Significado Bíblico de NINIVE
Significado de Ninive
Ver Concordancia
(heb. Nînewêh; asir. Ninua y Ninâ; hit. Ninuwa; gr. Nineue, Ninéui; la
etimología y el significado son inciertos).
Ciudad en la orilla oriental del Tigris, junto a la desembocadura de un pequeño
tributario ahora conocido como Khosr (frente a la actual ciudad de Mosul; (fig
383), fundada por Nimrod (Gn. 10:11). Mapa XI, B-5.
Las excavaciones han mostrado restos que llegan hasta épocas muy antiguas. Sin
embargo, su historia temprana es oscura, porque durante el 1er milenio de
Asiria parece haber desempeñado sólo un papel secundario, mientras que otras
ciudades, como Assur y Cala, fueron importantes como capitales del país. La
patrona de Nínive fue Ishtar, a quien Manishtusu de Acad construyó un templo en
el s XXIII a.C. El culto a esta diosa llegó a ser muy popular entre los horeos
y los hititas; incluso llegó a Egipto. Salmanasar I (c 1274-c 1244 a.C.)
construyó el 1er palacio en Nínive, aunque mantuvo a la ciudad de Asur como
sede de su gobierno, a unos 80 km al sur. Reyes posteriores le añadieron
edificios públicos y, algunos, como Asurnasirpal II (884-859 a.C.) y Salmanasar
III (850-824 a.C.), fijaron en ella su residencia durante partes de su reinado.
Probablemente fue en tiempos de Adad-nirari III (810-782 a.C.) que Jonás
predicara su mensaje de advertencia en las calles de Nínive, y como resultado
del arrepentimiento temporario de sus habitantes se pospusiera la destrucción
predicha de la malvada ciudad (Jon. 1-4; cf 2 R. 14:25).
El período más glorioso de Nínive comenzó con Senaquerib (705-681 a.C.).
Desde ese tiempo fue la indiscutida capital del país hasta su destrucción en
el 612 a.C. Construyó una gran plataforma dentro de la ciudad y edificó su
palacio sobre ella. Levantó un 2º palacio en otra parte de la misma,
reconstruyó el sistema de fortificaciones y hermoseó las 15 puertas de acceso,
cuyos nombres conocemos por un texto cuneiforme. Su hijo Esar-hadón (681-669
a.C.) añadió un nuevo palacio, y también lo hizo Asurbanipal (669-627? a.C.),
el gran amante de los libros, que instaló en su palacio la 1ª gran biblioteca
privada de la que tenemos registro (ahora conservada en el Museo Británico), y
que nos dio más información acerca del mundo antiguo que cualquier otro
descubrimiento individual hecho alguna vez en las tierras bíblicas.
Los sucesores de Asurbanipal, Asur-etililani y Sin-shar-ishkun (aunque es
posible que los 2 nombres pertenecieron a la misma persona), no fueron lo
suficientemente fuertes como para mantener intacto el imperio, y pronto pasaron
a la defensiva por el ataque de Nabopolasar, que se estableció como rey de
Babilonia (626 a.C.) y de los medos. En el 614 a.C., Asur cayó ante estos,
como probablemente también Cala, y 2 años más tarde (612 a.C.) las fuerzas
combinadas de Babilonia y de los medos sitiaron Nínive, que no había visto
ejércitos hostiles por siglos. Después de 3 meses, la ciudad cayó, y
Sin-shar-ishkun murió con todo su séquito en las llamas de su propio palacio,
al que, de acuerdo con las fuentes griegas, él mismo prendió fuego.
Así comenzaron a cumplirse las profecías 842
383. Mapa de la Nínive antigua.
843 de Nahum (Nah. 2 y 3) y la de Sofonías (Sof. 2:13-15), quienes váticinaron
la suerte de Nínive. La gran ciudad no sólo fue totalmente destruida, sino que
en poco tiempo fue completamente olvidada. Cuando Jenofonte con sus fuerzas
armadas pasó cerca de sus ruinas 2 siglos más tarde, ni siquiera pudo saber el
nombre de la gran metrópoli que había florecido allí. Por muchos siglos nadie
supo dónde había estado Nínive, aun cuando, con el paso del tiempo, algunos
visitantes de Asiria hicieron sugerencias correctas cuando vieron los enormes
montones de ruinas frente a Mosul, del otro lado del río.
Las excavaciones modernas han solucionado el misterio de la ubicación de
Nínive. En un esfuerzo por descubrir el lugar, el francés Émile Botta comenzó
excavaciones en 1842 en el montículo de la antigua ciudad, pero cuando vio
pocos resultados de sus esfuerzos, se fue a Khorsabad, la antigua
Dur-Sharrukin, y descubrió el palacio de Sargón, pensando que había hallado
Nínive. Austen Henry Layard comenzó a excavar Nimrûd, la antigua Cala, en
1845, también pensando que estaba sobre la antigua capital asiria. Ambos
hombres estaban equivocados. Sólo más tarde, cuando Layard dirigió su atención
a Kuyunjik, uno de los montículos de ruinas dentro de los confines de la
histórica ciudad, empezaron a aparecer los templos y palacios de Senaquerib y
Asurbanipal de la verdadera Nínive. Layard y Hormuzd Rassam fueron los
arqueólogos de mayor éxito, desenterrando incontables tesoros de los montículos
de escombros y tierra.
Más tarde, Ross, Loftus y George Smith trabajaron en el lugar, y en el s XX,
Budge, King, Thompson, Hutchinson y Mallowan hicieron posible la publicación
de un libro que lleva por título Un siglo de exploración en Nínive (por R.
Campbell Thompson y R. W. Hutchinson [Londres, 1929]). Sin embargo, todo el
trabajo se limitó a Kuyunjik, uno de los 2 montículos de la antigua ciudad; el
otro, la colina de Neb§ Yunus (fig 287), sobre la cual hay una aldea moderna
con una mezquita que los musulmanes creen que es la tumba del profeta Jonás
(por tanto, inviolable), apenas ha sido tocada por los arqueólogos. Se sabe
que debajo están las ruinas del palacio de Esar-hadón pero son inaccesibles
para ellos. Varias de las puertas originales de la ciudad antigua han sido
recientemente restauradas y, junto con partes de uno de los palacios excavados,
son las únicas estructuras antiguas que todavía quedan en Nínive. Los que
desean ver los objetos que antiguamente hermoseaban esta maravillosa ciudad
deben ir a los museos de Europa, pero los que quieren ver con sus propios ojos
el cumplimiento literal de las profecías del AT con respecto a esta metrópolis
pueden hacerlo sencillamente vagando por sobre los montones cubiertos de polvo
de esa antigua capital.
El tamaño de Nínive se conoce fuera de toda duda, porque los muros de la ciudad
son claramente visibles todavía. Sus ruinas forman largas y bajas colinas, con
depresiones donde una vez estuvieron las puertas (fig 384). La longitud total
de las antiguas murallas era de unos 12 km. La superficie encerrada por ellas,
más bien triangular, era de unas 664 ha (fig 383). Si concedemos unos 42 m2
por persona, la antigua población dentro de los muros se puede estimar en unos
160.000 habitantes; muchos también habrían vivido fuera de la ciudad. Algunos
consideran que el número de 120.000 personas que «no saben discernir entre su
mano derecha y su mano izquierda» (Jon. 4:11) es una referencia a los niños que
no podían diferenciar entre ambas manos, y han calculado que la población de la
ciudad era de por lo menos 600.000 habitantes. Este número parece demasiado
grande para el tamaño de la ciudad que conocemos. Parece mejor pensar que la
expresión del v 11 es metafórica, indicando que toda la población poseía sólo
un conocimiento imperfecto de la diferencia entre el bien y del mal.
La afirmación de Jon. 3:3, de que Nínive era «ciudad grande en extremo, de tres
días de camino», probablemente significa que a un hombre le llevaría 3 días
recorrer todas las calles y detener se a predicar en suficientes lugares como
para alcanzar a toda la población dentro de sus muros. También el pasaje que
afirma que «comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y
predicaba» (v 4), difícilmente pueda significar que anduvo todo un día antes de
empezar a dar su mensaje de advertencia. Sencillamente puede señalar su primer
día del trabajo. Por ello, no es necesario recurrir a la suposición de que la
antigua Nínive incluía las ciudades de Dur-sharrukin (ahora Khorsabad), a unos
19 km al noreste de Nínive, y Cala (ahora Nimrûd), a unos 32 km al sur. Estas
nunca formaron parte de la capital, hasta donde se sepa; cada una tenía su
propia administración y su propio muro de protección, y estaban separadas una
de otra por muchos kilómetros de campos cultivados. 844 Pero Nínive, de todos
modos, era una ciudad muy grande de acuerdo con los cánones de la época.
Bib.: A. Parrot, Nineveh and the Old Testament [Nínive y el Antiguo Testamento]
(Nueva York, 1955).
384. Ruinas de los muros de la ciudad de Nínive antigua como se las ve desde el
este.
Diccionario Enciclopédico de Biblia y Teología: NINIVE
NÍNIVE según la Biblia: Capital del imperio de Asiria. Los heb. daban el nombre de «Nínive, aquella gran ciudad» a la aglomeración que rodeaba la capital y ocupaba el distrito situado en la confluencia del Tigris y del Gran Zab (Gn. 10:11, 12; Jon. 1:2; 3:3; Jdt. 1:1).
Capital del imperio de Asiria. Los heb. daban el nombre de «Nínive, aquella gran ciudad» a la aglomeración que rodeaba la capital y ocupaba el distrito situado en la confluencia del Tigris y del Gran Zab (Gn. 10:11, 12; Jon. 1:2; 3:3; Jdt. 1:1).
En un sentido más propio, Nínive era la ciudad que se elevaba sobre la ribera izquierda del Tigris, en la confluencia de este río y un pequeño afluente llamado actualmente el Khoksr, a unos 43 Km. por encima de la confluencia del Zab y del Tigris.
Los fundadores de Nínive fueron babilonios (Gn. 10:11). Manishtusu, de la dinastía semítica de Acad (hacia 2425-2245 a.C.) construyó un templo dedicado a Ishtar, divinidad tutelar de Nínive. Varios otros pueblos propagaron este culto hasta Egipto y al suroeste del Asia Menor.
Assur, a unos 95 Km. al sur de Nínive sobre la ribera opuesta, fue al principio la sede del gobierno. Pero cuando Salmansar construyó un palacio en Nínive (1280-1260 a C.) esta vino a ser la capital. Assurbanipal y su sucesor Salmansar (885-825 a.C. aprox), ejercieron un gobierno bicefálico durante algún tiempo; tenían palacios residenciales en Nínive y en Calah.
Sus sucesores, aunque tenían su capital en Nínive, tenían también palacios en Calah, en Dur-sharrukin y en Tarbisu.
Asiria, nación guerrera, embelleció su capital merced a los botines de sus conquistas. Nínive era asimismo un centro literario.
Hacia el año 650 a.C., Assurbanipal creó una gran biblioteca de tabletas de arcilla cubiertas de inscripciones cuneiformes relativas a la historia, liturgia, encantamientos, astronomía, astrología, matemáticas.
Se trata sobre todo de copias de obras antiguas que provenían de Babilonia. Nínive se merecía el calificativo de «ciudad sanguinaria» que le dio el profeta Nahum (Nah. 3:1). A través de la historia guerreó contra las naciones vecinas, y usó la más feroz crueldad contra los vencidos.
Después de sus victorias, Assurbanipal se dedicaba a cortar las manos, pies, nariz y oídos de sus prisioneros; les sacaba los ojos y levantaba montes de cabezas humanas.
Cuando el imperio asirio inició su decadencia (625 a.C.), Nebopolasar, gobernador de Babilonia, se proclamó independiente. En el año 612 a.C., los Uman-mandá, aliados de Nebopolasar, descendieron sobre la llanura y acometieron, en solitario, la conquista de Nínive, que destruyeron.
Una repentina crecida del Tigris se abatió sobre las fortificaciones de la ciudad, y ayudó a los asaltantes.
La devastación de la ciudad fue tan grande que después de la época griega y romana llegó a considerarse la misma existencia de la ciudad como un mito.
Pero yacían ruinas muy importantes, escondidas bajo las masas de escombros. En 1820 un funcionario inglés en Bagdad, llamado Rich, examinó el tell de Kouyoundjik, sobre la orilla izquierda del Tigris, y se quedó convencido de que bajo él se hallaban las ruinas de Nínive.
En 1842, Botta, cónsul de Francia en Mosul en la ribera derecha del Tigris, comenzó las excavaciones. Pronto quedó atraída su atención a Korsabad, a 16 Km. de Mosul, localidad de Dur-sharrukin, donde descubrió el palacio de Sargón.
Desde 1845 a 1850, el inglés Laylard exploró Nimrod, a 29 Km. al sur de Kouyoundjik, excavando a continuación este lugar, que resultó ser el lugar de Nínive, donde Senaquerib había construido un espléndido palacio con 71 salas y cámaras con muros decorados por esculturas.
En este mismo lugar descubrió Rasam, en 1853, el palacio de Assurbanipal con su famosa biblioteca. Se ha podido establecer cuál era el plan de las fortificaciones (de 12 a 15 m. de altura) de la ciudad propia, y pudo deducir que tenía 5 Km. de longitud y alrededor de 2,5 de anchura.
Pero ya se ha mencionado que los heb., y posiblemente otros pueblos, designaban con el nombre de Nínive una vasta aglomeración que englobaba Calah, a 29 Km. al sur; Resen, entre Calah y Nínive; Rehobot-Hir, un gran distrito de la ciudad, posiblemente el mismo que Rebit-Nina, situado al noreste de la ciudad. Gn. 10:11, 12 enumera estas cuatro localidades, cuyo conjunto formaba «la gran ciudad».
Había otras ciudades de los alrededores unidas a esta área metropolitana. Yarimdja marca el emplazamiento de una de ellas, junto al río, inmediatamente al sur de Nínive. Cerca del Tigris, a más de 4,5 Km. río arriba, se hallaba Tarbisu; su palacio real marcaba el comienzo de una serie de bellas localidades y ciudades fortificadas que bordeaban el río hacia el sur en dirección a Calah.
Detrás del río, al noreste de Nínive, y más allá de Rebit-Nina, se elevaba Dur-sharrukin, al pie de los montes orientales. Esta ciudad fuerte, construida hacia el año 707 a.C. por Sargón, tenía una extensión casi como la de Calah, y poseía el vasto palacio descubierto por Botta.
A más de 11 Km. al sureste de Dur-sharrukin, al pie de la cadena oriental, se hallaba otra ciudad importante, cuyo nombre antiguo se desconoce; su emplazamiento está cercano a Baasheihah. Diez Km. más al sur la localidad de Birtelleh marca asimismo el emplazamiento de una localidad antigua.
Keremlis, a 5 Km. más al sur, se halla sobre el emplazamiento de una población antigua. Por fin, a más de 10 Km. más hacia el sur, se halla Imgurbel, cuyo palacio y templo fueron adornados por Assurbanipal. Este lugar se halla a 14 Km. al noreste de Cala.
Otras ciudades y pueblos estaban dispersas por la llanura. En el siglo I a.C. Diódoro de Sicilia, fundándose en una tradición auténtica, afirma que Nínive tenía una forma de rectángulo, con unas dimensiones de 150 por 90 estadios; por ello, su perímetro era de 480 estadios, o 90 Km. Años más tarde, Estrabón afirmaba que Nínive había sido mucho mayor que Babilonia.
Todo ello confirma plenamente la declaración de Jonás 3:3: «Y era Nínive ciudad grande en extremo, de tres días de camino.»
En cuanto a los argumentos de Voltaire ante esta afirmación, sólo demostró su ignorancia al afirmar la imposibilidad de que una metrópolis tan grande pudiera desaparecer totalmente.