La iglesia no es una estructura humana como una institución política o social. Es un organismo divino. Tiene un fundador divino y una cabeza divina.
Jesús les había dicho a los apóstoles: “Edificaré mi iglesia”. Es su iglesia. El es el constructor. Él es la cabeza de la iglesia (Colosenses 1:18). Pablo la llama “la iglesia del Dios viviente” (1 Ti. 3:15). La iglesia es la novia de Cristo que ha sido salvada y santificada por Él para la unión consigo mismo (Efesios 5: 25ss.). La iglesia también se conoce como el cuerpo de Cristo (Efesios 1:22, 23; 4:12; Colosenses 1:18). Como cuerpo, es la plenitud de Cristo, quien mismo lo llena todo en todo (Efesios 1:23).
La iglesia también pertenece a Cristo porque Él la compró con Su propia sangre preciosa. Pablo instruye a los ancianos de Efeso “que alimenten la iglesia del Señor que él compró con su propia sangre” (Hechos 20:28, RV; cf. 1 Pedro 1: 18-19).