ESENIOS

Secta de aprox. 4.000 judí­os en Palestina en la época de Cristo, pero no mencionada en el NT. Los esenios llevaban una vida sencilla, teniendo todo en común. Practicaban reglas estrictas de conducta y en general eran solteros. La mayorí­a viví­a junta en colonias pero algunos viví­an en ciudades.

Aparentemente mantení­an el número del grupo con la adopción de hijos de otros. No participaban de la adoración en el templo pero tení­an sus propios ritos de purificación. Observaban el dí­a de reposo muy estrictamente y veneraban grandemente a Moisés. No hací­an ningún juramento pero se exigí­a que los nuevos miembros, después de un perí­odo de prueba de tres años, hicieran una serie de juramentos fuertes de que cooperarí­an en toda manera con la organización y nunca revelarí­an a extraños ningunos de los asuntos o de las creencias de la secta.

Los Rollos del Mar Muerto y el monasterio llamado Qumrán Khirbet donde se escribieron los rollos evidencian una organización muy similar a la de los esenios. La estructura estuvo ocupada desde fines del segundo siglo a. de J.C.

hasta el 135 d. de J.C., el perí­odo de prominencia de los esenios.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Secta judí­a. Los esenios viví­an en régimen monástico y tení­an sus bienes en común. Estaban radicados en la zona oeste del mar Muerto. Eran judí­os ortodoxos y viví­an una vida estricta, para la que se preparaban mediante un noviciado.
Es probable que los orí­genes de la secta se encuentren en el siglo II a.C. César Vidal Manzanares y otros historiadores les consideran, junto a saduceos y fariseos, como uno de los tres grandes movimientos religiosos judí­os de la época de Jesús. Información acerca de ellos se encuentra en las obras de Plinio, Filón y Flavio Josefo.
Algunos estudiosos han afirmado que veneraban al sol y algunos les atribuyen creencias en la ® METENSICOSIS, pero todo eso es muy discutible.
Muchos estudios los identifican con los miembros de la comunidad de ® QUMRíN. Fueron exterminados en las guerras de los judí­os contra Roma.

Fuente: Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas

Véase SECTAS JUDIAS.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

(santos, silenciosos).

Uno de los tres grupos religiosos más importantes entre los judí­os en tiempos de Cristo, junto con los fariseos y seduceos.

Muchos hací­an votos de castidad, e incluso de pobreza y obediencia, cuando viví­an en comunidad. La Biblia no los menciona, pero los describe Josefo, Filo y los manuscritos del Mar Muerto: (muchos de ellos de los Esenios). Plinio y Filón también nos describen su vida y costumbres: Observaban la Ley, se abstenian de los placeres de la carne, y algunos renunciaban al matrimonio, menospreciaban las riquezas, eran trabajadores, preferentemente del campo, no hací­an comercio, y sostení­an la doctrina de la inmortalidad del alma: (doctrina extrana al judaí­smo).

– Juan el bautista y Jesús, viví­an como los esenios.

– La Virgen Marí­a y San José, iban a casarse, pero con votos de no tener relaciones matrimoniales. Por eso la pregunta de Marí­a al angel en Luc 1:34 : “Cómo podré tener un hijo, si no conozco, ni pienso conocer varón?

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

No se mencionan en la Biblia, pero sus enseñanzas y costumbres llaman la atención de los estudiosos porque florecieron desde la segunda mitad del siglo II a.C. hasta finales del siglo I d.C. Por lo tanto, esta secta existí­a en los dí­as del ministerio terrenal del Señor Jesús y principios de la Iglesia. Las noticias sobre ellos nos vienen en los escritos de Josefo, Filón y Plinio el Mayor. Recientemente, el descubrimiento de los rollos del mar Muerto en †¢Qumrán ha arrojado más luz sobre ellos. Josefo los considera una de las tres †œfilosofí­as† de los judí­os, junto con los fariseos y los saduceos. Filón informa que nunca fueron muy numerosos, llegando a contar unos cuatro mil afiliados.

Los e. viví­a en comunidades monásticas, sobre todo en la región NO del mar Muerto. Las mujeres sólo eran aceptadas excepcionalmente. Sus vidas eran extremadamente austeras y se sostení­an con el trabajo manual, principalmente la agricultura, practicando la comunidad de bienes. Odiaban la esclavitud. Se dedicaban minuciosamente al estudio de la ley y exigí­an de sus miembros una actitud de limpieza ritual total, practicando distintas abluciones y bautismos, algunos de ellos diariamente.
términos religiosos los e. se acercaban más a los fariseos que a los saduceos, enfatizando la piedad personal y la separación de las cosas de la vida que pudieran dañar la pureza. Creí­an, como los fariseos, en la inmortalidad del alma. Pero, a diferencia de éstos, rechazaban la idea de la resurrección del cuerpo. Se consideraban el pueblo escogido, el verdadero Israel, menospreciando los cultos del templo, donde los saduceos eran más influyentes. Por eso se fueron a los desiertos. Su disciplina era muy rí­gida. Las comidas se hací­an en total silencio y nadie podí­a tener una iniciativa propia, a menos que fuera para hacer una obra de caridad, pues todos estaban sujetos a las órdenes de un superior.
una vida con estas caracterí­sticas, era necesario hacer un escrutinio cuidadoso de los que aspiraban a ser miembros de la secta, que pasaban por un perí­odo de prueba de unos tres años. Se piensa que también reclutaban a niños huérfanos. Algunos creen que †¢Juan el Bautista, que predicaba y bautizaba muy cerca de la región donde los e. fueron más populares, pudo haber tenido contactos con esa secta, en vista de sus actitudes ascéticas y sus bautismos. También sugieren algunos que la Iglesia primitiva pudo haber recibido influencia de los e. y que quizás ese fue el origen del movimiento monástico cristiano. Aunque existen muchas cosas comunes entre esta secta y la que produjo los rollos del mar Muerto, en †¢Qumrán, ambas no deben ser tenidas como iguales.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, RELI ARQU

ver, JUDAIZANTES, QUMRíN

vet, Secta judí­a acerca de la que existe poca información histórica clara. Josefo habla de ellos (Ant 13:5, 9; 18:1, 5; Guerras 2:8) en la versión griega de sus escritos, pero estos detalles no aparecen ni en su obra judí­a (“Yessipon”) ni en la versión latina cristiana. Los tratados del Talmud son también totalmente silenciosos a este respecto, al igual que los evangelios y el NT entero (a pesar de que estos escritos mencionan frecuentemente las otras sectas judí­as). Filón hace también mención de los esenios. De estos autores podemos determinar lo que sigue: Esta secta parece haber tenido su inicio en el siglo II a.C., y parece haber desaparecido con la destrucción de Jerusalén. Por la época de Cristo, estaba constituida por hombres que se daban al ascetismo en mayor o menor grado. Con la esperanza de escapar a las impurezas rituales, se constituí­an en colonias separadas. El desierto de Judá, en las cercaní­as de En-gadi, era su lugar de residencia favorito, aunque estaban también establecidos en diferentes pueblos de Judá. Cada agrupación tení­a su propia sinagoga, un refectorio para la comida en común y para las asambleas, con una instalación para los baños diarios en agua corriente. El que entraba en la comunidad abandonaba todos sus bienes. Leí­an constantemente la ley de Moisés y se esforzaban en observarla en todos los detalles de su existencia. Viví­an, vestí­an y se alimentaban de forma sencilla. Se dedicaban a la agricultura y a otros trabajos útiles. Los esenios subvení­an sus propias necesidades, y prácticamente podí­an vivir sin utilizar el dinero. Cuando viajaban, eran hospedados y alimentados gratuitamente por los miembros de la comunidad en los otros lugares. No poseí­an esclavos, pues no reconocí­an diferencias de condición, excepto en el plano moral, en el que distinguí­an entre puros e impuros. Los esenios no menospreciaban el matrimonio, pero se abstení­an de él, a excepción de algunos entre ellos. Sus normas morales eran de tipo ascético, con muchas exigencias sobre sí­ mismos. Prometí­an “honrar a Dios, ser justos hacia el prójimo, no herir a nadie, ni siquiera cuando eran provocados, detestar el mal, alentar el bien, ser leales, especialmente hacia las autoridades, amar la verdad, desenmascarar a los hipócritas, no hurtar nada, abstenerse de toda ganancia ilí­cita”. ARQUEOLOGíA. En el marco de los descubrimientos arqueológicos del desierto de Judá. Después de la investigación sobre los célebres manuscritos del mar Muerto se iniciaron excavaciones en Khirbet Qumran (Ruinas de Qumrán), sobre una meseta margosa de farallones calcáreos que dominan el mar Muerto al noroeste. Se cree que se pueden identificar los importantes vestigios descubiertos con el hábitat de los esenios. A. González Lamadrid no duda en afirmar que nos hallamos en Qumrán con un verdadero monasterio esenio, lo mismo que G. Vermes y M. Dupont-Sommer, que afirman que entre los mss. descubiertos, el “Manual de Disciplina” y el “Comentario de Habacuc” tienen una relación directa con esta secta (cp. “Aperçus sur les mss. de la mer Morte”, 1950; y “Les écrits esséniens découverts près de la mer Morte”, 1959). Este último autor pretende que el “Maestro de Justicia” de la comunidad esenia fue el prototipo de Jesucristo y el esenismo fue la fuente de inspiración del cristianismo. De esta manera, el Cristo perderí­a su carácter único y divino, y el cristianismo dejarí­a de tener su singularidad como religión revelada. No es de extrañar que M. Dupont-Sommer y el erudito israelita Sukenik propusieran esta hipótesis, pero lo que sí­ es sorprendente es que carente de fundamento como es esta hipótesis, haya sido aceptada por profesos creyentes católicos y protestantes. Esta postura es rebatida eficazmente por Del Medico (“L’Enigme des mss. de la mer Morte”, 1957; y “Le mythe des esséniens”, 1958) y por A. González Lamadrid (“Los descubrimientos del mar Muerto”, 1973). En efecto, nada permite pensar que los esenios fueran otra cosa que un movimiento judí­o extremadamente legalista, hasta el punto que puede calificarse en justicia de “forma superlativa del fariseí­smo”. El examen atento de los escritos de Qumrán arroja un acusado contraste con todo el conjunto del Nuevo Testamento, salvando los evidentes paralelismos con los puntos de contacto que aparecen en los rollos del mar Muerto con el Antiguo Testamento y todo su trasfondo de esperanza mesiánica. Las divergencias entre Qumrán y el Nuevo Testamento son tales que es imposible la suposición de que éste tenga su inspiración en el primero. Tanto la persona radiante del Señor Jesucristo como sus enseñanzas liberadoras y autorizadas, sobre todo su muerte redentora y su gloriosa resurrección, cierran el paso a la idea de que todo ello hubiera podido surgir del sistema legalista esenio, de una factura tan divergente. (Véanse JUDAIZANTES, QUMRíN.) Bibliografí­a: González Lamadrid, A.: “Los descubrimientos del mar Muerto” (BAC, Madrid 1973); Estrada, D. y Willian White, Jr.: “The First New Testament” (Thomas Nelson, Inc., Nashville-New York, 1978); Vermes, G.: “The Dead Sea Scrolls in English” (Pelikan books, 1968).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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Grupo religioso judí­o, apartado del Templo y de la vida social de Israel, por considerar corrompida la fidelidad a Yaweh. Surgieron probablemente a finales del siglo II antes de Cristo, cuando los sucesores de los Macabeos se hicieron reyes y sacerdotes a la vez. Existí­an en tiempos de Jesús, aunque nunca se los cita en los Evangelio.

Se organizaron en comunidades diversas y apartadas en Siria y Palestina y cultivaron prácticas ascéticas muy exigentes. Posiblemente llegaron a ser unos 4.000 miembros a comienzos del siglo I.

La comunidad esenia más conocida fue la organizada junto al Mar Muerto, por haber escondido sus documentos en cuevas del desierto al llegar los romanos en la guerra del 67-70 y haber sido descubiertos en 1947 en un hallazgo sorprendente para la ciencia bí­blica.

Algunos escritores judí­os hablaron de ellos, como Filón de Alejandrí­a, Plinio el Viejo y Flavio Josefo. Parece que entre ellos habí­a clases o grados: los “tsenuim” (los modestos o castos), los “jashaim” (los callados), los “jasidim harishonim” (los santos ancianos o mayores), los “nigiyye”, los “jad da at” (los puros de pensamiento) y los “vatikim” (los hombres rigurosos). Tal vez estos términos sean sólo descripciones, pero la organización rigurosa que tení­an hace pensar en la existencia de rigurosa selección para ingresar en la secta, una formación larga y un ejercicio ascético muy diversificado según el grado de pertenencia.

