La Biblia contiene varios relatos específicos de encuentros con demonios, especialmente en el Nuevo Testamento. Estos episodios brindan una visión de cómo se percibían y trataban los demonios en el contexto bíblico. Aquí algunos ejemplos destacados:
1. Nuevo Testamento:
• Jesús y la Tentación en el Desierto (Mateo 4:1-11; Lucas 4:1-13): Jesús es tentado por Satanás en el desierto, pero rechaza cada tentación citando las Escrituras.
• La Expulsión de los Demonios en Gerasa (Mateo 8:28-34; Marcos 5:1-20; Lucas 8:26-39): Jesús encuentra a un hombre poseído por una legión de demonios y los expulsa, enviándolos a una manada de cerdos.
• La Mujer Cananea (Mateo 15:21-28; Marcos 7:24-30): Jesús libera a la hija de una mujer cananea de un demonio, elogiando la fe de la mujer.
• El Niño Epiléptico (Mateo 17:14-21; Marcos 9:14-29; Lucas 9:37-43): Jesús cura a un niño que sufre convulsiones causadas por un espíritu maligno.
• El Mudo Poseído por un Demonio (Mateo 9:32-34; Lucas 11:14): Jesús sana a un hombre mudo expulsando un demonio, lo que provoca debates entre los espectadores.
• María Magdalena (Lucas 8:2): Se menciona que Jesús había expulsado siete demonios de María Magdalena.
2. Hechos de los Apóstoles:
• El Exorcismo por Pablo (Hechos 16:16-18): Pablo expulsa un espíritu de adivinación de una joven en Filipos.
• Los Hijos de Esceva (Hechos 19:13-16): Un grupo de exorcistas judíos intenta usar el nombre de Jesús para expulsar demonios, pero son atacados por el hombre poseído.
3. Antiguo Testamento:
• Aunque el Antiguo Testamento tiene menos referencias directas a los demonios como seres individuales, hay pasajes que se han interpretado como implicando la influencia demoníaca. Por ejemplo:
• El Rey Saúl y el Espíritu Maligno (1 Samuel 16:14-23; 18:10; 19:9): Un espíritu maligno de parte de Dios perturba a Saúl, y David toca el arpa para calmarlo.
Estos relatos reflejan la visión bíblica de los demonios como seres malignos y la autoridad de Jesús y sus seguidores sobre ellos, destacando el poder de la fe y la palabra de Dios en el enfrentamiento contra las fuerzas espirituales del mal.