CEGUERA

Gen 19:11 hirieron con c desde el menor hasta el
Deu 28:28 te herirá con locura, c y turbación de
2Ki 6:18 te ruego que hieras con c a esta gente
Zec 12:4 y a todo caballo de los .. heriré con c


Ceguera (heb. iwwêr, ‘ciego’; gr. tuflót’s.) El hecho de que la Biblia menciona la ceguera con tanta frecuencia indica que prevalecí­a mucho en esos tiempos. Habí­a una gran variedad de enfermedades de los ojos, agravadas por la falta de higiene de la gente, el brillo del sol, la blancura del suelo y la abundancia de polvo. Las moscas eran portadoras comunes de estas enfermedades. Se menciona en forma especial el cuidado por los que sufrí­an de ceguera (Lev 19:14). Un ciego no podí­a acceder al sacerdocio (21:18). Prevalecí­a entre los judí­os la opinión de que Dios herí­a con la pérdida de la vista a los hombres por causa de sus pecados (Joh 9:1,2), pero Jesús refutó esa falsa creencia (v 3). Durante su breve ministerio sanó a muchos no videntes (Mat 9:27-30; 12:22; 20:30-34; 21:14). La Biblia menciona varios casos de hombres que quedaron cegados temporariamente por la intervención divina (Gen 19:11; 2Ki 6:18-22). Probablemente el caso más conocido sea el del apóstol Pablo (Act 9:8,9). En 2Ki 25:7 se menciona la práctica de los asirios y otros conquistadores de cegar a sus cautivos. Pero en la Biblia también se habla de la ceguera espiritual (Isa 43:8; Mar 3:5; Luk 1:79; etc.); es decir, de quienes no abren los ojos del alma a las verdades divinas.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

ver ENFERMEDADES

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

tip, COST MDIC TIPO LEYE

vet, La ceguera es extremadamente frecuente en Oriente; sus causas esenciales son la viruela y sobre todo la inflamación de los ojos, agravada por la intensa luz solar, la abundancia de un polvo tan fino como la harina y las minúsculas moscas. Hay niños que nacen ciegos (Jn. 9:1) Esta es la razón de que sean numerosos los mendigos ciegos (Mt. 9:27; 12:22; 20:30; 21:14). La ceguera, total o parcial, puede provenir de la vejez (Gn. 27:1; 1 S. 4:15; 1 R. 14:4). Los amonitas, filisteos, asirios, babilonios y conquistadores bárbaros sacaban los ojos a sus prisioneros de guerra (Jue. 16:21; 1 S. 11:2; 2 R. 25:7). Algunas personas quedaron cegadas sobrenaturalmente por un cierto tiempo (Gn. 19:11; 2 R. 6:18-22; Hch. 9:9; 13:11). La ley de Moisés exigí­a tratar a los ciegos con humanidad (Lv. 19:14; Dt. 27:18). Se utiliza metafóricamente para describir: el estado del hombre natural bajo la influencia de Satanás (2 Co. 4:4); también del estado del creyente profeso que aborrece a su hermano (1 Jn. 2:11); también de los israelitas en su profesión carente de corazón (Mt. 23:16-26); y de la ceguera judicial sobre Israel (Jn. 12:40).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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Materialmente es la ausencia de visión por deficiencia de naturaleza o por pérdida durante la vida. Puede ser total y parcial.

En todo caso la falta de un órgano tan importante como éste condiciona los sistemas educativos que puedan seguirse con los invidentes, sobre todo durante la infancia y adolescencia. La catequesis de ciegos supone una singular preparación y experiencia en los catequistas.

Habrá que tener en cuenta en ella que los objetivos deben ser similares a los que se pretenden con los videntes. Si carecen de una fuente básica de información, la que entra por los ojos, por regla general desarrollan más intensamente la atención, la intuición y la abstracción, factores decisivos para captar la mayor parte de los conceptos espirituales que son la base intelectual de la religión.

Por eso con ellos y para ellos hay que organizar una educación religiosa sólida, consistente y profundamente espiritual.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

DJN
 
En el Medio Oriente la ceguera era frecuente a causa de la mayor intensidad de los rayos del sol, del polvo y la suciedad. El abandono de los ciegos por parte de los demás era proverbial (Dt 28,29; Is 59,9-10). Dado que eran considerados como los más débiles y dignos de compasión, la Ley los protegí­a de modo especial (Lev 19,14; Dt 27,18). Se empleaba la hiel del pez para curar la ceguedad (Tob 6,5.9), pero, en realidad, las curaciones eran raras, se consideraban, más bien, como un gran milagro (Jn 9,32) y estaban reservadas para los tiempos mesiánicos (Is 29,18; 35,5; Mt 11,1-5/Lc 7,22; Lc 4,18). El poder o no poder ver así­ como la salud en general dependen de Dios (Ex 4,11). La ceguera como castigo aparece sólo mencionada en relación con la maldición del que infringe la Ley (Dt 28,28-29). La ceguera pasaba por impureza legal e incapacitaba para el sacerdocio (Lev 21,18); estaba prohibido sacrificar animales ciegos (Lev 22,22; Dt 15,21). También se encuentra la ceguera en el AT en sentido metafórico: el soborno ciega a los más clarividentes de tal manera que no ven ya la injusticia (Ex 23,8; Dt 16,19).

En el judaí­smo se consideraba la ceguera como un castigo divino de pecados cometidos anteriormente, porque impedí­a el estudio de la Torá (cf. BILLERBECK, II 193). La comunidad de Qumrán no admití­a a los ciegos y a los afectados por otros defectos corporales (1QSa II, 6-10; 1QM VI1,4-5).

En el NT la opinión acerca de la ceguera es distinta de la del judaí­smo. A diferencia de la comunidad de Qumrán hace Jesús a los ciegos partí­cipes del Reino de Dios; exhorta al fariseo que le ha convidado a invitar al banquete a pobres y ciegos (Lc 14,13.21). Las numerosas curaciones de ciegos de los evangelios son señales de que los tiempos mesiánicos han llegado ya (Mt 9,27-31; 12,22-23; 15,30-31; 21,14; Mc 8,22-26; 10,46-52; Lc 7,18-23). A la pregunta de los discí­pulos enviados por el Bautista responde Jesús curando enfermos con diversas dolencias entre los que se encuentran ciegos, a la vez que alude a la profecí­a de Is 29,18; 35,5: “Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y los oí­dos de los sordos” (Mt 11,1-6/Lc 7, 18-23). Con estos milagros indica Jesús que con él han empezado a realizarse las promesas y la salvación que habí­an anunciado los profetas. Con motivo de la curación del ciego de nacimiento en Jn 9,1-12 rechaza Jesús la opinión corriente en el judaí­smo contemporáneo de que la ceguera de nacimiento se deba a un pecado anterior al nacimiento, bien del ciego o de sus padres. La respuesta de Jesús es eminentemente positiva: Ha nacido ciego “para que se manifiesten en él las obras maravillosas de Dios” (9,3). El don de la vista o luz corporal se convierte en sí­mbolo cristológico: “Yo soy la luz del mundo” (9,5; cf. 8,12).

Es interesante observar que la curación de la ceguera tiene gran importancia en los evangelios: de las 50 veces que aparece la palabra “ciego” en el NT, 46 veces ocurre en los cuatro evangelios. La palabra “ciego” adquiere en las narraciones de curaciones de ciegos de los evangelios, además del sentido literal, connotaciones metafóricas: la ceguera antes de la curación es sí­mbolo de la ceguera espiritual o falta de fe; el don de la vista, en cambio, implica el don de la fe (cf. Mt 9,27-31) y el del seguimiento de Jesús (Mt 20,29-34; Mc 10,46-52; Lc 18,35-43). En algunos dichos de Jesús, fuera del contexto de curaciones de ciegos, se llama explí­citamente a la falta de fe “ceguera espiritual”. Así­ se habla en sentido figurado de que los fariseos “son ciegos y guí­as de ciegos” (Mt 15,14; 23,16-17. 19. 24.26; cf. Lc 6,39; Jn 9, 40-41) y están imposibilitados para ver la voluntad de Dios (Mt 15,16-17; cf. también Rom 2,19). Marcos menciona también la ceguera de los discí­pulos (8,14-21.22-26. Gracias a la revelación de Jesús los discí­pulos adquieren la comprensión espiritual de las palabras de Jesús. Fuera de los evangelios aparece el tema de la ceguera sólo cuatro veces: en He 13,11 el hechicero Barjesús se queda ciego por algún tiempo; 2 Pe 1,9 llama ciego al cristiano que no tiene suficiente conocimiento de Cristo y en el Ap 3,17 recibe la comunidad de Laodicea el reproche de ser ciega espiritual.

Rodrí­guez Ruiz

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

Las palabras hebrea y griega para †œciego† son `iw·wér y ty·flós, respectivamente, y las dos se usan tanto en sentido literal como figurado. (Dt 27:18; Isa 56:10; Mt 15:30; 23:16.)
Esta dolencia al parecer era muy común en el antiguo Oriente Medio. Además de las muchas referencias a esta enfermedad que hay en la Biblia, encontramos numerosas alusiones a ella en la literatura extrabí­blica —el Papiro de Ebers de Egipto, por ejemplo—, donde se habla de varias clases de ceguera, sus sí­ntomas, las lociones que se prescribí­an y algunos de los instrumentos quirúrgicos que se utilizaban en su tratamiento. La ley israelita del talión requerí­a alma por alma, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano y pie por pie. Esta ley no solo recalcaba la santidad de la vida, sino que también grababa con fuerza en los israelitas la necesidad de tener extremada cautela a fin de evitar causar daño al semejante y asegurarse de que cualquier testimonio que presentasen ante el tribunal fuese verdadero y exacto, pues quien diese un falso testimonio sufrirí­a el mismo castigo que le hubiese acarreado a la persona inocente. (Ex 21:23, 24; Dt 19:18-21; Le 24:19, 20.) Si un esclavo perdí­a un ojo por culpa de su amo, al amo no se le sacaba un ojo en compensación, pero al esclavo se le poní­a en libertad. (Ex 21:26.) De modo que a pesar de que se podí­a exigir de los esclavos que trabajasen y hasta se les podí­a pegar si se rebelaban, el amo tendrí­a en cuenta no ser excesivamente severo.
Los asirios y los babilonios tení­an por costumbre sacarles los ojos a los que derrotaban en la guerra. Los filisteos cegaron a Sansón, y Nabucodonosor, al rey Sedequí­as. (Jue 16:21; 2Re 25:7; Jer 39:7.) Nahás, el rey ammonita, dijo que aceptarí­a la rendición de la ciudad galaadita de Jabés con la siguiente condición: †œPerforar y sacarles todo ojo derecho, y tengo que poner eso como oprobio a todo Israel†. (1Sa 11:2; véase NAHíS núm. 1.)
La Biblia registra varios casos de ceguera en los que los ojos se habí­an †œoscurecido† o †œquedado fijos† debido a edad avanzada o senectud y no a enfermedad. Por esta causa, Isaac dio su bendición a Jacob, quien era merecedor de ella. El sumo sacerdote Elí­ empezó a perder la vista antes de que le alcanzara la muerte a los noventa y ocho años. La esposa de Jeroboán planeó aprovecharse de la ceguera del anciano profeta Ahí­ya, pero Jehová frustró este ardid. (Gé 27:1; 1Sa 3:2; 4:14-18; 1Re 14:4, 5.) Sin embargo, se dice de Moisés que a la edad avanzada de ciento veinte años †œsu ojo no se habí­a oscurecido†. (Dt 34:7.)
Jehová, el creador del ojo, también puede causar ceguera. (Ex 4:11.) Advirtió a la nación de Israel que en caso de que rechazase sus estatutos y violase su pacto, traerí­a sobre ella †œfiebre ardiente, haciendo fallar los ojos†. (Le 26:15, 16; Dt 28:28.) Se hirió con ceguera a los hombres inicuos de Sodoma y al hechicero Elimas. (Gé 19:11; Hch 13:11.) Una luz brillante cegó a Saulo de Tarso cuando Jesús se le apareció †œcomo si fuera a uno nacido prematuramente†. Más tarde, recobró la vista cuando Ananí­as puso las manos sobre él y †œcayó de los ojos de él lo que se parecí­a a escamas†. (1Co 15:8; Hch 9:3, 8, 9, 12, 17, 18.) En la declaración profética de Zacarí­as, Jehová advierte que los caballos de aquellos que irí­an contra Jerusalén serí­an heridos con la pérdida de la vista (Zac 12:4), y que en el dí­a que pertenece a Jehová, todos los pueblos que realmente hicieran servicio militar contra Jerusalén experimentarí­an una plaga en la que sus mismos ojos †˜se pudrirí­an en sus cuencas†™. (Zac 14:1, 12.)
La ceguera de las fuerzas militares sirias por la palabra de Eliseo debió ser de naturaleza mental. Si todos los soldados se hubiesen quedado ciegos, se les habrí­a tenido que llevar de la mano, pero el relato tan solo informa que Eliseo les dijo: †œEste no es el camino, y esta no es la ciudad. Sí­ganme†. En su obra Principles of Psychology (1981, vol. 1, pág. 59), William James dice sobre este fenómeno: †œUn efecto sumamente interesante del desorden cortical es la ceguera mental. Esta no supone tanto la insensibilidad a las impresiones ópticas como la incapacidad de entenderlas. Psicológicamente se interpreta como la pérdida de asociación entre las sensaciones ópticas y su significado. Puede producirla cualquier interrupción entre los centros ópticos y los centros del intelecto†. Es posible que esta fuese la clase de ceguera que padeció el ejército sirio y que Jehová la eliminara cuando los soldados llegaron a Samaria. (2Re 6:18-20.) Cabe la posibilidad de que también haya sido esta la clase de ceguera que sufrieron los hombres de Sodoma, pues el relato dice que siguieron tratando de hallar la entrada de la casa de Lot y no comenta que se lamentaran por la pérdida de la facultad de la vista. (Gé 19:11.)
Un invidente no podí­a ser sacerdote en el santuario de Jehová. (Le 21:17, 18, 21-23.) Tampoco le era aceptable a Jehová el sacrificio de un animal ciego. (Dt 15:21; Mal 1:8.) No obstante, la Ley de Dios mostraba consideración y compasión a los invidentes. Por ejemplo, el que pusiera un obstáculo en el camino de un ciego o le engañara era maldito. (Le 19:14; Dt 27:18.) Job, el siervo justo de Dios, dijo: †œOjos llegué a ser yo para el ciego†. (Job 29:15.) Jehová mismo promete en su Palabra que llegará el tiempo en que la ceguera no existirá. (Isa 35:5.)
Jesucristo devolvió la vista milagrosamente a muchos ciegos cuando estuvo en la Tierra. (Mt 11:5; 15:30, 31; 21:14; Lu 7:21, 22.) Por ejemplo, al acercarse a Jericó, curó a un ciego llamado Bartimeo y a su compañero. (Mt 20:29-34; Mr 10:46-52; Lu 18:35-43.) En otra ocasión sanó a dos ciegos al mismo tiempo. (Mt 9:27-31.) También curó a un endemoniado que era ciego y mudo. (Mt 12:22; compárese con Lu 11:14.) En el caso de otro hombre, hizo que recobrara la vista poco a poco. Tal vez lo hizo así­ para que el hombre, acostumbrado a la oscuridad, adaptase sus ojos a la luz solar paulatinamente. (Mr 8:22-26.) Un hombre que era ciego de nacimiento, cuando recobró la vista, creyó en Jesús. (Jn 9:1, 35-38.) En estos últimos dos casos, Jesús usó saliva, sola o mezclada con barro. El que haya una supuesta semejanza con remedios populares no resta valor al aspecto milagroso de las curaciones. En el caso del ciego de nacimiento, se le dijo que fuese a lavarse al estanque de Siloam antes de recibir la vista. (Jn 9:7.) Es evidente que Jesús le dijo esto para probar su fe, al igual que Naamán habí­a tenido que bañarse en el rí­o Jordán antes de ser curado de su lepra. (2Re 5:10-14.)

Usos figurados. Muchas veces se usa el andar a tientas del ciego como ilustración de desamparo. (Dt 28:29; Lam 4:14; Isa 59:10; Sof 1:17; Lu 6:39.) Los jebuseos confiaban tanto en la inexpugnabilidad de su ciudadela, que le dijeron a David en son de burla que sus propios ciegos, a pesar de su debilidad, defenderí­an la fortaleza de Sión contra Israel. (2Sa 5:6, 8.)
Se usó el sí­mbolo de la ceguera para representar la corrupción judicial. En la Ley se exhorta muchas veces contra el soborno, los regalos o el prejuicio, pues tales cosas pueden cegar a un juez e impedirle la administración imparcial de la justicia. †œEl soborno ciega a hombres de vista clara.† (Ex 23:8.) †œEl soborno ciega los ojos de los sabios.† (Dt 16:19.) Sin importar la rectitud y discernimiento de un juez, puede verse afectado, consciente o inconscientemente, por el regalo que reciba de los implicados en un caso. La ley de Dios trata con atención no solo el efecto cegador de un regalo, sino también el del sentimentalismo, pues dice: †œNo debes tratar con parcialidad al de condición humilde, y no debes preferir la persona de un grande†. (Le 19:15.) De modo que el juez no debí­a fallar contra el rico solo porque era rico a fin de congraciarse con la muchedumbre. (Ex 23:2, 3.)

Ceguera espiritual. La Biblia atribuye mucha más importancia a la vista espiritual que a la fí­sica. Cuando curó a un ciego de nacimiento, Jesús aprovechó la ocasión para señalar lo reprensibles que eran los fariseos, ya que aseguraban tener vista espiritual, pero voluntariamente rehusaban salir de su ceguera. Eran como aquellos que amaban la oscuridad más bien que la luz. (Jn 9:39-41; 3:19, 20.) Cuando se dirigió a la congregación de Efeso, el apóstol Pablo les dijo que habí­an sido iluminados los ojos de su corazón. (Ef 1:16, 18.) Jesús señaló que los que profesan ser cristianos, pero no tienen conciencia de su necesidad espiritual, están ciegos y desnudos y no disciernen su condición lastimosa y tambaleante. (Rev 3:17.) Así­ como el permanecer en oscuridad por un largo perí­odo de tiempo causarí­a ceguera, el apóstol Juan asemeja al cristiano que odia a su hermano a alguien que anda errante en una oscuridad que le ciega. (1Jn 2:11.) Asimismo, Pedro advierte que el que no cultiva los frutos cristianos, el mayor de los cuales es el amor, está †œciego, pues cierra los ojos a la luz†. (2Pe 1:5-9.) La fuente de tal oscuridad y ceguera espiritual es Satanás el Diablo, quien, a pesar de transformarse en ángel de luz, es en realidad †œel dios de este sistema de cosas† y de la oscuridad, que ha cegado la mente de los incrédulos para que no disciernan las buenas nuevas acerca del Cristo. (Lu 22:53; 2Co 4:4; 11:14, 15.)

Fuente: Diccionario de la Biblia