Según la Biblia, el Espíritu Santo participó en la creación del mundo junto con el Padre y el Hijo. En Génesis 1:2 se lee que “el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. Este versículo indica la presencia del Espíritu Santo en el proceso de creación.
En otras partes de la Biblia, se hace referencia a la creación como una obra de Dios en la que participó la Trinidad. Por ejemplo, en Job 33:4 se lee: “El Espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida”. Aquí se reconoce el papel del Espíritu Santo en la creación del ser humano.
Aunque la Biblia no describe detalladamente el papel específico del Espíritu Santo en la creación, se puede afirmar que su presencia y participación están claramente establecidas en los relatos bíblicos.