CAMELLO

Gen 24:10 tomó diez c de los c de su señor, y se
24:19


Camello (heb. generalmente gâmâl; kirkârâh [plural kirkârôth, Isa 66:20]; bêker y bikrâh se usan para los camellos y las camellas jóvenes, respectivamente [la RVR las traduce por dromedarios en Isa 60:6 y Jer 2:23]; gr. kám’los). Animal ampliamente utilizado en el mundo antiguo y también en el moderno como bestia de carga y de silla (figs 12, 30, 106). Es un cuadrúpedo veloz y de gran resistencia, y se lo menciona con frecuencia en la Biblia. En Lev_11 y Deu_14 se lo incluye entre los animales inmundos. El camello de la Biblia es, casi sin excepción, el de una sola joroba o dromedario, no el 193 de 2° bactriano que se muestra en el arte de la Mesopotamia y de Persia. Los patriarcas poseí­an camellos (Gen 24:10), y en su tiempo habí­a caravanas de ismaelitas formadas por este animal que recorrí­an el camino entre Transjordania y Egipto (37:25; Isa 30:6). Por el tiempo de los jueces eran tan comunes, que los nómadas madianitas del desierto oriental invadí­an Palestina con “camellos innumerables” (Jdg 6:5). Desde ese tiempo, aparecen con frecuencia en los relatos bí­blicos, especialmente en relación con la gente y las caravanas del desierto. Estos animales, por lo general pacientes y flemáticos, puede ser sumamente tercos y malvados, especialmente cuando están en celo. Es probable que esta sea la razón para que el profeta Jeremí­as compare al Israel idólatra con una “camellita liviana” (Jer 2:23, BJ). 106. Caravana de camellos precedida por un burro cerca de Esmirna, al oeste del Asia Menor. En el NT se menciona al camello en relación con 2 personas: Juan el Bautista vestí­a un manto (una tela áspera) tejido con su pelo (Mat 3:4; Mar 1:6; cf 2Ki 1:8), y Jesús hablaba de un camello que pasaba por el ojo de una aguja (Mat 19:24) y de hombres que colaban el mosquito y se tragaban el camello (23:24). Véase Pelo de camello. Algunos eruditos han afirmado que este animal no habrí­a sido domesticado hasta el s XII a.C., y que todas las menciones anteriores del AT serí­an anacrónicas. Se basan mayormente en el hecho de que se encuentran figuras de camellos en los relieves y murales egipcios antiguos, pero que el animal no se menciona en textos egipcios ni cuneiformes anteriores al s XII a.C. Aunque la evidencia parece indicar que era muy usado antes de ese tiempo, su domesticación y empleo esporádicos en pequeñas cantidades está bien documentada desde tiempos muy tempranos en Egipto, Palestina y Mesopotamia. En contextos arqueológicos muy antiguos se descubrieron pequeñas esculturas de camellos cargados, y en un sello cilí­ndrico antiquí­simo de Mesopotamia aparece una representación pictórica de un hombre montado sobre uno de ellos. Las evidencias en favor de la existencia del camello domesticado llegan, en algunos casos, hasta el 3er milenio a.C. Bib.: F. E. Zeuner, A History of Domesticated Animals [Una historia de los animales domesticados] (Nueva York, 1963), pp 341-360.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

latí­n camelus. Mamí­fero artiodáctilo rumiante de la familia de los camélidos. Existen dos tipos de c., el dromedario (del griego dromos, carrera), Camelus dromedarius, denominado c. de Arabia, que tiene una sola joroba, propio de Arabia y el norte de ífrica; y el c. bactriano, Camelus bactrianus, de dos jorobas, originario del Asia Central. Ambos tienen caracterí­sticas comunes, que los hacen fuertes para el trabajo y aptos para las largas travesí­as por el desierto: las jorobas de tejido fibroso y adiposo son una reserva para cuando falta el alimento; el estómago, formado por tres cámaras, puede acumular gran cantidad de agua, que les permite subsistir varios dí­as sin beber. Las plantas de sus patas poseen una excrecencia callosa que comprende los dos dedos, lo que les facilita andar firmemente en cualquier terreno, especialmente en la arena sin enterrarse. Al dromedario, como se lee en Is 60, 6 y 66, 20, se refieren los textos bí­blicos, muy adaptado al desierto, puesto que cuenta, asimismo, con pestañas largas y orificios nasales que puede cerrar completamente y lo protegen de los vientos con arena. El c. está clasificado en la Escritura como animal impuro Lv 11, 4; Dt 14, 7. Es muy antigua la domesticación del c. lo mismo que su uso para el transporte de personas, pues se le puede colocar la albarda, es decir, ensillarlo, Gn 24, 62-65; 31, 17; 31-34; Tb 9, 1-6; como bestia de carga de carga Gn 24, 10; 1 Cro 12, 41; Jdt 2, 17; y el comercio entre los pueblos, eran comunes las caravanas de mercaderes en los caminos y en el desierto, Gn 37, 25s. El c. se empleaba como animal de guerra Jc 6, 5; 7, 12; 1 S 30, 17; igualmente constituí­a, junto con otros animales, parte del botí­n 1 S 27, 9; 1 Cro 5, 21; 2 Cro 14, 14; Jr 49, 29 y 32. Un episodio significativo del empleo del c., lo constituye la visita de la reina de Sabá al rey Salomón, la cual llegó a Jerusalén con camellos cargados de aromas, oro y piedras preciosas, 1 R 10, 1-2; 2 Cro 9, 1. Cuando Jazael de Damasco fue al encuentro de Eliseo, llevaba cuarenta camellos cargados de regalos, por orden de Ben Hadad, rey de Aram, para consultarle sobre la salud del rey, 2 R 8, 9.

Cuando Tobí­as se casó con Sarra hija de Ragüel, éste le dio la mitad de sus bienes, entre ellos, camellos, Tb 10, 8-12. Poseer muchos camellos era signo de riqueza y prosperidad, así­ como bendición de Dios, Gn 12, 16; 24, 35; Jacob medró mucho al lado de su suegro Labán y tuvo camellos entre sus ganados Gn 30, 43; 31, 17; los camellos eran parte de la riqueza de los reyes, David puso a Obil, ismaelita, para que le cuidara sus camellos 1 Cro 27, 30; Job, el hombre más rico de Oriente, poseí­a tres mil camellos, los cuales le fueron robados por los caldeos, Jb 1, 1-3 y 17; cuando Yahvéh restauró a Job, después de haberlo probado en su virtud, llegó a tener seis mil camellos Jb 42, 12. A estos animales se les poní­a riendas, cadenas, lunetas, collares, Jc 8, 21 y 26. Los que volvieron del destierro en Babilonia con Zorobabel tení­a 435 camellos, entre sus ganados, Esd 2, 66; Ne 7, 68. En el N. T., las menciones a este animal son escasas. De Juan Bautista se dice que su vestido estaba hecho de pelos de camello Mt 3, 4; Mc 1, 6. De manera figurada, Cristo dice que †œes más fácil que un c. entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos† Mt 19, 24; Mc 10, 25; Lc 18, 25. Cristo les enrostra la hipocresí­a a los escribas y fariseos, cuando les dice: †œÂ¡Guí­as ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el c.!† Mt 23, 24.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

