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Significado Bíblico de JOSIAS

Significado Bíblico de JOSIAS

Significado de Josias

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(heb. Yôshîyâh[û] [l, 3], quizás «Yahweh sana [sostiene]» o «a quien Yahweh
sana [sostiene]», aunque su verdadero significado es oscuro; gr. IÇsías; heb.
Yôshâh [2]).

1. Decimosexto gobernante del reino sureño de Judá. Reinó 31 años (c 640-c 609
a.C.; 1 R. 13:2; 2 R. 21:24; etc.). Fue rey a la edad de 8 años, después que
su padre Amón fuera asesinado por cortesanos del palacio (2 Cr. 33:21-25;
34:1). En su 12º año de reinado, cuando tenía unos 20 de edad, comenzó a
limpiar su país de lugares altos, destruyendo altares de Baal, imágenes del
culto de Asera y de otros vestigios paganos (34:3-7). Su actividad religiosa
se extendió hasta el territorio del anterior reino de Israel (v 6), estando a
su favor la debilidad de Asiria durante esos años. Es posible que las
provincias asirias de Meguido y Samaria dejaran de funcionar, y que Josías
entrara en ese vacío político y estableciera su propia autoridad en la región.
Más tarde pudo elegir Meguido, una ciudad en el corazón del anterior reino,
para enfrentar al ejército del faraón Necao con el suyo.

El acontecimiento más grande de su vida ocurrió en su 18º año de reinado,
cuando el descubrimiento de un rollo de la Ley de Moisés en el templo estimuló
un reavivamiento religioso nacional. Su mensaje, cuando lo leyeron ante el
rey, hizo una profunda impresión en él. Convencido de que sus padres no habían
vivido de acuerdo con las ordenanzas divinas, temió que las maldiciones
pronunciadas por Moisés cayeran sobre sí y su reino, y en consecuencia envió a
algunos funcionarios a la profetisa Hulda para pedir consejo. Ella confirmó
los temores del rey, pero le aseguró que Dios no traería los castigos predichos
sobre Judá durante su vida, puesto que él había hecho todo lo que pudo para
vivir una vida piadosa (2 R. 22:8-20; 2 Cr. 34:14-28). Josías redobló sus
esfuerzos para eliminar la idolatría y el paganismo de su reino, e indujo a los
dirigentes del país a entrar en un solemne pacto con Dios. Celebró la Pascua
en una forma en que no se había celebrado desde los días de Samuel (2 R.
23:1-25).

Mientras el poder de Asiria disminuía y crecía el de Babilonia, Josías pareció
haber considerado que era ventajoso inclinarse hacia Babilonia. Pudo haber
entrado en un convenio con Nabopolasar para que le ayudara o, sin convenio
formal, haber sentido que el reino de Judá ganaría si era apoyado por los
babilonios. Por alguna de estas 2 razones tal vez Josías, en el último año de
su reinado, intentó bloquear al faraón Necao en su marcha hacia el norte a
través de Palestina para ayudar al moribundo poder asirio. La Crónica
Babilónica revela que las fuerzas egipcias habían estado ayudando a las asirias
durante varios años. Como todos estos ejércitos auxiliares egipcios habían
atravesado Palestina en lo pasado, Josías no debió haber hecho intentos para
impedirles la marcha hacia el norte. Ahora, sin embargo, decidió no dejarlo
cruzar el país otra vez. Necao no quería pelear contra Josías, pero fue
obligado a ello en Meguido (donde uno de los pasos del Carmelo penetra en la
llanura de Esdraelón), lugar que el ejército egipcio 665 debía cruzar. En esta
batalla, Josías fue herido de muerte. Rápidamente fue llevado a Jerusalén,
donde murió y fue sepultado; el victorioso Necao siguió su marcha hacia Siria
(2 R. 23:29, 30; 2 Cr. 35:20-24). La muerte de Josías fue una gran tragedia
para el país, y sinceramente lamentada por la gente y por el profeta Jeremías
que compuso una Lamentación que no ha sido conservada (2 Cr. 35:24, 25). La
reforma religiosa comenzada por Josías no tuvo tiempo de afianzarse
profundamente, y pronto fue olvidada. Del mismo modo, la independencia
política que Judá había gozado por un corto tiempo fue irreparablemente perdida
pocas semanas después de la muerte de Josías. El resto de los reyes de Judá
fueron vasallos, sujetos primero a Egipto y luego a Babilonia.

Con respecto a las aparentes discrepancias entre las listas de los hijos de
Josías (2 R. 23:30, 34; 24:17 y 1 Cr. 3:15) cabe acotar lo siguiente: Joacaz es
Salum; Eliaquim es Joacim; Matanías es Sedequías; y Johanán habría muerto antes
o junto con su padre en Meguido. De acuerdo con la edad, el orden fue: Joacim,
Joacaz, Sedequías. De acuerdo con la su cesión al trono: Joacaz, Joacim,
Sedequías. A Joacaz se lo pone en 4º lugar (1 Cr.) quizá porque sólo reinó 3
meses.

2. Simeonita, jefe en su familia (1 Cr. 4:34).

3. Hijo de un cierto Sofonías en los días del profeta Zacarías (Zac. 6:10).

Diccionario Enciclopédico de Biblia y Teología: JOSIAS

JOSÍAS según la Biblia: «Jehová sana».
(a) Hijo y sucesor de Amón rey de Judá. Entronizado a los ocho años de edad hacia el año 638 a.C., tuvo como consejero durante su juventud, según parece, al sumo sacerdote Hilcías.

«Jehová sana».
(a) Hijo y sucesor de Amón rey de Judá. Entronizado a los ocho años de edad hacia el año 638 a.C., tuvo como consejero durante su juventud, según parece, al sumo sacerdote Hilcías.

Al año octavo de su reinado, se propuso actuar conforme a las leyes de Dios, y reformar según su voluntad la vida de la corte, con lo que comenzó a extirpar la idolatría y todo lo contrario a la Ley de Dios.

Siguió en este esfuerzo a lo largo de los años, no sólo en Jerusalén y Judá, sino también en lo tocante al reino del norte (2 R. 22:1, 2; 2 Cr. 34:1-7, 33). En el año decimoctavo de su reinado, tomó enérgicas medidas para restaurar y embellecer el Templo. En el curso de las obras, el sumo sacerdote Hilcías encontró en el santuario el libro de la Ley, y lo entregó a Safán, el escriba, que lo leyó ante el rey.

Josías quedó profundamente tocado por la profecía que anunciaba las terribles consecuencias de abandonar a Jehová. Rasgó sus vestiduras y se humilló ante Dios que, en su misericordia, le dio la certidumbre de que el juicio inminente no caería durante su vida (2 R. 22:8-20; 2 Cr. 34:15-28).

La profecía que tanto afectó al rey se halla en los capítulos 28 a 30 de Deuteronomio, especialmente en Dt. 29:25-28. El libro hallado por Hilcías, por lo tanto, contenía al menos el quinto libro de Moisés, o quizás el Pentateuco entero. En la época de la apostasía y de las persecuciones, bajo el dilatado reinado de Manasés, la consigna había sido indudablemente la de hacer desaparecer y destruir los libros sagrados (2 R. 21:16; 2 Cr. 33:9).

Hilcías descubrió probablemente la copia de la Ley que era asignada al Templo. El rollo habría sido escondido o tirado durante la profanación del santuario (Dt. 31:9, 26), o quizás, siguiendo una antigua tradición, hubiera sido emparedado durante la construcción del primer templo.

Los críticos pretenden que este «descubrimiento del libro de la Ley de Moisés» bajo Josías fue tan sólo una piadosa superchería. Los sacerdotes, según los críticos, habrían redactado el Deuteronomio para presentarlo falsamente como un escrito de Moisés, con el objetivo de atribuirse mayor importancia. Sin embargo, esta teoría carece de todo fundamento, y se enfrenta directamente con la evidencia interna e histórica.

La lectura del libro dio un nuevo ímpetu a la reforma ya emprendida por Josías. Después de juramentarse a adorar solamente a Jehová, se apoderaron de todos los objetos del culto a Baal, Astarté y de todo el ejército del cielo, y, quemándolos, los arrojaron al torrente Cedrón.

Se desató una campaña de destrucción contra los sodomitas, y se destruyeron los lugares altos, no sólo en el territorio de Judá, sino también en el territorio previamente ocupado por las diez tribus. En Bet-el, Josías exhumó las osamentas de los sacerdotes idólatras y las quemó sobre el altar cismático, cumpliendo así la profecía del varón de Dios en la época de Jeroboam I (1 R. 13:2).

No dudó tampoco en dar muerte sobre los altares a los sacerdotes que sacrificaban sobre ellos. Después de purificar el país, Josías hizo celebrar una Pascua tan estrictamente observada como no se había visto desde la época de Samuel (2 R. 23:1-25; 2 Cr. 25:19-34:29).

Trece años después de esto, Josías trató de resistir al faraón Necao, que iba a luchar contra Asiria. Malherido en la batalla en Meguido, en la llanura de Jezreel, fue llevado a Jerusalén, donde murió. Había reinado 31 años, contando con 39 de edad, en el año 608 a.C. (2 R. 22:1; 23:29, 30; 2 Cr. 35:20-27; cfr. Zac. 12:11).

Jeremías y Sofonías profetizaron durante la última parte de su reinado (Jer. 1:2; 3:6; Sof. 1:1). Fue sucedido por su hijo Joacaz. (Véase JOACAZ).
(b) Hijo de Sofonías, en la época del profeta Zacarías (Zac. 6:10).

Diccionario Enciclopédico de Biblia y Teología: JOSIAS