Las iglesias se unen a la jornada mundial de oración y ayuno por la paz en Israel y Gaza

Jerusalén, la ciudad que ha sido testigo de numerosos momentos históricos y religiosos, volvió a ser el centro de atención cuando un grupo ecuménico de líderes eclesiásticos convocó a un día mundial de oración y ayuno. Su propósito: buscar una intervención divina y humana en respuesta a la reciente escalada del conflicto en Medio Oriente.

Los Patriarcas y Jefes de Iglesias en Jerusalén, representando diversas tradiciones y denominaciones, se unieron en un mensaje unánime solicitando a los cristianos de todos los rincones del planeta que intercedan por la Tierra Santa. La urgencia de su petición refleja la gravedad de la situación actual: “Estamos siendo testigos de un nuevo ciclo de violencia… Las tensiones continúan aumentando y más personas inocentes están pagando el precio máximo.”

Este llamado ha resonado en el corazón de muchas organizaciones religiosas internacionales. La Comunión Anglicana y el Consejo Mundial de Iglesias no sólo han respaldado la petición, sino que también han reafirmado la necesidad de buscar soluciones pacíficas y diplomáticas. Su objetivo común es alcanzar una solución de dos Estados donde israelíes y palestinos puedan coexistir pacíficamente.

El arzobispo Hosam Naoum, representante anglicano en Jerusalén, expresó una esperanza ferviente que resuena con el sentir de muchos: “Oramos para que Dios cambie los corazones… estamos en extrema necesidad de corazones que aman, muestran misericordia y están dispuestos a vivir en unidad con los demás.”

Gavi Drake, al reflexionar sobre la situación, recordó que, aunque Medio Oriente ha sido una región de disputas prolongadas, la mayoría de sus habitantes buscan lo mismo: “La mayoría de israelíes y palestinos están del mismo lado, quieren una coexistencia pacífica de dos vecinos seguros”.

Es vital recordar, en medio de la tristeza y el dolor de esta situación, las palabras del libro de Proverbios 21:1: “El corazón del rey es un río en la mano del Señor; Él lo dirige por dondequiera que desea”. En tiempos de crisis, donde parece que la solución es esquiva, la comunidad global de creyentes se une para invocar esa dirección divina, esperando que fluya hacia la paz y la reconciliación.