La templanza es el último fruto del Espíritu Santo mencionado en la lista de Gálatas 5:22-23. La templanza se refiere al autocontrol, la moderación y la disciplina en nuestras acciones y emociones. Es la capacidad de controlar nuestros deseos y apetitos y someterlos a la voluntad de Dios.
La templanza es especialmente importante en áreas donde tenemos tendencia a caer en excesos o descontrol, como en la alimentación, el consumo de alcohol, las relaciones sexuales y el manejo de la ira. La templanza nos ayuda a ser equilibrados y a tomar decisiones sabias y prudentes en lugar de actuar impulsivamente.
El apóstol Pablo escribió sobre la importancia de la templanza en 1 Corintios 9:25-27: “Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”.
En resumen, la templanza es un fruto del Espíritu Santo que nos ayuda a vivir una vida equilibrada, controlada y en obediencia a la voluntad de Dios.