Significado Bíblico de PENTATEUCO
Significado de Pentateuco
Ver Concordancia
El Pentateuco (del griego «Las Cinco Cajas», de penta, «cinco» y téukos, «caja», por los estuches cilíndricos donde se guardan, enrollados, los textos hebreos) es el conjunto formado por los cinco primeros libros de la Biblia, que la tradición atribuye al patriarca hebreo Moisés. Se corresponden con los que en la tradición hebrea forman la Torá —La Ley—, núcleo de la religión judía.
Diccionario Enciclopédico de Biblia y Teología: PENTATEUCO
PENTATEUCO según la Biblia: Nombre dado al conjunto de los cinco primeros libros del AT: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio. El término Pentateuco no se halla en las Escrituras, Los israelitas daban a este conjunto de cinco libros el nombre de:
(gr. «pentateuchos», «que consiste de cinco rollos»).
Nombre dado al conjunto de los cinco primeros libros del AT: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio. El término Pentateuco no se halla en las Escrituras, Los israelitas daban a este conjunto de cinco libros el nombre de:
Ley (Torah) (Jos. 1:7; Mt. 5:17);
le daban también el nombre de Ley de Moisés (1 R. 2:3; Esd. 7:6; Lc. 2:22);
Ley de Jehová (2 Cr. 25:3, 4);
libro de la Ley de Moisés (Jos. . 8:31);
libro de la Ley de Dios (Jos. 24:26);
libro de la Ley de Jehová (2 Cr. 17:9).
Estas expresiones permiten pensar que, de hecho, estos cinco libros formaban uno solo. Se siguen presentando bajo esta forma en los mss. heb., aunque se cite cada libro por separado dando como título sus primeras palabras. Josefo habla de cinco libros (Contra Apión, 1:8).
Es posible que esta división en cinco fuera una innovación introducida por la traducción griega, o que la hubiera precedido un corto espacio de tiempo. En todo caso, es de la LXX que se han recibido los nombres de Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
El contenido del primer libro del Pentateuco fue plasmado por Moisés en base a la tradición oral y escrita anterior, todo ello conducido por la inspiración del Espíritu Santo (véase INSPIRACIÓN). Moisés fue testigo ocular de los hechos consignados en los cuatro libros siguientes.
La escritura era conocida ya mucho tiempo antes de Moisés. En base a la cronología convencional, en el cuarto milenio a.C. los sumerios y Babilonia se servían de caracteres cuneiformes, y los egipcios empleaban jeroglíficos. Las ruinas de Ebla han dado miles de tablillas cuneiformes anteriores a la época de Abraham (véase MARDIKH [TELL]).
Las más antiguas inscripciones del Sinaí pueden situarse, probablemente, en el siglo XIX a.C. Nuzu (véase NUZU), Sumer (véase SUMER), y otras muchas localidades dan testimonio adicional de este hecho. En vista de los resultados de las investigaciones hechas a lo largo de este siglo, no puede aducirse ya más que Moisés no hubiera podido ser capaz de escribir, como se había llegado a decir por parte de ciertos autores.
La arqueología nos muestra un mundo antiguo estructurado, civilizado, con archivos, memorias, cartas, textos médicos, mágicos, religiosos, diccionarios entre diversas lenguas, listas comerciales, textos legales, tratados, etc. Así, el arte de la escritura era ya muy bien conocido y difundido siglos antes del nacimiento de Moisés (véase MOISÉS).
Aunque ningún versículo concreto afirma que todo el conjunto sea de Moisés, el Pentateuco afirma expresamente que él es el autor. Dos pasajes de la sección narrativa mencionan el libro en el que Moisés consignaba lo que sucedía, particularmente la victoria sobre Amalec (Éx. 17:14) y el itinerario de los israelitas, desde Egipto hasta los campos de Moab, frente a Jericó (Nm. 33:2).
Un cántico didáctico que muestra la actitud del Altísimo hacia Israel declara que fue escrito, cantado y enseñado por Moisés (Dt. 31:19, 22, 30; 32:44). Se afirma que Moisés cantó un cántico de alabanzas inmediatamente después del paso del mar Rojo (Éx. 15:1-19; cfr. v. 21).
La parte legal del Pentateuco se compone de tres secciones distintas.
La primera, llamada «libro del pacto», incluye el Decálogo, la ley fundamental de la nación, con algunas prescripciones complementarias (Éx. 20-23). En Éx. 24:4 se afirma, de manera expresa, que fue Moisés quien escribió este código.
La segunda sección de leyes trata del santuario y de su servicio (Éx. 25-31 y 35-40); contiene asimismo el Levítico y la mayor parte de Números. Se afirma, de manera insistente, que Jehová dio estas leyes a Moisés (Éx. 25:1; Lv. 1-2 y más de cincuenta veces en este mismo libro, etc.).
La tercera sección especifica los discursos de Moisés a la nueva generación que iba a entrar en Canaán. Este tercer código recapitula brevemente los caminos de Dios con respecto a Israel, y presenta la Ley al pueblo destacando su espiritualidad y llamándolo a la fidelidad a Dios.
Este libro, el de Deuteronomio, insiste en aquellos puntos que iban a ser de vital importancia en las nuevas circunstancias en las que se hallará el pueblo en Canaán. Se modifican ciertos detalles con el fin de adecuar las primeras ordenanzas a la vida sedentaria de Canaán, donde además las tribus se verían dispersadas en un territorio que involucraría ciertas distancias, en lugar de estar todos ellos concentrados en un campamento, como en el curso de la peregrinación por el desierto (véase PEREGRINACIÓN POR EL DESIERTO).
Moisés escribió todo esto, confiándolo a los levitas (Dt. 31:9, 24-26). Todas estas declaraciones, diseminadas por el Pentateuco, constituyen un reconocimiento explícito de que Moisés fue su autor.
El resto del AT confirma la paternidad mosaica de la Ley (Jos. 1:7, 8; Esd. 6:18; Neh. 8:1, 18). Hay abundantes referencias a la Ley de Moisés (Jos. 1:7, 8; 8:31-35; Jue. 3:4; 1 R. 2:3; 2 R. 18:6, 12; cfr. Dt. 24:16; 2 R. 21:7, 8; Dn. 9:11, 13; Esd. 3:2; 6:18; 7:6; Neh. 8:1, 18; Mal. 4:4).
La ley del santuario único, que era una ordenanza característica, quedó suspendida cuando el arca fue tomada y guardada en territorio enemigo, cuando el Señor abandonó Silo (1 S. 4:11, 21, 22; 6:1; 7:2; Sal. 78:60; Jer. 7:12-15; 26:6).
El pueblo, dirigido por Samuel, sacrificaba en lugares altos (1 R. 3:2-4), como lo habían hecho sus antecesores antes de la celebración del Pacto, testimoniado por la Ley y el arca. Después del cisma nacional fue desobedecida la ley del santuario único. Se impedía a los israelitas piadosos pertenecientes al reino de Israel que acudieran a adorar al Templo en Jerusalén, donde estaba el arca.
Debido a ello hubo fuertes tensiones en diversas épocas, y movimientos de norte a sur por parte de los que deseaban obedecer la voz de los profetas (2 Cr. 30:1-31:3; cfr. 2 R.23:4-23). Sin embargo, en casos muy especiales, como en la implacable guerra entre el culto a Baal o a Jehová en el reino del norte, se ofrecieron sacrificios excepcionales como el de Elías en el monte Carmelo, que fue consumido por una especial manifestación de Dios (1 R. 18:20-40; cfr. Éx. 20:24; véase Jue. 2:1, 5; 6:19-24; 13:15-22). (Véase ALTAR.)
El reino del norte, sin embargo, reconocía formalmente la autoridad de la Ley de Moisés. Oseas y Amós, profetas para las diez tribus, no mencionan a Moisés de manera expresa, pero se refieren sin cesar a las leyes del Pentateuco. Más tarde, y especialmente durante el reinado de Manasés, el libro de la Ley, depositado en el Templo, fue desdeñado.
Durante la restauración del edificio y de la reorganización del culto a Jehová, bajo el reinado del rey Josías, el libro fue redescubierto (2 R. 22:8; 23:21, 24, 25). Los hay que se preguntan si se trataba específicamente del libro de Deuteronomio, pero se hace alusión a toda la Ley de Moisés (v. 25).
También se ha supuesto, pero sin prueba alguna en concreto, que el ejemplar de la Ley descubierto por el sumo sacerdote había sido depositado dentro del muro del Templo cuando éste fue construido. Daniel, Esdras y Nehemías hacen alusión a la redacción de la Ley de Moisés. En la época de Cristo, los judíos atribuían el Pentateuco a Moisés (Mr. 12:19; Jn. 8:5; Ant. pref. 4; Contra Apión 1:8).
El mismo Señor Jesucristo, así como los evangelistas, atribuyen el Pentateuco a Moisés y lo denominan «libro de Moisés» (Mr. 12:26; Lc. 16:29; 24:27, 44). Afirman que Moisés promulgó la Ley y escribió todo el Pentateuco (Mr. 10:3-5; 12:19; Jn. 1:17; 5:46, 47; 7:19).
La denominada «Alta Crítica» niega que Moisés sea el autor del Pentateuco. Para apoyar esta hipótesis, se citan algunos versículos, mediante los cuales se pretende justificar que se hace alusión a una época posterior a Moisés:
(a) Gn. 12:6: «Y pasó Abraham por aquella tierra hasta el lugar de Siquem, hasta el valle de More; y el cananeo estaba entonces en la tierra» (cfr. Gn. 13:7). Se quiere hacerle decir a este versículo que los cananeos ya no estaban en estos lugares en la época en que vivía el autor de Génesis; pero esta frase significa tan sólo que los cananeos se hallaban ya en tiempos de Abraham en el país que le había sido prometido.
(b) En Gn. 14:14 se afirma que Abraham persiguió a los reyes aliados hasta Dan. Se objeta que en la época de los patriarcas aquel lugar se llamaba Lais, y que el nombre de Dan no le fue dado hasta en la época de los Jueces (Jue. 18:29). Refutación: No es seguro que el Dan de Génesis sea el mismo lugar que el Dan de Jueces.
Aun cuando fuera así, no hay problema alguno en admitir que los copistas posteriores pudieran sustituir el nombre de Dan en lugar del de Lais por mor de la claridad. El texto hebreo presenta en ocasiones algunas alteraciones.
(c) En Gn. 36:31 se afirma: «Y los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase rey sobre los hijos de Israel. » Se afirma que Saúl ya reinaba sobre Israel cuando fue escrito este pasaje. Pero los reyes de Edom (Gn. 36:32-43) reinaron antes que el mismo Moisés; este versículo señala este hecho en un momento en que los israelitas, a los que les había sido prometido un rey, no lo tenían aún (Gn. 17:6, 16; 35:11).
(d) Se alega que el término «al otro lado del Jordán» (heb., indicando al este del río) muestra que el escritor estaba en Canaán (Dt. 1:1). Sin embargo, esta expresión no demanda tal conclusión. Canaán había sido el hogar de Abraham, Isaac y Jacob, y los israelitas consideraban aquel territorio como la Tierra Prometida.
Fuese el que fuere el lado del que ellos se hallaran del río, daban el nombre de Abarim («que son del otro lado») a los montes que se elevaban al este del mar Muerto. Más tarde, dieron el nombre de Perea (región más allá) al territorio situado entre el Jaboc y el Arnón.
(e) Se admite universalmente que Dt. 35:5-12 (que relata la muerte de Moisés y lo compara con profetas posteriores) no pudo ser escrito por él mismo; pero la presencia de este apéndice inspirado no constituye ningún argumento en contra de la mosaicidad del Pentateuco.
En 1707, un teólogo llamado Vitringa, convencido de la autenticidad de Génesis, emitió la opinión de que Moisés debía haber utilizado, en parte, documentos transmitidos por los patriarcas y conservados en el seno del pueblo hebreo. En 1753, el francés Jean Astruc, médico capaz, pero de carácter inmoral, atribuyó el Génesis a dos autores principales, cuyos escritos habría utilizado Moisés.
Astruc pretendía distinguir estos dos autores por la utilización de los términos Elohim y Yahweh para nombrar a Dios. Por otra parte, afirmó que podía distinguir otros diez documentos secundarios que no contenían el nombre de Dios, relacionados con pueblos paganos. Johann Eichhorn (1783) asumió esta hipótesis, y la desarrolló, afirmando que Génesis es una recopilación de Moisés, al que, por tanto, atribuía la paternidad del resto del Pentateuco.
Pero pronto se llegó a la consciencia de que los principios que habían llevado al desmembramiento de Génesis podrían extrapolarse al resto del Pentateuco. Habiendo admitido este procedimiento, se vino a declarar que los documentos relativos a la época de Moisés provenían asimismo de estas fuentes más antiguas, y que no habían podido ser reunidos por él para redactar el Pentateuco tal y como lo tenemos.
Con ello, se hizo un salto, de la razonable hipótesis de que Moisés hubiera, quizá, podido servirse en parte de documentos patriarcales, a una especulación documentaria de una recopilación muy posterior a Moisés, y en la cual los documentos se distinguirían por el nombre usado para Dios. Veamos a continuación los principales argumentos en favor de esta hipótesis, que lleva el nombre de Wellhausen, erudito alemán de la segunda mitad del siglo XIX.
(a) Alternancia de los nombres Elohim y Yahweh para designar a Dios en sucesivas secciones.
(b) Continuidad de cada pretendido documento examinado aisladamente.
(c) Diversidad de estilo, de vocabulario y de ideas en los diferentes documentos.
(d) Dobletes, o pretendidos relatos contradictorios, indicadores de documentos distintos. La hipótesis en cuestión, nacida de una simple suposición, ha sufrido, de parte de los críticos mismos, numerosas modificaciones que tratan de resolver los problemas que ella misma ha suscitado.
En la actualidad se pretende poder discernir los principales documentos que se mencionarán, y que hubieran sido utilizados para redactar el Pentateuco (aunque los críticos están bien lejos de concordar entre sí sobre una gran cantidad de puntos).
(a) El autor que recibe el nombre de J (Jehovista o Yahwista, por dar a Dios el nombre de Yahweh) habría vivido en Judá alrededor del año 950-850 a.C. Hay críticos que dividen aún más esta «fuente», dando J’ y J,.
(b) El autor E (Elohísta, por dar a Dios el nombre de Elohim), se situaría hacia el año 750 a.C.
(c) Después de la caída de Samaria, un «redactor» JE habría combinado J y E añadiendo de su cosecha.
(d) El documento D comprendería la mayor parte de Deuteronomio. Éste sería el libro de la Ley «redescubierto» en el Templo, bajo Josías, el año 621 a.C. (2 R. 22:23).
(e) U (de Holiness, inglés para santidad), es el nombre del «Código de Santidad» (Lv. 17-26), que trata de la pureza ceremonial; los críticos debaten si debe ser situado antes o después de Ezequiel.
(f) P (de Priestly, inglés para sacerdotal), el llamado código sacerdotal, que habría sido redactado por los sacerdotes después del exilio, y que habría sido leído a la muchedumbre por Esdras (atribuyéndolo a Moisés) hacia el año 398 a.C.
(g) Finalmente, uno o varios recopiladores habrían amalgamado todos estos heterogéneos componentes para producir el actual Pentateuco. Así, en palabras de los exponentes de esta postura: «al inicio del siglo II a.C., la ley formaba un todo completo, no suponiendo nadie, de una manera verosímil, su carácter compuesto.
No nos arriesgamos si fijamos la fecha de su finalización en alrededor del s. 300 a.C.» (