COLOSENSES

epí­stola a los, carta que el apóstol Pablo escribió estando cautivo en Roma, Col 4, 3; entre los años 55 y 63, con destino a los fieles de la Iglesia de Colosas, en Frigia, en el Asia Menor, comunidad ésta que estaba al cuidado de ® Epafras, Col 1, 7; 4, 12; y que no habí­a sido evangelizada por el Apóstol. Epafras le lleva noticias a Pablo sobre errores que han tomado fuerza entre los fieles colosenses, y el Apóstol, supuestamente, escribe su epí­stola y la enví­a con Tí­quico, Col 4, 7. Se duda de la autenticidad paulina del escrito, lo mismo que la carta a los Efesios, pues se refiere a doctrinas gnósticas, que aparecieron en el siglo II. Sin embargo, como objeción a la anterior duda, en la época de Pablo ya estas ideas circulaban entre los judí­os ® esenios, esto es que las potencias celestes dirigí­an el cosmos, con lo que comprometí­a la supremací­a de Jesucristo, a quien, según el Apóstol, le fueron sometidas todos los principados, las potestades y las potencias cósmicas desde el principio, pues es el Hijo del Padre, es decir, Cristo es el principio de todo y todo le está sometido. Por tanto él es la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia, de donde les viene la vida a los cristianos, ya que por el bautismo fueron circuncidados en Cristo y no por mano del hombre; bautismo por el que fueron sepultados y resucitados, como Cristo, por la fe. San Pablo, pues, en su carta a los Colosenses, previene a los fieles sobre las vanas doctrinas fundadas en tradiciones humanas y no en Cristo. En la epí­stola hay que destacar, por tanto, los pasajes referentes a la Iglesia como cuerpo, 1, 15-20; así­ como al bautismo, 2, 12-15.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

tip, LIBR LINT

ver, EFESIOS

vet, Epí­stola del apóstol Pablo, preso (Col. 4:3, 10, 18), escrita probablemente el año 62 d.C., durante su primer cautiverio de 2 años en Roma (Hch. 28:30, 31). Ciertos historiadores piensan que esta epí­stola fue escrita en Cesarea (Hch. 23:35; 24:27). Pablo no habí­a predicado nunca en Colosas, cosa que se demuestra por Col. 2:1. Parece, en base a Col. 1:7, que Epafras habí­a fundado esta iglesia, o que, al menos, ayudó a establecerla; pudo haberse fundado mientras que el apóstol Pablo trabajaba en Efeso (Hch. 19:10). Epafras fue a reunirse con el apóstol Pablo (Col. 1:7), y las nuevas que le dio hicieron que escribiera esta carta. Tí­quico fue el mensajero que la llevó (Col. 4:7, 8); Pablo le confió también la carta destinada a Efeso (Ef. 6:21), redactada en la misma época. Onésimo, que acompañó a Tí­quico, llevaba la carta dirigida a un habitante de Colosas, Filemón, de quien Onésimo habí­a sido esclavo. Arquipo, mencionado en Flm. 2 y en Col. 4:17, era probablemente hijo de Filemón. Los saludos (Col. 4:10-17) muestran que si Pablo no habí­a trabajado personalmente en Colosas, sus amigos habí­an estado activos y le habí­an dado a conocer bien a ciertos colosenses. Filemón era uno de sus convertidos (Flm. 19); es posible que hubiera sido convertido en la ciudad de Efeso. Los informes de Epafras le revelaron al apóstol que unos falsos maestros orientaban a los colosenses hacia el ritualismo, al ascetismo, y hacia las vanas especulaciones filosóficas. Estos falsos maestros eran judí­os (Col. 2:11,16). Se distinguí­an por su ascetismo (Col. 2:16, 20-23), que posiblemente recibieran de la secta judí­a de los esenios. Profesaban además una filosofí­a mí­stica (Col. 2:8) que aparentemente se envanecí­a de un conocimiento trascendente de las cosas divinas (Col. 2:18). Incluso habí­an introducido el culto a los ángeles (Col. 2:18), lo que atentaba a la todo-suficiencia y supremací­a de Cristo. Estos seductores diferí­an de los judaizantes a los que se opuso Pablo en la Epí­stola a los Gálatas. Representaban una nueva forma de error y parece que fueron, en ciertos respectos, los precursores de los gnósticos. Uní­an al ritualismo la tendencia a la teosofí­a caracterí­stica del pensamiento oriental, y estos dos errores demandaban, para el apóstol, una refutación inmediata. La Epí­stola a los Colosenses se divide en 4 partes: (a) Introducción y acción de gracias (Col. 1:1-8); (b) sección doctrinal (Col. 1:9-3:4); (c) exhortaciones prácticas (Col. 3:5-4:6); (d) saludos finales (Col. 4:7-18). La parte doctrinal es sumamente importante; Pablo empieza con una oración para que aumente en los colosenses el conocimiento de la voluntad de Dios de cara a una vida santa y fructí­fera. A continuación describe magistralmente la preeminencia de Cristo, imagen del Dios invisible, Señor supremo del universo, y cabeza de la Iglesia. A renglón seguido, en el capí­tulo 2, confrontando a los propagadores del error, el apóstol presenta la evidencia de la plenitud que los creyentes tienen en Cristo, habiendo triunfado definitivamente sobre todos sus enemigos espirituales. Afirma a los cristianos que solamente la unión con Cristo, mediante el bautismo del Espí­ritu Santo y la fe, les permitirá experimentar el hecho de la plena salvación. En respuesta a las pretensiones del ascetismo, les exhorta a la práctica de una vida conforme a las exigencias de la moral y del orden social. El tema de esta epí­stola está esencialmente centrado en Cristo. Pablo reafirma la doctrina de la salvación enseñada en las cartas precedentes, pero desarrolla de una manera más completa la primací­a de la persona de Cristo, y la total suficiencia de Su obra. La forma y el fondo de la Epí­stola a los Efesios y la de los Colosenses dan evidencia de numerosos puntos en común, aunque sus diferencias sean también notables. La Epí­stola a los Efesios, redactada en la misma época que la de a los Colosenses, presenta con mayor amplitud el mensaje del apóstol. Véase EFESIOS [EPíSTOLA A LOS]. Bibliografí­a: Bruce, F. F.: “Colossian Problems”, esp. “The Colossian Heresy”, Bibliotheca Sacra Jan-March, April-June, July-Sept. 1984, vol. 141, nº 561, 562, 563 (Dallas Theological Seminari); Everett F. Harrison, editor: “El Comentario Bí­blico Moody – Nuevo Testamento”, sección “Colosenses”, por E. E. Ellis (Moody, Chicago, 1971); D. Guthrie y J. A. Motyer: “Nuevo Comentario Bí­blico”, sección “Colosenses”, por D. Guthrie (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1977); Darby, J. N.: “Synopsis of the Books of the Bible” (BTP, Oak Park, Ill. 1970); Kelly, W.: “The Epistles of Paul” (BTP, Oak Park, Ill. 1970).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[017]
Epí­stola de S. Pablo, o atribuida a él, dirigida a los cristianos de Colosas, ciudad de la Frigia, en el interior de Asia, hoy Turquí­a. Sus destinatarios venidos de la gentilidad, fueron convertidos por Epafras. Eso le hace de decir a Pablo que da gracias a Dios. Pero le mueve a enviarles un mensaje de catequesis selecta en tres centros de atención: Cristo reconciliador por su sangre; Cristo resucitado, esperanza de nuestra resurrección; somos ya hombres nuevos en Cristo. Buen esquema para una hermosa catequesis, sobre todo con catequizandos inquietos por la figura de Jesús.

(Ver Biblia. Ver Nuevo Testamento)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Carta del corpus paulino, del grupo de las “cartas de la cautividad” (Flp, Col, Ef Flm), relacionada ciertamente con el cí­rculo de Pablo, pero que muchos autores consideran no auténtica.

Va dirigida a la Iglesia de Colosas (Asia Menor), fundada por Epafras (Col 1, 7).

Tras la dedicatoria (1 -2) viene la acción de gracias (1,3-8); conviene señalar que esta acción de gracias está “referida”, es decir, el autor no se dirige a Dios, sino que escribe que da gracias a Dios. Lo mismo hay que decir de la – los destinatarios oración en favor de (1 ,9- 1 1) , al final de la cual se vuelve al tema de la acción de gracias para introducir un himno cristológico preexistente (1,12-20), de cuvos lí­mites exactos discuten los especlalistas. De la reconciliación en Cristo (1,20) gozan también los destinatarios (1,21-23). El autor se detiene a continuación en su propio servicio de manifestación a los paganos del misterio eterno que es Cristo (1,24-29), incluso en favor de aquellas personas a las que no ha evangelizado personalmente (2,1-5).

La advertencia contra los errores que amenazan a la Iglesia (2,6-23) supone que corren por Colosas ideas que oscurecen la primací­a de Cristo con el culto a las potencias angélicas y – con prácticas ascéticas; no es posible precisar la naturaleza de los errores, a no ser por las noticias que nos ofrece la misma carta y por los conocimientos generales que- tenemos de los ambientes helenista y judí­o.

Después de una exhortación general (3,1-17) a vivir en comunión con Cristo, desvistiéndose del hombre viejo Y revistiéndose del nuevo, se dedican unas lí­neas a las categorí­as de la domus (3,18-4,1): las mujeres y los maridos, los hijos y los padres, los esclavos y los patronos. Siguen otras exhortaciones (4,2-6). Para terminar vienen una serie de noticias y de saludos (4,718).

El mensaje se centra en la incomparable superioridad y riqueza de Cristo y de su misterio respecto a las potencias cósmicas; los creyentes viven de su unión con él y tienen que rechazar toda práctica ascética y ritual que oscurezca su primací­a.
F Manini

Bibl.: J. Blight, Carta a los Colosenses, San Pablo. Madrid 1970; J, M González Ruiz, San Pablo, Cartas de la cautividad, Marova. Roma 1956; E. Schweizer, La carta a los Colosenses, Sí­gueme, Salamanca 1987.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

Introducción

LA IGLESIA DE COLOSAS

Colosas era una ciudad pequeña y de poca importancia en los tiempos romanos (una †œpequeña ciudad†, según un escritor contemporáneo, Strabo), aunque disponí­a de una próspera producción lanera en los siglos V y IV a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo Estaba situada en el valle del rí­o Lico, a unos 160 km.km. Kilómetro(s) al este de Efeso, y junto con Laodicea y Hierápolis pertenecí­an a la provincia romana de Asia.
La comunidad de creyentes allí­ surgió durante un perí­odo de vigoroso evangelismo, ligado al ministerio de Pablo en Efeso (52–55 d. de J.C.d. de J.C. Después de Jesucristo), como se registra en Hech. 19. Pablo plantó un considerable número de iglesias (con la ayuda de varios colaboradores) en la provincia de Asia. Entre ellas estaban las congregaciones de Colosas, Laodicea y Hierápolis, las cuales eran fruto del esfuerzo evangelí­stico de Epafras (1:7; 4:12, 13). Epafras, nativo de Colosas (4:12), y que pudo haberse convertido durante una visita a Efeso, fue un †œfiel ministro de Cristo† y, como representante de Pablo (1:7), habí­a enseñado la verdad del evangelio a los colosenses.
A menudo Pablo se refiere al pasado pagano de sus lectores, lo que sugiere que muchos de ellos eran gentiles convertidos. Ellos habí­an estado anteriormente alejados por completo de Dios, atrapados en la idolatrí­a y esclavitud del pecado, siendo hostiles a Dios en su mente y en acciones impí­as (1:21; cf.cf. Confer (lat.), compare vv. 12, 27). Habí­an estado muertos a causa de sus pecados y por †œla incircuncisión de †¦ [su] carne†, una declaración que indica que eran paganos e impí­os (2:13).
Sin embargo, Dios habí­a efectuado un cambio poderoso en sus vidas: los habí­a reconciliado consigo mismo mediante un evento histórico, a saber, la muerte fí­sica de Cristo sobre la cruz (1:22). Dios los habí­a liberado de la tiraní­a de las tinieblas y los transfirió a un reino gobernado por su Hijo amado (1:13). Ahora ellos son posesión redimida y libre de pecados (1:14; 2:13; 3:13).
Los colosenses tení­an una esperanza que les aseguraba un espacio para ellos en el cielo (1:5; cf.cf. Confer (lat.), compare v. 23) donde estaba sentado Cristo. Es allí­ donde tení­an centrados sus pensamientos y esperanzas (3:1–4; cf.cf. Confer (lat.), compare 1:27). Habí­an estado previamente sin Dios y sin esperanza, ahora ellos están unidos a Cristo en su muerte, sepultura y resurrección (2:11, 12, 20; 3:1, 3). Es Cristo mismo el exaltado como Señor de la creación y reconciliación en el magní­fico himno de 1:15–20 y es el ungido de Dios colocado en el centro del misterio (1:27). Como miembros de su cuerpo recibí­an vida y esperaban el dí­a cuando la compartirí­an en la plenitud de su gloria (3:4).
En vista de que la congregación habí­a recibido a Cristo Jesús como Señor (2:6) al haber aceptado el evangelio de manos de Epafras, deberí­an conducir sus vidas como aquellos que se habí­an unido a Cristo en su muerte y resurrección. Al vivir bajo su señorí­o deberí­an estar llenos de agradecimiento a Dios por sus acciones poderosas (2:7; 3:15–17; 4:2; cf.cf. Confer (lat.), compare 1:3, 12).
El cuadro que nos llega es el de una congregación obediente al evangelio apostólico y por quien el Apóstol podí­a agradecer sinceramente a Dios (1:4–6). Pablo sabí­a de su amor en el espí­ritu (1:8), se go zaba de su disponibilidad para aprender acerca de la vida cristiana y se gozaba de su estabilidad en Cristo (2:5).

PATERNIDAD LITERARIA

La carta deja claro que el apóstol Pablo es su autor, no solamente en los saludos de apertura (1:1), sino también en el cuerpo de la misma (1:23) y en su conclusión (4:18). El carácter de Pablo, tal como lo conocemos de sus otras cartas, resplandece en ésta. No hubo disputas acerca de la autenticidad de Col. en el perí­odo primitivo. La carta está incluida en las más tempranas listas de canonicidad de los li bros del NTNT Nuevo Testamento (siglo II d. de J.C.d. de J.C. Después de Jesucristo) compilados por Marción, así­ como en el Canon Muratori (fin de siglo II o principios del III). Sin embargo, la autorí­a paulina ha sido cuestionada en una serie de ocasiones en los últimos 150 años. Los argumentos atañen al lenguaje y estilo de la carta, y a las supuestas diferencias entre Col. y la teologí­a de las principales cartas paulinas.
Como el lenguaje y el estilo, muchas expresiones son propias a Pablo mientras que las diferencias pueden ser explicadas por la situación particular que dio lugar a la carta. Ciertos términos llamativos, p. ej.p. ej. Por ejemplo aparecen como los engaños de la †œfilosofí­a† colosense o como parte de las respuestas del autor a su problema especí­fico.
Las supuestas diferencias teológicas entre Col. y el resto de las cartas paulinas aceptadas tienen que ver con las áreas de cristologí­a (la persona y obra de Cristo), eclesiologí­a (la naturaleza de la iglesia), escatologí­a (enseñanzas sobre las últimas cosas) y tradición. Hay diferencias de énfasis: p. ej.p. ej. Por ejemplo el que está dado en una escatologí­a realizada más que en una escatologí­a futura (las bendiciones ya están siendo experimentadas por medio del Espí­ritu en vez de en el final de los tiempos, aunque éste está presente también, p. ej.p. ej. Por ejemplo 3:4). Estas diferencias son mejor interpretadas si las colocamos en las circunstancias especí­ficas de los colosenses (ver comentarios so bre 2:11, 12; 3:1–3). Los así­ llamados †œdesarrollos teológicos† están en lí­nea con la enseñanza anterior del Apóstol y no constituyen una razón para rechazar la autorí­a paulina de la carta. La estrecha conexión entre Col. y Film., especialmente el número de personas asociadas con Pablo y que se mencionan en ambas cartas (4:7–17; ver Film. 2:23, 24) y la particular mención de Onésimo como †œuno de vosotros† (4:9), sugiere que ambas cartas fue ron escritas al mismo tiempo. No hay razón para dudar que el autor de la carta fuera Pablo.

OCASION
Epafras habí­a hecho una visita a Pablo en Roma (ver abajo) y le informó acerca del estado de las iglesias en el valle de Lico. Mientras gran parte del informe era alentador (1:8; 2:5), un dato inquietante fue una enseñanza atrayente, pero falsa, que se habí­a introducido en la congregación, y que si no lo detení­an podrí­a trastornar el evangelio y llevar a los colosenses al cautiverio espiritual. La carta fue escrita como una respuesta a esta necesidad urgente.

LA AMENAZA A LA FE Y LA †œHEREJIA COLOSENSE†

En ningún lugar de la carta el Apóstol define la †œherejí­a†; sus rasgos principales pueden ser detectados solamente al reunir las piezas dispersas e in terpretar sus argumentos en contra. Recientemente varios eruditos han cuestionado si de veras estos argumentos en contra señalan la existencia de una †œherejí­a colosense†. Prefieren hablar en términos de †œtendencias† en vez de un sistema aislado con definiciones propias, y sugieren que los recién convertidos estaban bajo presión externa a conformarse a las creencias y prácticas de sus vecinos judí­os y paganos. Pero a la luz de 2:8–23, con sus referencias a la †œplenitud†, las instrucciones especí­ficas acerca de la autodisciplina (†œÂ¡No toques!†, etc. v. 21), las reglas sobre los alimentos y dí­as sagrados, frases no comunes que parecen ser palabras clave de los oponentes de Pablo, y el fuerte énfasis sobre lo que Cristo ya habí­a logrado a través de su muerte y resurrección, parece apropiado hablar de una †œherejí­a† que recién comenzaba a penetrar en la congregación.
La enseñanza fue establecida como †œfilosofí­a† (2:8), basada sobre la †œtradición† (una expresión que denota su antigüedad, dignidad y carácter revelado) que pretendí­a impartir conocimiento verdadero (2:18, 23). Pablo parece estar citando los dichos de sus oponentes en su ataque contra sus enseñanzas: 2:9, †œtoda la plenitud†; 2:18, complaciéndose en fingir †œhumildad y culto a los ángeles†; 2:21, †œno toques†; y 2:23, reputación de †œser sabias en una cierta religiosidad, humildad y duro tratamiento del cuerpo†. Además, la observación de estos tabúes en esa †œfilosofí­a† se relacionaba con la obediente sumisión a †œlos principios elementales del mundo† (2:20). ¿Cómo pueden ser comprendidas estas caracterí­sticas no comunes?
Los eruditos no coinciden completamente acerca de la naturaleza de la enseñanza. Básicamente la herejí­a tiene un tinte judí­o, ya que incluye reglas alimenticias, el guardar el sábado y otras reglas del ca lendario judí­o. La circuncisión se menciona (2:11), pero no aparece como un requerimiento legal. Entonces, ¿qué clase de judaí­smo es este? Parece que no fuera la clase de judaí­smo estricto y duro contra el cual las iglesias de Galacia fueron advertidas, sino un tipo en que figuraban el misticismo y autodisciplina y en que los ángeles, principados y potestades jugaban un papel prominente en la creación y en la entrega de la ley. Se los consideraba reguladores de las lí­neas de comunicación entre Dios y la humanidad, y, por lo tanto, debí­an ser aplacados por guardar ciertas observancias legales estrictas.
Se han hecho un número importante de sugerencias respecto a la naturaleza de la †œfilosofí­a† colosense. Algunas incluyen la de una secta de misterio pagana (M. Dibelius), una combinación de elementos paganos y una forma gnóstica del judaí­smo, eso es la que se basa en algún †œconocimiento interior† especial (G. Bornkamm). (El culto a los ángeles [2:18] ha sido considerado como un elemento pagano en la falsa enseñanza, aunque deberí­a ser comprendido como †œel culto de los ángeles [a Dios]†; ver el comentario.) Otras teorí­as incluyen un judaí­smo sectario de una clase gnóstica (Lightfoot), y un conjunto de creencias que combina otras tantas caracterí­sticas judí­as (S. Lyonnet). Estudiosos recientes, sin embargo, consideran que la falsa enseñanza que sobrepasaba el evangelio elemental de Epafras, estaba conectada con formas ascéticas y mí­sticas de la piedad ju daica (como se encuentra, p. ej.p. ej. Por ejemplo en Qumrán). Esta piedad era para una elite espiritual instada a progresar en la sabidurí­a y el conocimiento y así­ alcanzar la verdadera †œplenitud†. †œHumildad† (2:18, 23) fue un término usado por los oponentes para denotar prácticas de autonegación que abrí­an al creyente a visiones de los misterios celestiales y a experiencias mí­sticas. Así­, los †œmaduros† podí­an lo grar entrar a los cielos y unirse a †œla adoración angélica de Dios† como parte de una experiencia presente (2:18).
De una forma similar hoy en dí­a los hombres y mujeres a veces creen que si ordenan sus vidas por una serie de reglas y normas entonces Dios estará complacido con el servicio que ellos brindan y sus propios reclamos podrí­an ser presentados a él. Estas reglas y ordenanzas pueden aparecer en diferentes áreas de la vida: las esferas morales, sociales, polí­ticas y religiosas. Una sensación de logro o aun de gozo se siente cuando las reglas se guar dan, mientras que se siente vergüenza y fracaso si no se alcanzan las normas requeridas. Pero todo el esfuerzo es egocéntrico, enfocado sobre el mérito humano. Aun los creyentes pueden caer en un legalismo, pensando que serí­a correcto †œpagar† a Dios, aunque sea de una manera limitada, por el regalo de la salvación que ha provisto en su Hijo. Por otro lado, algunos pueden pensar que es necesario seguir las reglas de í­ndole religiosa, con el fin de crecer como cristianos y convertirse en santos. Pero todo ese esfuerzo resta valor a la obra salvadora de Cristo, especialmente su muerte sobre la cruz. El error es similar al de aquellos falsos maes tros de Colosas.

Ubicación de Colosas en el valle del Lico

EL TRATAMIENTO QUE DIO PABLO A LA FILOSOFIA COLOSENSE

Pablo pronuncia una fuerte amonestación a los colosenses para que se guarden de los falsos maestros a fin de evitar que éstos los lleven como cautivos (lit.lit. Literalmente †œsecuestrar†) de la verdad a la esclavitud del error mediante su †œfilosofí­a y vanas sutilezas† (2:8). Aunque ellos habí­an presentado su enseñanza como †œtradición†, Pablo rechaza toda pretensión de origen divino. Era un invento humano (†œla tradición de los hombres†) y en respuesta a ello lo ubica en contra de la tradición de Cristo, no meramente la que surge de la enseñanza de Cristo, sino la que encuentra su encarnación en él (2:6). Jesucristo es la †œimagen del Dios invisible† (1:15), en quien habita la †œplenitud de la Deidad† (2:9). En un magní­fico pasaje en alabanza a Cristo como el Señor en creación y reconciliación (1:15–20), Pablo procla ma que mediante Cristo fueron creadas todas las cosas, incluyendo los principados y potestades que tan prominentemente figuran en la herejí­a colosense. Todas las cosas han sido hechas en él. El es el agente de toda creación y su meta final (16).
Aquellos que han sido incorporados a Cristo han alcanzado plenitud de vida en el único que es Señor sobre todo principado y potestad (2:10). Cristo Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres. Serí­a una tonterí­a para los colosenses ser seducidos por los falsos maestros a pensar que era necesario obedecer a los poderes angélicos que controlaban las lí­neas de comunicación entre Dios y el hombre. Esta ví­a estaba controlada ahora por Cristo, quien por su muerte se revela como conquistador de dichos principados y potestades (2:13–15).
En su respuesta a la falsa enseñanza, Pablo expone la doctrina del Cristo cósmico más plenamente que en sus primeras cartas. Dicha enseñanza se insinúa previamente en Rom. (8:19–22) y 1 Cor. (1:24; 2:6–10; 8:6), pero una exposición más detallada aparece en Col. 1:15–20 y 2:13–15. Las crí­ticas del Apóstol a los que defendí­an la filosofí­a, con sus nociones incorrectas y extrañas conductas, son penetrantes, aun destructivas (ver comentario sobre 2:16–23).

LUGAR Y FECHA DE ORIGEN

El punto de vista tradicional de que Pablo escribió a los Col. durante su prisión en Roma es más probable que la opinión de que él lo haya hecho en Efeso o Cesarea. Ningún otro encarcelamiento en Hech. parece ser una alternativa aceptable (hay dificultades en suponer que fue durante su prisión en Cesarea, Hech. 24:27). Los saludos de los colegas en el cap. 4 sugieren que los mismos tení­an di recto acceso a Pablo, y esto está de acuerdo con la prisión en Roma de Hech. 28:30. También la referencia a Onésimo (lo cual trae a cuenta la carta a Film.) se comprende mejor en el contexto de la ca pital imperial, aunque algunos argumentan que la distancia entre Colosas y Roma hace que un origen romano de la carta sea improbable. Cualquier supuesto progreso en el pensamiento de Pablo no ayuda en fechar Col.
Si se acepta la sugerencia de Roma, entonces la fecha más probable es el primer encarcelamiento romano de Pablo, p. ej.p. ej. Por ejemplo c. 60, 61 d. de J.C.d. de J.C. Después de Jesucristo Aque llos que suponen una alternativa en Efeso, la ubican alrededor del 54–57 o aun más temprano, 52–55 d. de J.C.d. de J.C. Después de Jesucristo

BOSQUEJO DEL CONTENIDO

1:1, 2 Saludos de Pablo

1:3-8 La gratitud por la fe, el amor, la esperanza y el evangelio

1:9-14 La oración pidiendo conocimiento y conducta piadosa

1:15-20 Jesucristo, el Señor de la creación y la reconciliación

1:21-23 La reconciliación efectuada y su aplicación

1:24—2:5 La misión de Pablo y su interés pastoral

2:6-15 El remedio para el error: Cristo en toda su plenitud

2:16-23 La libertad del legalismo

3:1-4 Buscad las cosas de arriba

3:5-11 Despojaos de los pecados del pasado

3:12-17 Vestí­os de la gracia de Cristo

3:18—4:1 La conducta en cuestiones domésticas

4:2-6 Palabras finales de aliento

4:7-18 Saludos personales e instrucciones
Comentario

1:1, 2 SALUDOS DE PABLO

Pablo comienza su carta a los Col. como muchos antiguos escritores lo hicieron, con tres detalles: El nombre del que enví­a, el de los lectores y un saludo (ver el artí­culo †œLeyendo las epí­stolas†). Hay, sin embargo, importantes diferencias entre las cartas de Pablo y otras en el mundo antiguo (ver el artí­culo †œLeyendo las epí­stolas†). Primero, el Apóstol menciona su propio nombre y sus credenciales en relación con las circunstancias de cada carta; segundo, se dirige a los lectores en términos cristianos; y tercero, los saludos iniciales no son un deseo piadoso sino una expresión de su profunda preocupación por ellos en relación con la gracia y la paz de Dios.
Como un apóstol de Cristo Jesús, Pablo ha sido llamado directamente y enviado por el Cristo resucitado para ser su agente autorizado para proclamar el evangelio y establecer iglesias. El pertenece a Cristo Jesús, y aquí­ menciona su apostolado, no porque fuera atacado en Colosas (como habí­a sido en Galacia y Corinto; Gál. 1:1, 10–12; 1 Cor. 9:1–3; 2 Cor. 11:10–13), sino con el fin de explicar su llamado y ministerio al comienzo y así­ llamar la atención sobre el carácter oficial de su carta a la comunidad. Un apóstol tiene la autoridad de enseñar (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Tim. 2:7) y tratar pastoralmente con la congregación bajo su cuidado (2 Cor. 13:10). Ambos, el llamamiento y ministerio de Pablo eran por la voluntad de Dios, una expresión que subraya que ello era debido solamente a la gracia de Dios, y que Pablo tení­a una responsabilidad especial en el propósito divino para las congregaciones gentiles (cf.cf. Confer (lat.), compare Ef. 3:1–13). Timoteo se menciona (cf.cf. Confer (lat.), compare 2 Cor. 1:1; Fil. 1:1), no como coautor de la carta, sino porque habí­a sido el compañero de Pablo por mucho tiempo en su ministerio en Efeso y se encontraba con él cuando escribí­a la carta. Los colosenses se describen en un lenguaje magní­fico: A los hermanos santos y fieles en Cristo que están en Colosas. Igual que Israel, el pueblo de Dios que habí­a sido escogido por él y ungido para su servicio (Exo. 19:6), los colosenses eran también †œsantos† ya que habí­an sido apartados por Dios para su servicio. Como resultado, sus vidas (y las nuestras) deberí­an caracterizarse por una conducta piadosa. Ellos son hermanos santos y fieles, y hermanas, porque como creyentes estaban convocados para vivir una vida de compañerismo en Cristo (sobre el tema de †œestar en Cristo† ver 2:6–15). Hermanos (lo cual significa hermanos y hermanas) habla de una cercana relación entre los miembros de la familia de Dios. Los colosenses deben demostrar hermandad y amor unos por los otros como quienes han sido adoptados y son fruto de la obra del amor de Cristo. El saludo gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre indica el sincero interés de Pablo de que los colosenses pudieran comprender y apreciar más plenamente la gracia de Dios en la cual ya están, y la relación de paz que Dios ha establecido con ellos (ver Rom. 5:1, 2).

1:3-8 LA GRATITUD POR LA FE, EL AMOR, LA ESPERANZA Y EL EVANGELIO

El Apóstol continúa en su habitual costumbre de expresar su gratitud a Dios por los lectores de sus cartas. En este párrafo de gratitud utiliza una variación de una caracterí­stica del estilo gr. más personal en que se redactaban las cartas en aquella época. Este pasaje establece el tono de su carta e introduce algunos de los temas principales, mostrando Pablo su preocupación pastoral y apostólica a favor de estos cristianos. No como muchas expresiones de gratitud por los beneficios personales recibidos y que podrí­an ser egocéntricas, las gracias son a Dios por lo que ha hecho en la vida de otros. Expresa su agradecimiento a Dios por el crecimiento de los creyentes colosenses y continúa con una oración intercesora por su desarrollo en el co nocimiento y en la conducta piadosa (1:9–14). La mención de su oración por ellos sin duda habrí­a ayudado a reforzar los lazos de compañerismo entre él y aquellos cristianos del valle de Lico a quienes no habí­a visto personalmente (2:1).
3 Damos gracias a Dios †¦ orando siempre por vosotros. [Nosotros] damos no es una expresión formal que se refiere sólo a Pablo o quizá sugiriendo que él estuviera a una distancia de los colosenses, más bien esto incluye a Timoteo y quizá a otros (ver 1:23b) cuando en el propio ministerio de Pablo se enfatiza el singular †œyo†. Podrí­a también indicar una reunión regular entre el Apóstol y sus colegas para orar por estos cristianos. Siempre indica cuan a menudo dan gracias. No significa en todo momento del dí­a, pero se explica por orando siempre por vosotros, eso es, †œregularmente†, quizás por la mañana, por la tarde o la noche (las tres oraciones acostumbradas) y en toda ocasión que ellos orasen (expresiones similares tales como †œcontinuamente†, o †œen todo tiempo† y †œdí­a y no che† significan lo mismo). 4 La gratitud de Pablo estaba fundada en la fe †¦ y †¦ amor de los lectores, ambas cosas él las habí­a oí­do de Epafras (8). La fe se menciona primero, porque sin ella no habrí­a vi da cristiana (cf.cf. Confer (lat.), compare Rom. 10:9). La fe vive y actúa en Cristo Jesús, ya que los cristianos están en unión con él, y comprueba que es genuina por †œla fe que actúa por medio del amor† (Gál. 5:6). Este amor está siendo expresado por los lectores para con todos los cristianos en general, pero en especial a los que estaban en Colosas y en otras iglesias del valle de Lico. Es a través de este amor que los cristianos se sirven unos a otros, y aquellos creyentes conocí­an algo de este servicio.
5 Tanto la fe como el amor están basados en la esperanza (estas tres gracias están vinculadas en Rom. 5:1–5; 1 Cor. 13:13; Gál. 5:5, 6; 1 Tes. 1:3; 5:8) que aquí­ se entiende como †œel contenido de la es peranza†, †œaquello que uno espera†. Esta esperanza es completamente segura, reservada †¦ en los cielos en donde ningún poder humano o de otro tipo pueda tocarla. Aunque escondida de su vista, esta esperanza está centrada en Cristo (1:27) y será revelada cuando él regrese (3:4). Esta es la razón por la que los creyentes deben dirigir sus mentes hacia los cielos y permitir que sus pensamientos acerca de Cristo gobiernen sus vidas (3:1–4). Pablo no estaba diciendo nada nuevo a los colosenses porque ellos ya habí­an oí­do de esta esperanza en el evangelio cuando se convirtieron. Esta palabra de verdad del evangelio es totalmente confiable. Es la palabra de Dios y es semejante a su carácter: también se opone al †œevangelio† de los falsos maestros.
6 Pablo desví­a su atención a subrayar el carácter poderoso y casi personal del evangelio: Este ha hecho un avance triunfal llegando a los colosenses y ubicándose firmemente en sus vidas. En todo el mundo (que no significa en todas partes o a cada persona bajo el cielo, sino a las grandes ciudades y pueblos, p. ej.p. ej. Por ejemplo Damasco, Tarso, Antioquí­a, Corinto y Efeso, que sirvieron como centro de difusión) el evangelio habí­a estado llevando fruto y creciendo. Esta frase se usa en el ATAT Antiguo Testamento para referirse al crecimiento humano (Gén. 1:22, 28; 8:17; 9:1, 7) y al incremento demográfico de Israel (Jer. 3:16; 23:3); en el NTNT Nuevo Testamento se usa para describir la semilla (eso es la palabra) en la parábola del sembrador (Mar. 4). Como esa semilla, el evangelio †œlleva fruto†, produciendo una cosecha de buenos frutos (eso es, acciones piadosas) en las vidas de los creyentes (cf.cf. Confer (lat.), compare Fil. 1:1), y ésta crece a medida que el número de cristianos aumenta. Los colosenses oyeron este mensaje de la gracia de Dios en Cristo y llegaron a apreciar su realidad cuando se convirtieron.
7, 8 Epafras fue el evangelista que habí­a llevado el mensaje a los colosenses. Los habí­a instruido con cuidado en el evangelio y ellos se habí­an comprometido como discí­pulos para con su enseñanza (2:6, 7). Pablo escribe con calidez acerca de Epafras como uno elegido de Dios y separado para su servicio. Como consiervo amado de Pablo, era su asociado de confianza que garantizaba a la iglesia en Colosas que ellos habí­an recibido el verdadero evangelio apostólico. Epafras habí­a actuado como representante de Pablo cuando predicó en Colosas (nos ha informado †¦ , v. 8). Ministro (†œsiervo†), un término favorito de Pablo, que originalmente se referí­a a alguien que brindaba un servicio humilde. Es un término que se usa refiriéndose a Cristo mismo (Rom. 15:8), a Pablo (2 Cor. 11:23; Ef. 3:7) y a los asociados al Apóstol en su actividad misionera (1 Cor. 3:5; 1 Tim. 4:6), incluyendo a Epafras que es un fiel ministro de Cristo. El habí­a visitado recientemente a Pablo en Roma y le informó cómo se encontraban las iglesias del valle del Lico. La vida de la comunidad estaba llena del amor en el Espí­ritu, capacitándolos para ayudar a todos los santos (creyentes).

1:9-14 LA ORACION PIDIENDO CONOCIMIENTO Y CONDUCTA PIADOSA

A medida que Pablo despliega el contenido de su oración a favor de los colosenses, introduce muchos de los temas más importantes de la carta. Estos versí­culos anuncian a los lectores lo que él piensa que es lo importante y, por implicación, instan a los colosenses a responder en una forma positiva. En otras palabras, la oración de Pablo es que ellos puedan conocer la voluntad de Dios y tener el poder para cumplirla. El ví­nculo estrecho entre el agradecimiento de los vv. 3–8 y el párrafo de intercesión de los vv. 9–14 muestra que Pablo era un verdadero pastor: Estaba agradecido a Dios por el progreso de los colosenses, pero deseaba también que crecieran en su comprensión y conducta piadosa, y trataran con la falsa enseñanza que estaba haciendo incursión en la iglesia. Pudo haber querido también que sus lectores usaran esta oración como un modelo en su propia oración a Dios. Seguramente es una de las más bellas en sus cartas (cf.cf. Confer (lat.), compare Ef. 1:17–19; 3:14–19) y ha servido de ejemplo para las generaciones posteriores de cristianos.
9 Desde el dí­a en que se enteró de su progreso como cristianos, el Apóstol no sólo ofreció un constante agradecimiento a Dios el Padre; también oraba por ellos. Sabiendo que a quien él habí­a rogado le darí­a rica y abundantemente (Fil. 4:19; cf.cf. Confer (lat.), compare Rom. 15:13; Stg. 1:5), Pablo y sus colegas oraron constantemente para que sus oyentes recibieran †œplenitud† (un término aparentemente usado por los falsos maestros) de bendiciones de la mano amorosa de Dios: rogando que seáis llenos del conocimiento de su voluntad. El Apóstol quedarí­a satisfecho con nada menos que su completa madurez cristiana. El conocimiento por el cual él rogaba se distingue de otro conocimiento porque consiste de sabidurí­a y plena comprensión de toda clase en el nivel espiritual. La voluntad de Dios, que usualmente es más amplia que su voluntad personal para la vida cristiana individual, a veces describe su plan de elección y de salvación (Ef. 1:5, 9). Aquí­ esto tiene que ver con la completa obediencia de los lectores, la cual será visible en sus acciones (cf.cf. Confer (lat.), compare Rom. 12:1, 2).
10 Aunque hay un fuerte énfasis sobre el conocimiento y sabidurí­a (lo cual incluye un elemento intelectual que permite a los colosenses oponerse al error), este conocimiento por el que Pablo oraba tení­a que ver con la conducta correcta: para que andéis como es digno del Señor. Pablo usa a menudo el término †œandar† para describir la vida cristiana (Rom. 6:4; 8:4; Gál. 5:16; Ef. 4:1; Fil. 3:17). Los colosenses deberí­an vivir de una manera que fuera digna de aquel a quien confesaban como Señor. Agregando más, el Apóstol ora por ellos a fin de agradarle en todo, una expresión que describe no una actitud amedrentada en la presencia de un su perior, sino una conducta que honre al Señor porque surge de una gozosa obediencia a él. En otro lugar Pablo menciona la necesidad de que los cristianos agraden a Dios (o a otros, como resultado de su obediencia a él) antes de agradarse a sí­ mismos (Rom. 8:8; 15:1–3; 1 Cor. 7:32). Esto debe darse en todas las esferas, en todo. Pablo entonces detalla aun más lo que involucra un andar digno del Señor (lit.lit. Literalmente †œcami nando dignamente en el Señor†). Los creyentes han de llevar fruto en toda buena obra. El evangelio ha llevado fruto al producir acciones piadosas en los colosenses (6), y Pablo ahora ruega para que ellos puedan ser fructí­feros en todas las cosas que hacen. Los creyentes han de crecer en el conocimiento de Dios. A medida que responden a esa relación personal que ya tienen con Dios, la relación crecerá y su comprensión de él se profundizará. 11 Y que seáis fortalecidos con todo poder indica cómo han de vivir en una forma digna del Señor. Las normas puestas delante de los colosenses eran altas, más altas que las de los falsos maes tros, y podrí­an parecer imposibles de alcanzar. Pero esto no es el caso. Pablo amontona términos de poder y fuerza para subrayar que nada menos que el poder del Dios Todopoderoso obrando dentro de ellos los capacitará para vivir en una forma que es agradable a él; conforme a su gloriosa potencia. Es más que suficiente para las necesidades de los colosenses; y esta fuerza será dada a ellos dí­a tras dí­a a medida que confronten las más diversas situaciones (el tiempo presente del verbo seáis fortalecidos indica la continua fortaleza de Dios). La manifestación de su divino poder no se da en milagros espectaculares, sino en toda perseverancia y paciencia, particularmente frente a la oposición. Al soportar pacientemente los sufrimientos, los cristianos muestran que tienen puestas sus esperanzas en Dios.
12–14 Finalmente, Pablo da gracias al Padre †¦ con gozo porque esto también le agrada a él. †œAcción de gracias† en las cartas de Pablo se refiere a una actitud mental que se expresa exteriormente y a menudo públicamente. Al mencionar nosotros lo que Dios ha hecho de pura gracia en su Hijo, otros cristianos serán animados a alabarle también, y en la medida en que la acción de gracias se incremente, Dios es glorificado (2 Cor. 1:11; 4:15). La acción de gracias gozosa es una actividad en la que los cristianos deberí­an participar más regularmente. Hay buenas razones para ello. De hecho, la acción de gracias al Padre en forma regular es una marca distintiva de un verdadero cristiano.
12 El Todopoderoso ha obrado a favor de ellos y ya les ha preparado una herencia eterna. Este lenguaje está lleno de ecos del ATAT Antiguo Testamento y recuerda la primera promesa dada a Abram (Gén. 13:14–17) que fue renovada más tarde a Israel (Núm. 26:52–56). La herencia a la que Pablo se refiere pertenece al más alto nivel y a un orden más perdurable que el de la tierra de Canaán, ya que está con los santos en luz, es decir, en el reino de la luz de la era por venir, en los cielos mismos. Pertenece a una dimensión espiritual, imposible de ser saqueada por la guerra, hambre o cosa semejante. Esta herencia es la †œesperanza reservada para vosotros en los cielos† (1:5; cf.cf. Confer (lat.), compare 3:1–4) y no es ningún otro que el Señor Jesús mismo. 13, 14 Explican el significado del v. 12, enfatizando el cambio notable que Dios trajo en el dí­a de la conversión de los colosenses. Como otros, ellos habí­an estado bajo el control del malo y pertenecí­an a su terrible dominio: la autoridad de las tinieblas. Las circunstancias de ellos se describen en 1:21: estaban separados de Dios, hostiles a él y eran hacedores de maldad. Pero él nos ha librado (nos incluye a Pablo y a otros creyentes también) de esa tiraní­a de las tinieblas. El los ha librado de la esclavitud (como en el éxodo) y los transfirió a su reino donde reina su Hijo amado. Este cambio de dominio se describe ví­vidamente en términos de †œluz† y †œtinieblas†; ahora los colosenses eran †œhijos de luz† (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Tes. 5:5) y han de vivir acordes con ello. El reino de su Hijo amado es una referencia al reino de Dios o al reinado de él en el tiempo presente antes de la segunda venida del Señor Jesús. 14 En este reino donde Jesucristo es el Señor hay redención, es decir, libertad para los que estaban en cautiverio espiritual (el precio pagado es la muerte de Jesús; Ef. 1:7; 1 Ped. 1:18). Esta redención que es una posesión actual de los colosenses, está estrechamente ligada con el perdón de los pecados. †œLa redención libera del poder del pecado y ofrece perdón de su culpa† (D. Guthrie).

1:15-20 JESUCRISTO, EL SEí‘OR DE LA CREACION Y LA RECONCILIACION

Hacia el final del v. 14, con su referencia al perdón de pecados, el lenguaje cambia del de una oración y acción de gracias a un magní­fico pasaje (a veces llamado un †œhimno†) de adoración a Cristo como el Señor de la creación y reconciliación. Este párrafo es central: los temas del mismo se toman y se aplican en el resto de la carta (cf.cf. Confer (lat.), compare 1:19 con 2:9, y 1:20 con 2:15). Aunque el pasaje adora a Cristo, curiosa mente los nombres †œJesús†, †œCristo† y †œSeñor† no aparecen en él, simplemente comienza diciendo: †œEl es †¦ † Sin embargo, es claro que el Señor Jesucristo es a quien estas palabras de alabanza se refieren; no pueden ser aplicadas a ningún otro. Ha habido un considerable debate acerca de si Pablo aquí­ introduce un †œhimno† ya existente dentro de su carta, o no. Es posible, pero si fuera así­, ciertamente ha entrelazado toda su carta alrededor del mismo, y el én fasis en la supremací­a de Cristo tiene el propósito de fortalecer a los lectores y corregir la perspectiva errónea de los falsos maestros. Como fuere, el pasaje encaja perfectamente en el propósito básico que movió a Pablo a dirigir una carta a los colosenses.
1:15–17 Señor en la creación. 15 El es la imagen del Dios invisible indica que la verdadera naturaleza y carácter de Dios han sido perfectamente revelados en Jesucristo; en él, el Dios invisible se hizo visible. Nadie jamás ha visto a Dios, pero el unigénito Hijo de Dios nos lo ha hecho conocer (Juan 1:18). La humanidad como el clí­max de la creación fue hecha a imagen de Dios (Gén. 1:26, 27). Desde la eternidad Jesús en su verdadera naturaleza ha sido la imagen de Dios. La palabra traducida como imagen puede sugerir una copia que es menos que perfecta: pero en el gr. original es un término de revelación y no implica tal cosa. Jesús, que es perfecto como el Padre, nos revela quién es él en toda su bondad (cf.cf. Confer (lat.), compare Prov. 8:22). Si una persona quisiera saber cómo es Dios, entonces deberá volverse a las Escrituras y enterarse de todo acerca de Jesús, porque él nos muestra perfectamente cómo es el Padre.
El primogénito de toda la creación. En el ATAT Antiguo Testamento †œprimogénito† aparece 130 veces para describir a quien es supremo o primero en el tiempo. También se refiere a quien tení­a un especial lugar en el amor del padre. Del mismo modo †œIsrael es mi hijo, mi primogénito† (Exo. 4:22). Aunque †œprimogénito† puede referirse a uno que es primero en una serie (cf.cf. Confer (lat.), compare 18; Rom. 8:29), no es aplicable aquí­. El contexto manifiesta que Jesús no es el primero de todos los seres creados porque (†œya que†) por medio de él toda la creación llegó a su existencia (16). Desafortunadamente la palabra traducida primogénito no presta atención a esta supremací­a o prioridad de rango. Como el primogénito Cristo es único, se distingue de toda la creación (cf.cf. Confer (lat.), compare Heb. 1:6). El es ambas cosas, anterior y supremo sobre toda la creación puesto que él es Señor.
16 La única posición de Cristo sobre su creación se explica a continuación. Porque en él fueron creadas todas las cosas. Claramente, Cristo no puede ser parte de la creación puesto que todas las co sas han sido hechas por él. El pasivo fueron creadas indica que Dios es el Creador, mientras que por él sugiere que Cristo es el instrumento. (Si se lee como †œen él†, él es la esfera en la cual la creación toma lugar y depende totalmente de él.) El lenguaje de Pablo viene de Gén. 1 y de la literatura sapiencial del ATAT Antiguo Testamento donde la †œsabidurí­a† es llamada el †œartí­fice† (Prov. 8:30). Para Pablo ese †œartí­fice† no es una figura del discurso, sino el Cristo celestial y personal que lo encontró en camino a Damasco. Todas las cosas se amplí­a en una oración paralela a cosas que están en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles. Luego, con especial referencia a la falsa enseñanza en Colosas, Pablo enfatiza que aun los poderes espirituales y autoridades, sean buenos o malos, están todos sujetos a Cristo como creador. Son enunciadas cuatro clases: tronos, dominios, principados o autoridades: desde lo más alto hasta lo más bajo, todas fueron creadas por él, a través de él y para él. La enseñanza de que Cristo es la meta final de toda creación (todas las cosas fueron creadas por †¦ él) no tiene paralelo en la literatura de sabidurí­a judí­a o en realidad en ninguna otra fuente judí­a. Y necesita recordarse que el que fue crucificado como un criminal común, esto es Jesucristo, es la misma persona por la cual toda la creación y, por lo tanto, la historia, se mueve.
17 Ya que él antecede todas las cosas, uno no podrí­a decir con verdad, como lo hizo el hereje Arrio del siglo II: †œHubo una vez cuando él no era.† El Jesús preexistente (Juan 8:58) es el Señor del universo. El enfático él corresponde al solemne †œyo† del ATAT Antiguo Testamento que se refiere a Jehovah, el Señor mismo. Y en él todas las cosas subsisten. La totalidad de la creación está establecida permanentemente sólo en él. El sustenta el universo y es el principio unificador de su existencia. Sin su continua actividad sustentadora (indicada por el tiempo del verbo gr.), todas las cosas se desintegrarí­an (ver Heb. 1:2, 3). Aunque podemos encontrar simi litudes lingüí­sticas con el estoicismo aquí­, la declaración de Pablo es diferente al alma abarcadora del mundo de los estoicos. Todos los hombres y mujeres, sea que lo reconozcan o no, están en deuda con el Señor Jesús como Creador y Sustentador; porque no solamente ha creado a todas las personas que entran en el mundo, él sustenta también sus vidas diariamente, dando vida y aliento a cada uno. Aquellos que están †œen Cristo† y, por lo tanto, lo co nocen en forma personal, deberí­an expresar su gratitud a él como Creador y Sustentador viviendo vidas santas. Aquellos que no le han honrado o agradecido (Rom. 1:21) son instados a arrepentirse y volverse a él en fe.
1:18–20 Señor en la reconciliación. La atención ahora salta del ámbito de la creación a la relación de Cristo con la iglesia y su señorí­o en la reconciliación. En otros lugares en su carta Pablo usa el cuadro de la iglesia como un cuerpo para referirse a las relaciones de †œdos ví­as† y los deberes de los miembros de la iglesia (Rom. 12:4, 5; 1 Cor. 12:12–27) donde la †œcabeza† del cuerpo no tiene una men ción especial del honor; se considera como un miembro más (1 Cor. 12:21). En Col. y Ef., sin embargo, se enfatiza la relación que la iglesia, como el cuerpo de Cristo, tiene con él como †œla cabeza† (18). 18 Con la expresión él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia se enfatiza la centralidad de Cristo en relación con su pueblo. Su función como cabeza señala una relación viva y personal con ellos en la cual él reina sobre un pueblo en la forma en que la cabeza de un cuerpo ejerce influencia sobre sus diversas partes. La función de la cabeza también se refiere a una completa dependencia de él para su vida y poder. Iglesia no se refiere a una congregación universal, esparcida por todo el mundo y a la cual todos los creyentes pertenecen, sino a una asamblea celestial reunida alrededor de Cristo. Aun cuando los creyentes estén realizando sus tareas cotidianas, son miembros de esta congregación celestial a causa de su comunión con él. Cristo es el principio en el sentido de que es el primogénito de entre los muertos, es decir, el funda dor de una nueva humanidad. La era de la resurrección ha prorrumpido y como el primero de los que han resucitado de entre los muertos (aquí­ primogénito significa el primero de una serie), él es la †œprimicia†, el que garantiza la futura resurrección de otros (1 Cor. 15:20, 23). El †œhimno† anterior hablaba de la primací­a de Cristo sobre la creación; ahora menciona su primací­a en la resurrección. Tanto en la nueva creación como en la vieja la preeminencia pertenece ahora a él solo.
19 La razón para esta preeminencia se explica: Jesucristo es †œel lugar† en quien Dios en toda su plenitud se agrada en residir. Todas las cualidades y actividades de Dios —su Espí­ritu, palabra sabidurí­a y gloria— se exhiben perfectamente en Cristo. Más aun, este habitar en †œforma corporal† (cf.cf. Confer (lat.), compare 2:9) en Cristo no es temporal sino permanente. Ya que Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres y ha llevado a los colosenses a una relación con el Padre, no deben temer los poderes sobrenaturales bajo cuyo control los seres humanos supuestamente vivirí­an.
20 El clí­max del párrafo surge con referencias a la reconciliación y paz logradas a través de la muerte de Cristo. Las palabras iniciales del párrafo habí­an declarado que todas las cosas habí­an sido creadas en, a través de y para Cristo. El es el Señor en la creación. Lo que no está detallado, sin embargo, es qué ha sucedido a todas las cosas a partir de la creación: la unidad y armoní­a del cosmos han sufrido una seria brecha que necesita reconciliación (cf.cf. Confer (lat.), compare Gén. 3). Le ha placido a Dios reconciliar †¦ todas las cosas por medio de Cristo (2 Cor. 5:19). Los cielos y la tierra han sido devueltos al orden para el cual Dios los creó. El universo todo está bajo su Señor y la paz cósmica ha sido restaurada. La reconciliación y el hacer la paz (que incluye la idea de pacificación, eso es, superando el mal) se usan como sinónimos para describir la obra poderosa que Cristo logró en la historia por su muerte en la cruz (Rom. 3:25; 1 Cor. 11:25; Ef. 1:7). La paz que Cristo ha logrado puede ser †œlibremente aceptada †¦ o impuesta compulsivamente† (F. F. Bruce). Los principados y potestades sobre los cuales ha triunfado (2:15) no se rindieron de buena gana a la gracia de Dios. Ellos fueron †œpacificados†; pero continúan existiendo, oponiéndose a los hombres y mujeres (cf.cf. Confer (lat.), compare Rom. 8:38, 39), aunque no podrán afectar a la persona que está en Cristo, y su derrocamiento en el futuro está asegurado (1 Cor. 15:24–28; ver sobre 2:15). De esto no se puede asumir que todos los pecadores han aceptado libremente la paz alcanzada por medio de la muerte de Cristo. Aunque todas las cosas finalmente se unirán para postrarse en el nombre de Jesús y reconocerlo como Señor (Fil. 2:10, 11), no debe suponerse que esto será hecho por todos de buena gana; y el sugerir que el v. 20 señala reconciliación universal en la que toda persona gozará finalmente la salvación no tiene base en absoluto.

1:21-23 LA RECONCILIACION EFECTUADA Y SU APLICACION

Hablando directamente a los lectores (a vosotros), Pablo señala que la obra pacificadora de Cristo, que implica una reconciliación cósmica, tiene una referencia particular a ellos. 21 En otro tiempo †¦ ahora. Se traza aquí­ un claro contraste entre su pasado precristiano y su presente posición en Cristo. La naturaleza seria de su situación previa sólo sirve para enfatizar la maravillosa e inmerecida obra de Dios de reconciliarlos, haciendo de ellos sus amigos. Previo a su conversión estaban apartados, sin armoní­a con Dios, atrapados en la idolatrí­a y esclavitud del pecado. Habí­an estado opuestos a Dios en sus pensamientos, y esto encontró expresión visible en sus malas obras (lit.lit. Literalmente †œhaciendo cosas malas†). Ahora suena como una trompeta. Dios ha obrado poderosamente entre ellos: los ha traí­do a una nueva relación consigo mismo y ha cambiado sus actitudes.
22 Todo esto fue logrado en su cuerpo fí­sico, por medio de la muerte, una expresión deliberada que señala claramente que Jesús se hizo hombre (contra una enseñanza falsa en boga que indicaba que era una mera apariencia) y que realmente murió. Fue un costo altí­simo el pagado sobre la cruz por el Hijo de Dios. La reconciliación de los colosenses por Dios tuvo por fin su preparación para el dí­a final cuando ellos se presentarí­an delante de él: Para presentaros santos, sin mancha e irreprensibles delante de él. Como hombres y mujeres perdonados y reconciliados, son declarados sin culpa (cf.cf. Confer (lat.), compare Rom. 8:33, 34), sin faltas ni manchas (cf.cf. Confer (lat.), compare Ef. 1:4; 5:27; Fil. 2:15) en aquel dí­a.
23 La perseverancia en la fe demuestra cuán real es la fe; así­ el pasaje cierra con una condición. Si es verdad que los santos permanecerán hasta el fin, entonces es igualmente cierto que los santos deben perseverar hasta el fin. Como un edificio construido sobre un fundamento seguro y erigido con fuer tes soportes, los lectores deben permanecer fieles al evangelio, y no cambiarse de la base fija de su esperanza cristiana. El reclamo del evangelio paulino (que se centraba en esta esperanza) de ser el mensaje verdadero de Dios se muestra por sus apelativos universales. Dicho evangelio ha sido predicado en los pueblos y ciudades más representativos del Imperio, con lo que Pablo quiere decir que no es un mensaje para un solo individuo.

1:24-2:5 LA MISION DE PABLO Y SU INTERES PASTORAL

Habiendo mencionado que se considera ministro del evangelio (23), Pablo describe su ministerio (dado por Dios) a los gentiles, que incluye a los colosenses, por medio de diversas figuras (24–29). Aunque Pablo nunca se habí­a encontrado con la mayorí­a de sus lectores (2:1), él se identifica con ellos por compartir los sufrimientos de Cristo por toda la iglesia (24), y así­ puede escribirles en la forma que lo hace.
24 Como un apóstol, Pablo se regocija de sus sufrimientos por los colosenses, a favor del cuerpo de Cristo, la iglesia como un todo. Estas tribulaciones son parte de las tribulaciones de Cristo —no su muerte en la cruz relacionada con sufrimientos redentores que ya han sido completados—, es decir, las tribulaciones de su pueblo que él soporta. La expresión tribulaciones de Cristo debe comprenderse contra del trasfondo judí­o del ATAT Antiguo Testamento con sus nociones de aflicciones al final de los tiempos. Estas aflicciones eran llamadas †œdolores de parto del Mesí­as†, aquellas penas y ayes que vendrí­an antes del arribo del rey ungido de Dios, el Mesí­as. En el NTNT Nuevo Testamento estos dolores ocurren entre la primera y la segunda venidas de Cristo. El Cristo exaltado está en los cielos, y antes de su regreso él sufre en sus miembros, y no menos en la vida de Pablo mismo (Hech. 9:4). Estas tribulaciones han sido limitadas por Dios, y la cuota estará completa cuando llegue el fin. Todos los cristianos toman parte de estos sufrimientos; es a través de ellos que entramos al rei no de Dios (Hech. 14:22; 1 Tes. 3:3, 7). El sufrir con Cristo es esencial si hemos de ser glorificados con él (Rom. 8:17). A través de los sufrimientos infligidos a su propia carne, Pablo contribuye a la suma total, hasta completar lo que falta. Cuanto más sufra él, menos tendrán que sufrir los colosenses.
25–27 El ministerio de Pablo es una comisión (oficio) dada por Dios según su plan evangélico. El es un mayordomo (1 Cor. 4:1) al que le ha sido confiada esta misión (1 Cor. 9:17). No le es posible renunciar a esta responsabilidad, sino que debe cumplirla obedientemente. Como un administrador de los misterios de Dios espera ser hallado digno de confianza (1 Cor. 4:2). Su tarea especial era que la palabra de Dios fuera conocida. La expresión para dar pleno cumplimiento sugiere †œllevarlo a su completamiento† en la predicación de Pablo, particularmente la dirigida a los gentiles, lo cual contribuí­a al cumplimiento último de los propósitos salví­ficos de Dios revelados en su Palabra (ver Isa. 55:11). El mensaje mismo no era otro que un misterio de Dios, su †œsecreto revelado†, antes escondido, pero que ahora a la luz de su decisiva acción en Cristo, ha sido revelado (Rom. 16:25; Ef. 3:3). Las riquezas de la gloria indica la magnificencia del misterio, toma parte de su propio carácter (de allí­ †œgloria†) y en ellas Dios ha dado sus bendiciones para hombres y mujeres, en especial a las naciones (los gentiles). El contenido del misterio es Cristo en vosotros (colosenses). Cristo ha sido predicado por Epafras. Ellos recibieron a Cristo como Señor y ahora él vive en ellos. Como miembros de su cuerpo tienen su vida dentro de ellos y con él la seguridad y esperanza ciertas (3:4).
28 En su predicación misionera Pablo y sus colegas trabajaron enérgicamente para †œanunciar† —una palabra importante tomada del evangelio o de segmentos de él (1 Cor. 9:14; Fil. 1:17, 18)— a Cristo como el Señor. Su misión evangelí­stica no se llevaba a cabo por la proclamación superficial de un mensaje salvador de Cristo al mundo, sino por haber amonestando y enseñando persistentemen te a cada persona (estos verbos juntamente con anunciar están en tiempo presente), los apóstoles se proponí­an hacer discí­pulos de hombres y mujeres, edificándolos en situaciones pastorales. Tres veces Pablo escribe a todo hombre (†œcada uno†), enfatizando que la enseñanza cristiana es para todos los hombres, no para una elite espiritual, y que el trabajo apostólico tení­a que ver con el cuidado individual de las almas (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Tes. 2:11, 12). Sus responsabilidades no terminaban con la conversión de las personas, sino que su objetivo era el presentar a todo hombre perfecto en Cristo Jesús en el dí­a final cuando la calidad de su ministerio serí­a probada. Su interés era el plantar y fundamentar debidamente congregaciones cuyos miembros fueran fuertes en la fe. Los objetivos evangelí­sticos y pastorales de Pablo proveen modelos para aquellos que están abocados a un ministerio verdaderamente apostólico hoy. 29 Por esto mismo Pablo pone todas sus energí­as en su ministerio a favor del evangelio. Trabajo denota un esfuerzo intenso, mientras que esforzadándome es una palabra fuerte usada a veces para luchas o competencias atléticas. Con alegrí­a Pablo reconoce que la fuerza para este esfuerzo proviene de arriba. Mientras que él labora enérgicamente, Dios, que ha mostrado su gran poder al levantar a Cristo de entre los muertos, está obrando poderosamente en él.
2:1 Quiero, pues, que sepáis. Habiendo hablado en términos generales de su servicio apostólico (1:24–29), Pablo ahora se dirige a los colosenses en forma directa. Trata de fortalecer los lazos con ellos y les informa que su conflicto por el evangelio tení­a referencia especial a ellos y a otros cristianos de la zona, aunque no conocí­a personalmente a la mayorí­a de ellos (las iglesias de Colosas, Laodicea y Hierápolis habí­an sido fundadas por su colega Epafras, 1:7, cf.cf. Confer (lat.), compare 4:12).
2, 3 El propósito de su actividad apostólica era que sus vidas pudieran ser fortalecidas. Unidos en amor sugiere que como el amor los une, así­ alcanzarí­an la plena comprensión y conocimiento. Pero el verbo podrí­a significar †œinstruidos† como en la LXXLXX Septuaginta (versión griega del AT). Ya que el contexto enfatiza el conocimiento y la sabidurí­a, y que Pablo estaba menos preocupado por la unidad de los colosenses que por su instrucción en la fe contra los falsos maestros, †œenseñados† o †œinstruidos† es mejor traducción. Amor, en su sentido más extenso, se refiere al fundamento de la vida cristiana. Toda la riqueza de la plena certidumbre de entendimiento: la misma pa labra para †œriquezas† se usa en 1:27 para referirse a la riqueza espiritual, pero aquí­ consiste de una sólida convicción que es el resultado de un discernimiento, eso es, la habilidad de distinguir lo verda dero de lo falso. Así­, ellos llegarán a un conocimiento personal más profundo de Cristo. Probablemente echando un vistazo a las falsas enseñanzas en boga, Pablo anima a los lectores a mirar a Cristo como el único lugar don de están disponibles todos los tesoros de la sabidurí­a. Escondidos no significa †œencubiertos†, sino †œdepositados† o †œalmacenados (ver 1:26). El buscar en otras fuentes el conocimiento aparte de Cristo es inútil.
4 Por primera vez se mencionan expresamente los peligros que encara la iglesia. Nadie se usa generalmente para denotar †œninguno†, en vez de indicar una persona en particular que fuera la fuente de la falsa enseñanza mientras que el peligro podrí­a venir a través de argumentos que pueden parecer verdaderos, pero en realidad son falsos. 5 Pablo está fí­sicamente ausente de la congregación; si estuviera presente tratarí­a este asunto personalmente. Sin embargo, el Espí­ritu de Dios los ha unido tanto a él como a los colosenses a Cristo (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Cor. 5:3–5). En razón de que ambos viven con Cristo, Pablo está en espí­ritu †¦ con ellos. Los anima con las buenas noticias que ha recibido de ellos: la conducta cristiana ordenada que ellos llevan, junto con la firmeza de su fe dinámica dirigida a Cristo solamente, constituí­an la base del gozo del Após tol. Estas palabras de alabanza indican que la congregación era básicamente sana y que la enseñanza falsa no habí­a realizado progresos significativos.

2:6-15 EL REMEDIO PARA EL ERROR: CRISTO EN TODA SU PLENITUD

6, 7 Estos versí­culos ocupan un lugar central en la carta sirviendo como una clase de bisagra. Resu men lo que ya ha sido escrito y proveen la base de ataque contra las falsas doctrinas (8–23). Cristo Jesús, a quien los colosenses habí­an recibido como Señor cuando se convirtieron, es el Señor de la creación y de la redención (1:15–20), y está en el centro del misterio de Dios (1:27). Recibido es un término técnico que significa †œrecibir una tradición† y aquí­ indica que ellos han recibido tanto a la perso na como a la enseñanza autoritativa acerca de ella. La vida cristiana demanda que continúen como han comenzado y así­ los lectores son instados: andad (lit.lit. Literalmente †œcaminad†, cf.cf. Confer (lat.), compare 1:10; Gál. 5:16) en él. Doctrina y conducta, teologí­a y ética, van juntas. 7 Para animarlos en su desarrollo cristiano deben recordar que Dios los ha arraigado firmemente en Cristo, y que continúa edificándolos en él (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Cor. 3:6–11) y fortaleciéndolos por la fe, habiendo sido enseñados (nótense los verbos pasivos). Dios ya está actuando poderosamente y, mientras vivan bajo el señorí­o de Cristo, deben estar abundando en acciones de gracias. Jesucristo es más que suficiente para encarar los peligros de la falsa doctrina. Ellos debí­an asegurarse que su forma de vivir y pensar se conformarí­a continuamente a su enseñanza.
8–15 Pablo anuncia aquí­ la primera de varias advertencias (8), y luego expone una explicación positiva de la obra de Dios en Cristo y de la unión de los colosenses con él en su muerte, sepultura y resurrección (vv. 9–15). 8 Los colosenses deben estar atentos a no ser arrastrados de la verdad a la esclavitud del error. Que nadie os lleve cautivos, que nadie os †œrapte†, y el método que estos falsos maestros usarí­an es su clase de filosofí­a (ver la Introducción) que era seductiva y engañosa. Como tradición tení­a la apariencia de dignidad, autoridad y revelación, pero Pablo rechaza cualquier sugerencia de origen divino: sencillamente es humano. La palabra gr. stoikeia (principios elementales) puede referirse a los †œprincipados y potestades†, esas fuerzas personales y demoní­acas que oprimen a hombres y mujeres. Lo peor de todo es que esta enseñanza se erige en oposición de Cristo. El legalismo de hoy, la justificación por obras o cualquier enseñanza que devalúe la obra salví­fica de Cristo en la cruz, pueden ser usados por los poderes de las tinieblas para retener a hombres y mujeres en la esclavitud espiritual.
9, 10 Hay dos razones por las que esta filosofí­a se opone a Cristo. Primera, en Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y la falsa enseñanza no reconoce esto. El tema de la plenitud fue probablemente la consigna de los falsos maestros para describir al Dios eterno que podrí­a ser alcanzado sólo por mediadores. En el pensamiento gnóstico tardí­o (basado en el †œconocimiento interior†) Cristo se ve como el último de una lí­nea de mediadores. Sin embargo, Pablo declara que toda la plenitud del ser divino o deidad se encarna directamente en Cristo y que esta encarnación es permanente. La expresión habita corporalmente (lo cual podrí­a significar †œactualmente† o †œen realidad concreta†, como opuesto a una mera apariencia) puede entenderse mejor como †œtomando forma corporal† y refiriéndose a la encarnación. La plenitud sólo puede encontrarse en Cristo, no en temblar ante †œelementos del universo† o en practicar sus reglas. 10 Segunda, esta falsa enseñanza se opone a Cristo porque los lectores ya están completos en él, es decir, en su unión con Cristo ellos han recibido la plenitud de la salvación. Por lo tanto, no necesitan inclinarse ante algún poder espiritual del universo ni guardar sus reglas para alcanzar esta plenitud, tal como indicaban los falsos maestros. El único en quien los creyentes están completos es en Cristo, la cabeza, es decir, el que gobierna sobre todo principado y autoridad (ver 1:18).
11 El tema de la unión en Cristo continúa ahora mientras que Pablo describe cómo sus lectores se vinculan con los eventos del evangelio: la muerte, sepultura y resurrección de Cristo (11–13). La razón para introducir el tema de la circuncisión aquí­ no es clara: la misma no parece haber sido demandada por los falsos maestros (como en las iglesias de Galacia), porque si hubiera sido así­, hubiéramos esperado que Pablo la criticara en los vv. 16–23. Quizá los colosenses estuvieran confundidos sobre este asunto. La circuncisión que viene de Cristo es una forma figurativa de referirse a su crucifixión, mientras que al despojaros del cuerpo pecaminoso carnal puede entenderse mejor en tanto describe su muerte violenta (aunque algunos piensan que se trata de despojarse de la vieja naturaleza del cristiano). En él también fuisteis circuncidados, es decir, que ellos murieron con Cristo en su muerte. En contraste con la circuncisión judaica, la suya no fue hecha con manos de hombres, sino por un obrar divino en el que Dios mismo produjo un cambio de la vieja vida a la nueva.
12 Del mismo modo en que Cristo fue sepultado y sellada su tumba (1 Cor. 15:4), así­ la sepultura de los colosenses con él en el bautismo demuestra que realmente estaban involucrados en su muerte y que fueron pues tos en su tumba. Una muerte real aconteció en el pasado; así­ la vieja vida deberí­a ser una cosa del pasado (Rom. 6:4). La resurrección de Cristo también ya ha ocurrido, y con ella los colosenses ya habí­an sido resucitados en un evento pasado. La participación de los creyentes en la vida resucitada encuentra clara expresión en Col. y Ef. (cf.cf. Confer (lat.), compare 3:1; Ef. 2:6), además, el poder de Dios es el mismo que levantó a Cristo de la muerte y el que ahora da vigor a todos los miembros del cuerpo de Cristo.
13, 14 La base de su pensamiento ahora cambia: los colosenses ya no son vistos como estando unidos con Cristo en su muerte, sepultura y resurrección, sino que Pablo contrasta su pasado pagano con su presente. Muertos indica el estado de separación de Dios como la condición presente de aquellos que están fuera de Cristo. Su triste condición ha sido causada por sus delitos †¦ y la incircuncisión de su carne. Los delitos son hechos de rebelión contra Dios, mientras que carne habla de un estado permanente de desobediencia; los colosenses habí­an sido paganos e impí­os. Pero ahora a causa de la muerte de Cristo, Dios los ha hecho vivos en él. Generosamente él ha perdonado todas †œnuestras† transgresiones (tanto las de los judí­os como las de los gentiles) y, por lo tanto, la causa de la muerte espiritual ha sido quitada. Dios no sólo ha cancelado la deuda, sino que ha destruido el documento en el que habí­a sido registrada (gr. keirografon, el acta, significa una nota indicando una deuda escrita por la propia mano como prueba de obligación). Los judí­os habí­an convenido obedecer la Ley, y en su caso la pena por transgredirla era la muerte (Deut. 27:14–26; 30:15–20). Pablo asume que los gentiles también estaban, por sus conciencias, comprometidos a una obligación simi lar, a la ley moral hasta donde ellos pudieran comprenderla (cf.cf. Confer (lat.), compare Rom. 2:14, 15). La obligación no fue cumplida por ninguno de los grupos y así­ nos era contraria. La deuda era imposible de pagar, pero Dios se ocupó de ella; la habí­a borrado y cancelado al clavarla en la cruz. Esta es una manera ví­vida de decir que a causa de que Cristo fue clavado en la cruz, nuestra deuda ha sido completamente perdonada.
15 La palabra de la cruz era un mensaje de esperanza para aquellos que habí­an vivido con temor a los poderes malignos y sobrenaturales. Estos principados que habí­an sido poseedores de aquella †œacta†, nos habí­an oprimido. Usando la figura de la procesión triunfal del conquistador en la que los cautivos de guerra eran exhibidos para magnificar la gloria del vencedor, Pablo dice que Dios derrotó y desarmó a los poderes de su autoridad. Al exhi birlos como espectáculo público, él (Dios más bien que Cristo) expuso ante el universo su total impotencia, conduciéndolos †œen él† (es decir, †œCristo†, en vez de †œen ella†, la cruz; ver nota de la RVARVA Reina-Valera Actualizada) en su procesión triunfal para que todo el mundo pueda ver la grandeza de su victoria.

2:16-23 LA LIBERTAD DEL LEGALISMO

En un párrafo que alude a la enseñanza y consignas de la filosofí­a, Pablo propone una †œCarta Magna de la libertad cristiana†. ¡Una mala teologí­a conduce a una mala práctica! Las ideas equivocadas en relación con la †œplenitud† y a la obra de Cristo (que el Apóstol corrige en los vv. 8–15) tienen errores correspondientes en la aplicación práctica. Las crí­ticas de Pablo a estas prácticas erradas y a los falsos maestros mismos son devastadoras.
16, 17 Dentro de las falsas enseñanzas se creí­a que los colosenses progresarí­an como cristianos hacia una †œplenitud† por guardar ciertas prohibicio nes alimentarias de origen judí­o y la observancia rí­gida de ciertos dí­as especiales. Estas severas reglas de autonegación son, sin embargo, la sombra de lo porvenir. Cristo y su nuevo orden son la perfecta realidad a la que se dirigen aquellos mandamientos iniciales. La realidad ya ha venido y las cosas de la sombra no tienen peso ni fuerza; ya no son una norma para el juicio. Cualquier demanda hoy dí­a de abstenerse de ciertos alimentos o de guardar festivales religiosos como un requerimiento para el desarrollo como cristianos, trae sobre sí­ las mismas crí­ticas fuertes del Apóstol. 18 Las crí­ ticas de Pablo contra los falsos maestros que se jactan de ciertas experiencias espirituales son duras. El rechazo de los reclamos de los falsos maestros por parte de Pablo es muchas veces difí­cil de comprender a causa de nuestro cono cimiento parcial de dichas prácticas. Nadie os prive [†œcondene†] (cf.cf. Confer (lat.), compare v. 16): Pablo cita consignas de las falsas enseñanzas que eran la base de la posición y manera orgullosa de sus maestros. Humildad aquí­ significa †œautonegación† y describe a los ayunos y otras disciplinas corporales provenientes de la piedad mí­stica judaica que, se suponí­a, abrí­an el camino para recibir visiones de misterios celestiales. El culto a los án geles no se refiere a la adoración dirigida a los ángeles, sino a la †œadoración [de Dios] que realizan los ángeles†. La tercera consigna de la †œfilosofí­a† colosense es haciendo alarde de lo que ha visto (lit.lit. Literalmente †œcosas que él contempla al entrar†). Los falsos maestros aparentemente sostení­an haber participado de la adoración angelical de Dios mientras que entraban al reino celestial y se preparaban para recibir visiones de misterios di vinos. Por lo tanto, estaban asegurando su superioridad espiritual en base a estas experiencias elevadas. Vanamente hinchado por su mente carnal. Las crí­ticas de Pablo son duras: esta actitud y perspectiva de ellos están dominadas por la carne. Los falsos maestros se jactaban de que estaban dirigidos por la mente; la respuesta de Pablo es: †œÂ¡Sí­, pero es una mente carnal!† A la sugerencia de que ellos eran conocedores de la plenitud divina, la res puesta es que todos están llenos de su orgullo personal. 19 La crí­tica más devastadora es que, al usar sus propias experiencias religiosas como la base de su autoridad, en realidad estaban rechazando a Cristo como su cabeza. El es la fuente de vida y de la nutrición mediante la cual el cuerpo vive y es la fuente de unidad a través de la cual llega a ser una totalidad orgánica.
20, 21 Si los colosenses cayeran ví­ctimas de la falsa enseñanza y voluntariamente se colocaran bajo reglas y ordenanzas tales como no uses, ni gustes ni toques, que eran imposiciones de los principados y potestades, esto significarí­a volver a la antigua esclavitud, al cautiverio de los mismos poderes del universo de los cuales habí­an sido liberados cuando murieron con Cristo en su muerte. No todos los cristianos están libres de la superstición, la cual puede ejercer más influencia que su fe. 22 Las cuestiones consideradas tabúes eran objetos perecederos del mundo material (como alimento y bebida), que desaparecen cuando son consumidos. Además, aquellos tabúes que tení­an un sabor judí­o, eran meramente cuestiones humanas (lit.lit. Literalmente †œconfor me a las reglas y doctrinas de hombres†; cf.cf. Confer (lat.), compare Isa. 29:13; Mar. 7:7) que frustraron la enseñanza pura de Dios con este mensaje libertador. 23 Semejantes prácticas, como las mencionadas en el v. 21, tienen reputación de ser sabias en las esferas de una adoración voluntaria, en la humillación y en el duro trato del cuerpo. Pero carecen de la realidad y esta sabidurí­a es una fachada para la verdadera sabidurí­a que sólo se encuentra en Cristo (2:3; cf.cf. Confer (lat.), compare 1:15–20). Los objetivos de estas prácticas, aunque parecen ser buenos e involucran una considerable autodisciplina, eran sin valor alguno. Los tabúes no re solvieron los problemas de la indulgencia sensual.

3:1-4 BUSCAD LAS COSAS DE ARRIBA

Este corto párrafo ocupa una importante posición pivotante en la carta (cf.cf. Confer (lat.), compare 2:6, 7). Conteniendo tanto declaraciones como alicientes, el mismo concluye la sección donde Pablo ataca a la †œfilosofí­a† de los falsos maestros y ofrece la verdadera alternativa a la falsa enseñanza. El pasaje unifica temas mencionados previamente (2:11–13, 20) y provee la base teológica para las palabras de aliento que siguen.
1, 2 Como la contraparte positiva de 2:20, aquí­ se afirma que los colosenses han resucitado con Cristo. Ya participan de su vida resucitada, y así­ sus vidas han de ser diferentes. Sus intereses deben estar enfocados en Cristo; sus mentes, sus deseos, ambiciones y en realidad toda su perspectiva completa, han de estar centrados en el reino celestial donde él gobierna y a donde pertenecen definitivamente sus vidas. Para ello se requiere de un esfuerzo continuo (lit.lit. Literalmente †œcontinuad fijando vuestra mente/corazón†) porque tal concentración no viene automáticamente. El hombre (o la mujer) piadoso examinará regularmente si sus ambiciones y estilo de vida son consecuentes con el objetivo final al cual Dios le ha llamado, en este caso los cielos mismos donde él gobierna. Este dominio superior ha de ser buscado diligentemente (y en contraste con cualquier otra búsqueda de experiencias celestiales por los promotores de la †œfilosofí­a† colosense) porque allí­ es donde Cristo está sentado como Rey en el lugar de honor. (En relación con la ascensión de Cristo a la diestra de Dios ver Hech. 2:33–35; Rom. 8:34; Ef. 1:20.)
3 La base para la apelación de Pablo de ocupar la mente en las cosas de arriba (v. 2) es doble. Primero, han muerto a ese viejo orden con sus poderes espirituales (2:20): sus disciplinas de autonegación y reglas esclavizantes, sus experiencias mí­sticas e inútil adoración centrada en ellos mismos; y, segundo, su nueva vida está escondida con Cristo en Dios. Con Cristo porque están unidos con él en su muerte y resurrección, y en Dios porque Cristo mismo tiene su ser †œen Dios† y aquellos que pertenecen a Cristo tienen su ser allí­ también. Centrado en Dios significa que su vida escondida es segura y nadie puede tocarla allí­. 4 Su nueva vida en Cristo no es visible para otros y, en alguna medida, está escondida de ellos mismos. Esta vida será plenamente evidente sólo cuando Cristo, que es esta vida, aparezca en su segunda venida. Verda deramente el dí­a de la manifestación del Hijo de Dios será también el dí­a de la manifestación de los hijos e hijas de Dios. Esta manifestación tendrá lugar en gloria porque implicará el compartir la se mejanza de Cristo y la recepción de un cuerpo resucitado y glorioso.

3:5-11 DESPOJAOS DE LOS PECADOS DEL PASADO

Al instarlos a concentrarse en las cosas celestiales (1, 2) Pablo no sugiere que los cristianos deben estar viviendo en las nubes. Más bien, el ocupar sus mentes en las cosas de arriba resultará en una concreta obediencia a lo siguiente: por lo tanto, haced morir, (5), dejad también (8), no mintáis (9) y vestí­os (12). De hecho toda la sección desde 3:5 a 4:6, una pieza de temprana instrucción cristiana, fluye de 3:1–4. ¡El creyente cuya mente realmente está ocupada en las cosas celestiales será de máximo provecho terrenal! La lucha entre la carne y el Espí­ritu persistirá hasta el último dí­a y somos ins tados por el Apóstol a proseguir en nuestras vidas cristianas, a la vez anhelando todos la adopción final, la redención de nuestros cuerpos.
5 Haced morir hace recordar la unión de ellos con Cristo en su muerte (2:20; 3:3; cf.cf. Confer (lat.), compare 2:11, 12): ellos han muerto con Cristo, por lo tanto, han de dar el golpe de gracia a sus malos hábitos y pensamientos. Hay dos listas, cada una de cinco pecados (cf.cf. Confer (lat.), compare v. 8), similar a aquellas encontradas entre los moralistas paganos y en los argumentos judí­os an tipaganos, seguidos por cinco gracias en el v. 12. Los cinco pecados pertenecientes a su pasado pagano se asocian con su naturaleza terrenal (lit.lit. Literalmente †œlos miembros que están sobre esta tierra†). Pablo prácticamente identifica a tales miembros con los pecados cometidos por ellos a medida que describe primero la manifestación externa del pecado (fornicación), y luego los deseos internos insaciables del corazón (cruel avaricia). El peligro de la avaricia se enfatiza especialmente como un pecado grosero en que se la iguala a la idolatrí­a. Tal persona, en vez de enfocar toda su vida en las cosas de arriba donde Cristo gobierna como Rey, está buscando las cosas de abajo y, por lo tanto, adora y sirve a las criaturas en vez de al Creador (Rom. 1:25). Pablo conocí­a lo mortí­fero de este pecado (Rom. 7:7, 8; cf.cf. Confer (lat.), compare Mat. 6:24). Quizás es tan peligroso porque pue de tomar muchas formas respetables. Después de todo, ¿no consideramos simplemente como †œnecesidades† aquellas cosas que no tenemos pero que anhelamos? Nos engañamos a nosotros mismos al hacer í­dolos de nuestras propias demandas.
6 Aquí­, como también en otras partes, la lista de pecados paganos está ubicada dentro del contexto del juicio de Dios. La ira de Dios (cf.cf. Confer (lat.), compare Rom. 1:18–32) describe su ira santa contra el pecado y el juicio que resulta del mismo. No tiene nada que ver con las reacciones vengativas o los desbordes de pasión. Ni siquiera es un inmutable proceso de causa y efecto. Es, en cambio, la manifestación de la santidad de Dios contra toda injusticia. Viene indica que Dios castiga el pecado en el presente tanto como en el dí­a final.
7, 8 Al usar un contraste, en otro tiempo †¦ pero ahora, Pablo pretende mostrar a sus lectores cómo su conducta del presente debe ser diferente a la de su pasado pagano. Anteriormente sus vidas se caracterizaban por los muchos vicios sobre los cuales viene la ira de Dios. (Sobre el término andar que describe a la vida cristiana, ver sobre 1:10.) 8 Deben dejar (lit.lit. Literalmente quitarse de encima) sus hábitos vie jos y repulsivos, incluyendo su lenguaje grosero, tal como si fueran prendas raí­das y viejas: la ira y el enojo destruyen la armoní­a en las relaciones humanas. La malicia es un término general que des cribe una fuerza maligna que hace naufragar el compañerismo. La blasfemia aquí­ significa insultar al carácter humano, pero también puede significar una blasfemia contra Dios (Rom. 2:24; 1 Tim. 6:1). Las palabras groseras son lo último de la serie, pero se subraya que deben frenarse antes de que salgan de sus bocas.
9 Se dan dos razones para el abandono de estas formas de vida pecaminosa. Primera, es que ellos se habí­an despojado del viejo hombre con sus prácticas. El viejo hombre habla de la personalidad entera de un individuo gobernado por el pecado (cf.cf. Confer (lat.), compare Rom. 6:6; Ef. 4:22); al mismo tiempo señala a aquella persona que pertenece a la vieja humanidad pecaminosa en Adán. Las prácticas inclu ye las dos listas de vicios en los vv. 5 y 8. Puesto que ellos se han despojado de todo en la muerte de Cristo, los colosenses no tienen nada que hacer con un hablar falso y con otros hábitos repulsivos mencionados antes.
10 La segunda razón es que el nuevo hombre ha sido puesto en el lugar del viejo. El nuevo hombre significa una nueva naturaleza con que cada uno de los colosenses se habí­a vestido cuando se unieron a Cristo en su resurrección. La frase quiere decir lit.lit. Literalmente †œel nuevo hombre† y también significa una figura corpórea que se refiere a la nueva humanidad en Cristo (cf.cf. Confer (lat.), compare 2 Cor. 5:17; Gál. 6:15). La imagen de aquel que lo creó sirve como modelo para la renovación de esa nueva persona, una renovación que tiene en vista el incremento progresivo del conocimiento de los lectores, el cual incluye su habilidad para reconocer la voluntad de Dios y sus mandamientos (cf.cf. Confer (lat.), compare 1:9). Conforme a la imagen de aquel que lo creó (cf.cf. Confer (lat.), compare Gén. 1:27), a la luz de 1:15 donde Cristo es adorado como †œla imagen de Dios†, significa que la recreación que Dios realiza de la humanidad es †œsegún el modelo de Cristo, quien es la semejanza absoluta de Dios† (C. F. D. Moule). Hay una idea similar en Rom. 8:29 (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Cor. 15:49) donde el cambio del cristiano es †œsegún la imagen de Cristo†. 11 Dentro de esta nueva hu manidad no hay inferioridad de una clase a otra. Hombres y mujeres de orí­genes completamente diferentes se reúnen en una unidad en Cristo, compartiendo una alianza común con su Señor. Cristo es todo lo que importa; él vive en todos los miembros de su cuerpo, sin distinción de razas, clases sociales u orí­genes, dándoles vida y poder.

3:12-17 VESTIOS DE LA GRACIA DE CRISTO

Con el imperativo vestí­os (12) comienza una apelación positiva del Apóstol. El por tanto introductorio muestra que esta sección, la cual se contra pone a los vv. 5–11, sigue también la idea de 3:1–4. Una lista de cinco virtudes (12) contrasta con las dos listas de cinco vicios cada una (5, 8) del párrafo anterior. Habiendo hablado de la nueva na turaleza en el v. 10, Pablo indica ahora lo que quiere decir esto.
12 Como escogidos de Dios, que ya han sido revestidos de una †œnueva persona†, los colosenses deben vestirse con virtudes que demuestren que son diferentes. Como escogidos de Dios, santos y amados son tí­tulos especiales usados para Israel como posesión exclusiva de Dios en el ATAT Antiguo Testamento (p. ej.p. ej. Por ejemplo Isa. 43:20; 65:9) y de Cristo en el NTNT Nuevo Testamento (†œel escogido†, Luc. 23:35; †œel Santo†, Mar. 1:24; Luc. 4:34; †œmi Hijo amado en quien tengo complacencia†, Mat. 3:17). Su uso aquí­ denota la similitud de los cristianos con Cristo. Jesús es el escogido. ¡Qué notable privilegio es éste, que seamos nombrados en la misma forma que Cristo! Este es un motivo fuerte para una conducta semejante a la de Cristo.
Las cinco virtudes con las que los creyentes han de vestirse se ven como caracterí­sticas de Dios o de Cristo (p. ej.p. ej. Por ejemplo Sal. 25:6; Jer. 33:11; Mat. 9:36; 2 Cor. 1:3) y muestran cómo ellos, como elegidos de Dios, deberí­an comportarse en el trato con otros, especialmente con sus hermanos en Cristo. Tres de ellas, benignidad, mansedumbre y paciencia están incluidas como fruto del Espí­ritu en Gál. 5:22.
13 Como consecuencia de haberse vestido con la paciencia (12) ellos deberí­an mostrar un continuo soportarse los unos a los otros. Cuando se levanten quejas legí­timas dentro de la comunidad, los lec tores son instados a perdonarse los unos a los otros. Pablo emplea un verbo especial para †œperdón† (†œcancelar las deudas† en la parábola de los dos deudores, Luc. 7:42) que se usa en otras par tes asociado con el generoso dar o perdonar de Dios (Rom. 8:32; 1 Cor. 2:12; Ef. 4:32). El tiempo presente aclara que este perdón ha de ser incesante e infatigable (nótese la enseñanza de Jesús en Mat. 18:22). La base y motivo para esta respuesta son del más alto orden: De la manera que el Señor os perdonó, así­ también hacedlo vosotros. La poderosa obra reconciliadora de Cristo (1:22) es la base sobre la cual el perdón de pecados se provee, mientras que el impacto cabal de su sacrificio sobre la cruz se presenta como un modelo del estilo de vida al cual el creyente se †œconforma†.
14 Si cada una de las virtudes previamente mencionadas se ve como caracterí­stica de Dios o Cristo, entonces esto es especialmente así­ en relación con el amor (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Cor. 13:4 para la noción de que el amor refleja claramente el carácter de Cristo). Pero sobre todas estas cosas puede llevar la idea de †œsobre toda otra vestimenta† (C. F. D. Moule). En Gál. 5:6 †œamor† es el motivo motor de la fe y en 1 Cor. 13:13 es la virtud cristiana suprema. Es el ví­nculo perfecto (lit.lit. Literalmente †œque es el lazo de perfección†) puede sugerir que el amor es el eslabón que une y ata juntas todas las virtudes mencionadas previamente en el v. 12. La palabra perfecto, sin embargo, denota propósito: el amor es un lazo que nos guí­a a la perfección. Ata a los miembros de la congregación (más que las virtudes del v. 12) en una unidad de cuerpo, produciendo así­ la perfección. Esta interpretación se ajusta bien a lo que a Pablo le preocupaba de la vida colectiva de sus miembros.
15 Este versí­culo ha sido uno favorito entre los cristianos porque se declara que la paz de Cristo actuará como una clase de árbitro dentro de nuestros corazones, dándonos una paz í­ntima y privada del alma a la hora de buscar guí­a o ayuda al tomar una decisión. Pero la paz de Cristo no se refiere a la paz í­ntima y personal del alma, sino a la paz que él encarna y brinda (cf.cf. Confer (lat.), compare Juan 14:27) y es equivalente a la salvación. Además, no hay duda en cuanto a que la paz de Cristo actúe como un árbitro. No es cuestión de la paz de Cristo actuando como †œárbitro†, más bien el verbo significa gobernar; Cristo mismo, que es el Señor de paz (cf.cf. Confer (lat.), compare Ef. 2:14; 2 Tes. 3:16), es el que está presente y gobierna en su medio. El ha de controlar cada área de sus vidas mientras que ellos se relacionan los unos con los otros. Puesto que se nos dice que los colosenses han sido llamados a esta paz (a través del evangelio), entonces debe también describir el ámbito o esfera en la cual ellos, como miembros del cuerpo de Cristo, viven ahora.
16 En una carta que enfatiza la persona y la obra de Cristo, Pablo se refiere a la palabra de Cristo, en vez de †œla palabra de Dios† (1:25) o †œpor palabra del Señor† (1 Tes. 4:15). De Cristo puede signi ficar que Cristo mismo es el que habla cuando su palabra se proclama, pero probablemente se refiere al mensaje que se centra en él, la palabra de verdad, esto es, el evangelio (1:5). Esta palabra ha de te ner su generosa y gloriosa influencia en sus vidas individuales y como una comunidad. La rica morada de la palabra de Cristo (cf.cf. Confer (lat.), compare Rom. 8:11; 2 Cor. 6:16; 2 Tim. 1:5 para la morada en Dios mismo, el Espí­ritu Santo y la fe) se manifestará cuando se reúnan, escuchando esta palabra expuesta a ellos y sometiéndose a su autoridad. Han de enseñarse y amonestarse unos a otros en forma sabia y con tacto, actividades que tendrí­an lugar en salmos, himnos y cánticos inspirados por el Espí­ritu mientras los colosenses alaban a Dios con todo su ser. Salmos, himnos y cánticos espirituales es una amplia expresión e incluye los salmos del ATAT Antiguo Testamento, himnos litúrgicos tanto como canciones cristianas espontáneas.
17 Este párrafo está resumido de tal manera que cubre todo aspecto de la vida. Cada actividad debe hacerse en obediencia al Señor Jesús, y debe ser acompañada de acción de gracias a Dios Padre por medio de él (nótese la triple referencia al agradecimiento en los vv. 15–17). De palabra o de hecho no se refiere a las prácticas litúrgicas de la †œpredicación† y la †œcena del Señor† en un contexto de adoración, pero explica la expresión amplia todo lo que hagáis. Si la rica morada de la palabra de Cristo en la vida de sus lectores ha de manifestarse en la mutua enseñanza y advertencia, mientras que los colosenses canten con gratitud a Dios, entonces deberí­a manifestar también su presencia poderosa en toda situación.

3:18-4:1 LA CONDUCTA EN CUESTIONES DOMESTICAS

Este párrafo trata acerca de las relaciones entre los que forman una familia cristiana. Consejos similares a estos los encontramos en Ef. 5:22–6:9; 1 Tim. 2:8–15; Tito 2:1–10; 1 Ped. 2:18–3:7. Esta †œguí­a familiar†, como se ha llamado, pudo haber formado parte de una sección mayor de enseñanza doctrinal y ética, un catecismo cristiano primitivo, fácil de aprender de memoria y de comunicar a los nue vos convertidos. Este pasaje regula los modelos de conducta en un hogar cristiano y siguen naturalmente del v. 17. El párrafo tiene muchas referencias al Señor, indicando que la totalidad de la vida, tanto en pensamientos como en conducta, ha de someterse al Señor. Ninguna área debe quedar fuera de su control; así­ no hay distinción entre lo sagrado y lo secular. Una vida gobernada desde lo alto donde Cristo reina (3:1–4) es una vida en matrimonio, de paternidad y de trabajo diario. Tres pares de instrucciones se dirigen sucesivamente a las esposas y a los esposos (18, 19), a pa dres e hijos, especialmente a padres (20, 21) y finalmente amos y esclavos (3:22–4:1); de la relación más cercana a la relación más lejana. En cada caso la esposa, el hijo o el esclavo se menciona pri mero y se lo concibe como socio responsable de quien se espera que haga lo que conviene en el Señor.
18 Las esposas, como agentes responsables y libres, se les pide que se sujeten voluntariamente a sus maridos ya que esto conviene (el término tiene un eco estoico, pero aquí­ la motivación es totalmente cristiana). En el Señor significa dentro del nuevo compañerismo de aquellos que reconocen a Cristo como su Señor. La sujeción es un llamado a que las esposas honren y afirmen el liderazgo de sus esposos y les ayuden a ejercer su función en la familia. No se trata de una rendición absoluta de su voluntad, porque Cristo es la autoridad absoluta, no su esposo. Tampoco se indica aquí­ que la esposa es natural o espiritualmente inferior a su esposo. 19 El paralelo lo hallamos en el deber del esposo de amar a su esposa. Se le manda amarla, y esto no es meramente un asunto de tener para ella sentimientos afectivos o atracción sexual. Implica más bien un cuidado incesante y servicio amoroso a favor de su total bienestar. (Cf. Ef. 5:25–33, don de el amor de Cristo por la iglesia se toma como modelo para el amor del marido para con su esposa.) Un liderazgo del marido, como el de Cristo, dispuesto a sacrificarse, ayudará a mantener en vista siempre el bienestar esencial de su esposa. El, como lí­deres piadosos en otras esferas, procurará guiar por medio del servicio. En igual manera, los maridos no deben amargarse contra ellas, ni de palabra, pen samiento o hecho.
20 A los niños en la familia cristiana se les considera como miembros responsables dentro de la congregación (lo cual es muy significativo), y son instados a obedecer (palabra más fuerte que la de sujeción del v. 18) a sus padres en todo. Esta será una expresión de su obediencia a Cristo, tal como lo reflejan las siguientes palabras: porque esto es agradable en el Señor. 21 Al mismo tiempo se señala que los padres (en especial el padre) no deben irritar ni provocar a sus hijos para que no se desalienten o lleguen a pensar que es inútil tratar de agradar a sus padres en la vida hogareña. Deberí­an, pues, ser guiados de una manera firme y amo rosa, pero no tirana (cf.cf. Confer (lat.), compare Ef. 6:4).
3:22—4:1 La lista más larga de instrucciones está dedicada a los esclavos (cf.cf. Confer (lat.), compare Ef. 6:5–9), quizás reflejando la costumbre social de las iglesias (sobre la esclavitud en el siglo I d. de J.C.d. de J.C. Después de Jesucristo ver la carta a Film.). Pablo no hace una reflexión social sobre esta práctica de su época, pero da aliento especial a los esclavos. La enseñanza en esta sección se aplica al mundo del trabajo de hoy en dí­a y muestra que la motivación de un trabajador y sus normas de trabajo han de ser las mejores posibles, ya que debe hacerlo por amor de Cristo. 22 Los esclavos cristianos deben aceptar su situación como esclavos y obedecer en todo (cf.cf. Confer (lat.), compare v. 20 en relación con los †œhijos†) a sus amos humanos. Su servicio no debe ser superficial o como para ganar atención; al contrario, debe ser hecho con sencillez de corazón, es de cir, conscientemente y con motivos puros. 23–25 Todo lo que ellos hagan en trabajo beneficioso para sus amos debe estar motivado en su servicio a Cristo. Deben mantener en mente el ideal final: un esclavo podrí­a esperar normalmente que un amo terrenal lo castigue al final del dí­a. Pero este Amo es diferente, porque da como su generosa recompensa una herencia eterna de vida en el porvenir. Al mismo tiempo deben darse cuenta de que con este juez no hay favoritismos; su juicio es tan seguro como su recompensa por la fidelidad. 4:1 Una breve pero solemne advertencia se da a los amos. No se les manda que den libertad a sus esclavos, sino que los traten en forma justa y bondadosa. La motivación para esto es básicamente la misma que la de los esclavos en obedecer a sus amos: ambos tienen un amo en los cielos. Am bos deben obediencia a ese Amo celestial. Así­, las relaciones entre amo y esclavo deben entenderse a la luz de esta realidad.
Si la clara enseñanza de Pablo acerca de los privilegios de, y las demandas sobre, cuestiones domésticas fueran tomadas seriamente por los cristianos de hoy, las relaciones personales dentro de los hogares y familias serí­an realmente un anticipo del cielo. Mientras tanto otros, observando cómo los cristianos se aman, bien pudieran ser atraí­dos a aquel a quien ellos confiesan como su Señor.

4:2-6 PALABRAS FINALES DE ALIENTO

Este corto párrafo, con su estí­mulo para la oración y acción de gracias (2–4) y sus instrucciones acerca de cómo los colosenses deben conducirse en sus relaciones para con los de afuera (5, 6), concluye esta sección de la carta.
2–4 Pablo a menudo insta a sus lectores a orar y a interceder con regularidad (cf.cf. Confer (lat.), compare Rom. 12:12, Ef. 6:18; Fil. 4:6), y les pide que oren por él en su es forzada tarea de difundir el evangelio (Rom. 15:30–32; 2 Cor. 1:11; Ef. 6:19; Fil. 1:19; 1 Tes. 5:25). Claramente Pablo asigna gran importancia a la mutua intercesión de él y sus convertidos. El ya les habí­a asegurado a los lectores colosenses que oraba constantemente a favor de ellos (1:9–14), por lo que concluye ahora instándolos a orar regularmente por él. 2 Deben estar vigilando en oración. Par ticularmente es el clamor Maranatha (†œven Señor nuestro†), el que debe estar en sus labios y en sus corazones mientras esperan la aparición gloriosa de Cristo (3:4). La acción de gracias, la expresión externa de gratitud a Dios el Padre por haber obrado tan generosa y decisivamente en su Hijo a favor de ellos (ver 1:12–14), debe acompañar esta petición. 3, 4 Pablo les ruega que lo presenten junto a sus compañeros delante del trono de gracia, orando para que Dios les abra una puerta para la palabra (1 Cor. 16:9; 2 Cor. 2:12) y, por lo tanto, para el mensajero, lo cual bien podrí­a implicar su liberación de prisión. Como apóstol a los gentiles, Pablo tiene el gran privilegio de hacer conocer el propósito divino antes oculto, el †œsecreto abierto† (1:26, 27; 2:2, 3). Ahora les pide a los colosenses que oren al Dios vivo para que lo capacite para presentar ese misterio divino en manera clara y sencilla.
5, 6 Volviendo a los principios generales de la conducta cristiana, Pablo insta a sus lectores a conducirse sabiamente para con los de afuera. Aquí­ la sabidurí­a, que tiene que ver con el conoci miento de la voluntad de Dios (1:9) y el caminar como es digno del Señor (1:10), es esencialmente práctica y realista. Su testimonio del Señor debe manifestarse con tacto y denuedo, redimiendo el tiempo. Redi mir el tiempo (lit.lit. Literalmente †œacaparar†) sugiere una intensa actividad, un comprar que agota las posibilidades disponibles ya que reconocen que el tiempo disponible es limitado. 6 Como aquellos que han de vivir sabiamente para con los de afuera, ellos deben permitir que sus palabras sean tanto afables como sabias, tal como Pablo lo desea para su propia conversación. Ellos están re cibiendo la gracia de Dios: que esta gracia sea evidente en las palabras que usen al hablar. Sazonada con sal significa †œingeniosa† en el uso pagano, pero aquí­ sugiere un lenguaje que no es insí­pido ni tedioso, sino interesante y bien escogido (los rabinos usaban el término †œsal† para decir †œsabidurí­a†). Los cristianos necesitan responder con la palabra justa a aquellos que hacen preguntas, quizá en relación con su fe y conducta. La respuesta debe ser apropiada (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Ped. 3:15): †œCada uno debe ser tratado como un fin en sí­ mismo y no como un objeto de lenguaje despectivo† (G. B. Caird).

4:7-18 SALUDOS PERSONALES E INSTRUCCIONES

Pablo finaliza su carta en la forma usual con saludos personales y algunas instrucciones. El párrafo incluye una referencia a los mensajeros que llevarán la carta a Colosas (7–9), y una serie de saludos de sus asociados que estaban relacionados con la iglesia allí­ (10–14), junto con su propio saludo, breves instrucciones y un saludo final (15–18).
7 Téquico informará a la congregación de la situación personal del Apóstol (nótese el vocabulario similar en Ef. 6:21, 22). El es un hermano amado y colega valioso para Pablo que habí­a brindado un servicio †œfiel† a él, a los colosenses o a Cristo mismo (cf.cf. Confer (lat.), compare 1:7 de Epafras). En el Señor podrí­a significar †œen la obra del Señor†, o también ser una refe rencia al hecho de que desarrolla su tarea como uno †œen el Señor†, es decir, como un verdadero cristiano. 8 Pablo está enviando a Tí­quico con este fin: dar a los colosenses todas las noticias tocantes al Apóstol, y reafirmar su enseñanza a la congregación con el fin de fortalecerlos (ver sobre 2:2).
9 OneÅ’simo, un nativo de Colosas, es el mismo mencionado en la carta a Film. Sobre él, Pablo da también una calurosa recomendación: el fiel y amado hermano. Junto a Tí­quico, informará a los colosenses acerca de todo lo que pasa a Pablo. (Para una descripción de las circunstancias de Onésimo, ver el comentario sobre Film.)
10, 11 Tres judí­os cristianos enví­an sus saludos. Aristarco, un nativo de Tesalónica y compañero de viaje de Pablo (Hech. 19:29), prisionero conmigo, lo cual probablemente significa que lit.lit. Literalmente estaba prisionero con Pablo y no un †œprisionero de Cristo† en un sentido figurado. Marcos, el primo de Bernabé, a quien Pablo se habí­a negado a llevar en el segundo viaje misionero (Hech. 15:36–41) después que los habí­a abandonado en el primer viaje (13:13), se encuentra en términos amigables con Pablo otra vez (cf.cf. Confer (lat.), compare 2 Tim. 4:11). La mención a Bernabé sugiere que él era bien conocido allí­ en Colosas. No tene mos conocimiento de si las instrucciones acerca de Marcos provienen de Pablo o de algún otro (tal como Pedro o Bernabé) ni tampoco si Pablo las está confirmando. Jesús, llamado Justo, es otro descono cido para nosotros. Estos tres son los únicos cristianos judí­os que permanecieron fieles como colaboradores de Pablo en el reino de Dios. A menudo en las cartas de Pablo la frase reino de Dios tiene una referencia futura (p. ej.p. ej. Por ejemplo 1 Cor. 6:9, 10; 15:50), pero Rom. 14:17 muestra el lado presente del tema (cf.cf. Confer (lat.), compare Col. 1:13) y este es su significado aquí­.
12–14 Otros tres, que son gentiles (ver v. 11) enví­an sus saludos. Epafras se menciona especialmente: Pablo subraya la cercana relación entre su propio ministerio y el de Epafras. Como un nativo de Colosas, él habí­a sido evangelista en su propio pueblo natal (como también en Laodicea y Hierápolis) y habí­a estado ocupado en la misma lucha por el evangelio, como Pablo (2:1; cf.cf. Confer (lat.), compare Fil. 1:30). Esto encuentra particular expresión en sus urgentes oraciones por los colosenses para que ellos lit.lit. Literalmente †œse afirmen como maduros (toca muy de cerca un tema clave en Colosas), y sean llenos de toda la voluntad de Dios. Esta madurez se define más por ser llenos de toda la voluntad de Dios. Sólo aquí­ aprendemos que Lucas era un médico. Es principalmente sobre la base de este versí­culo, que lo separa de los judí­os cristianos mencionados en el v. 11, que Lucas es considerado como un cristiano gentil. En 2 Tim. 4:10 se dice que Demas ha dejado a Pablo por †œeste mundo†.
15–18 En esta última sección se enví­an saludos a varias personas. Se les pide a los colosenses que lleven los saludos de Pablo a los hermanos que están en Laodicea, es decir, la iglesia que estaba allí­ (cf.cf. Confer (lat.), compare v. 16). Quizás Pablo quiso cimentar las relaciones entre las dos congregaciones. Ninfa es probablemente una mujer y así­ la referencia a la iglesia que está en su casa podrí­a ser correcta. 16 Este versí­culo provee importante evidencia para señalar la práctica de leer públicamente las cartas de Pablo y el intercambio de ellas entre las iglesias. Si la llamada †œherejí­a† colosense estaba amenazando toda el área hubiera sido particularmente útil para la iglesia de Laodicea el saber la respuesta que Pablo envió a Colosas. La carta de Laodicea se encuentra perdida, pero fue presumiblemente escrita por Pablo a esa iglesia. 17 Arquipo era un miembro de la casa de Filemón, quizás el hijo de Filemón y Apia que se dedicó a sí­ mismo al servicio del evangelio (ver sobre Film. 2). En cuanto al ministerio que debí­a cuidar no está claro cuál serí­a éste, pero algunos han señalado que se trata del ministerio de la predicación.
18 Habiendo terminado de dictar, Pablo toma su pluma y agrega un saludo personal de su propia mano. Acordaos de mis prisiones es una apelación a continuar orando, la cual impacta por su bre vedad y sencillez. Luego concluye con su saludo acostumbrado: La gracia sea con vosotros.
Peter T. O†™Brien

Fuente: Introducción a los Libros de la Biblia