GALATAS, LA EPISTOLA A LOS

I. Bosquejo del contenido

Debido, seguramente, al sentido de urgencia con que se escribió esta epístola es difícil trazar una progresión o secuencia clara en su estructura. Puede subdividirse de la siguiente forma:

1. Saludos (1.1–5)

2. Este nuevo “evangelio” no es evangelio (1.6–10)

3. Autobiografía y apología (1.11–2.14)

a.     Pablo recibió su comisión directamente de Jesucristo (1.11–17)

b.     La primera visita de Pablo a Jerusalén después de su conversión (1.18–24)

c.     La segunda visita de Pablo a Jerusalén (2.1–10)

d.     Por qué Pablo se opuso a Pedro en Antioquía (2.11–14)

4. El evangelio de la gracia no estimula el pecado (2.15–21)

5. Apelación a la experiencia personal de los gálatas (3.1–6)

6. El pacto evangélico con Abraham es anterior a la ley de Moisés (3.7–22)

7. La madurez cristiana (3.23–4.11)

a.     Ahora somos hijos plenamente desarrollados (3.23–29)

b.     Retorno a la infancia (4.1–7)

c.     Retorno a la esclavitud (4.8–11)

8. Otra apelación personal (4.12–20)

9. La libertad cristiana: las dos Jerusalén (4.21–5.1)

10. La fe y no las obras (5.2–12)

11. Libertad y no licencia (5.13–26)

12. Un llamado a la ayuda mutua (6.1–5)

13. Sembrar y cosechar (6.6–10)

14. Palabras finales de puño y letra de Pablo (6.11–18)

a.     Pablo toma la pluma (6.11)

b.     Jactancia falsa y real (6.12–16)

c.     Las verdaderas marcas de un siervo de Cristo (6.17)

d.     Bendición final (6.18)

II. Autor y fecha

Excepto en círculos tan extremos y poco representativos como la escuela de Van Manen (cuyos puntos de vista recibieron publicidad en Ebi), uno de los axiomas de la crítica neotestamentaria ha sido que Pablo es el autor de la Epístola a los Gálatas. Tradicionalmente esta epístola ha sido reconocida como una de las cuatro “epístolas capitales” de Pablo (las otras tres son Romanos y 1 y 2 Corintios) ; más, todavía, se la ha considerado como modelo con el cual pueden cotejarse otros documentos con toda confianza, para determinar si son de paternidad paulina o no.

Si se acepta el punto de vista del “N de Galacia” como destino de la carta (véase la sección IV, inf.), ella no podría haber sido escrita antes de 49/50 dC., época en que empezó el segundo viaje misionero del apóstol (Hch. 16.6), y es más probable que haya sido escrita después del 52 d.C., cuando Pablo comenzó su tercer viaje, en el que visitó “Galacia” por segunda vez (Hch. 18.23), ya que su referencia a haberles predicado “al principio” (Gá. 4.13)—literalmente “a vez anterior” (gr. to proteron)—indica dos visitas. Aceptando ef punto de vista del “S de Galacia”, la epístola podría haberse escrito antes; las palabras “tan pronto” (Gá. 1.6) sin duda darían la idea de que no había pasado mucho tiempo desde su primer viaje misionero (47–48 d.C.), y “al principio” (Gá. 4.13) podría entenderse como que en el curso del primer viaje Pablo y Bernabé visitaron dos veces las ciudades del S de Galacia, yendo de Antioquía de Pisidia a Derbe, y desde allí de nuevo a Antioquía de Pisidia (Hch. 14.21).

Una determinación más precisa de la fecha depende de la interpretación de las visitas de Pablo a Jerusalén que se mencionan en la epístola, Al afirmar que desde su conversión en ningún momento había tenido oportunidad de ser comisionado para su servicio misionero por los apóstoles de Jerusalén, Pablo menciona las veces que los había visto, desde ese momento, y les cuenta lo que ocurrió. Se mencionan dos visitas a Jerusalén: una, tres años después (o en el tercer año) de su conversión (Gá. 1.18), y otra catorce años después (Gá. 2.1). La primera es indudablemente la que menciona Hch. 9.26ss. Generalmente se ha equiparado a la segunda con la de Hch. 15.2ss, durante la cual se realizó el *concilio de Jerusalén. Pero (i) si Gá. 2.1–10 y Hch. 15.2–29 relatan los mismos acontecimientos, por lo menos uno de los dos relatos sería inexacto; (ii) no es satisfactorio suponer que Gá. 2.1–10 relata una entrevista privada que Pablo y Bernabé tuvieron con Santiago, Pedro, y Juan antes del concilio público; en ese caso sería inexplicable que Pablo haya suprimido las conclusiones del cocilio, ya que se relacionaban directamente con la controversia que se estaba llevando a cabo en Galacia; (iii) el hecho de que no se mencionen los resultados del concilio en Gálatas puede explicarse mejor si en realidad todavía no se había llevado a cabo el concilio cuando se escribió la epístola; (iv) si la visita a Jerusalén que narra Gá. 2.1 es la misma que menciona Hch. 15, los críticos de Pablo habrían hecho notar inmediatamente que había dejado de mencionar la visita anterior que figura en Hch. 11.30; 12.25. (No puede aceptarse el punto de vista de que la visita de Hch. 11.30; 12.25 es una repetición de la que registra Hch. 15; la alta estima en cuanto a la veracidad de la narración de *Hechos, sobre la que están basadas estas consideraciones, puede defenderse con buenos argumentos.) Hay razones de peso para equiparar la visita de Gá. 2.1 con la de Hch. 11.30, y para fechar la epístola poco antes del concilio de Jerusalén, ca. 48/49 d.C. El incidente de Gá. 2.12 probablemente deba correlacionarse con Hch. 15.1.

III. Ocasión en que fue escrita

Evidentemente la Epístola a los Gálatas fue escrita a conversos de Pablo que estaban en peligro inminente de adulterar, con elementos del legalismo judío, el evangelio de la libertad cristiana que él les había enseñado. Entre ellos, la circuncisión ocupaba un lugar prominente, como así también la observancia del calendario judío (Gá. 4.10), y posiblemente las leyes judaicas sobre los alimentos. Evidentemente las “iglesias de Galacia” habían sido visitadas por judaizantes que las llevaron a dudar de la autoridad apostólica de Pablo, y que insistían en que, además de la fe en Cristo que él inculcaba, era necesario circuncidarse y aceptar otros aspectos de la ley judía a fin de obtener la salvación. Cuando le llegaron noticias de que esto ocurría, Pablo escribió esta carta con suma urgencia, denunciando esta enseñanza que mezclaba la gracia con la ley como un evangelio diferente del que él les había predicado en el nombre de Cristo—en realidad no era un evangelio—, y urgiendo a sus lectores a mantenerse firmes en la libertad que recientemente habían encontrado, en lugar de someterse nuevamente al yugo de la servidumbre.

IV. Destinatarios

La carta está dirigida a “las iglesias de Galacia” (1.2). Nosotros consideramos que es una designación un poco ambigua, porque “Galacia” se utilizaba en dos sentidos diferentes en el ss. I d.C.: podía significar la Galacia étnica en Asia Menor central, o la provincia romana de *Galacia, que era mucho mas extensa. Si la carta fue enviada a los creyentes de la Galacia étnica (como afirman J. B. Lightfoot y la mayor parte de los comentaristas antiguos), debemos suponer que esa fue la región que visitó Pablo en Hch. 16.6 y 18.23 (o por lo menos en uno de estos pasajes). Pero probablemente deban interpretarse de manera diferente estos dos pasajes. En realidad hay pocas indicaciones de que Pablo haya visitado la Galacia étnica alguna vez, mientras que hay muchas pruebas de que visitó la zona S de la provincia de Galacia y que estableció iglesias allí. El punto de vista de que esta epístola está dirigda a la Galacia étnica se llama generalmente teoría del “N de Galacia”; por otra parte, la teoría del ”S de Galacia” supone que la epístola fue enviada a las iglesias de Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra, y Derbe, que se encontraban en el S de la provincia romana y fueron fundadas por Pablo y Bernabé en el curso de su primer viaje misionero (Hch. 13.14–14.23).

En contra de la teoría del “S de Galacia” se ha argumentado que hubiera sido psicológicamente inoportuno que Pablo se dirigiera a sus lectores como “gálatas” (Gá. 3.1) si en realidad no lo eran étnicamente. Pero si pertenecían a grupos étnicos diferentes (frigios y licaónicos), ¿qué otra denominación común podría haber elegido sino su nombre político común de gálatas? (De la misma manera un escritor moderno que se dirigiera a un grupo mixto de ingleses, galeses, y escoceses probablemente los llamaría “británicos” en el sentido político, aunque en su sentido étnico sólo sería aplicable a los galeses).

V. Principales argumentos

Si bien es difícil hacer un análisis lógico de la epístola en su totalidad, por lo menos podemos reconocer en ella los principales argumentos que Pablo utiliza en defensa de la verdadera libertad del evangelio. Nueve de ellos pueden enunciarse brevemente:

1. El evangelio que Pablo predicaba era el que había recibido por comisión directa de Jesucristo, y lo transmitía con la autoridad de Cristo y no a suya propia (1.11ss).

2. En contra de la afirmación de Pablo de que recibió la comisión directamente de Cristo, algunos argumentaban que toda autoridad apostólica válida debía venir por mediación de Jerusalén, y que las enseñanzas o prácticas de Pablo, por lo tanto, quedaban invalidadas si se desviaban del modelo de Jerusalén. Pablo replica con una descripción de sus visitas a Jerusalén, entre su conversión y el momento de escribir, para mostrar que los dirigentes de Jerusalén no habían tenido oportunidad de comisionarlo pero que, por el contrario, habían reconocido la comisión apostólica (a los gentiles) que él ya había recibido de Cristo (1.15–2. 10).

3. Si la aceptación ante Dios se hubiera podido conseguir por medio de la circuncisión y los demás ritos que se debían observar según la ley judía, la muerte de Cristo habría sido en vano (2.21).

4. La vida cristiana, como los creyentes gálatas lo sabían por experiencia propia, es un don del Espíritu de Dios; cuando la recibieron también recibieron pruebas evidentes de la presencia y el poder del Espíritu en medio de ellos. Pero si comenzaron su vida cristiana en ese plano elevado, era ridículo pensar que podían continuarla en el plano inferior de las obras de la ley (3.2ss).

5. Los judaizantes justificaban su insistencia en la circuncisión apelando al ejemplo de Abraham: como la circuncisión era el sello de su pacto con Dios, argumentaban, ninguno que no estuviera circuncidado podía tener participación en dicho pacto, con todas las bendiciones que lo acompañaban. Pero los verdaderos hijos de Abraham son aquellos que son justificados por su fe en Dios, como lo fue Abraham mismo; ellos son los que disfrutan de las bendiciones que Dios prometió a Abraham. La promesa de Dios a Abraham se cumplió con Cristo y no con la ley; por lo tanto, las bendiciones que acompañan a dicha promesa deben disfrutarse, no mediante la observancia de la ley (que vino mucho después que la promesa, y no podía afectar sus términos), sino por fe en Cristo (3.6–9, 15–22).

6. La ley contiene una maldición para los que no la guardan en todos sus detalles; aquellos que ponen su fe en la ley se exponen, por lo tanto, a los peligros de esa maldiaón. Pero Cristo, por su muerte en la cruz, tomó sobre sí la maldición divina en lugar de su pueblo y lo liberó de esa maldición de la ley; su pueblo, por lo tanto, no debe retroceder y ponerse nuevamente bajo la ley, con su correspondiente maldición (3.10–14).

7. El principio de respeto a la ley pertenece a la etapa de la inmadurez espiritual; ahora que ha llegado Cristo, los que creen en él han llegado a la madurez espiritual como hijos responsables de Dios. Aceptar los argumentos de los judaizantes equivaldría a volver a la infancia (3.23–4.7).

8. La ley impuso un yugo de esclavitud; la fe en Cristo trae liberación. Aquellos a quienes Cristo ha emancipado son realmente necios si abandonan su libertad y nuevamente se colocan bajo los dictados de los rudimentos que sirvieron de medios para la aplicación de la ley (4.8–11; 5.1; 3.19).

9. Esta libertad que el evangelio de la gracia proclama no es sinónimo de anarquía o licencia; la fe en Cristo es una fe que obra por medio del amor y que, en consecuencia, cumple la ley de Cristo (5.6; 5.13–6.10).

Estos argumentos se presentan en forma más sistemática en la Epístola a los Romanos, escrita ocho o nueve años más tarde. Es muy probable que la concepción básica del evangelio que sirve de fundamento a todos los argumentos que haya adquirido forma en la mente de Pablo poco tiempo después de su conversión, aunque la manera en que halla expresión en Gálatas se debe a la situación especial a la que Pablo está haciendo frente en este caso. Pero quizás sea por esa misma razón que hasta el día de hoy los cristianos atesoran esta epístola como la gran carta magna de la libertad del evangelio.

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Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico