​No tires la toalla, lucha por mejorar: aquí algunas ideas

Por: Carlos Padilla Esteban

Los cambios no son fáciles. Queremos cambiar, queremos crecer, no nos conformamos con llevar una vida mediocre. La mediocridad nos entristece. Aspiramos a más, a las cumbres, a la santidad.
 
Pero en mitad de nuestro camino todos descubrimos límites y pobrezas. Miramos nuestra vida y soñamos con el ideal, con lo que podríamos llegar a ser. Podemos conformarnos y dejar de luchar.
 
La pereza, la dejadez, la desolación, la tristeza, nos pueden alejar de la lucha. Como si ya no fuera posible ningún cambio, como si la vida nos impidiera mejorar y crecer. ¿Cuál es mi margen de mejora? ¿Hasta dónde puedo llegar si lucho y confío?
 
Siempre puedo ir más allá. Puedo tomarme la vida de otra forma. Puedo mejorar en mi forma de ver las cosas. Puedo crecer y ser más misericordioso con los demás. Puedo dejar de darle vueltas a todo complicándome la vida. Puedo sonreír cuando mi corazón me invita al llanto.
 
Puedo ser más flexible cuando todo se complica en mi agenda. Puedo ser más prudente y sensato. Más maduro a la hora de confrontarme con la frustración. Puedo levantarme y volver a la lucha después de una caída. Empezar de nuevo y confiar en la victoria detrás de una derrota.
 
Puedo no tomarme demasiado en serio cuando me frustro o entristezco sin motivo. Puedo reírme de mí mismo cuando piense que todo se vuelve contra mí. Puedo abrazar y expresar ese amor que llevo dentro y no guardarlo egoístamente.
 
Puedo ser más sencillo y no complicar las cosas. Puedo confiar de nuevo cuando sé que me han fallado. Puedo callar más y hablar menos escuchando al que lo necesita. Puedo ser más generoso con la vida y no obsesionarme sólo con mis cosas.
 
Puedo poner a Cristo en el centro y no pensar que yo siempre soy el centro. Puedo soñar más de lo que sueño y esperar de la vida menos de lo que espero. Puedo ser más comprensivo con las ofensas, con las caídas de los otros, menos crítico, menos juez.
 
Puedo ser más inocente en la forma de mirar a las personas. Más alegre a la hora de enfrentar las dificultades. Puedo creer más de lo que creo. Y ser más puro en la forma de mirar la vida. Puedo ir más despacio, al ritmo del que sufre. Puedo adelantarme para estar a la altura del que corre.
 
Puedo pasar por alto las ofensas. Puedo sonreír cuando me hieren. Puedo no ser tan cuadrado y rígido con mis planes. Puedo no tomarme tan en serio cuando algo me hiere. Puedo pensar más en los otros que en mí mismo.
 
Y puedo sacrificarme por amor sin que me importe. Puedo ser mejor de lo que soy hoy. Puedo porque Dios puede en mí hacer milagros. Ese poder se lo doy yo cuando me abro y dejo que entre en mi vida.