La tierra prometida a los israelitas (Éxodo 3:8) – El eterno conflicto entre Israel y los Palestinos

El eterno conflicto entre Israel y los Palestinos

En el libro del Éxodo, encontramos uno de los momentos más definitorios en la historia del pueblo israelita: la aparición de Dios a Moisés en la zarza ardiente. Durante esta revelación, Dios comunica su intención de liberar a los israelitas de la esclavitud en Egipto y llevarlos a una tierra prometida. El versículo 3:8 de Éxodo dice:

“Y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel; al lugar de los cananeos, heteos, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos.”

Significado y relevancia del pasaje:

  1. Compasión Divina: Al comienzo del versículo, la frase “Y he descendido” subraya la intervención activa y directa de Dios en la historia humana. Indica la compasión de Dios hacia el sufrimiento de los israelitas en Egipto.
  2. Destino Específico: La “tierra que fluye leche y miel” es una descripción idílica que simboliza abundancia y prosperidad. Esta frase se repite varias veces en la Biblia para describir la riqueza de la tierra prometida.
  3. Ocupantes Actuales: Al enumerar a los cananeos, heteos, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos, el pasaje reconoce las naciones que actualmente ocupan la tierra prometida. Esto anticipa los futuros conflictos y desafíos que los israelitas enfrentarían al entrar en Canaán.
  4. Reafirmación del Pacto: Esta promesa de una tierra no es algo nuevo, sino una reafirmación del pacto que Dios hizo con Abraham, Isaac y Jacob. Sin embargo, mientras que a Abraham se le prometió la tierra, es a través de Moisés y la generación del éxodo que Dios comienza el proceso de cumplir esa promesa.

Este pasaje, y la promesa que contiene, es fundamental para entender la identidad y misión del pueblo israelita en la narrativa bíblica. La tierra prometida no es solo un destino geográfico, sino un componente central del pacto entre Dios e Israel y una manifestación física de la relación especial entre ellos. Esta promesa, y los eventos que la siguen, han influido profundamente en la teología, la espiritualidad y la identidad del pueblo judío a lo largo de los siglos.