TOBIAS

Tobí­as (heb. Tôbiyyâh[û], “Yahweh es bueno” o “bondad de Yahweh”; Cartas de Laquis,Tbyhw; nombre que aparece en las asas de algunos jarros heb. antiguos, y también grabado en piedra en ‘Arâq el-Emîr [véase Tobí­as 3]; cun. Tâbiya). 1. Levita nombrado por el rey Josafat para enseñar la ley en las ciudades de Judá (2Ch 7: 8). 2. Antepasado de una familia que regresó con Zorobabel a Jerusalén, después del exilio, y no pudo probar su nacionalidad hebrea (Ezr 2: 60; Neh 7: 62). 3. Funcionario amonita de familia noble, posiblemente medio judí­o. El, junto con Sanbalat (gobernador de Samaria) y Gesem (prí­ncipe de Qedar, en Arabia), fueron enemigos decididos de Nehemí­as y activos en el plan de suspender la reconstrucción del muro de Jerusalén (Neh 2: 10, 19; 4: 3, 7; 6: 1, 12, 14). Tobí­as estaba relacionado por casamientos con prominentes familias de Jerusalén (6: 17-19), y después de la partida de Nehemí­as le dieron una habitación en uno de los edificios adyacentes al templo. Cuando Nehemí­as regresó a Jerusalén después de varios años de ausencia, y encontró a Tobí­as instalado en el recinto del templo, inmediatamente lo expulsó (13: 4-8). La familia de Tobí­as evidentemente siguió desempeñando un papel importante en los asuntos de Transjordania, y de vez en cuando también en los de Judá. Las impresionantes ruinas de sus propiedades todaví­a se pueden ver en Arâq el-Emîr, a 23 km al oeste sudoeste de Amán, cerca de la moderna carretera que la une con Jericó (fig. 514). Se llevaron a cabo varias excavaciones en ese lugar, en 1961 y 1962, bajo la dirección de P. W. Lapp. Entre los descubrimientos realizados se encuentra la cabeza de una fuente que representa a un felino esculpido en sobrerrelieve sobre un gran trozo de dolomita jaspeada en blanco y rojo. Se la encontró en la parte baja de la mamposterí­a de las ruinas de un templo helení­stico, al cual los árabes llaman Qasr el-Abd, “el Castillo de los Siervos”, edificado en el s II a.C. Mapa XIV, D/E-4. Bib.: C. C. McCown, BA 20 (1957): 63-76; V. Mazar, IEJ 7 (1957): 137-145, 229-238; P. W. Lapp, EAEHL II: 527-531. 514. Parte de las ruinas del castillo de la familia de Tobí­as en Arâq el-Emîr, en Transjordania. 4. Exiliado judí­o de quien el profeta Zacarí­as recibió plata y oro con el fin de hacer coronas para Josué (Zec 6: 10, 11, 14). 1170 Tocado. Véase Ropa (III).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

hebreo helenizado tobiyya Yahvéh es bueno. 1. Levita instructor del pueblo de Israel durante el reinado de Josafat, 2 Cro 17, 8. 2. Judí­o muy rico que cuando regresó del exilio donó oro y plata para la corona de Josué, Za 6, 10 y 14. 3. Sacerdote que regresó a Jerusalén del exilio junto con Zorobabel y que no pudieron probar su origen israelita, Esd 2, 60. 4. Hijo de Tobiel, hijo de Ananiel, hijo de Aduel, hijo de Gabael, del linaje de Asiel, de la tribu de Neftalí­, que en tiempo de Salmanasar, rey de Asiria, fue deportado de Tibé, que queda al sur de Cadés de Neftalí­, en la Galilea superior, por encima de Jasor, detrás del camino del oeste y al norte de Sefat, Tb 1, 1. Ammonita influyente que trató de entorpecer la construcción del Templo encomendada a Nehemí­as, Ne 2, 10. En ausencia de éste, proporcionó a T. un aposento en el atrio del Templo, donde habí­an estado depositados diversos objetos del culto. Cuando Nehemí­as regresó a Jerusalén y se enteró, mandó echar fuera de él todas las pertenencias de T. e hizo que lo purificaran nuevamente para volver a poner en él los utensilios de la Casa de Dios, las abluciones y el incienso, Ne 13, 8. 5. Padre de Hircano, hombre influyente a quien pertenecí­a una parte del tesoro del Templo, 2 M 3, 11.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

libro de, libro del A. T. en las versiones de la Biblia que siguen a la Septuaginta griega. El libro no aparece en la Biblia hebrea, siendo uno de los llamados deuterocanónicos por católicos y ortodoxos, y apócrifos por los protestantes.

El libro de T. es una historia familiar escrita hacia el ca. 200 a. C. una narración edificante hecha por un judí­o de la tribu de Neftalí­, temeroso de Dios, que fue deportado a Ní­nive, en Asiria, tras la decadencia del reino de Israel.

El libro habla de Tobit un judí­o acomodado y fiel a los preceptos de la Ley, que se habí­a casado con Ana, una mujer de su parentela. Con ella tuvo a su hijo Tobí­as. Habí­a hecho fortuna en Asiria, donde fue deportado, y gozaba de gran prestigio. Cuando murió el rey Salmanasar, su hijo y sucesor, Senaquerib, lo persiguió por haber enterrado los cadáveres de unos judí­os. Al enterarse de que le habí­an denunciado, tuvo que huir, perdiendo así­ una vez más todos sus bienes. Cuando Senaquerib fue asesinado, su sobrino Ayikar, copero mayor y custodio del sello del nuevo rey Asarjaddón, intercedió ante éste en su favor para que le permitiese regresar a Ní­nive. Ya en su casa, habiéndose retirado a descansar en el patio, tras haber sepultado nuevamente el cadáver de un judí­o, le cayó en los ojos excremento de gorriones y quedó ciego, pero siguió confiando en Dios, al contrario que su mujer que, haciendo mofa de él le decí­a: †œ¿Dónde están tus limosnas y tus buenas obras? ¡Ahora se ve todo bien claro!†, Tb 2, 14. Ante tanta injuria, pidió a Dios que le dejase morir, Tb 3, 1-6.

En Ecbátana la capital de Media, estaba Sarra, una judí­a pariente de Tobit, que pedí­a a Dios que le enviase la muerte porque habí­a sido injuriada por una de las esclavas de su padre, pues habí­a sido dada en matrimonio a siete hombres, pero el malvado demonio Asmodeo los habí­a matado antes de que se unieran a ella como casados, Tb 3, 8. Dios envió al ángel protector Rafael cuando escuchó las plegarias de ambos. El padre de Tobí­as, sabiendo que su muerte se acercaba, le dijo que fuera a Ecbatana y cobrara un dinero que habí­a dejado guardado allí­. Tobí­as salió hacia el camino a Media, buscando a alguien que le acompañara y le indicara el camino. Se encontró con el ángel Rafael a quien le ofreció pago por su guí­a.

Partió el muchacho en compañí­a del ángel y al llegar a un rí­o y detenerse a lavarse los pies, saltó del agua un gran pez. El ángel le dijo que lo agarrara, lo abriera, le sacase la hiel, el corazón y el hí­gado y los guardara. Le dijo además que si se quemaba el corazón o el hí­gado del pez ante un hombre o una mujer atormentados por un demonio o un espí­ritu malo, el humo ahuyentarí­a todo mal y le harí­a desaparecer para siempre. En cuanto a la hiel, su se untaba con ella los ojos de un ciego, quedarí­a curado, Tb 6, 8-9.

Cerca ya de Ecbátana se detuvieron a pasar la noche en casa de su pariente Ragüel, y Tobí­as, aconsejado por el ángel, le pidió a éste en matrimonio a su hija Sarra. Aquella misma noche, le entregó el contrato matrimonial. Tobí­as quemó entonces el hí­gado y el corazón del pez y el olor expulsó al demonio del cuerpo de Sarra. A su regreso a Ní­nive, Tobí­as curó también la ceguera de su padre con la hiel del pez.

Finalmente cuando quiso pagar al que habí­a sido su compañero de viaje, éste le confesó que era el ángel Rafael quien les dijo que pusieran por escrito todo lo sucedido y bendijeran a Dios por siempre. Se elevó y se perdió ante sus ojos, Tb 12, 21.

Tobit murió en paz a la edad de ciento doce años y recibió honrosa sepultura en Ní­nive. Poco antes de su muerte, llamó a su hijo Tobí­as y le recomendó que tomase a sus hijos y se fuese a Media el dí­a que sepultase a su madre junto a él. Así­ lo hizo Tobí­as y se quedó a vivir en Ecbátana junto a su suegro Ragüel. Antes de morir pudo ver cómo los ninivitas eran llevados cautivos, cuando la deportación de Ciajares, rey de Media, Tb 14, 15.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(heb., toviyah, el Señor es bueno).
1. Una familia entre los exiliados que regresaron a Jerusalén bajo Zorobabel (Ezr 2:59-60; Neh 7:61-62).
2. Un amonita, medio judí­o, que trató juntamente con Sambalat de obstaculizar a Nehemí­as en la reparación de Jerusalén (Neh 2:10, Neh 2:19; Neh 13:4 ss.).
3. Un levita a quien Josafat envió a enseñar la ley (2Ch 17:7-9).
4. Uno de los exiliados que regresó a Jerusalén de Babilonia llevando oro y plata (Zec 6:9-15).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(Yahveh es bueno).

El Libro de Tobí­as, como el de Job, cuenta la historia de un justo que es probado por Dios, y, al permanecer fiel en las pruebas, Dios lo colma de bienes temporales. Nada se dice de la retribución después de la muerte.

Tobit es un israelita piadoso y misericordioso que es llevado cautivo a Ní­nive, se quedó ciego y sin hacienda, y el demonio impedí­a a Sara tener hijos. y en un momento le pide a Dios que le quite la vida, como hicieron Job y Elí­as. ¡Pero Dios vino en su ayuda! Su hijo, Tobí­as, acompanado del íngel Rafae: (Azarí­as), hace un viaje donde recobra el dinero de Tobit, se casa con Sara, quedando ésta libre del demonio. Regresan con Tobit, que se sana de su ceguera y vuelve a vivir en la abundancia, con sus hijos y nietos.

Presenta una doctrina de los ángeles, como protectores de los hombres: (5: 21-22, 10:11); y sobre el matrimonio, donde hay que ir con conciencia pura: (4:13, 3:16-17).

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

(Jehová es bueno). Nombre de personas del AT.

1. Uno de los levitas enviados por el rey Josafat como educadores que †œteniendo consigo el libro de la ley de Jehová … recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo† (2Cr 17:8-9).

. Cabeza de una familia que regresó del exilio en tiempos de Esdras cuyos miembros †œno pudieron demostrar la casa de sus padres, ni su linaje, si eran de Israel† (Esd 2:59-60; Neh 7:62).

. Personaje que fue uno de los opositores a la obra de restauración del muro que emprendió Nehemí­as. Es llamado †œel siervo amonita† (Neh 2:10), lo cual no debe ser tomado en forma despectiva, sino que alude a una posición en la jerarquí­a persa. Pertenecí­a a una familia, llamada precisamente por el nombre de los T., que fue muy influyente después de la invasión caldea. Tení­an grandes posesiones en Galaad, pero viví­an en Jerusalén. Algunos piensan que †œel hijo de Tabeel† mencionado en Isa 7:6 estaba relacionado con esta familia. La influencia de T. puede verse en los siguientes hechos: 1. Sus conexiones y alianzas con altas personalidades de la época: †¢Sanbalat horonita y †¢Gesem el árabe (Neh 4:7). 2. Estaba emparentado con el sacerdote Eliasib (Neh 13:4). 3. Habí­a casado con la hija de †¢Secaní­as hijo de Ara. 4. Su hijo Johanán habí­a tomado por mujer a la hija de Mesulam. 5. Muchos en Jerusalén habí­an pactado con él mediante juramento (Neh 6:18). 6. Tení­a una cámara en el †¢templo, de donde habí­a sacado los utensilios del culto (Neh 13:7-9). Algunos han propuesto la posibilidad de que T. no fuera judí­o, pero su nombre, el de su hijo y el parentesco que tení­a en Jerusalén no parecen confirmar esa tesis. Además, el hecho de poseer una cámara en el templo, de la cual le sacó Nehemí­as, sugiere que era judí­o. T. hizo cuanto pudo por asustar a Nehemí­as a fin de parar la obra de reconstrucción del muro. †¢Gesem. †¢Nehemí­as. †¢Sanbalat.

. Sacerdote mencionado por el profeta Zacarí­as en relación con unas coronas de plata y oro que habrí­an de usar Helem, Hen, Jedaí­as y T. †œcomo memoria en el templo de Jehovᆝ (Zac 6:11-14).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG SACE HOMB HOAT

vet, = “Jehová es bueno”. (a) Fundador de una familia que volvió del cautiverio babilónico, pero que no pudo demostrar su origen israelita (Esd. 2:60; Neh. 7:62). (b) Amonita que se opuso a la restauración de las murallas de Jerusalén y ridiculizó a los que se dedicaban a esta tarea (Neh. 2:10; 4:3, 7). (c) Levita que, por orden del rey Josafat, enseñaba la Ley por las ciudades de Judá (2 Cr. 17:8). (d) Judí­o que llevó al profeta Zacarí­as, de parte de los judí­os en el exilio, el oro y la plata destinados a las coronas de Josué, el sumo sacerdote (Zac. 6:10, 11, 14).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[015]

Figura bí­blica, simbólica, representativa de cuantos judí­os marcharon a la cautividad en la destrucción del Reino de Israel. El significado en hebreo es Yaweh es bueno (Tobbiyahu) y aparece en 6 nombres de personajes del Antiguo Testamento. El principal es el protagonista de Libro de Tobí­as, que relata la piedad y la fidelidad de Tobit el viejo, de la tribu de Neftalí­, que fue llevado a Ní­nive con su mujer Ana y su hijo único Tobí­as.

El libro es pedagógico y moral, lleno de inexactitudes históricas y geográficas. Puede y debe ser entendido como una alegorí­a simbólica de la misericordia divina para con los desterrados fieles.

Alude a la acción divina (Rafael, significa medicina de Dios) con respecto a quien ha cumplido la Ley y recibe beneficios: cura de la ceguera, matrimonio excelente para su hijo, rescate de préstamos generosos, longevidad en medio de la esperanza. El texto se conserva en diversas lenguas y recensiones. Es de los más dispersivos del Antiguo Testamento. El usado por S. Jerónimo en la Vulgata era una versión del hebreo. De ser este el original, habrí­a sido compuesto hacia el siglo II o III a. de Cristo.

Es de fácil lectura, plagado de antropomorfismos, ingenuo a veces, interesante para el relato catequí­stico y para la consecución de conclusiones morales claras.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(-> ángeles, peces). Personaje y libro israelita de la Biblia griega (de los LXX). En un contexto sapiencial, en diálogo con la cultura del entorno, pero destacando la identidad israelita, el libro de Tobí­as, escrito en el siglo II a.C., presenta a Dios como Padre, en gesto de justicia y reconciliación. Ciertamente, Dios sigue vinculado a la historia de Israel como Señor, pero aparece, sobre todo, como Padre que dirige bondadosamente la historia de su pueblo y la vida del conjunto de la humanidad.

(1) Tema. El libro es una bella novela donde se narran, desde una perspectiva arcaica, los infortunios de una familia judí­a que vive en la diáspora de oriente. Tobí­as, el patriarca, ha caí­do ciego y enví­a a su hijo, Tobí­as el joven, para recuperar el dinero que le deben unos parientes lejanos. El joven Tobí­as, acompañado por un ángel, llamado Rafael (Medicina de Dios), que aparece en las historias de 1 Henoc* como fiero arcángel, defensor de los derechos de Dios, realiza bien su tarea. El ángel, que actúa como guí­a sabio, de forma humana, dirige los pasos de Tobí­as, que no le conoce y, con la ayuda del hí­gado de un pez milagroso que han pescado, consigue liberar a su pariente Sara, dominada por un fiero demonio llamado Asmodeo, que habí­a matado en la noche de bodas a sus siete esposos anteriores. El joven Tobí­as y Sara se casan y Tobí­as vuelve a su tierra con ella y con el dinero que ha recuperado, y, con la ayuda de Rafael, cura la ceguera de su anciano padre. Así­ termina la historia donde se han contado los viajes y costumbres de algunos judí­os ricos y fieles, en la diáspora de Mesopotamia y Persia. Es una historia moralista, escrita para entretener a los buenos judí­os y para recordarles el valor de las buenas obras, especialmente la de enterrar a los muertos (cosa que hací­a el viejo Tobí­as: cf. Tob 1,15-20; 2,3-8) y la de ser piadoso con los padres (como es el joven Tobí­as a lo largo del texto). Esta es una historia en la que se habla de los ángeles custodios, como Rafael, que asisten a los fieles y les libran de los diversos peligros de la vida (cf. Tob 12). Esta es una historia y un libro que, por su forma de entender las buenas obras, la providencia de Dios y la asistencia de los ángeles, ha influido mucho en la piedad y devoción de los cristianos católicos y ortodoxos, que lo tienen como canónico. Para los judí­os no ha sido canónico, aunque ellos también han reconocido su valor ejemplar.

(2) La oración de Tobí­as. Desde el contexto anterior puede entenderse la oración más significativa del libro: “Bendito sea Dios, que vive eternamente, cuyo reino dura por los siglos. El azota y se compadece: hunde hasta el abismo y saca de él, y no hay quien escape de su mano. Confesadle, israelitas, ante los gentiles, pues él nos dispersó entre ellos y allí­ nos mostró su grandeza. Ensalzadle ante todo viviente, porque él es nuestro Dios y Señor, nuestro Padre por todos los siglos. El nos azota por nuestros delitos, pero se compadecerá de nuevo y os congregará de entre todas las naciones por donde estáis dispersados” (Tob 13,1-5). Este es el comienzo de una larga plegaria de tipo litúrgico (hí­mnico) que Tobí­as eleva desde el cautiverio, con la certeza de que Dios ha de escucharle y responderle, reuniendo a los dispersos de Israel en la tierra de elección y promesa (plenitud) que es Jerusalén. Las palabras iniciales (Bendito sea Dios…) constituyen la base de la fe israelita en el Dios omnipotente, que ejerce su poder por igual sobre todos los pueblos de la tierra. Las palabras finales (os congregará…) expresan la esperanza del retorno y culminación escatológica. En el centro queda la gran confe sión de fe, donde se expresa la tarea especial de los israelitas en la historia: Dios les ha dispersado entre los pueblos para que ofrezcan por doquier su testimonio de fe. Israel ha expresado así­ el sentido de su historia, situando en ese contexto el centro de sus males (exilio actual), de manera que el mismo cautiverio aparece como signo de providencia, ya que Dios se sirve de los judí­os exiliados para extender y proclamar su grandeza ante todos los pueblos de la tierra. De esa forma, el exilio se vuelve misión y la desgracia actual aparece como señal de un amor siempre más alto de Dios. Los israelitas han de confesar y alabar a Dios ante los ojos de todos los hombres y mujeres del mundo, presentándole como Señor y Padre por los siglos. Tobí­as concede a Dios un Nombre y misión especial, que no es demasiado común en el judaismo de su tiempo: Dios es “Padre” que ofrece a sus creyentes un camino de vida y esperanza universal. Según este pasaje, el destino del judaismo consiste en extender por todo el mundo la experiencia de la paternidad de Dios. Ellos, los judí­os exiliados, aparecen de esta forma como testigos privilegiados de Dios Padre entre los pueblos de la tierra. Así­ han podido entender y entienden todaví­a su historia como testimonio especial de filiación, de manera que sus mismos sufrimientos pueden tomarse como prueba de elección divina. Gran parte de los judí­os posteriores, hasta el momento actual, han podido sentirse representados por esta oración de Tobí­as: ellos, desterrados en el mundo, son herederos y testigos de un cuidado especial de Dios, que les ama y corrige, porque es Padre. Los cristianos han interpretado esta paternidad del Dios de Tobí­as a la luz del mensaje y pascua de Jesús.

Cf. G. Doré, El libro de Tobit o El secreto del rey, Verbo Divino, Estella 2000; J. VIlchez, Tobí­as y Judit, Verbo Divino, Estella 2000.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

SUMARIO: I. Un nombre “bueno” y “hermoso”. II. Una narración popular. III. Una celebración de la ortodoxia judí­a.

La trilogí­a Tobí­as-Judit-Ester es un testimonio ejemplar del judaí­smo, de su teologí­a más bien rí­gida, de sus crisis y de su búsqueda de identidad después del atormentado impacto del helenismo.

I. UN NOMBRE “BUENO” Y “HERMOSO”. “Si se trata de historia, es historia sagrada; si se trata de poesí­a, es un poema muy hermoso, saludable y provechoso, obra de un poeta genial. Comedia fina y amable”: parece increí­ble, pero ésta es la presentación que hace Lutero de Tobí­as, el libro deuterocanónico de las obras que dan la salvación. Un libro cuyo protagonista realiza actos heroicos enterrando a sus compatriotas, pero para el cual es igualmente fundamental purificar las manos antes de comer. Un libro que profesa una alta estima por la limosna, pero que no tiene en menos las riquezas como bendición divina. Un libro en el cual el ambiente familiar es sano y está dominado por el afecto, pero en el que no faltan indicios de misoginia yen el que las nupcias son sobre todo una cuestión jurí­dico-legal intertribal. Como dice la raí­z que está en la base de los hombres de los dos protagonistas, Tobí­ y Tobí­as, el hebreo tób, que significa “bien” y “hermoso” y que unifica moral y estética, estamos ante una obra que exalta el bien y lo bello, la justicia, fuente de felicidad.

Antes de entrar en la morfologí­a de la obra, recordemos que la situación textual de Tobí­as es más bien compleja y que puede reducirse a cuatro modelos. El primero está representado por el texto griego de los códices B y A, por muchos minúsculos y por las versiones siria, copta y aramea: se trata de una narración purificada de lo folclórico para dejar espacio a lo edificante y lo parenético. El segundo modelo textual está documentado por el códice S y por la Vetus Latina, que ofrecen una redacción muy colorista y amante de lo naí­f. La tercera lí­nea textual está representada por la Vulgata que preparó Jerónimo “a pesar suyo, para satisfacer los deseos” de los obispos Cromacio y Heliodoro; es una traducción didacta al copista en una sola jornada basándose en un original arameo confrontado con la Vetus Latina. Finalmente, la probable matriz semí­tica es el cuarto dato textual, confirmado por dos fragmentos arameos y por uno hebreo encontrados en Qumrán.

II. UNA NARRACIí“N POPULAR. El mismo tí­tulo griego que habla del “Libro de las palabras [en hebreo dibré son “palabras-hechos”] de Tobi” nos remite a una novela histórica edificante, en la cual palabras y hechos están orientados a apoyar apologética y parenéticamente la identidad judí­a y su religiosidad. Podemos hablar técnicamente de un midrás didáctico-moral construido con una refinada capacidad de montaje. Los personajes que presiden la narración son tres parejas emblemáticas y antitéticas. La primera es la “heroica” de los dos Tobí­as, el viejo y el joven, los protagonistas a nivel histórico y humano. Ambos están ligados en parejas ulteriores: Tobi y Ana, vista según el tradicional antifeminismo sapiencial, y Tobí­as y Sara, vista como el sí­mbolo misterioso de la negatividad femenina. La antí­tesis entre estas parejas se resolverá en el “feliz final”. Otra pareja antitética, pero esta vez metahistórica, es la angélica de Rafael-Azarí­as y del diablo Asmodeo, antí­tesis resuelta con el triunfo del bien. Sin embargo, Tobí­as y su “espalda”, Rafael, son la pareja positiva dominante.

La narración se inscribe en unas coordenadas espacio-temporales más bien vagas e imprecisas. A nivel temporal hay sincronismos defectuosos, que se refieren a los cuatro personajes imperiales, cuyos nombres se expresan en criptogramas fáciles de descifrar: Ajicar (14,15) es Ciaxares (633-584 a.C.), Enemesar (1,2) es Salmanasar V (726-722), Sajerdón (1,21) es Asaradón (680-669) y, por último, en 1,15 aparece también de modo explí­cito Senaquerib (704-681). El espacio queda coordenado por el sí­mbolo “ví­a-viaje”, que, sin embargo, tiene valor sobre todo metafórico de “camino de la felicidad” o de “vida feliz”. El camino de Ní­nive a Ecbatana y la vuelta, más que un recorrido geográfico es una bajada y ascensión del espí­ritu de la amargura al gozo. El camino de Tobí­as y el de Sara representan el movimiento de dos destinos que, desde lugares lejanos, se entrecruzan y se integran (p.ej., en el c. 4, las dos oraciones de Tobí­as y de Sara, aunque parten de lugares y situaciones diversos, se unen subiendo al cielo).

La tonalidad popular del relato la testimonia el uso de motivos narrativos predilectos de la novela popular. Pensemos en el motivo del “esposo salvador” que supera obstáculos inmensos (el tema del “prí­ncipe azul” es conocido también en Egipto por las estelas de Bentres, siglo v a.C.). Pensemos en el tema “angélico”, tí­pico de las narraciones patriarcales para salvaguardar la trascendencia de la intervención divina (Gén 18-19; 28; 32; cf Jós 5; Jue 6; 13; 2Sam 24, etc.). Pero en Tob, el ángel es “desclasado” al servicio de una familia y de sus vicisitudes cotidianas: Rafael presenta los rasgos más simples del “ángel custodio”. Tampoco falta el elemento “numinoso”: pensemos en la liberación de los influjos maléficos a través de filtros, elemento conocido en toda la media luna fértil (la leyenda mesopotámica del “muerto reconocido” presenta puntos de contacto con nuestro relato muy dignos de atención).

Sin embargo, el libro de Tob, además de una sabia dosificación de suspenso y de los reconocimientos finales (la verdadera identidad de Azarí­as-Rafael), presenta una serie de modelos de molde bí­blico y extra-bí­blico libremente reelaborados. Tal es el caso de la narración yahvista de Gén 24 sobre las negociaciones entre el clan de Abrahán y el de Labán o de la narración sapiencial de José (Gén 38ss). También Job puede haber ofrecido sugerencias siguiendo la antigua tradición del justo que sufre (pruebas, Satanás, la enfermedad, la mujer pedante, la gloriosa restauración final). El modelo extrabí­blico más usado es, en cambio, la popular Sabidurí­a de Ajicar (11 fragmentos arameos del siglo v a.C.): la obra es la celebración de la pena del talión y de la sabidurí­a del protagonista dentro de una aventura familiar. En Tob 14:10-11 hay un resumen de la trama y de la moral de Ajicar.

Para concluir, podemos señalar el movimiento de toda la narración de Tob. Hay dos escenas de destierro y dos de viaje distribuidas de este modo:
Escena de destierro a Ní­nive: Tobit (cc. 1-2).

Escena de destierro a Ecbátana: Sara (c. 3).

Escena de viaje de Ní­nive a Ecbátana: Tobí­as (cc. 4-9).

Escena de viaje de Ecbátana a Ní­nive: Tobí­as, Sara, Tobit (cc. 10-14).

III. UNA CELEBRACIí“N DE LA ORTODOXIA JUDíA. El volumen es una condensación de la teologí­a judí­a tradicional, y Tobí­as es la encarnación del observante judí­o de la diáspora. He aquí­ sus componentes principales. Ante todo hay que observar la concepción más bien ahistórica y privatista de la salvación: se celebra el milagrismo casi mágico, se confí­a en el juego de las coincidencias fortuitas, se precisan los mecanismos puramente naturales, se exalta el valor ejemplar de la historia en una especie de halo ahistórico. Surgen muy netamente las tesis clásicas del judaí­smo.

La primera de ellas es la retribucionista, corregida a veces con la variante de la dilación de la prueba: “Si obras rectamente, tendrás éxito en tus empresas” (4,6); “Haced el bien, y no os ocurrirá ninguna desgracia” (12,7); “Los que dan limosna tendrán larga vida. Los que cometen el pecado y la injusticia son enemigos de sí­ mismos” (12,9b-10; cf 4,3-19; 14,8-11). La excepción representada por el dolor transitorio del justo se explica como pedagogí­a purificadora y providencial de Dios (ver Elihú en Job 32-37).

La segunda tesis es la moral de las obras, el corazón del libro, que es un canto a la limosna (1,17-18; 2,2-4; 4,7-11.16-17; 12,8-9). Se llega también a la celebración del célebre precepto, recogido por Jesús en clave positiva (Mat 7:12) de “lo que no quieras para ti, no lo hagas a nadie” (4,15). Se exalta con entusiasmo también la observancia legal, puritana, rigurosa, según “las tradiciones de los antiguos”: “Se lavaron, hicieron las abluciones y se sentaron a la mesa” (7,9 S). Observancia que se desarrolla a lo largo de dos directrices fundamentales: la endogamia, según la legislación matrimonial de Lev 20; Núm 27:9-11; Núm 36:1-12, y la observancia del ritual litúrgico, sobre todo fúnebre (Núm 3:1-6.11-15; Núm 4:4; Núm 8:5-8; Núm 14:8.12-13), también con alguna veta heterodoxa popular, como en el caso de las ofrendas de pan y de vino sobre las tumbas (Núm 4:17), prohibidas por Deu 26:14 (cf Ose 9:4; Isa 8:19; Jer 16:7; Sir 30:18).

Tercera tesis: la bendición divina. Si existe una bendición “descendente”, que desde Dios se derrama sobre el hombre, en Tob hay también una bendición “ascendente” que sube del fiel a Dios como agradecimiento. Ella penetra todo el libro (Sir 3:11; Sir 4:12; Sir 8:5-7.15-17; Sir 9:6; Sir 11:14-17; Sir 12:6) y alcanza su vértice en el canto apasionado de Sión en el capí­tulo 13, donde el nombre de la ciudad santa se repite cuatro veces como para ocupar los cuatro puntos cardinales de la esperanza judí­a. Las mismas palabras finales del libro son: “Antes de morir… Tobí­as bendijo a Dios por los siglos de los siglos” (14,15). La obra se convierte entonces en un homenaje de bendición al “rey de los siglos” (13,7), al “rey del cielo” (13,13), a “nuestro Señor y Dios, nuestro padre por todos los siglos” (13,4). Y en esta bendición coral se abre también una inesperada lumbrera universalista: “Todos los pueblos del mundo se convertirán y temerán sinceramente a Dios. Enterrarán a sus í­dolos, causa de sus extraví­os y sus errores, y alabarán, como es justo, al Señor de los siglos” (14,6).

Cuarta tesis: el uso del concepto de / sabidurí­a. La afinidad con el contemporáneo / Sirácida es visible en la colección de proverbios presentes en 4,3-19; 12,6-10; 14,8, en el gusto por la ciencia médica (la oftalmologí­a), en la tradicional misoginia, pero acompañada de la celebración del matrimonio (2,8.13-14; 3,9-10).

Quinta tesis: la angelologí­a, claro indicio del judaí­smo del autor (cf 1Ma 3:46-53; 1Ma 4:10-11.30-34; 1Ma 7:40-41; 2Ma 3:26; 2Ma 5:2; 2Ma 10:29; 2Ma 11:8). Al ángel positivo Rafael, ángel de la vida, del amor y de la intercesión (12,12-14), se opone el demonio Asmodeo, ángel de la muerte y de la justicia divina. El hilo conductor casi parece ser en algunas páginas el famoso dicho del Sal 34:8 : “El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los salva” [/ Angeles/ Demonios].

Tobí­as, obra que hay que situar alrededor de los siglos iii-ii a.C., es pues, un retrato eficaz del / judaí­smo popular. Pero también un cristiano puede sacar de ella un estí­mulo vivo: de su pasión por la libertad religiosa, por una conciencia pura, por la sensibilidad social (la limosna), por el amor matrimonial, que vence también a la muerte cuando es puro y auténtico.

BIBL.: ARNALDICH L., Tobí­as, en Biblia comentada 11, BAC, Madrid 19693, 823ss; CAVEDO R., La speranza del povero in Tobia, en Evangelizare pauperibus. Atti della XXIV Settimana Biblica Italiana, Paideia, Brescia 1978, 317-324; DANCY J.C., Tobit, Cambridge University Press, Cambridge 1972; DION P.E., Raphaél l’Exorciste, en “Bib” 57 (1976) 399-413; DuMM D.R., Tobí­as, Judit, Ester, en Coment. Bí­bl. S. Jerónimo II, Cristiandad, Madrid, 1971, 721ss; GALBIATI, Il messianismo nel libro di Tobia, en II Messianismo. Atti della XVIII Settimana Bí­blica Italiana, Paideia, Brescia 1966, 193-203; GAMBERONI J., Die Auslegung des Buches Tobias, Kósel, Munich 1969; GOETTMANN, Tobie, Desclée, Brujas 1966; LACKMANN M., Tobit und Tobias. Ein Buch von Ehe und Liebe, Engel und Damonen, Krankheit und Medizin, Christiana-Verlag, Stein am Rhein 1971; LEFEVRE A., DELCOR M., Tobí­as, en CAZELLES, Introducción General al A T, Herder 1981, 752ss; PAUTREL R., Tobie, Cerf, Parí­s 19683; PRIERO G., Tobia, Marietti, Turí­n 19632; RUPPERT L., Das Buch Tobias. Ein Modell nachgestaltender Erzühlung, en Wort, Lied und Gottesspruch (Fs. J. Ziegler), Echter-Hath. Bibelwerk, Würzburg 1972, 109-119; THOMAS J.D., The Greek Text of Tobit, en “JBL” 91 (1972) 463-471; VIRGULIN S., Tobia, Edizioni Paoline 19832; ZIMMERMANN F., The Book of Tobit, Nueva York 1958.

G. Ravasi

P Rossano – G. Ravasi – A, Girlanda, Nuevo Diccionario de Teologí­a Bí­blica, San Pablo, Madrid 1990

Fuente: Nuevo Diccionario de Teología Bíblica

(Bueno Es Jah).

1. Antepasado de algunos desterrados que no pudieron demostrar su genealogí­a israelita a su regreso a Jerusalén. (Esd 2:1, 59, 60; Ne 7:61, 62.)

2. Opositor de Nehemí­as. Tobí­as era †œel siervo†, probablemente algún oficial, del rey persa. (Ne 2:19.) Tanto él como su hijo Jehohanán se casaron con mujeres judí­as. Tobí­as también estaba emparentado con el sumo sacerdote Eliasib, lo que le colocó en una posición que le permití­a socavar la autoridad de Nehemí­as, pues muchos judí­os admiraban a Tobí­as y hablaban bien de él. (Ne 6:17-19; 13:4; compárese con 3:4; 7:6, 7, 10.)
Cuando Nehemí­as llegó a Jerusalén, Tobí­as y sus compañeros estaban disgustados debido a las perspectivas prometedoras de Israel. (Ne 2:9, 10.) Al principio se limitaron a mofarse de los judí­os (Ne 2:19; 4:3), pero se encolerizaron mucho cuando la reconstrucción del muro progresó. Sin embargo, fracasaron sus diversas conspiraciones para exterminar a los judí­os (Ne 4:7-9, 11, 14, 15) y para intentar que Nehemí­as violase la santidad del templo (Ne 6:1, 10-13). Incluso después que los muros se terminaron, Tobí­as trató de intimidar a Nehemí­as mediante su correspondencia con sus simpatizantes en Jerusalén. (Ne 6:16-19.) Justificadamente, por lo tanto, Nehemí­as pidió a Jehová que recordase las muchas maldades de Tobí­as y sus partidarios. (Ne 6:14.) La segunda vez que regresó de Babilonia, Nehemí­as halló un comedor en el patio del templo reservado para Tobí­as, pero inmediatamente sacó fuera sus pertenencias. (Ne 13:4-9.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

Tb 1-14
Sumario: 1. Un nombre †œbueno †œy †œhermoso †œ. II. Una narración popular. III. Una celebración de la ortodoxia judí­a.
La trilogí­a Tobí­as-Judit-Ester es un testimonio ejemplar del judaismo, de su teologí­a más bien rí­gida, de sus crisis y de su búsqueda de identidad después del atormentado impacto del helenismo.
3309
1. UN NOMBRE †œBUENO† Y †œHERMOsO†.
†œSi se trata de historia, es historia sagrada; si se trata de poesí­a, es un poema muy hermoso, saludable y provechoso, obra de un poeta genial. Comedia fina y amable†: parece increí­ble, pero ésta es la presentación que hace Lutero de Tobí­as, el libro deuterocanónico de las obras que dan la salvación. Un libro cuyo protagonista realiza actos heroicos enterrando a sus compatriotas, pero para el cual es igualmente fundamental purificar las manos antes de comer. Un libro que profesa una alta estima por la limosna, pero que no tiene en menos las riquezas como bendición divina. Un libro en el cual el ambiente familiar es sano y está dominado por el afecto, pero en el que no faltan indicios de misoginia y en el que las nupcias son sobre todo una cuestión jurí­dico-legal intertribal. Como dice la raí­z que está en la base de los hombres de los dos protagonistas, Tobi y Tobí­as, el hebreo tób, que significa †œbien† y †œhermoso† y que unifica moral y estética, estamos ante una obra que exalta el bien y lo bello, la justicia, fuente de felicidad.
Antes de entrar en la morfologí­a de la obra, recordemos que la situación textual de Tobí­as es más bien compleja y que puede reducirse a cuatro modelos. El primero está representado por el texto griego de los códices ? y A, por muchos minúsculos y por las versiones siria, copta y aramea: se trata de una narración purificada de lo folclórico para dejar espacio a lo edificante y lo parenéti-co. El segundo modelo textual está documentado por el códice 5 y por la Vetus Latina, que ofrecen una redacción muy colorista y amante de lo naif. La tercera lí­nea textual está representada por la Vulgata que preparó Jerónimo †œa pesar suyo, para satisfacer los deseos† de los obispos Cromado y Heliodoro; es una traducción didacta al copista en una sola jornada basándose en un original arameo confrontado con la Vetus Latina. Finalmente, la probable matriz semí­tica es el cuarto dato textual, confirmado por dos fragmentos árameos y por uno hebreo encontrados en Qumrán.
3310
II. UNA NARRACION POPULAR.
El mismo tí­tulo griego que habla del †œLibro de las palabras [en hebreo dibré son †œpalabras-hechos†] de Tobi† nos remite a una novela histórica edificante, en la cual palabras y hechos están orientados a apoyar apologética y parenéticamente la identidad judí­a y su religiosidad. Podemos hablar técnicamente de un midrás didáctico-moral construido con una refinada capacidad de montaje. Los personajes que presiden la narración son tres parejas emblemáticas y antitéticas. La primera es la †œheroica† de los dos Tobí­as, el viejo y el joven, los protagonistas a nivel histórico y humano. Ambos están ligados en parejas ulteriores: Tobi y Ana, vista según el tradicional antifeminismo sapiencial, y Tobí­as y Sara, vista como el sí­mbolo misterioso de la negatividad femenina. La antí­tesis entre estas parejas se resolverá en el †œfeliz final. Otra pareja antitética, pero esta vez metahistórica, es la angélica de Rafael-Azarí­as y del diablo Asmodeo, antí­tesis resuelta con el triunfo del bien. Sin embargo, Tobí­as y su †œespalda†™, Rafael, son la pareja positiva dominante.
La narración se inscribe en unas coordenadas espacio-temporales más bien vagas e imprecisas. A nivel temporal hay sincronismos defectuosos, que se refieren a los cuatro personajes imperiales, cuyos nombres se expresan en criptogramas fáciles de descifrar: Ajicar (14,15) es Ciaxares (633-584 a.C), Enemesar (1 2) es Salma-nasar y (726-722), Sajerdón (1,21) es Asaradón (680-669) y, por último, en 1,15 aparece también de modo explí­cito Senaquerib (704-681). El espacio queda coordenado por el sí­mbolo †œví­a-viaje†, que, sin embargo, tiene valor sobre todo metafórico de †œcamino de la felicidad† o de †œvida feliz†. El camino de Ní­nive a Ecbatana y la vuelta, más que un recorrido geográfico es una bajada y ascensión del espí­ritu de la amargura al gozo. El camino de Tobí­as y el de Sara representan el movimiento de dos destinos que, desde lugares lejanos, se entrecruzan y se integran (p.ej., en el c. 4, las dos oraciones de Tobí­as y de Sara, aunque parten de lugares y situaciones diversos, se unen subiendo al cielo).
La tonalidad popular del relato la testimonia el uso de motivos narrativos predilectos de la novela popular. Pensemos en el motivo del †œesposo salvador† que supera obstáculos inmensos (el tema del †œprí­ncipe azul† es conocido también en Egipto por las estelas de Bentres, siglo ? a.C.). Pensemos en el tema †œangélico†, tí­pico de las narraciones patriarcales para salvaguardar la trascendencia de la intervención divina Gn 18-19; Gn 28; Gn 32; Jos 5; Jc 6; Jc 13; 2S 24, etc. ). Pero en Tob, el ángel es †œdes-clasado†™ al servicio de una familia y de sus vicisitudes cotidianas: Rafael presenta los rasgos más simples del †œángel custodio†™. Tampoco falta el elemento †˜numinoso†™: pensemos en la liberación de los influjos maléficos a través de filtros, elemento conocido en toda la media luna fértil (la leyenda mesopotámica del †œmuerto reconocido† presenta puntos de contacto con nuestro relato muy dignos de atención).
3311
Sin embargo, el libro de Tob, además de una sabia dosificación de suspenso y de los reconocimientos finales (la verdadera identidad de Azarí­as-Rafael), presenta una serie de modelos de molde bí­blico y extra- bí­blico libremente reelaborados. Tal es el caso de la narración yahvista de Gen 24 sobre las negociaciones entre el clan de Abrahán y el de Labán o de la narración sapiencial de José (Gen 38ss). También Jb puede haber ofrecido sugerencias siguiendo la antigua tradición del justo que sufre (pruebas, Satanás, la enfermedad, la mujer pedante, la gloriosa restauración final). El modelo extrabí­blico más usado es, en cambio, la popular Sabidurí­a de Ajicar (11 fragmentos árameos del siglo ? a.C): la obra es la celebración de la pena del talión yde la sabidurí­a del protagonista dentro de una aventura familiar. En Tob 14,10-11 hay un resumen déla trama y de la moral de Ajicar.
Para concluir, podemos señalar el movimiento de toda la narración de Tob. Hay dos escenas de destierro y dos de viaje distribuidas de este modo:
Escena de destierro a Ní­nive: Tobit (cc. 1-2).
Escena de destierro a Ecbátana: Sara (c. 3).
Escena de viaje de Ní­nive a Ecbátana: Tobí­as (cc. 4-9).
Escena de viaje de Ecbátana a Ní­nive: Tobí­as, Sara, Tobit (cc. 10-14).
3312
III. UNA CELEBRACION DE LA ORTODOXIA JUDIA.
El volumen es una condensación de la teologí­a judí­a tradicional, y Tobí­as es la encarnación del observante judí­o de la diáspora. Ac aquí­ sus componentes principales. Ante todo hay que observar la concepción más bien ahistórica y privatista de la salvación: se celebra el milagrismo casi mágico, se confí­a en el juego de las coincidencias fortuitas, se precisan los mecanismos puramente naturales, se exalta el valor ejemplar de la historia en una especie de halo ahistórico. Surgen muy netamente las tesis clásicas del judaismo.
La primera de ellas es la retribu-cionista, corregida a veces con la variante de la dilación de la prueba: †œSi obras rectamente, tendrás éxito en tus empresas† (4,6); †œHaced el bien, y no os ocurrirá ninguna desgracia† (12,7); †œLos que dan limosna tendrán larga vida. Los que cometen el pecado y la injusticia son enemigos de sí­ mismos† (12,9b-10; cf 4,3-19; 14,8-11). La excepción representada por el dolor transitorio del justo se explica como pedagogí­a purificadora y providencial de Dios (ver Elihú en Jb 32-37).
La segunda tesis es la moral de las obras, el corazón del libro, que es un canto a la limosna (1,17-18; 2,2- 4; 4,7-11.16-17; 12,8-9). Se llega también a la celebración del célebre precepto, recogido por Jesús en clave positiva (Mt 7,12) de †œlo que no quieras para ti, no lo hagas a nadie† (4,15). Se exalta con entusiasmo también la observancia legal, puritana, rigurosa, según †œlas tradiciones de los antiguos†: †œSe lavaron, hicieron las abluciones y se sentaron a la mesa† (7,9 5). Observancia que se desarrolla a lo largo de dos directrices fundamentales: la endogamia, según la legislación matrimonial de Lev 20; Núm 27,9-11; 36,1-12, y la observancia del ritual litúrgico, sobre todo fúnebre (3,1-6.11-15; 4,4; 8,5-8; 14, 8.12-13), también con alguna yeta heterodoxa popular, como en el caso de las ofrendas de pan y de vino sobre las tumbas (4,17), prohibidas por Dt 26,14 (Os 9,4; Is 8,19; Jr 16,7; Si 30,18).
Tercera tesis: la bendición divina. Si existe una bendición †œdescendente†, que desde Dios se derrama sobre el hombre, en Tob hay también una bendición †œascendente† que sube del fiel a Dios como agradecimiento. Ella penetra todo el libro (3,11; 4,12; 8,5-7.15-17; 9,6; 11,14-17; 12,6) y alcanza su vértice en el canto apasionado de Sión en el capí­tulo 13, donde el nombre de la ciudad santa se repite cuatro veces como para ocupar los cuatro puntos cardinales de la esperanza judí­a. Las mismas palabras finales del libro son: †œAntes de morir… Tobí­as bendijo a Dios por los siglos de los siglos† (14,15). La obra se convierte entonces en un homenaje de bendición al †œrey de los siglos† (13,7), al †œrey del cielo† (13,13), a †œnuestro Señor y Dios, nuestro padre por todos los siglos† (13,4). Y en esta bendición coral se abre también una inesperada lumbrera universalista: †œTodos los pueblos del mundo se convertirán y temerán sinceramente a Dios. Enterrarán a sus í­dolos, causa de sus extraví­os y sus errores, y alabarán, como es justo, al Señor de los siglos† (14,6).
Cuarta tesis: el uso del concepto de / sabidurí­a. La afinidad con el contemporáneo / Sirácida es visible en la colección de proverbios presentesen 4,3-19; 12,6-10; 14,8, en el gusto por la ciencia médica (la oftalmologí­a), en la tradicional misoginia, pero acompañada de la celebración del matrimonio (2,8.13-14;
3,9-10).
Quinta tesis: la angelologí­a, claro indicio del judaismo del autor (IM 3,46-53; 1M4,10-11; 1M4,30-34; IM 7,40-41; 2M3,26; 2M5,2; 2M 10,29; 2M 11,8). Al ángel positivo Rafael, ángel de la vida, del amor y de la intercesión (12,12-14), se opone el demonio As-modeo, ángel de la muerte y de la justicia divina. El hilo conductor casi parece ser en algunas páginas el famoso dicho del Ps 34,8: †œEl ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los salva† [lAngeles/Demonios].
Tobí­as, obra que hay que situar alrededor de los siglos in-Il a.C, es pues, un retrato eficaz del /judaismo popular. Pero también un cristiano puede sacar de ella un estí­mulo vivo: de su pasión por la libertad religiosa, por una conciencia pura, por la sensibilidad social (la limosna), por el amor matrimonial, que vence también a la muerte cuando es puro y auténtico.
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BIBL.: Arnaldich L., Tobí­as, en Biblia comentada II, BAC, Madrid 19693,823ss; Cavedo R., La speranza del povero in Tobia, en Evangelizare pauperibus. Altidella XXIV Settimana Bí­blica Italiana, Paideia, Brescia 1978,31 7-324; DancyJ.C., Tobit, Cambridge University Press, Cambridge 1972; Dion P.E., Raphael l†™Exor-ciste, en †œBib† 57 (1976) 399-413; Dumm D.R., Tobí­as, Judit, Ester, en Comen!. BibI. S. Jerónimo II, Cristiandad, Madrid, 1971, 721 ss; Galbiati, II messianismo nel libro di Tobia, en II Messianismo. Atti delta XVIII Settimana Bi-blica Italiana, Paideia, Brescia 1966, 193-203; Gamberoni J., DieAuslegung des Buches To-bias, Kosel, Munich 1969; Goettmann, Tobie, Desclée, Brujas 1966; Lackmann M., Tobit und Tobí­as. Em Buch von Ehe und Liebe, Engel undpdmonen, Krankhell und Medizin, Christiana-Verlag, Stein am Rhein 1971; Lefévre ?., Delcor M., Tobí­as, en Cazelles, Introducción General aIAT, Herder 1981,752ss; Pautrel R., Tobie, Cerf, Parí­s 19683; Priero G., Tobia, Ma-rietti, Turí­n 19632; Ruppert L., Das Buch To-bias. Em ModelI nachgestaltenderErzáhlung, en rVort, Lied und Gottesspruch (Fs. J. Ziegler), Echter-Hath. Bibelwerk, Würzburg 1972, 109-119-ThomasJ.D., The Greek Texí­ of Tobit, en †œJBL† 91 (1972)463-471; Virgulin 5., Tobia, Edizioni Paoline 19832; Zimmermann F., The Bookof Tobit, Nueva York 1958.
G. Ravasi

Fuente: Diccionario Católico de Teología Bíblica

1. Uno de los principales opositores de *Nehemías, se lo describe como “el siervo (o “esclavo”, °sba) amonita” (Neh. 2.10). “Siervo” (o “servidor”, °bj) bien podría ser un título honroso para un alto oficial persa; “amonita” podría referirse a su ascendencia, aunque Tobías parecería ser medio judío por lo menos, ya que su nombre significa “Yahvéh es bueno”, su hijo se llamaba Johanán (“Yahvéh es misericordioso”; Neh. 6.18), y tenía muchos amigos importantes entre los judíos (6.18s; 13.4s). Algunos lo han tomado como gobernador persa de la subprovincia de Amón, o incluso gobernador de Jerusalén antes de la llegada de Nehemías (cf. Neh. 5.15), pero su íntima asociación con Sanbalat, gobernador de Samaria (4.7; 6.1) sugiere más bien que era delegado de Sanbalat. No se sabe si este Tobías tenía alguna relación con la famosa familia de los Tobíadas, que en el ss. III a.C. gobernaba una extensa zona de Amón desde su fortaleza en Araq el-Amir, 20 km al NO de Hesbón, y que constituía una de las familias progriegas más influyentes en Jerusalén (Josefo, Ant. 12.160–236). Se piensa ahora que la inscripción en Araq el-Amir que menciona un Tobías no es anterior al ss. II a.C.

2. Nombre de un clan que no pudo probar su ascendencia israelita auténtica cuando se produjo el retorno del exilio en el ss. VI (Esd. 2.60; Neh. 7.62; 1 Esdras 5.37). El *Tobías de Zac. 6.10, 14, prominente noble de Jerusalén, ca. 520 a.C., podría pertenecer a la familia.

Bibliografía. B. Mazar, IEJ 7, 1957, pp. 137–145, 229–238; C. C. McCown, BA 20, 1957, pp. 63–76; P. W. Lapp, BASOR 171, 1963, pp. 8–39.

D.J.A.C.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Primero enumeraremos las diversas personas bíblicas y luego trataremos sobre el libro que lleva ese nombre.

Contenido

  • 1 Personas
  • 2 Libro de Tobías
    • 2.1 Nombre
    • 2.2 Texto y versiones
    • 2.3 Contenido
    • 2.4 Propósito
    • 2.5 Estatus en el canon
    • 2.6 Valor histórico
    • 2.7 Origen

Personas

A. Tobías: (2 Crón. 17,8). Hebreo tobyyahul “Yahveh es bueno”; los LXX Tobias. Uno de los levitas que Josafat envió como maestro a las ciudades de Judá. El nombre es omitido en los códices Vaticano y Alejandrino, pero sí aparece en otros importantes manuscritos griegos y en la Vulgata.

B. Tobías: (Zac. 6,10). Heb. tobyyahu, qeri tobyyah, la cual es la variante también en el versículo 14; Set. chresimon (v. 10), tois chresimois autes (v. 14), que infiere la traducción tobeha; Vulgata Tobia. Uno de los miembros del partido de los judíos que vinieron de Babilonia a Jerusalén, en la época de Zorobabel, con plata y oro con los cuales fabricar una corona para la cabeza de Josué, el hijo de Yehosadaq.

C. Tobías: (Esd. 2,60). Hebreo tobyyah, “Yah es mi bien”; Set. Tobeia (Vaticano); Tobias (Alejandrino), el mismo nombre aparece en Neh. 7,62, como Tobia y en el apócrifo III Esdras 5,37 como baenan (Vaticano) o ban (Alejandrino)—una de las familias que, a su regreso del Exilio, no pudieron mostrar prueba escrita de su genealogía.

D. Tobías: (Neh. 2,10). Un ammonita que, junto con Sambal-lat el joronita, se opuso a que Nehemías fortificara a Jerusalén (Neh. 2,19; 4,3; 6,17; 13,4.8). Es llamado “el siervo”; sólo podemos conjeturar qué significa eso. Cheyne (Encyclopedia Biblica, s.v.) piensa que haebed, siervo, es un error por ha arbi, el árabe.

E. Tobías: (2 Mac. 3,11). El padre de Hircano.

F. Tobías: (Tobías 1,9 ss). Hijo del siguiente.

G. Tobías el Mayor: Personaje principal en el libro que lleva su nombre.

Libro de Tobías

Libro canónico del Antiguo Testamento.

Nombre

En el Códice Alejandrino, biblos logon Tobit; en el Códice Vaticano, Tobeit; en el Sinaítico, Tobeith; en manuscritos en latín, Liber Tobiae, Liber Tobit et Tobiae, Liber utriusque Tobiae. En la Vulgata y hebreo fagii tanto el padre como el hijo llevan el mismo nombre, Tobías, tobyyah. En otros textos y versiones, el nombre del padre varía: tobi, “mi bien” es Yahveh; en Heb. Munster; Tobit o Tobeit en los LXX; Tobis o Tobit, traduciendo a tobith “bondad” de Yahveh, en el latín antiguo.

Texto y versiones

El texto original, el cual se supone fue en hebreo, está perdido; las razones aducidas para un original en arameo aseguran sólo una opinión probable de que una traducción al arameo influyó nuestras versiones griegas actuales.

(1) Versiones de la Vulgata

San Jerónimo aún no había aprendido el arameo, cuando, con la ayuda de un rabino que conocía tanto el arameo como el hebreo, hizo la versión de la Vulgata. El rabino expresaba en hebreo el pensamiento de los manuscritos arameos y San Jerónimo en seguida los ponía en latín. Fue obra de un solo día (cf. Praef. in Tobiam). El latín antiguo ciertamente influyó en esta versión apresurada. La recensión de la Vulgata de la versión aramea cuenta la historia en tercera persona en todas partes, al igual que el arameo de Neubauer y los dos textos hebreos de Gaster (HL y HG), mientras que todos los otros textos hacen que Tobías hable en primera persona hasta 3,15. Los pasajes siguientes aparecen sólo en la Vulgata: el meneo de la cola del perro (11,9); la comparación del recubrimiento en los ojos de Tobías con la membrana de un huevo (11,14); la espera de media hora, mientras que la hiel del pez efectuaba su curación (11,14), el que Tobías cerrara los ojos de Ragüel y Edna en la muerte; también 2,12.18; 3,19.24; 6,16-18.20.21; 8,4.5; 9,12b.. Algunas partes de la Vulgata, como la continencia de Tobías (6,18; 8,4), fueron consideradas a veces como interpolaciones cristianas de Jerónimo, hasta que se encontraron en uno de los textos en hebreo de Gaster (HL). Por último, la Vulgata y HL omiten toda mención de Ajikar; el Akior de la Vulgata 11,20, es probablemente una adición al texto.

(2) Versiones arameas

Además de la versión en arameo utilizada por San Jerónimo y ahora perdida, existe el texto arameo encontrado recientemente en un comentario sobre el Génesis, “Midrash Bereshit Rabá”. La redacción de este Midrás es una obra del siglo XV; contiene el Libro de Tobías como una haggada sobre la promesa que hizo Jacob de dar el diezmo a Dios (Gén. 28,22). Neubauer editó el texto, “The Book of Tobit, a Chaldee Text from a unique manuscript in the Bodleian Library” (Oxford, 1878). Él piensa que es una forma más breve del texto arameo de San Jerónimo, lo cual no es probable. El lenguaje es a veces una transliteración del griego y da pruebas de ser una traducción de uno u otro de los textos griegos. Concuerda con la Vulgata en que desde el principio la historia de Tobías se cuenta en la tercera persona; de lo contrario está más cerca del Códice Vaticano y más aún al Códice Sinaítico.

(3) Versiones griegas

Hay tres recensiones griegas de Tobías. Nos referiremos a ellas por los números dados en los Códices Vaticano y Sinaítico en Vigouroux, “La sainte bible polyglotte”, III (París, 1902).

(a) AB: El texto de los códices Alejandrino (siglo V) y Vaticano (siglo IV). Esta recensión se encuentra en muchos otros códices del texto griego, La Iglesia Griega la ha utilizado durante siglos, aparece incorporada en la edición Sixtina de los Setenta, y ha sido traducida al armenio como el texto auténtico de ese rito. Nöldeke, Grumm y otros prefieren AB a la recensión sinaítica, y aún así Nestel, Ewald y Harris la han clasificado como un compendio en lugar de una versión del texto original completo. Condensa la oración de Edna (10,13), omite la bendición de Gabael (9,6), y tiene tres o cuatro variantes únicas (3,16; 14,8-10; 11,8).

(b) Aleph, el texto del Códice Sinaítico (siglo IV). Su estilo es mucho más difuso que el de AB, el cual parece haber omitido a propósito muchos stichoi de Aleph—cf. 2,12, “el siete del mes de Dystros acabó un tejido”; 5,3, el incidente del recibo dividido en dos partes, una para Tobías y la otra para Ragüel; 5,5, la larga conversación entre Rafael y el joven Tobías; 6,8; 10,10; 12,8, etc. Aleph omite 4,7-19 y 13,6b-9, de AB.

(c) El texto de los códices 44, 106, 107 para 6,9 – 13,8: La primera parte (1,1 – 6,8) y la última (13,9 hasta el final) son idénticas con AB; el restante parece ser un intento de una mejor versión del texto original. Los pasajes 6,9 a 7,17 muestran una obra independiente; 8,1 a 12,6 está más cercano al siríaco y más cercano a Aleph que a AB; 12,7 – 13,8 se parece a ambos textos en varios pequeños detalles. Lecturas distintivas de estas cursivas son la oración gnóstica de Edna, “Que todos los eones te alaben.” (7,15)); y el hecho de que Ana vio el perro corriendo delante de Tobías (11,5).

(d) Lo que parece ser una tercera recensión del segundo capítulo está presentado en Grenfell y Hunt, “Oxyrhyneus Papyri” (Oxford, 1911), parte VIII. El texto difiere tanto de AB como de Aleph y en consecuencia de las cursivas griegas.

(4) Antiguas versiones en latín

Antes de la traducción latina de la Vulgata de la recensión aramea (vea arriba), existían al menos tres versiones en el latín antiguo de un texto en lengua griega que era sustancialmente Aleph; (a) La recensión del Codex Regius Parisiensis 3654 y el códice 4 de la Biblioteca de San Germán, (b) la recensión del Cod. Vat. 7, que contenía 1 – 6,12; (c) la recensión de la “Speculum” de San Agustín.

(5) Versión siríaca

Hasta 7,9 es una traducción de AB; de ahí en adelante, concuerda con la texto cursivo griego, excepto que omite 13,9 – 18. Esta segunda parte es claramente una recensión, sus nombres propios no se pronuncian en la primera parte. Ajikar (14,10 es Aquior (2,10); ‘Edna (7,14) es ‘Edna (7,2), ‘Arag (9,2) es Raga (4,1.20).

(6) Versiones hebreas

Hay cuatro versiones hebreas de esta historia deuterocanónica:

(a) HL, hebreo londinii: un manuscrito del siglo XIII encontrado por Gaster en el Museo Británico, y traducido por él en “Proceedings of the Soc. of the Bibl. Archaeology” (XVII y XX). Además un centón de exhortaciones bíblicas, este manuscrito contiene la porción narrada de Tobías, traducida, según piensa Gaster, de un texto que tuvo la más estrecha relación al arameo usado por San Jerónimo. Es muy posible, aunque no probable, que el autor judío de HL (siglo XIII) hiciese uso de la Vulgata.

(b) HG, Hebreo Gasteri: un texto copiado por Gaster de un Midrás sobre el Pentateuco y publicado en el “Proc. of the Soc. of Bib. Arch.” (XIX). Este manuscrito, ahora perdido, concordaba con el arameo de Neubauer y estaba en un estilo compacto como el de la recensión de la Vulgata.

(c) HF, Hebrew Fagii: una traducción muy libre de AB, hecha en el siglo XII por un erudito judío; se encuentra en la “Políglota” de Walton.

(d) HM, Hebrew Munsteri; publicado por Munster en Basilea, 1542 d.C., se encuentra en la “Políglota” de Walton. Este texto está de acuerdo en principio con el arameo de Neubauer, aun cuando este último esté en desacuerdo con AB. De acuerdo con Ginsburg, originó en el siglo V. Las versiones en hebreo junto con la aramea omiten toda referencia al perro, que desempeña un papel importante en las otras versiones.

La revisión anterior de las diferentes y diversas recensiones del Libro de Tobías muestra lo difícil que sería reconstruir el texto original y cuán fácilmente los errores textuales se pudieron haber deslizado en nuestra Vulgata o el arameo de los que depende.

Contenido

A menos que se indique lo contrario, estas referencias son a la recensión de la Vulgata, de la cual la Biblia de Douay es una traducción. La historia se divide naturalmente en dos partes:

(1) La fidelidad de Tobías el Viejo y de Sarra al Señor (1,1 – 3,25);

  • (a) la fidelidad de Tobías (1,6), antes de la cautividad (1,1-10), durante el cautiverio (i,11 – 3,6) mostrada por sus actos de misericordia hacia sus compañeros de cautiverio (1,11-17) y, especialmente, hacia los muertos (1,18-25), actos que dieron lugar a su ceguera (2,1-18), las burlas de su mujer (2,19-23), y el recurso de Tobías a Dios en oración (3,1-6).
  • (b) La fidelidad de Sarra, hija de Ragüel y Edna (3,7-23). El mismo día en que Tobías en Nínive fue insultado por su esposa y se volvió a Dios, Sarra en Ecbataná fue insultada por su doncella como la asesina de siete maridos (3,7-10), y se volvió hacia Dios en oración (3,11-23). Las oraciones de ambas fueron oídas (3,24-25).

(2) La fidelidad del Señor hacia Tobías y Sarra a través del ministerio del ángel Rafael (4,1 – 12,22)

  • (a) Rafael cuida del joven Tobías en su viaje a Gabael en Ragués de Media para obtener los diez talentos de plata dejados en depósito por su padre (4,1 – 9,12). El joven sale, después largas instrucciones de su padre (4,1-23); Rafael se une a él como guía (5,1-28); mientras Tobías se bañaba en el río Tigris fue atacado por un pez grande, lo atrapa y, por consejo de Rafael, guarda la hiel, el corazón y el hígado (6,1-22); luego pasan por Ecbataná y se detienen en la casa de Ragüel. Tobías pide a Sarra por su esposa y la recibe (7,1-20); por la continencia y el exorcismo y el olor de la quema del hígado del pez y la ayuda de Rafael, vence al diablo que había matado a los siete ex maridos de Sarra (8,1-24); Rafael recibe el dinero de Gabael en Ragués, y lo trae a Ecbataná a la celebración del matrimonio del joven Tobías (9,1-12).
  • (b) Rafael cura la ceguera del anciano Tobías, al regreso de su hijo, y manifiesta la verdad de que él es un ángel (10,2 – 12,31). Conclusión: El himno de acción de gracias de Tobías el Viejo, y la posterior historia de ambos, padre e hijo (13,1 – 14,7).

Propósito

Evidentemente, el propósito principal del libro es demostrar que Dios es fiel a los que le son fieles a Él. Neubauer (op. cit., p. XVI) dice que el enterramiento de los muertos es la lección principal; pero la lección de dar limosnas es más prominente. Ewald, “Gesch. Des Volkes Israel”, IV, 233, establece la fidelidad al código mosaico como la corriente principal del autor, que escribe para judíos de la diáspora, pero el libro está dirigido a todos los judíos, y claramente les inculca muchas lecciones secundarias y una que es fundamental para el resto: Dios es fiel a los que son fieles a Él.

Estatus en el canon

(1) En el Judaísmo

El Libro de Tobías es deuterocanónico, es decir, no figura en el Canon de Palestina, sino en el de Alejandría. Su lugar en la Versión de los Setenta evidencia que los judíos de la diáspora aceptaban el libro como Escritura canónica. La reverencia que los judíos de Palestina sentían por el libro de Tobías como un libro sagrado se puede argumentar por la existencia de la traducción aramea utilizado por San Jerónimo y publicada por Neubauer, como también por las cuatro traducciones hebreas existentes. Entonces, la mayoría de estas versiones semitas fueron encontradas como Midrás, o haggada, del Pentateuco.

(2) Entre cristianos:

A pesar del rechazo de Tobías del canon protestante, su lugar en el canon cristiano de la Sagrada Escritura es indudable. La Iglesia Católica siempre lo ha estimado como inspirado.

  • San Policarpo (117 d.C.), “Ad Philippenses”, X, insta a la limosna, y cita Tobías 4,10, y 12,9, como autoridad para su insistencia.
  • Deutero-Clemente (150 d.C.), “Ad Corinthios”, XVI, tiene alabanzas a la limosna que son un eco de Tob. 12,8-9.
  • San Clemente de Alejandría (190-210 d.C.), en “Stromata”, VI, 12 (PG, IX, 324), cita como las palabras de la Sagrada Escritura “El ayuno es bueno con la oración” (Tob. 12,9); y en “Stromata”, I, 21, II, 23 (P.G., VIII, 853, 1089), “No hagas a otro lo que tú odias.” (Tob. 4,16).
  • Orígenes (c. 230 d.C.) cita como Escritura a Tob. 3,24 y 12,15, en “De oratione”, II; Tob. 2,1, en sec. 14; Tob. 12,12 en sec. 31 (cf. P.G., XI, 448, 461, 553); y en una carta a Julio Africano (P.G., XI, 80) le explica que, aunque los hebreos no usan el Libro de Tobías, aún así la Iglesia sí lo usa.
  • San Atanasio (350 d.C.) cita a Tob. 12,7 y 4,19, con la frase distintiva “como está escrito”, cf. “Apol. contra arrianos”, II, y “Apol. ad Imper. Constantium” (P.G., XXV, 268, 616).
  • En la Iglesia Latina, San Cipriano (c. 248 d.C.) a menudo se refiere a Tobías como de autoridad divina justo como se refiere a los otros libros de la Biblia; cf. “De mortalitate”, X; “De opere et eleemosynis”, V, XX; “De patientia”, XVIII (P.G., IV, 588, 606, 634); “Ad Quirinum”, 1,20 por Tob. 12; 3,1 por Tob. 2,2; y 4,5-11; 3,62 por Tob. 4,12 (P.G., IV, 689, 728, 729, 767).
  • San Ambrosio (c. 370 d.C.) escribió un libro titulado “De Tobia” contra la usura (P.L., XIV, 759), y lo introdujo con una referencia a la obra bíblica de ese nombre como “un libro profético”, “Escritura”.
  • Sin embargo, en toda la Iglesia Latina la pertenencia de Tobías al canon es clara por su presencia en la Versión Latina Antigua, el texto auténtico de la Escritura para la Iglesia Latina desde cerca de 150 d.C. hasta la Vulgata de San Jerónimo.
  • El uso canónico de Tobías en esa parte de la Iglesia Bizantina cuyo lenguaje era el siríaco se ve en los escritos de San Efrén (c. 362 d.C.) y de San Arquelao (c. 278 d.C.).

* Todas las primeras listas canónicas contienen el Libro de Tobías; son las del Concilio de Hipona (393 d.C.), los Concilios de Cartago (397 y 419 d.C.), [[Papa San Inocencio I) (405 d.C.), San Agustín (397 d.C.).

  • Por otra parte, los grandes manuscritos de los siglos IV y V de los Setenta son prueba de que no sólo los judíos, sino también los cristianos usaban a Tobías como canónico.
  • Para los católicos la cuestión sobre el estatus en el canon de Tobías quedó infaliblemente establecida por las decisiones del Concilio de Trento, Ses. IV (8 de abril de 1546) y del Concilio Vaticano I, Ses. III, cap. 2 (24 abril 1870).

Contra la pertenencia al canon del Libro de Tobías se han presentado varias objeciones bastante triviales, que a primera vista parecerían impugnar la inspiración del relato.

(a) Rafael dijo una falsedad cuando dijo que era “Azarías el hijo del gran Ananías” (5,13). No hay ninguna falsedad en eso. El ángel estaba justo en la apariencia que dijo. Además, pudo haber querido decir por azaryah, el sanador de Yah “, y por ananyah, “la bondad de Yah”. En este caso él sólo le dijo al joven Tobías que él era el ayudante de Dios y el hijo de la gran bondad de Dios; en esto no hubo falsedad.

(b) Una segunda objeción es que la angelología de Tobías está tomada de la del Avesta ya sea directamente, por la influencia iraní, o indirectamente por la incursión del folklore siríaco o griego. Pues Rafael dice: “Soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen entrada a la gloria del Señor.” (12,15). Estos siete son los Amesha Spentas del zoroastrismo: cf. Fritzsche, “Exegetisches Handbuch zu den Apocr.”, II (Leipzig, 1853), 61. La respuesta es que la lectura siete es dudosa; es en Aleph, AB, Latín Antiguo y Vulgata; no aparece en el texto cursivo griego, siríaco y HM. Sin embargo, admitiendo la lectura de la Vulgata, los Amesha Spentas se infiltraron en la religión avéstica a partir de los siete ángeles de la revelación hebraísta y no viceversa. Además, no hay siete Amesha Spentas en la angelología del Avesta, sino sólo seis, y están subordinados a Ahura Mazda, el primer principio del bien. Es cierto que a veces se les agrupa con los seis espíritus inferiores como siete Amesha Spentas; pero en esta agrupación no tenemos de ningún modo siete ángeles ante la deidad.

Valor histórico

(1) Para los protestantes

La crítica destructiva que, entre los protestantes, se ha esforzado por acabar con los libros canónicos del Antiguo Testamento naturalmente no ha respetado aquellos libros que los críticos llaman apócrifos. El Libro de Tobías es para ellos no más que el Testamento de Job, el Libro de los Jubileos y la historia de Ajikar. Desde el punto de vista de la crítica histórica ha de estar agrupado con esos tres apócrifos (J.T. Marshall, Director del Colegio Bautista, Manchester, en el “Hastings Dict. de la Biblia”, sv). Simrock en “Der gute Gerhard und die dankbaren Todten morir” (Bonn, 1858) reduce la historia al tema folklórico de la gratitud de los espíritus difuntos; el hilado se prolonga de este hilo delgado de la fantasía de que las almas de los muertos, cuyos restos Tobías enterraba, no se olvidaban de su benevolencia. Erbt (Encycl. Biblica, sv) encuentra rastros de una leyenda iraní en el nombre del demonio Asmodeo (Tob. 3,8), el cual es el Aeshma daeva persa, como también en el perro—“los persas le asignaban al perro un cierto poder sobre los malos espíritus.” Y también: «la nación judía toma una leyenda extranjera, la sigue repitiendo hasta que penetra a una forma oral fija, para luego pasarla a algún escritor de historias que sea capaz de darle forma en un cuento doméstico edificante, capaz de proveer consuelo a muchas generaciones venideras.” Moulton, “The Iranian background of Tobit” (Expository Time, 1900, p. 257), considera que el libro pertenece al folklore de Media, en el cual los elementos semitas e iraníes se encuentran.

Sobre la historia de Ajikar, cf. “The Story of Ahikhar from the Syriac, Arabic, Armenian, Ethiopic, Greek, and Slavonic versions” por Conybeare, Harris, y la señora Smith, una obra que se llevará hasta el 407 a.C. en una nueva edición de próxima aparición (Expositor , marzo de 1912, p. 212).

(2) Para los católicos

Hasta fines del siglo XIX los católicos nunca dudaron de la historicidad de Tobías. Estaba entre los libros históricos del Antiguo Testamento, los Padres siempre se habían referido tanto a Tobías el mayor como al joven y a los demás personajes de los relatos como a hechos y no a fantasías. Las historias de la limosna, el entierro de los muertos, la aparición de ángeles, el exorcismo, el matrimonio de Sarra con el joven Tobías, sanación del anciano Tobías—todos estos incidentes eran dados por sentado como una narración de hechos y nunca hubo un intento de compararlos a los cuentos de “Las mil y una noches” ni a las “Fábulas de Esopo”. Jahn, “Introductio in libros sacros”, 2da. ed. (Viena, 1814), 452, da las objeciones comunes a la historicidad de Tobías, y sugiere que, o bien toda la composición es una parábola para enseñar que las oraciones de los justos son escuchadas o a lo sumo el bosquejo principal es una narración de hechos. Su libro fue puesto en el Índice (26 de agosto de 1822). Anton Scholz, “Die” heilige Schrift, II, III, p. 12, y Movers en “Kirchenlexicon” (1ra. Ed. I, p. 481) afirmó que Tobías es una ficción poética. Cosquin, en “Revue Biblique” (1899, pp. 50-82), trata de mostrar que el escritor sagrado de Tobías tuvo ante sus ojos una forma de la historia de Ajikar y la trabajó bastante libremente como un vehículo para llevar el pensamiento inspirado de la moral que él desea transmitir a sus lectores. Barry, “The Tradition of Scripture” (Nueva York, 1906), p. 128, dice: “Su relación con otras historias, como The Grateful Dead y la historia de Ahichar, se ha utilizado en la ilustración de la naturaleza romántica que le atribuyen los lectores modernos; así también, los nombres simbólicos de sus personajes, y los empréstitos, como dicen, de la mitología persa de Asmodeo, etc.” Gigot, “Special Introduction to the study of the Old Testament”, I (Nueva York, 1901), 343-7, explica detenidamente los argumentos en contra de la historicidad del libro y no intenta refutar el mismo.

Con estas y algunas otras excepciones, los exégetas católicos están de acuerdo en defender con claridad la historicidad de Tobías. Cf. Welte en “Kirchenlexikon” (1ra. ed., s.v. Tobias); Reusch, “Das Buch Tobias”, p. VI; Vigouroux, “Manuel biblique”, II (Paris, 1883), 134; Cornely, “Introd. in utriusque testamenti libros sacros”, II (Paris, 1887), I, 378; Danko, “Hist. revelationis v. t.”, 369; Haneburg, “Gesch. der bibl. Offenbarung” (3ra. ed., Ratisbona 1863), 489; Kaulen, “Einleitung in die heilige Schrift” (Friburgo, 1890), 215; Zschokke, “Hist. sacra A. T.”, 245; Kaulen en “Kirchenlexikon” (2da. ed., s.v. Tobias); Seisenberger, “Practical Handbook for the Study of the Bible” (Nueva York, 1911), 343. Esta unanimidad entre los exégetas católicos está bastante en consonancia con la decisión de la Comisión Bíblica (23 de junio de 1905). Este Decreto le prohíbe a los católicos admitir que un libro de las Sagradas Escrituras, que en general ha sido considerado como histórico, es en todo o en parte no historia propiamente dicha, a menos que se pruebe con argumentos sólidos que el escritor sagrado no quiso escribir historia; y no podemos aceptar fácil o precipitadamente la solidez de los argumentos contra la historicidad de un libro histórico de la Biblia. Ahora bien, los argumentos contra el valor histórico de Tobías no son del todo sólidos, sino que son meras conjeturas, que sería muy aventurado admitir. Vamos a examinar algunas de estas conjeturas.

(a) La historia Ajikar no está en la Vulgata en absoluto. Como está en AB, Aleph y el Latín Antiguo, San Jerónimo, sin duda, lo sabía. ¿Por qué siguió el texto arameo para la exclusión de este episodio? Quizás lo consideró una interpolación, que no fue escrita por el autor inspirado. Aunque no hubiese sido una interpolación, no se ha probado que el episodio de Ajikar en Tobías sea una leyenda extraída de una fuente no-canónica.

(b) La aparición angélica y todos los incidentes relacionados con ella ya no son más difíciles de explicar que las angelofanías de Génesis 18,19 y Hechos 12,6.

(c) La demonología no es muy diferente a la del Nuevo Testamento. El nombre de “Asmodeo” no tiene que ser de origen iraní, pero sólo puede explicarse tan fácilmente como semita. La palabra aramea ashmeday es afín a la hebrea hàshmed, “destrucción”. Y aunque sea una forma mutilada de algún antepasado iraní de la Aeshma daeva persa, ¿qué más natural que un nombre medo para un demonio cuya obsesión se llevó a cabo en suelo de Media? El asesinato de los siete maridos fue permitido por Dios en castigo a su lujuria (Vulg. 6,16); es el joven Tobías, no el escritor sagrado, quien sugiere que (de acuerdo con AB, Aleph, y el latín antiguo) la lujuria del demonio es el motivo del asesinato de sus rivales. La atadura del demonio en el desierto del Alto Egipto, el punto más lejano del mundo entonces conocido (8,3), tiene el mismo significado figurativo que la atadura de Satanás por mil años (Apoc. 20,2).

(d) La improbabilidad de las muchas coincidencias en el Libro de Tobías es una mera conjetura (cf. Gigot, op. cit., 345). La Divina Providencia puede haber ocasionado estas similitudes del incidente, con el fin utilizarlas en un libro inspirado.

(e) Ciertas dificultades históricas se deben a la condición muy imperfecta en que nos ha llegado el texto.

  • Fue Teglatfalasar III quien llevó a Neftalí (2 Ry. 15,29) al cautiverio (734 a.C.) y no Salmanasar, como dice Tobías (1,2). Sin embargo, esta variante de la Vulgata, latín antiguo y arameo debe corregirse por el nombre Enemesar de AB y Aleph. Esta última interpretación sería equivalente a la transliteración hebrea del asirio kenum sar. Como el apelativo sar, “rey”, puede preceder o seguir a un nombre personal, kenum sar es sar kenum, esto es Sargón (sarru-kenu II, 722 a.C.). Fácilmente puede ser que, doce años después de Teglatfalasar III, comenzó la deportación de los Israel fuera de Samaria, los exploradores de Sargón completaran la obra y derrotaran a algunas de las tribus de Neftali de sus fortalezas.
  • Una solución similar debe darse a la dificultad de que se dice que Senaquerib fue el hijo de Salmanasar (1,18), mientras que él era el hijo de Sargón el usurpador. La variante de la Vulgata aquí, como en 1,2, debe ser la de AB y Aleph, a saber, Enemesar, y esto significa Sargón.
  • En B, 14,15, se dice que Nínive había sido capturada por Asuero (Asoueros) y Nabucodonosor, lo cual es un error del escribano. Aleph lee que Akiakaro tomó Nínive y añade que “alabó a Dios por todo lo que había hecho contra los hijos de Nínive y Asiria”. La palabra para Asiria es Athoureias, hebreo asshur, arameo ahur. Esta palabra en griego confundió al escribano al escribir ‘Lsueros para el nombre del rey, es decir, el rey medo Ciajares. Según Beroso, en su campaña contra Nínive, Ciajares hizo alianza con el rey babilónico Nabopalasar, el padre de Nabucodonosor; el escriba de B escribió el nombre del hijo por el del padre, puesto que él no conocía a Nabopalasar.
  • Ragués es un pueblo seléucida y de ahí el anacronismo. No del todo; es un antiguo pueblo de Media que los seléucidas restauraron.

Origen

Es probable que el anciano Tobías escribió al menos esa parte de la obra original en la que utiliza la primera persona del singular, cf. 1,1 – 3,6, en todos los textos, excepto en la Vulgata y el arameo. Como toda la narración es histórica, esta parte es probablemente autobiográfica. Después de revelar su naturaleza angélica, Rafael ordenó a padre e hijo que contaran todas las maravillas que Dios había hecho con ellos (Vulg. 12,20) y que escribieran en un libro todos los incidentes de su estancia con ellos (cf. el mismo versículo en AB, Aleph, Latín Antiguo, HF y HM). Si aceptamos la historia como una narrativa de la realidad, naturalmente concluimos que fue escrita originalmente durante el exilio a Babilonia, en la primera parte del siglo VII a. C.; y que todos los capítulos, excepto el último, fueron obra del anciano y del joven Tobías. Casi todos los estudiosos protestantes consideran el libro post-exílico. Ewald lo asigna a 350 a. C.; Ilgen, la mayor parte al 280 a.C.; Grätz, a 130 d.C.; Kohut, al año 226 d.C.

Bibliografía: Las introducciones de CORNELY, KAULEN, DANKO, GIGOT, SEISENBERGER. Aunque los Padres usan a Tobías, solo BEDA (P.L., XCI, 923-38) y WALAFRID STRABO (P.L., CXIII, 725) nos han dejado comentarios sobre él. Durante la Edad Media,, HUGO DE SAN VÍCTOR, Allegoriarum in Vetus Testamentum, IX (P.L., CLXXV, 725), y NICOLÁS DE LIRA, DENIS EL CARTUJO, HUGO DE SAN CARO, en sus comentarios sobre toda la Escritura, interpretaron el Libro de Tobías. Comentaristas posteriores son SERRARI (Monza, 1599); SANCTIUS (Lión, 1628); MAUSCHBERGER (Olmutz, 1758); JUSTINIANI (Roma, 1620); DE CELADA (Lión, 1644); DREXEL (Amberes, 1652); NEUVILLE (París, 1723); GUTBERLET (Munster, 1854); REUSCH (Freiburg, 1857); GILLET DE MOOR, Tobie et Akhiahar (Lovaina, 1902); VETTER, Das Buch Tobias und die Achikar-Sage in Theol. Quartalschrift (Tübingen, 1904). Las principales autoridades protestantes han sido citadas en el cuerpo del artículo.

Fuente: Drum, Walter. “Tobias.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 14. New York: Robert Appleton Company, 1912.

http://www.newadvent.org/cathen/14749c.htm

Traducido por Luz María Hernández Medina.

Fuente: Enciclopedia Católica