La inmoralidad sexual pasa su cuenta de cobro…

La secretaria dijo su nombre a través del altavoz. Laura sintió mucho temor. No quería pasar al frente a recoger los resultados del examen de laboratorio. Prefería no cubrir la distancia—no más de seis pasos—que le separaban de la casilla. Su novio, Miguel, la miró igualmente asustado. Los dos intuyeron que algo preocupante se avecinaba y que el dolor de cabeza iba a comenzar en esa hoja de papel con impresión que determinaba si la chica estaba en embarazo.

–Ve tu…—la empujó suavemente.

–No, por favor, ve tu…—rogó ella.

El muchacho se adelantó, aún con su uniforme de Colegio y una mochila donde llevaba útiles de estudio. Vacilante. Nervioso. Sentía que todos le miraban en aquél lugar, aunque por supuesto, cada quien estaba ocupado en lo suyo.

La empleada repitió el nombre de Laura y él se adelantó. Ella se quedó mirándole fijamente y le interrogó, con esa pregunta que luego razonó, no tenía sentido:

–¿Es acaso familiar?¿Su hermano?…—

Miguel no respondió nada. Simplemente se alejó. Salieron, con rapidez. Afuera comprobaron lo que temían: tenía dos meses de gestación. Y musitaron esas dos palabras que tanto temor despertaban: “Seremos padres…”

Era un momento aciago, gris, en una mañana soleada que les recordó el día que cruzaron sus miradas en el descanso entre clases. Él preocupado por el álgebra y ella, por memorizar algunos nombres de órganos del cuerpo humano para un examen en la asignatura de biología. Coincidían en algo: les gustaba el reguetón, salir los sábados a pasear en el parquecito más cercano a su residencia y dormir hasta tarde Ah, y en algo más: No habían cumplido los quince años.

¿El problema? De las frases coquetas pasaron a las caricias y de allí a la intimidad. No una sino varias veces. Ahora enfrentaban las consecuencias:

–¿Qué haré?–, interrogó la joven con angustia.

–Ni me mires… Mis padres enloquecerán porque esperan que termine mis estudios…–dijo él a la defensiva.

Una realidad entre los jóvenes

Un estudio realizado por la Universidad Javeriana de Colombia entre 232 adolescentes y jóvenes sobre Salud Sexual y Reproductiva, reveló que estudiantes de primaria y secundaria—con edades entre los 10 y 18 años—tuvieron una iniciación sexual temprana.

Los noviazgos que desembocaban en relaciones íntimas no duraban más de dos meses y, de acuerdo con el análisis, las chicas tenían relaciones a los 13 años mientras que los chicos se iniciaban a los 15 años. En su mayoría conocían lo que es un preservativo, no obstante, argumentaron que se “cuidaban” y estaban seguros de no contraer enfermedades como el Sida.

Asociaron el término pareja estable con mantener un noviazgo por cierto tiempo, no más de seis meses, incluyendo por supuesto, el ejercicio de la sexualidad aunque no dentro del marco normal en que se debe dar, que es en el matrimonio.

Al interrogarles en torno al por qué buscaban una nueva pareja, argumentaron que los estimulaba encontrar relaciones más excitantes y alguien con quien llevarse mejor. En muchos casos su comportamiento estuvo ligado a prácticas de sexo anal y oral “para no embarazar” a la compañera.

“¿Qué está pasando con nuestra juventud?…”

Una conocida líder de nuestra amada Santiago de Cali, me dijo hace poco mientras disfrutábamos de un café tinto: “¿Qué está pasando con nuestra juventud?”

Su preocupación es la misma que asiste a millares de padres y madres en todo el mundo. Se preguntan, desconcertados, en qué momento la pérdida de principios y valores, y el distanciamiento de Dios por parte de la sociedad ha llevado a una carrera desenfrenada de los adolescentes y los jóvenes a vivir el momento, el ahora, sin medir el alcance de lo que hacen.

Es una locura de grandes dimensiones producto del avivamiento de la sensualidad y disipación que priman hoy día y sobre la que advirtió el profeta: “Comerán, pero no quedarán satisfechos; se prostituirán, pero no se saciarán; porque han abandonado al SEÑOR para entregarse a la prostitución y al vino, ¡al mosto que hace perder la razón!”(Oseas 4:10, 11. Nueva Versión Internacional) No es mi propósito ir a los extremos, pero sin duda compartirá conmigo la inquietud por lo que está causando el desenfreno reinante, tal como lo advirtió el autor sagrado, quien lo asoció con un “espíritu de fornicación” que gobierna el mundo y específicamente a nuestra juventud (Cf. Oseas 5:4. Versión Reina Valera).

¿Cuál es el plan de Dios

La intimidad sexual en el plan de Dios solo es concebible al interior del matrimonio. Tener este tipo de contactos solo para dar rienda suelta a los deseos de vivir el momento, como ocurre con muchos adolescentes y jóvenes, va en contravía del propósito divino y acarrea vacío espiritual, sentimental, emocional y lo más grave: la transmisión de graves enfermedades. Incluso, muchos casos de cáncer en la mujer están vinculados a su iniciación sexual temprana.

El asunto fue esbozado claramente por el apóstol Pablo cuando escribió: “Los alimentos son para el estómago y el estómago para los alimentos»; así es, y Dios los destruirá a ambos. Pero el cuerpo no es para la inmoralidad sexual sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.”(1 Corintios 6:13, Nueva Versión Internacional) Obrar contrario a este principio está llevando a nuestra juventud al abismo.

Aun cuando el panorama luce ensombrecido ¡Todavía hay esperanza! Está en el Señor Jesucristo. Si le permitimos que reine en nuestros hogares, sociedad, lugar de trabajo e iglesia, y aplicamos los principios que Él enseñó y que están contenidos en la Biblia, habrá cambio. Son los mismos principios que aprendieron nuestros padres y que las nuevas generaciones desecharon hasta llegar al caos que apreciamos hoy día.

¿Qué podemos hacer?

Lo primero y más grande es permitirle al Señor Jesucristo que reine en medio nuestro. Es clave. Un segundo elemento es crear las condiciones entre la juventud para encarar su propia realidad. El hecho de ser adolescentes y jóvenes no justifica un comportamiento irresponsable. Por el contrario es una etapa de la vida en la que deben ejercer liderazgo: “Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza.”(1 Timoteo 4:12. Nueva Versión Internacional)

Es esencial que mantengamos estrecho contacto con la juventud y recordarles siempre, sin que suene a sermón, la importancia de mantenerse alerta, fortalecidos en Jesucristo para encarar la tentación y no caer en prácticas contrarias a lo que Dios tiene planeado para todo ser humano “Huyan de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo.” (1 Corintios 6:18. Nueva Versión Internacional)

Usted y yo –como adultos—tenemos una enorme responsabilidad con ellos. Si bien es cierto no podemos cambiar sus corazones, forma de pensar y actitudes, sí podemos orar a su favor. Hoy es el día de pararnos en la brecha (Cf. Ezequiel 22:30), y dar la batalla por nuestra juventud, encaminándola a Jesucristo; en esa tarea, es importante saber que Él nos respaldará y llevará a ser lo que en Cristo siempre: más que vencedores.

Contacte al Autor: pastorfernandoalexis [arroba] gmail.com Ministerio: Alianza Cristiana y Misionera Colombiana

Fuente: www.centraldesermones.com