Su doctrina tendí­a a defender la pureza legal, el amor a Dios, la compasión con el prójimo. Tení­an comunidad de bienes y llevaban vida común en la plegaria, en la comida y en el trabajo. Guardaban el sábado y celebraban su Pascua sacrificial, pero se mantení­an alejados del Templo por considerarlo profanado, tal vez desde la construcción por el pagano Herodes con la complacencia de los saduceos y los fariseos.

Usaban prendas blancas, no sacrificaban animales, no tení­an armas. Reclutaban niños y jóvenes, que eran formados con rigor. Tení­an un perí­odo de formación de tres años antes de los compromisos o votos en el grupo. Habí­a autoridad exigente y los que violaban las leyes básicas del grupo podí­an ser castigados hasta con la muerte por inanición.

Algunos contraí­an matrimonio y engendraban hijos. Condenaban la esclavitud. Compraban y liberaban a los que habí­an caí­do en ese estado. Viví­an de la agricultura y de la artesaní­a.

Cuando se descubrieron los manuscritos de Qumram, se les pudo conocer mejor. En 1947 unos pastores hallaron siete rollos de cuero en una cueva cegada por los siglos. Luego se excavaron otras cuevas cercanas a las ruinas del asentamiento de Qumram y se lograron unos 500 restos valiosos, de casi todos los libros del Antiguo Testamento y de otros apócrifos, con comentarios y datos desconocidos hasta entonces. Algunos documentos son ilustrativos, como el “Manual de Disciplina” o la regla monástica de su vida.

(Ver Evangélicos. Grupos y Ver Qumram)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

DJN
 
SUMARIO: ) Origen del movimiento esenio. – 2) Fundador de la comunidad de Qumran. – 3) Organización de la comunidad. – 4) Concepciones teológicas.

El movimiento esenio, o la secta de los esenios, fue una de las fuerzas importantes de la vida religiosa en la Palestina del tiempo de Jesús. Josefo habla de seis mil fariseos y cuatro mil esenios. Nos dan noticias sobre ellos Filón, Josefo, Plinio el Viejo y Dión Crisóstomo. Pero solamente después del año 1947, tras los descubrimientos de los manuscritos de Kirbet Qumrán, en las orillas del Mar Muerto, tras las excavaciones de las ruinas de la colonia esenia allí­ asentada tenemos verdaderos puntos de contraste para situarlos e identificarlos. Gracias al extraordinario hallazgo se puede reconstruir con bastante aproximación la historia de la secta, su doctrina, organización, aunque haya de tenerse en cuenta que todos los esenios no viví­an en Qumran.

Plinio nos dice que viví­an al Oeste del Mar Muerto, en un lugar donde no se siente la pestilencia del mismo Mar (¿un lugar purificado por las aguas del Jordán?) justamente donde se halla Qumran. Plinio habla de las ciudades situadas al sur del “campamento”: En Gueddi (a unos 20 kms al sur de Qumran); Masada (a unos 15 kms más lejos). Parece, pues, que Plinio sitúa justamente donde viví­a la secta de Qumran, con lo que se puede afirmar que los sectarios del Mar Muerto eran esenios. En todo caso, según los investigadores, los manuscritos hallados son esenios.

Filón y Josefo describen de modo diferente el lugar donde viví­an los esenios. Según Filón, viví­an no en ciudades sino en pueblos, pero en otro pasaje dice que viví­an tanto en ciudades como en pueblos. Josefo habla de ciudades. Esta diversidad se aclara leyendo el “Escrito de Damasco” donde se halla una “regla destinada a los que viven en ciudades” y otra “a los que viven en campos (¿aldeas?)”. De este modo el centro de la vida esenia serí­a Qumran, pero habí­a otros esenios que observaban otra regla y viví­an en distintos lugares. Esta diversidad corresponde, en parte, a lo que nos dice Josefo sobre las dos clases de esenios. Algunos no se casaban, pero educaban a los hijos de otros. Otros se casaban y educaban a sus propios hijos. No se sabe exactamente cuál era el caso de Qumran, pues en su cementerio se han encontrado restos de mujeres.

) Origen del movimiento esenio: Los esenios nacen dentro de los cí­rculos de los “jasidim” (“piadosos”) llamados también asideos. Estos protestan contra la helenización del culto y apoyan el levantamiento de los Macabeos contra el dominio de los Seleúcidas. Al establecerse la dinastí­a de los Hasmoneos, que une en una sola persona la función real con la función de sumo sacerdote. Los “jasidim” se oponen en su mayorí­a a la usurpación asmonea, pues la consideran como una traición a la causa de Dios, porque la salvación definitiva no vendrá de programas polí­ticos, sino de una intervención definitiva de Dios. Este movimiento se refugia “en el desierto”, en un lugar de ruinas de una antigua fortificación israelita. Según los hallazgos arqueológicos, la primera construcción esenia se remonta a la mitad del siglo segundo antes de Cristo. Los romanos destruyen Qumran el año 68 después de Cristo.

El pensamiento de los “jasidim” está asociado a la literatura apocalí­ptica de los libros de Daniel y Henoc. Este grupo tiene conciencia de hallarse en posesión de conocimientos e intuiciones particulares referentes a las últimas cosas, al mundo celeste, pero también a la creación y a sus estructuras. Las visiones y sueños como vehí­culo de comunicación están muy acusados se sirven de un calendario especial, el calendario solar.

) Fundador de la comunidad de Qumran: La fundación de la comunidad del Mar Muerto debe atribuirse al “Maestro de justicia” (“Maestro justo”). Con este nombre se le conoce en los manuscritos, un apelativo honorí­fico que oculta el verdadero. Corresponde a un sacerdote del templo de Jerusalén que, indignado a causa del envilecimiento del culto del templo bajo el ministerio sacerdotal de los hasmoneos, se aparta del templo e invita a retirarse al desierto, según las palabras de Isaí­as: “Allanad para nuestro Dios un camino en la estepa” (40, 3). La finalidad del retiro es la creación de un espacio donde se conserve incontaminada la santidad del pueblo. Toda la vida de la comunidad: organización, legislación, costumbres, va encaminada en este sentido. Los esenios se consideran como el verdadero pueblo elegido que debe desempeñar un papel decisivo en la lucha final de los tiempos que se avecinan. Hay que estar alerta, siempre preparados para la lucha de los hijos de la luz contra los de las tinieblas. Para llenar el abismo teológico que supone la separación del templo de Jerusalén, la comunidad se comprende a sí­ misma como templo espiritual, compensando así­ el culto indigno que se realizaba en el templo de Jerusalén. “Esta idea de la espiritualización del templo la encontramos también más tarde, en el “corpus paulinum” (1 Cor 3, 16;Ef 2, 21s), pero con una diferencia, y es que en Qumran se aguardaba la restauración escatológica del templo, que tendrí­a lugar al fin de los tiempos” (J. GNILKA, Jesús Nazaret, Herder, Barcelona 1993, p. 72).