ver ANIMALES

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Cuadrúpedo. Rumiante. El c. es uno de los primeros animales domesticados por el hombre. Necesita poco cuidado y es apto para llevar mucha carga a grandes distancias, por lo cual era el medio de transporte preferido en el Oriente Medio, sobre todo para los desiertos. Además, porque se puede aprovechar de él su leche, la piel para correas y otros utensilios, su pelo blando, lanoso, con el cual se puede tejer tela para tiendas de campaña o vestiduras (Mat 3:4; Mar 1:6), y sus excrementos, que secados al sol constituyen un buen combustible. La carne, aunque dura y correosa, es comida por los pueblos orientales, pero a los israelitas les estaba prohibida (Lev 11:4; Deu 14:7). Era usado también para fines bélicos (Jue 6:5; Jue 7:12; 1Sa 30:17; Isa 21:7). David tení­a un funcionario encargado de sus muchos c. (1Cr 27:30). La abundancia de c. era signo de riqueza personal. Así­, Job tení­a tres mil y luego seis mil c. (Job 1:3; Job 42:12). Las palabras del Señor Jesús: †œEs más fácil pasar un c. por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios† (Mat 19:24; Mar 10:25; Luc 18:25) es una forma de hablar bastante usual entre hebreos, utilizando lo absurdo para enfatizar lo difí­cil de alguna cosa. Nombre cientí­fico: Camelus dromedarius. †¢Aguja. †¢Animales de la Biblia.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, FAUN LEYE CRIT ARQU TIPO CUAD

vet, Hay dos especies de camello: el camello propiamente dicho, o camello de dos jorobas (“camelus bactrianus”), originario de Asia central, y el dromedario (“camelus dromedarius”), de una sola joroba. Esta se corresponde con la joroba posterior del “c. bactriano”, aunque, en realidad, tiene otra más pequeña, que pasa casi inadvertida, y que se corresponde con la anterior del dicho “c. bactriano”. En Lv. 11:4 se dice que el camello “no tiene pezuña hendida”. En efecto, aunque sus miembros acaban en dos dedos, como sucede con los otros rumiantes, estos dos dedos están cubiertos por una especie de amplio y fibroso cojí­n, recubierto de una resistente capa córnea, que hace el papel de suela, por lo que no presenta forma externa de pezuña hendida. Esta constitución del pie está admirablemente ajustada para la marcha por la arena del desierto. El camello es uno de los animales domésticos más útiles, notable por su fuerza y resistencia. Puede subsistir con un forraje de lo más mí­sero y espinoso. Las jorobas están constituidas por una abundante reserva de grasa que va disminuyendo al ir pasando por un ayuno prolongado. Tiene también, debajo de la panza, un conjunto de celdas acuí­feras que le proveen de una reserva de agua metabólica. El camello llega a medir 2,5 m. de altura pero al arrodillarse se le puede cargar con tanta facilidad como a un asno. Puede llevar una carga de 250 kg. y marchar durante todo el dí­a bajo un sol de justicia. Su carne, prohibida a los israelitas (Lv. 11:4), es sin embargo consumida por los árabes. Con su piel se hacen tiendas y prendas de vestir. La leche de camella es una de las bases de la alimentación de los beduinos. Frente a las declaraciones de crí­ticos hostiles a la Biblia, la investigación ha descubierto estatuillas representando camellos, y osamentas y otros vestigios que se remontan hasta el año 3.000 a.C. (cp. J. P. Fee, “Abraham’s Camels”, Journal of Near Eastern Studies, University of Chicago, julio 1944, PP. 187-193). Por ello, no es sorprendente que Abraham y Jacob poseyeran camellos (Gn. 12:16; 30:43), igual que los ismaelitas que llevaron a José a Egipto (Gn. 37:25). Está también demostrado que la domesticación de los camellos estaba muy desarrollada en el siglo XII a.C., y que no se puede argumentar ninguna dificultad histórica a las hordas de madianitas montadas sobre camellos (Jue. 6:5), ni ante las caravanas ricamente cargadas de la reina de Saba (1 R. 10:2). Sentido figurado. En dos ocasiones hizo uso el Señor Jesús de la figura del camello como base de una comparación (Mt. 19:24; 23:24). Toda la fuerza de este doble paralelo se halla en la hipérbole. Jamás podrá pasar un camello por el ojo de una aguja, ni tampoco por el gaznate de un fariseo. Nada en esta figura parece confirmar la postura de que “el ojo de la aguja” serí­a un portillo abierto en el gran portalón de una ciudad oriental. Con todo este paralelismo, el Señor se refiere por una parte a la doblez de los fariseos, y a la imposibilidad de algo en el orden natural de las cosas, pero posible para Dios. En gracia, la nueva creación elimina todas las dificultades de acceso a Dios.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Uno de los primeros animales de carga, signo de riqueza (Gén 24,1 30,43; Is ,6). Se utilizó también como animal de guerra. El hombre utilizaba su piel para vestirse (Mt ,5; Mc 1,6). corpulencia se hizo famosa y dio origen al proverbio que el mismo Jesús utilizó para poner de relieve la dificultad que presentan las riquezas en orden a la salvación, y que contrapone el gran tamaño del camello y el diminuto del ojo de una aguja de la misma manera que un camello no puede pasar por el ojo de una aguja si no media un milagro de orden fí­sico, así­ tampoco un ->rico puede ir reino de los cielos si no media un milagro de orden moral (Mt 19,24; 10,25; Lc 18,25); utilizó, asimismo la comparación del camello con un mosquito para poner de relieve incongruencia del proceder de los escribas y fariseos, escrupulosos en nimiedades y cosas sin importancia y despreocupados de las que de verdad tienen importancia, como son la caridad y la justicia (Mt 23,24).

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

(heb. ga·mál; bé·kjer, †˜camello joven†™ [Isa 60:6]; bikj·ráh, †œcamella joven† [Jer 2:23]; kir·ka·róhth, †œcamellas veloces† [Isa 66:20]; gr. ká·me·los).
Desde hace mucho tiempo se ha utilizado el camello como bestia de carga y medio de transporte, en especial en las regiones desérticas. Hay dos variedades de camello, el bactriano y el dromedario. El bactriano (Camelus bactrianus) tiene dos gibas, es más fuerte que el dromedario y es capaz de transportar cargas más pesadas; el dromedario (Camelus dromedarius), probablemente el referido en la Biblia, solo tiene una giba.
Las caracterí­sticas del camello lo hacen idóneo para la vida en las regiones desérticas, donde ocupa el lugar del caballo o el asno. Su grueso pelaje le protege del calor del desierto. Sus alargados orificios nasales se pueden cerrar a voluntad, precaución muy útil para evitar que penetre en ellos la arena impulsada por el viento. Además, sus gruesos párpados y largas pestañas le protegen los ojos de las abrasadoras tempestades de arena. Las plantas de los pies son callosas y almohadilladas, ideales para andar sobre la arena blanda y fina. En el pecho y las rodillas tiene desde el nacimiento unas callosidades que le protegen cuando se arrodilla para descansar. Los dientes son fuertes y le permiten masticar casi cualquier cosa. Este animal necesita poco grano y puede sustentarse con las plantas del desierto, lo que hace que su mantenimiento sea muy económico.
La giba del camello es como una despensa portátil. En ella almacena la mayor parte de sus reservas de alimento en forma de grasa. Si el camello toma alimento de esta reserva por un perí­odo prolongado, la giba va perdiendo consistencia hasta colgar como un morral vací­o. En tiempos pasados se colocaban cargas sobre las gibas de los camellos, como se sigue haciendo hoy en dí­a. (Isa 30:6.) En las Escrituras también se menciona †œla cesta de la silla de montar las mujeres a camello†, que sin duda se colocaba sobre la giba de este animal. (Gé 31:34.)
No es cierta la creencia popular de que el camello almacena agua en la giba. Se opina que este animal puede permanecer sin agua durante tanto tiempo debido a que retiene la mayor parte del agua que bebe. Un factor que contribuye a esto es el diseño de su nariz, que le permite extraer el vapor de agua de sus propias exhalaciones. El camello puede tolerar una pérdida de agua equivalente al 25% de su peso, en contraste con el 12% en el caso del hombre. Por otra parte, no pierde humedad por medio de la transpiración con tanta rapidez como otras criaturas, porque su temperatura corporal puede variar 6 °C sin efectos notables. Su sangre tiene la particularidad de no perder prácticamente volumen aun cuando el animal se vea privado de agua durante varios dí­as. Por otra parte, es capaz de recuperar peso corporal bebiendo tanto como 135 l. en diez minutos.
Se sabe de algunos camellos que han viajado a una velocidad sorprendente. En 1 Samuel 30:17 se hace una alusión a la velocidad del camello, pues allí­ se dice que cuando David derribó a los merodeadores amalequitas, solo escaparon los 400 hombres jóvenes que se dieron a la fuga montados en camellos.
Según la Ley, el camello era un animal inmundo, por lo que los israelitas no lo usaban como alimento (Le 11:4; Dt 14:7), aunque sí­ se hací­an tejidos de pelo de camello; Juan el Bautista usó una prenda de vestir de este tipo de tejido. (Mt 3:4; Mr 1:6.) Hoy en dí­a también se usa el tejido de pelo de camello para hacer prendas de vestir.

Uso desde tiempos primitivos. La primera mención bí­blica del camello se remonta al tiempo de la estancia de Abrahán en Egipto, donde llegó a tener cierta cantidad de estas bestias de carga. (Gé 12:16.) Cuando se envió al siervo fiel de Abrahán a Mesopotamia a buscar esposa para Isaac, lo acompañó una caravana de diez camellos con toda suerte de regalos. (Gé 24:10.) Los medio hermanos de José lo vendieron a unos ismaelitas que se dirigí­an a Egipto en una caravana de camellos. (Gé 37:25-28.)
Se dice que Job era †œel más grande de todos los orientales†. Entre sus bienes materiales se contaban 3.000 camellos, y después de la prueba de su integridad, Jehová lo bendijo tanto que llegó a tener 6.000 camellos y mucho ganado. (Job 1:3; 42:12.)
Como el resto de los animales de Egipto, los camellos sufrieron los efectos de las plagas que Dios mandó sobre los dominios de Faraón. (Ex 9:3, 10, 25; 12:29.) El registro bí­blico no indica si los israelitas llevaron consigo camellos en el viaje por el desierto, pero es probable que así­ fuera.
La primera vez que se habla de camellos una vez que los israelitas se asentaron en la Tierra Prometida es con referencia a las invasiones de que fueron objeto. Cuando las hordas madianitas y sus †˜camellos sin número†™ se extendieron por la tierra y la empobrecieron, el pueblo de Israel se enfrentó a una situación crí­tica. (Jue 6:5; 7:12.) A veces, con la ayuda de Jehová, los israelitas derrotaron a sus enemigos y capturaron gran cantidad de camellos, en una ocasión 50.000. (1Cr 5:21; 2Cr 14:15.)
Cuando se proscribió a David en la corte de Saúl, guerreó junto con sus hombres contra los guesuritas, los guirzitas y los amalequitas, matando a todos los hombres y las mujeres, pero tomando como botí­n los camellos y otros animales domésticos. (1Sa 27:8, 9.) Durante su reinado, Obil, un oficial especial, estaba a cargo de sus camellos. (1Cr 27:30.) La reina de Seba llevó regalos al rey Salomón en una caravana de camellos, y Ben-hadad II de Siria envió presentes al profeta Eliseo sobre 40 camellos. (1Re 10:1, 2; 2Re 8:9.)
Cuando predijo la caí­da de Babilonia, el profeta Isaí­as hizo alusión a los ejércitos conquistadores con el sí­mbolo de un †œcarro de guerra de camellos† (Isa 21:7), y según el historiador griego Heródoto (I, 80), Ciro se valió de los camellos en sus campañas militares. En la descripción de la calamidad que le sobrevendrí­a a Rabá, la capital de los ammonitas, Ezequiel 25:5 dice que la ciudad llegarí­a a ser †œun apacentadero de camellos†. Por otro lado, debido a su proceder adúltero de relaciones ilí­citas con las naciones paganas, a la infiel casa de Israel se la comparó a una camella joven en celo que iba corriendo a la ventura de acá para allá. (Jer 2:23, 24.)
Zacarí­as predijo que los camellos y demás ganado de todas las naciones que luchasen contra el pueblo de Jehová sufrirí­an un azote, azote que recordarí­a las plagas que le habí­an sobrevenido al ganado de Egipto. (Zac 14:12, 15.) Se predijo que después de su restauración del exilio, una †œoleada en masa de camellos† cubrirí­a al pueblo de Dios y lo colmarí­a de regalos. También se menciona a los camellos entre las bestias de carga que transportarí­an a los hermanos de los siervos de Dios de entre todas las naciones hacia Jerusalén †œcomo regalo a Jehovᆝ. (Isa 60:6; 66:20.) Es de interés que en el primer cumplimiento de la profecí­a de restauración de Isaí­as, habí­a 435 camellos entre los animales que llevaban los judí­os que regresaron de Babilonia en 537 a. E.C. (Esd 2:67; Ne 7:69.)

Uso figurado. Jesús hizo referencia al camello en sentido figurado. En una ocasión dijo que serí­a más fácil que un camello pasase por el ojo de una aguja que el que un rico entrase en el Reino. (Mt 19:24; Mr 10:25; Lu 18:25.) Ha habido cierta duda en cuanto a si en este pasaje la traducción correcta deberí­a ser †œmaroma† en vez de †œcamello†. De hecho, la traducción al inglés de George M. Lamsa usa la palabra †œmaroma† en el texto principal, y en una nota al pie de la página de Mateo 19:24 explica: †œLa palabra aramea gamla significa maroma y camello†. Por otra parte, las palabras griegas para maroma (ká·mi·los) y camello (ká·me·los) son muy similares, y hay quien opina que en ese texto pudieran haberse confundido. (Véanse las notas de FF, Ga, Scí­o, TA.) La obra A Greek-English Lexicon (de Liddell y Scott, revisión de H. Jones, Oxford, 1968, pág. 872) traduce ká·mi·los como †œmaroma†, pero añade que posiblemente se creó para enmendar la frase: †œMás fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el reino de Dios†, en cuyo caso el término griego original hubiera sido ká·me·los, no ká·mi·los.
Es más, los manuscritos griegos más antiguos que existen del evangelio de Mateo, el Sinaí­tico, el Vaticano núm. 1209 y el Alejandrino, emplean la palabra ká·me·los. Mateo escribió su relato de la vida de Jesús en hebreo y es posible que él mismo lo tradujera al griego. Como sabí­a con exactitud lo que Jesús dijo y quiso decir, utilizarí­a la palabra apropiada, y esa palabra, según los manuscritos griegos más antiguos que existen, es ká·me·los. Por lo tanto, hay buenas razones para creer que el pasaje debe decir †œcamello†.
Por medio de esta ilustración, que no debe tomarse literalmente, Jesús estaba indicando que tal como no era posible que un camello literal pasase por el ojo de una aguja, aún era menos posible que un rico que siguiera aferrándose a sus riquezas entrase en el reino de Dios. (Véase AGUJA, OJO DE.)
Cuando condenó a los fariseos hipócritas, Jesús dijo que †˜colaban el mosquito pero engullí­an el camello†™. Estos hombres solí­an colar el mosquito del vino, no solo por escrúpulo, sino porque era inmundo ceremonialmente; sin embargo, en sentido figurado engullí­an camellos, que también eran inmundos. En otras palabras: insistí­an en que se cumpliesen los requisitos más pequeños de la Ley, pero al mismo tiempo pasaban totalmente por alto los asuntos de más peso: la justicia, la misericordia y la fidelidad. (Mt 23:23, 24.)

[Fotografí­a en la página 400]
Camello árabe, bien preparado para la vida en el desierto

Fuente: Diccionario de la Biblia

kamelos (kavmhlo”, 2574), de una palabra hebrea que significa portador. Se usa en proverbios para indicar: (a) algo casi o totalmente imposible (Mat 19:24, y pasajes paralelos); (b) los actos de una persona que se cuida de no pecar en temas triviales, pero que no pone cuidado en asuntos más importantes (Mat 23:24).

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

(heb. gāmāl; gr. kamēlos). Cuadrúpedo del desierto, famoso por su habilidad para cruzar zonas desérticas, por cuanto es capaz de llevar agua para varios días en el cuerpo. El término heb. (como el uso popular de la palabra “camello” en castellano) no distingue entre los dos tipos característicos de camello: el animal de una sola giba (Camelus dromedarius) o “dromedario” de Arabia, y la bestia de dos gibas (Camelus bactrianus) o camello bactriano del NE del Irán (Bactriana, hoy en Turkmenistán y NO de Afganistán). En la antigüedad ambos tipos están representados en los monumentos.

En las Escrituras los camellos se mencionan por primera vez en los días de los patriarcas (ca. 1900–1700 a.C.). Formaban parte del ganado de Abraham y Jacob (Gn. 12.16; 24.35; 30.43; 32.7, 15) y también de Job (1.3, 17; 42.12). En sólo dos notables ocasiones se muestra realmente a los patriarcas empleando camellos para el transporte: cuando el siervo de Abraham fue a Mesopotamia a buscar esposa para Isaac (Gn. 24.10ss), y cuando Jacob huyó de Labán (Gn. 31.17, 34). En ninguno de los dos casos se trataba de acontecimientos comunes. Por lo demás, la posesión de camellos se atribuye únicamente a los ismaelistas/madianitas, mercaderes del desierto, en esta época (Gn. 37.25). Esta utilización sumamente modesta del camello en la era patriarcal se corresponde muy bien con el uso conocido y bastante limitado del mismo en la primera parte del 2º milenio a.C. (véase inf.).

En el ss. XIII a.C. las bestias de carga egipcias atacadas por plagas incluían caballos (las más valiosas), asnos (las más comunes), y camellos (escasos), además de otras (Ex. 9.3); y en la ley los camellos estaban prohibidos como alimento (Lv. 11.4; Dt. 14.7).

La mención del camello en el Pentateuco, especialmente en Génesis, se ha desechado en forma frecuente y persistente, por parte de algunos, como algo anacrónico, mientras que otros la han defendido ardientemente. La verdad parece ser como sigue. A partir del ss. XII a.C. el camello (y la vida nómada basada en el camello) se convierte en un rasgo normal del mundo bíblico (a diferencia de Egipto, donde sigue siendo raro). Antes de dicha fecha, se había hecho un uso claro pero muy limitado del camello. Si bien limitadas e imperfectas, las pruebas existentes indican claramente que el camello domesticado se conocía ya para el 3000 a.C., y siguió siendo usado limitadamente como bestia de carga de marcha lenta a lo largo del 2º milenio a.C., siendo el asno la bestia principal para este fin. (* Animales de la Biblia )

Comprobación arqueológica. Sobre la base de las pruebas disponibles, sólo podemos citar aquí unos cuantos elementos relacionados con Génesis y Éxodo. Lo primero y más importante es una mención del camello (domesticado) en una tablilla cuneiforme de Alalak en el N de Siria (s. XVIII a.C.) como GAM.MAL; véase Wiseman, JCS 13, 1959, pp. 29 y Goetze, ibid., pp. 37, sobre el texto 269, línea 59. Lambert (BASOR 160, 1960, pp. 42–43), sin embargo, se opone a la referencia al camello en Alalak, y en cambio proporciona pruebas acerca del conocimiento del camello en el período babilónico antiguo (ca. ss. XIX a.C.) en un texto de Ugarit. Luego está la figura del camello arrodillado de Biblos de fecha similar (Montet, Byblos et l’Egypte, 1928, pp. 91 y lámina 52, Nº 179). La objeción de Albright (JBL 64, 1945, pp. 288), de que no tiene giba (y por lo tanto no es camello), queda descartada porque la figura está incompleta y tiene un hueco mediante el cual se fijaban giba y carga modeladas separadamente (esto lo asevera tamb. R. de Vaux, RB 56, 1949, pp. 9, notas 4–5). En una tumba de la edad del bronce media en Tell el-Fara cerca de Nablús se encontró la quijada de un camello (ca. 1900–1550 a.C.) (de Vaux, op. cit., pp. 9, n. 8). Pero esto no agota las pruebas relativas al período patriarcal.

En la provincia egipcia de Fayum se encontró el cráneo de un camello fechado en la etapa “A” de la alfarería, e. d. dentro del período ca. 2000–1400 a.C., el período de los patriarcas prácticamente hasta Moisés; véase O. H. Little, Bulletin de l’Institut d’Égypte 18, 1935–6, pp. 215. De la región de Menfis proviene la figura de un camello con dos jarras para agua (clara prueba de su domesticación en Egipto), fechable por material arqueológico asociado en el ss. XIII a.C. aprox. (Petrie, Gizeh and Rifeh, 1907, pp. 23 y lámina 27). Albright (JBL 64, 1945, pp. 287–288) quiso reducir la fecha de este ejemplo; pero como no pudo ofrecer pruebas específicas de ninguna clase en apoyo de su posición, no se la puede aceptar. Palestina también ofrece algunas pruebas de la existencia de camellos en este período general. Por consiguiente las referencias en Éxodo, Levítico, y Deuteronomio no son más objetables que las de Génesis.

En el período de los jueces Israel fue molestada por madianitas (repelidos por Gedeón, Jue. 6–8) y otros que utilizaban camellos, p. ej. los agarenos (1 Cr. 5.21); igualmente Saúl y David lucharon contra amalecitas que usaban camellos (1 S. 15.3; 27.9; 30.17). Los árabes hacían uso del camello tanto en la guerra como en la paz. También lo hacía la reina de Sabá (1 R. 10.2; 2 Cr. 9.1) y los habitantes de Cedar y “Hazor” (Jer. 49.29, 32). Hazael el arameo llevó 40 camellos cargados de regalos del rey Benadad a Eliseo (2 R. 8.9). Los judíos que regresaron a Judea con Zorobabel después del exilio tenían 435 camellos (Esd. 2.67; Neh. 7.69). En la época del NT el pelo del camello le proporcionó vestido a Juan el Bautista (Mt. 3.4; Mr. 1.6), mientras que el camello aparece en dos de los cuadros gráficos más notables de Cristo (Mt. 19.24 = Lc. 18.25; Mt. 23.24).

Bibliografía. W. F. Albright, De la edad de piedra al cristianismo, 1959, pp. 136–7; id., Arqueología de Palestina, 1962, pp. 209–210; J. A. Larraya, “Camello”, °EBDM, t(t). II, pp. 65–66.

Para camellos de una sola giba, véase ANEP, pp. 20, fig(s). 63, pp. 52, fig(s). 170, pp. 58, fig(s). 187, pp. 132, fig(s). 375 (árabes y asirios), pp. 59, fig(s). 188 (arameos). Para camellos de dos gibas, véase ANEP, pp. 122, fig(s). 355 = IBA, pp. 57, fig(s). 51, en cuanto a la época asiria, y H. Frankfort, Art and Architecture of the Ancient Orient, 1954, lámina 184B del período persa.

De especial valor sobre el camello en la antigüedad son los documentados estudios de R. Walz, en Zeitschrift der Deutschen Morgenländischen Gesellschaft 101, s.n. 26, 1951, pp. 29–51; ibid., 104, s.n. 29, 1954, pp. 45–87; y en Actes du IVe Congrès Internationale des Sciences Anthropologiques et Ethnologiques, 3, Viena, 1956, pp. 190–204. Más recientemente: F. S. Bodenheimer, Animal and Man in Bible Lands, 1960, bajo ”camélidos”, y W. Dostal en F. Gabrieli, W. Dostal, G. Dossin y otros, L’antica società beduina, eds. Gabrieli, 1959, G. S. Cansdale, Animals of Bible Lands, 1970.

K.A.K.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico