PROSTITUTA

mujer que ejerce el comercio carnal con su propio cuerpo, también llamada en las Escrituras ramera. Existí­a la prostitución sagrada entre los pueblos paganos vecinos de Israel, ejercida por hombre y mujeres, ® hieródulos.

Las prostitutas se poní­an a la vera de los caminos en espera del cliente que les pagara por sus servicios. Esta actividad existe desde muy antiguo, lo mismo que desde los primeros tiempos bí­blicos, lo que se puede deducir por el episodio de Judá, quien creyó que su nuera Tamar, a quien encontró a la vera del camino de Timná con el rostro tapado, y consiguió que se acostara con él, Gn 38, 15-30. Una p. mencionada en el A. T., es Rajab, †œla ancha†, que acogió en su casa a los dos espí­as israelitas enviados por Josué a explorar la ciudad de Jericó, los protegió de los hombres del rey de Jericó que los buscaban y les salvó la vida; los espí­as se comprometieron, por la buena acción de la p. Rajab a respetarle la vida lo mismo que a los de su familia, Jos 2, 1-21. Cuando los israelitas conquistaron la ciudad de Jericó, todo fue consagrado al anatema, menos la casa de la p. Rajab; tras esto, la mujer y su familia vivieron entre los israelitas, Jos 6-17-25. En el N. T., se recuerda a esta p., cuya fe y el haber ocultado y protegido a los exploradores la salvaron de perecer, Hb 11, 31; St 2, 25. En 1 R 3, 16-28, se cuenta la historia de dos prostitutas que se disputaban un niño y que acudieron donde el rey Salomón, quien dirimió sabiamente el asunto. Jefté, el juez de Israel, era hijo de una p., Jc 11, 1. Sansón durmió en casa de una p. de Gaza, y a la media noche se levantó y arrancó las puertas de la ciudad, Jc 16, 1-3. El profeta Oseas tomó por mujer a Gómer, una p., Os 1, 3. A los sacerdotes la Ley les prohibí­a casarse con mujer p., Lv 27, 7; y si la hija de un sacerdote se dedicaba a la prostitución, debí­a ser quemada, Lv 27, 9. Sin embargo, el juicio contra las prostitutas no es tan duro como sucede con las mujeres adúlteras, que pagaban con su vida la infidelidad.

En los libros sapienciales se habla de ellas como causa para que las fortunas se disipen, Pr 29, 3; Si 9, 3 y 6; en el N. T., en la parábola del hijo pródigo esta idea vuelve a asomar, pues dice Jesús que disipó la hacienda de su padre con prostitutas, Lc 15, 30.

Es muy común en el A. T. llamar a la infidelidad de los israelitas para con Yahvéh, el servir a dioses extranjeros, prostitución, Lv 20, 5; 1 R 9, 22; 2 Cro 21, 13; Ez 16, 22; 23, 30; 23, 8/11/14/27/35/43; 43, 7 y 9; Os 2, 7; 5, 3; 9, 1; y al pueblo infiel de Israel se le llama p., Jr 2, 20.

En el N. T. Jesús les dice a los judí­os que no creyeron en la predicación de Juan Bautista que las prostitutas los precederán en el Reino de los cielos porque ellas creyeron en él, Mt 21, 31. En el Apocalipsis, Roma, que es denominada Babilonia, es personificada por una mujer llamada †œla célebre Prostituta†, que por sus idolatrí­as y por la persecución de los cristianos será condenada, Ap 17; 18.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Palabra que, junto con ramera es designada por cuatro palabras en el AT:
( 1 ) Zonah, la de uso más frecuente;
( 2 ) qedeshah, una prostituta sagrada, sacerdotisa de una religión pagana en la que la fornicación era parte del culto (Gen 38:21-22; Deu 23:17);
( 3 ) ishshah zarah, mujer extraña, una expresión que sólo se encuentra en Proverbios;
( 4 ) nokhriyah, extraña, extranjera, una palabra que también se utiliza en Proverbios, con el mismo significado de ramera. La palabra que se usa en el NT es porne (vendida, fornicaria; p. ej., Luk 15:30; 1Co 6:15-16; Rev 17:1, Rev 17:5, Rev 17:15-16).

Habí­a leyes vigentes en relación con las prostitutas. Los padres no debí­an forzar a sus hijas a entrar en la práctica (Lev 19:29); los sacerdotes no debí­an casarse con prostitutas (Lev 21:7, Lev 21:14) y los salarios de las prostitutas o sus pares masculinos no podí­an ser llevados al templo para pagar un voto (Deu 23:18).

El castigo para las prostitutas era muy severo cuando se cumplí­a. En Gen 38:24, Judá ordenó que Tamar fuera quemada por ser prostituta (hasta que comprendió que su pecado habí­a sido peor que el de ella, v. 26)Lev 21:9 ordenaba que la hija de un sacerdote que se habí­a vuelto prostituta fuera quemada. Deu 22:21 ordenaba que una novia de la que se habí­a descubierto que no era virgen fuera apedreada.

Ante un pecado tan común, debí­an tomarse precauciones. El libro de Proverbios, en el cual se mencionan todas las palabras que se traducen como prostituta o ramera (excepto qedeshah) enseña y advierte sobre las prostitutas a través de amonestaciones e ilustraciones. La situación en la iglesia de Corinto era tal que Pablo debió advertir a los miembros de esta iglesia en forma especial contra la fornicación con prostitutas (1Co 6:15-16).

Las palabras ramera, o prostituta, o prostitución, son utilizadas con mucha frecuencia, especialmente en los libros proféticos, para describir la idolatrí­a.

Este uso figurado está basado, evidentemente, en la idea de que el Señor era el esposo de la nación de Israel (Jer 3:20).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(ramera).

Mujer: (u hombre) que hace ganancia de su cuerpo. Es un pecado grande, porque es profanar el propio cuerpo, que está hecho para ser “templo de Dios”: (1Co 6:1516, 1Co 3:16-17). Se castigaba con la pena de muerte: (Lev 19:29, Lev 21:7, Lev 21:9, Lev 21:14, Deu 23:18, Gen 38:24).

– Una ascendiente de Jesús era prostituta: Rahab: (Mat 1:5, Jos 2:1, Jos 6:17, Stg 2:25).

– Se usa en sentido figurado, refiriéndose a la infidelidad religiosa de una persona o un pueblo, queriendo decir “apostasí­a” o “idolatrí­a”: Oseas: (Stg 1:2) es el profeta de la prostitución: (Isa 1:21 Jer 2:20, Exo 34:15, Lev 17:7, Deu 31:16).

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

Mujer lasciva. Ramera. Mujer que mantiene relaciones sexuales con los hombres por dinero. Las palabras hebrea y griega para prostituta son zoh·náh y pór·ne, respectivamente. (Véase RAMERA.)

Bajo la Ley. La ley de Dios a Israel mandaba: †œNo profanes a tu hija haciéndola prostituta, para que la tierra no cometa prostitución y la tierra realmente se llene de moral relajada†. (Le 19:29.) El séptimo mandamiento prohibí­a el adulterio (Ex 20:14; Dt 5:18), y el castigo era la muerte de los dos implicados. (Le 20:10.) Tení­a que darse muerte a la muchacha a la que se hallaba culpable de haberse casado alegando falsamente que era virgen. (Dt 22:13-21.) A la muchacha comprometida que cometí­a fornicación con otro hombre se la consideraba igual que una esposa adúltera, y se le daba muerte. (Dt 22:23, 24.) La muchacha soltera que cometí­a fornicación tení­a que ser dada en matrimonio al hombre que la habí­a seducido, a menos que el padre rehusara dar su consentimiento. (Ex 22:16, 17; Dt 22:28, 29.)
Por estas y otras razones, las prostitutas que habí­a en Israel eran, con pocas excepciones, mujeres extranjeras. Los Proverbios previenen repetidas veces contra la †œmujer extraña† y la †œextranjera† que atraí­an seductoramente a un hombre a cometer inmoralidad. (Pr 2:16; 5:20; 7:5; 22:14; 23:27.)
La Ley prohibí­a que un sacerdote se casase con una prostituta, y si la hija de un sacerdote cometí­a prostitución, debí­a dársele muerte y después quemarla en el fuego. (Le 21:7, 9, 14.) El †˜alquiler de una prostituta†™ no se aceptaba como contribución para el santuario de Jehová, porque las prostitutas eran algo detestable a la vista de Jehová. (Dt 23:18.)
La manera sabia y entendida de manejar el caso de dos prostitutas fortaleció en gran manera la fe del pueblo en Salomón como el sucesor adecuado de David en el trono de Israel. Probablemente los jueces del tribunal inferior no pudieron solventar ese caso, y por esa razón se remitió al rey. (Dt 1:17; 17:8-11; 1Sa 8:20.) Estas mujeres quizás no eran prostitutas profesionales, sino mujeres que habí­an cometido fornicación, bien judí­as, o, posiblemente, de ascendencia extranjera. (1Re 3:16-28.)

Prostitutas de templo. La figura de la prostituta de templo era una caracterí­stica singular de la religión falsa. El historiador Heródoto informa que †œla costumbre sin duda más ignominiosa que tienen los babilonios es la siguiente: toda mujer del paí­s debe, una vez en su vida, ir a sentarse a un santuario de Afrodita y yacer con un extranjero†. (Historia, I, 199.) Asimismo, habí­a prostitutas de templo relacionadas con la adoración de Baal, de Astoret y de otros dioses y diosas que se adoraban en Canaán y otros lugares.
Los prostitutos de templo también formaban parte de la adoración degenerada. (1Re 14:23, 24; 15:12; 22:46.)

†˜El camino a la muerte.†™ En el capí­tulo 7 de Proverbios, el rey Salomón describe una escena que observó y que ilustra los manejos de la prostituta y los resultados para los que caen en sus redes. Menciona a un joven que al anochecer pasa por la calle cerca de la casa de una prostituta, un joven del que Salomón dice que es †œfalto de corazón†, es decir, de discernimiento o buen juicio. (Véase CORAZí“N.) La mujer, vestida de la manera indecente caracterí­stica de una prostituta, está al acecho y se dirige a él. Tiene labios suaves y habla persuasiva, pero su verdadera disposición es alborotadora y terca; es astuta de corazón. Finge ser justa al decir que habí­a hecho sacrificios de comunión ese mismí­simo dí­a (dando a entender que habrí­a alimento para banquetear, puesto que el que hací­a la ofrenda normalmente tomaba parte del sacrificio de comunión para él mismo y su familia). (Pr 7:6-21.)
Salomón muestra que una vez que el joven ha sido atraí­do seductoramente hasta este punto, ya no puede evitar envolverse con ella en el pecado, y, abandonando todo sentido común, sigue adelante †˜como un toro al degüello†™, como un hombre que estuviera atado con grilletes sin poder escapar de la disciplina que recibirá. †œHasta que —dice Salomón—, una flecha le abre el hí­gado†, es decir, hasta que recibe la herida que provoca la muerte, tanto espiritual como fí­sica, pues no solo ha expuesto su cuerpo a una enfermedad mortí­fera de transmisión sexual (en casos avanzados de sí­filis el ataque bacteriano satura el hí­gado), sino que, además, †œno ha sabido que en ello está envuelta su misma alma†. Todo su ser y toda su vida han sido afectados seriamente, y él ha pecado gravemente contra Dios. Salomón concluye su relato diciendo: †œCaminos al Seol es su casa; van descendiendo a los cuartos interiores de la muerte†. (Pr 7:22, 23, 27; compárese con Pr 2:16-19; 5:3-14.)

†œDestruye cosas valiosas.† El Proverbio dice: †œEl hombre que ama la sabidurí­a regocija a su padre, pero el que tiene compañerismo con las prostitutas destruye cosas valiosas†. (Pr 29:3.) En primer lugar, destruye su relación con Dios, que es la posesión más valiosa; después, acarrea oprobio a su familia y destruye las relaciones familiares. Como advierte otro proverbio, tal hombre †˜da a otros su dignidad y sus años a lo que es cruel; los extraños se satisfacen de su poder, y las cosas que consiguió con dolor llegan a estar en casa de un extranjero†™. (Pr 5:9, 10.)
Por lo tanto, el sabio aconseja: †œNo desees en tu corazón su belleza [la de la mujer extranjera], […] porque a favor de una prostituta uno se rebaja a un pan redondo; pero en cuanto a la esposa de otro hombre, ella caza hasta un alma preciosa†. (Pr 6:24-26.) Estas palabras pueden significar que cuando un israelita tení­a relaciones con una prostituta, derrochaba sus bienes y se sumí­a en la pobreza (compárese con 1Sa 2:36; Lu 15:30), pero el hombre que cometí­a adulterio con la esposa de otro perdí­a su alma (la Ley penalizaba el adulterio con la muerte). O puede que en todo el pasaje se llame prostituta a la esposa adúltera.
Los últimos versí­culos del capí­tulo (Pr 6:29-35) dicen: †œ[En cuanto a] cualquiera que tenga relaciones con la esposa de su semejante; nadie que la toque quedará exento de castigo. La gente no desprecia al ladrón simplemente porque comete robo para llenarse el alma cuando tiene hambre. Pero, cuando sea hallado, lo resarcirá con siete veces la cantidad; todas las cosas valiosas de su casa dará. Cualquiera que comete adulterio con una mujer es falto de corazón; el que lo hace está arruinando su propia alma. Una plaga y deshonra hallará, y su oprobio mismo no será borrado. Porque la furia de un hombre fí­sicamente capacitado son los celos, y no mostrará compasión en el dí­a de la venganza. No dará consideración a ninguna clase de rescate, ni mostrará disposición favorable, no importa cuán grande hagas el presente†.
Proverbios 6:30-35 puede dar a entender que los hombres no desprecian tanto a un ladrón que roba para aplacar el hambre, porque hasta cierto grado entienden su acto. Sin embargo, si es apresado, tiene que devolver con †˜interés†™ lo que robó (esto era así­ especialmente bajo la Ley [Ex 22:1, 3, 4]; en el proverbio puede que se diga †œsiete veces† para indicar que se le hace pagar al grado máximo la pena). Pero el adúltero no puede hacer restitución por su pecado; su oprobio, que no es pequeño, permanece, y él no puede ofrecer ningún rescate ni librarse del castigo que merece.
Si un cristiano que es miembro del cuerpo espiritual de Cristo tuviera relaciones con una prostituta o cometiera fornicación, estarí­a apartando un miembro de Cristo para hacerlo miembro de una ramera, uniéndose con una prostituta como un solo cuerpo. De modo que estarí­a pecando contra su propio cuerpo en lo que respecta a su condición de ser †˜un miembro de Cristo†™. (1Co 6:15-18.)

Deben abandonar tal práctica para recibir salvación. Hay esperanza para las prostitutas, siempre que se vuelvan de sus prácticas detestables y ejerzan fe en el sacrificio de rescate de Jesucristo. Cuando el apóstol escribió a los cristianos de Corinto, les recordó que algunos de ellos antes habí­an sido fornicadores y adúlteros, pero que habí­an abandonado ese proceder y habí­an sido lavados y declarados justos en el nombre del Señor Jesucristo. (1Co 6:9-11.) Muchas de las rameras que habí­a en Israel demostraron tener mejor corazón que los lí­deres religiosos. Estas mujeres, despreciadas por los escribas y fariseos, aceptaron humildemente la predicación de Juan el Bautista, y Jesús las puso como ejemplo para los lí­deres religiosos cuando dijo: †œEn verdad les digo que los recaudadores de impuestos y las rameras van delante de ustedes al reino de Dios†. (Mt 21:31, 32.)

Rahab. Rahab es un ejemplo de una prostituta que expresó fe en Dios y fue declarada justa. (Snt 2:25.) Los espí­as que Josué envió a Jericó se alojaron en la casa de Rahab. (Jos 2:1.) No serí­a razonable suponer que lo hicieron movidos por un interés inmoral. A este respecto, C. F. Keil y F. Delitzsch hacen el siguiente comentario en su obra Commentary on the Old Testament (1973, vol. 2, †œJoshua†, pág. 34): †œEntrar en la casa de una mujer de su condición no hubiese despertado mucha sospecha. Además, el hecho de que la casa estuviese junto al muro o sobre él les facilitarí­a la huida. Pero el Señor guió de tal modo a los espí­as, que hallaron en esta pecadora a la persona idónea para sus propósitos, una mujer en cuyo corazón hicieron tal impresión los informes sobre la liberación milagrosa que el Dios vivo habí­a realizado en favor de Israel, que no solo les informó del abatimiento que habí­a sobrecogido a los cananeos, sino que, además, con plena confianza en el poder del Dios de Israel, escondió a los espí­as de todas las pesquisas de sus coterráneos, pese al gran riesgo que eso supuso para ella†. Si se tiene presente que Israel tení­a la comisión divina de echar a los cananeos de aquella tierra debido a sus prácticas inmorales y que Dios bendijo la conquista de Jericó y a la propia Rahab, resulta del todo irrazonable suponer que los espí­as tuvieron relaciones inmorales con ella o que Rahab continuó después con la práctica de la prostitución. (Le 18:24-30.)
Con relación a la prostituta que dio a luz a Jefté (Jue 11:1) y a la prostituta de la ciudad de Gaza en cuya casa se alojó Sansón (Jue 16:1), véanse JEFTE; SANSí“N.

Uso figurado. A la persona, nación o congregación dedicada a Dios que hace alianzas con el mundo o se vuelve a la adoración de dioses falsos se la llama en la Biblia †œprostituta†. Ese fue el caso de la nación de Israel, que tuvo †œayuntamiento inmoral† con dioses extranjeros y, de la misma manera que una esposa infiel busca a otros hombres, acudió a naciones extranjeras en busca de protección y salvación de sus enemigos, en vez de acudir a su †œdueño marital†, Jehová Dios. (Isa 54:5, 6.) Además, Jerusalén alcanzó tal grado de infidelidad, que fue más allá de la costumbre común de las prostitutas, como dijo el profeta Ezequiel bajo inspiración: †œA todas las prostitutas se acostumbra dar un regalo, pero tú… tú has dado tus regalos a todos los que te han amado apasionadamente, y les ofreces un soborno para que vengan a ti de todo en derredor en tus actos de prostitución†. (Eze 16:33, 34.) Tanto el reino de diez tribus de Israel como el reino de dos tribus de Judá fueron denunciados debido a su prostitución en este sentido simbólico. (Eze 23:1-49.)
El ejemplo más notorio de prostitución espiritual es †œBabilonia la Grande, la madre de las rameras y de las cosas repugnantes de la tierra†. (Rev 17:5; véase BABILONIA LA GRANDE.)

Fuente: Diccionario de la Biblia