El Sermón Del Monte

DICHOSOS LOS POBRES EN ESPÍRITU

INTRODUCCIÓN

Durante esta semana, en los grupos de células se estudiaron la introducción del sermón del monte.

El sermón del monte muestra la ética de Jesús, la manera de cómo quería que vivieran sus discípulos y discípulas para que solo de esa manera fueran herederos del reino de los cielos. Al decir verdad el reino de los cielos o reino de Dios, es ahora, en este tiempo se vive cuando cada uno de nosotros decide obedecer lo que Jesús quiere que obedezcamos.

En la semana pasada comencé con la introducción de las bienaventuranzas dichas por Jesús en el sermón del monte.

¡Con qué amor tan sorprendente el Hijo de Dios revela aquí al hombre la voluntad de su Padre! No nos lleva otra vez “al monte, el cual ardía con fuego, y al turbión, y a la oscuridad, y a la tempestad.” No habla como cuando tronó en los cielos Jehová, y el Altísimo “dio su voz;” granizo y brasas de fuego.

Ahora nos habla con voz quieta y tranquila: “Bienaventurados,” o dichosos, Como si hubiera dicho: “¿Quién es el hombre que desea vida, que codicia días para ver bien?” ¡He aquí, yo os muestro lo que vuestra alma anhela! Veamos el camino que hace tanto tiempo estaban buscando en vano; el camino de las delicias, la vía de la paz llena de calma y gozo, del cielo en la tierra, y en la otra vida.

Al mismo tiempo, ¡con qué autoridad enseña! Bien se puede decir: “No como los escribas.” ¡Observad su modo (que no puede expresarse en palabras), la manera en que habla! No como Moisés, el siervo de Dios; no como Abraham, el amigo de Dios, ni como ninguno de los profetas, ni como los hijos de los hombres. Es algo sobrehumano. Más de lo que puede pertenecer a cualquier ser creado. ¡Revela al Creador de todas las cosas! ¡Siendo Dios, se manifiesta como Dios! Más aún, el Ser de los seres, Jehová, el que existe por sí mismo; el Ser Supremo, Dios que es sobre todas las cosas, bendito por siempre jamás.

Quiero que comencemos con la primera bienaventuranza:

– Mt 5:3 “Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece.” NVI

– Mt 5:3 “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.” RV60

Durante mucho tiempo se ha presta a diversas interpretaciones nuestro versículo de esta ocasión, por una razón tan importante, porque el libro de Lucas omite la expresión “espíritu” y ahí estriba una serie de investigaciones, pero ahora quiero darles la conclusión de dicha discusión según Joaquín Jeremías, historiador Bíblico.

– Mateo al mencionar “espíritu”, se está refiriendo hacia un área es solamente espiritual.

– Lucas por su parte tiene en mente solamente la pobreza en todos los sentidos, tanto espiritual como económica, social etc, pobre en todos los sentidos.

– Cuando retome este punto, daré mi conclusión personal.

I. LO QUE SIGNIFICA LA BIENAVENTURANZA

a. Las malas interpretaciones

La palabra griega para referirse a la bienaventuranza es macarios, que puede significar felices los… de hecho la Biblia de lenguaje actual traduce como “Felices los…” ahí se tomas para realizar sus interpretaciones algunos interpretes.

En EEUU hubo un hombre llamado Ernest M. Ligón del departamento de Sicología, quien escribió un libro llamado “The psychology of Christian personality” algo así como “La sicología de la personalidad humana”, su libro está basado desde el punto de la salud mental, a través de la felicidad máxima que dijo Jesús en su discurso. Según Ligón dice que la teoría que platea Jesús es la felicidad, donde menciona ocho actitudes emocionales para llegar a ser felices”

El error más significativo que los hombres han cometido al interpretar estos versículos de Jesús, "es el fracaso en fijarse en la primera palabra de cada una de ellas: felices" sin ningún previo estudio profundo.

b. Lo que hay en el fondo de las bienaventuranza

Más que felices, la palabra “macarios” tiene que ver con bendecidos, como lo muestra Salmo 1:1 “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos…”

Es una declaración de parte de Jesús a sus seguidores, no es algo que puede suceder, no se pospone a un futuro, sino es esta bendición del aquí y ahora, es algo donde ya ha entrado.

Es verdad que alcanzará su plenitud y su consumación en la presencia de Dios; pero a pesar de eso es una realidad presente que se disfruta aquí y ahora.

Las bienaventuranzas dicen en efecto: "¡Oh la bendición de ser cristiano! ¡Oh el gozo de seguir a Cristo! ¡Oh la diáfana felicidad de conocer a Jesucristo como Maestro, Salvador y Señor!". La misma forma gramatical de las bienaventuranzas es una afirmación de la emoción jubilosa y la radiante dicha de la vida cristiana.

 Un cristiano que es bienaventurado, no cabe en su corazón la tristeza, el miedo, porque es tres veces bendecido por parte de Dios.

La palabra bienaventurado que se usa en cada una de las bienaventuranzas es una palabra muy especial.

Makarios, describe ese gozo que tiene su secreto en sí mismo, ese gozo que es sereno e inalterable y autosuficiente, ese gozo que es completamente independiente de todos los azares y avatares de la vida.

La bendición cristiana es totalmente inquebrantable e indestructible. "Nadie dijo Jesús os quitará vuestro gozo" (Juan 16:22).

 Las bienaventuranzas nos hablan de ese gozo que nos busca a través del dolor, ese gozo que la tristeza y la pérdida, el dolor y la angustia, no pueden afectar, ese gozo que brilla a través de las lágrimas, y que nada en la vida o en la muerte puede arrebatar.

El mundo puede ganar sus goces, y los puede igualmente perder. Los cambios de la fortuna, el colapso de la salud, el fracaso de un plan, la desilusión de una ambición, hasta un cambio atmosférico pueden llevarse el gozo frágil que el mundo puede dar. Pero el cristiano tiene el gozo sereno e inalterable que viene de caminar para siempre en la compañía y en la presencia de Jesucristo.

La grandeza de las bienaventuranzas es que no son vislumbres imaginadas de alguna futura belleza; no son promesas doradas de alguna gloria distante; son gritos triunfantes de bendición por un gozo permanente que nada en el mundo puede arrebatar.

c. Los que quieren esa bienaventuranza

Estoy convencido que nuestro corazón anhela esta bendición, y la única manera de obtenerla, es tener la necesidad de Dios, es ser pobres en espíritu.

II. SER POBRES EN ESPÍRITU

a. Lo que no es ser pobre en espíritu

El mundo nos enseña que para tener éxito es tener dinero, sino por lo menos aparéntalo.

La sicología del mundo dice que eres auto suficiente, que tu eres fuerte por ti mismo, ese yo interior es la que debe dominar tu vida.

Así se creían los hermanos de la iglesia de Apocalipsis 3:16-17, no necesitamos de nada, estamos bien.

Ser pobres es espíritu no es:

– Mostrar una cara triste, desganado.

– Yo no tengo a nadie soy un pobre, solo tengo unos carritos, un avioncito privado.

– No significa que no voy a tener ningún recurso económico.

– Ser un voto de pobreza, vivir como indigente (en la época medieval así lo interpretaron y se fueron las montañas, regalaron todos sus bienes)

b. Lo que es ser pobre en espíritu

¡Bendita la persona que es consciente de su total abandono, y que pone toda su confianza en Dios!

Si una persona es consciente de su total degradación y ha puesto toda su confianza en Dios, entrarán en su vida dos cosas que son como las dos caras de la misma realidad. Estará totalmente desligado de las cosas, porque sabrá que las cosas no tienen la capacidad de dar felicidad o seguridad; dependerá totalmente de Dios, porque sabrá que sólo Dios puede darle ayuda, y esperanza, y fuerza. La persona que es pobre en espíritu se ha dado cuenta de que las cosas no quieren decir nada, y Dios quiere decir todo.

El Reino de Dios es la posesión de los pobres en espíritu, porque son ellos los que se han dado cuenta de su absoluta incapacidad aparte de Dios, y han aprendido a confiar y a obedecer.

Así pues, esta bienaventuranza quiere decir:

Recibe la bendición de Dios, la persona que es consciente de su carencia y necesidad, y que ha puesto toda su confianza en Dios.

– Gedeón (Jueces 6:15) un tiempo donde el pueblo de Israel hiso lo malo delante de Jehová y Dios lo entrego a los enemigos, Gedeón era un hombre israelita, y Dios miró sobre él, quien debía librar de la mano del enemigo, pero Gedeón se veía a sí mismo como Jue 6:15 Entonces le respondió Gedeón: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre.

– Jesucristo (14:10) “Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.” Pobreza en espíritu y dependencia de Dios.

Esto, pues, quiere decir ser ‘pobre en espíritu.’ Significa una ausencia total de orgullo, de seguridad en sí mismo.

– Es una conciencia de que no es nada en la presencia de Dios. Nada, pues, podemos hacer ni producir por nosotros mismos. Es esta conciencia abrumadora de nuestra “nada” más completa cuando nos ponemos delante de Dios. Esto es ser ‘pobres en espíritu.’

– Significa que si somos verdaderos cristianos no debemos basarnos en nuestro nacimiento natural.

– No debemos confiar en que pertenecemos a ciertas familias; no nos gloriaremos que somos de tal o cual nación.

– No edifica remos sobre nuestro emparamento natural.

– No dependeremos de la posición natural que alcanzamos en la vida, ni en poderes que nos hayan sido otorgados.

– No confiaremos en el dinero ni en la riqueza que podamos tener.

– No nos gloriaremos en la instrucción recibida, ni en la universidad a la que hemos asistido.

– No, todo esto Pablo vino a considerarse como ‘basura,’ y obstáculo para su obra porque tendía a dominarlo.

– No confiaremos en ningún don como el de la ‘personalidad,’ o inteligencia o habilidad general o especial.

– No confiaremos en nuestra propia conducta buena y moralidad.

– No confiaremos en lo más mínimo en la vida que hemos llevado o llevamos.

Tiene que haber una liberación total de todo esto. Lo repito, es sentir que no somos nada, que no tenemos nada, y que elevamos los ojos a Dios en sumisión absoluta a Él y en dependencia completa de Él, en su gracia y misericordia.

Experimentar en cierto modo lo que Isaías sintió cuando, ante la visión, dijo, ‘¡Ay de mí!… soy hombre inmundo de labios’ – esto es ‘pobreza en espíritu.’

CONCLUSIÓN

Hagámonos, pues, estas preguntas.

– ¿Soy así, pobre en espíritu?

– ¿Qué pienso acerca de mí cuando me veo en presencia de Dios?

– En mi vida, ¿qué digo, por qué pido, cómo pienso de mí mismo?

Qué mezquino es este gloriarse por cosas accidentales de las que no soy responsable, este gloriarse por cosas artificiales que no contarán para nada en el gran día cuando me presentaré delante de Dios. ¡Este pobre yo! Lo dice muy bien el himno, ‘Haz que este pobre yo disminuya,’ y ‘Oh Jesús, crece tú en mí.’

¿Cómo se llega, pues, a ser ‘pobre en espíritu’?

‘Debo salir del mundo, debo sacrificar la carne y someterme a penalidades, debo mutilar el cuerpo.’ No, de ninguna manera, cuanto más uno lo hace tanto más consciente de sí mismo se llega a ser y tanto menos ‘pobre en espíritu.’

La manera de llegar a ser pobre en espíritu es poner los ojos en Dios. Lean la Biblia, lean su Ley, traten de ver qué espera de nosotros, veámonos frente a El.

– Es poner los ojos en el Señor Jesucristo y verlo como lo vemos en los Evangelios. Cuanto más lo hacemos así tanto mejor entendemos la reacción de los apóstoles cuando, al ver algo que acababa de hacer, dijeron, ‘Señor, aumenta nuestra fe.’ Sentían que su fe no era nada. Sentían que era pobre y débil. ‘Señor, aumenta nuestra fe. Creíamos tener un poco porque arrojamos demonios y predicamos tu palabra, pero ahora sentimos que nada tenemos; aumenta nuestra fe’

– Mirémoslo; y cuanto más lo hagamos, tanto menos esperanza tendremos en nosotros mismos, y tanto más ‘pobres en espíritu’ llegaremos a ser. Mirémoslo, sin cesar.

Miremos a los santos, a los que han estado más llenos del Espíritu. Pero sobre todo, volvamos los ojos a El, y entonces nada tendremos que hacer con nosotros mismos. Todo será hecho. No podemos poner de verdad los ojos en El sin sentir una pobreza y vacío absolutos. Entonces le diremos: “Del mal queriéndome librar, me puedes sólo tú salvar,” “Buscando vida y perdón, Bendito Cristo, heme aquí.” Vacíos, sin esperanza, desnudos, viles. Pero El basta para todo.

El reino de Dios es para todo aquel que sienta su necesidad, que tenga el deseo de permanecer.

Finalmente cuando uno se ve pobre delante de Dios, Dios dice en Ap. 2:9 “Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico)”

Es Dios quien reconoce tu grandeza, tu valor, tu deseo de buscarle, es ahí donde radica vasca primero a Dios y todo viene por añadidura y entonces serás bendito.

“Bienaventurado los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”

Fuente: www.centraldesermones.com