Los Diez Leprosos

Lucas 17:11-19

Nueve de estos leprosos eran judíos y uno era samaritano.

Estos hombres tenian una vida miserable, Habían sido totalmente abandonados por la sociedad.

Eran deambulantes desamparados – obligados a vivir en un campamento aislado fuera del pueblo. Por ley se les pedía a los leprosos quedarse por lo menos a 100 metros de toda la gente. Cuándo la gente caminaba cerca, ellos tenían que gritar: “¡Inmundo, inmundo!” para alerter de su presencia, era una situacion tan triste y despreciable que los leprosos tenian que vivir en el anonimato.

Dependiendo de cuánto tiempo habían sido leprosos, algunos habían perdido dedos de las manos, dedos de los pies, orejas, dientes, brazos, y nariz. Su carne estaba cruda y podrida, el hedor era insoportable que tenina que vivir fuera de la civilizacion y confinados a un campo de leprosos. Por causa de la terrible lepra se envolvian con lienzos y sudarios de tela blanda, para cubrir su piel infectada y podrida, daban la apariencia de momias andantes.

Pero lo que atormentaba a estos desechados la mayor parte del tiempo era el recuerdo persistente de sus seres queridos que tenían que dejar atrás cuando el sacerdote los pronunciaba leprosos. Perdieron a sus amantes esposas y la risa, adorables hijos que una vez retozaban con ellos. Perdieron casas, carreras, el respeto y toda esperanza de ser útiles. Algunos de ellos probablemente habían sido judíos fieles, arraigados en la tradición de la iglesia. Pero ahora estaban acampando fuera de este pueblo anónimo, llevando una existencia desoladora, solitaria y de vergüenza indecible.

¡La lepra en la Biblia siempre ha sido un tipo del pecado!

La Escritura muestra al leproso como un tipo del pecador viviendo en vergüenza – debilitado y gastado por los efectos terribles del pecado.

¡Estaban pidiendo por misericordia! Era como si estuvieran suplicando: “Jesús – ¿cómo puedes algo tan lastimoso y no tener misericordia? ¿Cómo podrías darnos la espalda?”

En el la vida spiritual, podemos aplicar que un leproso representa al hombre sin Dios, viviendo atado al pecado, maldicion  y sus consecuencias. Es vivir vajo la derrota, el fracas, la desesperanza y destruccion. Vivir bajo la maldicio del pecado (lepra) es vivir sin paz, alejados de nuestros seres queridos por una triste y dolorosa separacion y destruccion matrimonial, en pobreza economica, es estar mutilados por la enfermedad, vicios, pobreza y adicciones; algunos pierden sus hijos, otros su esposa o esposo, alguien la muerte prematura de un ser querido y otros mas carentes de paz y felicidad.

De alguna manera ellos supieron de Jesus y los Milagros que operaba, quizas algunos de los leprosos que antes habia sanado dieron testimonio a estos diez leprosos y ellos salieron al encuentro de El y con determinacion ceca del camino clamaron a Jesus y le adoraron por un milagro. y con gran compasión Jesus dijo: “Vayan muéstrense a los sacerdotes.” (Lucas 17:14). 

DEMOSTRACION DE FE.“Vayan muéstrense a los sacerdotes” si notamos Jesus no dio una palabra sean sanos, sino que la expression vayan y muestrense a los sacerdotes es muestra de una secuencia de acciones que todo demandante de sanidad debe de realizar. Es hablar de moverse en desmostracion de la fe.

¿Puedes imaginar lo que estos leprosos deben haber pensado? “¿Regresar al sacerdote? ¡Pero él fue quien nos examinó y nos declaró inmundos! Él nos corrió del pueblo, nos alejo de nuestra familias y nos mando al aislamiento. Como volver a El en el templo si estamos leprosos.

1. Salir de las sombras del pecado.

Reconocer tu situacion de pecado y condicion en la que te encuentras y venir a Jesus como unico Salvador.

2. Creerle a Jesus.

Ellos recibieron una palabra muy desafiante,”vayan al templo y al sacerdote. Pero en ese momento ellos seguian enfermos, era un momento de rechazar la palabra o cumplirla e ir al templo con el riezgo de ser apedreados por violar las restricciones dadas a un leprosos; los diez decidieron moverse en fe y caminar hacia el templo, y mientras caminaban el milagro comenzo a operar en su enfermedad y cuando llegaron al templo se descubrieron y de los lienzos y pudieron mirarse completamente sanos !gloria a Dios! Que importante es creerle a Dios y lo que esta escrito en su palabra, y moverse en fe a pesar de que cuando se nos ministra no vemos un efecto immediate, la fe opera en lo invisible y es certeza de las cosas que pensamos que son inalcansables. Si Dios te habla a traves de un mensaje, un sueno, una profecia sobre algun miliagro, cree a su palabra aferrate asus promesas y Dios las cumplira en el proceso de los dias.

3. Mover nuestra fe en la accion.

Los diez leprosos caminaron de immediate rumbo a Jerusalem donde en aquel monte de Sion se encontraba el templo y dentro de el ministraba el sacerdote. Jerusalem es la ciudad santa de Dios el monte de Sion es figura de las cosas del cielo el templo es la morada y casa de Dios y el sacerdote representa a Jesucristo como mediador ante el padre. Todo esto nos ensena que debemos levanter nuestra vista hacia el cielo y realcionarnos con las cosas de Dios, vivir una vida consagrada espiritualmente y acudir a Jesus que es el unico en quin hay salvacion y sanidad divina.

4. Acudir al sacerdote en el templo.  

En Lucas 5:14, Jesús le había dicho a un leproso diferente: “Ve, y muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza, según Moisés ordenó, para testimonio a ellos.” (Lucas 5:14). ningún leproso podía simplemente volver a su hogar o iglesia o derechos de pacto. Había ciertas cosas que él tenía que hacer. Primero, tenía que ser declarado limpio por un sacerdote – y eso llevaba consigo una ceremonia muy elaborada, detallada que tomaba ocho días. Tenía que ser afeitado completamente, bañado y examinado. Después venían los sacrificios, rociaduras de sangre y aceite, ungimientos, ofrendas. Y después de todo esto, tenía que esperar ocho días más antes que pudiera ser restaurado a su familia y a sus derechos. En total, ¡el proceso tomaba dieciséis días de increíble actividad religiosa!

5. Rreconocimiento y adoracion.

“Es uno de esos diez leprosos del pueblo.” Y cuando se acercó, le oyeron gritando: "¡Gloria – gloria a Jesús! ¡Te alabo!” ¡Era el Samaritano! Cuando llegó a Jesús, se postró a sus pies – ¡y rompió en alabanzas y acción de gracias!

Jesús inclinó el rostro a él y dijo: “¿No fueron diez los limpiados? pero ¿dónde están los nueve?” (Lucas 17:17). Él estaba preguntando: “¿Por qué sólo tú? ¿Dónde están tus amigos, los otros que sané?”

LOS 9 LEPROSOS SE RESTAURARON EN TODO MENOS ANTE JESUS

Cuantas personsa solo buscar el favor de Dios, una sanidad, una bendicion economica, salir de un problema, pero no quieren responsabilidades ni renunciar a la vieja y pasada maera de vivir conforme al mundo y el pecado.

Ahora, estos nueve leprosos estaban ansiosos por proseguir con sus vidas. Ellos dijeron: “Tengo que volver a mi esposa y familia.

La historia no muestra que de los 10 leprosos, solo uno regreso a Jesus para agradecerle y adorarlo, accion que agrado a Jesus. Lo extraordinario es que quien volvio a Jesus era Samaritano pueblo despreciado por los Judios y condiderado inmundos. Jesús inclinó el rostro a él y dijo: “¿No fueron diez los limpiados? pero ¿dónde están los nueve?” (Lucas 17:17). Él estaba preguntando: “¿Por qué sólo tú? ¿Dónde están tus amigos, los otros que sané?” encontramos que muchos buscan a Jesus solo pro los Milagros y otros le seguen por la comida. Tu se un adorador consagrate para su servicio.

– No confiaremos en el dinero ni en la riqueza que podamos tener.

– No nos gloriaremos en la instrucción recibida, ni en la universidad a la que hemos asistido.

– No, todo esto Pablo vino a considerarse como ‘basura,’ y obstáculo para su obra porque tendía a dominarlo.

– No confiaremos en ningún don como el de la ‘personalidad,’ o inteligencia o habilidad general o especial.

– No confiaremos en nuestra propia conducta buena y moralidad.

– No confiaremos en lo más mínimo en la vida que hemos llevado o llevamos.

Tiene que haber una liberación total de todo esto. Lo repito, es sentir que no somos nada, que no tenemos nada, y que elevamos los ojos a Dios en sumisión absoluta a Él y en dependencia completa de Él, en su gracia y misericordia.

Experimentar en cierto modo lo que Isaías sintió cuando, ante la visión, dijo, ‘¡Ay de mí!… soy hombre inmundo de labios’ – esto es ‘pobreza en espíritu.’

CONCLUSIÓN

Hagámonos, pues, estas preguntas.

– ¿Soy así, pobre en espíritu?

– ¿Qué pienso acerca de mí cuando me veo en presencia de Dios?

– En mi vida, ¿qué digo, por qué pido, cómo pienso de mí mismo?

Qué mezquino es este gloriarse por cosas accidentales de las que no soy responsable, este gloriarse por cosas artificiales que no contarán para nada en el gran día cuando me presentaré delante de Dios. ¡Este pobre yo! Lo dice muy bien el himno, ‘Haz que este pobre yo disminuya,’ y ‘Oh Jesús, crece tú en mí.’

¿Cómo se llega, pues, a ser ‘pobre en espíritu’?

‘Debo salir del mundo, debo sacrificar la carne y someterme a penalidades, debo mutilar el cuerpo.’ No, de ninguna manera, cuanto más uno lo hace tanto más consciente de sí mismo se llega a ser y tanto menos ‘pobre en espíritu.’

La manera de llegar a ser pobre en espíritu es poner los ojos en Dios. Lean la Biblia, lean su Ley, traten de ver qué espera de nosotros, veámonos frente a El.

– Es poner los ojos en el Señor Jesucristo y verlo como lo vemos en los Evangelios. Cuanto más lo hacemos así tanto mejor entendemos la reacción de los apóstoles cuando, al ver algo que acababa de hacer, dijeron, ‘Señor, aumenta nuestra fe.’ Sentían que su fe no era nada. Sentían que era pobre y débil. ‘Señor, aumenta nuestra fe. Creíamos tener un poco porque arrojamos demonios y predicamos tu palabra, pero ahora sentimos que nada tenemos; aumenta nuestra fe’

– Mirémoslo; y cuanto más lo hagamos, tanto menos esperanza tendremos en nosotros mismos, y tanto más ‘pobres en espíritu’ llegaremos a ser. Mirémoslo, sin cesar.

Miremos a los santos, a los que han estado más llenos del Espíritu. Pero sobre todo, volvamos los ojos a El, y entonces nada tendremos que hacer con nosotros mismos. Todo será hecho. No podemos poner de verdad los ojos en El sin sentir una pobreza y vacío absolutos. Entonces le diremos: “Del mal queriéndome librar, me puedes sólo tú salvar,” “Buscando vida y perdón, Bendito Cristo, heme aquí.” Vacíos, sin esperanza, desnudos, viles. Pero El basta para todo.

El reino de Dios es para todo aquel que sienta su necesidad, que tenga el deseo de permanecer.

Finalmente cuando uno se ve pobre delante de Dios, Dios dice en Ap. 2:9 “Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico)”

Es Dios quien reconoce tu grandeza, tu valor, tu deseo de buscarle, es ahí donde radica vasca primero a Dios y todo viene por añadidura y entonces serás bendito.

“Bienaventurado los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”

Fuente: www.centraldesermones.com