LA “INJUSTA” GRACIA DE DIOS

LA “INJUSTA” GRACIA DE DIOS

El Señor le habló a Manases y a su pueblo, pero no le hicieron caso. Por eso el señor envió contra ellos a los jefes del ejército del rey de Asiria, los cuales capturaron a Manasés y lo llevaron a Babilonia sujeto con garfios y cadenas de bronce. Estando en tal aflicción imploró al Señor, Dios de sus antepasados, y permitió regresar a Jerusalén ante él. Oró al Señor, y él escuchó sus suplicas y le permitió regresar a Jerusalén y volver a reinar. 2 Crónicas 33:10-13.

Reflexiona cuidadosamente en este hecho asombroso. La impiedad de Manasés fue tanta, que la Biblia se le conoce como “el que hizo pecar a Judá”. Por su causa Dios desechó a Judá y la envió al cautiverio.

Pero cuando vino el ejército de Asiria y se lo llevaron cautivo a Babilonia, con una argolla en la nariz, como si fuera un toro salvaje, supo qué es el sufrimiento. Entonces se le quitó la necedad. Cuando le ocurrió esto “imploró al Señor, Dios de sus antepasados, y se humilló profundamente ante él”.

Lo increíble y asombroso es que “oró al Señor, y el escuchó sus suplicas y le permitió regresar a Jerusalén y v olver a reinar”. ¿Y todo el mal que había hecho? ¿Y los muertosí ¿Y las viudasí ¿Y los huérfanosí ¿Resucitaron los muertosí ¿Se consolaron las viudasí ¿Siguieron sufriendo las viudas y los huérfanos mientras el volvía muy a gusto a su palacio? ¿Siguieron sintiéndose todas las consecuencias de sus crímenes mientras él, “con una sola oración”, borrón y cuenta nueva?

Es la maravillosa gracia de Dios. Es la “injusticia” gracia de Dios, que no da a los pecadores todo lo que merecen y que da a los redimidos “mucho más” de lo que merecen. Los impíos perdonados no pueden hacer reparación por todas las consecuencias de sus pecados. Dios los perdona completa y gratuitamente, y les quita el sentido de culpa y el remordimiento. Si Dios no quitara el sentido de culpa, el remordimiento podría matar a los redimidos.

Dios le dijo a Abraham, que había tenido que “echar de su casa” a su hijo inocente por causa de los errores que él había cometido. “en cuanto a Ismael ya te he escuchado. Yo lo bendeciré, lo haré fecundo y le daré una descendencia numerosa” (Gen. 17:20)

En otras palabras, no te preocupes por las consecuencias de tu error. Yo haré todo lo que pueda para que no ocurran todas las malas consecuencias. Yo me hago cargo de los destrozos que dejaste en el camino. “Anda delante de mí y sé perfecto”. Ponte bajo las alas de un Dios tan omnipotente y tan misericordioso que es capaz de perdonar tanta iniquidad.