Doctrina cristiana sobre los demonios – Demonología

Demonología

La doctrina cristiana sobre los demonios, basada en la interpretación de las Escrituras y la tradición teológica, abarca varios aspectos fundamentales:

1. Existencia de los Demonios: El cristianismo generalmente acepta la existencia de los demonios como seres espirituales malignos, opuestos a Dios y a la bondad humana. Estos seres son considerados reales, no meramente simbólicos.
2. Naturaleza de los Demonios: Los demonios son vistos como entidades espirituales caídas, originalmente creadas buenas por Dios, pero que se volvieron malas debido a su rebelión. Son seres inmateriales, aunque capaces de influir en el mundo físico y espiritual.
3. Origen de los Demonios: La doctrina cristiana comúnmente enseña que los demonios son ángeles caídos, liderados por Satanás, que se rebelaron contra Dios. Esta creencia se basa en una interpretación de pasajes como Isaías 14:12-15, Ezequiel 28:12-17 y Apocalipsis 12:7-9.
4. Actividades de los Demonios: Los demonios buscan tentar a las personas al pecado, crear confusión, acusar, y oponerse al propósito de Dios en la Tierra. La Biblia los describe como causantes de ciertas enfermedades físicas y mentales, aunque no todas las enfermedades se atribuyen a la influencia demoníaca.
5. Autoridad de Cristo sobre los Demonios: Un punto central es que Jesucristo tiene autoridad sobre los demonios. Los Evangelios están repletos de relatos donde Jesús expulsa demonios, mostrando su poder sobre ellos.
6. La Derrota Final de los Demonios: La doctrina cristiana sostiene que, aunque los demonios son activos en el mundo actual, su derrota final está asegurada por la obra redentora de Cristo. En el fin de los tiempos, según el libro de Apocalipsis, Satanás y sus demonios serán lanzados al lago de fuego.
7. La Respuesta Cristiana a los Demonios: Los cristianos están llamados a resistir al diablo y a sus demonios mediante la fe, la oración, y el uso de la “armadura de Dios” descrita en Efesios 6:10-18. La exorcización de demonios, aunque reconocida, debe abordarse con cautela y dentro del contexto de una comprensión bíblica sólida.

Esta doctrina sobre los demonios refleja una perspectiva teológica que enfatiza tanto la soberanía de Dios como la realidad de una lucha espiritual en el mundo.