) Organización de la : Para conservar a la comunidad como pueblo incontaminado, elegido de Dios existen prescripciones, ritos y costumbres que deben observarse con rigor. No hay relaciones económicas ni comunión de mesa con los de fuera, ni pueden aceptarse regalos. Los aspirantes a vivir en la comunidad deben someterse a pruebas muy rigurosas. Josefo dice que para convertirse en miembro de la comunidad, el aspirante debe tener un año de prueba. Se le daba una paleta para uso sanitario, un cinturón y un vestido blanco que debí­a llevar en las reuniones. No participaba de los baños cotidianos de la comunidad, ni de la comida común, que se tomaba al mediodí­a. Pero sí­ de la comida de la tarde, lo mismo que los extranjeros.

Al final del año de prueba, el aspirante se convertí­a en “candidato”. Durante otros dos años participaba en los baños cotidianos, llevaba el vestido blanco y penetraba en el agua, vestido, a las once de la mañana. Antes de la salida y puesta del sol participaba de las oraciones comunes; las mañanas y las tardes se dedicaban al trabajo del campo, a cuidar animales, a la apicultura y artesaní­a. Sus bienes eran entregados al administrador. Al final de los tres años, ya estaba maduro para la iniciación. Emití­a una especie de “votos solemnes”: respetar a Dios y ser justo con los hombres; odiar a los malvados y secundar a los justos; obedecer a las autoridades del grupo; si llegaba a superior, no podrí­a valerse de su carga en beneficio propio; amar la verdad y rechazar a los mentirosos; no esconder lo que pudiese ganar. No revelar a terceros las doctrinas de la comunidad. La comunidad estaba estructurada jerárquicamente. Los sacerdotes y levitas desempeñaban las funciones más relevantes. Habí­a también un consejo de los doce. Como ritos exteriores se realizaban abluciones diarias, de cuya práctica son elocuente testimonio, en las ruinas actuales de Qumran, las instalaciones para baños, cisternas y un sistema de canalización. Tení­an suficiente agua para abastecer a varios cientos de personas durante el estiaje. Cerca del edificio principal se han encontrado restos de construcciones que serví­an para fines agrí­colas, almacenes, talleres, dos molinos, un cementerio grande y dos pequeños con unas 1200 tumbas, y también huesos de animales enterrados cuidadosamente. Después de las abluciones, se reuní­an vestidos con la vestidura blanca del sacerdote para tener una comida en la que se consumí­a pan y mosto. Un punto culminante del culto divino era la “fiesta de la renovación del pacto”, que se celebraba todos los años y en la que se pasaba revista a la comunidad como si fuera un ejército y ella tení­a que dar cuenta de sí­ misma. Todos tení­an que someterse al juicio de “los muchos”, de la comunidad reunida en asamblea, donde escuchaban las bendiciones de los sacerdotes sobre los “hijos de la luz” y también las maldiciones sobre los “hijos de las tinieblas”.

4) teológicas: Deben destacarse las concepciones mesiánicas. La comunidad espera la llegada de varias figuras “mesiánicas”, es decir, legitimadas oficialmente por Dios: el profeta escatológico, el rey mesiánico de la casa de David, y el sacerdote mesiánico de la casa de Aarón. Pero, según los textos de Qumran, en el centro de la expectativa apocalí­ptica está el pueblo de los elegidos y no una figura mesiánica individual.

Estrechamente unida a la apocalí­ptica está también la complicada angelologí­a y demonologí­a. Los ángeles están enfrentados en dos ejércitos; ángeles buenos con el “prí­ncipe de la luz” o “el ángel de Dios” o “el espí­ritu de la verdad” a la cabeza. Por otro lado, los ángeles malos, a cuya cabeza está el “ángel de las tinieblas” (Belial) o “ángel de la enemistad”, “enemigo”. Son los ángeles caí­dos de Gn 6. La interpretación de la escritura era también escatológica, según los comentarios a Habacuc y a Nahún. Igualmente llamativo es el método hermenéutico que identifica los diversos pasajes con acontecimientos del pasado inmediato, del presente o del futuro.

Los esenios no sólo se preocupaban de la pureza comunitaria en cuanto pueblo elegido por Dios para los últimos tiempos, sino que promoví­an también la experiencia de la piedad individual, como manifiesta el libro de los Salmos de la secta. Animaban a vivir la confianza en Dios, cuya fidelidad permanece eternamente. Importante también es destacar la existencia de un calendario distinto del oficial, un calendario en el que el año era de 364 dí­as, con cuatro trimestres de 90 dí­as más un dí­a suplementario por trimestre. De este modo las fiestas caí­an siempre en la misma fecha dentro de la semana.

Los textos hallados en Qumran, los principales que hablan de la organización, administración, creencias, ritos, son: La “Gran Regla”: habla del régimen interno y de las condiciones para la admisión de candidatos. El “Escrito de Damasco” o “Documento Sadoquita”: contiene documentos semejantes, pero insiste más en la historia de Israel como expresión de los principios de la comunidad. Contiene dos códigos distintos: uno para los esenios que viven en las ciudades, y otro para los que viven en campos. Libro titulado “La guerra de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas”: expone un plan para la conquista del mundo por los hijos de la luz. Comentarios sobre el Génesis, Isaí­as, Miqueas, Nahún, Habacub y el libro de los salmos (Hadayoth). Se ha dicho que la religión de los esenios fue el sectarismo más exclusivista que el mundo ha conocido, un sectarismo apocalí­ptico-escatológico que implicaba la certidumbre de un triunfo terrestre próximo. -> contexto Pa; literatura intertestamental.

BIBL. – J. JEREMíAS, én en tiempos de jesús, Madrid, 1977, 273-276; A. GONZíLEZ – LAMADRID, descubrimientos de Qumran, Madrid, 1964; J. GNILKA, ús de Nazaret, Barcelona, 1993, 70-75; VARIOS, Monde de la Bible, Qumran, Trente ans aprés, n° mai-juin, 1978; J. POUILLY, manuscritos del Mar Muerto y la comunidad de Qumran, Estella, 1980; F. GARCíA-MARTíNEZ – J. TREBOLLE BARRERA, LOS de Qumran, Valladolid, 1997; F. GARCíA MARTíNEZ, de Qumrán, Ed. Trotta, Madrid 1992.

de Villapadierna

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

(-> Qumrán, dualismo, terapeutas, apocalí­ptica). Surgen como grupo en tiempo de los macabeos*, junto con los fariseos y los celotas. Pueden situarse, de algún modo, cerca de los fariseos, pues no son un grupo de poder, sino de vida común, que destaca de manera rigurosa las normas de pureza y separación de la tradición israelita. Algunos, como los vinculados a Qumrán*, se han separado incluso externamente de la estructura religiosa del conjunto de la nación israelita, rechazando el culto actual del templo, que consideran manchado, pues sus sacerdotes no cumplen las buenas leyes de pureza y no distinguen ni celebran bien los tiempos sagrados. Comparten varios rasgos con el movimiento de Jesús (visión escatológica, experiencia del Espí­ritu Santo, etc.), pero la inspiración de fondo es distinta, tanto en la forma de entender la santidad como en la organización de la comunidad. (1) Los esenios de Qumrán constituyen una institución de pureza sacerdotal, que tiende a cerrarse sobre sí­, con estructuras y jerarquí­as bien determinadas, de tipo sacral. (2) Los cristianos forman un movimiento mesiánico de tipo laical que se abre hacia los marginados y excluidos, sin estructuras jerárquicas ni organizaciones sacrales. Pero es muy posible que existieran diversos tipos de esenios, de manera que algunos podí­an parecerse a Jesús y más en particular a Juan Bautista.

Cf. H. STEGEMANN, Los esenios, Qumrán, Juan Bautista y Jesús, Trotta, Madrid 1996.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

Un grupo judío asceta. La derivación del nombre es oscuro.

Filón los describe idílicamente como una comunidad agrícola, (en algunos lugares él habla de la ciudad donde moraban los esenios), voluntariamente pobres, dedicados a la instrucción teológica y moral, y observando solemnemente el sabbath en una adoración colectiva; con bienes, alimentos y ropas en común, despreciaban el matrimonio como una amenaza para la unidad.

Plinio el Anciano, un pagano, se refiere a los esenios sin dinero o mujeres, y que mantenían su número por la incorporación casi diaria de los desilusionados. Los localiza en el norte de Engedi, cerca del Mar Muerto, (si es que se entiende correctamente). Josefo se refiere a menudo, no siempre con exactitud, a los esenios. Él tiene un conocimiento de primera mano, pero lo usa para impresionar a los lectores gentiles. Habla entusiastamente, describiendo su sobria disciplina, con el terrible destino de los excomulgados; su adoración y sus lustraciones diarias (la adoración del sol que muchos entienden se debe a una mala interpretación); lo espantoso de su ceremonial de profanación; su iniciación, con sus tres años de preparación (con su lustración purificadora después de un año); y el secreto acerca de sus libros.

En un oscuro pasaje, Josefo parece dar a entender que ellos enviaban ofrendas al templo, pero que fueron excluidos del patio común ya que ellos rechazaban la ministración sacerdotal. Se destacaron por el conocimiento de las plantas y de las predicciones, basando ambas en el saber y en el AT.

Josefo habla de 4.000. Algunos fueron muertos en la Guerra Romano-Judía. Discrepaban en cuanto al matrimonio; para mantener su número, algunos adoptaban niños, otros practicaban el matrimonio a prueba.

Hipólito, el heresiólogo del tercer siglo, en lugar de reproducir lo que dice Josefo, parece que sigue la misma fuente que él y a veces es más útil, como p.ej., en la creencia de los esenios sobre la resurrección.

Se acepta de manera general, aunque no universalmente, que los descubrimientos de Qumrán (véase los Manuscritos del Mar Muerto) se relacionan con una comunidad esenia. El lugar recuerda la descripción de Plinio, y muchas observaciones acerca de los esenios—desde la iniciación y excomunión hasta los detalles tales como los horrores de los castigos—aparecen descritas en los manuscritos. Se ofrece de esta manera una pista al destino de los esenios y sus libros. No es improbable un origen esenio para Enoc, Jubileos, El Testamento de los Doce Patriarcas y otros libros.

En el presente, probablemente, es mejor incluir a los esenios en el grupo de Qumrán, aunque no es acertado restringirlos a él. Como los «no conformistas» en Inglaterra, los «esenios» tuvieron diferentes manifestaciones que miradas de cierta perspectiva les daba una amplia unidad. Llaman la atención generalmente el celibato y la serenidad esenia: pero algunos (incluyendo a los de Qumrán) no eran célibes; en tanto que Josefo e Hipólito mencionan hechos sorprendentes que los separan del pacifismo.

La cuestión de una conexión orgánica entre los esenios y cristianos primitivos se ha levantado insistentemente. Se ha atribuido antecedentes esenios a Juan el Bautista (véase) e incluso a Jesús, y algunos ven en Qumrán a un grupo de cristianos sectarios. Las relaciones entre el grupo de Qumrán y los cristianos judíos después del año 70 d.C. no son imposibles (aunque es algo oscuro); pero las diferencias normativas a partir del NT entre los cristianos y los esenios son radicales. El esenismo, sin embargo, ayuda a entender el pietismo legalista como el que afligía a los colosenses.

BIBLIOGRAFÍA

Filón, Quod omnis probus liber, 12, 13, y Eusebius, X Prep. Evang. viii. II; Jos, Bell. Jud. II. 8.2; Antiq. xviii. 1.5; Plinio, Hist. Nat. v. 17; Hipólito, Ref. Omn. Haer. ix. 13–23; Para literatura más antigua véase E. Schuerer, History of Jewish People (Eng. Trans.) Div. II, Vol. II, pp. 188–218; J. Moffatt en HERE. Para literatura desde 1947 véase Dead Sea Scrolls. J. Strugnell, JBL, 77, 106–115.

Andrew F. Walls

Jos Josephus

HERE Hastings’ Encyclopaedia of Religion and Ethics

JBL Journal of Biblical Literature

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (225). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología

(gr. Essēnoi, Essaioi, saioi, muy probablemente del arm. ˒āsên, ˒āsayyâ, plural de ˒āsê, ˒āsyâ, ‘sanador’; cf. Therapeutai de Filón), comunidad religiosa judaica que floreció en el ss. I a.C. y en el I d.C., y es la tercera de las “filosofías” o escuelas de pensamiento judías mencionadas por Josefo (GJ 2. 119–161; cf. Ant. 18. 18–22). Aparte de Josefo, tenemos dos descripciones de ellas, una de su contemporáneo judío (de mayor edad que él), Filón de Alejandría (Quod omnis probus 750–91; Hypothetica ap. Euseb., Praep. Ev. 8. 2), y una de Plinio el mayor HN 5. 17). Una descripción posterior en Hipólito (Refut. 9. 20. 13–23) sigue en general a Josefo, pero incluye información aparentemente obtenida de fuentes independientes.

La descripción que hace Filón de los esenios tiene como fin ilustrar su tesis de que solamente el hombre verdaderamente bueno es verdaderamente libre. Estima en unas 4.000 su número, y nos dice que viven en aldeas, trabajando duramente en tareas agrícolas y otras semejantes, dedicando mucho tiempo al estudio comunitario de cuestiones morales y religiosas, incluyendo la interpretación de los textos sagrados. Prestan atención escrupulosa a la pureza ceremonial; tienen toda su propiedad en común, se abstienen de hacer sacrificios de animales, practican el celibato, no tienen esclavos, proveen para los miembros que no pueden trabajar por razones de enfermedad o edad avanzada, no hacen juramentos, no toman parte alguna en actividades militares o comerciales, y en general cultivan todas las virtudes. La descripción de Plinio aparece en el curso de su descripción del mar Muerto. Dice que los esenios viven en su lado occidental, arriba de Engadi. Han vivido allí durante generaciones incontables, dice, renunciando tanto a las mujeres como al dinero; y sin embargo su número se ha mantenido, dado que son tantos lo que acuden constantemente a plegarse a esa existencia solitaria por haberse cansado de la vida común. Plinio escribe entre 73 y 79 d.C., pero probablemente depende de escritores anteriores para su conocimiento sobre los esenios, escritores tales como Alejandro Polihistor (s. I a.C.).

Las descripciones en Filón y Plinio están idealizadas y llenas de exageración retórica. Las de Josefo (una vez descontada la tendencia de dicho autor a modificar la verdad histórica para sus propios fines) nos parecen objetivas y basadas en información de primera mano. Según Josefo, había esenios en todas las ciudades de Judea, incluyendo Jerusalén. Practicaban la hospitalidad; un esenio procedente de un lugar distante seguramente era tratado como un hermano por cualquier otro esenio a cuya casa acudiese. Pero buena parte de la descripción de Josefo pone de manifiesto una vida comunitaria imposible de practicar en las ciudades; es posible que los esenios plenamente iniciados vivieran en comunidades separadas, al mismo tiempo que tenían miembros asociados vinculados a su orden, que vivían en las ciudades y continuaban viviendo como los demás.

Josefo nos proporciona un relato bastante detallado del procedimiento de iniciación de los esenios. Comprendía un noviciado de tres años. Al finalizar el primer año el novicio (que ya vestía el hábito blanco de la orden) era admitido al ritual de la purificación en agua, pero debían pasar dos años más antes de que fuera admitido para compartir la comida comunal. Evidentemente esto era señal de integrante pleno. Antes de pasar definitivamente del noviciado a la integración plena se le exigía al candidato que prestase una sucesión de juramentos solemnes.

Este relato ofrece una semejanza general con las reglas de admisión a la comunidad de Qumrán tal como se detallan en 1QS, si bien difiere en una serie de detalles; por ejemplo, 1QS establece un noviciado de dos años, en lugar de tres.

El día de los esenios, según Josefo, comenzaba antes de la salida del sol con oraciones matutinas, dirigidas al sol, “como rogándole que salga”. Luego se encaminaban a cumplir las tareas asignadas, bajo la dirección de capataces, y trabajaban hasta el medio día. Al medio día los miembros se bañaban y participaban de una comida sencilla en común; luego volvían a ponerse la ropa de trabajo y continuaban con sus tareas hasta la noche, cuando se reunían nuevamente a comer.

Hipólito no dice nada sobre la plegaria de los esenios dirigida al sol: según él continúan en oración desde muy temprano, y no hablan una sola palabra hasta que han cantado un himno de alabanza a Dios . La práctica descrita por Josefo puede haber sido la de los sampseos, un grupo posiblemente asociado con los esenios, que adquirió su nombre (cf. el heb. šemeš, ‘sol’) de actos de homenaje supuestamente rendidos al sol como manifestación de la divinidad. El término esenio, en efecto, se usaba algunas veces para abarcar a un conjunto bastante amplio de cuerpos sectarios judaicos que se separaban de la corriente principal de la vida judía. Uno de ellos, casi seguramente, era la comunidad de Qumrán; puede haber habido varios más, de los cuales sabemos tan poco como lo que sabíamos de la comunidad de Qumrán antes de los descubrimientos de 1947 y años subsiguientes. (* Rollos del mar Muerto; * Qumrán )

Si se llegara a demostrar que la comunidad de Qumrán era una comunidad esenia (tal vez de aquellos esenios que Josefo distingue de los demás porque no se abstenían de casarse), la literatura de Qumrán tendrá que ocupar un lugar superior a todos los otros relatos sobre los esenios que nos han llegado de la antigüedad, por cuanto procede de dentro de sus propias filas. Entonces corresponderá confrontar las afirmaciones de los autores antiguos con los textos de Qumrán, y no a la inversa.

Bibliografía. K. Shubert, La comunidad del mar Muerto, sus orígenes y enseñanzas, 1961; J. Leipold, W. Grundmann, El mundo del Nuevo Testamento, 1973, t(t). I, pp. 234–280; C. Guignebert, El mundo judío hacia los tiempos de Jesús, 1959, pp. 160–177.

C. D. Ginsburg, The Essenes, 1864, reimpreso en 1955; J. B. Lightfoot, “On Some Points Connected with the Essenes”, en The Epistle to the Colossians, 1879, pp. 348–419; D. Howlett, The Essenes and Christianity, 1957; H. Sérouya, Les Esséniens, 1959; A. Dupont-Sommer, Essene Writings from Qumran, trad. ing. 1961; H. Kosmala, Hebräer-Essener-Christen, 1959; G. Vermes, Post-Biblical Jewish Studies, 1975, pp. 8–36.

F.F.B.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Una de las tres sectas judías lideres mencionadas por Josefus que florecieron en el segundo siglo AC., las otras dos siendo los Fariseos y los Saduceos.
Concerniente a su origen, historia y dogma hay mucha controversia inconclusa. Las únicas fuentes antiguas que tenemos son algunos párrafos en Philo Judaeus, una descripción un poco más larga en Josefus y una corta nota en Plinio. La siguiente sinopsis es derivada principalmente de los dos primeros.

Son denominados Essæi por Philo, que lo derivó de hosios (sagrado); Essæi y Esseni por Josefus. Su número, según los dos autores era en torno de 4000 y sus principales ubicaciones de residencia, a lo largo de la parte occidental – aunque lejos de la playa – del Mar Muerto. Ellos también habitaban otros sitios – excepto los más aislados -, y pueblos de Palestina, aunque algunos eran encontrados en las ciudades. La secta surgió aproximadamente en el año150 AC (Judas fue el primero en ser llamado de “esenio”, 110 AC) y desapareció a fines del primer siglo DC. Ellos adoraban a un Dios, Creador y Controlador de todas las cosas, omnipotente y omnisciente. Moisés era considerado con altísima estima y blasfemar su nombre significaba la muerte. El sol era considerado con tal reverencia que llega a levantar sospechas de idolatría. Se admitía un Destino, aunque el libre albedrío, aparentemente, no era negado. Se recusaban a participar de los sacrificios en el templo por miedo de impurezas, pero hacia allá enviaban ofrendas; parece que no ofrecían ningún tipo de sacrificio sangriento ya que clamaban que una mente reverente era la mejor ofrenda a Dios. El Sabbat era guardado con la más rigurosa exactitud, no se respondía ni mismo a los llamados de la naturaleza. Reunidos en sus sitios de asamblea, donde se sentaban según la superioridad de edad, la escritura era leída y explanada, generalmente de manera alegórica, por algún miembro sabio. Ellos se lavaban con frecuencia, ya que se daba extrema importancia a la pureza ceremonial y seguían escrupulosamente las prescripciones contra las profanaciones levíticas; mismo un joven tocar un anciano era algo impuro para el último. Cuáles eran sus doctrinas esotéricas nosotros no lo sabemos. La muerte era bienvenida, ya que alegaban que sus cuerpos eran corruptibles y de materia efímera, pero sus almas eran inmortales, viviendo para siempre, y procedían del más sutil éter, siendo atraídas para dentro de los cuerpos como que para una cárcel, a causa de algún deseo natural. Pero cuando se libertaban de las ataduras de la carne, entonces ellas se regocijaban por la liberación de una larga esclavitud, ascendiendo a las alturas. Y estando ellos de acuerdo con la opinión de los griegos, declaraban que los buenos vivían más allá del Océano, en un sitio jamás afligido por la nieve, ni tempestad, ni calor intenso, sino siempre calmo y refrescado por la brisa fresca que soplaba desde el Océano. Para las almas malas, ellos atribuían un antro, tempestuoso y sombrío, repleto de tormentos sin fin. Algunos dedujeron a través de las palabras aquí mencionadas, que los esenios no creían en la resurrección del cuerpo.

Entre sus virtudes, los esenios cultivaban sobretodo la obediencia, la sinceridad, la continencia, la justicia y la templanza; tenían muchas atenciones con los enfermos, respecto con los ancianos, y mostraban mucha hospitalidad y amabilidad con los extranjeros. Consideraban todos los hombres como iguales y la esclavitud como contraria a la naturaleza. Los culpados de crímenes graves eran punidos con una larga exclusión, o total excomunión, las cuales implicaban grande sufrimiento y frecuentemente la muerte, visto que no se permitía que comieran nada preparado por manos de extraños. La Filosofía era rechazada como algo inútil y fuera de la capacidad de comprensión del hombre, pero la Ética era estudiada con celo. Buscaban las propiedades medicinales de la naturaleza, pues dedicaban cuidados especiales a los enfermos, independientemente de su credo, y también investigaban las propiedades de los minerales. A ellos se atribuían poderes mágicos y la habilidad de predecir. Sobre la última, Josefus nos cuenta algunos casos, entre ellos lo del esenio Manahem, el cual predijo el Grande Reinado a Herodes, cuando era sólo un niño, sin ninguna perspectiva regia. Todas las cosas eran de uso común, ni sus casas pertenecían a si mismos. Trabajaban sobretodo en actividades agrícolas, o fabricaban implementos agrícolas o artículos domésticos, pero jamás armas bélicas, las cuales no se les permitía llevar, excepto objetos de autodefensa cuando salían de viaje. Cosechas y pagas iban para los administradores, que se las distribuían según la necesidad de cada uno. Vestimentas y calzados eran usados hasta que se desgastaran. No se permitía comercio alguno, excepto la permuta. La unción con aceite era considerada una profanación. Siervos eran prohibidos como tentaciones que llevaban a la injusticia. Sus gobernantes eran electos, así como sus sacerdotes – si así puedan ser llamados – y sus administradores. En las ciudades, se designaba un encargado para cuidar de los hermanos que estuvieran en tránsito. Una centena de miembros constituía un tribunal cuya decisión unánime era irrevocable. Los miembros eran divididos en cuatro clases. La rutina cotidiana se daba como siegue: se levantaban antes del alba y no hablaban de asuntos profanos antes de nacer el sol, y hacia él encaminaban una oración, como si le pidieron que naciera. Cada uno era entonces enviado a las tareas designadas, en las cuales trabajaban hasta la quinta hora, i.e., las once horas, cuando todos se reunían, y ya se habiendo bañado en agua especialmente exorcizada y vestidos de blanco, entraban al comedor común, quietos y silenciosos. Delante de cada uno se ponía el pan y un plato con un sólo tipo de alimento. Un sacerdote daba gracias y solamente entonces ellos podrían comer. Al fin de la comida, se decía otra oración, se quitaban sus vestimentas blancas y recobraban sus hatos, a continuación trabajaban hasta anochecer, cuando cenaban de la misma manera. Para la comida del mediodía, que aparentemente era considerada un ayuno de sacrificio, siendo preparada por los sacerdotes, no se admitía forasteros, pero para la cena, era todo lo contrario. Llevándose en cuenta que cada uno hablaba a su turno y que observaban grande moderación con la comida y bebida, el silencio en las comidas les parecía a los forasteros, así se cuenta, algo muy solemne y misterioso. Muchos de los esenios alcanzaban mucha edad y obtenían tanta fuerza física y mental que los peores tormentos a ellos infligidos por los romano fallaron en debilitar su constancia y encontraban la muerte con una sonrisa.

La mayoría de los esenios renunciaba al matrimonio, no porque creían haber algún mal en ello pero porque no se fiaban de las mujeres y deseaban paz y armonía. Ellos perpetuaban su secta adoptando niños y admitiendo adultos que estuvieran “hartos de luchar contra el rudo mar de la vida”. Como Plinio dice. Al llegar, recibían un delantal para llevar en sus abluciones, una vestimenta blanca y una herramienta parecida con una pequeña pala con la cual cavaban un hoyo y escondían sus excrementos de los rayos del sol. Por un año se les testaban sus templanzas mientras cumplían de fuera de la comunidad sus reglas ascéticas. Entonces se seguía un nuevo juzgamiento de dos años, durante el cual compartían de los ritos de purificación – pero no de las comidas – de los iniciados. Si considerados satisfactorios, eran elegidos miembros totales y se comprometían bajo terribles juramentos de honrar a Dios, observar la justicia, ser leal a todos, especialmente a las autoridades, y si ellos mismos ejercían tal autoridad, no excederse a los otros por sus vestimentas, amar la verdad y honestidad, no disimular nada a sus compañeros, no revelar nada a extraños, mantener en secreto a todo costo sus libros y los nombres de sus ángeles. Ese era el único momento en que los esenios rendían juramentos, todos consideraban sus palabras tan sagradas que Heródes les excusaba del juramento de fidelidad. Algunos de ellos observaban las mismas reglas aunque casados, pero simplemente por el bien de la orden y solamente tras una probación de tres años y si la mujer les pareciera saludable y capaz de parir.

Los esenios han recibido atención por los últimos tres siglos fuera de toda la proporción de su numero, de su influencia en la vida contemporánea, o de su importancia como un factor de desarrollo religioso. Eso emergió de dos causas, una externa y otra interna. La última fue la curiosa mezcla de elementos judíos y extranjeros en sus dogmas y costumbres. Esa peculiaridad incitó la curiosidad y ejercitó la ingenuidad de los eruditos, para dilucidarse la combinación. Que los esenios eran realmente judíos, no obstante hablando muy probablemente el griego (judíos por raza, dice Josefus), es reconocido. Su creencia en un sólo Dios, reverencia por un sólo Dios, estricta observancia del Sabbat, fanática adherencia a la circuncisión (Hipólito), etc., todo apunta hacia ello; mientras su actitud con relación al sol, elección de sacerdotes, modo de vida, igualados al pitagoreano por el propio Josefus, etc., parecían demostrar influencias ajenas. La fuente de tales influencias, como todo que es esenico, genera controversias, pero hasta ahora nadie tuvo éxito en determinarla satisfactoriamente. El budismo, el parsismo, el pitagorismo (viejo, nuevo y órfico) helenismo, etc., fueron todos aclamados como uno de los padres de esa secta híbrida. Es suficiente decir que las influencias persas-babilónicas, a través de la Cautividad, el helenismo filtrándose a través de Alejandría y el uso de la lengua griega se pueden ampliamente contar como elementos extranjeros. La alegación de que sus elementos – si despojados de su apariencia griega – pueden tener sus raíces en fundamentos bíblicos, no es fácilmente rechazada. La causa externa de tanta atención fue la tendencia de los deístas ingleses y racionalistas continentales, los cuales se esforzaron en transformar los esenios en predecesores desde los cuales, gradualmente y bien naturalmente, los cristianos se desenvolvieron, y los masones, que simularon hallar en el esenismo la pura cristiandad. En consideración a tales quimeras, es suficiente decir que hay entre el esenismo y el cristianismo algunos puntos de semblanza; no podría ser de otra forma ya que el esenismo era judío en sus orígenes y el cristianismo no fue destructivo, sino progresivo. En cambio, las diferencias son fundamentales. Que Juan Baptista y Cristo eran esenios no es más que mera suposición basada en analogías que surgieron, natural y independientemente del ascetismo y de la pobreza voluntaria. Luego, de la misma forma, la alardeada dependencia entre esenismo y monasticismo puede ser solucionada en las peculiaridades necesarias a cualquier vida ascética, comunista (ved “Wuccu” en “Studien u. Mittheilungen d. Ben. Cist. Ordens”, 1890, I 223-30; Berliere en “Revue Bénéd”, 1891, VIII, 12-190). “ La actitud de Jesús y sus discípulos es totalmente antiesenica”. (Jewish Encyc.). El riguroso silencio sobre cualquier Mesías se debe parte quizás al secreto de los esenios y, principalmente, sin duda, a Su rechazo por parte de su cronista Josefus. En fin, nuestro conocimiento actual de los esenios es superficial y nada fiel, sino que sus fuentes son escasas, tendenciosas y no-fiables.

Fuentes antiguas: Philo, Quod Omnis Probus Liber, xii, también sumarios de su Apologia Jud. en Eusebius, Præp. Evang., VIII, xi; Josefus, Bell. Jud., XIII, v, 9; XV, x, 4-5; XVIII, i, 5, etc., en tr. Complete Works (Paris, 1875), ed. Dindorf; Plinio, Hist. Nat. V. xvi-xvii; Hipólito, Philsophumena (Göttingen, 1859) IX; Epifanio, Hæreses, xix.
Literatura Moderna. – muy larga. Ved: Lightfoot, Collosians and Philemon (London, 1884); Edershiem, Life and Times of Jesus the Messiah (New York, 1896), I; Riggs, Hist. of the Jew. People (New York, 1900); Morrison, The Jews under Roman Rule (New York, 1890); Oesterley and Box, The Religion and Worship of the Synagogue (New York, 1907), vi; Keim, Hist. of Jesus of Nazara (London, 1873; Prideaux, Connection of the O. and N. Test.; Carpzovius, Apparatus Hist-Crit (Leipzig, 1748), 31, 215; Schürer, A Hist. of the Jewish People in the Time of Christ (tr. Edinburgh, 1886), una bibliografia completa; Greitz, Gesch. d. Juden (1905), III (tr. London, 1892); Döllinger, Heidenthum u. Judenthum (1857) tr., The Gentile and the Jew (London); Ewald, Gesch, d. Volk Israel (1868), tr. Hist. of Israel (London, 1870); Krüger, Beiträge zur Hennt. d. Pharisäer u. Essener in Theol. Quart. (Tubingen, 1894); Friedländer, Zur Entstehungsgesch. d. Christenhums (Vienna, 1894; Idem, Die religiösen Bewegungen d. Judent im Zeit. Jesu (Berlin, 1905); Smith, Dict. of the Bible; Ginsburg in Dict. Christ. Biog.; Conybeare in Hast., Dict. of Bible, s. v.; Idem, Dict. of Christ and the Gospels, s. v.; König in Kirkenlex.; The Jewish Encyclopedia.

E.P. GRAHAM
Transcribed by M. Donahue
Traducción de Raquel Cantarelli

Fuente: Enciclopedia Católica