PACIENCIA

Mat 18:26 señor, ten p conmigo, y yo te lo pagaré
Luk 18:5 no sea que viniendo .. me agote la p
Luk 21:19 con vuestra p ganaréis vuestras almas
Rom 5:3 sabiendo que la tribulación produce p
Rom 8:25 si esperamos lo .. con p lo aguardamos
Rom 9:22 soportó con mucha p los vasos de ira
Rom 15:4 que por la p y la .. tengamos esperanza
Rom 15:5 el Dios de la p .. os dé entre vosotros
2Co 6:4 en mucha p, en tribulaciones, en
2Co 12:12 las señales de apóstol han .. en toda p
Gal 5:22 amor, gozo, paz, p, benignidad, bondad
Eph 4:2 soportándoos con p los unos a los otros
Col 1:11 su gloria, para toda p y longanimidad
2Th 1:4 por vuestra p y fe en .. persecuciones
2Th 3:5 y el Señor encamine .. a la p de Cristo
2Ti 4:2 reprende, exhorta con toda p y doctrina
Tit 2:2 sean .. sanos en la fe, en el amor, en la p
Heb 6:12 por la fe y la p heredan las promesas
Heb 10:36 porque os es necesario la p, para que
Heb 12:1 corramos con p la carrera que tenemos
Jam 1:3 sabiendo que la prueba de .. produce p
Jam 5:8 tened también vosotros p, y afirmad
Jam 5:11 habéis oído de la p de Job, y habéis
1Pe 3:20 cuando una vez esperaba la p de Dios
2Pe 1:6 al dominio propio, p; a la p, piedad
2Pe 3:15 la p de nuestro Señor es para salvación
Rev 2:2 conozco .. tu arduo trabajo y p; y que
Rev 2:3 sufrido, y has tenido p, y has trabajado
Rev 2:19 tu p, y que tus obras postreras son más
Rev 3:10 cuanto has guardado la palabra de mi p
Rev 13:10; Rev 14:12 está la p y la fe de los santos


Paciencia (gr. makrothumí­a, “paciencia”, “firmeza”, “constancia”, “resistencia”; hupomone, “paciencia”, “constancia”, “fortaleza”, “perseverancia”, “firmeza”). Paciencia es la cualidad de resistir con firmeza, con la confiada expectativa de un fin deseado, a pesar de las dificultades, del desánimo y de las circunstancias desalentadoras y, a menudo, del sufrimiento. Repetidas veces los escritores del NT incluyen la paciencia en la lista de las virtudes 879 cristianas (Rom 5:3, 4; 2Co 6:4; 1 Tit 6:11;2Pe 1:6; 2 Tit 3:10). La paciencia se basa en la esperanza (Rom 8:24, 25; 1Th 1:3, BJ). En vista de que “a través de muchas tribulaciones entraremos en el reino de Dios” (Act 14:22), y particularmente por cuanto la entrada en ese reino venidero de gloria involucra un prolongado perí­odo de espera, la paciencia o constancia perseverante llega a ser una virtud cristiana cardinal (Heb 10:36; Jam 1:3, 4); paciencia que siempre nos recuerda: “Las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Rom 8:18). El término “paciencia” aparece 2 veces en el AT: en Job 6:11 traduce el heb. ‘arîk, que tiene el sentido de “prolongar la vida”, en Pro 25:15 traduce el heb. ‘ôrek ‘appayim, “soportar con buen ánimo”.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

Las palabras gr. †™upomone y makrothumia se traducen como paciencia, pero ellas no son exactamente sinónimas. †™Upomone es la cualidad de soportar las pruebas. Los que poseen esta virtud están libres de cobardí­a y desaliento. Es principalmente una actitud del corazón con respecto a las cosas.

Makrothumia es una actitud con respecto a las personas. La paciencia es una faceta del fruto del Espí­ritu (Gal 5:22 [VHA: longanimidad]); es una virtud que Dios aprecia de manera especial en los seres humanos y que parece desarrollarse mejor en las pruebas (Rom 5:3-4; Jam 1:3-4 [BA: constancia; DHH: fortaleza; Jam 5:11 [RVA: perseverancia]). Ambos términos se aplican a Dios (Rom 2:4; 1Pe 3:20), aparentemente siempre en relación con las personas.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(ciencia de la paz).

Vivir sin perturbación de ánimo los trabajos, gozos y sufrimientos: (Luc 21:19).

– Es importantí­simo para la vida cristiana, uno de los frutos del Espí­ritu Santo, Heb.6 12-15, Gal 5:22, Tit 2:2.

– El Todopoderoso es el Dios de la paciencia, Rom 15:5, Lc.15, Exo 20:5, Sal 103, 130, Nehem.9, 2Pe 3:9.

– Paciencia de Cristo, Isa 53:7, Hec 8:32, Mat 27:14, Mat 20:20-28, Jua 20:26-28.

– El cristiano la debe ejercer con todos: (1Te 5:14).

– Los ministros, 1Ti 6:11.

– Las autoridades, Mat 18:26, Hec 26:3.

– Ejemplo de la Virgen Marí­a y San José: (Mat 1:18-21, Mat 2:13-15, Mat 2:19-23, Jua 19:25-27.

– De Job: (Job 1:21).

– De Simeón, Luc 2:25.

– De Abraham, Heb 6:5.

– De San Pablo, 2Ti 3:10.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

Es la virtud que ejerce Dios cuando no castiga inmediatamente las ofensas que le hacen los hombres. Dios, tras †œhaber pasado por alto, en su p. los pecados pasados†, ahora reclama de los hombres que se arrepientan (Rom 3:25; Rom 9:22). Equivale a longanimidad, en lo cual Dios es rico (Rom 2:4). él es †œmisericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia† (Exo 34:6). El hombre, entonces, debe seguir el ejemplo de Dios, ejerciendo la p. con los demás (Pro 14:29; Pro 15:18). †œMejor es el que tarde en airarse que el fuerte† (Pro 16:32). Los cristianos han de ser †œpacientes para con todos† (1Te 5:14). Nuestro comportamiento debe ser †œcon toda humildad y mansedumbre, soportándoos con p. los unos a los otros en amor† (Efe 4:2), porque la p. es un componente del †œfruto del Espí­ritu† (Gal 5:22; Col 3:12).

También se usa el término para señalar la capacidad humana para soportar las calamidades de la vida. El creyente debe tener †œpor sumo gozo† cuando se halla en diversas pruebas, sabiendo que así­ su †œfe produce p.† (Stg 1:2-3). Son llamados a imitar a aquellos que †œpor la fe y la p. heredan las promesas† (Heb 6:12). El verbo †œesperar†, muy usado en los Salmos, habla de ello. †œGuarda silencio ante Jehová, y espera en él† (Sal 37:7). Se pone como paradigma †œla p. de Job† (Stg 5:11), y se señala que fue una caracterí­stica del apostolado paulino (2Co 6:4; 2Co 12:12). Para hacer la voluntad de Dios se necesita ejercer la p. (Heb 10:36). Los creyentes deben esperar con p. la segunda venida de Cristo (Stg 5:7). La p. caracteriza a los verdaderos cristianos (Apo 1:9; Apo 2:2-3, Apo 2:19; Apo 3:10; Apo 13:10; Apo 14:12).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

vet, Implica sufrir circunstancias adversas esperando, pero de una manera voluntaria, y no por mera necesidad. Hay muchas exhortaciones al cristiano para el ejercicio de esta virtud, a fin de que el creyente pueda soportar sin murmuraciones aquellas pruebas ordenadas por el Señor, así­ como las oposiciones, injusticias y provocaciones que puedan caer sobre él por causa del nombre de Cristo (Ro. 5:3, 4; 8:25; 15:4; Gá. 5:22; Ef. 4:22; Col. 1:11; 3:12; Tit. 2:2; He. 6:12; 10:36; Stg. 1:3, 4; 5:7, 8, 10, 11; 2 P. 1:6, etc.). Esta paciencia de los santos debe ser reflejo de la paciencia del mismo Dios, que es llamado “el Dios de la paciencia” (Ro. 15:5), quien ciertamente la ha mostrado hacia un mundo lleno de pecado, con vistas a la cruz de Cristo: “habiendo pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados” (Ro. 3:25). También en el mundo antiguo Dios reveló su paciencia dejando un largo espacio de tiempo para el arrepentimiento a los contemporáneos de Noé (1 P. 3:20), y se insiste en que “la paciencia de Dios es para salvación” (2 P. 3:15). Por cuanto el creyente tiene que manifestar el espí­ritu de Cristo, es llamado a ejercitar “la paciencia de Cristo” (cfr. 2 Ts. 3:5), y ello “hasta la venida del Señor” (Stg. 5:7).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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Virtud humana y cristiana que mueve a llevar con tranquilidad y serenidad, con paz, los diversos avatares, agradables o desagradables, de la vida y del trabajo.

La paciencia tiene estrecha relación con la fortaleza, la tolerancia, el aguante, el saber soportar y resistir las adversidades. Por eso supone actitud comprensiva con las personas y con los hechos. Establece ví­nculos directos con la resignación, la serenidad, la conformidad, la fidelidad y la esperanza. Es capacidad de mantener la paz si los obstáculos la perturban y ellos suponen fortaleza.

Es muy diferente de la “ataraxia” (actitud griega de indiferencia e imperturbabilidad) y es muy distante de la superioridad ante los demás. La paciencia es compatible con el interés por las cosas y el deseo de pronto resolución de los problemas. Pero el interés es compatible con la fortaleza de la mente para dominar el nerviosismo, la intemperancia o la irritabilidad.

Esta visión de la paciencia es lo que se advierte en los Libros Sapienciales de la Sda. Escritura y en los Profetas que hablan de ella. “Tú eres mi paciencia, Señor, y eres mi esperanza” (Salm. 70. 5); “Dios tiene paciencia con todos” (Sab. 15.1-6)”. Y “al igual que Dios con nosotros, hemos de ser pacientes con todos” (Eccli. 2. 1-11).

En el Nuevo Testamento se habla hasta 23 veces de la paciencia como aguante (anextos, o enjomai) y 25 veces de la paciencia como serenidad (makro-zumeo o makor-zumia). El mensaje queda claramente expuesto con sentido teocéntrico: “Dios tiene paciencia sobre todos” (Lc. 18.7). Por eso “premia al que sabe tener paciencia hasta el final” (Mt. 10.22) y se irrita ante el que no sabe ser paciente con sus deudores, como refleja la parábola del criado que pedí­a “paciencia a su señor a quien debí­a cien talentos y no supo tener paciencia con el compañero que le debí­a 100 monedas”. (Mt. 18.23-35)

Jesús bendice a los pacientes: Dichosos los pací­ficos (pacientes), pues de ellos es el reino de los cielo” (Mt. 5.10)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(v. esperanza, virtudes)

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización

Paciencia es sinónimo de longanimidad (gr. “makro-zymia”: longanimidad, paciencia). Dios es paciente (Ex 34, 6; Sab 15, 1; Eclo 18, 11; Mt 18, 27; m 9, 22; 1 Tim 1, 16; 1 Pe 3, 20; 2 Pe 3, 9). Y no olvida jamás la paciencia de sus elegidos (Lc 18, 7); el hombre debe ser paciente con sus semejantes (2 Sam 16, 10; Tob 2, 8; Job 1, 20; Prov 15, 29; Mt 18, 26. 29; Ef 4, 2; Col 1, 11; 3, 12; 1 Tes 5, 14; 2 Tim 3, 10; 4, 2). Tener paciencia es también sinónimo de soportar (gr. “anejomai”: levantar, sostener, soportar), referido, más que a la actitud interior, al comportamiento exterior. Así­ Dios no se deja llevar del arrebato para castigar inmediatamente al pecador, sino que tiene paciencia, le soporta a ver si se convierte, pero esto no le impide aplicar su justicia (Rom 2, 4; 3, 26). Jesucristo soportó pacientemente la actitud adversa hacia El (Mt 17, 17; Mc 9, 19; Lc 9, 11; cf. Heb 12, 1-3; 1 Pe 2, 10). El juez inicuo adopta la actitud contraria (Lc 18, 1-8). La paciencia es una virtud importante en el cristiano (Rom 15, 5; 1 Cor 13, 7; 2 Cor 1, 6; 6, 4; 12, 12; 2 Tes 3, 5; Col 1, 11; 1 Tim 6, 11; 2 Tim 3, 10; Ap 1, 9; 2, 2. 3. 19; 3, 10; 13, 10; 14, 12). Hay que tener paciencia, constancia en el sufrimiento, en las pruebas que precederán a la parusí­a (Mt 10, 22; 24, 13; Mc 13, 13), pues por la paciencia se conseguirá la salvación (Lc 21, 19).

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

En el Antiguo Testamento la paciencia es una forma concreta de bondad; se expresa por el termino hésedh : la benignidad, la buena disposición para ayudar, especialmente en dependencia dé la alianza establecida en el Sinaí­.

Cada vez que Yahveh se conmueve por la miseria de su pueblo (o del individuo), se deja vencer por la compasión, que se expresa en una paciente ayuda concreta. Aunque Israel se aleje de su Bienhechor éste no interviene con su justicia punitiva, sino que espera con mucha paciencia.

Dios rico en paciencia – y ternura.- La reflexión teológica sobre la paciente bondad de Yahveh empezó muy pronto: ” Dios dueño y Señor, misericordioso y clemente, paciente, de mucha compasión” (Ex 34,6-7).

La verdadera teologí­a de la paciente bondad de Dios se encuentra en los salmos: ” Paciente y misericordioso es el Señor, lento a la ira y rico en clemencia. Bueno es el Señor con todos, su ternura se derrama sobre todas las criaturas” (Sal 145).

Los enemigos, los ingratos, los pecadores endurecidos: a todos estos grupos se dirige en primera lí­nea la paciencia misericordiosa del Dios del Nuevo Testamento (Lc 9,55; 13,6. Mt 18,23ss). Para Pablo es natural que todo cristiano, gracias a la unión con el Maestro, tenga que ejercitar la paciencia. Este concepto está en la base de todas sus listas de virtudes (Rom 3,25:
1 Pe 3,20). Jesús pone la reconciliación por encima de los deberes religiosos (Mt 5,23ss), el amor al prójimo por encima del culto (Mt 9,13; 12,7. cf. Os 6,6).

El amor-caridad se caracteriza ante todo como actitud de paciencia y de misericordia con todos. ” Amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 13,34). De hecho, Dios juzgará a los seres humanos, no con la medida de la justicia, sino con la de la paciencia misericordiosa, en un juicio de gracia. El quiere amnistiar al hombre. Pero Dios concederá esta ((amnistí­a” al culpable sólo si éste, a su vez, es paciente y misericordioso con los demás en la tierra, si ha sabido amar y perdonar (cf Mt 5,7, 6,14ss; 9,13. 18,23.3435; 25,31-46; L~ 11,4; Mc 11′ ,25).

El cristiano debe esperar con paciencia la segunda venida de Jesús.”En efecto -dice Pablo-, pienso que los sufrimientos de la hora presente no pueden compararse con la gloria futura que habrá de revelarse en nosotros ” (Rom 8,18-19).

A. A. Tozzi

Bibl.: Tertuliano, De patientia, en PL 1, 1359-1386; Cipriano, De bono patientiae, en PL 4, 645-662; U. Falkenroth, Paciencia, en DTNT III, 234-242; T Goffl, Paciencia, en DE, III, 78-81; F Schierse, Paciencia, en CFT III, 26O-262.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

Véase GRAN PACIENCIA.

Fuente: Diccionario de la Biblia

Frente a su pueblo, “de dura cerviz”, como frente a las naciones pecadoras se muestra Dios paciente, porque los ama y quiere salvarlos. Esta paciencia divina, de la que Jesús da la suprema revelación y el modelo acabado, deberá imitar el hombre (Ef 5,1; Mt 5,45). El discí­pulo, a ejemplo de su maestro, deberá afrontar la *persecución y las *pruebas en una fidelidad constante y gozosa, totalmente llena de *esperanza ; más humildemente, deberá también soportar cada dí­a los defectos del prójimo con mansedumbre y caridad.

I. LA PACIENCIA DE Dios. 1. Antiguo Testamento. “Dios afirma su *justicia al no tener en cuenta los pecados cometidos anteriormente en el tiempo de la paciencia divina” (Rom 3,25s). Así­, el AT es concebido por san Pablo como un *tiempo en el que Dios soportaba los pecados de su pueblo y los de las *naciones en vistas a manifestar su justicia salví­fica “en el tiempo presente” (cf. lPe 3,20; Rom 9,22ss). A lo largo de su historia adquirió el pueblo†¢santo una conciencia cada vez más profunda de esta paciencia de Dios. En el momento de la revelación hecha a Moisés proclama Yahveh: “Dios de ternura y de piedad, tardo a la *ira, rico de *gracia y de fidelidad, que mantiene su gracia a millares, tolera falta, transgresión y pecado” ; pero es también el que “no deja nada impune y castiga las faltas de los padres en los hijos y en los nietos hasta la tercera y cuarta generación” (Ex 34,6s; cf. Núm 14,18). Las revelaciones sucesivas insistirán más y más en la paciencia, en el amor *misericordioso del Padre que “sabe de qué hemos sido amasados; tardo a la ira y lleno de amor, no nos trata según nuestras faltas” (Sal 103,8; cf. Eclo 18,8-14). ,Aunque no se desvanecen nunca los temas de la *ira y del *juicio, los profetas cargan más el acento sobre el *perdón divino, y algunos textos muestran a Dios muy dispuesto a arrepentirse de sus amenazas (Jl 2,13s; Jon 4,2). Pero esta paciencia de Dios no es nunca debilidad: es llamamiento a la *conversión: “Volved a Yahveh vuestro Dios, pues es ternura y piedad, tardo a la ira, rico de gracia…” (Jl 2. 13; cf. Is 55,6). Israel comprende también que no es el único beneficiario de esta paciencia: también las naciones son amadas por Yahveh; la historia de Jonás recuerda que la misericordia de Dios está abierta a todos los hombres que hacen penitencia.

2. Nuevo Testamento. Jesús, con su actitud para con los pecadores y con sus enseñanzas, ilustra y encarna la paciencia divina; reprende a sus discí­pulos impacientes y vengativos (Lo 9,55); las parábolas de la higuera estéril (13,6-9) y del hijo pródigo (15), la del servidor sin piedad (Mi 18,23-35) son revelaciones de la paciencia de Dios, que quiere salvar a los pecadores, no menos que lecciones de paciencia y de amor para uso de sus discí­pulos. La decisión de Jesús en su pasión, puesta especialmente de relieve en el relato de Lucas, vendrá a ser el modelo de toda paciencia para el hombre objeto de *persecuciones, pero que comienza a comprender ahora el significado y el valor redentor de estos sufrimientos.

En el retraso aparente del retorno de Jesús ven los Apóstoles una manifestación de la longanimidad divina: “No retrasa el Señor el cumplimiento de lo que tiene prometido, sino que usa de paciencia con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan a penitencia” (2Pe 3,9.15). Pero si el hombre desprecia estos “tesoros de bondad, de paciencia, de longanimidad de Dios”, “con su *endurecimiento y la impenitencia de su corazón, va acumulando contra sí­ un tesoro de *ira para el dí­a de la ira, en que se revelará el justo * juicio de Dios” (Rom 2,5). Por eso, mientras dura el hoy de la paciencia de Dios y de su llamamiento, los elegidos deben escuchar su *palabra y esforzarse por entrar en el *reposo de Dios (Heb 3,7-4,11).

II. LA PACIENCIA DEL HOMBRE. El hombre debe inspirarse en la paciencia de Dios y en la de Jesús. En el sufrimiento y en la persecución permitidos por Dios debe el hombre hallar su *fuerza en Dios mismo, que le da la *esperanza y la salvación; en la vida cotidiana su paciencia para con sus hermanos será una de las facetas de su amor para con ellos.

1. El hombre, delante de Dios que lo prueba con sufrimientos o permite la persecución, al descubrir poco a poco el sentido de estos *sufrimientos aprende a situarse en relación con ellos en una paciencia que le ayuda a “llevar fruto”.

Job comprende que el sufrimiento no es necesariamente el castigo del *pecado, y ante él se muestra paciente: se trata de una *prueba de su *fe: frente al misterio se somete humildemente, pero sin percibir todaví­a el significado ni el valor de su prueba. Paciencia también la del pueblo judí­o perseguido que soporta las pruebas con constancia, totalmente orientado hacia la venida del *reino mesiánico (1 y 2 Mac; Dan 12, 12); ¿no debe el justo oprimido confiar con perseverancia constante en la palabra y en el amor de Yahveh (Sal 130,5; 25,3.5.21; Eclo 2)?

El cristiano que sabe que “Cristo debí­a sufrir para entrar en su *gloria” debe a ejemplo suyo soportar con constancia las pruebas y las *persecuciones: las soporta con la esperanza de la salvación al retorno glorioso de Jesús, y sabe que así­, con sus sufrimientos y su paciencia, coopera con el Salvador; “participa en los padecimientos de Cristo para ser glorificado con él” (F1p 3,10; Rom 8,17). En la adversidad tomará “por modelo de sufrimiento y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor” (Sant 5,10), y en general a todos los grandes servidores de Dios en el AT (Heb 6,12; 11), especialmente a Abraham (Heb 6,15) y a Job (Sant 5,11). Pero ante todo imitará la paciencia de Jesús (Act 8,32; Heb 12,2s; 2Tes 3,5) y, fijos los ojos en él, “correrá con constancia la prueba que se le propone” (Heb 12, l s). Esta paciencia, al igual que el amor, es “fruto del Espí­ritu” (Gál 5,22; cf. lCor 10,13; Col 1,11); la constancia, madurada en la prueba (Rom 5,3ss; Sant 1, 2ss), produce a su vez la esperanza, que no decepciona (Rom 5,5).

Los cristianos todos, fortificados así­ por Dios y consolados por las Escrituras (Rom 15,4), pueden permanecer *fieles en el soportar las pruebas sufridas por el Nombre de Jesús (Ap 2,10; 3,21); obtienen así­ la *bienaventuranza prometida a los que perseveren hasta el fin (Mt 10, 22; cf. Mt 5,11s; Sant 1,12; 5,11; cf. Dan 12,12), lo que se aplicará sobre todo cuando lleguen las grandes tribulaciones finales (Mc 13,13; Lc 21,19). Los *apóstoles por su parte están llamados a una comunión todaví­a más estrecha con la pasión y la paciencia de Cristo: por su “constancia en las tribulaciones, en las aflicciones, en las angustias” se afirman en todo como ministros de Dios y servidores de Cristo (2Cor 6,4; 12,12; 1Tim 6,11; 2Tim 2,10; 3,10), y por sus sufrimientos y su paciencia se manifiesta en sus cuerpos la vida de Cristo; haciendo en ellos la muerte su obra, la vida puede hacer la suya en los cristianos (2Cor 4,10-12).

2. Ante sus hermanos que lo irritan tendrá presente el sabio que “más vale un hombre paciente que un héroe, un hombre dueño de sí­, más que un conquistador de ciudades” (Prov 16,32; cf. 25,15; Ecl 7,8). Sobre todo, imitará la paciencia de Jesús para con sus Apóstoles y para con los pecadores. Lejos de ser implacable (Mt 18,23-35), será tolerante (5,45); su paciencia cotidiana revelará su *amor (lCor 13,4). Para vivir en conformidad con su vocación “soportará a los otros con caridad, en toda humildad, mansedumbre y paciencia” (Ef 4,2; Col 3,12s; 1Tes 5,14). Así­ es como será verdadero hijo del Dios paciente que ama, que perdona y que quiere salvar, y discí­pulo de Jesús, manso y humilde de corazón (Mt 11,29).

-> Ira – Mansedumbre – Educación – Prueba – Esperanza Misericordia – Perdón – Persecución.

LEON-DUFOUR, Xavier, Vocabulario de Teologí­a Bí­blica, Herder, Barcelona, 2001

Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas

Bajo este término debemos incluir por lo menos tres palabras griegas, hupomonē, makrozumia y anochē. Son palabras bíblicas que no se encuentran en el griego clásico y son específicamente cristianas en su connotación. La paciencia es primeramente característica en Dios. Es su gran longanimidad ante el mal y la maldad en el hombre (Ex. 34:6; 1 P. 3:20). Esta cualidad lleva a revivir la propia paciencia del hombre en el obrar de los justos propósitos de Dios (Ro. 2:4; 2 P. 3:9, 15). Existe una esperanza segura en un juicio futuro por Jesucristo. La ira divina está suspendida por un tiempo para dar la oportunidad de arrepentimiento a los hombres y para que obedezcan la voluntad de Dios.

En segundo lugar, la paciencia es cultivada por los santos (Ap. 13:10). La palabra es tanto pasiva como activa en su significado. Tiene una variedad de matices en sus énfasis. Hay implicado más que un mero aguante. Ha sido descrita como la «constancia masculina bajo la prueba» (cf. 1 Macabeos 8:4). Recuerda la persistencia romana que nunca firmaba la paz ante la derrota. La paciencia mantiene a un hombre erguido con su cara al viento. Cambia las duras pruebas en gloria porque capacita al cristiano para ver la meta más allá del dolor. De esta manera, él enfrenta la dilación sin depresión, la opresión sin represalias y el sufrimiento sin ceder. Esta virtud, la ha aprendido de Dios, quien es paciente con él en su debilidad, fracaso y pecado. (Col. 1:11).

En tercer lugar, la paciencia es recomendable en el ministro cristiano (cf. 2 Co. 6:6; 1 Ti. 1:16; 2 Ti. 3:10; Tit. 2:2). Esta gracia, tan prominente en Jesucristo, debe reproducirse en sus siervos.

Richard E. Higginson

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (443). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología

La paciencia bíblica es una sujeción ejercida por Dios, o dada por él, frente a la oposición o la opresión. No es pasividad. La iniciativa se origina en el amor de Dios, o en el del cristiano, que permite enfrentar el mal de esta manera. En el AT el concepto se expresa por el heb. ˒ārēk, que significa “largo”. Se dice de Dios que es “largo” o “lento” para airarse, ˒erek ˒appayim (véase Ex. 34.6; Nm. 14.18; Neh. 9.17; Sal. 86.15; 103.8; 145.8; Jl. 2.13; Jon. 4.2). Esta idea se expresa exactamente en el vocablo gr. makrothymia, traducido a veces “longanimidad”, y definida por Trench como “un prolongado aguante mental” antes de dar lugar a la ira.

Esta paciencia es característica de la forma en que Dios trata a los pecadores, que merecen plenamente su ira (Is. 48.9; Os. 11.8). La marca protectora que Dios colocó sobre Caín el homicida (Gn. 4.15), el signo providencial del arco iris para un mundo que había perdido el derecho a la existencia (Gn. 9.11–17; cf: 1 P. 3.20), sus muchas restauraciones de una Israel desobediente (Os. 11.8–9), el perdón extendido a Nínive (Jonás), sus reiterados ruegos a Jerusalén (Mr. 12.1–11; Lc. 13.1–9, 34; Ro. 9.22), la postergación de la segunda venida de Cristo (2 P. 3.9), son todas expresiones de su paciencia. Los cristianos deben exhibir un carácter semejante (Mt. 18.26, 29; 1 Co. 13.4; Gá. 5.22; Ef. 4.2; 1 Ts. 5.14). En Proverbios se recalca el valor práctico de la paciencia; evita las contiendas, y promueve la sabia conducción de los asuntos humanos, especialmente donde se manifiesta la provocación.

La paciencia de Dios es una “deliberada concesión de espacio y tiempo” (Barth). Es la oportunidad brindada para el arrepentimiento (Ro. 2.4; 9.22; 2 P. 3.9). La paciencia de Dios ha sido “una tregua con el pecador” (Trench, sobre anojē, Ro. 2.4; 3.25), a la espera de la revelación y la redención finales en Cristo (Hch. 17.30). La oración puede llegar a prolongar la oportunidad para el arrepentimiento (Gn. 18.22ss; Ex. 32.30; 1 Jn. 5.16).

La paciencia del cristiano con respecto a las personas (makrothymia) debe ir pareja con una paciencia igual con respecto a las cosas (hypomonē), esto es, frente a las aflicciones y pruebas de la era presente (Ro. 5.3; 1 Co. 13.7; Stg. 1.3; 5.7–11; Ap. 13.10). Dios es el Dios que otorga esta paciencia semejante a la de Cristo (Ro. 15.5; 2 Ts. 3.5), y Jesús es el gran ejemplo de ella (He. 12:1–3). El que de esta manera persevera hasta el fin, por su paciencia salvará su alma (Mr. 13.13; Lc. 21.19; Ap. 3.10).

Bibliografía. U. Falkenroth y otros, “Paciencia”, °DTNT, t(t). III, pp. 234–242; J. Jeremias, Las parábolas de Jesús, 1970; F. J. Schierse, “Paciencia”, Conceptos fundamentales de teología, 1967, t(t). III, pp. 260–266.

R. C. Trench, Synonyms of the New Testument9, 1880, pp. 195ss; Karl Barth, Church Dogmatics, 2. 1, 1957, sec. 30, pp. 406ss; “The Patience and Wisdom of God”; U. Falkenroth, C. Brown, W. Mundle, en NIDNTT 2, pp. 764–776.

J.H.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico