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El Papa en el ángelus: ‘Nuestra salvación no es un videojuego’

El Papa en el ángelus: ‘Nuestra salvación no es un videojuego’

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco rezó este domingo la oración del ángelus desde la ventana de su estudio que da hacia la plaza de San Pedro, en donde miles de fieles y peregrinos le esperaban. Y recordó que la salvación es lo principal en nuestra vida. Señaló también que puerta del cielo es estrecha porque debemos contener nuestro orgullo, si bien la puerta de la Misericordia es Jesús y está siempre enteramente abierta para todos. Invitó durante sus palabras a mantener unos instantes de silencio para interrogarnos sobre qué nos impide entrar por esa puerta. Y subrayó que Jesús nos espera, a cada uno de nosotros, cualquier pecado hayamos cometido, para abrazarnos y para ofrecernos su perdón. Y que esta puerta es una ocasión que no debemos desperdiciar.

A continuación el texto

«Queridos hermanos y hermanas, buenos días.

La página del evangelio de hoy nos exhorta a meditar sobre el tema de la salvación. El evangelista Lucas cuenta que Jesús está en viaje hacia Jerusalén y durante el recorrido se le acerca un tal que le pplantea esta pregunta: “¿Señor, son pocos los que se salvan?”.

Jesús no da una respuesta directa, pero desplaza el debate a otro plano, con un lenguaje sugestivo: “Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán”.

Con la imagen de la puerta, Èl quiere hacer entender a quienes le escuchan que no es cuestión de números, no importa saber cuantos se salvan, sino que lo importante es que todos sepan cuál es el camino que conduce a la salvación, la puerta.

Y tal recorrido prevé que se cruce una puerta. Pero dónde está la puerta, quién es la puerta? Jesús mismo es la puerta. Nos los dice Él en el evangelio de San Juan. Él nos conduce a la comunión con el Padre, donde encontramos amor, comprensión y protección. ¿Pero por qué esta puerta es angosta?, nos podemos preguntar.

Es una puerta angosta no porque sea opresora, sino porque pide restringir y contener nuestro orgullo y nuestro miedo, para abrirnos con a Él con corazón humilde y confiado, reconociéndonos pecadores, necesitados de su perdón. Por esto es estrecha, para contener nuestro orgullo, y es necesario.

¡La puerta de la Misericordia es Dios y está siempre, enteramente abierta para todos! Estrecha porque es necesario contener nuestro orgullo, amplia porque siempre abierta.

Dios no hace preferencias, sino que recibe a todos sin distinción. Y la salvación que Él nos da es un flujo incesante de misericordia que derrumba todas las barreras y abre sorprendentes perspectivas de luz y de paz.

Hoy Jesús nos dirige, una vez más, una insistente invitación para ir hacia Él, para cruzar la puerta de la vida plena, reconciliada y feliz. Él nos espera, a cada uno de nosotros, cualquier pecado hayamos cometido, para abrazarnos, para ofrecernos su perdón. Solamente Él puede transformar mi corazón. Solamente Él puede dar sentido plena a nuestra existencia, donándolos la verdadera alegría.

Entrando por la puerta de Jesús, la puerta de la fe y del Evangelio, nosotros podremos salir de las actitudes mundanas, de las malas costumbres, de los egoísmos y de nuestro estar cerrados.

Cuando hay un contacto con el amor y la misericordia de Dios hay un cambio auténtico. Y nuestra vida es iluminada por la luz del Espíritu Santo: ¡una luz inextinguible!

El Señor nos ofrece muchas ocasiones para salvarnos y entrar a través de la puerta de la salvación. Esta puerta es una ocasión que no debemos desperdiciar: no debemos hacer discursos académicos sobre la salvación, como el del tal que se dirigió a Jesús, sino que debemos aferrar las ocasiones de salvación. Porque en un determinado momento “el patrón de la casa se levantará y cerrará la puerta”, como nos ha recordado el Evangelio.

Pero si Dios es bueno y nos ama, ¿por qué cierra la puerta? Porque nuestra vida no es un videojuego o una telenovela; nuestra vida es seria y el objetivo importante que debemos alcanzar es la salvación eterna.

A la Virgen María, Puerta del Cielo, le pedimos que nos ayude a no perder las ocasiones que el Señor nos ofrece para cruzar la puerta de la fe y así entrar en un camino ancho: es el camino de la salvación, capaz de recibir a todos quienes se dejan abrazar por el amor. Es el amor que salva, el amor que ya en la tierra es fuente de bienaventuranza de quienes, en la mansedumbre, en la paciencia y en la justicia se olvidan de sí mismos y se dan a los otros, especialmente a los más débiles».

(Texto aún en elaboración).

Fuente: es.zenit.org

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