachas de Silo dancen en corro, saldréis de las viñas y raptaréis cada uno una mujer de entre las muchachas de Silo y os iréis a la tierra de Benjamí­n. Si sus padres o hermanos vienen a querellarse contra vosotros, les diremos: Hacednos el favor de perdonarles… Así­ lo hicieron y cada uno llevó a una mujer, de entre las danzarinas que raptaron; luego se fueron, volvieron a su heredad, reedificaron las ciudades y se establecieron en ellas” (Je 21,16-23). Esta escena se sitúa en la fiesta de Yahvé, en el baile de las viñas. Las ví­rgenes solteras danzando entre las cepas, como portadoras del buen vino de la vida, son signo supremo de Dios (= vida), para estos brutales guerreros, que han corrido el riesgo de morir sin descendencia, en guerra infinita de infamias orgullosas.

(2) Vendimia y rapto de mujeres. El problema habí­a empezado con la violación y asesinato ritual de una mujer (esposa de un levita). El problema se resuelve cuando las muchachas salen a bailar entre las viñas, dispuestas a ofrecer su vida como vino de gozo y fecundidad para los varones. Ellas son representantes de Dios, portadores de vida. Se dice que la danza se celebra en la fiesta de Yahvé, en Silo, junto al santuario. Puede haber baile y fiesta en el momento en que las viñas empiezan a brotar… (cf. Cant 6,11; 7,12-13). Pero es mucho más probable que el festejo estalle con la vendimia ya acabada, en el tiempo de la fiesta que se llama de los Tabernáculos, que es celebración del vino y matrimonio. No han venido sólo las muchachas casaderas, sino que están en fiesta sus padres y hermanos, es decir, sus tutores. Las muchachas bailan, elevando con el ritmo de sus cuerpos un canto a la vida. Se supone que los hombres beben el vino nuevo (mosto) recién preparado de la uva de las viñas. Ellos beben, se alegran, miran y se fijan en aquellas que son más convenientes, para buscarlas después y ofrecerles matrimonio. Con esto acabará el verano. Un año más se animarán las bodas, acabada la vendimia. Allí­ mismo se estipulan los contratos: unos roban, otros consienten, ellas son raptadas. Pues bien, en ese momento, mientras unos beben y otras bailan, los duros benjaminitas, que han estado ocultos tras la parras, irrumpen decididos en el baile y rap tan a las muchachas. Evidentemente se produce un alboroto: gritan unos y otras, protestan los parientes… Pero todo acaba en paz: los parientes aceptan el rapto. Las muchachas que han ido al corro de las viñas a ofrecerse en matrimonio, tienen que dejarse raptar (es su destino). ¿Triunfa la vida? ¿Triunfa el puro vino de violencia? .

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

Silo significa “pací­fico” o “lugar de descanso”, y era una ciudad importante y centro israelita cerca de 38 Kms. al norte de Jerusalén y 16 Kms. al sur de Siquem. La descripción tan exacta de su posición (Jueces 21:19) parece apuntar claramente a Khir-bert Seilun. Un valle profundo corre al norte del lugar. Hay un manantial hermoso que brota un poco más adelante en el valle y un muro. Este manantial suple el agua, y pudiera haber sido el lugar donde las hijas de Silo fueron cautivadas. Ahora no hay viñas en el distrito, pero en las laderas hay indicios de que en la antigüedad fueron cultivadas.
La mayor parte de las ruinas son recientes. Al pie de un monte está una mezquita que está en decadencia. Otro edificio parece haber sido una sinagoga. Hay muchas cisternas y muchos seprulcros labrados en piedra; se cree que los cuerpos de Elí­ y de sus hijos fueron sepultados ahí­. A poca distancia al otro lado al norte, sobre una terraza, está cortado en la roca un tosco cuadrángulo de 121 por 24 ms. que pudiera haber sido el sitio de “la casa del Señor ” que estaba en Silo.
Aquí­ Israel se reunió después de la conquista y cada tribu recibió terreno, Josué
18-22.
Lugar en que estuvo el arca y el tabernáculo en el tiempo de los Jueces, Jueces
18:1, 31.
Donde los benjamitas cautivaron las mozas para esposas, Jueces 21:16-25. Donde Elí­ juzgó y Ana oró por un hijo, 1 Samuel 1:1-2:10.
La iniquidad de los hijos de Elí­, 1 Samuel 2:12-36.
Samuel fue llamado por Dios, 1 Samuel 3. Donde Elí­ murió, 1 Samuel 4.
Donde Samuel juzgó a Israel, 1 Samuel 7: 16, 17.
Aquí­ profetizó Ahí­as contra Jeroboam, 1 Reyes 14:1-20.
El rey asirio devolvió a Jeremí­as su libertad, Jeremí­as 40:1-6.
Usado como una ilustración y una amonestación, Salmo 78:60; Jeremí­as
7:12, 14; 26:6.

Fuente: Diccionario Geográfico de la Biblia

(Aquel de Quien Es; Aquel a Quien Pertenece).

1. Cuando pronunció una bendición sobre Judá, el moribundo patriarca Jacob dijo: †œEl cetro no se apartará de Judá, ni el bastón de comandante de entre sus pies, hasta que venga Siló; y a él pertenecerá la obediencia de los pueblos†. (Gé 49:10.) Desde la gobernación de David de Judá, el poder para gobernar (el bastón de comandante) y la soberaní­a real (el cetro) fueron posesión de la tribu de Judá. Así­ tení­a que continuar hasta que viniera Siló, lo que indicaba que el linaje real de Judá terminarí­a en Siló como heredero permanente. De manera similar, antes de que se echara abajo el reino de Judá, Jehová le dijo al último rey de Judá, Sedequí­as, que la gobernación le serí­a dada a uno que tendrí­a el derecho legal. (Eze 21:26, 27.) Este serí­a Siló, ya que el nombre †œSiló† se entiende que significa †œAquel de Quien Es; Aquel a Quien Pertenece†.
En los siglos siguientes, Jesucristo fue el único descendiente de David a quien se prometió la gobernación real. El ángel Gabriel le dijo a Marí­a antes del nacimiento de Jesús: †œJehová Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y de su reino no habrá fin†. (Lu 1:32, 33.) Por lo tanto, Siló tiene que ser Jesucristo, †œel León que es de la tribu de Judᆝ. (Rev 5:5; compárese con Isa 11:10; Ro 15:12.)
Es interesante notar sobre el antiguo punto de vista judí­o de Génesis 49:10 que toda la antigüedad judí­a aplicó la profecí­a al Mesí­as. Por ejemplo, el Targum de Onkelos (versión en inglés de Bernard Grossfeld) dice: †œHasta que venga el Mesí­as, a quien pertenece el reino†. Igualmente, el Targum palestinense (Neophyti 1, versión de Alejandro Dí­ez Macho) lee: †œHasta que venga el rey Mesí­as, del cual es la realeza†. Asimismo, el Talmud de Babilonia (Sanedrí­n, cap. XI, 98b) dice: †œ¿Cómo se llama [el Mesí­as]? —Se llama Shiló […], porque dice lo escrito: Hasta que venga Shiló† (corchetes del editor).

2. Ciudad situada en el territorio de Efraí­n y al †œnorte de Betel, hacia el oriente de la calzada que sube de Betel a Siquem y hacia el sur de Lebonᆝ. (Jue 21:19.) Hoy se la identifica con Khirbet Seilun (Shillo), a unos 15 Km. al NNE. de Betel, lo que encaja con esta descripción bí­blica. Este lugar está sobre una colina rodeada de otras más altas y un valle al SO.
Una vez que el tabernáculo se instaló en Siló (Jos 18:1), se terminó de repartir la tierra a los israelitas desde ese lugar. (Jos 18:1–21:42.) Después de la división de la tierra, las tribus del E. del Jordán erigieron un altar junto a ese rí­o. Las otras tribus consideraron esto como un acto de apostasí­a, por lo que se reunieron en Siló para luchar contra ellas. Sin embargo, una vez que se explicó que el altar iba a ser un monumento que simbolizaba su fidelidad a Jehová, se mantuvieron las relaciones pací­ficas. (Jos 22:10-34.)
Más tarde, 12.000 guerreros israelitas valientes emprendieron una acción punitiva contra los habitantes de Jabés-galaad por no unirse en la lucha contra los benjamitas. Sin embargo, 400 ví­rgenes de Jabés-galaad fueron llevadas a Siló y más tarde dadas a los benjamitas. A estos también se les mandó que tomasen otras esposas de entre las hijas de Siló, llevándoselas a la fuerza cuando las mujeres participaran en las danzas de corro relacionadas con la fiesta anual a Jehová que se celebraba en Siló. (Jue 21:8-23.)
El tabernáculo permaneció en Siló durante la mayor parte del perí­odo abarcado por el libro de Jueces, si no todo. (Jue 18:31; 1Sa 1:3, 9, 24; 2:14; 3:21; 1Re 2:27.) Poco antes de la muerte del sumo sacerdote Elí­, los israelitas sacaron el Arca del tabernáculo mientras luchaban contra los filisteos y la llevaron al campo de batalla, confiando en que su presencia les darí­a la victoria. Sin embargo, Jehová permitió que los filisteos capturaran el Arca. Esta nunca fue devuelta a Siló, lugar que representaba la presencia de Dios, lo que significó que Jehová habí­a abandonado ese lugar. (1Sa 4:2-11.) El salmista alude a este abandono de Siló (Sl 78:60, 61; compárese con 1Sa 4:21, 22), y en la profecí­a de Jeremí­as también se utiliza para ilustrar lo que Jehová le harí­a al templo de Jerusalén. (Jer 7:12, 14; 26:6, 9.)
En el siglo X a. E.C., el profeta Ahí­ya vivió en Siló. (1Re 12:15; 14:2, 4.) Después del asesinato de Guedalí­as, en 607 a. E.C., ciertos hombres de Siló (de la ciudad o bien de la región) fueron a Jerusalén para hacer sacrificios. (Jer 41:5.)

[Fotografí­a en la página 1026]
Siló; Jeremí­as utilizó su desolación como un ejemplo ví­vido

Fuente: Diccionario de la Biblia

Según Jue. 21.19, Silo estaba situada “al norte de Bet-el, y al lado oriental del camino que sube de Bet-el a Siquem, y al sur de Lebona”. Esto la identifica como la moderna Seilún, unos 14 km al N de Bet-el (Beitín), y 5 km al SE de el-Lubban. Este sitio fue excavado por daneses entre 1926 y 1932, y por Finkelstein, 1981–84. Existía allí una ciudad fortificada con una explanada en la edad del bronce media (2100–1600 a.C.); después de su destrucción hubo ocupación en escala reducida hasta alrededor del 1200 a.C., cuando se construyó un asentamiento israelita que incluía complejos de depósitos en las laderas de la explanada de la edad del bronce media. Este sitio fue destruido alrededor del 1050 a.C., probablemente por los filisteos. No se encontraron señales de la existencia de ningún templo en este período.

Según el registro bíblico, fue en Silo donde se levantó el tabernáculo de reunión en los primeros días de la conquista de la tierra prometida (Jos. 18.1), tabernáculo que constituyó el santuario principal de los israelitas durante la época de los jueces (Jue. 18.31). Silo era el lugar donde se llevaba a cabo un festival anual de danza en las viñas, tal vez durante la fiesta de la siega (Ex. 23.16), fiesta que en una ocasión dio a los hombres de Benjamín una oportunidad adecuada para apropiarse de las doncellas para tomarlas por esposas (Jue. 21.19ss), y es probable que esta fiesta se haya convertido en la peregrinación anual en la que los padres de Samuel tomaron parte posteriormente (1 S. 1.3). Para la época de Elí y sus hijos el santuario se había convertido en una conocida estructura para el culto centralizado, y la tienda de Josué había sido reemplazada por un templo (hêḵāl) con puerta y pilares (1 S. 1.9). Si bien las Escrituras no mencionan directamente su destrucción, es posible, dados los indicios arqueológicos, que esto fue lo que ocurrió, lo cual encuadraría bien con las referencias a Silo como ejemplo del juicio de Dios sobre por la iniquidad de su pueblo (Sal. 78.60; Jer. 7.12, 14; 26.6, 9). Por otra parte, se menciona a Ahías silonita en 1 R. 11.29; 14.2, y a otros habitantes de Silo en Jer. 41.5. Tiene que haber habido habitantes en alguna medida después del 1050 a.C., pero el sacerdocio fue transferido a Nob (1 S. 22.11; cf. 14.3) y Silo dejó de ser un centro religioso.

Referencia particularmente difícil es la de Gn. 49.10, “no será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh.” El heb. ˓aḏ kı̂-yāḇō˒ šı̂lōh puede traducirse de diferentes maneras. (i) Tomando Siloh como título mesiánico, como en °vrv2. (ii) “Hasta que él venga a Siloh” (como en °vp mg), con el sujeto como Judá y el cumplimiento en la reunión de Israel en Silo(h) en Jos. 18.1, ocasión en la que la tribu de Judá mostró gran nobleza al renunciar a la preeminencia de que había gozado antiguamente. (iii) Enmendando šı̂lōh a šellōh y traduciéndolo, de acuerdo con la LXX, “hasta que venga aquello que es de él”, o sea “las cosas que le están reservadas”, vaga esperanza mesiánica. (iv) Enmendando šı̂lōh a šay lô, como en °bj, “hasta tanto se le traiga tributo”. (v) Siguiendo una lectura variante en la LXX, “hasta que venga aquel a quien le pertenece” (°vrv2 mg, eds. Caribe; cf. tamb. °vp), sea lo que fuere el significado del “le” (Onkelos dice que se refiere al reino).

Los Padres preferían esta última interpretación; aparentemente no se tomó en serio la primera hasta el ss. XVI, excepto en un dudoso pasaje del Talmud. Contra Pelag (i) tenemos el hecho de que es la única mención; en ninguna otra parte vemos el uso de Siloh como título para el Mesías, y el NT no la reconoce como profecía. Si hubiera que tomarlo como título, tendría que significar algo así como “el dador de paz”, pero esto no resulta muy natural lingüísticamente. (ii) es plausible, pero apenas concuerda con lo que sabemos de la historia posterior de Judá; tampoco es usual que una bendición patriarcal tenga límite de tiempo. Una variante que nos permite obviar esta objeción es la traducción “mientras venga gente a Siloh”, o sea “para siempre”; pero esto significaría deformar el texto hebreo. (iii), (iv) y (v) requieren una enmienda de menor cuantía y las traducciones dejan mucho librado a la imaginación, pero Ez. 21.27 (v. 32 en heb.) muestra que una construcción similar podría ser aceptable; más aun, es probable que Ez. 21.27 sea reflejo deliberado a la vez que interpretación de Gn. 49.10. Sin embargo, se considera normalmente que el uso de še– para la partícula relativa es posterior (pero cf. Jue. 5.7).

Para estudios sobre las posibles interpretaciones, véanse especialmente los comentarios de J. Skinner y E. A. Speiser; en VT Supp. 1 (= Congress Volume, 1953), pp. 78–87, encontramos una interesante teoría de J. Lindblom. Para información arqueológica, véase H. Kjaer “Shiloh 1981”, IEJ 32, 1982; I. Finkelstein, Tel Aviv 12, 1985, pp. 123–180; id. BAR 12, 1986; A. S. Kaufman, “The Site of the Tabernacle at Shiloh”, BAR 14, 1988, pp. 46s; NEAEHL, pp. 1364–1370.

Bibliografía. R. de Vaux, Historia antigua de Israel, 1976, t(t). II, pp. 222ss; G. Auzou, La fuerza del Espíritu, 1968, pp. 324ss.

J.B.Tr.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico