BENDITA ENTRE LAS MUJERES

(Lc 1,42) (-> Marí­a, madre de Jesús). Esta palabra sitúa a la madre de Jesús en el contexto y despliegue de la historia israelita. Así­ le saluda su prima Isabel: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿De dónde a mí­ que venga a visitarme la madre de mi Señor? Porque tan pronto como llegó a mis oí­dos la voz de tu saludo saltó de gozo el niño en mi vientre. Y bienaventurada la que ha creí­do, porque se cumplirá todo lo que le ha dicho el Señor” (Lc 1,42-45).

(1) Fecundidad. Lucas comienza situando a la madre de Jesús en el lugar donde la vida se define por la fecundidad. Ella es bendita (eulogémene) por ser madre, conforme a una visión tradicional en Israel. Siguiendo esa lí­nea, la bendición de Marí­a puede ampliarse en lí­nea social, recordando a las mujeres de la historia israelita que no han sido bendecidas por sus hijos, sino por su acción liberadora en contra de los enemigos de Israel. La madre de Jesús vendrí­a a culminar no sólo la lista de madres fecundas (benditas por el vientre), sino también la de mujeres guerreras del principio (Yael*) o de la culminación israelita (Judit*). Marí­a aparece también como madre del rey (de mi Señor). Las reinas de las que habla la historia israelita son extranjeras (como la reina de Sabá: 1 Re 10,1-13) o figuras divinas rechazadas (la Reina de los cielos: Jr 7,18; 7,17-25). En este contexto debemos recordar como excepción singular a Ester, que es la reina israelita por excelencia, pero sólo en calidad de esposa de un monarca extranjero (Est 2,17.22). Marí­a es madre del rey mesiánico israelita y así­ puede presentarse como gebira* mesiánica.

(2) La creyente. La madre de Jesús es la pisteusasa, la que ha creí­do, la creyente. Del campo veterotestamentario de la fecundidad bendecida (eidogémene) pasamos así­ al plano de la bienaventuranza mesiánica (makaria), que sólo puede conseguirse en ámbito de fe y de seguimiento cristiano. Este paso de la bendición por la maternidad a la bienaventuranza por la fe nos sitúa en el centro de la teologí­a de Lucas. Así­ lo indica la palabra de una mujer que bendice a Marí­a diciendo a Jesús “bienaventurado el vientre que te ha gestado y los pechos que te han amamanta do” (Lc 11,27). Ella sitúa a Marí­a en el nivel de la maternidad biológica, haciéndola vientre y pechos, cuerpo para engendrar. Así­ la ve como ha visto a la mujer gran parte de la tradición religiosa (incluso la cristiana) dominada por varones: la mujer es fuerza engendradora, vida hecha principio germinante, como Eva* (Havvah), madre de todos los vivientes (cf. Gn 3,20). En esa lí­nea se podrí­a haber divinizado a Marí­a, convirtiéndola en un tipo de Deméter o Gran Diosa. Pues bien, Jesús corrige esa visión, diciendo ¡bienaventurados más bien los que escuchan la palabra…! (Lc 11,28), interpretando así­ a su madre en la lí­nea de las palabras finales de Isabel ¡bienaventurada la que ha creí­do! (Lc 1,45).

(3) Reina madre, reina creyente. Marí­a podí­a haber aparecido como reina por ser madre. Esta es la función y sentido de su realeza femenina en perspectiva popular sagrada. Ella serí­a bendita por su capacidad procreadora. Reinar es, ante todo, dar la vida. Las armas o signos del reinado femenino son el vientre y los pechos, la potencia engendradora, la capacidad nutricia. Como tierra gestante, gleba fecunda, se concibe el reinado de la madre de Jesús en esta venerable palabra de la tradición cristiana que el evangelio ha puesto en boca de una mujer de la muchedumbre: ¡Bienaventurado el vientre y los pechos que te han criado! Pero Lucas ha sentido ya el peligro de interpretar a Marí­a en esa perspectiva, en la que ella puede confundirse con las madres sagradas del cielo o de la tierra, diosas de la vida. Por eso ha introducido y superado el logion del vientre y de los pechos, hablando de la bienaventuranza de la fe, ayudándonos a comprender la bendición de Marí­a como creyente y no como pura madre biológica. En esa lí­nea abre el camino para comprender el nuevo sentido de la natalidad cristiana (nacimiento*).

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra