La Virgen no se repite: 11 grandes apariciones

Por: Aleteia Team

"Cuando comparezca ante vuestro Hijo, recordadle -os lo ruego- que me habéis visto arrodillado, junto a Bernadette, en la gruta donde Vos sonreíais": con esta frase  de Jean-Baptiste Estrade cerró este martes José Manuel Díez Quintanilla, presidente de Radio María España, la conferencia que pronunció en Madrid sobre la Historia de las apariciones de la Virgen María.

Estrade era recaudador de impuestos en Lourdes cuando tuvieron lugar las apariciones, asistió al primer interrogatorio a Santa Bernardita y estuvo junto a ella en una de las ocasiones en las que vio a la Señora, apreciando la transformación de su rostro y convirtiéndose desde ese momento en uno de los grandes testigos, documentalistas y apóstoles de lo sucedido en la cueva de Massabielle.
 
Al sentirse morir, en 1909, tras medio siglo difundiendo por todo el mundo el mensaje de Lourdes, Estrade se dirigió así a la Madre de Dios: "Mis cabellos han encanecido y estoy próximo a la muerte. No soy capaz de mirar atrás, a mis pecados, tengo necesidad de refugiarme bajo vuestro manto de misericordia. Cuando comparezca ante vuestro Hijo, recordadle -os lo ruego- que me habéis visto arrodillado, junto a Bernadette, en la gruta donde Vos sonreíais". Díez Quintanilla logró emocionar a los presentes al leer este párrafo.
 
Al inicio de la conferencia, Luis Cort Lagos, presidente de la Fundación Cari Filii que organizaba el acto había insistido en esa misma idea: "La Fundación nació para acercar a las personas a dos lugares, Tierrra Santa y Medjugorje, que por mi experiencia son transformadores". Con ese objeto se crearon los Premios Cari Filii, que se fallan este mes.
 
Criterios de discernimiento

La conferencia versaba sobre once apariciones marianas que reúnen cuatro requisitos básicos: reconocimiento del obispo diocesano, autorización del culto en el lugar de las apariciones, visita papal y liturgia propia.
 
Díez Quintanilla recordó asimismo que los criterios básicos de la Iglesia a la hora de discernir las auténticas apariciones constituyen un puñado de "reglas de oro": "Los mensajes no pueden contradecir la Revelación pública, lo que se oficializa no son los mensajes sino el culto, la finalidad principal de la aparición es la santificación del vidente y lo que se examina a fondo son su contenido y sus frutos".

Paciencia, la Iglesia tiene otros tiempos…

Añadió que los fieles laicos deben aplicar también estas cuatro reglas antes de que la Iglesia se pronuncie, lo cual puede dilatarse durante años. Citó el caso extremo de las apariciones de Laus (Francia), que tuvieron lugar en 1664 y no fueron reconocidas hasta 2008.
 
Pero incluso respecto a las apariciones aceptadas por la jerarquía eclesiástica permanece la libertad del fiel: "Se puede ser perfectamente cristiano sin creer en ellas. Algo muy distinto a la Revelación pública, sin creer en la cual no se puede ser cristiano. Las revelaciones privadas no son de fe, son, eso sí, un camino para nuestra salvación, una ayuda para llevarnos al cielo", puntualizó el conferenciante.
 
Y, repasando las dificultades que tuvieron inicialmente desde el indio Juan Diego a los pastorcillos de Fátima o la misma Bernadette, invitó a rezar "por las personas que tienen que enfrentarse al discernimiento de estos casos", en particular los obispos del lugar, que son quienes toman la primera decisión vinculante, una de estas tres: "Consta la sobrenaturalidad, no consta la sobrenaturalidad, consta la no sobrenaturalidad".
 
Por ejemplo, el obispo de Leiria, José Alves Correia da Silva, llegó a espiar a Lucía y a su madre, y sólo cuando las vio llorar, lamentando los problemas personales que la aparición les había supuesto (como renunciar a su terreno más fértil, la Cova de Iria, tomada ya por los peregrinos) y alegrándose sin embargo del bien que harían a las almas los mensajes de la Virgen, sólo entonces se convenció de que se trataba de una intervención celestial.