NOCHE

v. Día, Tarde
Gen 1:5 a la luz Día, y a las tinieblas llamó N
Exo 40:38 y el fuego estaba de n sobre él, a vista
Jdg 6:27 temiendo hacerlo de día .. lo hizo de n
Jdg 19:15 para entrar a pasar allí la n en Gabaa
Job 17:12 pusieron la n por día, y la luz se
Job 24:15 ojo del adúltero está aguardando la n
Job 35:10 ¿dónde está .. que da cánticos en la n
Job 36:20 no anheles la n, en que los pueblos
Psa 19:2 día, y una n a otra n declara sabiduría
Psa 30:5 por la n durará el lloro, y a la mañana
Psa 42:8 de n su cántico estará conmigo, y mi
Psa 74:16 tuyo es el día, tuya también es la n; tú
Psa 77:2 alzaba a él mis manos de n, sin descanso
Psa 77:6 acordaba de mis cánticos de n; meditaba
Psa 104:20 pones las tinieblas, y es la n; en ella
Psa 139:11 aun la n resplandecerá alrededor de mí
Pro 7:9 la tarde .. la oscuridad y tinieblas de la n
Isa 21:11 guarda, ¿qué de la n? .. ¿qué de la n?
Jon 4:10 de una n nació, y en .. otra n pereció
Mic 3:6 de la profecía se os hará n, y oscuridad
Mat 26:31; Mar 14:27 escandalizaréis de mí esta n
Mat 27:64 no sea que vengan sus discípulos de n
Luk 5:5 toda la n hemos estado trabajando, y nada
Luk 6:12 fue al monte .. y pasó la n orando a Dios
Luk 12:20 necio, esta n vienen a pedirte tu alma
Joh 3:2 vino a Jesús de n, y le dijo: Rabí, sabemos
Joh 9:4 la n viene, cuando nadie puede trabajar
Joh 13:30 tomado el bocado .. salió, y era ya de n
Joh 20:19 cuando llegó la n de aquel mismo día
Joh 21:3 fueron .. y aquella n no pescaron nada
Act 27:23 esta n ha estado conmigo un ángel
Rom 13:12 la n está avanzada, y se acerca el día
1Th 5:2; 2Pe 3:10 así como ladrón en la n
1Th 5:5 día; so somos de la n ni de las tinieblas
Rev 21:25 cerradas de día, pues allí no habrá n
Rev 22:5 no habrá allí más n; y no tienen .. sol


Noche (heb. layil, layelâh; gr. núx). Perí­odo de oscuridad entre los dí­as (noche natural: más o menos desde las 18 hasta las 6; es decir, desde el ocaso del sol hasta el amanecer). En tiempos del AT la noche estaba dividida en 3 “velas” o vigilias: la 1ª se llamaba “al comenzar las vigilias” (Lam 2:19; desde las 18 hasta las 22); la 2ª, “guardia de la medianoche” (Jdg 7:19; desde las 22:01 hasta las 2); y la 3ª, “la vigilia de la mañana” (Exo 14:24; 1Sa 11:11; desde las 2:01 hasta las 6). En tiempos del NT 845 se usaba el sistema romano de 4 vigilias nocturnas: Anochecer (Mar 13:35; Joh 6:16, 17; desde las 18 hasta las 21), Medianoche (Mat 25:6; Mar 13:35; Luk 11:5; Act 16:25; desde las 21:01 hasta las 24), Canto del gallo (Mar 13:35; 14:72; Joh 13:38, etc.; desde las 24:01 hasta las 3) y Amanecer (Mar 13:35, NBE; “madrugada”, BJ; Mat 14:25; Mar 6:48; desde las 3:01 hasta las 6). A veces el perí­odo de la noche se identificaba por horas (Act 23:23). Antiguamente algunos comentadores creyeron que Mar 13:35 se referí­a a las antiguas 3 vigilias judí­as (el amanecer serí­a la “mañana”; es decir, una parte del dí­a) y no a las 4 romanas.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

tiempo oscuro del dí­a. En la creación, la n. es invitación a alabar a Dios, Gn 1, 5; 5, 16. Para los antiguos la n. empezaba a la puesta del sol y precedí­a al dí­a, Gn 1, 5,8; Lv 23, 32. La n. es sí­mbolo de peligro,, de muerte, de ignorancia y de pecado; los pecadores son hijos de la noche, Jc, 7, 19; Job 24, 14; Sal 91, 5; Pr 7, 9; Is 21, 12; Mi 3, 6; Jn 9, 4; Ro 13, 12; 1 Ts 5, 5-7.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

ver TIEMPO

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

De las veinticuatro horas del dí­a, aquellas en las cuales predomina la oscuridad, es la n. Para los israelitas el dí­a comenzaba y terminaba con la puesta del sol. Antes que brillara la luz, existí­a la oscuridad. La noche es anterior al dí­a. Los dí­as, entonces, se contaban a partir del anochecer, atribuyéndosele doce horas al perí­odo de luz y doce al de falta de luz. Mientras los hebreos dividí­an la n. en tres vigilias de cuatro horas cada una, los romanos lo hací­an en cuatro vigilias de tres horas cada una. En el NT predomina la costumbre romana. Así­, el Señor Jesús vino caminando sobre el mar hacia los discí­pulos †œa la cuarta vigilia de la noche†, entre las tres y las seis de la mañana (Mat 14:25).

Como era difí­cil andar de n. porque la falta de luz podí­a conducir al tropiezo y a veces habí­a que caminar palpando, se utiliza la n. para indicar ignorancia, inseguridad. †œEl que anda de n., tropieza, porque no hay luz en él† (Jua 11:10). Durante la n. no se puede trabajar, por lo cual se anima a los creyentes a aprovechar las oportunidades ahora que estamos en el dí­a de ellas, porque †œla n. viene, cuando nadie puede trabajar† (Jua 9:4). Los cristianos son hijos del dí­a, no †œde la n. ni de las tinieblas† (1Te 5:5). Ellos esperan el dí­a en que †œno habrá … más n.† (Apo 22:5).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, CALE TIPO

ver, TIEMPO

vet, Se usa simbólicamente de: (a) La muerte, tiempo en que “nadie puede trabajar” (Jn. 9:4). (b) Las tinieblas morales del mundo, en las que los hombres duermen y están embriagados (1 Ts. 5:7). (c) El perí­odo del rechazamiento de Cristo, que está ya avanzado, “y se acerca el dí­a” (Ro. 13:12). No habrá noche de tinieblas morales o espirituales en la Jerusalén celestial (Ap. 21:25; 22:5). (Véase también TIEMPO.)

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

El dí­a es el tiempo de la luz; la noche, el de las tinieblas (Gén 1,5). El sol ilumina el dí­a; la luna y las estrellas, la noche (Gén 1,16). La noche es sí­mbolo de la muerte (Jn 9,4) y tiempo apto para la oración (Mc 1,35; Lc 6,12; Jn 21,37) y para pasar inadvertido (Mt 2,14; 28,13; Jn 3,2; 19,39). Jesús fue detenido de noche (Mt 26,31.34; Mc 14,30; Lc 12,20; Jn 13,30). Hay que caminar por el dí­a, nunca por la noche (Jn 11,9); pero hay que vivir espiritualmente siempre vigilantes, esperando en todo momento la venida del Señor, el encuentro definitivo con El, que puede venir también de noche (Mt 25,6; Mc 13,35). ->luz.

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

Targum de las cuatro noches (-> pascua). Es uno de los testimonios más significativos del Targum* de Jerusalén. El texto base está formado por Ex 12,41-42: “Aquella noche en que salvó Yahvé a Israel y le sacó de la tierra de Egipto, será noche de vigilias en honor de Yahvé… por todas las generaciones”. El Targum amplí­a e interpreta el tema de esta forma: (1) Creación. Primera noche: “Aquella en la que Yahvé se manifestó en el mundo para crearlo. El mundo estaba desierto y vací­o. Y la tiniebla estaba esparcida sobre la faz del abismo”. Esta es la noche originaria o de la creación, en que actúa Dios, con su Palabra. La celebración pascual judí­a y cristiana pretende recuperar ese origen, para situarse en el comienzo de todas las cosas.

(2) Alianza. Segunda noche: “Fue cuando se manifestó a Abrahán, anciano ya de cien años, y Sara su mujer tení­a noventa años: ¿Es que Abrahán de cien años va a poder engendrar o Sara de noventa va a poder dar a luz? Isaac tení­a treinta y siete años cuando fue ofrecido sobre el altar. Los cielos se abajaron y descendieron. Isaac vio las perfecciones. Sus ojos se oscurecieron por esas perfecciones”. Esta es la no che del encuentro de Dios con los hombres. Dios no se limita a crear, sino que debe recrear, colaborando con los hombres, en este caso con Abrahán. Según Jub y Rom 4, el principio y centro de la alianza es la fe de Abrahán, vinculada a la ofrenda de su hijo, sustituido por el carnero. Una tradición eucarí­stica muy extendida ha interpretado la ofrenda pascual de Jesús a la luz de la ofrenda de Isaac.

(3) Liberación. Tercera noche: “Fue cuando Yahvé se manifestó contra los egipcios en medio de la noche (cf. Ex 12,29; Sab 18). Su mano mató a los primogénitos de los egipcios y protegió a los primogénitos de Israel, para cumplir las palabras de la Escritura: Mi primogénito es Israel (Ex 4,22)”. Esta es la noche de la salvación; en lugar del carnero de Isaac mueren (son sacrificados) los primogénitos de Egipto. Es noche de sangre y destrucción de los perversos, tiempo de venganza de Dios contra los enemigos de su pueblo, como destacaban en tiempo de Jesús muchos esenios y celotas.

(4) Parusí­a. Cuarta noche: “Será cuando el mundo cumpla su fin para ser disuelto. Los yugos de hierro serán quebrados, y las generaciones impí­as, aniquiladas. Y Moisés saldrá del desierto. Es la noche de Pascua por el nombre de Yahvé. Noche fijada y reservada para la salvación de todas las generaciones de Israel”. Esta es la noche de la esperanza escatológica, con la manifestación salvadora del Dios de Israel, que destruye a los enemigos de su pueblo y libera para siempre a sus elegidos. Es noche de esperanza: ceñidos los lomos comen los buenos judí­os, aguardando el paso de Dios, la destrucción de todos los perversos, la salvación del pueblo, a partir de la experiencia del éxodo: “Cada generación judí­a ha de sentirse como si ella misma hubiera sido liberada de Egipto” (cf. Misná, Pes 10,5).

(5) La pascua de las cuatro copas. Conforme a la interpretación anterior, la pascua* es ante todo la fiesta del recuerdo y de la actualización del éxodo, fiesta de nacimiento para el pueblo. En ese contexto se pueden recordar también las cuatro copas*: “Los sabios decí­an: responden a las cuatro copas de castigo que el Santo hará beber un dí­a a los pueblos del mundo… y a las cuatro copas de consuelo que, a su vez, hará beber también un dí­a a Israel” (Joma, Pes 10,37b). Las cuatro noches y las cuatro copas interpretan el conjunto de la historia a la luz de la pascua o paso de Dios. Ellas evocan de un modo especial el entusiasmo escatológico (mesiánico) de gran parte de las comunidades más comprometidas (esenios, fariseos, celotas…) del tiempo de Jesús, que celebraban la pascua esperando la inmediata derrota de los enemigos y la salvación de los judí­os. El aspecto más polí­tico de ese entusiasmo fue desapareciendo tras el 70 y, sobre todo, tras el 135 d.C., con el fracaso de los movimientos nacionalistas, pero se mantuvo y se mantiene en un plano simbólico y espiritual. También lo mantuvieron y mantienen muchos grupos de cristianos que interpretan la pascua de Jesús, actualizada por la eucaristí­a, como anticipo y presencia de la plenitud escatológica.

Cf. R. LE Deaut, La nnit paschale, AnBib, Roma 1963; P. Dumouiin, Entre la Matine et lEucharistie, AnBib 132, Istituto Bí­blico, Roma 1994; D. Ruiz López, De la tarde a la mañana. Estudio del término “Layla” en el Antiguo Testamento, CEDEP, Murcia 1999.NOE
Héroe bí­blico, vinculado al diluvio* y al perdón de Dios, que le salva, con su familia y los animales, en el arca*. La Biblia vincula su nombre (Noah) a la misericordia Hen) por la que Dios le liberó del diluvio (Gn 6,8). Noé aparece de esa forma como el Agraciado, fundador de la nueva historia humana que se apoya en la misericordia de Dios que “no volverá a maldecir a la tierra por causa del hombre, porque la tendencia del corazón del hombre es mala desde su juventud” (Gn 8,21-22). Su recuerdo está vinculado al primer sacrificio y a los mandamientos que suelen llamarse noáquicos (cf. Gn 9,1-17), es decir, de Noé.

(1) Sacrificio. Antes del diluvio, hombres y animales eran en principio vegetarianos, a pesar del sacrificio de Abel, que ofrecí­a a Dios los primogénitos de las ovejas (Gn 4,4); por eso, los diversos animales podí­an convivir sin destruirse en el vientre reducido del arca. Ahora, en cambio, se expresa la violencia de una forma universal. Desde esa perspectiva se entienden los dos rasgos del texto: (a) Por un lado, Dios es gracia y perdona a los hombres de un modo gratuito y les permite vivir por su mise ricordia, manteniéndoles su amor, a pesar de la violencia que han desencadenado, prometiendo que habrá siembra y cosecha, frí­o y calor, invierno y verano, y a pesar de que ellos tengan un corazón pervertido (Gn 8,22; cf. Mt 5,45). (b) Por otro lado, Dios pide sacrificios* y por eso Noé le ofrece en el altar la grasa de los animales: Dios aspira el suave aroma y se aplaca, en gesto que la Biblia interpreta como principio de todos los rituales sagrados de la historia (Gn 8,20-21). A través del sacrificio de animales los hombres reconocen que la vida pertenece a Dios: por eso se la ofrecen sobre el ara, quemando todo o parte del cuerpo sacrificado.

(2) Mandamientos. En este contexto se suele hablar de los primeros mandamientos noáquicos, vinculados de un modo muy intenso con los sacrificios: “Creced, multiplicaos, y llenad la tierra… Todo lo que se mueve y vive, os servirá para mantenimiento: así­ como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo. Pero no comeréis la carne con su vida, que es su sangre… A quien derrame sangre de hombre otro hombre derramará la suya; porque a imagen de Dios ha sido hecho el hombre” (Gn 9,16). Aquí­ se pueden distinguir cuatro mandamientos, dos positivos y dos negativos. (a) Positivos: creced (multiplicarse) y dominar la tierra; comed no sólo los frutos de las plantas, sino también la carne de los animales, (b) Dos negativos: no comer sangre de animales; no derramar sangre humana. Estos cuatro mandamientos expresan el poder y la limitación del hombre; un poder que se extiende sobre todo, pero que debe pararse ante la sangre, para no comerla (sangre de animales), para no derramarla (sangre de hombres). El mandamiento de no comer sangre (carne con sangre) ha estado en el fondo de la primera disputa in traer istiana, de la que trató el Concilio* de Jerusalén, donde se liberó a los pagano-cristianos del cumplimiento de las leyes de Moisés, pero se les pidió que cumplieran estos mandamientos noáquicos: “que se abstengan de la carne ahogada (= no bien sangrada) y de la sangre” (Hch 15,20), a los que se añaden otros dos mandamientos, centrados en la superación de la idolatrí­a: “que se aparten de las contaminaciones de los í­dolos y de la fornicación” (que parece vinculada con un tipo de idolocitos*). Significativamente, los mandamientos noáquicos sobre la sangre siguen cumpliéndose en el judaismo y el islam (donde se prohí­be también comer sangre y carne mal desangrada). Los cristianos, en cambio, dejaron de cumplirlos bastante pronto, manteniendo firme sin embargo el principio del no-matar (no derramar sangre humana).

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

Perí­odo de oscuridad transcurrido desde la puesta del Sol hasta el amanecer, designado por Jehová Dios como †œNoche†. (Gé 1:5, 14.) Entre la puesta del Sol y la oscuridad de la noche hay un corto perí­odo crepuscular, después del cual empiezan a verse las estrellas. Los hebreos llamaron a ese tiempo né·schef, y parece que es al que se refiere la expresión †œentre las dos tardes†, registrada en Exodo 12:6. (Pr 7:9.) De manera similar, el crepúsculo matutino aparece al final de la oscuridad de la noche hasta la aurora; a este fenómeno se le denomina con la misma palabra hebrea. Por lo tanto, el escritor dice en el Salmo 119:147: †œMe he levantado temprano en el crepúsculo matutino†.

División hebrea. Los hebreos dividí­an la noche en vigilias. †œCuando me he acordado de ti sobre mi canapé, durante las vigilias de la noche medito en ti.† (Sl 63:6.) Puesto que en Jueces 7:19 se habla de una †œvigilia intermedia de la noche†, parece evidente que en tiempos antiguos habí­a tres vigilias. Al parecer, cada una de ellas abarcaba una tercera parte del tiempo entre la puesta del Sol y el amanecer, es decir, unas cuatro horas, dependiendo de la época del año. Por lo tanto, la primera vigilia iba desde las 18.00 hasta las 22.00 h. La †œvigilia intermedia de la noche† empezaba aproximadamente a las 22.00 h. y duraba hasta las 2.00 de la madrugada, más o menos. Este fue un tiempo estratégico para que Gedeón efectuase el ataque por sorpresa sobre el campamento madianita. A la tercera vigilia se le llamó la †œvigilia matutina†, e iba aproximadamente desde las 2.00 de la madrugada hasta la salida del Sol. Durante esta vigilia matutina Jehová hizo que los ejércitos egipcios que perseguí­an a Israel experimentasen graves dificultades cuando querí­an cruzar el mar Rojo. (Ex 14:24-28; véase también 1Sa 11:11.)

División romana. Los judí­os, al menos para el tiempo de la dominación romana, habí­an adoptado la práctica, tanto griega como romana, de tener cuatro vigilias nocturnas. Jesús debió referirse a esas cuatro divisiones cuando dijo: †œPor lo tanto, manténganse alerta, porque no saben cuándo viene el amo de la casa, si tarde en el dí­a o a medianoche o al canto del gallo o muy de mañana†. (Mr 13:35.) La vigilia †œtarde en el dí­a† iba desde la puesta del Sol hasta la hora tercera, más o menos las 21.00 h. La segunda vigilia, llamada la †œmedianoche†, empezaba a las 21.00 h. y finalizaba a medianoche. (Lu 12:38.) El †œcanto del gallo† abarcaba desde la medianoche hasta aproximadamente las 3.00 de la madrugada; debió ser durante este tiempo cuando ocurrieron los cantos del gallo mencionados en Marcos 14:30. (Véase CANTO DEL GALLO.) Finalmente, la cuarta vigilia iba desde las 3.00 de la madrugada hasta el amanecer, perí­odo al que también se llamaba †œmuy de mañana†. (Mt 14:25; Mr 6:48.)
En una ocasión se hace mención de una hora especí­fica de las doce que componen la noche: Hechos 23:23 dice que fue a la †œhora tercera†, aproximadamente las 21.00 h., cuando el comandante militar ordenó a las tropas que llevasen a Pablo desde Jerusalén hasta Cesarea.
Mientras que para los judí­os el nuevo dí­a empezaba con la puesta del Sol, para los romanos la medianoche era el punto fijado para la finalización y comienzo del dí­a. De este modo se evitaba el problema resultante de alargar y acortar las horas de luz diurna debido a las estaciones (como ocurrí­a cuando empezaba el dí­a con la puesta del Sol), y permití­a una división del dí­a en dos perí­odos iguales de doce horas en cualquier época del año. Esta es la práctica extendida en la mayorí­a de las naciones hoy en dí­a.

Uso figurado. A veces se usa la palabra †œnoche† en la Biblia con un sentido figurado o simbólico. En Juan 9:4 Jesús habló de la †œnoche […] cuando nadie puede trabajar†. Jesús aquí­ se refirió al tiempo de su juicio, de ser fijado en un madero y de su muerte, cuando no podrí­a participar en las obras de su Padre. (Véanse Ec 9:10; Job 10:21, 22.)
En Romanos 13:11, 12, la †œnoche† se refiere manifiestamente a un perí­odo de oscuridad causado por el adversario de Dios, perí­odo que tiene que finalizar por medio de Cristo Jesús y su reinado. (Véanse Ef 6:12, 13; Col 1:13, 14.) En 1 Tesalonicenses 5:1-11 se contrasta a los siervos de Dios, que han sido iluminados con su verdad, con las personas mundanas, que no lo han sido. Su forma de vivir manifiesta que son †˜hijos de la luz e hijos del dí­a; no pertenecen ni a la noche ni a la oscuridad†™. (Véanse Jn 8:12; 12:36, 46; 1Pe 2:9; 2Co 6:14.) Se halla un uso similar en Miqueas 3:6, donde el profeta dice a aquellos que rechazan la verdadera guí­a divina: †œPor lo tanto ustedes tendrán noche, de modo que no habrá visión; y oscuridad tendrán, de modo que no practiquen la adivinación. Y el sol ciertamente se pondrá sobre los profetas, y el dí­a tendrá que oscurecerse sobre ellos†. (Compárese con Jn 3:19-21.)
También se usa la noche para representar un tiempo de adversidad, puesto que debido a su penumbra y oscuridad, es el tiempo en el que las bestias salvajes vagan, los ejércitos lanzan ataques por sorpresa, los ladrones entran sigilosamente y se cometen otros actos de maldad. (Sl 91:5, 6; 104:20, 21; Isa 21:4, 8, 9; Da 5:25-31; Abd 5.) Es en estos sentidos figurados como tenemos que entender los textos de Revelación 21:2, 25 y 22:5, donde se nos asegura que en la †œNueva Jerusalén† †œya no habrá noche†.

Fuente: Diccionario de la Biblia

laylah (hl;yí’l’ , 3915), “noche”. Cognados de este nombre aparecen en ugarí­tico, moabita, acádico, arameo, sirí­aco, arábigo y etiópico. El término se encuentra unas 227 veces en todos los perí­odos del hebreo bí­blico. Laylah quiere decir “noche”, el perí­odo de oscuridad en un dí­a: “Y llamó Dios a la luz Dí­a, y a las tinieblas llamó Noche: y fue la tarde y la mañana un dí­a” (Gen 1:5 rva: primera vez que aparece en la Biblia). En Exo 13:21 y en pasajes semejantes el vocablo significa “por la noche” o “durante la noche”: “El Señor iba delante de ellos, de dí­a en una columna de nube †¦ y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de dí­a y de noche” (lba). El mismo término se usa metafóricamente para indicar protección: “Dad consejo; tomad decisión. Haz tu sombra como noche, en pleno mediodí­a. Esconde a los desterrados; no entregues a los que andan errantes” (Isa 16:3). Laylah también es figura de profunda calamidad y otras angustias sin la presencia confortante y dirección de Dios: “¿Dónde está Dios, mi Hacedor, que da canciones en la noche †¦ ?” (Job 35:10 rva). En tiempos veterotestamentarios la “noche” se dividí­a en tres vigilias: (1) del atardecer hasta las diez de la noche (Lam 2:19), (2) de diez de la noche a dos de la madrugada (Jdg 7:19) y (3) de dos de la madrugada hasta el amanecer (Exo 14:24).

Fuente: Diccionario Vine Antiguo Testamento

A. NOMBRES 1. nux (nuvx, 3571), se utiliza (I) literalmente: (a) del perí­odo natural alternativo al del dí­a (p.ej., Mat 4:2; 12.40; 2Ti 1:3; Rev 4:8); (b) del perí­odo de ausencia de luz, tiempo en el que algo sucede (p.ej., Mat 2:14; 27.64, TR; Luk 2:8; Joh 3:2; 7.50, TR; Act 5:19; 9.25); (c) de un punto en el tiempo (p,e., Mc 14.27, TR; v. 30; Luk 12:20; Act 27:23); (d) de duración temporal (p.ej., Luk 2:37; 5.5; Act 20:31; 26.7; se debe señalar la diferencia en la frase en Mc 4.27); (II) metafóricamente: (a) del perí­odo del apartamiento del hombre de Dios (Rom 13:12); 1Th 5:5, lit.: “no de noche”, donde “de” significa “perteneciente a”; cf. “de este Camino” (Act 9:2); “de los que retroceden” y “de los que tienen fe” (Heb 10:39); (b) de la muerte, como el momento en que cesa el obrar (Joh 9:4). 2. opsia (ojyiva, 3798), forma femenina del adjetivo opsios, tarde, utilizado como nombre, denota atardecer, sobrentendiéndose hora (véase jespera, TARDE). Se encuentra siete veces en Mateo, cinco en Marcos, dos en Juan, y solo en estos lugares en todo el NT (en TR aparece también en Mc 11.11, traducido “anochecí­a”, en lugar de opse en los mss. más comúnmente aceptados). Este término, traducido con el verbo anochecer en Mat 14:15; 16.2; Joh 6:16, y en los demás pasajes como “noche”, significa en realidad la segunda parte de la tarde tal como la contaban los judí­os, yendo la primera parte desde las 3 de la tarde hasta la puesta del sol, la segunda después de la puesta del sol; este es el significado usual. Sin embargo, se usa de ambas partes de la tarde (p.ej., Mc 1.32); cf. opsimos, tardí­a, dicho de la lluvia (Jam 5:7). B. Verbo dianuktereuo (dianuktereuvw, 1273), pasar a través de la noche (dia, a través, nux, noche), pasar toda la noche. Se encuentra en Luk 6:12, del Señor pasando toda la noche en oración.¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

El acontecimiento de la noche pascual ocupa el centro del simbolismo, de la noche en la Escritura. Desde luego, se encuentra también en la Biblia la experiencia humana fundamental, que es común a la mayorí­a de las religiones : la noche es una realidad ambivalente, temerosa como la muerte, e indispensable como el tiempo del nacimiento de los mundos. Cuando desaparece la *luz del dí­a, entonces se ponen en movimiento las bestias maléficas (Sal 104,20), la peste tenebrosa (Sal 91,6), los hombres que odian la luz: adúlteros, ladrones o asesinos (Job 24,13-17); tanto es así­ que hay que orar al que creó la noche (Gén 1,5) que proteja a los hombres contra los terrores nocturnos (Sal 91,5). Por otra parte, si la noche es temerosa porque en ella muere el dí­a, debe a su vez ceder el puesto al dí­a que sigue: así­ el fiel que cuenta con el Señor es como el vigilante que acecha la aurora (Sal 130,6). Estos simbolismos valederos, tinieblas mortales y esperanza del dí­a, no hallan, sin embargo, su pleno significado sino enraizados en una experiencia privilegiada: la noche es el tiempo en el que se desarrolló en forma privilegiada la historia de la salvación.

AT. 1. La noche de la liberación. Según las diversas tradiciones del Exodo, fue “hacia la mitad de la noche” cuando Yahveh puso en ejecución el proyecto que habí­a formado de liberar a su pueblo de la esclavitud (Ex 11,4; 12,12.29); noche *memorable, recordada cada año con una noche de vigilia, en memoria de lo que Yahveh mismo habí­a *velado por su pueblo (12,42). Noche que se prolongó mientras la columna de *nube alumbraba la marcha de los fugitivos (13,21s). Aquí­ se manifiesta ya la ambivalencia de la noche: para los egipcios se espesaba la nube, semejante a aquella noche que cayó en otro tiempo sobre ellos, mientras que la luz alumbraba a los hebreos (10,21ss). “Para tus santos, comenta la Sabidurí­a, era la plena luz” (Sab 18,1). Luego, describiendo la noche única : “Mientras un silencio apacible envolví­a todas las cosas y la noche llegaba a la mitad de su rápido curso, tu palabra omnipotente se lanzó del trono regio (18,14s). ¿Hay que relacionar con este acontecimiento nocturno la oración del salmista que se levanta a media noche para dar gracias a Dios por sus justos juicios (Sal 119,62)? En todo caso la noche aparece de golpe como el tiempo de la *prueba, pero de una prueba de la que somos librados por el juicio de Dios.

2., El dí­a y la noche. Israel no cesó de soñar con el *dí­a en que Yahveh lo liberarí­a por fin de la .opresión en que se hallaba. Esta esperanza era legí­tima, pero la conducta infiel no la justificaba. Así­ los profetas reaccionan contra ella: “¡Ay de los que suspiran por el dí­a de Yahveh! ¿Qué será para vosotros? Tinieblas, pero no luz” (Am 5,18), oscuridad y *sombra espesa (Sof 1,15; Jl 2,2). Ambivalencia también, pero inherente esta vez al dí­a de Yahveh: para los unos será una noche ; pero será una luz resplandeciente para el *resto de Israel, que, entre tanto, marcha a tientas en las tinieblas de la noche (Is 8,22-9,1), tropieza con las “montañas de la noche” (Jer 13,16), pero todaví­a espera (cf. Is 60,1).

3. En la noche de la prueba. Sabios y salmistas trasladaron a la vida individual la experiencia del juicio divino qué se opera en la noche y por la noche. Si practicas la *justicia, “tu luz brotará como la aurora” (Is 58,8; Sal 112,4). Job se lamenta, sí­, del dí­a de su nacimiento, que hubiera debido quedar sepultado en la noche del seno materno (Job 3,7). Pero el salmista da vueltas en su lecho en plena noche para llamar al Señor: la noche le pertenece (Sal 74,16) y él puede, por tanto, liberar al hombre como antaño en los tiempos del Exodo (Sal 63,7; 77,3; 119, 55). “Mi alma te desea por la noche para que ejecutes tu juicio” (Is 26, 9; cf. Sal 42,2). Los apocalipsis, prolongando esta evocación de la salvación como una *liberación de la prueba nocturna, describen la *resurrección como un despertar después del *sueño de la muerte (Is 26,19; Dan 12,2), una vuelta a la luz después de la inmersión en la noche total del seo!.

NT. El salmista decí­a a Dios: “La tiniebla no es tiniebla delante de ti, y la noche es luminosa como el dí­a” (Sal 139,12). Esta palabra debí­a realizarse en forma maravillosa, como una nueva *creación operada por aquél que dijo: “¡Brote la luz de las tinieblas!” (2C’or 4,6): con la *resurrección de Cristo brotó el dí­a de la noche, y esto para siempre.

1. La noche y el dí­a de pascua. Mientras era de dí­a hací­a Jesús irradiar la luz de sus obras (Jn 9,4). Llegada la *hora, se entrega a las asechanzas de la noche (11,10), de esa noche en que se ha sumergido el traidor Judas (13,30), en que sus discí­pulos van a *escandalizarse (Mt 26,31 p); él ha querido afrontar esta “hora y el reino de las tinieblas” (Le 22,53). La liturgia primitiva conserva para siempre su recuerdo: “la noche en que fue entregado” fue cuando instituyó la Eucaristí­a (ICor 11,23). Y el dí­a mismo de su muerte se convierte en tinieblas que cubren toda la tierra (Mt 27,45 p; cf. Act 2,20 = J1 3,4).

Pero he aquí­ que “al despuntar el alba” irrumpe el relámpago de los ángeles (Mt 28,3) anunciando el triunfo de la vida y de la luz sobre las tinieblas de la noche. Esta aurora la habí­an conocido ya los discí­pulos cuando Jesús se habí­a reunido con ellos caminando sobre las aguas enfurecidas “en la cuarta vigilia de la noche)) (Mt 14,25 p). Noche de liberación que todaví­a conocerán los apóstoles, milagrosamente libertados de su prisión en plena noche (Act 5, 19; 12,6s; 16,25s). Noche de luz para Pablo, cuyos ojos están sumidos en las tinieblas, para despertarlo a la *luz de la fe (Act 9, 3.8.18).

2. “Nosotros no somos ya de la noche” (1Tob 5,5). En adelante la vida del creyente reviste un sentido en función del dí­a de pascua que no conoce ocaso. Este dí­a brilla en el fondo de su corazón: es un “hijo del dí­a” (ibid.; cf. Ef 5,8) una vez que Cristo, surgido de entre los muertos, ha brillado sobre él ($f 5,14). Ha sido “arrebatado al poder de las tinieblas” (Col 1,13), ya no tiene “entenebrecidos los pensamientos” (Ef 4,18), sino que refleja en su rostro la *gloria misma de Cristo (2Cor 3. 18). Para *velar contra el prí­ncipe de las tinieblas (Ef 6,12) debe *revestirse de Cristo y de sus armas de luz, deponer las “sobras de las tinieblas” (Rom 13,12ss; 1Jn 2,8s). Para él ya no es de noche, su noche es luminosa como el dí­a.

3. El dí­a en medio de la noche. Puesto que el cristiano ha sido “conducido de las tinieblas a la admirable luz” (Act 26,18; lPe 2,9), no puede verse sorprendido por el *dí­a del Señor, que viene como ladrón en la noche (ITes 5,2.4). Cierto que actualmente se halla todaví­a “en la noche”, pero esta noche “avanza” hacia el dí­a muy próximo que le pondrá fin (Rom 13,12). Tiene ya en sí­ mismo la luz, pero aguarda una luz todaví­a más plena. Con Pedro, iluminado durante la noche en que se *transfiguró Cristo (Lc 9,29.37), halla en las *Escrituras una luz, como una *lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que comience a despuntar el dí­a y salga en su corazón la estrella de la mañana (2Pe 1,19). De este dí­a que viene no reveló Jesús el momento exacto (Mc 13,35), pero habrá identidad entre “ese dí­a” y “esa noche” (Lc 17,31.34). Cristo-esposo’ endrá en medio de la noche (Mt 25,6); como las ví­rgenes prudentes con las lámparas encendidas, dice la esposa: “Yo duermo, pero mi corazón vela” (Cant 5,2). En su espera se esfuerza por pensar en él dí­a y noche, imitando a los vivientes (Ap 4,8) y a los elegidos del cielo (7,15) que, dí­a y noche, proclaman las alabanzas divinas. El Apóstol, con el mismo espí­ritu, trabaja dí­a y noche (ITes 2,9; 2Tes 3,8), exhorta (Act 20,31) y ora (ITes 3,10). Todaví­a en la tierra los servidores de Cristo anticipan así­ en cierto modo el dí­a sin fin en que “ya no habrá noche” (Ap 2115; 22,5).

–> Dí­a – Luz – Nube – Sombra – Sueño – Velar.

LEON-DUFOUR, Xavier, Vocabulario de Teologí­a Bí­blica, Herder, Barcelona, 2001

Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas