La regeneración y el bautismo del Espíritu Santo son dos experiencias distintas que ocurren en la vida del cristiano. La regeneración se refiere al momento en que una persona se convierte en un hijo de Dios al creer en Jesucristo y recibirlo como su Salvador y Señor. En ese momento, el Espíritu Santo habita en el cristiano y lo capacita para vivir una vida en obediencia a Dios.
El bautismo del Espíritu Santo, por otro lado, se refiere a una experiencia posterior a la regeneración, en la que el Espíritu Santo llena y capacita al cristiano de una manera más profunda para el servicio en el ministerio y la edificación de la iglesia.
En el Nuevo Testamento, el bautismo del Espíritu Santo se describe como una experiencia que capacita a los cristianos para testificar de Jesús con poder y autoridad (Hechos 1:8). En Hechos 2, el bautismo del Espíritu Santo se manifestó en la vida de los discípulos en forma de lenguas de fuego y el hablar en diferentes lenguas. Además, el bautismo del Espíritu Santo se menciona en otros pasajes del Nuevo Testamento, como en Hechos 8:14-17, Hechos 10:44-48 y Hechos 19:1-7.
Es importante mencionar que el bautismo del Espíritu Santo no es una condición para la salvación, sino una experiencia adicional en la vida del cristiano que le capacita para el servicio en el ministerio y la edificación de la iglesia. En resumen, la regeneración es el momento en que el cristiano se convierte en hijo de Dios, mientras que el bautismo del Espíritu Santo es una experiencia posterior que capacita al cristiano para el servicio en el ministerio y la edificación de la iglesia.