La eternidad del Espíritu Santo es otra doctrina cristiana que se refiere a la naturaleza divina del Espíritu Santo y su existencia eterna. La mayoría de las denominaciones cristianas creen que el Espíritu Santo es una persona divina coeterna con Dios el Padre y Jesucristo el Hijo.
Hay varios argumentos bíblicos que respaldan la eternidad del Espíritu Santo. En primer lugar, en Hebreos 9:14, se describe al Espíritu Santo como el “Espíritu eterno”, lo que sugiere que su existencia no tiene principio ni fin.
En segundo lugar, en Romanos 8:11, se dice que el Espíritu Santo es el que resucitó a Jesús de entre los muertos. Esto sugiere que el Espíritu Santo ha existido desde antes de la resurrección de Jesús y, por lo tanto, es eterno.
En tercer lugar, el Espíritu Santo es descrito en la Biblia como el “Espíritu de verdad” (Juan 16:13), lo que sugiere que ha existido desde antes de la creación del mundo.
En conclusión, la mayoría de las denominaciones cristianas creen que el Espíritu Santo es una persona divina coeterna con Dios el Padre y Jesucristo el Hijo. La creencia en la eternidad del Espíritu Santo es importante porque influye en la manera en que los cristianos entienden y experimentan la presencia y la obra del Espíritu Santo en sus vidas.